Desde 1984, la Federación Mundial para la Educación Médica (World Federation of Medical Education [WFME]) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han incrementado sus esfuerzos para reorientar la educación médica. Diversos han sido los logros mundiales de estos esfuerzos conjuntos. Sin embargo, aún quedan retos para esta área. Hablemos de su futuro.
Martínez señala que “[…] en el método que parte del 'futuro', se diseña el futuro deseable y el perfil tendencial; se analiza la situación del presente y su tendencia; se mide la distancia entre ese futuro y el presente y se perfilan estrategias o vías de aproximación entre ambos”1*. Desde la década de los setenta, diversos autores han señalado algunas consideraciones al respecto.
Primero, Smith menciona que a lo largo de la historia se hicieron predicciones: unas erróneas (en el siglo XIX, la Sociedad Real refirió que los rayos X eran una tomada de pelo y que el radio no tenía futuro), otras certeras (la oficina sin papel y la sociedad del tiempo libre) y algunas cosas, simplemente, no se predijeron (la caída del comunismo y el 11 de septiembre)2. Señala que la mejor manera de prepararse es tener en cuenta qué es lo que dirige al cambio; utilizar esto para imaginar los posibles escenarios del futuro, y pensar desde la actualidad qué se requiere hacer ahora para prepararse para los cambios probables.
En este sentido, Ian Morrison indica que lo preferible es ponerle probabilidades a aquello que se considera como posible, pensar en la posibilidad de que existe más de un escenario futuro, y considerar que el efecto más importante del cambio es a largo plazo. Esto implica que el futuro siempre va acompañado de la incertidumbre, por lo que resulta importante prepararse para vivirlo y moldearlo.
Por su parte, Martínez va más allá cuando indica los siguientes “elementos portadores del futuro” para las ciencias biológicas y de la salud, que como se observa, coinciden en los elementos identificados arriba:
“Las disyuntivas que enfrentan la investigación científica y la práctica profesional frente a su responsabilidad social y ética.
Las implicaciones de la posible generación automática de conocimientos que se puede vislumbrar ya por la concepción de nuevos procesos en la producción de software basado en conocimientos de la inteligencia artificial y de la ingeniería genética.
Las formas de interacción de las ciencias de esta área con otras para dar origen a nuevas carreras y campos de investigación híbridos”1.
Antes de caracterizar el cambio, es importante reconocer a los elementos que dirigen al cambio, tales como: el internet; la era de la información; la globalización; la contención de costos; los grandes compradores (compañías administradoras de servicios de salud y las corporaciones educativas); la llamada corriente ‘administrativa’ (competencias, funciones, calidad, estándares, indicadores, evaluación, acreditación, certificación) que permea a los diferentes aspectos de la vida incluyendo la atención de la salud, la educación y acreditación médicas y el propio ejercicio profesional; el incremento en la rendición de cuentas al público por medio de los productos y resultados ‘administrativos’; los próximos avances de la ciencia y la tecnología (biología molecular y tecnología de la información y la comunicación); los nuevos dilemas éticos; los cambios conceptuales en la salud (nuevas explicaciones del porqué de los procesos fisiopatológicos y cómo prevenirlos de manera eficiente), y la atención de la salud (prevención efectiva y nuevas terapéuticas).
A partir de estos elementos se puede caracterizar el siguiente panorama futuro que incluye: 1) la rapidez de los cambios, 2) la transitoriedad como lineamiento, a diferencia de la permanencia, 3) la sociedad y economía de la información y el conocimiento, 4) la prospectiva como elemento útil para la planeación y adecuación permanente de la educación, 5) la ‘flexibilidad’ como eje que guíe el desarrollo de la educación superior, 6) la adquisición de habilidades y conocimientos nuevos que le permitan al educando lograr su objetivo y 7) la diversificación profesional.
El mayor reto a el nivel mundial es que la transformación debe conducir a una mayor correspondencia entre la educación en las 1,800 escuelas de medicina y el servicio médico otorgado a cerca de 8 billones de personas por 6 millones de médicos en el mundo. La OMS sugiere que la calidad de una escuela de medicina se relaciona íntimamente con su capacidad para resolver problemas de salud pública y la provisión de la atención de la salud de calidad. Es importante señalar que el médico requiere contar con un sistema de salud que respalde su práctica profesional. En este sentido, la educación médica se ve como una inversión en el futuro de la atención de la salud.
Dra. Irene Durante Montiel
SECRETARIA GENERAL
FACULTAD DE MEDICINA