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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.17 n.70 Toluca Oct./Dec. 2011

 

Educación y mortalidad diferencial de adultos. Provincia de Córdoba, República Argentina

 

Education and differential mortality of adults; Province of Cordoba, Argentine Republic

 

Enrique Peláez y Laura Acosta

 

Universidad Nacional de Córdoba

 

Recibido: el 22 de febrero de 2011
Aprobado: el 29 de octubre de 2011

 

Resumen

El presente trabajo realiza un análisis de la situación educacional y su relación con la mortalidad diferencial de los adultos de la Provincia de Córdoba, Argentina. Se estudia la distribución por condición de alfabetismo, edad y sexo de la población adulta. Posteriormente se realiza el mismo análisis para máximo nivel de instrucción alcanzado, encontrándose que las nuevas generaciones tienen un mayor nivel de instrucción que las generaciones pasadas. En una segunda parte se realiza un análisis longitudinal de la cohorte de 50 a 60 años del censo de 1980 por nivel de instrucción, siguiéndola a través de los censos de 1991 y 2001. Se detecta que aumenta la proporción de adultos con instrucción más elevada, disminuyendo la proporción de menos instruidos, lo que estaría indicando una mortalidad diferencial por nivel educativo. Esto se corrobora al calcular las esperanzas de vida a los 25 años diferenciales por nivel de instrucción y sexo, utilizando información de las estadísticas vitales.

Palabras clave: población, educación, salud, adultos.

 

Abstract

The present work performs an analysis of the educational situation and its relation with the differenced mortality of the province of Cordoba, Argentina. The distribution of adult population is studied by literacy, age and sex; later, the same analysis is carried out for the highest schooling level attained, being found that young generations have better schooling level than the previous. In a second phase, we carried out a longitudinal analysis of the 50-60 years of age cohort from the 1980 census by instruction level, and tracing it through the 1991 and 2001 censuses. It is detected that the proportion of adults with higher schooling increases, while the proportion of less instructed decreases; this indicates a differential mortality by educational level. This is verified when calculating life expectancy at the 25 differential years by instruction and sex, using information from vital statistics.

Key words: population, education, health, adults.

 

Introducción

El aumento de la esperanza de vida constituye uno de los fenómenos más importantes del desarrollo humano en el siglo XX y lo que va del XXI. Las sociedades desarrolladas han conseguido el logro de que sus ciudadanos vivan más años y en mejores condiciones de vida. En 1950 la esperanza de vida masculina mundial, según cifras de las Naciones Unidas (2009), se situaba en 45.2 años para los hombres y 47.9 para las mujeres, las mismas estimaciones señalan que, para el año 2000, la esperanza de vida masculina era 67.1 años y la femenina 71.6, respectivamente; mientras que para la misma fecha en los países más desarrollados era 74.6 años para los hombres y 81.3 para las mujeres. En estos países los niveles de fecundidad por debajo del reemplazo y el aumento de la esperanza de vida han provocado el fenómeno de envejecimiento de la población, que lleva a que más de 20 por ciento de la población de estos países tenga 65 años o más. El envejecimiento de la población ha despertado la preocupación por realizar estudios sobre la mortalidad adulta mayor, la cual por largo tiempo tuvo poco interés en el mundo de la investigación demográfica.

Al estudiar la mortalidad adulta diferencial, Rofman (1994) señala que diferentes estudios en países latinoamericanos tales como Carvalho y Wood (1978, 1979) indican que el efecto del status socioeconómico es importante en la mortalidad adulta. Precursores en el estudio de mortalidad adulta diferencial han sido Kitagawa y Hauser (1973) quienes presentan mediciones diferenciales de la mortalidad por raza, estado marital y nivel socioeconómico. En el estudio de Rofman (1994) se utilizan datos de la Administración Nacional de Seguridad Social para estimar diferenciales de mortalidad por ocupación, residencia e ingreso. Se llega a la conclusión que la mortalidad adulta es altamente diferencial por ocupación e ingreso, y no tanto por residencia.

El censo argentino no realiza preguntas sobre nivel de ingresos, tampoco existe esa variable en las estadísticas vitales. En cambio, la variable máximo nivel educativo alcanzado puede obtenerse tanto en el censo como en los registros vitales. El nivel educativo de una población es considerado un predictor importante de la condición socioeconómoca de la misma (Huisman et al., 2004). Estudios recientes realizados en Estados Unidos y países europeos (Murphy et al., 2006; Meara et al., 2008; Shkolnikov et al., 2006) han observado la brecha en las diferencias entre los niveles de mortalidad y esperanza de vida en relación al nivel educativo. Una de las hipótesis que explica esta relación es que un mayor nivel educativo en un individuo produce que el mismo tome mejores decisiones con respecto a su salud (Lleras-Muney, 2001). Asimismo, el nivel educativo de una población es considerado un predictor importante de la condición socioeconómica de la misma. Al respecto Del Popolo (2001) señala que el nivel educativo de las personas influye sobre su calidad de vida, que las actividades intelectuales disminuyen los riesgos de sufrir enfermedades mentales y que la educación influye en la plena integración en la sociedad del adulto mayor.

En la conferencia internacional sobre la educación celebrada en Hamburgo en julio de 1997 se proclamó abiertamente que la formación y desarrollo intelectual de las personas mayores constituirá una de las claves para resolver positivamente los problemas que se le presentarán a la sociedad del siglo XXI.

En este contexto, el presente estudio analiza la situación educativa diferencial de los adultos mayores de la Provincia de Córdoba en la República Argentina y su posible efecto en los niveles de mortalidad.

 

Metodología

Para alcanzar los objetivos planteados, las fuentes de datos utilizadas fueron los censos nacionales de población de los años de 1980, 1991 y 2001 obtenidos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC); y la información de estadísticas vitales sobre defunciones de la Dirección de Estadística del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba de los años 2000, 2001 y 2002.

Para analizar la situación educativa diferencial de los adultos mayores en la Provincia de Córdoba se examinan descriptivamente los niveles de educación de la población según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001. Se analiza el Censo 2001 debido a que en la actualidad constituye el más reciente disponible, ya que los microdatos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del año 2010 no se encuentran disponibles.

Luego, para analizar si los diferenciales en los niveles educativos tienen efectos en los niveles de mortalidad, se realiza un análisis de cohorte tomando los censos de población correspondientes a los años 1980, 1991 y 2001 con el fin de estudiar el nivel máximo alcanzado de la cohorte que tenía entre 50 y 59 años en el censo de 1980, entre 60 y 69 años en el de 1991 y entre 70 y 79 años en el de 2001.

Posteriormente se elaboraron tablas de vida para obtener las esperanzas de vida a los 25 años, según sexo y nivel de instrucción. Asimismo se utilizaron las defunciones de los años 2000 a 2002 realizando un promedio de las mismas, además se recurrió a la información del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Para el análisis de datos se utiulizó el software REDATAM + SP para el procesamiento de datos censales elaborado por el Centro Latinoamericano de Demografía.

Al trabajar con datos de censos poblacionales no resultó necesaria la aplicación de tests estadísticos para la corroboración de hipótesis.

 

Características de la Provincia de Córdoba

La Provincia de Córdoba se encuentra geográficamente en el centro de Argentina. Es la segunda provincia en cantidad de población del país de acuerdo a datos del censo de 2001. En este año la población era de
3 066 801 habitantes. De los cuáles 1 300 mil vivían en su capital. Se caracteriza por tener zonas ricas en agricultura y ganadería en el este y el sur de la misma. La Capital se encuentra en el centro de la Provincia. Las zonas vulnerables se ubican en el Norte y el Noroeste Provincial. En el oeste de la Provincia se encuentran las Sierras de Córdoba que constituyen un importante atractivo turístico con montañas, ríos y diques artificiales.

Al comparar el envejecimiento de la provincia con otras provincias argentinas, se observa que Córdoba está entre las más envejecidas del país, un escalón por debajo de la Capital Federal, y con prácticamente la misma situación de envejecimiento que Santa Fe y Provincia de Buenos Aires.

 

Resultados

Diferenciales de educación por edad

Al analizar los niveles de educación de la población según el censo 2001 se observa que son claramente diferenciales por sexo y edades. En la gráfica 1 se describe la distribución del alfabetismo por grupos de edades y sexo. En ellos puede analizarse que si bien los niveles de alfabetismo totales de las mujeres son superiores a los de los hombres, esto no fue así en el pasado. En todos los grupos quinquenales mayores de 70 años, el porcentaje de alfabetización es mayor entre los hombres, seguramente debido a diferencias de escolarización en el pasado. Esta tendencia se ha revertido, siendo más parejos los valores en las otras edades con una ligera ventaja entre las mujeres que alcanzan su más alto nivel de alfabetización en el grupo 15 a 19 años 99.49 por ciento, contra 99.15 en los varones de la misma edad.

En las tablas 1 y 2 se analiza la distribución de la población adulta mayor de acuerdo al máximo nivel educativo alcanzado, por sexo y grupos de edades. En ellos puede observarse que el nivel educativo alcanzado es diferencial por sexo y edad. Los que nunca asistieron son 8.7 por ciento de las mujeres mayores y 7.28 por ciento de los hombres mayores. En la población de 80 o más años, 11.21 por ciento de los hombres, y 3.31 por ciento de las mujeres nunca asistieron a la escuela (tablas 3 y 4). Claramente los niveles de escolarización tienden a aumentar en las nuevas generaciones, a medida que descendemos en los grupos de edades disminuye el porcentaje de los que nunca asistieron y los de primaria incompleta, aumentando todas las otras categorías. Al respecto puede leerse en Cepal (2003) que los adultos mayores actuales tienen menos años de educación formal que las nuevas generaciones, lo que si bien no debe ser visto como un factor irreversible de exclusión de los mayores, indudablemente limita sus opciones y genera una brecha con las generaciones más jóvenes.

Las mujeres mayores tienen mayor tendencia a completar los estudios que comenzaron excepto en el nivel primario, de manera que mientras 92.72 por ciento de los hombres comenzó la primaria, 56.18 por ciento la terminó. 91.3 por ciento de las mujeres comenzó los estudios primarios terminándolo 52.55 por ciento. Por lo que en el nivel primario de la población mayor la deserción masculina es de 39 por ciento, y la femenina de 42 por ciento de los que comenzaron.

Con respecto al nivel secundario se observa que fue comenzado por 25.73 por ciento de los hombres y 20.02 por ciento de las mujeres, siendo terminado por 17.87 por ciento de los hombres y 14.77 por ciento de las mujeres. La deserción masculina calculada en este nivel fue de 31 por ciento y la femenina de 26 por ciento.

En cuanto al nivel superior fue iniciado por 9.21 por ciento de la población masculina mayor, siendo terminado por 6.51 por ciento de los mismos. Entre las mujeres mayores iniciaron estudios superiores 5.92 por ciento, terminándolo 4.92 por ciento. El nivel de deserción fue de 29 por ciento entre los hombres y 17 por ciento entre las mujeres.

Podemos afirmar que el nivel de instrucción de la población mayor se mejora con las nuevas generaciones, pero dista mucho de ser el adecuado. En 2001, 43.83 por ciento de los hombres mayores y 47.45 por ciento de las mujeres de esa misma edad no había terminado la primaria. Entre los que comenzaron el secundario y el nivel superior se observa que si bien hay amplia mayoría masculina, las mujeres tienen menos tendencia a desertar que los hombres en estos niveles educativos.

 

Análisis de cohorte

Es evidente que los adultos mayores tienen menos nivel de instrucción que los jóvenes, pero al analizar esta diferencia a través del censo se subestima al suponer que existe una mortalidad selectiva de personas con bajo nivel de instrucción. Es decir la diferencia es mayor ya que hubo más defunciones de personas con bajo nivel de instrucción que personas de mayor instrucción. Para estudiar esta subestimación se siguieron series de nivel de instrucción de adultos mayores a través de censos consecutivos. A tales fines se analiza el máximo nivel de instrucción alcanzado por la cohorte que tenía entre 50 y 60 años en el censo de 1980, entre 60 y 70 en el censo de 1991 y entre 70 y 80 en el censo de 2001. Para este análisis se parte de los supuestos que la migración afecta de manera muy pequeña a estos grupos, y que los cambios en el nivel de instrucción alcanzados a estas edades no son significativos. En la tabla 5 se observa que los universitarios de entre 50 y 59 años en 1980 eran 2.92 por ciento del total de esa edad, en 1991 el mismo nivel significaba 3.96 por ciento y en 2001, 5.51 por ciento. Por otro lado, categorías como "No haber terminado el primario" (Primario Incompleto + Nunca Asistió) pasan de significar 54.91 por ciento de la cohorte en 1980 a significar 47.47 por ciento en 2001. Esto podría significar una relación entre el nivel de mortalidad y el nivel de educación de los mayores.

 

Esperanzas de vida por niveles de instrucción

Para profundizar la relación entre el nivel de instrucción y la mortalidad se decidió calcular las esperanzas de vida diferenciales por nivel de instrucción. Es conocido que el nivel educacional de las personas es una variable que predice adecuadamente los niveles socioeconómicos de las mismas.

Se analizaron a tal efecto las defunciones por sexo, grupos de edades y máximo nivel de instrucción alcanzado de los mayores de 25 años.

Se tomaron las defunciones de los años 2000, 2001 y 2002, realizando un promedio de los mismos. En general la calidad de los datos con respecto al nivel de instrucción del difunto fue regular. Esto se debe a que la persona que informa al médico para que realice el certificado de defunción en algunos casos desconoce el nivel de instrucción del fallecido. Los porcentajes de defunciones con nivel de instrucción ignorada fueron alrededor de 15 por ciento. Estas defunciones se distribuyeron proporcionalmente en los diferentes sexos y niveles de instrucción. Si bien esta distribución supone uniformidad en los certificados mal declarados, podría ocurrir que entre las defunciones con instrucción ignorada haya mayor peso de las personas con baja instrucción. Los niveles de instrucción fueron clasificados en: 'Sin Instrucción', 'Primaria Incompleta', 'Primaria Completa', 'Secundaria Incompleta', 'Superior Completa' ('Universitario y no Universitario') y 'Superior Incompleta' ('Universitario y no Universitario').

Para el cálculo de las tasas específicas de mortalidad con las que se hizo posteriormente el cálculo de las esperanzas de vida se utilizó en el denominador el censo de población 2001. Cabe destacar que para calcular las tablas de vida por nivel de instrucción se utilizaron factores de separación específicos calculados para cada uno de los niveles. Dichas tablas pueden ser observadas en el anexo. Un resumen de los resultados obtenidos pueden observarse en la tabla 6:

En estas tablas se encuentran datos inconsistentes como una mayor esperanza de vida de los Sin Instrucción que los individuos que tienen instrucción primaria ya sea completa o incompleta, o una exagerada esperanza de vida de los hombres y sobretodo de las mujeres con instrucción superior completa.

Analizando las causas de estas inconsistencias, las mismas pueden originarse en los datos que provienen de dos fuentes distintas: Por un lado se encuentran las defunciones que son informadas por un tercero, el que puede desconocer si la persona difunta completó o no determinado nivel de instrucción, es posible que el declarante tenga sólo una idea general acerca del nivel de instrucción de la persona fallecida. Por otro lado es de esperar que en el censo, la segunda fuente de información, exista una exageración del nivel de instrucción declarado.

Por tal motivo se decidió agrupar las defunciones en sólo tres categorías: 'Instrucción Baja', que incluye a las personas 'Sin Instrucción' y con 'Primaria Incompleta'; 'Instrucción Media': 'Primaria Completa' y 'Secundaria Incompleta'; e 'Instrucción Alta': 'Secundaria Completa' y 'Superior Completa e Incompleta'. Los resultados fueron los siguientes:

Los resultados del cálculo de las esperanzas de vida por niveles de instrucción agrupados son valores que reflejan el impacto de la educación como proxy de las condiciones de vida sobre la mortalidad, pero aún así algunas categorías como las de "mujeres de instrucción alta" presenta una esperanza de vida exagerada. Cabe señalar que para el desarrollo de las tablas de vida se utilizaron nuevamente factores de separación específicos por cada nivel de instrucción.

Analizando la tabla 9 puede afirmarse que las esperanzas de vida generales de una población esconden grandes diferencias en su interior, y el nivel de educación de los adultos es un buen elemento para descubrirlas. Si comparamos la diferencia general entre esperanzas de vida a los 25 años de hombres y mujeres, nos encontramos con que en general las mujeres tienen una esperanza de vida de casi siete años más que los hombres, pero si se compara el grupo con menos esperanza de vida: los hombres con instrucción baja, con el grupo con mayor esperanza de vida: las mujeres con instrucción alta, la diferencia es de 28 años. Es decir que un hombre cuya instrucción es baja que llega con vida a los 25 años tiene una esperanza de vida que no supera los 65 años; mientras que una mujer que llega con vida a los 25 años con instrucción alta tiene una esperanza de vida cercana a los 93 años. Otra de las conclusiones que pueden extraerse de estos resultados es que los hombres con instrucción alta superan en esperanza de vida a las mujeres con instrucción media y baja.

En la tabla 7 también se estudia la diferencia que existe entre cada nivel de instrucción con la esperanza de vida media de cada uno de los sexos, así puede verse que la diferencia que hay entre las mujeres de baja y media instrucción es más moderada que la diferencia entre hombres de baja y media instrucción.

Esto probablemente este relacionado con el hecho de que la educación incide sobre el nivel socioeconómico de los hogares, y este sobre la esperanza de vida y es de esperar una mayor influencia de la educación masculina sobre el nivel socioeconómico del hogar. También es de destacar que las mujeres con instrucción alta tienen casi 13 años más de esperanza de vida que la media de las mujeres, es de suponer que en caso de estar unidas estas mujeres lo estén a hombres con instrucción alta también lo que potencia evidentemente el nivel socioeconómico del hogar y la esperanza de vida de las personas.

 

Conclusiones

Este trabajo tuvo dos objetivos: determinar la situación educativa diferencial de los adultos mayores, haciendo la observación que las nuevas generaciones tienen un mayor nivel de instrucción que las generaciones pasadas; y la importancia de determinar el nivel educativo de los adultos mayores por sexo y grupos etarios, lo que permite focalizar planes educativos para reinsertar laboralmente a los adultos mayores. El problema del envejecimiento poblacional trae como consecuencia el consiguiente envejecimiento de la mano de obra; lo cual podría ser favorable por contar con mayor experiencia y calificación. Pero debe tenerse en cuenta que una mano de obra más longeva tiene mayores inconvenientes para adaptarse a las nuevas tecnologías, es menos propensa a los cambios y flexibilidades laborales, y por su antigüedad y mayor calificación es más costosa que la mano de obra joven, por lo que este cambio en la composición por edades podría afectar a la productividad de la mano de obra. Al respecto Veronelli (1999) en una investigación sobre el envejecimiento en Uruguay cita un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que señala que:

la capacidad para el trabajo físico parece disminuir más pronto que la capacidad mental... no existe prueba alguna que demuestre que el aspecto cognoscitivo y la capacidad de aprender disminuyen con la edad... existen pruebas abundantes de que el ser humano puede seguir aprendiendo a cualquier edad. La capacidad intelectual, entendida en un sentido amplio, no disminuye. Por lo tanto es importante que el estado fije políticas de capacitación de la mano de obra envejecida (Plet et al., 1993).

Por otra parte, también se observaron diferencias en el nivel de educavción según el sexo; ya que entre los adultos mayores, los hombres tienen mayor nivel de instrucción que las mujeres. Situación similar se observa en el país y en el resto de América Latina (Del Popolo, 2001). Esta diferencia entre los sexos tiende a revertirse en el futuro. Puede afirmarse, entonces, que a pesar que el nivel de instrucción de los adultos mayores mejora con las nuevas generaciones, dista mucho de ser el adecuado.

El segundo objetivo del presente artículo fue el de analizar si los diferenciales en los niveles educativos tienen efectos sobre los niveles de mortalidad. Es significativo el análisis realizado a la cohorte de 50 a 59 años en el censo de 1980, verificando que para la misma cohorte en los censos de 1991 2001 se mejora la distribución por máximo nivel educativo debido a una mortalidad diferencial de las personas con menor nivel educativo.

En los estudios demográficos, las grandes cifras nacionales o provinciales esconden grandes diferenciales en su interior. Esto pudo comprobarse con los diferenciales de esperanzas de vida calculados para los distintos sexos y niveles de instrucción, con diferencias que llegan a alcanzar los 28 años de esperanza de vida entre las mujeres más instruidas y los hombres menos instruidos.

Una conclusión adicional permite afirmar que se debe trabajar en mejorar la calidad de los datos en las estadísticas vitales que permitan captar de manera cabal la variable "nivel de educación" con el fin de poder arribar a conclusiones más robustas en futuros estudios que sirvan de diagnóstico para políticas públicas.

Diversos trabajos en países desarrollados han observado una disminución de la mortalidad y en consecuencia un aumento de la esperanza de vida entre la población con mejor nivel educativo (Huisman et al., 2004; Murphy et al., 2006; Meara et al., 2008; Shkolnikov et al., 2006; Cutler et al., 2010). Tal como se observó en el estudio de Shkolnikov et al., el análisis de la esperanza de vida según el nivel educacional permite determinar las inequidades existentes en una población, así como evaluar el impacto de las políticas educativas en el nivel de salud.

En una sociedad donde las discriminaciones crecen, el hecho de ser adulto mayor y con baja instrucción constituye un grupo de alta vulnerabilidad a ser tomado en cuenta. La importancia de la educación como factor de desarrollo es destacado por Cepal/Celade/Bid (1996) cuando se señala que:

Indudablemente la educación es un tema prioritario para las estrategias nacionales de desarrollo. Se reconoce que los éxitos futuros de un país dependen de la eficacia con que los sistemas educativos enfrenten los desafíos de la equidad de las exigencias de un proceso de desarrollo económico y social en el marco de un acelerado cambio tecnológico, y de las tendencias del crecimiento demográfico. De hecho, la educación debe ser considerada como uno de los pilares del proceso conducente a conciliar eficiencia con equidad, tanto por su carácter de instrumento de socialización de las nuevas generaciones, como por sus efectos positivos sobre la actividad y creatividad de los trabajadores en los procesos de producción y cambio tecnológico.

 

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Información sobre los autores

Enrique PELÁEZ. Es doctor en Demografía e investigador en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, CONICET y director de la Maestría en Demografía. Recientemente ha publicado los siguientes libros en coautoría: 2009, Pocos ganan, muchos pierden: soja, agroquímicos y salud. Departamento Río Segundo; 2008, "Sociedad y adulto mayor en América Latina: estudios sobre envejecimiento en la región", serie investigaciones núm. 5. Asociación Latinoamericana de Estudios de Población. ALAP. Rio de Janeiro; 2008, El nexo entre ciencias sociales y politicas: migración, familia y envejecimiento. Editores: Dora Celton, Monica Ghirardi y Enrique Peláez. Universidad Nacional de Córdoba. Correo electrónico: enpelaez@hotmail.com.

Laura D. ACOSTA. Licenciada en Nutrición. Doctoranda en Demografía. Actualmente se desempeña como becaria de investigación en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, CONICET. Publicaciones recientes en coautoría con otros investigadores: 2011, "Análisis de la satisfacción del usuario en centros de salud del primer nivel de atención en la Provincia de Córdoba, Argentina", en Enfermería Global 10 (21), disponible en http://revistas.um.es/eglobal/article/view/115901; 2010, "Atención Primaria y trastornos mentales y del comportamiento: una mirada exploratoria", en Revista de Salud Pública, XIV (1), 2009, "Abordaje integral de la situación nutricional en una comunidad Diaguita-Calchaquí", en Revista Salud Pública y Nutrición, 11 (3), disponible en http://www.respyn.uanl.mx/xi/3/index.html; 2009, "Evaluación del estado nutricional y la salud visual en escolares de una localidad de la provincia de Córdoba: la importancia de su valoración en atención primaria de salud", en Revista de Salud Pública, XIII (1).Correo electrónico:laudeac@hotmail.com

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