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Zincografía

On-line version ISSN 2448-8437

Zincografía vol.7 n.13 Guadalajara Apr. 2023  Epub Aug 04, 2023

https://doi.org/10.32870/zcr.v7i13.183 

Comunicación

Fotografía de retrato para la construcción de identidad y la conservación de la cultura familiar

Portrait photography for the construction of identity and the preservation of family culture

Nathaly Valenzuela Lozano1 
http://orcid.org/0000-0002-1771-1947

Enrique Vargas Vivanco2 
http://orcid.org/0000-0003-2425-5350

1Universidad San Ignacio de Loyola Lima, Perú nathaly.valenzuela@usil.pe

2 Universidad San Ignacio de Loyola Lima, Perú enrique.vargasv@usil.pe


Resumen

La formación de la identidad de las personas se adquiere desde temprana edad dentro de cada familia. Compartiendo la herencia cultural, una persona conoce sus raíces y orígenes, generando un sentido crítico sobre su entorno, valorando de dónde se proviene y estableciendo un respeto hacia culturas diferentes a la propia. Sin embargo, esta práctica no es promovida en todas las familias, lo que podría ser una fuente de conflicto.

En la presente investigación se observa el desconocimiento de la herencia cultural que genera una carencia de identidad familiar en niños entre 9 y 11 años pertenecientes a familias migrantes residentes en el distrito de San Juan de Lurigancho, de la ciudad de Lima Metropolitana, Perú. El desconocimiento sobre la diversidad cultural existente en el entorno del niño permite en muchos casos generar conflictos, como la falta de respeto hacia personas diferentes y la creación de etiquetas entre ellos mismos al considerar unas costumbres superiores a otras.

En ese contexto, nace el proyecto Soy Cultura, que por medio del uso de la fotografía de retrato busca contribuir al conocimiento de la herencia cultural permitiendo que los niños se sientan orgullosos de sus raíces, promoviendo de esa manera la valoración de la diversidad.

Palabras clave: fotografía; cultura; herencia; diversidad; identidad

Abstract

The formation of the identity of people is acquired from an early age within each family. By sharing cultural heritage, a person knows their roots and origins, generating a critical sense of their environment, valuing where they come from and establishing respect for cultures other than their own. However, this practice is not promoted in all families, which could be a source of conflict.

In the present investigation, the ignorance of such cultural heritage that generates a lack of family identity in children between 9 and 11 years old belonging to migrant families residing in the district of San Juan de Lurigancho, in the city of Metropolitan Lima, Peru, is observed. The lack of knowledge about the cultural diversity existing in the child's environment allows in many cases to generate conflicts, such as the lack of respect towards different people and the creation of labels among themselves when considering some customs superior to others.

In this context, the Soy Cultura [I Am Culture] project was born, which through the use of portrait photography seeks to contribute to the knowledge of cultural heritage, allowing children to feel proud of their roots, thus promoting the appreciation of diversity.

Keywords: photography; culture; heritage; diversity; identity

Introducción

Es importante que toda persona conozca su herencia cultural, pues es fuente de identidad que permite desarrollar una conciencia sobre su país, y el respeto y la preservación de la diversidad de los diferentes pueblos y regiones.

La presente investigación busca informar sobre el desconocimiento de la herencia cultural, lo cual genera una carencia de identidad familiar en niños pertenecientes a familias de migrantes residentes del distrito de San Juan de Lurigancho, en la ciudad de Lima Metropolitana, Perú. Este lugar se conforma por poco más de 1 162 000 personas, el mayor número de habitantes a nivel nacional (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2018) y en donde además se concentra el mayor número de migrantes internos, procedentes de diferentes provincias del Perú (Huarancca, Alanya y Castellares, 2020).

Para fines de este estudio, se realizaron entrevistas a niños entre 9 y 11 años para documentar el grado de conocimiento sobre sus raíces familiares que sus padres compartieron con ellos, y si habían tenido o no influencia en el desarrollo de su identidad. Además, se entrevistó a padres de familia para conocer, desde su perspectiva, si era importante o no compartir su herencia cultural.

Desde la infancia el ser humano va construyendo su identidad a través de la incorporación de distintos medios. En este proceso, la labor de los padres como agentes educadores es otorgarles a sus hijos las herramientas necesarias para fortalecer su sentido de pertenencia y así lograr orgullo hacia sus raíces. En la presente investigación se realiza un análisis de todos los elementos que se encuentran relacionados con la construcción de identidad familiar, su importancia y los medios por los cuales se desarrolla, como las circunstancias actuales y las situaciones que se han generado a raíz de ello.

El Perú posee una gran diversidad cultural, pues cuenta con costumbres, tradiciones y formas de vivir que en conjunto dan una gran riqueza como país. Esta riqueza se incrementa con las aportaciones de los migrantes.

La mayoría de las personas suelen vivir a lo largo de su existencia en un mismo lugar, mientras que otras, por distintos motivos como la búsqueda de desarrollo económico, estudios o algún conflicto, deciden migrar a ciudades con mayores oportunidades. En el caso del Perú, las migraciones se asientan en Lima, la capital, que recibe el mayor volumen de migrantes internos (Huarancca et. al, 2020).

En esta ciudad, muchas de las familias migrantes se adaptan al estilo de vida sin perder la esencia que los caracteriza. De esa manera, mantienen su memoria y costumbres propias de su localidad, tales como fiestas, tradiciones y platos típicos. Esto permite que su cultura prevalezca y siga manteniéndose dentro del círculo familiar. Sin embargo, las tradiciones no suelen conservarse en todas las familias, pudiendo generar una fuente de conflicto.

A través de una metodología de investigación desarrollada por medio de trabajo de campo para la presente investigación, una serie de entrevistas permitieron identificar que existen padres de familia que, por razones personales, han dejado de compartir su herencia cultural a sus hijos, puesto que consideran que el hecho de haber llegado a Lima es un sinónimo de inicio de una nueva forma de vida a la cual se deben adaptar, no siendo necesario conocer sobre el lugar del que se proviene. Por lo general, este pensamiento genera una carencia de identidad familiar en los niños, situación que tiene como resultado el desinterés hacia el conocimiento de la diversidad cultural peruana, falta de respeto hacia la misma y la creación de estereotipos o burlas entre los niños al considerar otras costumbres como inferiores o sin importancia. Asimismo, se presentan otros conflictos, como la baja autoestima, pues aquellos niños que no nacieron en Lima sienten vergüenza de manifestarlo o compartirlo con sus compañeros, tienen miedo al qué dirán y al rechazo por el lugar del que provienen.

Esta situación limita el desarrollo de sus habilidades sociales y pone en evidencia la discriminación que se produce debido a las diferencias de clase social o lugar de procedencia. Es por ello que, para la formación de las futuras generaciones, se debe considerar el pensamiento del francófono Jean Jacques Rousseau “sobre la necesidad de desarrollar dos sentimientos fuertes en el interior de un individuo: el amor propio y la empatía” (Peñafiel y Serrano, 2010 p. 120).

El amor propio permite hacer respetar la propia integridad, esforzarse por lograr metas, buscar un bienestar y trabajar en lo que se destaque cada persona para así aportar al mismo tiempo en el crecimiento del país, mientras que la empatía permite identificarse y ponerse en el lugar del otro (Pastor, 2016). Ambos sentimientos permiten un crecimiento como país, ya que fomentan la eliminación de las brechas existentes y crean una conducta positiva en el entorno. Si estos sentimientos son desarrollados por los adultos y transmitidos a los niños, existe una mayor posibilidad de educar bajo estos valores a las futuras generaciones, pues son los infantes quienes se encuentran en disposición de aprender y captar lo que sucede a su alrededor. Además, los padres de familia tienen el deber de compartir con sus hijos valores que permitan el fortalecimiento de su identidad.

El compartir la herencia cultural de los padres hacia los hijos permite que estos últimos conozcan de dónde provienen y propicia el respeto hacia lo diferente. Una vez logrado que el niño se sienta orgulloso de su procedencia familiar, compartirá su cultura dentro de los espacios en donde forma sus relaciones interpersonales. Cuando una persona comparte con otros su origen familiar, sus costumbres y tradiciones, permite el aprendizaje sobre su propia cultura hacia los demás, logrando conocer una parte más del país a través de las conversaciones compartidas, creando en cada interlocutor un fortalecimiento del orgullo que siente de su familia y el conocimiento de las riquezas culturales con que se cuenta como país.

En la actualidad, las migraciones internas han sido decisivas para conocer la realidad del Perú, pues se han generado cambios sociales, demográficos y económicos (Sánchez, 2015). Existe gran porcentaje de ciudadanos que decidieron migrar a otra región en busca de mejores condiciones de vida para trabajar, estudiar y mantener a sus familias. Según el INEI (2020), uno de cada cinco peruanos vive en un lugar distinto al que nació, siendo Lima una de las ciudades con mayor número de migrantes internos; quienes representan 52% de su población, del cual, 10.7% reside en el distrito de San Juan de Lurigancho (Huarancca et. al, 2020).

Ante esta realidad, es importante que los padres compartan con sus hijos su herencia personal y cultural, brindando la información necesaria para conocer sus raíces y llevándolos a valorar la importancia de conocer la diversidad cultural del país y las oportunidades que tendrán con estos conocimientos, lo que les permitirá, entre otras cosas, cuidar y respetar su identidad familiar. Sin embargo, hoy en día muchos niños desconocen su herencia cultural debido a que sus padres, por diversos motivos, no encontraron necesario compartir con ellos esa información. Esto tiene como consecuencia que el niño carezca de un sentimiento de identificación con sus raíces, y que muestre desinterés hacia su propia cultura y también hacia las otras.

En la actualidad, el principal reto es generar identidad y sentido de pertenencia a través de los espacios de formación, como el colegio, la universidad, el barrio, entre otros que van más allá de la familia.

En los espacios donde se desarrollan los niños socialmente existe un marco educativo que permite la formación de una identidad colectiva en distintos niveles y según las circunstancias en las que se vive (Cabrera, 2002). Por este motivo, es necesario que, desde la niñez -etapa en la que se inicia la construcción de identidad-, se fortalezca lo familiar con actividades que permitan captar el interés y la búsqueda por seguir conociendo sobre sus raíces, pues es según el ejemplo brindado en el hogar como se manifiestan en su entorno social (Peñafiel y Serrano, 2010). El compartir la herencia cultural permite que los niños tengan conocimiento sobre sus antepasados y aprendan que no todos provienen de la misma cultura, lo cual lleva a una mayor apertura hacia la diversidad cultural que posee el Perú. De esta forma, se promueven los valores de tolerancia y respeto hacia todos los miembros de la sociedad, pues todos tienen la posibilidad de ser escuchados y respetados, con lo cual se contribuye a la construcción de un país más justo (Barreto, 2015).

Si los peruanos conocen y valoran las diversas culturas existentes podrán fortalecer la identidad nacional y dejar de lado las discrepancias, que lo único que logran es el quiebre de la sociedad, afectando también a las futuras generaciones.

Por ello, la educación y el fortalecimiento de valores en los niños debe ser la prioridad de la sociedad, sobre todo en lo que concierne al respeto y a la tolerancia para desarrollar un crecimiento personal y de grupo y, en ese sentido, a los orígenes de procedencia y a la fortuna que significa el haber nacido en un país que cuenta con una variada riqueza cultural.

Migración interna

El proceso de modernización fue en todos los aspectos un sinónimo de progreso y desarrollo durante el siglo XX, cuyos principales componentes fueron los geográficos y los del desplazamiento territorial. Este concepto de modernización fue totalmente urbano y tuvo como resultado el desarrollo, el reforzamiento y la ampliación de ciudades. Este proceso también propició un cambio dentro de la sociedad, la economía y los desplazamientos del campo a la ciudad, lo que dejó claro que los procesos de modernización se encuentran estrechamente relacionados con la migración, vista ésta como un recurso para alcanzar ciertos objetivos, entre los que destaca la mejora en la calidad de vida, a través de un mayor acceso a servicios básicos (Rodríguez y Busso, 2009).

De esta manera, la búsqueda de un mayor desarrollo económico se consolidó como un factor determinante de migración hacia las ciudades, donde las actividades comerciales tienen su mayor punto de concentración, ya que cuentan con los recursos necesarios para expandirse. En ese sentido, la capital de Perú, Lima, concentra el más alto índice de migrantes internos en el país debido a su centralismo imperante que permite concentrar oportunidades de empleo; pero, al mismo tiempo, los migrantes son quienes han creado -gracias a su empeño- más oportunidades para otros migrantes produciendo importantes cambios que reflejan la diversidad cultural (Matos Mar, 2012).

Además del desarrollo económico, otro de los principales atractivos por los que las personas deciden migrar a las ciudades es la calidad en la educación y la tecnología. Es de esta forma que “a partir de las últimas décadas del siglo pasado y en base a la cultura del trabajo de los migrantes, sus pobladores van reconfigurando la ciudad, haciendo cumplir a sus localidades nuevos roles, como son las productivas, comerciales, educativas, etc.” (INEI, 2011, p. 16).

Las migraciones internas contribuyen favorablemente al correcto uso de los recursos disponibles como país. Esto se debe a que las personas migrantes tienen acceso a mejores servicios de agua, luz, salud, educación y, sobre todo, a empleos, con lo que se reducen los índices de pobreza y se obtiene un resultado positivo respecto a la calidad de vida y al progreso de las personas. Y, a su vez, se contribuye al crecimiento demográfico, configurando lo que se conoce en la actualidad como conos o barrios emergentes.

Se puede considerar que la migración en Lima se encuentra organizada en tres generaciones, lo que permite identificar tres tipos de migrantes (Arellano, 2010 en Barreto, 2015), esto debido a los cambios dentro de la ciudad, el paso del tiempo y la manera en la que los primeros migrantes lograron consolidar su presencia en la capital.

  • La primera generación está conformada por personas que llegaron a Lima en busca de nuevas oportunidades y recursos que les permitieron progresar. Se les caracterizó por mantener sus costumbres sin adaptarse al estilo de vida de un limeño. Ellos buscaron relacionarse con una comunidad igual a ellos, conservando sus conocimientos y experiencias de vida en provincia y manteniendo su cultura a través del relato de vida de ellos mismos hacia otros que llegaron a la ciudad por las mismas circunstancias.

  • La segunda generación se encuentra conformada por los hijos de los anteriores, quienes nacieron en el mismo lugar que sus padres y desarrollaron gran parte de su vida en Lima. Al contrario de la primera generación, ellos buscaron “limeñizarse” para evitar el rechazo dentro de su entorno, aunque, aun así, mantuvieron para sí mismos las costumbres que heredaron de sus padres y las compartieron dentro de su círculo más íntimo.

  • Finalmente, la tercera generación se encuentra conformada por los que nacieron en la ciudad de Lima y se consideran limeños completos, reconociendo en muchas ocasiones que sus raíces familiares son provincianas. Para ellos, el lugar de origen de sus padres es parte del pasado y no tiene mucho valor en la actualidad. No se consideran iguales a los hijos de no migrantes; sin embargo, han establecido un sentimiento de pertenencia con la ciudad en donde han crecido.

Herencia cultural

Las personas se desarrollan dentro de distintos contextos a lo largo de su vida y sus diversos intereses los llevan a vivir variadas experiencias, tanto a nivel afectivo como social, ya que a través de ellas es como se conocerá el mundo y se preparará para actuar en él (Flores, 2008 en Zavala, 2014). La persona suele definirse por su familia, lugar de nacimiento, costumbres y sucesos que han ido transcurriendo a lo largo de su vida. Estas situaciones son las que determinan su modo de actuar y enfrentarse a la vida, además de construir su propia identidad.

La herencia cultural se determina por la vivencia que tiene cada persona con su propia cultura, convirtiéndola en una experiencia práctica que se caracteriza por los gestos, acciones o costumbres que se realizan, lo cual “permite identificar objetos pertenecientes a otras culturas o momentos culturales por las semejanzas y diferencias que presentan con las que nos rodean hoy; es decir, las identificamos en relación con nuestra propia cultura” (García, 2004 en Zavala, 2014, p. 34).

De acuerdo con la anterior definición se puede concluir que cada persona cuenta con una experiencia propia de su cultura y encuentra la forma de vincularse, además de adaptarse, al contexto en el cual se desenvuelve, construyendo de tal forma su herencia cultural. De igual manera, los distintos elementos que se encuentran en el entorno y en la cultura son los que tienden a prevalecer por siempre en cada persona, ya que la interacción es de manera diaria. Así, la herencia cultural representa un conjunto de adquisiciones que cada persona recibe de su familia y de la sociedad. En este proceso, los padres son quienes, a través de su forma de vida y experiencia, logran transmitir a sus hijos enseñanzas, ya sea en valores o en antivalores. Y dado que, en la infancia, el primer acercamiento que establecen los niños es con sus padres, ellos son los primeros que podrán ir formando una identidad que se irá modificando, a través de las relaciones que se mantengan con el exterior.

Así, es importante resaltar que mientras la persona tenga claro cuáles son sus raíces y el lugar al que pertenece, podrá definirse adecuadamente frente a los demás. El conjunto de costumbres, creencias, tradiciones y valores le permitirá confirmar el sentido de pertenencia y definirá no sólo a la persona sino también a una familia o grupo social. Por tanto, para que se siga manteniendo y prevaleciendo esta herencia cultural, se deberá transmitir y comunicar a las futuras generaciones, permitiéndoles de esta forma su correcto desarrollo, además del mantenimiento de la cultura (Julien, 2007).

Esta situación suele cambiar en ocasiones cuando los padres son migrantes, debido a que tienen que llegar a un nuevo espacio para vivir, donde empiezan una nueva etapa en sus vidas. Frente a este nuevo panorama, hay personas que aún mantienen viva la cultura de origen dentro de sus familias, como la preparación de platos típicos, la visita a su lugar de nacimiento y una serie de costumbres y saberes que permiten que sus hijos sean partícipes del conocimiento de sus raíces. Sin embargo, estas experiencias no son puestas en práctica por todos. Cada familia tiene una manera particular de ver y vivir la vida, así como diferentes maneras de transmitir sus saberes y no todas consideran necesario o importante conocer detalles acerca de sus raíces familiares. Por ejemplo, hay personas que pueden conocer a los abuelos y visitarlos, pero no necesariamente saben de festividades o de costumbres practicadas en dichas celebraciones. Esto responde en muchos casos al deseo de las segundas generaciones de evitar que sus hijos sufran discriminación o algún tipo de violencia, pero conlleva el que se pierdan quizás no todos, pero sí muchos elementos de una herencia cultural que en un principio era rica y diversa y que termina simplificándose y transformándose al ser fusionada con la modernidad de la ciudad.

Aprendizaje de la herencia cultural familiar

La herencia cultural se aprende en casa, sin formalismos, de forma natural y como cada familia cree conveniente, no existe regla alguna que indique cómo hacerlo; motivo por el cual, se incentiva a los padres a que desde muy temprana edad se enseñe sobre esos saberes, pues los niños adquieren y se apropian de ellos a través de la convivencia diaria con los otros miembros de la familia, por medio de anécdotas, relatos y tradiciones que son compartidas a lo largo de las generaciones, desde cómo tender la cama hasta cómo preparar la cena de un cumpleaños (Tenorio, 2004).

Esta enseñanza natural de los padres hacia sus hijos de lo que conforma sus raíces familiares y culturales permite que ellos se encuentren con una mayor disposición para aprender y adoptar su forma de vida. Estos conocimientos favorecen que la formación de los niños esté basada en su sentido de pertenencia y que puedan ser partícipes de los temas que competen a su cultura, la cual -al sentirse identificados- podrán mantener y defender.

Es así que, a partir de los saberes de su herencia cultural y de sus experiencias tempranas en el hogar, los niños aprenden conductas y actitudes que se realizan dentro de su entorno más cercano e íntimo y empiezan a adoptar costumbres y actitudes que exteriorizan en los círculos sociales conforme van creciendo, ya sea en el barrio, la escuela, el trabajo, etc. De esta manera, manifiestan sus saberes hacia los otros de forma natural, sin ningún tipo de problemas ni complejos hacia el resto.

No obstante, esta dinámica no es fomentada por todas las familias, pues existen casos de poca aceptación por parte de los hijos, quienes sólo toman a modo de referencia el saber de dónde provienen sus padres. Esta situación, por ejemplo, la vemos reflejada en la tercera generación de migrantes internos de Lima, es decir, aquella en la que las personas nacieron en la ciudad, pero tienen padres que provienen de provincia y, aunque reconocen que tienen raíces provincianas, consideran que eso no tiene mayor valor en la actualidad (Barreto, 2015). Además, estas personas demuestran desinterés y rechazo hacia el conocimiento de elementos de su cultura familiar y sus orígenes, debido a la poca relevancia que le conceden y a la creencia de que, de cierta forma, podría jugar como factor negativo en ellos.

Ante este tipo de casos, cobra importancia el reconocer que compartir la herencia cultural, los vínculos entre familia y el respeto mutuo sobre las diversas culturas es prioritario para el futuro del Perú. A esto se vincula el reconocimiento de las bondades de la diversidad, en el entendido de que no todos cuentan con la misma procedencia, lo que permite desarrollar los valores de tolerancia, empatía y respeto hacia todos los miembros de la sociedad (Barreto, 2015).

Ahora bien, una alternativa para evitar casos en los que haya desapego o rechazo hacia las raíces familiares es la educación intercultural, que debería ser enseñada en toda escuela con la finalidad de que los alumnos sean conscientes de la diversidad cultural existente en el país. Ésta debería adaptar un programa educativo para cada región, haciendo una relación de los principales temas que deben conocerse con las problemáticas existentes en las distintas localidades. En ese sentido, la interculturalidad debería ser aplicada de manera trasversal, desde los primeros años de escuela, como un elemento integral en todo proceso de aprendizaje-enseñanza (Walsh, 2005). Y es que la construcción de una sociedad intercultural debe estar basada en el reconocimiento de la riqueza cultural, donde se valoren y respeten las diversas culturas para una supervivencia pacífica que busque el desarrollo futuro de la humanidad (Walsh, 2005).

En la capital Lima, el tema de interculturalidad no ha sido abordado de la mejor manera, y para subsanar esa deficiencia se han implantado una serie de proyectos que buscan que los niños puedan conocer la diversidad cultural existente mediante actividades en donde puedan ser partícipes de forma activa. La existencia de estos proyectos, sin duda valiosa, también permite enfatizar sobre la importancia de una enseñanza intercultural que fomente el sentimiento de orgullo hacia el origen familiar, así como el acogimiento de los migrantes que se desplazaron de su lugar de origen en búsqueda de un futuro mejor.

Soy Cultura

Para contribuir a que las raíces culturales no se pierdan en las nuevas generaciones de niños, se diseña el proyecto fotográfico Soy Cultura, cuyo concepto se relaciona con mantener viva la cultura, con el fin de que el público objetivo (niños entre los 9 y 11 años) mantenga y practique el conocimiento y valoración de su propia cultura. El término “mantener” funciona efectivamente como un llamado de acción y el término “viva la cultura” evoca, por un lado, a vivir una experiencia y, por otro, a ensalzarla y a gritar por ella de felicidad.

El concepto informa sobre los beneficios de conocer la herencia cultural y la construcción de una identidad familiar; de esta forma, el proyecto fotográfico busca que los niños conozcan y vivan su cultura a través del diálogo con sus padres y familiares, la investigación personal y el aprendizaje de los compañeros, dando como resultado la construcción de un sentido crítico sobre su entorno que les permita manifestar y dar a conocer su cultura sin prejuicios o complejos, sintiéndose orgullosos de su herencia a través de una vivencia personal.

El Perú es un país rico en diversidades de culturas, tradiciones e historias que han sido compartidas a lo largo de los siglos, he ahí la importancia de que los niños conozcan sobre su propia herencia y la respeten. Por esa razón, el concepto “mantener viva la cultura” expresa la intención de vivir y hacer funcionar la propia cultura por medio del reconocimiento de los elementos que la conforman, los cuales han permitido preservarla hasta la actualidad (véase figura 1).

Fuente: Valenzuela, 2018.

Figura 1. Tablero de inspiración que refleja el concepto. 

El nombre del proyecto se construye para que los niños se sientan identificados con su propia cultura y, sobre todo, la vivan a través de la fotografía de retrato. El nombre representa el objetivo principal del proyecto, que es sentirse vinculado con su propia cultura, para vivirla teniendo en cuenta que sólo se vive lo que se conoce.

Por un lado, la palabra “soy” da énfasis en la persona, en el reconocimiento de los elementos que construyen su identidad, reforzando la imagen que los niños tienen de ellos mismos con el propósito de que reconozcan cómo es su ser interior. Por el otro, el término “cultura” es uno de los elementos más importantes en la identidad de las personas; al respecto, como se verá a continuación, se hace referencia a objetos heredados por la familia (foto, cuadro, plato, mantel, sortija, collar, etcétera), lo cual tiene la importancia de evocar, generar recuerdos y, al mismo tiempo, construir un imaginario que perdure, sea único y que pueda seguir compartiéndose.

De manera adicional al nombre, se construye el eslogan “Vive tu herencia cultural” para darle un mayor sentido al objetivo de buscar que los niños tengan y vivan esa conexión con su pasado, logrando que la valoren y compartan con su entorno de manera auténtica.

El proyecto consiste en la toma de retratos fotográficos de niños de una escuela pública del distrito de San Juan de Lurigancho, para posteriormente montar una muestra con todo el material elaborado para lograr que los niños se sientan orgullosos de su herencia cultural. Por medio de esta experiencia, que se encuentra relacionada con los elementos que conforman su cultura, los niños logran identificar la importancia de conocerla y reconocer la riqueza cultural presente en el Perú (véase figura 2).

Fuente: Valenzuela, 2018.

Figura 2. Tablero de inspiración que refleja el concepto. 

Etapas del proyecto fotográfico

La primera etapa es introductoria. Se lleva a cabo un taller informativo y didáctico con los niños haciendo uso de un tótem informativo que permite la explicación del problema referido a la herencia cultural, pues contiene información sobre las regiones del Perú, destacando su folklore, platos típicos y cultura (véase figura 3). Por medio de esta actividad, se fomenta la participación de los niños a través de diversas preguntas sobre el conocimiento del origen de su familia, el lugar de nacimiento de sus padres o abuelos, etcétera (véase figura 4).

Fuente: Valenzuela, 2018.

Figura 3. Explicación del tótem informativo. 

Fuente: Valenzuela, 2018.

Figura 4. Participantes llenando encuesta. 

Posteriormente se hace una explicación sobre la migración para que los niños conozcan su concepto y causas. Luego se conversa sobre cómo conservar la cultura, se describen las características de los migrantes que la mantienen viva y se menciona cómo se comparte en el hogar de los participantes.

Finalmente se responde la pregunta: “¿Qué sucede cuando conoces tu cultura?”. De esta manera, se informa sobre la importancia de conocer el pasado y los orígenes propios. Es así como se busca incentivar la curiosidad por parte de los niños, quienes buscarán respuesta a sus interrogantes por medio del diálogo que tendrán con sus padres; logrando de tal forma uno de los objetivos del proyecto: que se conozca más sobre la herencia cultural familiar.

Finalizado el taller informativo se realiza una dinámica de arte con los niños, durante la cual éstos hacen trazos, dibujan y colorean diversas piezas gráficas relacionadas con los temas explicados. Posteriormente, se les invita a participar en un retrato fotográfico con la indicación de que traigan objetos, fotos y/o elementos representativos de su familia y cultura, todo esto después de haber conversado con sus padres y de haberles informado debidamente todo lo relacionado con el proyecto. El retrato fotográfico es, al mismo tiempo, un registro cultural donde se muestra a cada niño con elementos representativos de su familia. Por medio de esta experiencia se logra contribuir a la construcción de la identidad familiar de los niños, quienes son capaces entonces de reconocer los elementos que forman parte de su historia, vida, cultura y familia.

El proyecto Soy Cultura incluye una muestra fotográfica con todos los retratos de los niños, la cual se presenta para ellos, sus padres y familiares. Finalizando la muestra fotográfica se hace entrega a cada familia de la fotografía de su hijo para que pueda ser llevada a casa y funja como un recordatorio dentro en sus hogares de la importancia de conocer e identificarse con su cultura.

Con este proyecto, los niños logran conocer de cerca la diversidad cultural presente dentro del espacio educativo, la importancia de valorar y sentir orgullo por la diversidad, así como de respetar las culturas diferentes a la suya. Por otro lado, los padres, al mismo tiempo involucrados, comparten experiencias con su familia para que sus hijos tengan un mayor manejo de información y logren sentirse identificados con ella, siendo capaces de conversar abiertamente con las personas que los rodean.

Para el diseño de las piezas gráficas involucradas en el proyecto se utilizó un estilo lleno de color, tramas y texturas típicas de las diversas regiones del Perú para reflejar la multiculturalidad. Mediante ilustraciones de personajes infantiles se proyecta un mensaje dinámico y vivo que acentúa el concepto de vivir, permitiendo que los niños se identifiquen con ellos. Por un lado, los colores hacen referencia a las regiones de costa, sierra y selva peruanas, mientras que, por otro, la tipografía empleada genera empatía, amistad, alegría y acercamiento con el público objetivo. La estética es lúdica y dinámica para generar un mayor acercamiento y aprendizaje (véase figura 5).

Fuente: Valenzuela, 2018.

Figura 5. Marca del proyecto. 

Retrato fotográfico para la herencia cultural

Existe una manera de perpetuar la memoria por medio de una imagen, de dar a conocer a futuras generaciones una herencia visual de sus antepasados, es ahí donde la fotografía toma un rol importante para la existencia humana. Para el presente proyecto, se realizó una serie de retratos fotográficos, debido al estrecho vínculo que el retrato tiene con el concepto de ser humano, como reflejo del contexto cultural en el que se desarrolla (Casajús, 2009). Por medio de él se crea un testimonio documental, que comunica más de lo que las personas están dispuestas a admitir.

Para el proyecto, las fotografías son tomadas a color con una cámara profesional digital. Son retratos en donde se encuentra el infante en plano medio, vista frontal y en donde tiene elementos representativos de su cultura o de su familia.

Cuando los niños acuden a la sesión fotográfica significa que ya participaron del taller y entienden el propósito de la toma de foto; sobre todo se cuenta ya con el conocimiento y consentimiento de los padres de familia. La sesión de fotos incluye conversar con el niño o la niña acerca de los elementos llevados para la foto, cuál es el significado de éstos, cómo se relacionan con su familia, si tienen alguna historia en particular, etcétera. Esto permite al fotógrafo conocer más de la persona a retratar, para guiarse y trabajar de la manera más adecuada, ya que no se trata sólo tomar una fotografía, sino de capturar la esencia, en la cual se transmita felicidad, aceptación, orgullo de lo que se lleva y de lo que significa pertenencia.

El proyecto en esta primera experiencia contó con la participación de 50 niños, cuyas edades están entre los 9 y 11 años, que cursan el cuarto grado de educación primaria de una escuela pública del distrito de San Juan de Lurigancho, en Lima. En la etapa de cierre se hizo una exhibición de todas las fotografías junto con los profesores, padres de familia y amigos, quienes resaltaron el valor y la importancia de compartir sus tradiciones y cultura de generación en generación.

Es así como se evidencia, según Vivanco (2016), que a través del diseño y la fotografía se pueden lograr transformaciones en la sociedad, despertar conciencia y evidenciar que estas acciones sí son efectivas si se desea ser un verdadero agente de cambio.

En la muestra se exhiben las fotografías de todos los niños con la finalidad de reconocer la multiculturalidad presente dentro del aula, generando identificación con su cultura, conociendo la cultura de sus compañeros y valorando la multiculturalidad presente en el Perú (véase figuras 6, 7, 8, 9 y 10).

Fuente:Valenzuela, 2018.

Figura 6. Retrato de niño. 

Fuente:Valenzuela, 2018.

Figura 7. Retrato de niño. 

Fuente:Valenzuela, 2018.

Figura 8. Retrato de niña. 

Fuente: Valenzuela, 2018.

Figura 9. Exhibición de retratos fotográficos. 

Fuente:Valenzuela, 2018.

Figura 10. Exhibición de retratos fotográficos. 

Análisis de los resultados

La metodología empleada para el proyecto permitió cumplir con el objetivo de que los niños pudiesen conversar con sus padres y conocer sus raíces y la procedencia de su familia; facilitando que los padres reflexionaran sobre lo importante que es conservar y transmitir las tradiciones y costumbres hacia sus hijos, como una actividad que puede ser cotidiana.

Cada etapa de implementación del proyecto fue importante para los estudiantes, pues se permitió contextualizar sobre la situación, generar curiosidad e incentivar a la búsqueda de respuestas por medio de sus familiares; así como también se permitió tener un cierre completo de la experiencia a través de la muestra fotográfica. De tal manera, se logró que los niños se involucraran y conocieran sobre su propia herencia cultural, así como también sobre las diversas culturas de las cuales sus compañeros son parte.

En la realización del proyecto se contó con la participación de 50 niños del cuarto grado de primaria de una escuela pública en el distrito de San Juan de Lurigancho, los cuales, por medio de una explicación con el uso de un tótem informativo, aprendieron sobre las culturas del Perú, las migraciones, las características de los migrantes y la importancia de valorar y sentirse orgullosos de su pasado, así como de valorar la diversidad; incluso descubrieron que ésta existía dentro de sus mismas familias. El aprendizaje fue efectivo, pues captó la atención de los participantes, quienes aprendieron sobre el tema de manera didáctica, reforzando e identificándose ellos mismos y a sus familias con los rasgos y características de las culturas explicadas.

Al mismo tiempo, los niños participaron en la realización de los retratos fotográficos con mucho entusiasmo, llevando los objetos y elementos solicitados para esta actividad, es decir, aquellos que eran representativos de su herencia cultural.

Como cierre del proyecto Soy Cultura, se exhibieron las 50 fotografías en una gran muestra con la participación de padres y abuelos, familiares, amigos y profesores; logrando un impacto positivo en la comunidad de esta escuela. Al finalizar la muestra se realizaron encuestas (75) y entrevistas (45) a diversos invitados, con el propósito de poder conocer el impacto positivo o negativo que tuvo el proyecto, si fue comprendido en su totalidad y si se había comprendido su importancia. Destaca que 100% manifestó que era una experiencia enriquecedora, beneficiosa para conocer las raíces familiares y, sobre todo, para sentir orgullo de quien se es.

Para mayor información sobre la implementación del proyecto, véase https://bit.ly/3cejgZP

Conclusiones y recomendaciones

El proyecto Soy Cultura, por medio del retrato fotográfico, logró que los niños participantes entre los 9 y 11 años despertaran su curiosidad, así como también la identificación de la necesidad de conocer sus orígenes y procedencia familiar, con el propósito de crear lazos emocionales con su herencia cultural. En el proceso de investigación e identificación del problema, una encuesta realizada a los estudiantes dio como resultado que 60% de la muestra desconocía sobre su cultura, procedencia familiar e historia. Después de la implementación del proyecto, por medio de encuestas y entrevistas, se determinó que 100% de los infantes conocieron sobre su herencia cultural, lo cual significó el éxito del proyecto.

Mediante el proyecto, los niños conocen sobre su propia cultura y diversidad, así como la importancia que tiene el saber sobre su procedencia. Conocer sus raíces les permite ser mejores seres humanos porque los ayuda a no tener vergüenza, sino más bien orgullo de ser quienes son, y esta actitud les permite fortalecer su autoestima y respeto a su familia.

Por medio de entrevistas y conversaciones con los padres de familia asistentes a la exposición fotográfica, se recibió la recomendación de ampliar el proyecto, no sólo a los niños de cuarto grado, sino a todos los estudiantes de educación primaria de esta escuela, porque consideraron que esta experiencia a ellos mismos le sirvió como herramienta de comunicación con sus hijos.

En ese sentido, los padres de familia reconocieron no haber tenido el tiempo o la oportunidad de hablar sobre estos temas con sus hijos hasta la realización del taller y la sesión fotográfica. Al escoger y seleccionar los elementos que usarían sus hijos para el retrato lograron establecer vínculos con la historia familiar y la herencia cultural, así como el desarrollo de su identidad familiar y personal. Con esto, pudieron reconocer la importancia y valor sobre cada elemento, logrando también fomentar la herencia cultural dentro de su cotidianidad. Así, consideraron al proyecto como un incentivo para poder lograr lo anterior.

Finalmente, los niños conocieron la diversidad existente y presente en su propia aula de clases, entendiendo que todos y cada uno de ellos merece el respeto de la sociedad donde se desarrollan.

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Recibido: 06 de Septiembre de 2022; Aprobado: 07 de Febrero de 2023

Nathaly Valenzuela Lozano:

Maestra en Diseño Gráfico, licenciada y bachiller en Arte y Diseño Empresarial por la Universidad San Ignacio de Loyola. Comunicadora visual, investigadora con experiencia en diseño editorial, ilustración, empaques e identidad corporativa. Ha desarrollado piezas gráficas para diversos públicos. Es directora de Búho Rojo, empresa de asesoría personalizada en diseño y comunicación, y desde el 2018 se dedica a la docencia universitaria. Sus investigaciones le permiten desarrollar proyectos de diseño y gestión cultural afirmando la búsqueda de la mejora de la calidad de vida a través del diseño.

Enrique Vargas Vivanco:

Egresado de la Universidad San Ignacio de Loyola en la carrera de Arte y Diseño Empresarial con mención en Fotografía y Gestión de Marca. Magister y licenciado en Diseño Gráfico Empresarial de la USIL. Docente universitario con cinco años de experiencia en la Universidad San Ignacio de Loyola.

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