Sr. Editor:
La COVID-19 (enfermedad por coronavirus 2019) nos plantea nuevos retos en nuestra rutina diaria. La última cifra publicada de sanitarios contagiados –se dejó de publicar por última vez el 18 de mayo– fue de 51,090 en total y 152 casos nuevos ese mismo día1. Por ello, debemos aprender a protegernos para continuar con nuestra rutina diaria quirúrgica lo más cercana a la normalidad preexistente.
El Ministerio de Sanidad ha publicado un protocolo sobre la reincorporación a la actividad quirúrgica programada. En este, se recomienda efectuar un doble cribado clínico-epidemiológico (14 días y 72 horas antes de la cirugía) y la realización de PCR (prueba de reacción en cadena de la polimerasa) en muestra nasofaríngea dentro de las 72 horas previas a la cirugía, aunque puntualiza lo siguiente: «En el escenario I de alerta, si la situación epidemiológica lo permite, y en pacientes seleccionados de bajo riesgo y ciruías de baja complejidad, recomendamos valorar la omisión de la PCR nasofaríngea, manteniendo el resto del proceso»2.
La American Academy of Ophthalmology, el 13 de mayo de 2020, publicó unas recomendaciones para la cirugía oftalmológica durante la pandemia COVID-19, donde manifiesta que, en la facoemulsificación, aunque hay aerosolización durante la fase de ultrasonido, el humor acuoso ha sido sustituido por viscoelástico, por lo que el riesgo de virus aerosolizado es «extraordinariamente bajo»3.
Aun así, no existe «riesgo 0» del impacto de dichas gotas y aerosoles en la conjuntiva del cirujano, y es conocido que las gafas protectoras dificultan la visibilidad durante la cirugía. Además, se ha publicado recientemente que la conjuntiva es una posible puerta de entrada para el síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus tipo 2 (SARS-CoV-2).
Por ello, inicialmente empezamos a usar el «campo para microscopio» Microscope Drape-Zeiss MD® (Premier Guard Intl. Ltd., Hong Kong, China; referencia europea 10-3134EU, de 117 por 267 cm), aunque dificultaba las maniobras quirúrgicas sobremanera, por el tamaño y por tener que levantar varias veces dicho campo.
Consecuencia de lo expuesto anteriormente, el Dr. Moro diseñó un protector que no nos dificultara la cirugía y contuviera la mayor parte de gotas y aerosoles emitidos durante la misma. Este protector consta de dos partes: la primera es una placa circular de metacrilato de 2 mm de grosor, 30 cm de diámetro y un orificio de 7 cm que encaja en el microscopio gracias a la segunda pieza, una junta de goma que se usa para fijar el campo para el microscopio anteriormente mencionado (Fig.1 A). Hemos probado su uso en los microscopios marca Zeiss modelos OPMI Lumera i y OPMI Lumera T (Figs.1 B y C). Se ha comprobado que durante los partes de quirófanos realizados no se ha desprendido y se ha constatado la abundante presencia de gotas emitidas (Fig.1 D).
Por ello, creemos que este elemento protector podría usarse para minimizar la posibilidad de contacto de dichas gotas y aerosoles provenientes del ojo del paciente durante la cirugía ocular, sin limitar la amplitud de movimientos y evitando las inconvenientes manipulaciones del campo para microscopio.