Esta primera obra de Itzel Toledo representa una contribución historiográfica renovadora y muy necesaria. Los beneficios directos e inmediatos se concentrarán en el periodo posrevolucionario y su preservación ante las potencias europeas a lo largo de la década de 1920. No recuerdo en los últimos treinta años la publicación de un trabajo de investigación comparable y significativo después de Su majestad británica contra la revolución mexicana, 1900-1950: el fin de un imperio informal de Lorenzo Meyer (1991). El dilema entre la revolución y la estabilización: México y las potencias europeas, 1920-1928 es una historia de la política exterior y su diplomacia con fines de preservación en uno de los periodos de agotamiento interior y exterior más complejos en la historia de México. La revolución salió a flote de él y esto dependió de una estabilización completa, tanto dentro como fuera.

Respecto de este último plano realmente prevalecía una sustracción inquietante y ambigua, sobre todo durante la guerra europea, donde se originaron muchas dudas entre las potencias aliadas de las verdaderas intenciones internacionales de la revolución dirigida por Venustiano Carranza. El resultado fue una marginación y ensimismamiento impredecibles en el mediano plazo para México más allá de una estrategia de autoconservación frente a la amenaza inminente de una restauración de lazos soberanos hacia el exterior a un precio muy alto para el nuevo régimen.

Con una sólida transformación en México y el extranjero, Itzel Toledo García incursionó en esta historia de negociaciones y estrategia de aproximación a la Europa de entreguerras bajo la dirección de Brian Hamnett en la Universidad de Essex en Colchester. La investigación ganó en el año 2017 el prestigioso Premio Genaro Estrada a la mejor tesis doctoral sobre historia de las relaciones internacionales de México. Y fue precisamente la Dirección General del Acervo Histórico Diplomático la que se ha encargado de su edición y publicación para su catálogo editorial del año 2020. Lo anterior a partir de su cuidadosa traducción del inglés al castellano.

El dilema enfatizado en el título de este libro se resolvería a través de un proceso de estabilización articulado en una estrategia múltiple de acuerdo con Toledo García: saneamiento y reconstitución de relaciones diplomáticas y económicas con Reino Unido, Alemania y Francia, junto con un despliegue cultural renovado que contribuiría a una mejor apreciación exterior de la Revolución mexicana. Respecto a la perspectiva de una inevitable relativización de su importancia ante el ascendiente estadounidense como potencia hegemónica continental, Europa terminaría por afianzar un nivel decoroso -no obstante los duros términos de negociación- aunque incomparable con el que registraron durante el porfiriato. La amenaza a esta reconstitución de trato la representarían en todo momento la amenaza constitucional de la revolución y sus componentes nacionalistas frente a una inversión europea y un consiguiente endeudamiento significativo.

El tratamiento novedoso de las relaciones con la Alemania republicana de Weimar representa, a mi juicio, una de las mayores riquezas de esta investigación puesto que no conocíamos mucho y suponíamos una relevancia menor en este momento de la relación bilateral. El lector interesado obtendrá gran provecho de esta investigación, la cual aporta a nuestra comprensión de las posibilidades de la Revolución mexicana en un periodo de clara desventaja y los planteamientos político-diplomáticos y de negociación inteligentes en el sofocado ámbito europeo de posguerra. Los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles optaron por una estabilización con una corriente adversa, especialmente de parte de Gran Bretaña donde terminaría por aflorar un nacionalismo revolucionario durante toda una década y contrarrestar así la ausencia de un reconocimiento oneroso y vejatorio, objeto de una reflexión profunda de Toledo García en esta época anterior a la doctrina Estrada.

También jugaron un papel relevante como condicionantes o factores en contra de la normalización, el impacto internacional de la guerra cristera y su efecto desagradable en potencias católicas como Francia y la aún prometedora Sociedad de Naciones, objeto también de un tratamiento cuidadoso y sugerente en esta obra. La extensión del libro es de 310 páginas, las cuales comprenden cuatro bien equilibrados capítulos (I. México y el mundo, de Porfirio Díaz a Plutarco Elías Calles (1876-1929); II. La cuestión del reconocimiento diplomático; III. La diplomacia de las relaciones económicas; y IV. Cultura diplomática, un proceso internacional), introducción, conclusiones y dos muy útiles sección de fuentes e índice onomástico. Cada una de estas partes equivale a profundas jornadas de investigación, análisis y reflexión interpretativas, para una obra que se planeó como original y novedosa en su manera de entender episodios que, en los ámbitos de la historia diplomática y de las relaciones internacionales, bien podrían considerarse bien conocidos y satisfechos por los historiadores y los internacionalistas.

Aquí radica una gran enseñanza contenida en este libro: no todo es contundente en su explicación, por bien aceptada y conocida que sea, como tampoco son suficientes una sola mirada y una perspectiva. Resulta sumamente oportuno que este estudio de análisis comparativo de las relaciones de México con los componentes nacionales e imperiales europeos vea su aparición justo cuando una corriente de historiadores de Europa se replantean el camino de este continente a la guerra y las implicaciones de ello para el resto del mundo. En este plano de estudio es común leer las preguntas y dudas de tales especialistas sobre el otro Occidente y su entender, y relaciones con ese corazón europeo que no podría obviarse ni entenderse como una extensión de los Estados Unidos; entonces miran el pasado americano con mayor interés e inquietud.

La obra de la joven y destacada doctora Toledo García, con la que la Dirección General del Acervo Histórico Diplomático Mexicano alarga su excelente tradición editorial, de sobra reconocida en América y Europa, representará historiográficamente un modelo innovador de revisión y análisis del pasado mexicano en el siglo XX y la importancia de los vínculos internacionales de la Revolución mexicana y su búsqueda de afirmación como régimen. Así también, considero que, al paso de algunos años, cuando se observe la trayectoria académica de la autora en cuestión, El dilema entre la revolución y la estabilización: México y las potencias europeas, 1920-1928, representará un incuestionable despegue.