Respetado Editor:
El Dr. Sánchez Mendiola1 hace una reflexión sobre el cambio en las costumbres, interacciones, comunicación, trabajo, enseñanza y las actividades de investigación, posteriores a la pandemia de COVID-19, termina su manuscrito con la frase de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll “no tiene utilidad volver al ayer, porque entonces era una persona distinta”.
Se ha hecho evaluación de las competencias en la formación médica del educando donde se valoran aprendizajes esperados, indicadores del desempeño, procedimientos de evaluación y criterios de acreditación, todo esto desde el punto de vista clínico2.
El título de esta comunicación puede ser muy provocador, pero es una realidad que se ha observado desde hace varios años; a diferencia del pasado, actualmente un gran número de alumnos ingresa a la facultad de Medicina no con la intención de dedicarse, al egreso de la misma, a la atención clínica, aquí surgiría la pregunta: entonces, ¿por qué estudian esta rama? Por un mundo de posibilidades: academia, docencia, administración, investigación, medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, industria farmacéutica, sector empresarial, servicio público, asesoría, aseguranzas, etc ...3,4,5
Esta nueva opción es ¿buena o mala? depende de la generación que lo vea, los miembros de la “generación X” diremos que no se entiende como alguien sin vocación asistencial entra a la Licenciatura de Medicina, con el objetivo de no interesarse por la atención de los enfermos, en su defecto alguien de la generación denominada “millenial” dirá que no es obligatorio la operatividad clínica como condicionante de estudio a esta materia6,7.
En una ocasión, dentro de mi pasantía de servicio social, le cuestionaba a un renombrado médico investigador del Sistema Nacional de Investigadores (SNI III), que yo no entendía cómo se podía ser médico y no ver pacientes; y él me contesto: “La Medicina es para todos”.
Un número considerable de egresados ha decidido que el trabajo de asistencia en un hospital público ya no es una opción laboral, y si el mismo se encuentra ya dentro de las filas de alguno, ya no considera el pasar 30 años de su vida en el mismo y aspirar a la llamada jubilación.
En Estados Unidos desde hace años existe el concepto de “Clínico de medio tiempo”, el cual es un profesional que dedica la mitad de las horas laborales semanales a la atención médica y el resto a actividades propias a su interés personal8.
En el mundo de las libertades se podría decir que es bueno que la gente estudie lo de su preferencia, aunque al final se dedique a otra cosa si así lo decide, el problema es que en el mundo del sector sanitario esta decisión puede ser catastrófica, ya que de entrada son pocos los aspirantes a una educación universitaria, los que muestran una vocación hacia el área de salud.
A todo lo anterior hay que agregar que la aún presencia de los efectos de la pandemia COVID19 puede ser un factor de falta de incentivo para ingresar a la carrera de Medicina o motivo de abandono a la misma9.
Hay que recordar que, al inicio de la formación en Medicina, todos los egresados realizaban cirugías y eran obstetras, actualmente ambas actividades requieren de una especialización en particular.
Desde hace décadas la profesión se ha “feminizado”, existiendo un área de oportunidad, por lo cual se hace necesario considerar las necesidades propias de género que pueden mermar la continuidad en la plantilla laboral a futuro en las áreas hospitalarias10,11.
Parece que el estetoscopio se niega a salir del maletín desde hace tiempo12.
Quizá sea un deber nacional impulsar la figura del hospitalista como en otras latitudes13.
¿Qué hacer en los años venideros con el déficit de clínicos? Este será un tema a considerar dentro de las escuelas de medicina en los próximos años.
Esperemos que la respuesta sea la más acorde a las necesidades de la comunidad y los intereses de los educandos, para el beneficio en la salud de todos.