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Estudios fronterizos

On-line version ISSN 2395-9134Print version ISSN 0187-6961

Estud. front vol.17 n.33 Mexicali Jan./Jun. 2016

 

Artículos

 

Comportamiento sectorial del empleo en el condado de Hidalgo, Texas, 2007–2011

 

Rodrigo Vera Vázquez*

 

* El Colegio de Tamaulipas, Centro de Estudios Urbano Regionales. Dirección: Calzada General Luis Caballero, núm. 1540, Colonia Tamatán, C.P. 87060, Ciudad Victoria, Tamaulipas, México. Correo electrónico: ecovera2007@gmail.com

 

Recibido: 28 de marzo de 2014.
Aprobado: 5 de junio de 2015.

 

Resumen

En este artículo se examina el comportamiento sectorial de la economía del condado de Hidalgo, Texas, tomando como referencia el periodo recesivo de la economía estadounidense 2007–2011. Los resultados de la investigación muestran que el condado de Hidalgo evitó la contracción de la tasa de empleo estadounidense marcada en –4.4%; esto al presentar una tasa local positiva de 5.2%. Ese perfil a prueba de recesión, se explica por su orientación hacia una economía de servicios, entre ellos, el sector de la administración pública como ámbito estratégico para corregir las fallas del mercado. Para dar cuenta del comportamiento sectorial se aplicó la técnica de cambio y participación (shift–share), alimentándola con datos del U.S. Bureau of Labor Statistics. Los datos obtenidos se discuten en el marco del debate teórico relacionado con la aplicación de políticas activas de corte keynesiano.

Palabras clave: empleo, shift–share, Hidalgo, McAllen, Reynosa.

 

Introducción

La geografía económica transfronteriza forma parte de la agenda de investigación del noreste de México y su vinculación con Texas (Aguilar, 2007; Corrales, 2012; García y Trujeque, 2009; Palomares, 2009; Pérez, Ceballos y Cogco, 2014; Vásquez, Jurado y Castro, 2011). Una directriz es investigar el comportamiento económico sectorial de los condados que hacen frontera internacional con Tamaulipas. Si bien, existen documentos dedicados a distinguir sus vocaciones productivas, poco se sabe respecto de su ajuste en fase recesiva dentro del ciclo económico. Examinar el comportamiento sectorial del empleo en el condado de Hidalgo, Texas, es pertinente toda vez que entre los años 2007 y 2011 ostentó una tasa de empleo positiva a diferencia de lo ocurrido en la tasa global estadounidense.

En efecto, en ese periodo se presentó en Estados Unidos de América una tasa de empleo que osciló en –4.4% equivalente a la pérdida de 5.9 millones de puestos de trabajo. El momento más controversial correspondió al colapso financiero que aquejó al país en el año 2008. Fue una fase que puso al descubierto la intervención decidida del Estado a través de la aplicación de políticas económicas activas de corte keynesiano encaminadas a subsanar el efecto adverso de la libre fuerza del mercado. En el sureste de Texas, el condado de Hidalgo se presentó estable ante la crisis. En este territorio la tasa de empleo fue positiva: 5.2% en el periodo referido.

Ese perfil a prueba de recesión llama la atención porque se encontraba inmerso en un contexto de declive de los sectores manufacturero y de la construcción, mismos que han formado parte de la historia económica del condado. La contracción de ambos —venida del ajuste de la estructura sectorial de la economía estadounidense— no sólo se observó en el condado, si no que se amplificó fuera de su demarcación territorial, tal fue el caso de Reynosa, Tamaulipas, una de las ciudades manufactureras más dinámicas de la frontera norte de México y que limita con dicho condado.1 Este hecho añade elementos que apuntalan el argumento de Corrales (2012, p. 137) al referir que, dentro de las llamadas ciudades fronterizas "pares", las mexicanas son más propensas al ciclo económico estadounidense y no a la inversa.

El hecho es que ante la fragilidad de esos sectores procíclicos (manufacturero y construcción), otros sirvieron de amortiguamiento e incluso, ayudaron a estabilizar la economía del condado a través de nuevos puestos de trabajo. La adición de más de 11 000 plazas es un indicador competitivo que requiere de ser analizado. Teniendo en cuenta el comportamiento sectorial del empleo local, se pretende agregar elementos para tratar de responder en qué se basó ese perfil a prueba de recesión.

La hipótesis de la demanda agregada es una vía que permite responder a dicha pregunta, toda vez que forma parte de un mecanismo surgido de la política fiscal y monetaria con miras a reanimar el flujo circular de capital dentro del ciclo económico; es a través del gasto público y el empleo en el sector de la administración pública que se evidencia esta intervención. En otras palabras, la demanda agregada se advierte como un estímulo temporal procurado por el Estado, cuyo efecto multiplicador sirve para mantener la "salud" de la economía, y es que en época recesiva algunos servicios se regeneran, incluso, a medida que se reduce la producción: los sectores de salud, educación y administración pública son ejemplo de ello. Todo indica que eso fue el soporte del componente competitivo presentado en el condado.

La discusión de los resultados, por tanto, se ubica en el campo keynesiano, en particular se acentúan los planteamientos de Samuelson (2008) y Samuelson y Nordhaus (2010) así como los de Stiglitz (2000; 2007; 2012) respecto del papel del Estado buscando atenuar la recesión por la vía del pleno empleo. No obstante, tal serenidad o efecto de equilibrio debe ser considerado con cautela; Krugman y Obstfeld (1995) son los referentes.

Concretamente, en este artículo se busca añadir insumos que sirvan para enriquecer los diversos estudios que se han hecho sobre el análisis de la región noreste de México y su vinculación con Texas, más aún, para monitorear, en fase recesiva, el comportamiento de las principales industrias en condados del sur de Texas que estimulan —pero también retractan— el capital en las ciudades fronterizas tamaulipecas. Para lograr este cometido se aplicó la técnica shift–share, con apoyo del modelo de Shields (2003) y alimentándolo con datos del U.S. Bureau of Labor Statistics.

 

Ubicación del condado de estudio

El condado de Hidalgo se sitúa en las proximidades de la desembocadura del río Grande,2 esto es en la porción sureste del estado de Texas, Estados Unidos de América (ver figura 1). Es uno de los 254 condados de ese estado, uno de los 23 que hacen frontera con México y uno de los cinco que hacen frontera con Tamaulipas. Sus límites territoriales son al este con los condados de Cameron y Willacy, al norte con Brooks y Kenedy, al poniente con Starr y al sur con el cauce del río Grande, mismo que le sirve de frontera internacional con México. En el año 2012 la población total del condado fue de 806 552 habitantes. Su sede es Edinburg (81 029 habitantes) que, aunque no es su mayor ciudad, junto con McAllen (134 719 habitantes) y Mission (80 452 habitantes) forman un área metropolitana de alrededor de 296 mil personas, cantidad que representa 36% de la población total. En el condado, poco más de 91% de la población es hispana o latina, siendo los mexicanos el mayor grupo representativo (U.S. Census Bureau, 2013). Este territorio cuenta con seis puentes internacionales.

 

Metodología para calcular la dinámica sectorial del empleo en el condado

Para el análisis del comportamiento de la estructura económica local se utilizó el método de cambio y participación (shift–share).3 El uso del método radica en su cualidad para detectar las alteraciones que experimenta una magnitud económica (como es el empleo) en una región y en un sector determinado, en particular frente a su crecimiento esperado derivado de la evolución de la economía nacional. Este crecimiento diferencial, denominado componente competitivo, constituyó el objeto fundamental de esta investigación.

Si bien, la herramienta ha sido motivo de diversas críticas, es un hecho que el debate ha minimizado la inestabilidad de sus resultados; el método ha ido evolucionando en términos de procedimiento. Desde la década de los ochenta del siglo pasado se indicaban tres limitaciones básicas: 1) se advertía que a mayor número de sectores o ramas comparadas mayor imprecisión derivada, 2) se señalaba la debilidad del método al momento de realizar intentos prospectivos (Bartels, William y Duijn, 1982) y 3) se consideraba simplista por comparar el valor de una magnitud económica en dos instantes temporales (inicial y final) sin considerar ninguna información adicional al interior del periodo de tiempo investigado (Mayor et al., 2005).

En la búsqueda por reducir esas limitaciones inferenciales se ha consensuado por una desagregación menor, es decir, aplicar la herramienta sólo tomando en cuenta los grandes sectores o bien al interior de un sólo sector que a su vez se divide en un cierto número de ramas (Arcelus, 1984; Casler, 1989; Mayor et al., 2005; Stevens y Moore, 1980). Más recientemente, los norteamericanos Shields (2003) y Kriesel (2014), concuerdan en la pertinencia de aplicar el método teniendo como base de entrada los 11 grandes sectores que estructuran el producto interno bruto estadounidense,4 además recomiendan aplicar el método en un periodo no mayor a cinco años. De sus resultados metodológicos se concluye que la técnica es idónea para examinar los cambios en retrospectiva ya que brinda un panorama lo suficientemente certero del cambio y participación secto–regional en un periodo de tiempo determinado.

¿Cuál es la característica principal del método? Se basa en el supuesto de que el funcionamiento de la economía local se explica por la combinación de tres componentes clave: 1) la cuota o participación del empleo total nacional (national share), 2) la cuota adjudicada a la diversificación sectorial de la economía nacional, también conocida como efecto sectorial comparado (industry mix), y 3) la capacidad o componente competitivo adjudicado a la estructura local (local share).

La anotación que impera en la formula general es o , que refiere al empleo en la industria i en la región r o en la nación US, al tiempo t. Si no se señala la i significa que es el empleo total o suma de todos los sectores. La fórmula general es:

SSi = NSi – IMSi + CLSi

SSi= cambio y participación (shift–share).
NSi= componente nacional del empleo (national share).
IMSi= efecto sectorial comparado (industry mix share).
CLSi= componente competitivo local (competitive local share).

Las magnitudes por considerar en la aplicación de la fórmula general son las siguientes:

Quedando así las ecuaciones para cada componente:

= número de empleos en la industria (i) en la localidad (r), al inicio del periodo de análisis (t–1).
= número de empleos en la industria (i) en la localidad (r), al final del periodo de análisis (t).
= número total de empleos en la nación (US) al inicio del periodo de análisis (t–1).
= número total de empleos en la nación (US) al final del periodo de análisis (t).
= número de empleos en la industria (i) en la nación (US) al inicio del periodo de análisis (t–1).
= número de empleos en la industria (i) en la nación (US), al final del periodo de análisis (t).

 

Retrospectiva del número total de empleos en el condado de Hidalgo, Texas

El comportamiento histórico de la línea de empleo en el condado es un componente elemental para visualizar fluctuaciones a lo largo del tiempo. La información en la figura 2 deja ver un incremento constante desde la década de los noventa del siglo pasado sin variaciones importantes, excepto por dos momentos en que el número de puestos de trabajo en este territorio muestra tasas positivas.

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El condado inició la década de los noventa con más de 100 mil puestos de trabajo. Del año 1990 al 2011 se añadieron alrededor de 115 000 plazas, lo que significó un registro al año 2011 de 224 672 ocupaciones en total. En la región, esa peculiaridad le confirió cierta primacía en términos de oferta laboral, toda vez que sobrepasó en cantidad a otros condados vecinos con frontera internacional, como por ejemplo Cameron, que es colindante con el municipio de Matamoros, Tamaulipas (Vera, 2015).

Al finalizar la primera década del siglo XXI se observó una contracción en el patrón de crecimiento, específicamente desde el año 2008. Dicho descenso ha sido de los más abruptos que ha tenido el condado, al menos desde la última década del siglo pasado: eran los tiempos del colapso financiero que envolvió al país.

 

Resultados

El cuadro 1 es la base de entrada del método. En él se presentan datos de empleo para cada uno de los 11 grandes sectores que estructuran la magnitud económica estadounidense; los datos se desglosan a nivel de país y condado identificando el porcentaje de cambio en el empleo durante el periodo 2007–2011.


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En el periodo de referencia, a escala nacional se perdieron cerca de 6 millones de puestos de trabajo, cambio que significó una tasa de –4.4%. A diferencia de ello, en el condado de Hidalgo las plazas aumentaron 5.2%. ¿Qué efecto tuvo la tasa negativa nacional en el empleo local? ¿Qué tanto influyó la diversificación económica nacional en el empleo local? ¿En qué se basó el componente competitivo del condado, es decir, qué sectores sirvieron de amortiguamiento? Para dar respuesta a estas interrogantes es preciso cruzar los datos sectoriales de empleo nacional y local.

 

Empleos en Hidalgo atribuidos al dinamismo nacional (national share)

De acuerdo con Shields (2003), un aspecto a considerar antes de someter a prueba el componente competitivo local es reconocer la influencia nacional (national share) ya que su comportamiento repercutirá en la industria local; sucede que el efecto del componente nacional se hace sentir con fuerza durante las cúspides y declives del ciclo económico, es decir, durante los tiempos de bonanza y recesión. Una tasa negativa del empleo nacional resultará en la pérdida de oportunidad en lo local por generar cierto número de puestos de trabajo (Véase cuadro 2.)

En el periodo de estudio, la contracción nacional de empleo presentada en –4.4% se manifestó en la economía local. Como era de esperarse, en Hidalgo, todos los sectores de empleo se vieron impactados negativamente por el componente nacional. La velocidad del cambio fue tan contundente que al componente nacional se le adjudicó la falta de –9 340 puestos de trabajo en el condado (ver cuadro 2). La cifra sugiere que el componente nacional no explica esas 11 150 plazas que se adicionaron en el condado (ver cuadro 1). No obstante, es un hecho que la política económica de recuperación implementada por parte del Estado hizo que se acortara el tiempo de recesión al interior del ciclo.

 

Acotaciones sobre el ciclo recesivo nacional 2007–2011

Después de la fase recesiva 2001–2002 el ciclo económico estadounidense entró en recuperación. Enseguida, la estabilidad fue percibida por la sociedad y corroborada en el número de puestos de trabajo a escala nacional. Sin embargo, al transcurrir el año 2007 el modelo económico estadounidense, soportado en un oligopolio de grandes firmas de inversión, dio señales de fragilidad.

El 11 de abril de 2007, Citigroup, el tercer banco del mundo por activos con sede en Nueva York, anunciaba al gobierno federal que despediría 17 mil empleados como medida para soportar una fase de insolvencia financiera (U.S. Securities and Exchange Commission, 2007). Dicho banco cerró el año con la peor cuenta trimestral después de 196 años de historia financiera; anunció que en sólo tres meses había perdido casi 10 000 millones de dólares por exposición a las hipotecas de alto riesgo (Mar, 2008). El desplome de la banca de inversión era un hecho impostergable. En noviembre de ese mismo año, Bearns Stearns, banco de inversión global y broker de valores, por primera vez en 83 años también anunciaba pérdidas financieras (Basar y Ahuja, 2007). Cinco meses después la compañía no pudo ser salvada por el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y fue vendida a JP Morgan Chase.

Entrado el año 2008 la insuficiencia financiera de compañías globales se generalizaba y arremetía en el empleo nacional. IndyMac Bancorp Inc., segundo mayor banco hipotecario reportaba al gobierno federal el recorte de 3 800 trabajadores (Devcic, 2008). El punto de inflexión fue el derrumbe económico del gigante de los servicios financieros: Lehman Brothers. La compañía, al no poder respaldar negocios con créditos hipotecarios de alto riesgo, es decir, otorgados a deudores con reducida capacidad de pago (proceso conocido como subprime mortgage), se declaró en quiebra el 15 de septiembre tras 158 años de actividad. El anuncio se hizo ante el fracaso de las negociaciones con las dos entidades que en un principio se perfilaban como posibles compradores: Bank of America y el grupo británico Barclays (PricewaterhouseCoopers, 2009). Dicha firma fue la tercera en desaparecer o cambiar de dueños en un lapso de seis meses.5

A la insolvencia de Lehman Brothers (que reportó una deuda de 613 billones de dólares) se añadieron otras quiebras de aseguradoras, bancos y firmas de servicios financieros. Por ejemplo, Merrill Lynch & Co., fue vendido a Bank of America; Morgan Stanley reportó 80% de pérdidas en su mercado de valores y entró en el plan de rescate de la Reserva Federal, desde donde obtuvo 107 billones de dólares (Keoun, 2011); American International Group (AIG) también fue salvado por la Reserva Federal, toda vez que se le confirieron 85 billones de dólares (Gethard, 2008); Wachovia Corp., anunció pérdidas en 9.6 billones de dólares lo que culminó en que fuera absorbida con todo y sus subsidiarias por Wells Fargo & Company (Álvarez, 2010); Washington Mutual, se vio impactado por sus clientes que retiraron en 10 días 16.7 billones de dólares, lo que llevó al gobierno a colocar el banco bajo el control del Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), mismo que vendió todos sus activos a JPMorgan Chase por 1.9 billones dólares ("Empty Pockets", 2008); IndyMac Bancorp Inc., segundo mayor banco hipotecario de ese país ante el colapso dio aviso del recorte de 3 800 trabajadores, situación que hizo que se integrara en la lista de rescate del Federal Deposit Insurance Corporation (Azul, 2008).

Inmerso en la crisis del sistema el papel del Estado resurgía con fuerza. Son tiempos de reintervención estatal con mira a la estabilización del modelo económico: el rescate y nacionalización de la banca financiera es muestra de la puesta en marcha de políticas económicas de corte keynesiano.

En efecto, la estrategia gubernamental para introducir recursos al sistema financiero se basó en la expedición de varias leyes. Una de ellas fue la denominada Emergency Economic Stabilization Act (EESA), aprobada el 3 de octubre de 2008 por el 110th Congress (U.S. Government Printing Office, 2008) y que derivó en la instrumentación del Troubled Asset Relief Program (TARP), programa creado para estabilizar los activos en problemas y reactivar el crecimiento económico estadounidense (U.S. Department of the Treasury, 2008).

El antecedente de esos instrumentos legislativos fue la iniciativa hecha por el presidente George W. Bush, quien defendió la idea de que esa intervención estatal era necesaria para evitar que la crisis se extendiera en todas las comunidades del país. La legislación comprendió un paquete de ayuda inicial de 700 billones de dólares a fin de recuperar la cartera de diversas compañías afectadas por la crisis de las hipotecas de alto riesgo (Herszenhorn, 2008; Sahadi, 2008; Webel, 2013). La acción sirvió para estabilizar los mercados financieros y garantizar un flujo ininterrumpido de crédito a los hogares y las empresas; constituyó un inesperado giro en la política económica norteamericana de libre mercado hasta entonces afianzada en la corriente de Friedrich von Hayek y Milton Friedman, incluso se percibe como la más fuerte intervención coyuntural del Estado en la economía de ese país desde la crisis de 1929.

Al transcurrir el año 2009 la puesta en marcha del TARP daba señales de confianza en los inversionistas. Además, el hecho de que Barack Obama, a dos meses de haber asumido la presidencia de los Estados Unidos de América, firmara el American Recovery and Reinvestment Act of 2009 (ARRA)6 hizo que los inversores admitieran al Estado como un mecanismo de regulación para hacer frente a la recesión. En el ARRA se hizo explícita la necesidad de salvar o crear 3.5 millones de empleos en dos años con un monto calculado en 787 billones de dólares. El Estado compensó la disminución del gasto privado con un aumento sin precedentes del gasto público, específicamente en rubros de bienestar social, educación y salud. Además, para reducir la incertidumbre del ciclo exógeno, introdujo capital en la industria energética (U.S. Government Printing Office, 2009).

 

El condado de Hidalgo inmerso en la fase recesiva

Al sur de ese país, en la frontera sureste con México, el condado de Hidalgo, Texas, resistió el cambio de velocidad al presentar una tasa de desempleo de 7% en el punto más álgido de la crisis financiera. Cabe mencionar que dicha tasa fue menor a las ocurridas en las recesiones nacionales de los años 1991 y 2001 (ver figura 3). En este territorio administrativo la línea de empleo se mantuvo positiva al momento de la recesión, hecho que sugiere estabilidad (ver figura 2).

Tan sólido fue su perfil anticíclico que Forbes y The Wall Street Journal, identificaron en el año 2010 al condado de Hidalgo como una de las 21 principales economías con perfil competitivo en los Estados Unidos de América (Hendricks, 2011). La agregación constante de puestos de trabajo fue un indicador que apuntaló tal posición y que se reflejó en toda el área metropolitana de McAllen–Edinburg–Mission.

Sin embargo, esto no significó que se cubriera la totalidad de la demanda laboral o de pleno empleo ya que, según datos de la Comisión de la Fuerza Laboral de Texas, del año 2007 al 2011 la tasa de desempleo del condado se mantuvo por encima de la estatal. La explicación de esta situación se debe a la creciente fuerza laboral emanada del flujo de personas atraídas por la certidumbre económica del condado. Datos del United States Census Bureau (2013) indican que del año 2007 al 2011 el porcentaje de población residente nacida fuera del condado pasó de 29.2% a 37.6% respectivamente, mientras que en la escala estatal el mismo indicador transitó de 16.2% a 18.1%.

La resistencia del condado al declive del empleo nacional conlleva a dilucidar que su perfil a prueba de recesión no se soportó en sectores generadores de bienes de capital (materiales) sino más bien en actividades relacionadas con los servicios. La hipótesis se sustenta en que hubo un incremento exponencial de los gastos del gobierno local en plena recesión, es decir, en la época que se aprobó la ley federal denominada Emergency Economic Stabilization Act (EESA) expedida en el último trimestre del año 2008.

 

Empleos en Hidalgo atribuidos al comportamiento sectorial del empleo nacional (Industrial mix share)

Sea cual sea el modelo económico que rige la economía de una nación, el comportamiento de sus grandes sectores es desigual al interior del ciclo económico. Si bien, la diversificación industrial es fundamental para hacer frente a la recesión es un hecho que hay sectores que amortiguan y reducen la incertidumbre a corto plazo. Autores como Ghosh (2007), hacen referencia a los estabilizadores automáticos, los cuales aseguran, de cierta forma, que el consumo no disminuya en exceso en etapa recesiva siendo los sectores de salud y educación los más utilizados.

Independientemente de esa posibilidad, lo cierto es que hay dos aristas a considerar en el análisis del empleo local que es atribuido al comportamiento sectorial nacional; la primera radica en que el comportamiento de un sector en lo nacional se verá reflejado de manera similar en lo local, es decir, si es negativo en lo nacional será negativo en lo local (o viceversa) y la segunda, se basa en una tendencia disímil, es decir, que en lo local bien pueden estar aumentando empleos en un sector que en lo nacional advierte declive (o viceversa). Tras el análisis de ambas directrices, el componente o factor basado en la diversificación sectorial (industrial mix share) toma sentido debido a que permite dilucidar qué tanto de esos 11 150 empleos ganados en Hidalgo se explican por dicho componente (Véase cuadro 3.)


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En términos proporcionales se puede advertir que 54% de los sectores que conforman la estructura económica local fueron consistentes en fase recesiva gracias al componente de diversificación sectorial nacional, toda vez que se le atribuye un contrapeso a favor del condado basado en 5 575 empleos. Esa cantidad sirvió para contrarrestar una parte del impacto que tuvo la tasa total contraída de empleo nacional representada en –9 340 plazas no generadas en lo local.

Los porcentajes de cambio nacional, mostraron estabilidad en los sectores no productores de bienes de capital como son el sector servicios educativos y de salud, además del sector de la administración pública. La resistencia de estos sectores fue fundamental para aminorar los efectos de la crisis. A manera de ejemplificar lo antes dicho, los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014) precisan que, en el periodo recesivo, el gasto público en el rubro de salud (federal, estatal y local) pasó de 45% a 47.3% del año 2007 al 2011, respectivamente. Ese gasto recurrente y de capital aumentó la prestación de servicios preventivos y curativos, actividades de planificación familiar, actividades de nutrición y asistencia de emergencias.

En contraparte, se evidenció la fragilidad nacional de los sectores de la construcción y manufactura, trasladándose el mismo comportamiento a lo local. La contracción de estos sectores es de llamar la atención ya que no solamente incidieron en el condado, sino que irradiaron con fuerza en Reynosa, Tamaulipas: una de las ciudades maquiladoras más importantes del norte de México y que hace frontera internacional con Hidalgo, Texas.

En Reynosa el declive del sector manufacturero estadounidense fue contundente, a tal grado que al transcurrir el periodo 2006–2009 el personal ocupado en las fábricas exportadoras del sector se contrajo en más de 30 mil trabajadores; es decir, cuando la recesión económica norteamericana estaba en su momento más controversial. Al respecto, el Instituto Nacional de Geografía e Informática (2014), a través de la Estadística Integral del Programa de la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación, informó que en octubre del año 2007 el sector daba trabajo directo a 101 598 personas, mientras que en el mes de diciembre del año 2009, se redujo a 70 903 empleados. Las líneas de producción de autopartes y eléctrico–electrónica fueron las más vulnerables al ciclo económico estadounidense. Los desafíos en el clima laboral fueron arduos. Las relaciones entre los sindicatos, empresarios y gobierno entraron en una fase de desconfianza en espera del reacomodo de la economía norteamericana. En el último mes del año 2011 el sector manufacturero de Reynosa apenas daba señales de recuperación: registró 81 037 empleos.

Lo cierto es que en la frontera, sobre todo en las áreas metropolitanas, la interdependencia de los sectores económicos es prerrequisito para comprender el comportamiento del mercado laboral. No obstante, se sabe que la interdependencia es asimétrica, la aparente contigüidad de sus ciudades engaña. Chávez (2007) y Corrales (2012) señalan que esto se debe principalmente a que la demanda se condiciona al comportamiento del mercado estadounidense y no a la inversa. Sectores homólogos en ambos lados de la frontera presentarán diferencias significativas en términos de empleo provocando patrones inestables de trabajo sobre todo en las ciudades fronterizas mexicanas. Desde la óptica de Vásquez et al. (2011), esta dependencia, principalmente en fases de contracción dentro del ciclo económico, se refleja en tasas más altas de desempleo que en las regiones no fronterizas, poniendo en mayor vulnerabilidad a las empresas transnacionales, los flujos comerciales e inclusive el turismo internacional.

Debe quedar en claro que la asimetría económica no frena la existencia de interdependencia transfronteriza y las diferencias jurídico–políticas entre ambas naciones no impiden la cooperación transfronteriza, aunque sí la dificultan y, en ocasiones, la impiden. En realidad, las ciudades con frontera internacional son actualmente los espacios más visibles en la integración económica de los mercados internacionales ya que acogen grandes industrias fundamentales para las necesidades de empleo de la población regional e inmigrante.

 

Empleos en Hidalgo atribuidos al componente competitivo local (local share)

El comportamiento sectorial del empleo local es clave para explicar la condición anticíclica del condado. Al interior es posible detectar velocidades distintas de crecimiento, pero también de contracción, estas dos aristas se magnifican en periodos tanto de prosperidad como de crisis. Lo cierto es que el componente competitivo local (local share) revela los sectores que sirvieron para hacer frente a la recesión nacional. De acuerdo con Shields (2003, p. 2) se trata, en todo caso, de comparar la estabilidad o inestabilidad de un sector local en específico teniendo en cuenta el ritmo sectorial a escala nacional.

Si bien, el componente de diversificación sectorial nacional contribuyó a que en Hidalgo diversas industrias se mantuvieran calmas frente a la recesión, fue mucho más notorio el vigor económico sustentado en la estructura económica local. En Hidalgo, seis de sus 11 sectores económicos fueron consistentes a la recesión nacional, ya que adicionaron 14 915 puestos de trabajo. Esa cantidad sirvió para contrarrestar la influencia negativa que tuvo la tasa general de empleo nacional representada en –9 340 puestos no generados en lo local.

La expansión y contracción sectorial observada indica que el reclutamiento de empleados en lo local se estimuló en el sector de los servicios educativo y de salud (22.9%), pero también sobre la base del sector de la administración pública (7.3%) (ver cuadro 4). Estos sectores se dinamizaron mucho más que otros como por ejemplo en comparación con el comercial y/o el manufacturero.


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Del año 2007 al 2011 el rubro de salud se vio favorecido por el gobierno local ya que aumentó 9 millones de dólares el gasto público; pasó de 63 millones a 72 millones de dólares, respectivamente (County of Hidalgo, 2011). Sin embargo, hay que tomar en cuenta que el hecho de que el condado sea lugar de localización de 11 hospitales generales no significa que se cubra la demanda en términos de bienestar social, tan es así que el gobierno federal identifica la zona como uno de los mercados de servicios de salud más caros del país. De ahí que se fije como zona medicamente marginada (Gawande, 2009).

El tema, ha dado origen al diseño de diversos proyectos de inversión y atracción de capital. A finales del año 2007, la 80 Legislatura del Estado de Texas, a través del departamento estatal de servicios de salud, inició la distribución de recursos públicos para la construcción de clínicas preventivas. El mecanismo se basó en ofrecer a los condados las condiciones necesarias para integrarse en un plan futuro de fondeo en donde los costos de operación fueran cubiertos por los condados. En Hidalgo, dicha legislatura, aprobó 3 millones de dólares para la construcción del Hidalgo County Primary Care and Substance Abuse Facility, obra que entró en el ejercicio fiscal del año 2008.

Dicha acción forma parte de una estrategia de fortalecimiento del sistema de salud del condado en donde la conformación del cluster biomédico–biotécnico sirve de referente líder secto–regional. Hidalgo se ve influenciado por la denominada Southwest Foundation for Biomedical Research cuya sede se encuentra en San Antonio, Texas. La importancia de este cluster, surgido desde las ciencias, es que ha estimulado una cadena de valor que está empujando a otras industrias locales a avanzar, como por ejemplo la de los servicios de atención médica en el hogar, además de la atención general y quirúrgica en hospitales especializados. Al interior, el sector educativo juega un papel trascendental en términos de investigación, pero también a través de la formación de recursos humanos.

En efecto, en el ámbito del cluster, además de la oferta universitaria plasmada principalmente por el College of Health Sciences & Human Services de la University of Texas–Pan American y el Nursing & Allied Health Program del South Texas College, habrá de tomarse en cuenta el incremento del gasto en educación hecho por el gobierno (federal, estatal y local) proporcionado al condado de Hidalgo.

Según datos del U.S. Department of Education, el egreso del gobierno plasmado en contratos, prestaciones, subvenciones y otros tipos de financiamiento al rubro de educación en lo local se duplicó del año 2008 al 2011, es decir, pasó de 80 514 586 a 166 432 334 dólares, respectivamente (USAspending.gov, 2015). Al interior de estas cifras destacó la adjudicación de recursos a University of Texas – Pan American (Edinburg), South Texas College (McAllen), Centro de Servicio Educativo Región Uno y a los distritos escolares independientes de McAllen, Mission y Donna.

Por lo que respecta al gran sector de administración pública, los resultados en el periodo mostraron un incremento en el empleo del orden de 7% equivalente a 3 885 puestos de trabajo. La nómina al año final, es decir 2011, cubrió a 52 972 trabajadores en total. De manera similar a lo ocurrido en el sector educativo, se detectó, además del incremento de puestos de trabajo, un considerable aumento del gasto público; erogación que permitió la circulación de capital en el condado. Del año 2007 al 2009, el gasto total del gobierno local pasó de 285 millones de dólares a 427 millones, respectivamente (County of Hidalgo, 2011). Tan sólo el gasto dirigido al rubro del sistema de drenaje pasó de 5 millones de dólares a 155 millones del año 2007 al 2008, diferencia radical que deja ver la funcionalidad del sector en fase de contracción de empleo nacional, más aún, el papel del Estado como una fuerza que estimula la demanda a través del gasto y el empleo en momentos de recesión económica.

El incremento exponencial del gasto público observado en esos años forma parte de un pasaje de la historia que encuentra eco en la lógica de Stiglitz (2000), quien refiere que cuando el gobierno gasta, es capaz de inyectar a la economía dinero soberano; estos recursos llegan al sistema bancario e incrementan la cantidad de reservas, mientras que la imposición tributaria, sin gasto, actúa de forma inversa.

 

Discusión teórica de los resultados

La recesión económica estadounidense experimentada en el periodo 2007–2011 trajo consigo un replanteamiento del sentido clásico del crecimiento económico trazado por Friedrich von Hayek y Milton Friedman. El punto central era que el libre mercado carecía de evidencias firmes para evitar la llegada de una nueva crisis. Ese mecanismo superior de crecimiento económico no dejaba en claro cómo es que ajustaría o garantizaría la inversión, el empleo y el consumo en un entorno de incertidumbre -—altamente especulativo— generado por la banca de financiamiento. La doctrina del capitalismo libertario de Hayek plasmada en el aniquilamiento de cualquier forma planificada de la actividad económica era cuestionada por el Consejo de Asesores Económicos del Presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

Stiglitz (2007), partidario del neokeynesianismo, en su artículo "Houses of Cards", arremetió contra los banqueros llamándolos "prestadores rapaces". Señaló la necesidad de una mayor regulación y transparencia del sector financiero, primordialmente para proteger a la ciudadanía y al gobierno contra el crédito usurpador. Un año después, Paul Samuelson (2008), también referente de la corriente neokeynesiana, poco antes de su muerte en 2009, publicó un artículo con el título de "Adiós al Capitalismo de Friedman y Hayek", en él expresó que "los sistemas de mercado no regulados acaban destruyéndose a sí mismos" (párr. 2). Desde su óptica, la falta de regulación permite a los banqueros implementar políticas irresponsables, como el otorgamiento de créditos a deudores con incapacidad de pago y además manipular cifras contables para ocultar problemas que consecuentemente terminan por reventar.

En el fondo el replanteamiento del modelo de libre mercado optado por el gobierno era el de compensar a corto plazo las fluctuaciones u oscilaciones en el ciclo económico; y es que la desconfianza a los principios generales del liberalismo a ultranza ha implicado una y otra vez la intervención del Estado como mecanismo para aminorar o acortar los efectos adversos de las fases recesivas tratando de evitar la crisis. Tan es así que en fases recesivas los postulados de John Maynard Keynes, respecto de la teoría general de la ocupación, son aplicados porque suponen que el ensanchamiento de las funciones del gobierno, conllevan la tarea de mantener el consumo con el aliciente de invertir.

Visto desde otro ángulo, si el gobierno aumenta el gasto público, automáticamente agrega demanda, lo que repercutirá en generación de empleos. El debate está en que para aumentar el gasto público se tienen que aumentar los impuestos, situación que disminuye el consumo y la inversión. La salida entonces se encuentra en la autoridad monetaria (que en el caso estadounidense es la Reserva Federal) como mecanismo para tratar de estimular la economía a través de dos vías principales: 1) acuñando grandes cantidades de moneda adicional, abasteciendo al gobierno y evitando el cobro de más impuestos, pero con propensión a caer en lo que se ha dado en llamar "la trampa de la liquidez". Situación optada por la política monetaria convencional que busca bajar las tasas de interés a límite de cero, pero perdiendo la fuerza de tracción hacia la inversión y, 2) drenando las reservas de amortización7 bajo los principios de acelerador y multiplicador del gasto.

Keynes (1993/1936, p. 96) es cauteloso al señalar que la impresión de dinero es la vía recomendada para reducir la longitud de una fase recesiva dentro del ciclo económico, más bien se inclina por la vía de "drenar" los fondos de amortización —acumulados durante la fase previa o de crecimiento— a efecto de evitar márgenes de depreciación a grandes escalas. Para compensar la salida de reservas económicas el Estado cuenta con el estímulo fiscal a raíz de que influye en el mantenimiento del empleo. A la par, se ponen en marcha los estabilizadores automáticos (como por ejemplo las políticas en salud y educación que sirven de subsidio al desempleo).

El postulado principal radica en que cuando la política monetaria es infructuosa y el sector privado no puede ser persuadido para que gaste más, el sector público tiene que ocupar su lugar en el sostenimiento de la economía. Desde su óptica, la intervención del gobierno en el ciclo es la forma de control o único medio practicable para evitar la destrucción total de las modalidades económicas existentes (1993/1936, p. 334).

En Estados Unidos de América el primer momento de esa política intervencionista sustentada en el pleno empleo fue en el año de 1946 cuando se decretó en la legislación federal el Full Employment and Balanced Grouth Act. Enseguida, Samuelson y Nordhaus (2010/1948), quienes se centraron fundamentalmente en los auges y caídas de la economía capitalista y en la forma en que la política del Estado podría influir sobre el ciclo económico, concordaron con Keynes en que el gobierno ha sido históricamente el mecanismo estabilizador del ciclo, es decir, sosegando la economía en épocas expansivas (muchas veces inflacionarias) y estimulándola en fases recesivas. Sin embargo, advirtieron que su intervención discrecional puede ser el desencadenante de cada vez más fuertes recesiones económicas o, en otras palabras, puede ser fuente de distorsiones para el funcionamiento eficiente de los mercados.

Para Samuelson, no es necesariamente cierto que para cada imperfección de mercado exista una intervención óptima de las autoridades gubernamentales; en ciertas circunstancias, sobre todo políticas, advierte que puede ser mejor no intentar corregir la imperfección inicial del mercado. Se contrapone en ciertos puntos con el keynesianismo temprano, como por ejemplo al rechazar la planificación central debido a su inevitable componente autoritario y al enorme sacrificio que impone a la población (Cue, 2003, p. 317–320). Pero, incluso Keynes (1993/1936, p. 100) refirió que el uso discrecional de los recursos públicos puede afectar a largo plazo la economía de un Estado; señaló que cada vez se logra el equilibrio presente —aumentando la inversión— se está agravando la dificultad de asegurar el equilibrio del mañana.

Vale referir que no sólo desde esta perspectiva se tiene en cuenta que el libre mercado puede necesitar de una guía, sino que también es reconocida y aceptada por la corriente neoclásica, tanto que Alfred Marshall, referente de esta postura y uno de los antecesores de la economía del bienestar (maestro en su momento de Keynes), visualizó cómo el gasto público y la demanda agregada emergen cíclicamente, acompañadas del relato del welfare state (Reisman, 2011, p. 14).

Cue (2003, p. 321) en su análisis relativo a los postulados neokeynesianos, anota que Samuelson acepta considerar la posibilidad de que la solución óptima alcanzada para minimizar la estabilidad podría no ser aceptable desde el punto de vista de las preferencias de los ciudadanos. En otras palabras, la solución óptima en la asignación de los recursos puede ser una en la que la renta generada sea distribuida de una manera extraordinariamente desigual. Para minimizar la percepción y contener la inquietud de la sociedad respecto de la aplicación de reservas a favor de los agentes privados, el nuevo keynesianismo de Samuelson opta por una posición equilibrada capaz de reconocer y responder al hecho de conformación de una economía mixta —tercera vía entre el estatismo y el liberalismo—.

Esta posición ecléctica considera que es posible establecer medidas de bienestar social sin limitar de manera estricta el libre mercado. Busca un equilibrio basado en reformas graduales y aplicación de recursos públicos en sectores anticíclicos, aspectos que usa como vías para evitar el cataclismo social, económico y político. Mediante la intervención regulatoria estatal progresiva y el ensanchamiento de recursos en programas de bienestar social (primordialmente en salud y educación), se atenúan las desigualdades más lacerantes en lo que a distribución de la renta y el empleo se refiere.

En este punto, lo importante es destacar que tanto Samuelson como Keynes consideran la regulación gubernamental de la actividad capitalista, cada uno, por supuesto, exponiendo sus preocupaciones de fondo pero ambos dejan ver su desconfianza al hecho de que el capitalismo liberal promulgue por reducir al mínimo la actividad del gobierno en la economía, y en general, en la vida de sus ciudadanos.

Ya en pleno liberalismo económico de los noventa, Krugman y Obstfeld (1995, p. 550–552), críticos del keynesianismo, hacían notar lo engañoso que resulta la aparente facilidad con la que el pleno empleo puede ser detentado. Entre los problemas que refieren está el hecho de que el aumento del gasto público puede convertirse en déficit público; deuda que tarde o temprano, deberá ser compensada mediante un nuevo cambio de política fiscal. Refutan la posibilidad de que el gobierno a largo plazo pueda ser más eficiente y producir mejores resultados que iniciativas privadas de mercado.

Cinco años después Stiglitz (2000), en su libro La economía del sector público, señaló que la intervención del Estado se justifica, por fallos de mercado entre los que incluye la pérdida de condiciones laborales y garantías en la bolsa de valores. Sin embargo, coincidió con Samuelson y Nordhaus (2010/1948) en que los poderes del Estado, al igual que el mercado, también padecen problemas o fallos, sobre todo si se toma en cuenta que su actuar se acomoda en beneficio de determinados grupos económicos de poder y/o porque no puede controlar o anticipar reacciones macroeconómicas promovidas por el sector privado.

Previo a las intervenciones del gobierno federal ocurridas en los años 2008 y 2009, el debate tomaba fuerza. Stiglitz (2007) advertía que el mundo estaba al borde del abismo. Ponía en tela de juicio la desregulación a ultranza de los mercados, es decir, sin control alguno, saturado de incentivos equivocados repercutiendo en una desleal distribución de la riqueza.

Hacia el año 2008, una hipótesis que se abre ante el oneroso gasto público destinado al rescate de los bancos de inversión privados —avalado por la expedición ad hoc del Emergency Economic Stabilization Act of 2008 y el incremento al gasto público aprobado en el marco del American Recovery and Reinvestment Act of 2009—, es que la rápida expansión de capital en los cuatro años anteriores, condujo acumulativamente a erigir fondos de amortización en tan grande escala, que se requirió un volumen enorme de inversiones completamente nuevas sólo para absorber esas reservas financieras.

La burbuja especulativa del sector inmobiliario originada por las grandes compañías financieras formó parte del dren de las reservas federales. Es por ello que la posición ortodoxa neoliberal empresarial, que aboga por una nula intervención de los gobiernos en el mercado, sea más un discurso que una realidad. El cuantioso volumen de fondos públicos acumulados fue apetecido cabalmente.

Robert Lucas —conocido por ser uno de los autores de la teoría de las expectativas racionales— fue contra la maniobra gubernamental. Señaló que en el periodo 2008–2011 el gobierno estadounidense había intervenido tanto en la economía que estaba mermando la capacidad de crecimiento de la principal potencia económica del mundo. Argumentó que esa intervención decidida del Estado se traducirá en un estancamiento prolongado del producto interno bruto (Rodríguez, 2011). Stiglitz (2012), por su parte, reparó al señalar que el Estado norteamericano aún con el sistema financiero restaurado requiere de disminuir la tasa de desempleo nacional, para ello, deberá generar las condiciones necesarias para estimular un crecimiento sostenido de la producción y comenzar a reducir la carga del sector público en cuanto a empleos se refiere.

Como se aprecia, sigue en marcha el debate respecto de a quién le corresponde la responsabilidad de crear empleos o, más aún, la responsabilidad de estabilizar la economía; no obstante, es evidente que la valoración general discurre por la intervención pública. En la actualidad se distingue por todo el orbe un cúmulo de conocimiento empírico, relacionado con la existencia de "una revolución silenciosa" a favor de políticas económicas activas de naturaleza keynesiana (Calderón, 2011, p. 275).

En suma, el viraje del modelo clásico del crecimiento se reflejó en el condado de Hidalgo, ejemplo de ello, fueron los contrapesos anticíclicos basados en el incremento del número de puestos de trabajo en el ámbito de la administración pública (federal, estatal y local) y el aumento del gasto público en los rubros de educación y salud. El componente competitivo local concuerda con la intervención del gobierno federal en fase recesiva.

 

Conclusiones

Un aspecto que caracterizó el ciclo de la economía estadounidense, en su fase recesiva del año 2007–2011, fue la intervención del Estado. La fase representó la aplicación de políticas económicas de corte keynesiano para contrarrestar el impacto adverso surgido de la libre fuerza del mercado. Los ejemplos más claros fueron el gasto público aprobado para rescatar de la quiebra a bancos y firmas financieras a través de la expedición ad hoc del Emergency Economic Stabilization Act of 2008 y el incremento al gasto público aprobado en el marco del American Recovery and Reinvestment Act of 2009 (ARRA). La intervención del Estado dio señales en el condado de Hidalgo.

Al interior del periodo, cuando el empleo total nacional presentaba una tasa negativa plasmada en –4.4%, Hidalgo exteriorizó un balance positivo del orden de 5.2% equivalente a la agregación de poco más de 11 000 puestos de trabajo. Aquí los grandes sectores anticíclicos fueron aquellos relacionados con los servicios, destacando el de educación y salud (22.9% de crecimiento), seguido por el de la administración pública (7.3% de crecimiento). En estos, la agregación de puestos de trabajo fue comprobada. También lo fue el sustancial incremento del gasto gubernamental dirigido a dichos sectores.

Los resultados sirvieron para demostrar el viraje de la fuerza libre del mercado hacia la intervención del Estado buscando estabilizar el sistema en época recesiva. Más aún, sirvieron para esclarecer en qué se basó ese componente competitivo local. Se debe advertir que el sector de comercio, transporte y servicios al sector público fue resistente, pero sin crecimiento real.

En lo que respecta a los sectores locales frágiles en fase recesiva, hay elementos suficientes para determinar que los más expuestos al transcurso nacional fueron los de la construcción y manufacturero. En este condado ambos sectores se contrajeron en mayor medida que las tasas nacionales poniendo al descubierto su condición procíclica.

Por lo que toca a la aplicación de la técnica shift–share se concluye que fue idónea para conocer el comportamiento general del empleo por sector en este territorio administrativo. Se recomienda proseguir con esta escala de medición secto–regional, pero aplicándola en fase de recuperación dentro del ciclo económico. Se esperaría encontrar una contracción del número de empleos en el sector de la administración pública, toda vez que sectores como el de comercio y construcción, crecerían por efecto de la recuperación del componente nacional.

 

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Notas

1 Cabe mencionar que este trabajo forma parte de un estudio de mayor alcance que incluye el municipio de Reynosa, Tamaulipas. En éste se parte de la premisa de que en la frontera la interdependencia económica es asimétrica; la apariencia de estabilidad en un condado estadounidense no significa que su contraparte mexicana refleje el mismo estado. Lo cierto es que ambos territorios integran una región donde viven 1.4 millones de habitantes.

2 En México es conocido como río Bravo.

3 De acuerdo con Mayor, López y Pérez (2005), se atribuye a Dunn (1960), el desarrollo de la técnica shift–share como método de determinación de los componentes que explican las variaciones de las magnitudes económicas, centrándose inicialmente en el empleo. Para Dunn, la aportación esencial de esta técnica radica en su contribución para cuantificar la evolución de la economía en un tiempo y espacio determinado.

4 Los sectores responden a lo establecido en el North American Industry Classification System (NAICS) Supersectors for CES Program (U.S. Bureau of Labor Statistics, 2002).

5 Representa al mismo tiempo la quiebra más importante en EE.UU. desde 1990, cuando presentó la misma declaración la firma bancaria Drexler Burnham Lambert, especialista en bonos de inversión.

6 Ley pública federal aprobada el 17 de febrero por el 111 Congreso de los Estados Unidos de América.

7 Las reservas de amortización expuestas por Keynes son el atesoramiento institucional. Es un fondo de acumulación de dinero que sirve para saldar una deuda en el futuro en vez de gastarlo. El hecho de que no esté disponible para invertir conduce a un aumento de las tasas de interés.

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