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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

On-line version ISSN 2448-8488Print version ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 n.84 Ciudad de México May./Aug. 2022  Epub Feb 10, 2023

 

Artículos

Tiempo, espacio y cuerpo del Nayar

Time, space and body of the Nayar

Adriana Guzmán1 

1ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA. INAH


Resumen

A partir de la etnografía sobre la geografía de La Mesa del Nayar, algunas deidades de particular relevancia, el cuerpo y el ciclo ritual anual, se hace una lectura de la comprensión del cuerpo cora y la manera en la que, por medio de la experiencia ritual, funge como punto nodal para la construcción del tiempo, el espacio y la persona, así como la interrelación entre todo ello. Con base en la “puesta en abismo” constante de los coras, se plantea la ubicación del cuerpo del cráneo del dios Nayar, mismo que, junto con otra importante deidad, habitan el centro de la comunidad. El dibujo de ambos cuerpos aparece, entonces, como una reproducción del quincunce que organiza el mundo diurno de los coras.

Palabras clave coras; Nayar; tiempo; cuerpo; espacio

Abstract

From the ethnography on the geography of La Mesa del Nayar, Nayarit, some deities of particular relevance and the annual ritual cycle, a reading is made of the understanding of the cora body and the way in which, through experience ritual, serves as a nodal point for the construction of time, space and person, as well as the interrelation between all of it. Likewise, and based on the constant “putting into the abyss” of the coras, the location of the body of the skull of the god Nayar is proposed, the same one that, together with another important deity, inhabits the center of the community. The drawing of both bodies appears, then, as a reproduction of the quincunx that organizes the diurnal world of the coras.

Keywords coras; Nayar; time; body; space

INTRODUCCIÓN

Así como es verdad que todo puede simbolizar al cuerpo, asimismo es verdad (y en mayor medida por la misma razón) que el cuerpo puede simbolizar todo lo demás

Mary Douglas. Pureza y peligro. 1973

En numerosas culturas amerindias se ha señalado que el cuerpo es parte del universo y de una totalidad continua en la que no hay divisiones entre el mundo y el hombre o entre el cuerpo humano, el grupo social y la naturaleza. En estos casos —y en muchos otros de culturas de tradición no occidental— la comprensión que se tiene del cosmos determina las concepciones del cuerpo y de la persona en cada cultura, a la vez que el conocimiento que se tiene del cuerpo sirve como parámetro de los saberes acerca del universo. La cosmología es un sistema de sistemas1 articulados con un alto grado de coherencia, por lo que una comprensión del mundo compleja como la cora, muestra un conocimiento complejo del cuerpo.

Siguiendo los planteamientos sobre el cuerpo de culturas amerindias, se observa que éste es el parámetro desde el cual mide el entorno y su forma determina la organización del espacio; por ejemplo, la verticalidad de la postura erguida es el axis a partir del cual se despliegan los puntos cardinales; la realidad se estructura con base en esta imagen de la que surgen significaciones y modelos que se proyectan al resto del mundo,2 que se encuentra de diversas maneras entre los coras,3 para quienes las deidades son antropomorfas y el mundo ha sido creado de materia corporal deificada: “El maíz está hecho del cuerpo del dios” y Ta-náàna “enredó sus largos cabellos en las flechas cruzadas de la estrella de la mañana y después pidió a los dioses que bailaran Mitote sobre ellos, de manera que los fueron aplanando; así se creó el mundo” [Guzmán 2002: 90]. Para los coras y los huicholes,4 “el cuerpo está hecho de la misma materia que la naturaleza […] La piel fue creada a partir del trabajo de una araña de tierra, que tejió dando vueltas y vueltas hasta que consiguió una telaraña lo suficientemente gruesa y grande para ser usada como piel” [Fresán 2012: 93].

La experiencia que vive el cuerpo, en la que ya Preuss [1912: s/p] 5 ha destacado la importancia de los sentidos, se refleja en la manera de entender el cosmos; así, el nacer y morir es la forma en la que se explica el recorrido de los astros y de todo lo que tiene o está en movimiento, es decir, que tiene vida. Aquello de lo que se compone la materialidad del hombre es lo mismo que le da consistencia a la naturaleza, a las deidades, al cosmos; el vínculo con lo natural no es una metáfora, es una identidad de sustancia, además de que tienen una mutua dependencia pues el hombre se alimenta de la naturaleza, así como la tierra lo hace del cuerpo muerto. El trabajo ritual se realiza con el cuerpo: danzar, ayunar, peregrinar, soñar. El consumo ritual de alimentos enlaza a las distintas regiones del mundo al comer lo que proviene del cielo, la tierra y las aguas y como en todo lugar, aquí-allá, arriba-abajo, atrás-adelante, izquierda-derecha, se entienden a partir de la experiencia de estar en un lugar determinado y gracias a la estructura anatomofisiológica.

EL CUERPO DE LOS CORAS

Para los seres terrenales el cuerpo humano no es algo dado, sino que debe construirse constantemente y en vinculación directa con la persona, que es la que le da su distintivo humano, como se observa por ejemplo, en el hecho de que al cuerpo como carne se le dice weira y en este sentido es igual a la carne de los animales, mientras a la persona, siempre y cuando sea conocida, se le dice tévi, a la gente desconocida se le dice jáate. La construcción del cuerpo y de la persona se lleva a cabo primordialmente en distintas acciones rituales que se realizan durante la vida de los individuos y siempre en relación con los procesos comunitarios.

Desde que el individuo está en gestación, puede saberse si será varón o mujer porque, en el caso del varón rápidamente, cerca del segundo mes, se forma en el vientre materno y el resto del embarazo “sólo crece como una persona chiquita”; mientras que para las mujeres “son como una bolita y lo demás es sangre, tardan mucho en crecer”; en ambos casos, lo primero en formarse es el corazón. Tras el nacimiento, en los Mitotes6 y siempre en correspondencia con el ciclo de vida del maíz, se llevan a cabo los rituales de “sacar al niño”, “la velación del sueño”, “darles la comida” y “tomar el vino”. En la ceremonia de “sacar al niño”,7 literalmente se saca al niño a la sociedad, de manera similar a cómo fue sacado del vientre materno, regalándole flechas votivas con cinco rayas si es varón y cuatro si es mujer; además, al niño se le dará un arco con flechas, a la niña se le otorgará un malacate o un huso de madera decorado con estambre blanco y negro, ambos en alusión al género y actividades propias de su condición. Siguiendo a Magriñá [2001: 67], en Santa Teresa:

En los Mitotes de los Elotes y del Maíz tostado estos niños y niñas recibirán un elote y una mazorca para que inicien su participación como miembros del grupo parental. Cada año recibirán un elote y una mazorca más hasta que las niñas completan cuatro y los niños, cinco […] La ceremonia del vino [mezcal] (nawá) se realiza exclusivamente durante el Mitote de la Chicharra. Los niños y las niñas que beben el mezcal, destilado localmente, se relacionan directamente con los antepasados masculinos que están representados en él. El largo tallo de la flor del agave constituye, a su vez, una manifestación del axis mundi, que conecta el arriba florido, lugar de los antepasados, con el abajo, lugar del agua que rodea al mundo.

En las ceremonias quinquenales, se enfatiza particularmente la vinculación de los niños y de los adolescentes con sus grupos familiares. Estas ceremonias centran la atención en quienes han crecido durante este periodo, de tal manera que ellos experimentan gradualmente —de acuerdo a la edad y el sexo— su ingreso en el grupo parental que les corresponde. Se realiza, así, la introducción de una persona en la estructura cósmica en tanto miembro de un grupo parental y, al mismo tiempo, se ubica al individuo dentro de la microjerarquía de dicho grupo” [Magriñá 2001: 64].

A lo largo de la vida de la persona, la Semana Santa funge como rito de paso para los varones —en donde los Judíos8 se borran lo humano—, las Pachitas9 para las mujeres y la serie de festividades relacionadas con el Cambio de Varas (Periodo de Velaciones, Cabildo, Entrega de Cargos, Arrullo al Rey Nayar),10 legitiman y consagran a los Ancianos. Además, los cargos de las distintas jerarquías cívico-religiosas de la comunidad (la del Gobernador, la de los rituales como los Mitotes11 y Semana Santa o la de los danzantes y músicos) también tienen relación con los puntos cardinales y mantienen distintos tipos de vínculos entre sí, por lo que entrelazan la geografía de los coras y los subciclos católico y agrícola del ciclo ritual anual.12

En todos estos rituales se imprime en el cuerpo lo necesario para dar cuenta del crecimiento social, siempre con relación al espacio que habitan. Además, el cuerpo ligado a la persona también se entiende por la forma en la que se comprende la salud y la enfermedad que está relacionada con algún acto o conducta que no se ha realizado o se ha hecho mal, es decir, la enfermedad está directamente relacionada con el modo de actuar del individuo.

Los humanos “tenemos el cuerpo del mundo” [Fresán 2012: 73]. El cuerpo de pie, como axis, mantiene las mismas relaciones que los axis mundi del universo cora donde existen tres ámbitos con sus distintas cualidades y cinco puntos importantes: la cabeza, que es superior-celeste-solar-cálidamasculina, la morada de los grandes dioses; incluye al cuello que comunica lo de arriba con el centro, es decir, a los dioses con los humanos, “en la parte posterior del cuello del cuerpo humano, cerca de las orejas, se encuentran ubicadas dos […] flechas, cuya función es la de posibilitar que el individuo escuche a las deidades de todos los rumbos del universo, así como también poder hablar con ellas” [Fresán 2012: 65].

La parte media del cuerpo corresponde con el torso, hasta el ombligo, donde se encuentran el corazón con el que también se piensa y donde se reciben las emociones y el estómago, que es central-terrenal-humano, “el estómago del mundo donde vivimos hoy” [Fresán 2012: 73].

Del ombligo hacia abajo, es inferior-inframundo-nocturno-frío-femenino, el origen de la vida tanto corporalmente, pues ahí se encuentra el vientre donde se gesta la vida de los seres humanos, como en el resto de la cosmogonía. La Jícara de la Comunidad que, según Kindl [2003: 13] es un “recipiente que tiene un ombligo”, también puede ser pensada como vientre, incluso el Patio del Mitote, donde se crea el mundo, al ser circular, puede pensarse como el gran vientre desde el que surgirá, una vez más, la vida.

Elaboración: Adriana Guzmán

Esquema 1 Cuerpo cora 

Este esquema tiene correspondencia con el Mitote donde, como dice Magriñá [2001: 64]:

Durante los cinco primeros días, que corresponden al ayuno y la meditación, el anciano debe ir ascendiendo sucesivamente desde el primer escalón —el suelo—, hacia el segundo —el tapeistle-altar—, luego hacia el tercero –las nubesantepasados difuntos--, después hacia el cuarto —el cielo de Nuestro Hermano Mayor— y, finalmente, el cenit —el cielo de Nuestro Padre, el Sol.

Que también se destaca al momento de “bañar” a las personas con agua bendita, cuyo recorrido es cabeza, nuca-cuello, estómago, parte baja de la espalda y vientre, pies y manos.

Lo masculino, vinculado con el sol y el oriente, puesto que ahí nace el astro mayor, alude al crecimiento, la vida, la luz, por ende, a lo visible, así como a la permanencia, el orden. Lo femenino, relacionado con la temporada de lluvias, asociada con el agua, la oscuridad, el inframundo, bien puede pensarse como una matriz en la que se gesta la vida que habrá de surgir: el nacimiento de la vida. Lo femenino, también vinculado con la luna que se presenta siempre de distinta manera, alude a la idea de ciclo, movimiento, regeneración, transformación, crecimiento y muerte, necesaria para que surja la vida: “la semilla debe morir para que nazca el fruto”.

El inframundo se relaciona con el norte, el sur y el poniente, mientras que el cielo lo hace con el oriente, el poniente y el norte; el cielo nunca se relaciona con el sur, ni el inframundo con el oriente. Lo completo es el cinco, pero se pueden nombrar los cuatro puntos cardinales porque el cuerpo es el centro. Así, la parte superior del cuerpo se encarga de conocer el mundo terrenal y el de las deidades, el centro organiza el tiempo y el espacio circundante y la parte inferior genera la vida.

Al esquematizar los planteamientos anteriores se llega a la siguiente representación de relaciones donde es fundamental tomar en cuenta que:

El cuerpo de cada individuo encuentra su legitimidad social como resultado de la interacción entre él y el medio, permitiendo el paso, a la vez, entre el conocimiento y la experiencia. La lengua es “la palabra de los ancestros”, la realización de “el costumbre” (yeiyari o “camino mismo”) y la “composición corporal” (el iyari o “corazón”). Este ensamble de representaciones y acciones es aprehendido de tal manera que todo individuo se afirma como un conjunto de potencialidades, unidas a la vez en su identidad corporal y las reglas definidas por la sociedad. Para mantener el equilibrio en este complejo de fuerzas del que forma parte, cada individuo concibe el pensamiento de su cultura como “uniones” entre los cuerpos vivientes, y a su cuerpo (y el de los demás) como uniones del pensamiento [González Sobrino 2008: 68-69}:

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 2 Cuerpo cora y sus relaciones 

Así, la estructura anatomofisiológica es el axis que sirve como parámetro para la construcción del mundo, cosmogonía que, a su vez construye al cuerpo de los individuos, lo cual debe hacerse de manera permanente pues ni el cuerpo ni la persona ni el mundo son algo dado, sino que es menester hacer el trabajo ritual para controlar la entropía, para que las fuerzas naturales sigan manifestándose en beneficio de los coras y para la permanente construcción de los individuos y la comunidad, que involucra, por supuesto, el parentesco, la organización política-comunitaria y todo el orden social: las personas y el mundo se crean relacionadas, lo que no es de sorprender pues todo en la cosmogonía cora es como una “puesta en abismo” de la forma en la que comprenden el universo, así el cuerpo, el ciclo ritual, la geografía sagrada, el patio del mitote, la Jícara sagrada, reproducen ad infinitum el mismo principio, siempre con un centro que funge como punto nodal.

EXPERIENCIA DEL CUERPO: CREACIÓN DEL MUNDO

El principio de ordenamiento dado por la estructura anatomofisiológica y sus cualidades también crea y ordena el mundo por medio de los rituales, que incluyen tiempo, espacio, procesos, como se observa en la forma global en la que está geográficamente estructurada la comunidad: La Mesa del Nayar se encuentra en una meseta en las partes altas de la serranía. De acuerdo con la propia etnografía, las “casas sagradas” de la comunidad se encuentran distribuidas en una circunferencia recorrida por las procesiones que se llevan a cabo durante Semana Santa. En esta circunferencia se encuentran: al sur la iglesia, al norte la casa del Mayordomo Primero, al poniente el Patio de los Moros, la Casa de los Moros, la Casa Real, la Casa Fuerte, la Casa del Alguacil Mayor y la Casa del Gobernador. En torno a esta circunferencia se encuentran las casas habitación que se alejan del centro sin ningún patrón de distribución. En torno a las casas existen otros sitios sumamente importantes para la vida ritual que, de hecho, forman otra circunferencia que rodea a la comunidad: al sureste se encuentra el Pozo Sagrado “de donde el agua ya sale bendita” y el Cerro de la Cruz, al noreste el Pozo de los Judíos “donde se borran” y un poco más alejados al noreste y suroeste la Piedra del Sol y el Patio del Mitote de Tuácamuna la Cueva Sagrada —relevante también para otros grupos de la región como los huicholes— y el Patio del Mitote de Tuácamuta.

Elaboración: Adriana Guzmán

Esquema 3 La Mesa del Nayar. 

Dicha distribución permite postular que hay un círculo en el cual se ubican las “casas sagradas”, otro círculo que encierra al anterior “donde vive la gente” y una circunferencia más, que contiene a las dos primeras, donde se encuentran los “lugares sagrados”.13 Existe, entonces, una distinción entre centro y periferia que también distingue el interior, una parte intermedia y el exterior. Esquemáticamente, la Mesa del Nayar tiene las siguientes cinco circunferencias que diferencian tres ámbitos: lugares sagrados, “católicos” y “del Mitote”; casas-habitación y áreas “no habitables”, en las que no se construyen casas.

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 4 Circunferencias en La Mesa del Nayar. 

Este principio se repite en el ordenamiento de todo el territorio cora y en la comprensión del mundo en su totalidad, mismo que es una “Jícara rodeada de agua” en cuyos confines están las moradas de los dioses que, a su vez, tienen el mismo ordenamiento, tal y como se observa en la Jícara sagrada de la comunidad:

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 5 Dibujo del interior de la Jícara de la comunidad de La Mesa del Nayar 

Con el esquema y lo arriba citado se aprecia la totalidad del ordenamiento del espacio y del tiempo marcados ritualmente, mismo que visto de frente y a la manera occidental, se observa de la siguiente manera (lectura de izquierda a derecha):

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 6 Orden del mundo a la manera occidental, lectura de izquierda a derecha. 

Pero para los coras, el ordenamiento del mundo debe partir de la experiencia, es decir cómo se ve durante el día —la noche tiene otra forma de ser—, con el oriente hacia arriba ya que alude a la salida del sol y leído de derecha a izquierda pues “el tiempo gira en sentido contrario a las manecillas del reloj, porque así es como caminó el tiempo de las deidades; es como caminan las almas y como caminamos en la actualidad” [Fresán 2012: 65].

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 7 Orden del mundo a la manera cora, lectura de derecha a izquierda 

Dicho lo anterior, todo lo que tiene que ver con el tiempo y el espacio se estructura bajo la misma comprensión: el ciclo de los astros, que nacen y mueren cada día o cada estación y todos los seres vivos; temporalidades que quedan marcadas ritualmente, lo mismo que los individuos, cuyos ciclos biológicos se enmarcan dentro de los procesos comunitarios.

EL CUERPO DE LOS DIOSES

Francisco Samaniega [2019], a quien se cita in extenso, ha señalado que en La Mesa del Nayar, bajo la tierra habita Chuitate’mu, el Señor Anticristo:

Con epicentro en una pileta del arroyo que corre por el centro de la meseta y de la comunidad, justo frente a su viejo templo de la Santísima Trinidad (con 5m2 de pila, 3.20 m de diámetro), presididos por un tecuat con una jícara pétrea para depositarle pinole, está el lugar también llamado “El lugar del Señor Antecristo”, por tratarse de un Padre anterior a Cristo, sitio bajo tierra.

Foto: Adriana Guzmán.

Foto 1 Iglesia y misión de La Mesa del Nayar, viejo templo de la Santísima Trinidad. 

Se afirma que el torso de su enorme cuerpo se ubica abajo del atrio y de la explanada frontal a la misión franciscana, hasta el espacio de la Casa Fuerte; que sus pies se extienden hacia el oriente y su cabeza hacia el poniente, en el sitio sagrado llamado Tajtuán —donde se le ofrenda pinole, en la suerte de cruz atrial frente a la Casa Fuerte y aún más allá, hasta el llamado Muuchita’ana, roca en medio de una poza de agua, donde se ofrenda algodón con monedas a los difuntos.

Foto: Adriana Guzmán.

Foto 2 Casa Fuerte de La Mesa del Nayar. 

Foto: Adriana Guzmán.

Foto 3 En Muuchita’ana. 

El sitio sagrado de sus pies es el llamado Me’huahuashe, un monolito cuadrangular —labrado ex profeso— con una cruz petrograbada, misma que constituye el punto de partida de las dos líneas de xumuabiikari, con las que da inicio el ceremonial de La Judea, marcando, en general, una serie de tres círculos que en principio recorren todos los extremos corpóreos del Chuitate’mu y luego se contraen hasta un círculo interno —en el interior urbano del pueblo— y culminan con un círculo mínimo en el espacio plano inmediato a este sitio sagrado (el atrio y explanada misionales).

Por su parte, sus brazos se extienden hacia el norte y sur, justo hasta los cerritos que resguardan, en el sur, al sitio sagrado Amuruxui’ite o “El Cerrito”, donde se ofrenda contra la enfermedad de los alacranes y al norte, Kurutzaute’ebe o “Puerto de la Cruz”, donde se ofrenda a los zopilotes, también contra las enfermedades que causan la muerte.

Foto: Adriana Guzmán.

Foto 4 En Amuruxui’ite. 

Un aspecto importante es que situado el Chuitate’mu justo en el ta muarira’ (abajo del suelo pero no en el inframundo) entre el ta muatzi’ira (el cielo) y el ta rüri’kamej (el inframundo), esta posición excepcional le hace estar omnipresente en toda La Mesa del Nayar y en toda la tierra; todo lo ve y en todo se manifiesta (los árboles, las piedras), de manera que la ofrenda en cualquier jícara pétrea es directamente recibida por él.

Elaboración: Adriana Guzmán

Esquema 8  Chuitate’mu, El Señor Antecristo en La Mesa del Nayar. 

Así, si bien su “cuerpo humano”, se manifiesta íntimamente en el espacio territorial de La Mesa del Nayar, la realidad es que su cuerpo se expande por toda la tierra hacia el confín de los cuatro rumbos.

Ahora bien, llama la atención que en otras comunidades coras, como Jesús María o Santa Teresa, se lleven a cabo Mitotes parentales, mientras que en La Mesa del Nayar son invariablemente comunitarios y que a lo largo del ciclo ritual se revele el parentesco de las deidades y que la Semana Santa tenga un marcado sesgo militar. Lo anterior y como es sabido, permite establecer que, a diferencia de otros lugares, La Mesa funge como centro político-religioso de lo coras y, por ello, está en sus manos la permanente construcción de, si se puede decir en estos términos, la “coreidad” misma. El gran punto central de los coras es, pues, La Mesa del Nayar, abajo de la cual vive Chuitate’mu, deidad atemporal y omnipresente.

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 9 Chuitate’mu y el ordenamiento de La Mesa del Nayar. 

A partir de lo escrito arriba y dada la relevante importancia del Nayar,14 aquí se plantea como hipótesis que no ya debajo sino sobre La Mesa del Nayar, se encuentra el cuerpo de esta deidad, debido a que es un ser terrenal considerado el padre de todos los coras y su principal ancestro, vinculado con el sol y directamente involucrado en las actividades de la organización cívico religiosa de la comunidad, es decir de aquello que compete a la vida terrenal, por lo que permanece en este plano y, como todo cuerpo que habita en la tierra, debe ser construido permanentemente.

Cabe mencionar que Nayar es hermano tanto de Jesucristo, como de Haatzíkan y Sáutari, las estrellas matutina y vespertina, todos ellos dadores de vida y de lo necesario para ser coras y que, como ellos, “anda en la tierra”; pues las estrellas nacen y mueren en la tierra cada día; igualmente Jesucristo nace en diciembre, es buscado en la tierra durante enero y febrero —mientras se realizan las Pachitas—, finalmente muerto y resucitado en Semana Santa —marzo-abril.

Por su parte, Nayar nace en enero, cuando se celebra el Arrullo al Rey Nayar —inmediatamente después de lo cual se lleva a cabo el Cambio de Varas— y aquí se postula que es perseguido y descuartizado en la fiesta del Santo Santiago, el 25 de julio, cuando en numerosas ocasiones, como señala Preuss [1998: 136]:

Dos jinetes arrancan simultáneamente; uno sujeta en la mano derecha las patas de un gallo adornado con flores de papel y cintas; el otro, cabalgando a una gran velocidad, trata de arrancar un pedazo del ave, y de esta forma el gallo es descuartizado [...] La importancia de esta fiesta radica obviamente no tanto en el santo sino en la época. Se trata del momento en que el Sol es descuartizado y se convierte en las estrellas, y es cuando se inician las luchas entre el Sol y las estrellas, que culminan con la victoria de las últimas.

Nayar, relacionado con el sol, es desmembrado, como dice Preuss [1998: 137] “descuartizaron al Sol, lo convirtieron en estrellas y se lo comieron, al igual que los coras comen el gallo descuartizado”.

Finalmente, aquí se postula también que Nayar fallece y resucita el Día de Muertos, en seguida se lleva a cabo el Cabildo. Como énfasis en el carácter corporal y axial del Nayar, el Día de Muertos ubican el cráneo sobre un altar morado —color usado en Semana Santa, que enfatiza su relación con Jesucristo— con tres escalones, en la puerta de la iglesia; al colocarlo “de pie” funge como axis para comunicar las tres grandes regiones: cielo, tierra e inframundo.

Elaboración: Adriana Guzmán.

Foto 5 Altar del Nayar el Día de Muertos 

En Santa Teresa se ha observado que durante la Fiesta de los Difuntos, cinco días antes de Día de Muertos, fabrican pequeños cuerpos en las casas y durante Día de Muertos, mientras el Nayar es “puesto en pie” en la iglesia de La Mesa, en Santa Teresa elaboran un cuerpo que colocan dentro de la iglesia. En el municipio de Jesús María,15 Preuss [1998: 136] señala que:

En la noche del 1 al 2 de noviembre. Cinco “muertos” vestidos como cadáveres pasan de casa en casa, pidiendo ofrendas e imitando el lamento de la lechuza. Las ofrendas se les entregan arrodillándose ante ellos [como se arrodillan ante el Nayar en La Mesa]. Los “muertos” las llevan a la iglesia y los vivos las comen, no sin apartar algo para los muertos […] Al parecer se trata de las estrellas que después del equinoccio de otoño vuelven al cielo, transformándose en luz estelar, y que visitan a la tierra con su luz [la resurrección del Nayar].

Ahora bien, la iglesia se encuentra casi al centro de La Mesa del Nayar; está construida sobre el eje norte-sur y tiene la entrada hacia el norte. En su interior vive el cráneo de Nayar que, salvo en Día de Muertos, permanece debajo de una gran mesa al interior de la exsacristía, misma que se encuentra del lado oriente en el interior de la iglesia, es decir, el lado masculino por antonomasia. El cráneo mira hacia el norte, que invita a pensar que estuviera acostado boca arriba, quedando a su izquierda el poniente, lado en el que se colocan las mujeres cada vez que se llevan a cabo actividades al interior de la iglesia, lo cual refuerza la relación femenino-izquierda-poniente. A la derecha se ubican los varones, que refuerza la relación masculino-derechaoriente. Al sobreponer un esquema del cuerpo del Nayar se da a entender la manera en la que el Rey Nayar está acostado.

Foto 6 intervenida Localización del Nayar en el interior de la iglesia de La Mesa del NayarMontaje: Adriana Guzmán. 

Las actividades rituales más importantes que se desarrollan al interior de la iglesia de La Mesa se llevan a cabo no en el ábside, por donde está la cabeza, sino en la nave central, es decir donde, de ser correcta la presente hipótesis, se encuentra el torso, por ende, el corazón del Nayar, mismo que está relacionado con el pensamiento, que es fundamental porque para los coras, pensar, hablar y hacer son lo mismo [Preuss 1912: s/p y 1998: 327-332] y son sinónimo de estar vivos. Por ejemplo, en la parte más cercana al altar, puede decirse que en el área del corazón de Nayar, se coloca la urna en la que se entierra a Jesucristo durante Semana Santa. En la zona que corresponde del ombligo hacia abajo de Nayar, se encuentra el coro, exactamente arriba de la entrada de la iglesia, lugar donde se cantan los minuetes y, debajo del mismo es el espacio donde danzan las Urracas, las que caminan y traen las lluvias, en correspondencia directa con el inframundo, que es la parte inferior del cuerpo, la cual incluye la zona motora de la corporalidad, lugar del origen de la vida y del movimiento, es decir el nacimiento, el caminar, las lluvias y bailar; esto permite establecer que el centro de la vida, que se entiende como mantener la vida, se encuentra en el centro del cuerpo, es decir el torso y el vientre.

De seguirse la hipótesis presentada, se observa que la iglesia es el cuerpo del Nayar. Pero, como suelen hacer los coras en la “puesta en abismo”, esta comprensión del cuerpo y del mundo se reproduce en toda La Mesa del Nayar: la cabeza, el cráneo, es la iglesia. Los “lugares sagrados católicos” se encuentran a la altura del torso. A la derecha, en el extremo de la comunidad, el Pozo de los Judíos. A la izquierda, los espacios de los directamente involucrados en la organización cívica: la Casa del Gobernador, la Casa Fuerte, la Casa Real, la Casa del Alguacil Mayor —uno de los principales de la Judea o Semana Santa— y el Patio y la Casa de los Moros.

Elaboración: Adriana Guzmán

Esquema 10 Nayar en La Mesa del Nayar. 

En la parte inferior del cuerpo, el lugar de la fertilidad, a la derecha del cuerpo acostado boca arriba, se encuentra el Pozo de los Judíos. Considerablemente más alejado, podría decirse a la altura de los pies, está la Piedra del Sol y el Patio del Mitote de Tuácamuna, hacia la izquierda, la Cueva Sagrada y el Patio del Mitote de Tuácamuta.

En correspondencia con lo que aquí se ha señalado, se observa que son dos los cuerpos que viven en La Mesa del Nayar: Chuitate’mu atemporal y omnipresente en el eje oriente-poniente y Nayar, terrenal, en el eje nortesur, cuyo cuerpo debe construirse cada ciclo por medio de la acción ritual.

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 11  Chuitate’mu y Nayar en La Mesa del Nayar. 

Si La Mesa del Nayar es el lugar de la fertilidad de “la coreidad” y la fertilidad está relacionada con Ta-náàna, diosa que se vincula con las hormigas que viven bajo la tierra pero no en el inframundo, además de que es una deidad pluvial que se le relaciona tanto con el cielo nocturno como con el maíz; entonces Chuitate’mu está directamente vinculado con Ta-náàna, por eso tiene la cabeza hacia el poniente. Se observa entonces que hay una entidad o cualidad femenina omnipresente en el subsuelo y sobre el suelo una entidad masculina —Nayar— que es necesario construir permanentemente:

¿la pareja primordial que habitó en La Mesa por primera vez? [Guzmán 2002: 101].

O quizá la pareja es la deidad lunar que, según Preuss [2012: s/p]: “Muestra una personalidad dual, pues en los cantos se le menciona como madre y padre”. La Ta-náàna, quizá por la influencia de la religión católica, también está relacionada con la paloma blanca y a ésta se le vincula con el Espíritu Santo, por lo que entonces podría ser Nenauxi relatado por Fray Antonio Arias Saavedra en 1656 [apud Calvo 1990]:

Dicen también que creó al Nenauxi que en su sentir es el Espíritu Santo dándole autoridad de criar las aves y los peces, dándole por asiento el poniente sobre las aguas del mar y que luego crio a la Madre de Dios y la puso en la tierra para que en tiempos señalados exhalase vapores de ella y remitiese el oriente al sol, asiento de su hijo, para que en tiempo señalado desatara el hijo los vapores en agua; crio también un varón y una mujer. El varón se llamó Narama y la mujer Uxuu, a los cuales puso en un lugar de muchos frutos y minerales y que luego les echó de allí y empezó el Narama a sudar el cual sudor se convirtió en sal, dándole patrocinio de crear la sal, mezcal, chile y la Uxuu el patrocinio de todas las semillas y frutos de verano, disponiendo la tierra con los rocíos.

Habrá que recordar que durante Semana Santa y la celebración de la Virgen de Guadalupe, lo mismo que para los muertos, el mundo está al revés: el día es la noche, lo de arriba es abajo, lo derecho es izquierdo, la tristeza es alegría, etcétera; además, se sabe que los fenómenos y las imágenes se reproducen bajo esta misma inversión, por lo que se puede establecer la duplicación especular de los cuerpos de Chuitate’mu y Nayar ¿teniendo entonces también a Uxuu y Narama? ¿lo femenino y masculino de las deidades?

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 12 Duplicación de Chuitate’mu y Nayar en La Mesa del Nayar. 

Al duplicarse bajo la lógica de “puesta en abismo” propia de los coras, se hace evidente la similitud con las jícaras sagradas, esos microcosmos que muestran las formas de realizar, aprender, presentar y multiplicar el universo, como en los patios de Mitote, en la geografía sagrada, en la distribución de La Mesa, centro del universo cora, en la que se observa ahora que el cuerpo humano es axis primordial. Quizá en su conjunto sean la unidad, como dice Preuss [1912: s/p]: “’La primera concepción de una deidad no es la del sol o de la luna, sino la idea de la suma total de los astros’ puesto que todos están involucrados en la creación del mundo”:

Elaboración: Adriana Guzmán

Esquema 13 Duplicación de Chuitate’mu y Nayar en La Mesa del Nayar y Jícara cora mostrada por Preuss, 1912. 

Chuitate’mu y Nayar, Uxuu . Narama o Ta-náàna . Nenauxi, por medio del cuerpo, son la permanencia y el cambio que garantiza la existencia de “la coreidad” y el trabajo ritual necesario para estar vivos.

Finalmente se observa que la geografía y el tiempo, los objetos y espacios sagrados y los rituales son una “puesta en abismo” de la comprensión del mundo cora que tiene al cuerpo como eje primordial:

Elaboración: Adriana Guzmán.

Esquema 14 Relación entre la Jícara de La Mesa del Nayar, jícaras mostradas por Preuss en 1912, esquema de La Mesa del Nayar, patio del Mitote de La Mesa del Nayar y la duplicación de los cuerpos de Chuitate’mu y Nayar en La Mesa del Nayar. 

PALABRAS FINALES

A partir de los análisis aquí presentados y las hipótesis sugeridas es posible plantear que el sistema de comprensión del mundo diurno cora está basado en diversos principios que indudablemente tienen como referente central al cuerpo:

  • Pares de opuestos complementarios basados en la más evidente diferencia orgánica y en las tres bilateralidades del cuerpo: hombre-mujer, frente-atrás, arriba-abajo, izquierda-derecha.

  • El número cinco como principio cosmológico organizador del tiempo y el espacio derivado de la estructura anatomofisiológica: cuatro extremidades y un centro, y cinco dedos en cada extremidad o también cinco extremidades, según sea el caso.

  • Chuitate’mu, como las deidades mayores, es eterno y omnipresente, diferente de los habitantes de la tierra, como Nayar, quienes están sujetos al paso del tiempo, ambos viven en el centro de la comunidad y es la experiencia la que posibilita conjugar ambos mundos.

Dado lo anterior es posible establecer que el mundo cora debe ser visto desde la perspectiva de la persona, pues es en el cuerpo donde se encarna la experiencia; es a partir de acciones elaboradas en él que se puede dar cuenta del paso del tiempo y del espacio que invariablemente conjuga al individuo con la sociedad y a lo terrenal con otros seres que habitan en otras dimensiones; de tal suerte que el cuerpo funge como el axis de la constitución del ser cora, por ende, el cuerpo mismo corresponde a los parámetros de construcción social, es decir, que el cuerpo y el universo son construidos de la misma manera y bajo los mismos principios en una “puesta en abismo” de la “coreidad”.

REFERENCIAS

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1“Los sistemas de sistemas son sistemas concurrentes cuyos componentes son sistemas complejos en sí mismos” [Kotov 1997: 1]. Diversas son las aplicaciones de este principio en antropología, una de las más conocidas es la de sistema de transformaciones desarrollada por Lévi-Strauss a lo largo de su obra.

2Como lo muestran, entre otros, Galinier [2018], Leenhardt [1997], Fagetti [1998], Gutiérrez y Pitarch [2010] y Pitarch [2013], cuyas especificidades no hay espacio para señalar.

3Salvo lo que se encuentra expresamente citado, todos los datos etnográficos proceden del propio trabajo de campo, a partir del cual y con apoyo de la investigación de importantes especialistas de la zona se hacen los análisis que se sintetizan en los diversos esquemas, todos son responsabilidad propia.

4Konrad Theodor Preuss (1869-1938), uno de los más sobresalientes investigadores de la zona que realizó trabajo de campo en el Gran Nayar entre 1905 y 1907, avanzó sustantivamente en el análisis de coras, huicholes y mexicaneros, gracias a que trabajó con la lógica de un estudio relacional, lo que le dio la posibilidad de asumir ciertos elementos, de los cuales no obtiene gran información en un grupo étnico, a partir de la observación del lugar que tienen en otras etnias: “las condiciones que existen en una tribu nos servirán para comprender a la otra tribu, y todas juntas nos proporcionarán una luz” [Preuss 1998: 227]. Los datos propios obtenidos en campo se complementan con los de estudiosos de los grupos con los que están emparentados los coras.

5Cuando el presente artículo se encontraba en proceso de edición se publicó el libro de Konrad Theodor Preuss, La expedición al Nayarit. Registro de textos y observaciones entre los indígenas de México. La religión de los coras a través de sus textos de 1912, sin embargo esta cita está tomada de una versión previa de la traducción del mismo libro elaborada por Ingrid Geist y Verónica Vázquez que no cuenta con paginación.

6Importantes rituales coras, ver infra.

7En La Mesa del Nayar se realiza en el Mitote de los Niños (nacimiento y curación del sueño); Magriñá [2001] señala que en Santa Teresa se lleva a cabo el Mitote de la Chicharra.

8Los Judíos son seres nocturnos fundamentales en la Judea o Semana Santa, cuya tarea es encontrar y sacrificar a Jesucristo el sol; también se denominan borrados o tiznados, debido a que se embadurnan con olote quemado, actividad que llevan a cabo en el Pozo de los Judíos.

9Versión cora del Carnaval.

10De acuerdo con la propia etnografía, en La Mesa del Nayar el Periodo de Velaciones se realiza entre octubre y noviembre, tiempo durante el cual se decide quiénes serán las futuras autoridades tradicionales, que se formalizará en el Cabildo, realizado el 2 de noviembre, y se llevará a cabo la Entrega de Cargos, el 31 de diciembre, y el Cambio de Varas o cambio de las autoridades tradicionales es el 1 de enero. El Arrullo al Rey Nayar, el último paso de legitimación de las autoridades, se realiza el 6 de enero.

11Festividades que constituyen el subciclo ritual agrícola, cuya etnografía y análisis antropológico se encuentra en Guzmán [2002].

12El ciclo ritual anual de los coras se encuentra dividido en dos subciclos. Por un lado, el católico, relacionado con la temporada de secas y lo masculino. Por otro lado, el subciclo de los Mitotes, festividades que se relacionan con los ciclos de cultivo del maíz, los ciclos de la comunidad y los ciclos de vida de los individuos, al igual que con la temporada de lluvias y con lo femenino. Una característica significativa es que las festividades del primer subciclo se realizan al interior de la comunidad, directamente relacionadas con la iglesia que se encuentra casi al centro de la misma, mientras que los Mitotes se llevan a cabo fuera del poblado, en relación con los espacios destinados al cultivo; la división en subciclos del ciclo ritual anual, las festividades y las implicaciones de cada uno, así como los sistemas de cargos, se encuentran planteadas en Guzmán [2002].

13Aquí se puede hacer una analogía más interesante aún tomando como referencia la distribución de los patios del Mitote y un elemento sagrado fundamental para los coras que es la Jícara de la Comunidad. Ambos se consideran representaciones del mundo. La estructura de ambos es la siguiente: el centro se consagra al Sol, la siguiente circunferencia a los Principales, la siguiente a la gente común y la última a los lugares sagrados del universo cora. La comunidad presenta la misma estructura pues justo en el centro no hay aparentemente nada “visible” —si bien, como se ve, se encuentra el cuerpo de Chuitate’mu—, la siguiente circunferencia está creada por las casas sagradas mismas —como en el Mitote por los asientos de los principales—, la siguiente circunferencia es donde se encuentran las casas habitación, como en el Mitote el espacio de la danza —en ambos lugares es el espacio de los seres humanos— y por último la circunferencia de los lugares sagrados, que en el Mitote y en la Jícara aluden al macrocosmos y en la comunidad al microcosmos. La relación y simbolismo de los Mitotes y de la Jícara de la Comunidad se encuentra planteada ampliamente en Guzmán [2002].

14Las fuentes [Calvo 1990; Meyer, 1989] declaran que en los tiempos previos a la Conquista, Nayar —a veces también mencionado como Rey Nayar “el antepasado de todos los coras”— vivía en una cueva donde fue robado por los españoles, llevado a la capital novohispana, sometido a juicio inquisitorial, quemado en público y sus cenizas arrojadas al desagüe de la ciudad; pero los coras dicen que rescataron el cráneo que ahora vive en la iglesia de La Mesa del Nayar.

15Santa Teresa, La Mesa del Nayar y Jesús María, actualmente cabecera municipal, son de las principales comunidades de lo que se ha llamado cora alta, correspondiente a la sierra. Tambien se encuentra la cora baja, ubicada en las faldas de la serranía.

Recibido: 19 de Julio de 2021; Aprobado: 09 de Abril de 2022

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