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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

On-line version ISSN 2448-8488Print version ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 n.85 Ciudad de México Sep./Dec. 2022  Epub June 05, 2023

 

Reseñas

El honor de pensar

Víctor Manuel Uc Chávez1 

1Escuela Nacional de Antropología e Historia-INAH

Derrida, Jacques. Penser, c’est dire non. 2022. Bibliothèque Derrida, Éditions du Seuil, París:


Et même dans la perception toute simple, ce qui nous réveille de la coutume

c’est toujours une sorte de scandale, et une énergique résistance

au simple fait. Toute connaissance […] commence et se continue

par des refus indignés, au nom même de l’honneur de penser.

Histoire de mes pensées

Alain

Continuando con la ardua labor de publicación de la vasta obra de Jacques Derrida, depositada en distintas universidades de Estados Unidos y en Francia en el Institut Mémoires de l’Édition Contemporaine (imec), las Éditions du Seuil publicaron en 2022 un curso magistral y un seminario del filósofo francés. En este último caso, se trata del segundo volumen del seminario Hospitalité, impartido en Hautes Études, Boulevard Raspail, durante el año académico 1996-1997.

Respecto del curso Penser, c’est dire non, es el primero que Derrida impartió en Sorbonne, donde fue profesor asistente durante cuatro años en filosofía general y lógica al lado de filósofos como Jean Wahl, Paul Ricoeur, Suzanne Bachelard y George Canguilhem [Peteers 2010: 146-147; Gérard 2022: 7-10]. Ahí, gozó de una amplia libertad para elegir los temas de sus cursos, situación que cambió al ingresar en 1964 como profesor caimán a Normal Sup, Rue d’Ulm, donde tuvo que ajustar los temas de sus cursos y seminarios a los programas de la agregación en filosofía. Años más tarde, y hasta el final de su vida docente, será sólo él quien decida el contenido de su enseñanza cuando ingrese en 1984 a Hautes Études [Peteers 2010: 431-433].

Aunque es difícil precisar la fecha, ya que no se sabe en qué período del año fue impartido, el curso magistral Penser, c’est dire non [en lo sucesivo Pensar, es decir no] contiene un elemento material que permite al menos saber que fue impartido durante el año académico 1960-1961: las hojas del texto manuscrito llevan como encabezado la siguiente leyenda: “UNIVERSITÉ DE PARIS. FACULTÉ DE LETTRES ET SCIENCES HUMAINES. HISTOIRE DE LA COLONISATION. 17 Rue de la Sorbonne Paris (5e)”. “Histoire de la colonisation” fue el nombre de una cátedra interrumpida en 1961. Se trata, además, del mismo papel membretado que Derrida utilizó para redactar su traducción de L’Origine de la géométrie, de Edmund Husserl, la cual terminó en 1961.

Pensar, es decir no, fue escrito en su totalidad a mano, lo que supuso un reto editorial para su publicación —a la que no estaba originalmente destinado—, pues para el desciframiento de la escritura de Derrida hubo que recurrir a diferentes estrategias, entre ellas un programa de cómputo (Scrable), lo que volvió posible la publicación del manuscrito tras algunos años de trabajo editorial, no sin algunos problemas, pues a lo largo del libro varias palabras son señaladas como ilegibles.

El curso se dedica a explorar la proposición de Alain (Émile-Auguste Chartier, 1868-1951), “Pensar, es decir no”, y a determinar sus límites. Se diría hoy, a desconstruirla, si no sonara pedante y quizá hasta anacrónico el uso de esta palabra, dada la época en que el curso fue impartido. Con todo, puede decirse que dicha proposición cautivó y fascinó a Derrida, pues casi la totalidad del curso le está dedicada, pero sobre todo por el modo en que la sigue y la conecta con otras proposiciones de Alain, explorando sus límites y revelando sus aporías, hasta hacerla coincidir, pero sin fusión, con filosofemas de pensadores como Bergson, Husserl, Sartre y Heidegger. El curso constó de cuatro sesiones y en su publicación figura además un anexo con 19 fichas que Derrida escribió también a mano para incluir comentarios y citas de autores que trató en el curso, aunque la excepción es la Ficha 5, en que aparece el nombre de Levinas, quien no es mencionado en el curso [Derrida 2022: 95].

---1---

El curso inicia estableciendo dos maneras de plantear la pregunta ¿qué es el pensamiento? En primer lugar, y de modo tradicional, la pregunta esencialista o incluso sustancialista se formula así: ¿cuál es la verdad del pensamiento, su ser-verdadero oculto detrás de las diferentes manifestaciones o actos del pensar? ¿Es que entre los diversos fenómenos o modalidades del pensamiento hay algunos que revelan más fielmente que otros su esencia? Entre todos estos fenómenos, actos, modalidades y manifestaciones del pensamiento, ¿no hay acaso algunos que lo traducen más auténticamente que otros, “es decir, sin traducirlo” 1 [Derrida 2022: 20]? Si este fuera el caso, entonces los primeros son el atributo esencial o constituyen la actividad original del pensamiento.

Por el contrario, se puede formular la pregunta: ¿qué es el pensamiento?, en un estilo más bien moderno, antisustancialista, para lo cual habría que abandonar los términos del preguntar anterior por considerar que se inscriben en una problemática que responde al “mito de las profundidades”. En este caso, esto significa que el pensamiento sería un secreto que ocultaría la intimidad de su esencia detrás de sus atributos, manifestaciones, palabras y actos. No obstante, esta “impresión de las profundidades” (Sartre, Valéry) no es sino una “impresión superficial” (Bachelard). En consecuencia, cabe mejor considerar que el pensamiento es la totalidad de sus manifestaciones y la totalidad de sus fenómenos, y puesto que es lo que hace, lo que se hace, el pensamiento es la totalidad de sus actos.

Ciertamente, al ser la totalidad de sus actos, el pensamiento se manifiesta, y así, sin dejar de ser la totalidad de éstos, quizá el pensamiento es más él mismo en ciertos actos que en otros, o mejor aún, por ser la totalidad de los actos, en tanto que actos del pensamiento, éstos corresponden a una actividad fundamental y auténtica.

Planteadas así las cosas, se aprecia que la postura sustancialista (re) aparece ahí donde se la quería conjurar. Incluso, ella surge con la pregunta: ¿qué es…tal o cual cosa? O cuando se formulan proposiciones del tipo Esto es eso o aquello. Por ello, dado que ambas posturas —la sustancialista y la antisustancialista— se alcanzan y por ende se reúnen, hay que preguntarse entonces si ciertos de sus actos remiten a una actividad o actitud fundamental y esencial del pensamiento. En este sentido, parece que pensar es ante todo buscar captar la verdad, decir “qué es qué” o “esto es eso”. Pensar, es estar en búsqueda de una afirmación, una aprobación final que se da a lo que es: sí, esto es así, lo que se dice respecto de esto o aquello es verdad.

En este sentido, el pensamiento no es él mismo sino cuando se aprueba a sí mismo, cuando dice sí. En este caso, la afirmación, la aprobación y la aquiescencia revelarían la esencia del pensamiento, que es búsqueda de una verdad de sí y del mundo. Por tanto, pensar es decir sí.

No obstante, cuando se cumple en este su movimiento de búsqueda de la verdad el pensar se rinde, se adormece y abdica de sí. Paradójicamente, cuando el pensamiento llega a su límite, que es la certeza de haber alcanzado la verdad, en realidad se limita a sí mismo. De igual manera, al haber alcanzado en lo verdadero su fin en tanto télos, el pensar encuentra su fin, como término. Su límite lo limita y su fin constituye su fin. De modo que al afirmarse el pensar termina por negarse a sí mismo. Deja por ello de ser desconfianza vigilante y vigilia crítica, marca de todo pensamiento vivo y viviente, para volverse creencia, una creencia sostenida por la credulidad y la ingenuidad.

Que el pensamiento se rinda a la verdad no debe significar un abandono de sí, sino estar de camino a la verdad. Estar de camino a la verdad es disponer de la libertad para refutar los espejismos y los fantasmas. Así, el pensamiento sólo puede ser él mismo cuando se niega y nace de y por esta negatividad, lo que hace de la afirmación, del decir sí, un accidente, una caída e incluso un pecado contra el pensamiento. Por ello, para mejor captar la esencia del pensar, hay que considerar, al contrario, y he aquí el encuentro con Alain, que pensar es decir no.

Este es el núcleo alrededor del cual gravita este curso: sopesar, demorándose en ella, la proposición de Alain, “Pensar, es decir no”.

--2--

Pensar, es decir no, ¿qué puede ello significar? En primer lugar, que el pensamiento es conciencia, lo que puede parecer una trivialidad.

Al decir sí a lo que es, el pensamiento se entrega a la somnolencia y al adormecimiento, deja de ser dueño de sí y se somete a otro que no es él, se ha encontrado un amo. Al contrario, el pensamiento como conciencia es un estar alerta, atento, vigilante y despierto. La conciencia es, por ello, una sacudida, un sobresalto que despierta al pensamiento de su sueño. Y es en este sentido que la conciencia es rechazo, negación, un no a la pasividad, a las apariencias, al sí-mismo recostado y dormido, al sueño.

Al asumir su responsabilidad cuando dice no al sometimiento de lo que es, el pensamiento conciencia se vuelve responsable de sí y gana en autonomía y autarquía. Ceder a la aprobación es ceder a otro, es alienarse.

Ahora bien, el rechazo no es algo que le sobrevenga a la conciencia en algún momento determinado, como un accidente, sino que ella sólo puede ser conciencia en tanto que es rechazo, mas un rechazo consustancial y congénito. Así, para la conciencia el rechazo es su acto de nacimiento o de renacimiento. Y puesto que pensar es decir no, conviene destacar que para Alain el pensamiento no es el rechazo de esto o aquello, ni de un objeto, pero tampoco consiste en una regla o una orden. Para Alain, el pensamiento es el rechazo mismo.

A este respecto, Derrida establecerá una segunda característica del pensar, lo que denomina la intransitividad fundamental del no, esto es que la negación fundamental que es el pensamiento sólo en apariencia apunta a tal o cual objeto. En realidad, más que de un objeto la negación lo es del sujeto mismo de la negación, esto es, el pensamiento mismo. Así lo establece Derrida glosando a Alain:

Negar es un verbo reflexivo; es decir, en primer lugar, un “negarse”. He aquí lo que dice Alain: “¿No a qué? ¿Al mundo, al tirano, al predicador? Esto no es sino una apariencia. En todos esos casos, es a sí mismo a quien el pensamiento dice no. Él rompe la feliz aquiescencia […] Se separa de sí mismo. Combate contra sí mismo. No hay en el mundo otro combate”. [Derrida 2022: 28].2

--3--

Llegamos ahora al punto más decisivo del pensamiento de Alain relacionado con la pregunta, ¿qué es pensar? Si hasta aquí el pensamiento ha sido definido como conciencia vigilante que adopta como su marca de nacimiento una negación fundamental que es, además, un negarse, ahora vamos a prolongar y a radicalizar la reflexión de Alain hasta el punto en que comienza a desconstruirse, si puede decirse así.

Pensar, es decir no, significa en tercer término postular una crítica radical de toda creencia, es la introducción y la asunción de una incredulidad permanente, sin término. Por ello, la incredulidad, que es el espíritu sin más, no puede consistir en una técnica. No es compatible con el pensamiento de Alain considerar que la duda se detenga en algún momento, incluso si se trata de una duda metódica. Más que una técnica, la duda es la salvación del pensamiento. Sin incredulidad, la conciencia se vuelve creencia y la verdad dogma. La incredulidad es sin medida, o mejor dicho, encuentra su medida ahí donde no tiene medida. En este punto, Alain se vuelve más cartesiano que Descartes, para quien la duda se detiene en la certeza alcanzada y ante un Dios veraz y garante de verdades eternas. La incredulidad, para Alain, es inmoderada y desmesurada, lo que conduce a un ultra radicalismo de la duda, que con seguridad no es el de Descartes:

Ahora bien, lo propio de la incredulidad, para Alain, es que cuando da su medida ya no tiene medida. La incredulidad es sin medida, es desmesurada, inmoderada. Y es a la medida de esta desmesura que se mide la verdad. No hay verdad sino en la medida de la incredulidad. Es lo que explica en sustancia este texto en que la fidelidad al espíritu cartesiano me parece ser una infidelidad al espíritu de Descartes. [Derrida 2022: 40].3

No obstante, esta crítica radical de la creencia reenvía a una dialéctica necesaria e inmanente al pensamiento para el que la creencia ya es pensamiento, no una fatalidad exterior al mismo, sino, por el contrario, un momento necesario del espíritu de camino a la verdad. Y para que esto no parezca contradictorio con la idea de que la creencia paraliza el pensamiento, hay que considerar que una vez que se dice sí a lo verdadero, hay que despertar inmediatamente a la conciencia para que emprenda de nuevo su camino hacia la verdad.

Creencia y duda no son sino dos momentos dialécticamente ligados del pensamiento –tan necesarios el uno como el otro-. Poner a soñar a la duda no es una simple pasión del alma, por tanto una acción del cuerpo, como en el dualismo cartesiano. Ello es el soplo mismo del pensamiento, una fase rítmica del pensamiento, un periodo necesario del mismo. [Derrida 2022: 43].

Pues bien, si creencia y duda son dos momentos necesariamente ligados del pensamiento y si el adormecimiento de la duda no es sino una fase, entonces cabe llegar a la siguiente consideración: la creencia es necesaria para el pensamiento, el de la creencia posibilita el no a la creencia. La aprobación, el asentimiento, la acquiesencia, el sí, son necesarios para el pensar y forman parte de él. Dicho de otro modo, esta creencia ya no es la creencia ingenua y crédula, es más una fe, un sí al valor y a la voluntad de verdad, un sí que, paradójicamente, hace posible la actividad del pensamiento como negación de la creencia adormecedora. En este caso, es también un sí al querer decir no.

Digo no a esta creencia, al contenido de tal creencia, pero digo sí al valor y a la voluntad de verdad en nombre de la cual digo no. Y esta creencia en el valor precede a la creencia ingenua de la credulidad y, por tanto, el no a la creencia ingenua. El axiológico es fundamental. [Derrida 2022: 44]4

Hay un sí, entonces, que precede y sucede al no, un sí sin el cual el no sería un gesto estéril. Este sí es un sí axiológico, una fe en el valor de verdad presupuesto en todo movimiento negativo y dubitativo: para decir no, el pensamiento debe en primer lugar decirse sí a sí mismo: “[…] nos es necesario ahora distinguir entre el de la fe (según Alain) y el o no del pensamiento en acto, del pensamiento trabajando, y ver en qué el sí de la fe es supuesto por este pensamiento en acto”. [Derrida 2022: 47].

Como se puede apreciar, se ha regresado, pero con un sentido nuevo, diferente y más profundo, a la formula inicial, “Pensar, es decir sí”.

--4--

Una vez que invirtió la primera proposición, “Pensar, es decir sí”, Derrida de-limita la frase de Alain “Pensar, es decir no”, la sacude y le da vueltas desembocando en un sí más originario que la negación o, si se prefiere, un sí que se profiere en el no, volviendo de este modo más complicadas las relaciones entre sí y no, al menos para una cierta lógica, como hará con la vida la muerte algunos años más tarde [véase Derrida 2019].

En el resto de su curso, Derrida se ocupará de dos cuestiones: primero, demostrar la existencia y el sentido de ese sí originario en tanto fundamento positivo, y a partir de él interrogar cuál puede ser entonces el sentido de la negación, pues si en el origen sólo hay un fundamento positivo, una fe primordial, cabe preguntarse de dónde proviene el no y qué sentido puede tener. Segunda cuestión: ¿el sí axiológico depende de un sí ontológico? ¿Qué pertinencia puede tener esta relación?

En relación con la primera cuestión, Derrida demostrará, con Alain, que el sí axiológico resiste e incluso sostiene, por una parte, tanto a la duda escéptica como a la duda metódica en el plano de la axiología especulativa, y por otra parte, al nihilismo práctico en el plano de la axiología moral. Esto le permite fundar la existencia del sí originario. Quedará por demostrar el origen y el sentido de la negación. Para ello, recurrirá a Bergson, y, para dar mayor solidez a su demostración, apelará a las descripciones de Husserl, quien desciende a la experiencia antepredicativa que funda el juicio, cuyo fundamento último también es un sí, una creencia pasiva, una adhesión prejudicativa, y por ello pre-crítica, al mundo pre-dado. Su descripción, le permite a Husserl establecer que hay una negación posterior al sí, pero anterior al juicio negativo.

Finalmente, como indicación solamente de la segunda cuestión, después de aludir a la exposición sobre la nada en ¿Qué es metafísica?, Derrida hace confluir la diferencia óntico-ontológica postulada por Heidegger con la frase de Alain:

Esta diferencia [la diferencia óntico-ontológica] por la que el ser se muestra sustrayéndose en el ente, he ahí lo que, al termino de nuestro largo, pero bastante corto itinerario que era más bien una regresión, he ahí lo que nos permitiría entender verdaderamente a Alain cuando dice que “pensar, es decir no”. [Derrida 2022: 84].

Este término sin término que reúne a Heidegger con Alain da qué pensar e invita a pensar. Aquiescencia y negación fundamental, incredulidad incorregible en nombre de un sí al valor y la voluntad de verdad, un sí que cabría quizá definir con más ahínco como coraje de la verdad, dotan al pensar del rigor que le permite despojarse del significado corriente que se ha depositado en él y así rebasar y sacudirse el “se piensa”, tanto como el griterío del “se dice”. Gran desafío para pensar por cuenta propia ahí donde nadie puede pensar por mí ni en mi lugar.

Ahí donde se da el pensar, se da el honor de pensar.

Referencias

Derrida, Jacques 2019 La vie la mort. Séminaire (1975-1976). Bibliothèque Derrida. Éditions du Seuil. París. [ Links ]

Gérard, Brieuc 2022 Préface. Le oui le non, en Penser, c’est dire non. Jacques Derrida. Éditions du Seuil. París : 7-15. [ Links ]

Peteers, Benoît 2010 Derrida. Flammarion. París. [Hay una segunda edición en francés revisada y corregida publicada en 2022. Existe una traducción al castellano con el sello editorial del Fondo de Cultura Económica de Buenos Aires, publicada en 2013]. [ Links ]

1Una traducción auténtica en este sentido ya no sería una traducción. Dicho de otro modo, parece que una traducción se niega a sí misma como tal traducción en la medida que resulta perfecta, lograda, sin opacidades, sin impurezas, auténtica en suma. A propósito de traducción, en lo sucesivo, todos los pasajes traducidos del francés al castellano son de mi autoría [Víctor Uc].

2Los subrayados son de Derrida.

3Es Derrida quien subraya.

4Subrayados de Derrida.

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