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Revista pueblos y fronteras digital

On-line version ISSN 1870-4115

Rev. pueblos front. digit. vol.3 n.6 San Cristóbal de Las Casas Jul./Dec. 2008

https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2008.6.204 

Notas de investigación y reseñas

Desafíos de la emancipación indígena. Organización señorial y modernización en Ocosingo, Chiapas (1930-1994) María del Carmen Legorreta Díaz México, CEEIICH-Universidad Nacional Autónoma de México, 2008

Miguel Lisbona Guillén 1  

1PROIMMSE-IIA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

2008. LEGORRETA DÍAZ, MARÍA DEL CARMEN. DESAFÍOS DE LA EMANCIPACIÓN INDÍGENA. ORGANIZACIÓN SEÑORIAL Y MODERNIZACIÓN EN OCOSINGO, CHIAPAS (1930-1994), . MÉXICO: CEEIICH-UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO,


El libro de Carmen Legorreta se inserta en una corriente de obras sobre Chiapas que han ubicado a la historia como el soporte para comprender hechos presentes. Este es un trabajo de antropología histórica, si se puede utilizar tal definición, por la metodología combinada de ambas disciplinas y por la intencionalidad del mismo, pensado como una reflexión anamnésica de lo sucedido en 1994, al mismo tiempo que tiene pinceladas de autocomprensión y justificación, dicha no como crítica esta última, del papel de la autora en los acontecimientos ocurridos en un municipio chiapaneco, Ocosingo, en las tres últimas décadas.

Las Cañadas de Ocosingo se convierten en una región social, según la autora, por la conformación histórica que la define. Conformación que está delimitada temporalmente por tres periodos coincidentes con procesos políticos y económicos: el señorial, el de transición, el moderno. Arbitrariedad de la autora, que no precisamente invención, que le permite mostrar la vida social de un territorio delimitado, en el sentido de los intereses del estructural-funcionalismo de Radcliffe-Brown, pero añadiéndole una visión diacrónica a esa realidad estudiada.

El papel de la historia en la construcción de procesos sociales actuales, la capacidad de los actores para elaborar estrategias políticas, así como la labor de grupos sociales antagónicos, desde la perspectiva sociológica, para trasformar realidades, son aspectos de relevancia en el texto. En los dos últimos puntos, la discusión teórica y metodológica ha tenido un auge relevante en las últimas décadas, siendo la autora una clara seguidora de las interpretaciones de Barrington Moore, Scott y Foucault, quienes dotarán a los subordinados a cualquier poder, y en este caso sería a los campesinos baldíos, de mecanismos para crear su propia voz en procesos de dominación, a pesar de que dicho proceso haya sido extenso temporalmente.

Igualmente, el prolongado periodo de estudio que se aborda en la obra, así como las múltiples vertientes temáticas y teóricas que se mencionan en la misma, hacen que solo se traten algunos aspectos en esta reseña, pensados como comentarios que no entran a detalle en la composición capitular del libro, al mismo tiempo que pueden servir para ampliar el debate.

1. Chiapas, pero también México, han sido pensados y vividos como tierra de colonización. El reparto de la misma no puede ser entendido, desde la propia conquista castellana, más que como una prolongación de lo político a través de lo económico, y lo que ello implica para sus pobladores. La comparación con la España nueva, la arrebatada a los pobladores musulmanes, debería ser un ejemplo constante ya que no se puede olvidar que es la azotada por el latifundio y los jornaleros hasta bien entrado el siglo XX.

De ahí que la independencia del poder colonial hispano no significara, por sí misma, un cambio en la concepción del papel de la tierra, y por ello de la estructura económica y social del nuevo aunque muy limitado país político.

La aparición de nuevos tipos de propiedades destinadas a la producción para el mercado mundial, novedosos en algunos lugares de México, no impidió que se perpetuaran antiguas formas, como las que muestra el libro, pero deben comprenderse ambas en este valor de la tierra como dominio multifacético.

2. Uno de los aspectos más complejos por los conceptos utilizados y por su contenido es el modo en cómo se organizaron las grandes extensiones de terreno. Las llamadas haciendas, o fincas en el caso chiapaneco, funcionaron a través de un sistema conocido como baldiaje, el cual fijaba a los trabajadores en la tierra de una manera que ha sido considerada como servidumbre.

En tal sentido la autora habla, como ya han insistido otros investigadores, de una «organización social regional de carácter señorial» que estaba basada en «relaciones de servidumbre» heterogéneas en su funcionamiento. Hay en esta parte lacerante de la historia chiapaneca aspectos, sin embargo, que todavía deben matizarse, no como justificación sino como comprensión histórica, que no puede ser otro el objetivo.

El libro muestra los mecanismos de dominación económica, así como las formas culturales y simbólicas que la misma conllevó. A pesar de esta certeza, innegable, es conveniente repensar el contenido del vocabulario utilizado, puesto que la complejidad del mundo medieval europeo puede opacar las singularidades del caso local, al mismo tiempo que disecciona de manera maniquea la comprensión cultural que los actores poseían. En las páginas de la obra se dan pistas claras para no caer en la simpleza interpretativa que divida a los sujetos de estudio mediante una separación clasista. Los señores de la tierra eran tan poco modernos como sus baldíos, y en ambos casos habrá que continuar mostrando la imposibilidad refranera consistente en pedir «peras al olmo», o de reclamar a la historia nuestras incomprensiones presentes.

3. No resulta extraño, si se hace caso de lo expuesto arriba, que la Revolución mexicana, compleja en su descripción historiográfica, haya sido ajena en algunos aspectos a los deseos de trasformación actuales. En muchas regiones del mundo la impronta de la modernidad económica es visible antes que otros aspectos de esa modernidad, constituida con lentitud pero sin tregua, desde el siglo XVI en Europa.

La obra de Carmen Legorreta ejemplifica a detalle esta situación, y en buena medida muestra cómo nuestros análisis sociales están influenciados por el anhelo modernizante que se siente debe cubrir desde las modificaciones políticas a las económicas. El modelo sigue siendo el mismo, el de los países centrales, aunque los involucrados se hayan resistido durante muchos años a abandonar sus prácticas; o simplemente las reproducen en espacios sociales y políticos diferentes: el patrimonialismo y el clientelismo son buena muestra de ello. Otro ejemplo, colocado como paradigmático de la solución de los problemas del campo mexicano, tras la reforma agraria, es la figura del ejido. Solución supuestamente propia pero que no deja de recordar la enfiteusis de la Europa moderna, la disociación entre el dominio directo y el dominio útil de un inmueble.

En este sentido «cultura y organización señorial tradicional » de la región estudiada son un ejemplo del poco interés por sumarse a la economía de mercado, como bien señala la autora, aunque es curioso observar cómo ese modelo capitalista denostado pueda ser siempre, o casi siempre, el anhelado como solución a la problemática local. Y lo mismo podríamos decir de las prácticas políticas, reproducidas en sus formas más arcaicas —por seguir el tono que siempre acompaña a los análisis referidos a ellas—, pero que son nítida continuidad en aquellos grupos o partidos políticos que se muestran más beligerantes en el discurso hacia las mismas.

4. En el aspecto económico seguramente es donde con mayor claridad se observa esta insistencia en señalar la singularidad chiapaneca con respecto al resto del país, como ha ocurrido con la ya mencionada Revolución mexicana. La irracionalidad de la organización y comportamiento de la hacienda estudiada contrasta, según la autora, con el contexto de la economía capitalista dominante en el país, aunque habría que matizar esta afirmación puesto que las muestras de capitalismo, incipiente desde nuestra perspectiva, no contaban tampoco en México con el modelo ideal y la extensión geográfica supuesta. Igualmente, esta visión toma claro partido por la interpretación formalista de los hechos económicos, aunque los ejemplos del libro ofrecen de manera fehaciente cómo esta visión es de por sí muy matizable en circunstancias sociales similares a la chiapaneca, y donde una especie de economía moral, basada en la «reciprocidad asimétrica », según Legorreta, aunque podríamos también hablar de intercambio desigual, primó durante años en la región analizada.

La autora hace hincapié, por lo tanto, en una especie de lectura de la «traición de la burguesía » braudeliana1 pero aplicada al caso chiapaneco. Sin embargo, y al igual que ya se empieza a cuestionar dicha traición para los países europeos involucrados según el hispanista francés, habría que preguntarse si la inversión en tierras y el funcionamiento de las mismas explotaciones no respondía solo a una inercia cultural, ya señalada en el libro, sino también a la imposibilidad material de rentabilizar pobres capitales en otro tipo de inversiones.

5. La ausencia de acciones contra una situación de sometimiento que mostraron los indígenas después de la llamada Revolución mexicana en Chiapas ilustra la poca madurez de las trasformaciones políticas en el ámbito nacional y local. El ejercicio de la ciudadanía ha sido más un anhelo de la intelligensia que un logro real, a pesar de que el marco jurídico y ciertas prácticas institucionales así lo pretendan. Enseñar, como hace el texto analizado, los mecanismos mediante los cuales son posibles el patrimonialismo o la construcción de esa «cultura de la hacienda» 2 son pasos fundamentales a la hora de entender las dificultades presentes en la articulación de lo político con lo social. Lo mismo puede decirse a la hora de contextualizar las diferencias y las desigualdades étnicas, muchas de ellas arraigadas en la historia y en discursos que, pasados por un supuesto tamiz científico en el siglo XIX, se han hecho resistentes al cambio, como los discursos cotidianos refrendan constantemente.

6. Aspecto fundamental en el trabajo es la visión procesual de los hechos sociales, así como su comprensión en el ámbito local con referencia al estatal y nacional. El aislamiento chiapaneco, real en la vida cotidiana hasta no hace muchos años, no significa que lo vivido tenga un barniz impermeable a las trasformaciones del entorno más cercano. La puntualización documentada de tal circunstancia mediante acontecimientos, relatos o cifras, apunta un interés académico en la corroboración científica de las hipótesis, y ello ofrece, a los interesados, múltiples caminos para interrogarse sobre los procesos sociales, el papel de los actores y, por supuesto, sobre las metodologías que la historia y la antropología ofrecen.

Solo un ejemplo de interés en el libro para precisar las trasformaciones sociales ocurridas en el periodo posrevolucionario y el papel de ciertos actores en ellas. Se trata del arribo, procedente del exterior, de personas que se van a comprometer en las luchas agrarias de la región, hecho que muestra, si se incide en la información y en la comparación, el tratamiento del otro proveniente del exterior: ora como salvador ora como enemigo; en definitiva, expresión recurrente en el vivir en sociedad que permite una mayor amplitud de los análisis históricos si se tiene el tiempo suficiente para dedicarse a ello.

7. El interés por los mencionados procesos hace que en la segunda parte de la obra se analicen las solicitudes de dotación de tierra, su resolución y, también, las trabas presentadas para obtenerlas. En este análisis no entran solo los actores protagonistas de todo el texto, además se incorporan las instituciones del Estado. La extensión de ese Estado en Chiapas tiene distintas vertientes, que no se pueden puntualizar ahora, pero ello no implica señalar que seguimos carentes de investigaciones que analicen sus instituciones, así como que muestren la imposibilidad de los gobiernos para imponer las leyes sobre los intereses personales. Las argucias de la Comisión Agraria Mixta, primero, y de la Secretaría de la Reforma Agraria, después, son señaladas para la geografía de estudio, así como se continúa el debate sobre las causas y los mecanismos que propiciaron la misma colonización de la selva Lacandona. Interpretación esta última que con certeza tendrá futuras respuestas o adhesiones de los estudiosos de tal temática.

Por tanto, la narración de los hechos ejemplifica, en buena medida, el sino de los cambios de la modernidad occidental; más claramente expresado en territorios donde las instituciones estatales eran una novedad, y su funcionamiento un reflejo de una sociedad no construida en las leyes que le dan sentido, con unos ciudadanos que de tal sólo tenían el nombre. Aunque para la autora, en el caso del Estado mexicano, este se haya caracterizado por el autoritarismo, pues fue él quien impulsó y modeló la trasformación de una forma ajena a los actores involucrados.

Por último, hay que señalar que este es un libro con información ingente y puntual sobre la situación agraria de las fincas del ámbito geográfico de estudio, libro que abre también, gracias a la mencionada información y a su amalgama teórica, posibilidades para repensar y discutir sobre el pasado con menos apasionamiento, o tal vez sería mejor decir con apasionamiento encaminado menos a sentenciar y más a complejizar la realidad chiapaneca.

Los procesos de trasformación social son históricamente largos a pesar de nuestras ansias lógicas de verlos fructificar en sociedades más justas. Demasiados ejemplos tenemos en el México independiente y, por supuesto, en otros lugares del planeta. Sin embargo, solamente conociendo el pasado, que construye el presente, tendremos si no certezas al menos elementos para abordar con mayor conocimiento cómo construir esas sociedades anheladas.

1F. Braudel, 1953, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe I, Fondo de Cultura Económica, México.

2S. Toledo, 2002, Fincas, poder y cultura en Simojovel, Chiapas. UNAM, UNACH, México.

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