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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

On-line version ISSN 2448-7554Print version ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.33 n.130 Zamora Jan. 2012

 

Presentación

 

Las divisiones particulares, que se hacen en un dominio en varias provincias o partidos, son muy materiales para que por ellas se hayan de dividir los corazones.

El amor de la patria particular, en vez de ser útil a la república, le es por muchos capítulos nocivo. Ya porque induce alguna división en los ánimos, que debieran estar recíprocamente unidos para hacer más firme y constante la sociedad común. Ya porque es un incentivo de guerras civiles y de revueltas contra el soberano, siempre que considerándose agraviada alguna provincia, juzgan los individuos de ella que es obligación superior a todos los demás respetos el desagravio de la patria ofendida. Ya en fin porque es un grande estorbo a la recta administración de justicia en todo género de clases y ministerios.

Benito Jerónimo Feijoo, "Tomo tercero, Discurso X: Amor de la patria y pasión nacional", en Teatro crítico universal, Madrid, Castelia, 2002 [1729], 251-252.

 

Tenemos con este texto del preilustrado Feijoo algo que podría parecemos una rareza: un español que hace una guerra sin cuartel a los particularismos, a la patria chica, a lo que un mexicano bien inspirado llamó la "matria". Y es que españoles e hispanoamericanos siempre han tenido cierto afecto al localismo —para emplear un término laxo, cómodo—. Es que nuestro benedictino escribe en circunstancias peculiares, hasta contrarias a la tradición hispana: la Guerra de Sucesión, dos décadas antes, ha sido una verdadera guerra civil —piensa en ella Feijoo—, y han salido triunfantes el borbón Felipe V y el modelo centralista francés que se está imponiendo en el país vecino.

No cabe duda que de cada lado de los Pirineos la percepción de tal fenómeno es distinta: hasta tiempos de Feijoo (más o menos) la patria, en español, se asocia al calor de la tierra natal, el terruño que nos vio nacer, la ciudad, el pueblo. Nada de "Morir por la Patria", esa comunidad englobante, distante, exigente: pero desde la edad medieval, los caballeros francos están dispuestos a ese sacrificio —no conciben otro más esplendoroso—. Inclusive la expresión "patria chica" no tiene equivalente en francés, solo términos peyorativos, como esprit de clocher o Clochemerle, del lugar imaginario de la novela satírica y reciente (1934) de Gabriel Chevallier.

Es decir que antes de ir mas allá, de examinar esa pareja que forman "el amor de la patria (chica) y la pasión nacional" en el universo iberoamericano, hay que identificar lo que pueden tener de original el uno y la otra. Y esto acordando que están indisolublemente ligados, en una complementariedad enfrentada y compleja: la fuerza de uno hace la debilidad del otro, tal vez... Probablemente es lo que mejor han entendido algunos estrategas contemporáneos: apostando a las regiones se logra diluir el tejido "nacional" en pro de la globalización (y sus secuaces).

Todo parece demostrarlo: la patria local antecede, y mucho, a la comunidad nacional. Sin remontar a la polis griega, no cabe duda que las ciudades medievales con sus franquicias, su comunitas son el motor de ese espíritu de campanario que constituye, entonces, el amor de la patria. Éste, en los siglos XIV-XV, se extiende a toda Europa. Pero, fuera de Italia, de la región de Flandes o de la Alemania hanseática, es en Hispania donde alcanza su mayor vigor: la herencia romana y de sus colonias, la ausencia de una feudalidad comparable a la del resto de Europa, la presencia notable de una nobleza urbana (caballeros) hacen que lo local tenga un sabor inigualable.

Llegan los Reyes Católicos, con ellos un nuevo interlocutor —el Estado moderno—. Pero el amor a la patria no se desvanece: tal vez se desplace algo de la comunitas urbana a la provincia —termino entonces ambiguo—, o al reino (sea este de Valencia, de Aragón, de Navarra...) o principado o señorío. La monarquía católica de los Austria sabe perfectamente acomodarse a este mosaico de comunidades, donde el término "nacional" es odiado (por Olivares, entre otros).

Con esto llegó Colón, y un nuevo mundo dio a Castilla, y más tela para recortar a los académicos: cuando en Europa hoy se discute de espacio o mejor dicho de territorio,1 en América se trata de apresar ese ser tan escurridizo que es la región, versión americana de la patria chica hispana. Y cuando en América se toma en cuenta el territorio, es para acercarse a la territorialidad, otra forma de amor a la matria, o por lo menos concebido como socialización del espacio.

¿Por qué ese apego americano a la patria-región? Aquí se transfieren la tradición española y la de sus comunitas urbanas, cuando éstas perdían fuerza en la Península en el siglo XVI. La ciudad fue el elemento de anclaje de la dominación territorial y cultural de España en América. Con ciertas reservas: no todas las ciudades fueron de origen hispano (Tlaxcala, Cuzco...), pero todas integraron conceptos esenciales procedentes de la Península —honor, jerarquización, lealtad...—; y las fundaciones hispanas no dejaron de adoptar elementos (materiales, pero no exclusivamente) americanos. Con esto remito a la primera parte del artículo de Alexander Betancourt,2 aunque se podría discutir, con tiempo, el concepto de "ciudad refugio". La ciudad en América es un centro de condensación de hispanidad, pero no de repliegue. ¿La mejor prueba? El artículo de Nicolás Caretta, sobre el camino real de Guadalajara a Zacatecas: éste, al enlazar las dos ciudades es instrumento de conquista, conocimiento, ordenación y consolidación: abreviando, de apertura.

Por lo tanto, cada núcleo urbano, en la época colonial (y después), fue un foco de "civilización", sea hispana (XVI-XVIII), sea occidental (XIX-XX). Territorialmente le correspondían dos misiones: construir a su alrededor un espacio dominado (no entremos en detalles), su región; articularse en una red imperial o nacional de ciudades que jerarquizan un amplio territorio, que será el del Estado que surge en el XIX. Por supuesto, en todo esto no hay un pensamiento superior premonitorio que desde el XVI vaya construyendo el espacio de la "pasión nacional" de fines del XIX... Pero hay un marco que se revela favorable al paso de una realidad (la patria chica) a otra (el territorio nacional), y es la jurisdicción de las audiencias: ¿como este ente judicial-administrativo-político logra con el tiempo transformarse en el Leviatán que hoy conocemos, acabando con las dulces patrias criollas? Larga historia, hecha de autonomías, de conjunciones de poderes (políticos, religiosos), de irradiaciones y flujos, de construcciones de identidad, finalmente de egoísmos.

Sin duda, los artículos aquí presentes nos pueden guiar en nuestros interrogantes. Que lo quieran o no, el rol tanto de Antioquia —después desplazada por Medellín— como de San Luis Potosí está determinado por su historia: las dos son engranajes, desde su nacimiento como reales de minas de la extracción colonial; como por su posición geográfica: como zonas fronterizas les corresponde consolidar los márgenes del Imperio. Sin embargo, hay un matiz entre las dos entidades: Antioquia está en el corazón del territorio del nuevo reino de Granada, sin mayor confrontación política y, por lo tanto, sin necesidad de una afirmación excesiva. San Luis Potosí se encuentra sobre la raya entre dos reinos (Nueva España y México, Nueva Galicia y Guadalajara-Zacatecas), desde su origen tiene que luchar para no perder una parte de su territorio —que pierde, además (Sierra de Pinos)—. Más que otros centros, por su lejanía, por las rivalidades regionales, la protección de México le es necesaria durante el periodo colonial: lo que se debe de compaginar con una necesaria afirmación frente a la rival Zacatecas. El amor a la patria chica cobijada por la sombra tutelar de la capital virreinal es una faceta.

En un caso como en el otro, el papel rector que las dos ciudades tienen en su región en el siglo XIX, su importancia económica entonces —se tendría que valorar— crea una intelectualidad que reacciona al nuevo proyecto del Estado. Esta elite actúa con sus armas, es decir, con inteligencia, dando a la republica mexicana, en el caso de San Luis Potosí, algunas de sus mejores obras históricas de fines del XIX: basta recordar la personalidad de Primo Feliciano Velázquez. Pero también es capaz de oponerse al centralismo porfiriano (Camilo Arriaga). Otros lucharán con otras armas a lo largo del continente (Tomóchic, Canudos). El caso de Medellín es similar al potosino, pero también con su originalidad: aquí el movimiento intelectual se extiende en el tiempo, llega hasta mediados del siglo XX, se articula con la intervención de la academia norteamericana (James Parsons 1949; Frank Safford 1967): ¿hubo algo concertado en este punto?3 Como ya queda dicho: exaltando la leche materna se mitiga la acre pasión nacional.

No todo se debe percibir conforme esta visión maniquea: es así que los caminos pertenecen a los dos universos. Son parte del urbanismo urbano, determinando la fisionomía de las entradas de la ciudad, separando urbs y barriadas periféricas, presentando sus mejores prendas (arcos triunfales) en la entrada solemne de algún personaje ilustre, cargando el peso de la justicia urbana con los restos de los ajusticiados. Además, esas rutas no son forzosamente el cordel con el cual el Centro ata la Periferia: hay cierto grado de indeterminación, de opciones abiertas. Entre Guadalajara y Zacatecas en el xvi, en un espacio ampliamente abierto, se experimentaron por lo menos tres caminos, y el más transitado a mediados de siglo no fue el más concurrido a finales del mismo. Y estas hesitaciones demuestran la incapacidad final de Guadalajara para ser la patria regional de todo habitante de Nueva Galicia: finalmente desde 1600 se vislumbra la excepción política que será en 1821 el territorio de la audiencia tapatía, incapaz de cobijar en su regazo una pasión nacional propia. Por lo mismo, este doble fracaso explica la importancia que toman, a partir de 1600, el camino de Tierra Adentro (México-Zacatecas y más allá) y, en 1821, México como único (o por lo menos esencial) anclaje del Leviatán, de Yucatán a Nuevo México.

El artículo de Caretta plantea otra perspectiva. Por supuesto, el concepto de región no es exclusivamente occidental, y menos hispano. El universo prehispánico conoció tales realidades, hasta en zonas apartadas, como el área Los Altos-Juchipila. En estas circunstancias tan remotas queda la inquietud de saber en que medida fue el elemento geográfico el punto determinante: lo biogeográfico dice el autor, las famosas y discutidas "regiones naturales". Aquí se trataría del cordón umbilical que constituye el río Juchipila.

Si saltamos a los años de mediados del siglo XX, se puede decir que el Estado nacional ganó sobre la región, y que la patria chica pertenece a una arqueología del sentimiento (con algo de exageración). Por lo menos podemos reflexionar sobre las nuevas circunstancias, apoyándonos sobre la comparación que establece Carlos Alberto Casas entre el Mato Grosso y Chiapas. En cierta medida, y es la paradoja, el Estado tiene la obligación, al mismo tiempo que tiende redes (aquí líneas telegráficas), de forjar nuevas regiones para crear algo de la pasión nacional: hasta entonces, y salvo el Minas Gerais, Brasil es un archipiélago a lo largo del Atlántico. Creando la entidad regional occidental del Mato Grosso, se va integrando un espacio que estaba casi vacío al mito y a la comunidad nacional. Los brasileños son amantes de lo simbólico, siempre que sea vector de modernidad: y el proyecto de Getulio Vargas de "marcha hacia el oeste", con su viaje de 1940, culminará con la realización de la gran Idea de Juscelino Kubitschek, y la instalación de la capital en Brasilia (1960).4 La forma ritual que acompaña el viaje de Vargas toma una dimensión inversa y amplificada en las ceremonias de 1960: la semilla regional plantada se convirtió en un esplendoroso árbol nacional 20 años después, por la magia de la voluntad del Estado.

Las circunstancias mexicanas son muy distintas en los cuarenta, menos apremiantes y avasalladoras. Aunque también resulte necesario forjar una regionalización reorientada, integradora en otra zona marginal, Chiapas. En este caso, el brazo armado será el ini, la cabeza pensante Aguirre Beltrán. Es decir que el puño duro del Estado se esconde, su proyecto meditado y modernizador pasa por acciones persuasivas, como la creación (1953) del teatro de marionetas Petul [Pedro] orientado hacia el público indígena monolingüe y animado por jóvenes miembros de la comunidad. El nombre Pedro, por lo demás, remitía a la memoria regional y sus luchas: una personalidad compleja, con un claro mensaje modernizador, en una ganga indigenista, y que por eso mismo aceptable para el proyecto nacional. Y el artículo de Casas Mendoza se termina sobre la idea de "domesticar": tal vez así se resuelve, en pleno siglo XX, la relación ambigua entre región y nación.

Si se retoma la propuesta de Friedhelm Schmidt-Welle, después de otros, Luis González, haciendo la historia "universal" de San José de Gracia, hizo historia "regional". ¿Hay historia (u otra disciplina humana) "regionalista"? Sin duda si se piensa en tal acercamiento erudito, cerrado sobre sí mismo, de tanta historia local, sobre todo de los años anteriores a 1960-1970. Esto el autor lo aplica a la literatura, precisamente de la primera mitad del siglo XX. Pero centrándose sobre la literatura, tan variada como la vida misma, hay que confesar que el esquema se mueve un poco, con referencias al costumbrismo y otros "clasicismos" o "tradicionalismos". Además, de una obra a otra, el mismo escritor cruza las fronteras, despreocupado de nuestros "ismos".

Schmidt-Welle abre perspectivas de interés, cuando indica que el regionalismo, su acentuación puede ser un camino hacia lo nacional, acentuando así las diferencias con otros nacionalismos: ese camino recorre otra forma de costumbrismo. Sin que sea un cómplice del Estado: su indigenismo puede ser la base de una fuerte crítica social. Todos tendríamos aquí ejemplos, desde Raza de bronce (1919), hasta Juan Pérez Jolote (1952), o La rebelión de los Colgados (1954), dentro del ámbito latinoamericano. Desde la literatura y el particularismo, esta denuncia puede tener su impacto sobre lo nacional. Recordando Raza, Alcides Arguedas escribía en sus Memorias (1945): "este libro ha debido en más de veinte años obrar lentamente en la consciencia nacional". ¿Hacia el amor y consenso nacional, a través de la defensa de la patria chica (y su humanidad)?

Con los documentos que presenta Damián González no nos alejamos mucho de esas temáticas, ya que seguimos dentro de la historia regional, esta vez del estado de Oaxaca y la introducción de lo que es hoy su oro negro, el café, de forma ya tardía, en el último cuarto del siglo XIX. La originalidad de ese proceso regional es que se inserta en la coyuntura no sólo nacional, sino internacional. La invención y producción de colorantes químicos en Alemania dio al traste con la gran riqueza de Oaxaca a mediados del siglo: los comerciantes de grana cochinilla no tuvieron más remedio que buscar un producto de substitución. Los efectos de la globalización acortan las distancias, ponen en contacto dramático espacios lejanos, sobreponiéndose a lo nacional: para verificarlo no es necesario esperar el siglo XXI.

Ese cambio de actividad fue un evento fundador, hoy todavía presente en la memoria colectiva de los habitantes de los primeros municipios implicados. Es que las estructuras y los contextos se modificaron radicalmente: hacia 1930, las tierras estaban privatizadas; esto se acompañó de una racha de violencia en la cual el Estado no pudo intervenir. Particularmente entre 1951 y 1952: la cronología, los hechos recuerdan irresistiblemente la era llamada la Violencia en las regiones cafetaleras de Colombia en esa década. Misma avidez, misma impotencia nacional, simplemente unos ríos de sangre mucho más cuantiosos en el caso colombiano.

Es decir que cuando se puede pensar que la construcción nacional ya está asegurada, desequilibrios sociales y económicos traen consigo una regresión regional inesperada e indeseable. Algo que uno de los actores de los documentos llama con eufemismo "una desmoralización administrativa", o si tomamos el enfoque contrario, "aprovechamiento de la ignorancia" de la municipalidad y los vecinos. Demasiada proximidad entre las autoridades locales y regionales y el contexto delicado de atribución de terrenos hacen que, finalmente, sea en el ámbito de México donde el pleito se resuelva. Pero estamos entonces en los tiempos de "pan y palo" de Porfirio Díaz... Tiempos recios.

Pero también hay tiempos acordes, como lo demuestran las dos notas que siguen, sobre el fenómeno Google, una expresión máxima de la globalización y exterminadora tanto del amor de la patria como de la pasión nacional. Sin solicitar y, casi simultáneamente, por diferentes canales nos llegaron los dos textos, muy complementarios, como se verá. Para acabar de poner un poco más de pimienta en el negocio, recordaremos que hace unas escasas semanas fue condenado Google en Francia, a petición de una empresa privada: el argumento era que con su política de gratuidad, Google hacía una competencia desleal, y lograba una posición monopólica que podría después permitirle lucros formidables. Los dados van rodando....

El paralelismo toma toda su dimensión cuando el lector percibe que las dos plumas (Andrew Roth y Pascal Renaud), sin ser opuestas, escriben desde precisamente los dos polos del debate, América (Norte) y Europa (Francia). Ya no es nación y región, a secas, es economía de mercado y excepción cultural, es lógica supranacional (o norteamericana) y particularismo (galo). Es Goliat-Google y David-Gallica: y me temo que esta vez no sea David quien gane. El esfuerzo, la lucha que emprendió, por el 2000, el entonces director de la Biblioteca Nacional de Francia, tratando de federar las grandes instituciones europeas en un gran proyecto de biblioteca virtual, europea (y algo más) está comprometido, y sólo quedan algunas realizaciones parciales, sin común medida con Google Book Search y su proyecto de 15 millones de libros digitalizados (2 millones ya listos). Gallica.fr con su millón de libros y documentos y su gran convivialidad queda aislada, replegada, hay que confesarlo, sobre su terruño (amor de la patria.. .y de la cultura nacional). Hay posibilidades de federar esas energías: el programa más ambicioso es el de la Comisión Europea, Europeana. Son 15 millones de objetos ya digitalizados, ofrecidos gratuitamente a través de ligas que orientan hacia las instituciones (bibliotecas, museos) de los 27 países miembros. Aún no se puede comparar con el impacto de la realización de Google.

Estos hechos ligados a fenómenos supranacionales, con una conexión espacial problemática, ponen en posición surrealista las justicias terrenales: así, la vieja convención de Berna (1886) que todos reconocen, afirma que "el autor para salvaguardar sus derechos, éstos se regulan exclusivamente según la legislación del país donde la protección es solicitada". Muy bien, pero recientemente, para poder perseguir acciones delictivas fuera del territorio nacional, la justicia francesa interpretó Berna en otro sentido: "la legislación del país cuya protección es solicitada no es la del país donde el dolo es recibido, pero la del Estado sobre el territorio del cual se han cometido los actos delictivos".5 Y por lo tanto Google se puede amparar en la justicia norteamericana. Y con ello se llega fácilmente a la conclusión que una institución de Estado, hoy, poco puede contra algunos gigantes: el Leviatán ya no está donde se esperaba, y Big Brother tiene las mismas orejas que los "carritos" de Google, se nos dice.

¡Un mundo al revés! Un mundo también preocupante, donde el producto cultural es una mercancía cada vez más inaccesible (cara). Se nos recuerda que el costo de una suscripción a una revista extranjera en Estados Unidos es de unos 4,753 dólares: con toda seguridad no se tomaron en cuenta en el cálculo las revistas de ciencias sociales mexicanas, sino la cifra sería notablemente inferior.

Escrito todo esto, expresando todos los lamentos que se requieren, queda un hecho: desde hace unos 10-15 años, los motores de búsqueda, los bancos de datos, los fondos archivísticos y bibliográficos digitalizados a través del planeta hacen que ya no se produzca la investigación, por lo menos en ciencias humanas, como antes: cambian los instrumentos, cambian los horizontes, cambian las temáticas. Y lo mismo para el editor de revista, como ya lo escribí en otra parte. ¡Aleluya! ¿Por esto estoy dispuesto a vender mi alma al demonio?

Quien no la vendió fue el franciscano fray Jacobo el Danés que estudia aquí Alberto Carrillo. Aunque en aquel entonces no todo lo que relucía era oro: "los clérigos que vienen a estas partes son ruines y todos se fundan en interés" escribía el virrey de Nueva España don Antonio de Mendoza en 1550. Y sin embargo, las necesidades de la evangelización y del culto eran apremiantes en esos primeros tiempos. La solución era reclutar para el sacerdocio a "los de la tierra". Éstos podían ser "puros españoles" como lo deseaba el obispo de Michoacán don Vasco de Quiroga. Otros (ciertos franciscanos) pensaban que era posible formar una elite indígena "desde chiquitos", y de sus estratos sacar un clero indígena bien formado. Y fue otro mundo al revés: en el claustro de Santa Cruz de Tlatelolco se enseño el latín a los hijos de la nobleza indígena. A su manera también era intentar romper los lazos de amor con la patria (pensada en un sentido múltiple, comunidad, cultura), sin que la pasión (religiosa) fuera garantizada: lo que si se aseguró fue un rotundo fracaso del programa.

En este marco se inscribe el proyecto "extraordinario" del evangelizador de la tierra michoacana, fray Jacobo. Fue una voz en el desierto exigiendo el acceso al sacerdocio para los nuevos bautizados. Bien pensado, lo "extraordinario" es que su roce con la herejía en Dinamarca no lo volvió rígido en sus conceptos. Tal vez pensó que en esa guerra religiosa eran necesarios aliados y, para ello, los naturales de América eran buenos reclutas. Para atraerlos a su lado, ¿qué mejor instrumento que el sacramento, eso mismo que los protestantes despreciaban? No olvidemos que fray Daciano murió en Tarecuato en 1566, apenas cuando el concilio de Trento acababa de cerrar sus puertas (1563): el mensaje del franciscano, desde ese pequeño rincón del Nuevo Mundo, perforaba fronteras (Europa del Norte, la Península, Nueva España), se acomodaba en el cobijo de la Iglesia universal (y romana).

Si se cerró la carrera eclesiástica a los indios en el xvi, es en parte porque se les acusaba de ser bebedores empedernidos: pero entonces no tenían (parece) el vicio del pisietl. Las cosas cambiaron y el tabaco se convirtió en la segunda renta del Estado colonial. Con la República, todos siguieron siendo tan viciosos, pero además se olvidaron de sus obligaciones con el fisco. ¡ O tempora, o mores! Es lo que podemos lamentar, siguiendo la demostración de Marciano Netzahualcoyotzi Méndez para Tlaxcala. ¡Qué achicado está el amor republicano a la patria, cuando se toca el bolsillo! ¡La pasión por el dinero es la gran verdad!

Lo cierto es que "el pecado original" del déficit nacional alcanza unos 3.6 millones de pesos anuales en la década de los años 1820. Como ocurre a menudo en esos asuntos, el Estado nacional quiso descargarse de la culpa en hombros de los gobiernos estatales, vendiéndoles el tabaco (1824). Tal política nunca fue eficiente y no terminó con el contrabando. Pero también se esfumaron cantidades importantes de productos en los almacenes del Estado. Una administración mal pagada responde de esa manera.

Pero todo con matices: regionalmente el contrabando tenía como centro Huamantla, bien situada cerca de zonas productoras de tabaco (Córdoba, Orizaba). Socialmente la fiscalidad afectaba más a las clases populares, y el decaimiento de la venta de cigarros fue más significativo que el de la venta de puros. Por fin, y en síntesis, los ingresos del tabaco para la Hacienda en Tlaxcala disminuyeron 85.5% durante la década.

¿Cómo se pueden articular todos estos intereses encontrados, individuales, regionales, nacionales? Es esta la gran pregunta, a la cual está dedicado el artículo de Edwin Rap, desde el raz du sol, en este caso, el suelo nayarita También introduce en la política neoliberal heredada del salinismo el concepto anglosajón de performance: lo que como buenos latinos traduciremos por el de representación. Término éste con una rica polisemia, cuando se nos ofrece la visión de un político entregando con pompa y personalmente platos de frijoles a sus electores de Nayarit. De forma muy directa se nos representa a la vez el detentador del poder (el cacique local), presente aquí, con la capacidad de esta autoridad para mantener a los suyos con platos de lentejas o similares, pero también la legitimidad del mismo procedente a la vez de los frijoles —pues sí, es la vida, por prosaico que parezca— y de los votantes. Todo esto dentro de un ámbito renovado, regionalizado, y un ritual que en cierta manera se remonta a tiempos pretéritos. Lo innovador aquí es la elección que puede modificar el sentido y los modos de representación. Tenemos aquí reunidos en una preciosa descripción buena parte de los eslabones que van del ámbito local a los zaguanes de la política nacional.

Si nos bajamos de las esferas del análisis cultural, nos encontramos con temas y platillos fuertes bien conocidos en la vida política regional mexicana: luchas de poder entre caciques seguidos por sus clientes, manipulación de organizaciones, necesidad de recursos, reuniones preparadas con cuidado por campañas de prensa, y acompañadas de estupendos banquetes con ollas de carne y bebidas. Como en tiempos pasados de las comilonas que festejaban algún santo patrón de la parroquia o de la cofradía: la diferencia serían los acarreados por pick up. Por supuesto, los discursos tienen otra tonalidad: no se trata de discutir sobre caminos al Cielo, del precio del frijol o del tabaco, pero el entusiasmo de los fieles —o electores— es el mismo. Se hacían oír igual en otros tiempos las recriminaciones contra la Iglesia. En el Nayarit de los noventa, son las críticas contra el Estado central, olvidadizo de sus compromisos, que repiquetean: en un caso como en otro las peroratas tienen en vista negociaciones futuras. Por fin, humilde servidor de los suyos, honesto, accesible, conciliador y detentador de una autoridad de pater familias, el dirigente sigue cultivando las cualidades morales cristianas, dentro de su discurso revolucionario (todo esto hoy bajo el hábito del populismo).

Como siempre en la política, tenemos un ideal de cambio dentro de una lógica de continuidad. Con esto tal vez se acepte que la historia de ayer sea la etnografía de hoy, y ésta la prospectiva de mañana. Esa continua metamorfosis será posible mientras que estén de por medio el amor a la ciencia y la pasión a la verdad, por relativa que ésta sea.

 

Notas

1 Con cierto fastidio, a veces, véase Martin Vanier, dir., Territoires, territorialité, territorialisation: Controverses et perspectives, Rennes, pur, 2009, 228 p.         [ Links ] "Quand bien même la valeur sémantique du mot [territoire] serait réduite à deux ou trois de ses illustrations originelles, il aurait perdu sa valeur conceptuelle. Et puis on sait bienqu'il a plus servi de type-idéal que de catégorie d'objets effectivement circonscrits. On est revenu d'une ethnologie naïve qui voyait des territoires tribaux un peu partout, comme condition nécessaire, avec l'identité et la culture, du groupe ethnique correspondant" (p. 22).

2 Es el coordinador de esta sección. El conjunto se recibió y dictaminó en el transcurso de 2010.

3 Por las mismas fechas hay proyectos afines, promovidos por el National Research Council, véase Robert V. Kemper, "Estado y antropología en México y Estados Unidos: reflexiones sobre los Proyectos Tarascos", Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. XXXII, otoño, núm. 128, 2011, 209-241.         [ Links ]

4 Hay en la historia numerosos ejemplos de este tipo de alternancias entre capitales: a veces con venganzas terribles. Así París y Versalles, en 1789... Para el caso de Río y Brasilia, véase Laurent Vidal, Les larmes de Rio, París, Aubier, 2009, 254 p.         [ Links ]

5 http://scinfolex.wordpress.com/2009/09/26/proces-googlele-seuil-la-martiniere-bientot-le-monde-a-lenvers (consultado 15-03-2012).

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