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Anuario de letras. Lingüística y filología

On-line version ISSN 2448-8224Print version ISSN 2448-6418

Anu. let. lingüíst. filol. vol.6 n.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2018  Epub Dec 06, 2021

https://doi.org/10.19130/iifl.adel.6.1.2018.1482 

Artículos

La atenuación en justificaciones argumentativas en el corpus Monterrey-PRESEEA1

MITIGATION STRATEGIES ON ARGUMENTATIVE JUSTIFICATIONS IN CORPUS MONTERREY-PRESEEA

Lidia Rodríguez Alfanoa  *

aUniversidad Autónoma de Nuevo León, México lidiardza@yahoo.com.mx


Resumen:

Se reporta una investigación sobre las estrategias de atenuación empleadas en justificaciones argumentativas. La muestra es de 823 justificaciones atenuadas (82%) que aparecen en 996 argumentos emitidos por los informantes durante los primeros 30 minutos de las 108 entrevistas del corpus sociolingüístico Monterrey-PRESEEA, recolectado entre 2006 y 2010. El sustento teórico-metodológico corresponde a la propuesta de Rodríguez Alfano (2015) que articula las diferentes posturas filosóficas que apoyan sus estudios de argumentación, diálogo y cortesía.1 Con esta base, se definen los conceptos básicos y las dimensiones analíticas, además de describir la distribución sociolingüística del uso de la atenuación justificativa según las variables ‘sexo’,‘edad’ y ‘nivel de escolaridad’.

Palabras clave: justificación; atenuación; modalización; preconstruidos/topoi poder↔ideología↔discurso

ABSTRACT

Abstract: This article reports a research about mitigating strategies in argumentative justification. The sample consists of 823 mitigated justifications (82%) which appear in the total of 996 arguments produced by interviewed individuals during the first 30 minutes in the 108 sociolinguistic interviews of sociolinguistic corpus Monterrey-PRESEEA, collected from 2006 to 2010. The theoretic-methodological sustain corresponds to a proposal constructed by Rodríguez Alfano (2015) on articulating different philosophical and scientific postures for argumentation and politeness studies. On this basis, there are defined: Basic categories, analytic dimensions, methodological procedures and sociolinguistic distribution of attenuation devices according to ‘sex’,‘age’ and‘education’.

Keywords: justification; attenuation; modalization; procedures topoi power↔ideology↔discourse

Introducción

El presente artículo es parte de las investigaciones incorporadas al Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y América (PRESEEA) que dirige Francisco Moreno Fernández dentro de la ALFAL (Asociación de Lingüística y Filología de América Latina). Los equipos PRESEEA aplican enfoques lingüísticos, pragmáticos y discursivos con el fin de ofrecer resultados de estudios coordinados que permitan describir la variación sincrónica de la lengua española.

Desde el enfoque discursivo, el PRESEEA se ha propuesto el estudio de la atenuación entendida como estrategia mediante la cual, con diferentes fines, se mitiga o disminuye el alcance de las referencias. En Cestero y Rodríguez Alfano (2014) se propone que los estudios se realicen en una modalidad A, donde se aplica con exhaustividad la “ficha para codificación” (Albelda, Briz y Cestero, 2015);2 y en la modalidad B,3 basada en una propuesta donde se plantea el estudio del funcionamiento de la atenuación con base en modelos pragma-lingüísticos, pragma-dialógicos o pragma-discursivos, ya sea en una o varias dimensiones analíticas.

La propuesta para la modalidad B fue expuesta en el marco del XVII Congreso ALFAL, Universidad Federal da Paraíba, João Pessoa / PB-Brasil, el 14 de julio de 2014; publicada en 2015, en Lenguas en Contexto, revista electrónica de la BUAP, Puebla; y aplicada en el estudio de la atenuación en las justificaciones4 argumentativas emitidas por los hablantes de alto nivel educativo durante los primeros treinta minutos de su respectiva entrevista del corpus Monterrey-PRESEEA, publicado a finales de 2016.5 Para la participación en el XII Congreso Internacional de Lingüística General que tuvo lugar del 23 al 25 de mayo de 2016, en la Universidad de Alcalá de Henares, España, se amplió la muestra hasta comprender todo el corpus Monterrey-PRESEEA; y se examinó el funcionamiento de la atenuación en las justificaciones argumentativas emitidas durante los primeros treinta minutos de grabación por todos los informantes del corpus Monterrey-PRESEEA, grabado entre 2006 y 2010.6 Los resultados expuestos en ese evento académico forman parte de este artículo, cuyo propósito central es describir en profundidad los usos de la atenuación en la justificación de un punto de vista. Específicamente, se plantean los siguientes objetivos:

  1. Describir el funcionamiento de la atenuación en las dimensiones dialógica y discursiva.

  2. Clasificar las estrategias de atenuación en diversos tipos según el nivel lingüístico-discursivo donde se ubique su funcionamiento en las justificaciones argumentativas.

  3. Identificar las que se emplean con mayor frecuencia en la muestra examinada.

  4. Definir la variación sociolingüística de la atenuación mediante su co-relación con las variables: ‘sexo’, ‘edad’ y ‘educación’.

Estos objetivos se alcanzaron al analizar los primeros treinta minutos de grabación del corpus de El habla de Monterrey-PRESEEA, constituido por 108 entrevistas clasificadas en 9 grupos según las variables sociolingüísticas: (a) ‘Sexo’: 54 hombres y 54 mujeres; (b) ‘Edad’: nivel 1 (entre 20 y 34 años), nivel 2 (entre 35 y 54) y nivel 3 (de 55 años y más); y ‘Grado de escolaridad’: nivel 1, educación básica, primaria hasta secundaria incompleta; nivel 2, educación media, secundaria y/o preparatoria terminada, carrera técnica o licenciatura incompleta; y nivel 3, preparación universitaria, grado mínimo de licenciatura. En la primera fase del análisis se construyó la muestra de estudio, conformada por 698 justificaciones atenuadas, que corresponden al 82% de las 823 justificaciones introducidas en 996 argumentos producidos en los primeros treinta minutos de grabación de todas las entrevistas del corpus.

1. Definiciones operativas

Para los fines de esta investigación, se considera al discurso en toda su complejidad al definirlo como un producto de la creación humana resultante de prácticas de comunicación que se sujetan a múltiples controles. En su análisis se han articulado planteamientos y modelos que provienen de:

  1. la teoría de la enunciación, según la cual se toma en cuenta que:

  2. como propone Benveniste (1970; 1971; 1977), el discurso se entiende como resultado de la producción y recepción de enunciados en un acto de enunciación, esto es, en la interacción (en este caso, verbal) entre un yo y un que se comunican mutuamente con un propósito dado;

  3. la forma en que se expresa mediante signos lingüísticos que, además de su significado semántico, orientan hacia un sentido implícito que el emisor da por presupuesto y el receptor sobrentiende con base en un código cuyos contenidos socio-culturales son compartidos por ambos interlocutores (Ducrot, 1986; Kerbrat-Orecchioni, 1980); y

  4. la variación sincrónica y diacrónica resultante de las normas que rigen su uso (Coseriu, 1973).

  5. La pragma-lingüística que comprende la ilocutividad en los actos de habla (Austin, 1962; Searle, 1975; 1990); las máximas de conversación (Grice, 1989) que se ajustan al principio de relevancia (Sperber y Wilson, 1986); la co-construcción del sentido en el diálogo dado en condiciones de (a)simetría entre los participantes (Arundale, 1999; 2006; Koike, 2003, Rodríguez Alfano y Durboraw, 2003, Rodríguez Alfano, 2010); y las reglas de cortesía que se manifiestan en la mitigación de las referencias en cuidado de la imagen propia o del otro (Bravo, 1999; Briz, 2007; 2012; Rodríguez Alfano, 2009).

  6. La sociología (Bourdieu, 1985) y la semiótica de la cultura (Lotman, 1998) sobre la influencia de la cultura y la sociedad en los usos de la lengua y en las normas que lo rigen.

  7. Los estudios de la Escuela Francesa de Análisis del Discurso, EFAD (Foucault, 1987; Pêcheux, 1978) sobre la incidencia del poder y de la ideología en el discurso.

Las definiciones que, en el orden jerárquico, siguen al de ‘discurso’ son las de ‘argumentación’, ‘justificación argumentativa’ y ‘atenuación’.

1.1. Argumentación

Para definir ‘argumentación’ se aplican las propuestas de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1969), quienes revisaron la separación planteada por Aristóteles (1977) entre la ‘filosofía’ que, basada en la lógica silogística, se encargaría de develar la verdad; la dialéctica, que se apoya en el diálogo epistémico (cuyo modelo aparece en los Diálogos de Platón) a fin de conseguir la verosimilitud; y la retórica, que se propone lograr la credibilidad mediante estrategias de la doxa (opinión) encaminada hacia el consenso o convencimiento. Mientras la filosofía, según Aristóteles, se apoyaría en la exposición de premisas y conclusiones explícitas, tanto la dialéctica como la retórica explotarían los recursos de lo implícito al argumentar con base en entimemas (silogismos incompletos). A partir de la revisión de los planteamientos del estagirita, diversos autores propusieron que la lógica y la retórica que se emplea en la cotidianeidad se ubicara en el mismo nivel de abstracción; y también retomaron el concepto de los topoi, que comprende todos aquellos sucesos cuya causa es indefinida y que no se producen con un fin definido ni siempre, ni la mayoría de las veces, ni de modo regular”, por lo que se asignan al azar (y no a la naturaleza ni al hábito) (Aristóteles, 1990: 260-261). Así, en las opiniones y los juicios examinados, se entretejen topoi que no necesariamente remiten a la ‘verdad’ de lo argumentado.

Los planteamientos de la retórica neoaristotélica fueron retomados por Grize (1984) y otros estudiosos de la Escuela de Neuchâtel, Suiza. Plantearon la diferencia entre la lógica formal (que se utiliza en la ciencia, por ejemplo) y la lógica del discurso o ‘lógica natural’, con base en la cual se argumenta en las situaciones informales en las que se emplea una lengua natural (un idioma). Véase el siguiente ejemplo:

  1. el primer día nos subimos al turibús / que te lleva ahí por todos los sitios ésos ¿no? en el camioncillo ése / y yo / nos / pos sí nos costó caro como veintitrés euros no me acuerdo cuánto / duraba dos días / o sea te valía por dos días te podías bajar y / así / luego en otra parada te subías a otro / y así / y yo / pos sí nos subimos para ver / dónde estaba todo ¿no? para / yo más que nada para ubicarme / dije yo pos yo / porque a mí me gusta caminar / dije pero pos si no conozco / a dónde voy a andar caminando como loca ¿no? (HMP032).

La credibilidad (meta de la retórica) se asegura en esta argumentación cuando, en cuidado de la imagen propia y del otro, la informante justifica el pago de un servicio que juzga ‘caro’ (veintitrés euros) por ser ofrecido en un transporte que no lo amerita (el turibús, el camioncillo ése); entreteje varias explicaciones para aclarar que ese precio cubría el pago por dos días de subidas y bajadas en las distintas paradas del recorrido por la ciudad, y así ella consiguió orientarse y evitar una caminata sin rumbo; y emplea estrategias retóricas de atenuación: la pregunta de retroalimentación ¿no?, el deíctico en segunda persona (te podías/subías); la cita directa que acota lo dicho al ámbito personal (dije…); y la comparación (como loca).

1.2. Justificación argumentativa y atenuación

A fin de aclarar lo que para fines de este artículo se entiende por ‘justificación argumentativa’, se revisan propuestas de la Escuela de Neuchâtel. De acuerdo con éstas, el discurso en lógica natural comprende cuatro macro-operaciones: narración; descripción de objetos, lugares o procesos; demostración de lo que se considera “verdadero”; y argumentación. Al analizar esta última, se toma en cuenta que (lo mismo que las otras macro-operaciones de la lógica natural), se expresa en entimemas (y no en silogismos completos), ejemplo:

  1. como / (aquí) nada más vivimos yo / yo y mi papá / entonces yo me encargo / de comprar la despensa comprar la verdura / entonces / eso me ha servido / para hacer rendir el dinero (HMP031).

La estructura subyacente remite a dos entimemas (con partes no explícitas)

Entimema A:

1ª premisa (explícita): en esta casa hay sólo dos habitantes (el padre y la hija): (aquí) nada más vivimos yo / yo y mi papá /.

2ª premisa (implícita): uno de los habitantes (el padre) es anciano y/o tiene alguna discapacidad que le impida hacer las compras para el consumo doméstico.

Conclusión (explícita): en consecuencia, sólo uno de los habitantes (la hija = la hablante) puede responsabilizarse de hacer las compras para el gasto doméstico (entonces yo me encargo / de comprar la despensa comprar la verdura /).

Entimema B:

1ª premisa (implícita): la economía familiar requiere del control del gasto doméstico.

2ª premisa (implícita): la actividad de “hacer compras” posibilita el desarrollo de la capacidad personal para organizar el gasto familiar. Conclusión (explícita): el hecho de que una sola persona realice las compras trae por consecuencia una economía familiar sana (entonces / eso me ha servido / para hacer rendir el dinero).

Las macro-operaciones comprenden varias operaciones de la lógica natural, y en la muestra sometida a estudio se manifiestan las de cohesión/coherencia, modalización, anclaje y justificación. Las operaciones de anclaje se refieren a que, en toda emisión, lo dicho se “ancla” a una serie de convenciones que, de acuerdo con Grize (1984), pueden provenir de la lengua, la cultura o la ideología, por lo que se constituyen en preconstruidos lingüísticos, culturales o ideológicos. Retomando la propuesta de Rodríguez Alfano (2004), al profundizar en las operaciones de anclaje y modalización se admite la cercanía de los conceptos preconstruidos y topoi.

Por otra parte, las operaciones de la lógica natural se llevan a cabo mediante procedimientos lógico-discursivos que incluyen la analogía y la explicación, entre otros; y procedimientos retórico-lógicos que implican el logos, el ethos y el pathos, y se revelan en la intensificación y la atenuación, como se ilustra en la siguiente figura:

Figura 1 Atenuación, procedimiento lógico-retórico de la justificación argumentativa 

Como se observa en la figura 1, la atenuación (cuya aparición en justificaciones argumentativas constituye el objeto de estudio en la presente investigación) es el procedimiento retórico-lógico que, como se propone en la retórica neo-aristotélica y en la Escuela de Neuchâtel, se expone en lógica natural (la que corresponde al discurso en las lenguas naturales). En los siguientes argumentos, se atenúan preconstruidos culturales:

  1. E: Yo estudié… / este / Lingüística pero / con acentuación en Traducción

  2. I: ¡Ah! / qué interesante (E: Sí) A mí me gusta mucho / este / los idiomas (E: mjm) Sí / me gusta / bueno yo ya estudié Letras Españolas (E: ¡Ah!) Pero yo soy una apasionada del / del lenguaje de la / de la literatura / pero a mí me / me gusta lo […] / y ya / pero se me hace muy bonito eso / […]

  3. E: Así es / me decía que’s de Letras / usted

  4. I: Yo estudié Letras Españolas pero / uno estudia de toda la vida y luego / e / cumples años / muchos […] y ya pos lo que<[e]>studiaste ya se te olvidó <risas=”I”/> / pos con que / va uno ideando cosas muy locas <risas=”I”/> HMP105).

  5. (E: pero ¿nadie de tus amigos cocina?) I: <alargamiento/> / sí cocin/ de repente no siempre / cuando ya se hace algo más formal / pos ya / alguien cocina ¿verdá? (HMP028).

En (3), subyace un topos (lugar común) que viene de épocas previas en la historia de la cultura de Occidente, según el cual se supone la superioridad de los intelectuales (entre ellos, quienes se dedican a los estudios de la Literatura) respecto al resto de la población. A sabiendas de que este topos es compartido por su interlocutora (estudiante en el área de la Lingüística aplicada a la traducción del inglés), la informante atenúa su respuesta en referencia a sus estudios en Letras Españolas. Con este fin, realiza una práctica de la cortesía mexicana que implica el cuidado de la imagen del otro mediante la devaluación de la propia. Para no aparecer como “superior” a su interlocutora, intenta expresar su gusto por el estudio del lenguaje en general (A mí me gusta mucho / este / los idiomas […] Sí / me gusta) e introduce la adversativa pero’ para disminuir el valor a su referencia a la literatura, yo soy una apasionada del / del lenguaje de la / de la literatura / pero a mí me / me gusta lo / y ya / pero se me hace muy bonito eso ; y, en el siguiente turno, el uso de adversativas se complementa con la risa, recurso que le sirve a la hablante para restar méritos a su profesión con referencia a una supuesta locura que conllevan los estudios poco prácticos: Yo estudié Letras Españolas pero / uno estudia de toda la vida […] y ya pos lo que<[e]>studiaste ya se te olvidó <risas=”I”/> / pos con que / va uno ideando cosas muy locas. En (4), se revela un funcionamiento del machismo en México, que se manifiesta en un preconstruido ideológico7 acerca de que cocinar es actividad propia de las mujeres, excepto la preparación de la “carne asada” que (en Monterrey) es realizada por los hombres cuando hay invitados. La atenuación en este caso es expresada por la informante en respuesta a la pregunta de la entrevistadora sobre la posibilidad de que ninguno de los amigos varones cocine (E: pero ¿nadie de tus amigos cocina?), y consiste en la autocorrección que conduce a la disminución de la referencia del enunciado afirmativo (sí cocin-) mediante la acotación temporal (de repente no siempre).

2. Dimensiones analíticas en el estudio del funcionamiento de la atenuación

Para definir las dimensiones de este estudio, se parte del reconocimiento acerca de que en español no hay marcadores que sean exclusivamente atenuadores. Por ejemplo, se observa que, en la muestra estudiada, la partícula discursiva ‘bueno’, que los hablantes introducen al inicio de una de sus intervenciones en el diálogo, puede anteceder a un argumento (bueno…, pues…); una explicación complementaria a la justificación (bueno no pues…); una autocorrección explicativa (mucho antes / bueno antes…); un acto de ironía (bueno entre comillas porque…); (Rodríguez Alfano, Flores Treviño y Jiménez Martín, 2008). o una aclaración (bueno digo que…). Asimismo, los movimientos concesivo-opositivos en ocasiones minimizan la defensa de un punto de vista diferente al del interlocutor o al de alguien más a quien se refieren cuando emplean adversativas (sí… pero no...) y pueden anteceder a una aclaración (pero bueno / no pues…); una auto-corrección (creencias no pero costumbres); una acotación al ámbito de lo personal (pero desde mi punto de vista…); o bien a una generalización inferida a partir de un juicio sobre lo particular (digo… pero…).

Ante este reconocimiento, en Rodríguez Alfano (2015) se propone ubicar la atenuación en dimensiones donde la unidad de estudio considere la interacción dialógica y otros contextos pragma-discursivos.

2.1. Dimensión dialógica

La argumentación, lo mismo que toda producción discursiva, tiene que examinarse en su dimensión dialógica, donde se ha de tomar en cuenta la influencia del contexto en la situación específica donde el emisor la enuncia y su interlocutor la recibe. En las entrevistas sociolingüísticas, la situación implica una comunicación cara a cara, de modo que el emisor de mensajes verbales es, a la vez, receptor de mensajes no verbales; y en esa interacción concreta, ambos participantes tienen distinto propósito comunicativo (como propone Linell, 1998). El informante participa con el fin de colaborar en lo que se le ha pedido, una conversación sobre “cómo somos los regiomontanos, esto es, quienes nacimos en Monterrey o tenemos más de veinte años de vivir aquí”; en cambio, el entrevistador tiene como propósito la obtención de los materiales que se han planeado en el proyecto, en este caso, opiniones acerca de un tema dado que se fundamentan con justificaciones de lo hecho/dicho. El diferente propósito comunicativo de los participantes en el tipo de diálogo que caracteriza esta situación concreta influye en las argumentaciones del informante, quien intenta alinearse con el punto de vista que, según “intuye”, coincide con el de su interlocutor; por lo tanto, con frecuencia ocurre la co-construcción de las argumentaciones, como en el siguiente ejemplo, en el que ambos interlocutores hablan en forma simultánea y el Informante (I) repite en eco lo dicho por el Entrevistador (E):

  1. I: …nosotros generalmente no pasamos m- / cuaresma aquí / la / la semana santa / la pasamos en Zacatecas / por / por lo mismo que / mi mamá es de allá y nos encanta / ir / nos esos días a / a / a respirar un aire diferente / a descansar <simultáneo> a / relajarte </simultáneo>

  2. E: <simultáneo> Otro clima </simultáneo>

  3. I: Otro clima / y vivimos ahí también lo que es la<alargamiento/> / los días santos / participamos tam’ién en las procesiones / en las / en las este<alargamiento/> / en la mi<alargamiento/>sa / en la / en el baile tam’ién porque allá se acostumbra mucho el baile a media noche / después del / el sábado

  4. E: Ah

  5. I: Ya el domingo ¿verdad? / la mañana del domingo es el baile / y / todo / todo todo se<alargamiento/>

  6. E: Ahí toda la gente participa

  7. I: Todo el pueblo participa (HMP036).

La co-construcción dialógica es evidente en la repetición en eco de otro clima, y en la que no resulta del todo igual cuando, después de que E dice toda la gente participa, I hace variar sólo una unidad léxica, todo el pueblo participa. Además, el propósito de colaborar con su interlocutor lleva al informante a introducir recursos de la atenuación, como es el alargamiento de sonidos en la, este, se, y de intensificación mediante el alargamiento del sonido /i/ en misa (mi<alargamiento/>sa).

Al respecto, el análisis del empleo de recursos de atenuación arrojó el siguiente resultado de interés: contrariamente a lo esperado dadas las condiciones en que tiene lugar el diálogo, que sería un alto porcentaje de co-construcción, del total de 698 de las justificaciones atenuadas, 550, o sea el 78.80, no son co-construidas, mientras sólo 148, el 21.20%, lo son. Una posible explicación pudiera ser que, en el corpus estudiado, el intercambio comunicativo se da en una situación asimétrica en mayor o menor grado, según sea la edad y el grado de estudios alcanzado por el informante, quien está siendo entrevistado por un estudiante universitario; y, por otra parte, la invitación que se le hizo a I para participar en la charla fue planteada en términos de su cooperación en un estudio universitario, por lo que se esmera en el cuidado de su imagen al exponer las ideas.

2.2. Dimensión pragma-discursiva

El funcionamiento pragmático descrito por Briz (2007; 2012) fundamenta la distinción de dos empleos de la atenuación: en prácticas de la cortesía; y como estrategia retórica para conseguir algún otro fin; véase este ejemplo:

  1. (E: un problema / ¿y la gente que se va para Estados Unidos a trabajar?)

  2. I: Bue<alargamiento/>no / la gente que va para Estados Unidos / este / conozco mucha gente / e<alargamiento/> / amigos / vecinos / conocidos / este / familiares que / que van / buscando también / una mejor oportunidad de vida / pero / ¿qué puedo decirte? / no sé / los respeto y también los admiro porque no / no ha de ser nada / sencillo estar en un país donde / la mayoría no habla / el idioma y / s’enfrentan / muchas problemáticas (HMP036).

En (6) se presenta la atenuación cortés en la justificación argumentativa donde la informante mitiga la referencia que el entrevistador plantea como problema sobre la migración a Estados Unidos, y con este fin introduce distintos recursos: de evidencialidad, conozco mucha gente; prosódico, de alargamiento de sonidos; la pregunta retórica, ¿qué puedo decirte?; la evasión del compromiso alético-epistémico en la fórmula no sé, que precede a la emisión de fórmulas de modalidad apreciativa, los respeto, los admiro; y modalidades lógicas para justificar el juicio de valor, no ha de ser nada sencillo […] muchas problemáticas, con cuya enunciación asume lo argumentado.

El estudio profundo del funcionamiento de la atenuación en la muestra examinada evidenció la necesidad de ubicar este procedimiento retórico-lógico en niveles del discurso donde se tomaran en cuenta otras dimensiones analíticas. En una de éstas se considera la distinción entre lo enunciado en forma explícita y lo que corresponde a la interpretación del receptor con base en indicadores verbales, ejemplo:

  1. I: (E: ¿ha cambiado tu barrio?) sí sí ha cambiado sí sí ha cambiado / y a lo mejor mucho es también / es perspectiva de uno porque ya lo ves como adulto / también a lo mejor el cambio no es tanto pero el crecimiento tuyo lo hace ver más grande […] sí te das cuenta de más cosas que antes no te importaban tanto o que antes no veías ni siquiera te las imaginabas / comoquiera esa pérdida de la inocencia trae mucho / trae esos cambios más marcados (HMP027).

La emisión argumentativa de (7) se inicia con una afirmación explícita (sí sí ha cambiado), cuya referencia es explicada en un argumento sobre la dimensión del cambio, que resulta atenuada mediante el empleo de distintos recursos léxicos: el adverbio también, cuyo significado sistémico de adición remite (en el nivel de lo implícito) a un elemento añadido en la percepción del cambio; el adverbio modal dubitativo (a lo mejor); y los deícticos uno y que, en función de auto-referencia, acotan el argumento al ámbito de lo genérico (uno: ‘yo en representación de otros como yo’; y , en referencia a ‘tú + yo como representantes de otros como nosotras dos’). Con apoyo en estos procedimientos de atenuación: la informante reduce la dimensión del referente ‘cambio’ al tiempo que evidencia la subjetividad en su percepción al reiterar el modal dubitativo (a lo mejor) e introducir la adversativa pero que disminuye el alcance de la afirmación inicial (también a lo mejor el cambio no es tanto pero el crecimiento tuyo lo hace ver más grande) ; y, después de extender así la explicación, en el mismo turno de habla justifica todo lo dicho con un argumento sobre la diferente visión de la adultez respecto a la infancia, donde atenúa la referencia del cuantificador ‘mucho’ en una auto-corrección: trae mucho / trae esos cambios más marcados.

Este análisis del funcionamiento de la atenuación muestra que el empleo de elementos que indican su presencia en el discurso no se ubica en el sistema de la lengua, sino que constituye estrategias retórico-lógicas usadas por el informante cuando:

  1. en la dimensión lógico-retórica, la estructura subyacente del entimema que constituye la respuesta del informante HMP027 comprende dos premisas y una conclusión:

  2. Premisa 1: “en la infancia se desconocen cosas que ni siquiera te imaginabas

  3. Premisa 2: “la pérdida de la inocencia en la adultez cambia la percepción”

  4. Conclusión: “sí se percibe el cambio, aunque no sea en el barrio sino en nuestra perspectiva personal”;

  5. en la dimensión pragmática, en apego a una norma de cortesía, cuida la imagen del interlocutor y, en vez de contestar en forma directa, ofrece una respuesta en modalidad de duda (a lo mejor);

  6. en la dimensión retórica (entendida con Anscombre y Ducrot, como ‘retórica integrada’), la adversativa pero y el adverbio de modo (comoquiera) orientan la interpretación del receptor hacia la afirmación relativa a que el cambio dado en el barrio no es del todo real ( pero el crecimiento tuyo lo hace ver más grande.. .; comoquiera esa pérdida de la inocencia trae mucho / trae esos cambios más marcados ); y, en apoyo a la coherencia argumentativa, emplea el adverbio ‘también’ que adelanta la conclusión relativa a que “el cambio es producto de la perspectiva del adulto”; en la dimensión enunciativa, con el empleo de los deícticos genéricos uno y , se autodesigna representante de todo aquel que pudiera estar en la misma situación y, en cuidado de su imagen, realiza la evasión del compromiso modal alético-epistémico al no plantearlo desde el yo;

  7. en la dimensión de la lógica (entendida con Grize (1984) como lógica de las lenguas naturales, como lógica natural), la modalización de su discurso resulta completa-mente asumida en cuanto las evidencias en que apoya su argumentación contienen juicios evaluativos que acortan la distancia entre la hablante y sus enunciados.

La consideración de las diversas dimensiones analíticas de los estudios de la atenuación condujo a complementar la guía para la construcción de bases de datos que ofrece en el apartado de Atenuación_PRESEEA para los estudios en la modalidad A,8 con la propuesta para los estudios en la modalidad B, publicada en Rodríguez Alfano (2015).

3. Clasificación y análisis cuantitativo

Al aplicar la propuesta para la modalidad B de los estudios de la atenuación en corpus PRESEEA (Rodríguez Alfano, 2015) en la investigación sobre su aparición en justificaciones argumentativas, se decidió plantearla en su interfaz con uno de los procedimientos que Grize (1984), desde la perspectiva de la lógica natural, ubica en la operación discursiva denominada ‘modalización’.9 A partir de Aristóteles (1977), la modalización ha sido definida desde la lógica,10 la lingüística,11y los estudios de la enunciación. Entre quienes plantean indicadores de esta operación que coinciden con los que, en estudios recientes, se describen como atenuadores en español, se encuentran los siguientes autores (citados en Rodríguez Alfano, 2004):

  • Bally (1932), con su distinción entre modalidades de dictum (que modifican lo dicho) y modalidades de modus (que cambian la forma en que se expone la referencia).

  • Dubois et al. (1979), quienes definen la modalización como el proceso que muestra el grado de adhesión del hablante respecto a lo que enuncia, según el cual puede manifestar que está de acuerdo o en desacuerdo en mayor o menor grado con aquello que predica, y la entienden en su interdependencia con otros elementos básicos del proceso de enunciación, entre ellos la distancia, que, al acortarse, hace presente al emisor en lo que enuncia y, mediante su alargamiento, le permite evadir la responsabilidad sobre lo dicho;12 y la tensión creada en el receptor por enunciados que traducen la voluntad del emisor y se manifiestan en auxiliares como ‘querer’, ‘poder’, ‘hacer’, ‘deber’, que expresan la voluntad o el deseo de que otro(s) realice(n) algo y se usan en el futuro (habremos de…), en imperativo (tenemos que…), en subjuntivo (debiéramos…) o en modales del tipo hay que...

  • Meunier (1974), quien distingue entre: (a) modalidades de enunciación, que corres-ponden a una relación interpersonal entre el sujeto y su(s) interlocutor(es); (b) modalidades de enunciado, que indican la manera en que el emisor sitúa su proposición y a la vez comprenden dos subtipos, las modalidades lógicas que se relacionan con la verdad, falsedad, probabilidad, certidumbre, verosimilitud, etc. (no sé/estoy seguro…; quizá/tal vez…; podría ser…; si fuera/estuviera…; es (im)posible, poco/ muy probable…) o remiten al grado de particularidad o universalidad de los juicios indicada mediante cuantificadores (todos, algunos, varios, cualquier, cierto, etcétera, algunos, pocos todos/ ninguno…); y las modalidades apreciativas, que se revelan en el empleo de verbos de opinión (pienso que, se me hace que…), o en argumentos emocionales que se expresan en términos de lo bueno/malo, lo feliz/triste, lo útil/dañino, lo loable/deplorable, lo correcto/erróneo, lo injusto/justo o justificable, etc., e incluyen el empleo de diminutivos y despectivos…, entre otros recursos; y (c) modalidades de mensaje, que corresponden a la relación entre los elementos temáticos y predicativos del contenido que el emisor puede hacer variar, y comprenden: la diferenciación entre formas activas y pasivas, así como el énfasis en tematización y predicación.

Bajo estos criterios, las 5,891 estrategias atenuadoras que constituyen el total de las producidas por los informantes de la muestra analizada se reacomodaron según su dimensión analítica: (1) morfo-sintáctica; (2) paraverbal; (3) pragmático-discursiva; (4) lógico-modal; y (5) modal-discursiva, que comprende: indicadores lógico-modales que orientan a la interpretación de incertidumbre (yo creo que); de irrealidad/irrealización que incluyen los usos del condicional si, del subjuntivo y de los tiempos verbales del pospretérito y el futuro de conjetura; y de posibilidad/probabilidad/desconocimiento que, a su vez, incluyen a los que aluden al paso de la universalidad a la particularidad de los juicios donde se acota lo referido a un ámbito específico de lugar, tiempo o situación concreta; los indicadores modal-discursivos, entre los cuales se distinguen los de enunciación (correspondientes a todas las formas de apelación), los de enunciado, que a su vez comprenden dos subtipos, los léxico-semánticos (de selección léxica, opacidad o vaguedad/ambigüedad en el significado, imprecisión o aproximación en cuantificaciones, y expresiones en sentido figurado), y retórico-lógicos de evidencialidad, que se apoyan en preconstruidos, (im/des)personalizaciones, movimientos concesivos/opositivos, preterición, disyunción, citas en estilo directo, juicios apreciativos,13 preguntas retóricas, auto-corrección y reformulación.

Véase el reacomodo de indicadores de atenuación en la siguiente figura:

Figura 2 Clasificación de las estrategias de atenuación en cinco tipos de indicadores 

Con base en la clasificación descrita en esta figura, se identificó el uso más frecuente en cada uno de los cinco tipos de indicadores; y, enseguida, el que corresponde a sus respectivos subtipos, mediante un procedimiento metodológico cuyas fases se ilustran en referencia a los recursos de una de las dimensiones analíticas:

  1. De 1,178 casos de los indicadores lógico-modales, los que ocurren en un mayor número son de particularidad/universalidad (837) que acotan la justificación argumentativa a un ámbito específico, vs. aquellos que remiten a la irrealidad/irrealización de lo hecho/dicho (341).

  2. De los 837 de particularidad/universalidad, las acotaciones temporales (353) superaron en su aparición a 252 acotaciones al ámbito personal, 113 al lugar y 119 a la situación particular.

  3. De los 237 de irrealidad/irrealización, los más frecuentes fueron los condicionales (122), frente al futuro de conjetura (8), el pospretérito (26) y el subjuntivo (81).

Una metodología semejante se siguió en las otras cuatro dimensiones analíticas, y se llegó a los resultados numéricos que se sometieron posteriormente a su correlación con las variables sociolingüísticas básicas: ‘sexo’, ‘edad’ y ‘educación’.

4. Distribución sociolingüística de la atenuación en justificaciones argumentativas

Mediante la correlación de los indicadores de atenuación y las variables sociolingüísticas, se identificó su distribución en los grupos diferenciados de acuerdo con la caracterización sociodemográfica de los hablantes:

Según la variable sexo

Indicadores de atenuación 

hombres mujeres totales
Morfosintáctico-discursivos 565 483 1048
Paraverbales (risa)14 68 67 135
Pragmático-discursivos 79 40 119
Lógico-modales 801 543 1344
Modal-discursivos 1926 1319 3245

Además de la alta frecuencia de indicadores pragma-discursivos en las justificaciones emitidas por hombres, los datos de interés en la variable ‘sexo’ son: de los 353 casos de acotación a la particularidad en el tiempo, el uso preferencial corresponde al grupo de los hombres (205) versus el de las mujeres (148); de los 237 casos de atenuadores que indican irrealidad/irrealización, son más los usados por hombres (150) que por mujeres (87). No obstante, aunque pareciera que todos los tipos de indicadores de atenuación se ubican más en el discurso de los hombres que de las mujeres, la diferencia no es significativa, excepto en los pragma-discursivos (donde casi llega al doble). Esta estabilidad de su empleo es un punto a favor de la clasificación, que considera a los disfemismos como atenuadores al catalogarlos como formas del lenguaje coloquial; y el sesgo aparece en la categoría de los indicadores pragma-discursivos, donde el rompimiento del tabú (con el empleo de disfemismos), por parte de los hombres, hace la diferencia. En cambio, las mujeres usan más el procedimiento de exclusión de la locura, pues sólo uno ocurre en el discurso de un hombre, y 6, en el emitido por mujeres. Una hipótesis explicativa sería que esta sociedad valora menos los juicios emitidos por las mujeres. Prueba de esta minusvaloración es su autocrítica que las lleva a calificar sus determinaciones como caracterizadas por rasgos de ‘locura’: de los 6 casos, sólo uno se refiere a una locura distinta a la de la hablante (“si mi hijo no está loco”, Mujer 1-1).

Según la variable edad 

Indicadores de atenuación Edad 1 Edad 2 Edad 3 Totales
Morfosintáctico-discursivos 398 307 343 1048
Paraverbales (risa) 68 34 33 135
Pragmático-discursivos 54 26 39 119
Lógico-modales 502 415 427 1344
Modal-discursivos 1370 926 949 3245

Las observaciones al respecto son:

El grupo de mediana edad destaca por su poco empleo de indicadores de atenuación pragmático-discursivos y modal-discursivos. Una explicación podría ser el posible apego, de los hablantes de este grupo, a las formas más cercanas al sistema de la lengua.

En los 328 casos de acotación a la particularidad en el tiempo, no hay variación significativa según la variable ‘edad’ (valores de 118, 116 y 94, respectivamente para los niveles 1, 3 y 2); en cambio en los 122 casos de condicionales, el uso preferencial ocurre en los niveles 2 y 1 (con 91 y 82, respectivamente) versus en el nivel 3 (con 64).

Los hablantes del grupo de menor edad son quienes usan más el indicador paraverbal (risa), quizá porque también son quienes con mayor facilidad rompen el tabú (40%) al usar disfemismos, y con la risa se proponen conseguir la aceptación de su interlocutor. También destacan en su discurso los indicadores modal-discursivos en todos los recursos de las modalidades de enunciado (más de 40% en todas las formas estudiadas) y los marcadores de evidencialidad (46% del total).

Según el nivel de escolaridad 

Indicadores de atenuación grupo 1 grupo 2 grupo 3 totales
Morfosintáctico-discursivos 527 292 229 1048
Paraverbales (risa) 42 40 53 135
Pragmático-discursivos 34 48 37 119
Lógico-modales 493 522 329 1344
Modal-discursivos 1160 1145 940 3245

En esta variable se destacan los siguientes datos:

  1. Los indicadores de atenuación usados con mayor frecuencia en todos los grupos de educación son modal- discursivos; los hablantes del grupo 1 utilizan más los elementos morfosintácticos (50.29%); los del grupo 2, los indicadores de atenuación pragmático-discursivos que constituyen estrategias de cortesía que atenúan la introducción del humor en bromas y en la ironía, o bien manifiestan voluntad de verdad (57%); y todos los del grupo 3, hombres y mujeres de todos los rangos de edad, emplean la atenuación más para alcanzar fines relacionados con su proyecto comunicativo, que para seguir normas de la cortesía, mientras que utilizan en menor número que los otros dos grupos los indicadores de atenuación lógico-modales y modal-discursivos. Una hipótesis explicativa pudiera ser que el alto grado de escolaridad alcanzado les da autoridad en la exposición de las opiniones que justifican ante su entrevistador (quien es estudiante universitario).

  2. La acotación temporal ocurre en mayor número en el discurso de los grupos 1 y 2 (141 y 139, respectivamente) a diferencia del conformado por informantes que cuentan con grados de educación superior (sólo 73); y, de los 122 condicionales, el mayor número de casos se encuentra en el grupo 1 (104) frente a los grupos 2 y 3 (con 64 y 69, respectivamente).

En las gráficas siguientes se ilustran los resultados de la identificación de los cinco tipos de indicadores y los tres grupos diferenciados según el nivel de educación (grado de escolaridad) en su correlación con las variables ‘sexo’ (en la gráfica de la izquierda) y ‘edad’ (en la gráfica de la derecha). En la variación sociolingüística según el factor ‘sexo’, se destaca el grupo de los hombres del nivel 1 de educación, que supera a los demás en el empleo de todos los tipos de indicadores de atenuación; y, ya sin considerar la diferencia por el factor ‘sexo’, en el nivel 2 de edad de ese grupo 1 de educación, se ubica la cantidad más alta de todos los indicadores y, en especial, de los modal discursivos y lógico-modales. En cambio, en el uso de indicadores morfosintácticos (más cercanos al sistema) el mayor rango de empleo está en el nivel 1 de edad de todos los grupos de educación; y, en los usados en menor número, se nota cierto grado de homogeneidad en todos los niveles educativos:

La regularidad en el uso se explica porque la modificación de actos de habla como las bromas y la ironía, así como el rompimiento el tabú por emisión de disfemismos y la separación de la locura y de lo falso por voluntad de verdad (indicadores pragmático-lingüísticos de atenuación) son inseparables del humor y la risa atenuadora, único indicador paraverbal cuantificado.

Otros datos sobre los indicadores de atenuación en la justificación argumentativa muestran resultados que también son relevantes:

  • La variable ‘edad’ marca la diferencia en la introducción de la risa, ya que, del total de 135 argumentos en los que aparece este recurso paraverbal de la atenuación, el 50.37% fue emitido por hablantes del nivel 1 (jóvenes) a diferencia de los de los niveles 2 y 3 (25.19% y 24.44%, respectivamente).

  • La co-relación de las variables ‘sexo’ y ‘educación’ es relevante en la descripción de la variación sociolingüística de dos de las partículas sintáctico-discursivas (indicadores morfosintácticos de atenuación que marcan el inicio y el cierre de la justificación argumentativa o bien coordinan la introducción de explicaciones, relaciones causales, informaciones aclaratorias, etc.) usadas con mayor frecuencia, pues, con el 60.10% de su empleo, en justificaciones expuestas por hombres; y pero, con el 78.64% del total, en argumentos emitidos por informantes del nivel 1.

  • La co-relación de las tres variables (‘sexo’, ‘edad’ y ‘educación’) es significativa en el empleo de indicadores de los procedimientos de exclusión discursiva que se aplican por “voluntad de verdad” (Foucault, 1987) y son utilizados en forma preferencial por informantes hombres (33/78), del grupo 2 de educación (28/78), y del nivel 1 de edad (25/78).

  • También resulta importante la co-relación de las tres variables en el análisis del uso de partículas discursivas de reformulación que se utilizan para atenuar una justificación argumentativa, y de las cuales la más comúnmente utilizada es ‘o sea’. Frente a un 13% que corresponde a otras partículas (digo, bueno, pero, pues, más bien, este…), el ‘o sea’ se presenta en un 87% (216 justificaciones donde se incluye su empleo) del total de casos en que se marca la reformulación de lo dicho. En su distribución sociolingüística se observa un mayor contraste marcado por las variables ‘sexo’ y ‘educación’: su empleo en un 60.65% del total ocurre en el discurso de informantes hombres y en el grupo 1 de educación (desde primaria incompleta hasta secundaria terminada). Además, en cuanto al factor ‘edad’, es muy significativo que el 44.91% y el 35.65% de su introducción en las justificaciones se presente en los niveles 2 y 1, respectivamente, y sólo el 19.44% se ubique en el grupo de mayores de 55 años. Una explicación posible es que el uso de este reformulador discursivo empezaba a ser introducido en el habla de los adolescentes en 1985-1986 (por lo que su aparición es escasa en el primer corpus de El habla de Monterrey recogido en esos años); y, dado que los adolescentes de entonces conforman la generación del nivel 2 del corpus Monterrey-PRESEEA (grabado entre 2006 y 2010), en este grupo de hablantes aparece con mayor frecuencia que en el nivel de edad 3.

Consideraciones finales

Después de examinar en profundidad la muestra seleccionada, se ha llegado a las siguientes consideraciones:

  • En esta investigación se ha tomado en cuenta la tradición de los estudios de la argumentación desarrollada a partir de la retórica aristotélica y de la nueva retórica, así como de los estudios de la lógica natural. Desde esta última postura teórica, se ha definido la noción ‘justificación argumentativa’; el procedimiento racional de la explicación; y las estrategias de atenuación e intensificación en las que se apoya la justificación al tiempo de mostrar evidencias de lo dicho/hecho.

  • Al articular planteamientos que provienen de la lingüística, la pragmática y las propuestas sobre la enunciación, se infiere la pertinencia de considerar la dimensión dialógica del estudio. Esto es porque, en la interacción que tiene lugar en la situación comunicativa de las entrevistas sociolingüísticas, la participación de los interlocutores está muy marcada por la co-construcción del sentido, incluso en la atenuación/intensificación que modaliza las justificaciones argumentativas.

  • En el análisis de la atenuación (entendida como procedimiento de la lógica natural en el discurso) que aparece en las justificaciones argumentativas, ha sido de gran utilidad su articulación con el estudio de las modalidades. A partir de esta articulación, resultó una clasificación más puntual de las cinco categorías en que se agruparon los distintos indicadores de atenuación con sus respectivos tipos y sus recursos correspondientes.

  • La distinción de las funciones que cumple la atenuación cuando se relaciona con las normas de cortesía, o con el cuidado de la imagen del otro a diferencia del cuidado de la imagen propia, ha revelado que este procedimiento retórico de la persuasión sirve más al emisor en su propósito de alcanzar otros fines, con lo cual se reafirma lo propuesto por Briz (2007; 2012). No obstante, han de explorarse otras normas de la cortesía; por ejemplo, la que se relaciona con la acentuación (por parte de los interlocutores) de su conocimiento compartido.

  • Al ubicarse en una dimensión del discurso que incluye la consideración de las macro-operaciones de la lógica natural y la incidencia de los preconstruidos en su acercamiento con los topoi, la presente investigación se ha propuesto ofrecer datos que podrán ser comparados con los que se obtengan del estudio de la atenuación en justificaciones argumentativas producidas en los primeros treinta minutos de las entrevistas de otros corpus-PRESEEA; y, a la vez, contribuir en el perfeccionamiento de la metodología para el estudio de la atenuación en el habla oral.

Se deja para futuras investigaciones el análisis de la entonación, las partículas discursivas y las del control del contacto, recursos de la atenuación que, pese a ser de uso preferencial en el grupo de informantes del más alto nivel de edad, no modifican las justificaciones argumentativas, objeto de estudio en la presente investigación. Además:

  • en el enfoque cualitativo, la profundización en la interfaz de la atenuación con la evidencialidad y la ilocutividad, especialmente desde un enfoque basado en propuestas de la teoría de la enunciación referente a las modalidades alético-epistémicas; y la ampliación de la dimensión analítica en el nivel discursivo hasta comprender algunos planteamientos del Análisis Crítico del Discurso que consideran la cognición al lado de la relación del discurso con el poder y la ideología; y

  • en el enfoque cuantitativo, un conteo que ya no se base en la cantidad de casos en que aparecen los distintos indicadores de atenuación, sino en la cantidad de hablantes que los emiten. Con esta complementación metodológica, se podrán revisar resultados como el obtenido de la cuantificación del total de indicadores de atenuación en la cantidad global de justificaciones argumentativas. Al co-relacionar los usos de la atenuación y la variable ‘sexo’, se reportan datos referentes a que los hombres siempre superan a las mujeres en el empleo de todos los indicadores de atenuación; pero un conteo donde se tome en cuenta la cantidad de hablantes que emplea cada uno de los diversos tipos de indicadores con toda seguridad arrojará datos más precisos.

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1 El estudio de la argumentación publicado en Rodríguez Alfano (2004) se sustentó en propuestas de: Benveniste (1970; 1971; 1977), Ducrot (1986), Kerbrat-Orecchioni (1980), Coseriu (1973), Perelman y Olbrechts-Tyteca (1969), Grize (1984), Austin (1962), Searle (1975; 1990), Grice (1989), Sperber y Wilson (1986), Bourdieu (1985), Lotman (1998), Foucault (1987) y Pêcheux (1978), entre otros autores; y en los estudios del diálogo y la cortesía que se reportaron en Rodríguez Alfano (2005, 2009, 2010, 2012); Rodríguez Alfano y Durboraw (2003); y Rodríguez Alfano et al (2008), se retomaron concepciones de Arundale (1999, 2006), Koike (2003), Linell (1998), Bravo (1999) y Briz (2012).

2 PRESEEA_ATENUACIÓN. Guía de Estudios de la Atenuación en los corpus PRESEEA, en <www.preseea.linguas.net>.

3 Véase Cestero y Rodríguez Alfano (2014).

4 En los estudios de la modalidad A, la justificación es entendida como una forma de atenuar lo dicho/hecho; en cambio, en el presente estudio se concibe como una de las operaciones de la argumentación, y en su empleo se identifican distintas estrategias discursivas de atenuación.

5 Véase Rodríguez Alfano (2016). Disponible desde 5/9/2016, en <https://revistasfilologicas.unam.mx/anuarioletras/index.php/al/index>.

6 En 2010 se cerró laprimera etapa de recolección de corpus del PRESEEA, y, en un even- to académico organizado en Comillas, España, se reunieron los representantes de los 40 equipos de investigadores que conforman el PRESEEA con el fin de proponer estudios contrastivos en sendos corpus, todos recogidos en la primera década del siglo XXI.

7 Después de las propuestas de Aristóteles en su Retórica (donde define topoi, plural de topos, como “lugares comunes”, e identifica los que suelen introducir los oradores en sus discursos), Perelman y Olbrecht-Tyteca (1969), en su Nueva retórica, ampliaron esta noción al considerar los fines persuasivos que persigue el emisor mediante la introducción de un topos. Por su parte, Anscombre y Ducrot (1983) y Ducrot (1988a; 1988b) delimitan los elementos lingüísticos y los que provienen de la cultura en el uso de los topoi. Además, con base en Rodríguez Alfano (2004), se admite la cercanía de esta noción con respecto a los “preconstruidos” que, como plantea Grize (1984), pueden ser lingüísticos, culturales o ideológicos, según se resuelva su significación, atendiendo respectivamente: al sistema de la lengua, a lo establecido en las normas de la cultura, o bien a lo que, dentro de una postura ideológica, se considera como “verdadero” sin cuestionar su contenido.

8 Albelda, Briz y Cestero (2015) proponen que el estudio de la atenuación en los corpus PRESEEA se centre en la identificación de tres tipos de datos: los distintos indicadores de la atenuación que se clasifican en variables “dependientes” (que corresponden a la función de la atenuación) e “independientes” (que incluyen “procedimientos”, factores lingüísticos —y no lingüísticos— y “tácticas” lingüísticas y no lingüísticas); los factores estructurales implicados en la atenuación (po- sición discursiva del atenuante en el miembro discursivo al que afecta y tipología textual); y los factores enunciativos (contenido de lo dicho en el acto de habla en relación con las imágenes de las personas y fuerza ilocutiva del acto de habla). Y la correlación de cada uno de esos datos con factores situacionales, sociales y geográficos.

9 La modalización se entiende como la serie de marcas del emisor que se revelan en todo discurso.

10 Las modalidades aristotélicas comprenden tres tipos: las aléticas, relacionadas con la verdad; las epistémicas, con el conocimiento que se tiene de ella; y las deónticas, con lo obligatorio. A través de los siglos fueron aplicadas por los estudiosos de la lógica del pensamiento; y recientemente se unieron los dos primeros tipos en la con- sideración de las modalidades alético-epistémicas, y las deónticas se aplicaron a la referencia de la obligación entendida como el deber ser/hacer.

11 En la lingüística, Lyons (1983) fue de los primeros en aplicarlos al estudio del sistema de la lengua y los define como compromisos que el emisor adquiere precisamente con la verdad, su conocimiento y con el deber ser/hacer, respectivamente.

12 Su consideración conduce a Kerbrat-Orecchioni (1980) a establecer la tipología de discursos que sitúa en un continuum de la ‘subjetividad’ a la ‘objetividad’, y donde la distancia mínima es propia de un discurso totalmente asumido, en que el sujeto que enuncia es el mismo sujeto de lo enunciado, dado que habla desde la perspectiva de un ‘yo’ cuya referencia es él mismo; y la distancia máxima aparecería en un discurso no asumido, en que el sujeto presenta lo enunciado como parte de un mundo ajeno a sí mismo, como en las máximas o en el discurso didáctico.

13 Entre los que se incluyen los argumentos que Gilbert (1994) clasifica como ‘emo- cionales’, ‘viscerales’ y ‘kiscerales’.

Recibido: 17 de Mayo de 2017; Aprobado: 16 de Agosto de 2017

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Es profesora de tiempo completo y exclusivo e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Autónoma de Nuevo León donde imparte clases de Lingüística, Sociolingüística y Análisis del Discurso y dirige, desde 1996, del Proyecto sociolingüístico El habla de Monterrey. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de la SEP, nivel 2, y de la Academia Mexicana de las Ciencias, y coordina el proyecto Estudios del Diálogo en la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, y los Estudios de la Atenuación en el Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y América.

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