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Nueva revista de filología hispánica

On-line version ISSN 2448-6558Print version ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.64 n.2 Ciudad de México Jul./Dec. 2016

 

Reseñas

Juan Ruiz de Alarcón, La manganilla de Melilla

Leonor Fernández Guillermo* 

*Universidad Nacional Autónoma de México, México

Ruiz de Alarcón, Juan. La manganilla de Melilla. ., Rodríguez Valle, Nieves. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Ciudad Juárez: 2014. 191p. Obras dramáticas completas, , 12,


El proyecto emprendido por la UACJ para editar en una nueva colección las obras dramáticas de Juan Ruiz de Alarcón es, sin duda, un acierto mayor, pues desde el trabajo realizado en 1959 por don Agustín Millares Carlo, nadie más había vuelto a considerar la necesidad de una edición completa de las comedias del dramaturgo novohispano. En efecto, gracias a Millares Carlo y al Fondo de Cultura Económica, los interesados en el teatro alarconiano hemos tenido toda la obra del dramaturgo a nuestra disposición. Sin embargo, desde hace años echábamos en falta más ediciones modernas de las comedias de Alarcón, y no sólo para los investigadores especializados, sino también para los estudiantes y el público interesado en nuestros clásicos. ¿Cómo difundir esta literatura sin contar con ediciones anotadas, comentadas, contextualizadas para hacerlas comprensibles y amenas? La iniciativa de la entusiasta y experta en el teatro áureo Ysla Campbell, académica de la UACJ, estudiosa ella misma de la obra alarconiana y directora de la colección, ha comenzado a rendir frutos: a la fecha, siete obras han visto la luz, entre ellas, La manganilla de Melilla, cuya edición se reseña a continuación.

Tal vez esta comedia sea una de las menos conocidas de Juan Ruiz de Alarcón, pero sin duda, gracias a la presente publicación, la obra comenzará a leerse más. La edición, elaborada por Nieves Rodríguez Valle, especialista de El Colegio de México, ha venido a facilitar la lectura de La manganilla en virtud de las amplias explicaciones que ofrece y que adentran al lector en un universo verdaderamente fascinante: el de la cruzada que todavía en los siglos XVI y XVII mantenía España en el norte de África.

A la hora de redactar la Introducción Rodríguez Valle se ha apoyado en una bibliografía extensa, especializada y actualizada que incluye diversas historias de los árabes, del Islam, de los judíos, de la reconquista; historias de la literatura, en particular del teatro áureo, sin dejar de lado crónicas y biografías. Con este respaldo, ha elaborado doce apartados que, en conjunto, ofrecen un resumen completísimo del contexto histórico de la pieza dramática: “La taqiyya”; “La historia de la fortaleza de Melilla: sus personajes y su contexto”; “Pedro Venegas de Córdoba”; “El contexto norteafricano del siglo XVI”; “Cautivos, renegados y conversos”; “Los judíos”; “Moros y turcos: la tradición literaria”; “Los morabitos: magia o santidad”; “La fuente de Alarcón: el ataque del morabito a Melilla o la jornada del foso del Hornabeque”; “La taqiyya y la estructura de La manganilla de Melilla”; “Los personajes de Alarcón”; “Prodigios, portentos, milagros, maravillas, hechizos”. Dos apartados más dan cuenta de elementos textuales: “La espectacularidad” y la “Versificación”.

De la valiosa y abundante información histórica, cultural, geográfica y literaria, contenida en los apartados antes referidos, ofrezco a continuación un breve panorama. Las fuentes históricas de La manganilla de Melilla -representada, probablemente, en 1623- se remontan al suceso de Melilla de 1564, cuya crónica seguramente conoció Juan Ruiz de Alarcón. El autor ha superpuesto al hecho histórico el problema morisco de su propio tiempo, lo mismo que el descubrimiento, por parte de las autoridades españolas, de la taqiyya, es decir, la ley islámica que consistía en la autorización de mentir sobre asuntos de fe. La definición que la editora nos ofrece de este concepto resulta fundamental para entender el sentido de la obra: “prevención del Islam para salvaguardar la vida” (p. 9). Igualmente importante es advertir que lo que Alarcón pone en escena es “esta precaución y con ella la mentira que puede haber detrás de una conversión”, la cual es, a juicio de Nieves Rodríguez, el tema central o, al menos, el motor que impulsa la trama de La manganilla (p. 9), razón por la cual dedica todo un apartado a las implicaciones religiosas y políticas de la taqiyya en el asunto morisco. En el apartado “La taqiyya y la estructura de La manganilla de Melilla” (pp. 43-51), la editora señala cómo este procedimiento engañoso (justificado por el Islam) constituye el eje principal de la trama, influyendo a su vez en la historia de amor-desamor entre Alima y Vanegas.

En la Introducción, el aspecto histórico de la obra ha sido estudiado exhaustivamente. Los comentarios abarcan tanto los antecedentes de la fortaleza de Melilla, desde su fundación hasta el siglo XVII, como la convivencia entre los grupos formados por cautivos, renegados y conversos, sin dejar de lado a los judíos (pp. 19-24). Este panorama se ofrece con el fin de perfilar las características de los personajes que aparecen en la comedia (cristianos incluidos) y las razones que los mueven a actuar de determinada manera (pp. 51-52).

En los siglos XV y XVI, en torno a la frontera con Granada, se fue desarrollando una literatura expresiva de cierta “maurofilia”, que dio pie a un subgénero dramático conocido como comedia de moros o comedia de moros y cristianos; dentro de esta modalidad habrá que colocar aparte las obras teatrales cuya materia se denomina norteafricana, pues en ellas la trama no se desarrolla en la península, sino en África, y sobre todo en las grandes ciudades portuarias musulmanas (p. 26). La manganilla alarconiana es un ejemplo de este último grupo de obras, cuyas características son descritas en el apartado dedicado a la tradición literaria morisca, en la que Cervantes y Lope de Vega tanto destacaron.

Particularmente bien documentado me ha parecido el inciso relativo a los morabitos, hombres de religión que en el Magreb desarrollaron una forma de piedad popular, de la cual es ejemplo Amet Bichalín, el personaje alarconiano que no se contenta con ser un buen musulmán, sino que exige que los de su entorno también lo sean (p. 30). Como bien señala Nieves Rodríguez, las prácticas mágicas o de santidad del morabito provocan que los cristianos descalifiquen a los musulmanes, tildándolos de fanáticos y falsarios, y que por ello se ataque principalmente los fundamentos teológicos del Islam y los elementos de la vida cotidiana, sobre todo la religiosidad popular. La explicación del significado político y social de este personaje, además del religioso, sirve para poner en contexto la jornada del foso del Hornabeque o el ataque del morabito a Melilla, hecho dramatizado por Alarcón en La manganilla, y que aparece descrito en la crónica que Pedro Venegas de Córdoba dirige al duque de Medina Sidonia, Capitán General del Andalucía, el 23 de junio de 1564 (pp. 29-42).

Hacia el final de la introducción, dos incisos exponen aspectos textuales de la pieza dramática que nos ocupa: el relativo a la espectacularidad ofrece una interesante reflexión sobre los elementos que contribuirían al despliegue escénico durante la representación de la obra. La descripción de la tramoya utilizada permite al lector imaginar cómo los componentes técnicos y de decorado ayudarían al espectador a sumergirse en la acción que se desarrollaba en tierras del norte de África. El inciso relativo a la versificación aporta un cuadro completo de los metros empleados para la composición de la comedia, así como el porcentaje de cada forma métrica dentro del total de 2881 versos que constituyen la obra. El esquema métrico se acompaña de un pertinente comentario sobre la relación entre metro y contenido dramático y sobre la función principal de las variaciones, que consiste en indicar el cambio de espacio dramático.

El estudio introductorio de esta edición de La manganilla queda muy lejos de las presentaciones habituales en muchas ediciones de obras de teatro áureo, que suelen incluir los datos biográficos del autor, las líneas argumentales y algún comentario crítico sobre la pieza. Además de hacer una cuidadosa revisión de la edición princeps y de cotejarla con las de Juan Eugenio Hartzenbusch y de Agustín Millares Carlo, Rodríguez Valle ha llevado a cabo una verdadera y profunda investigación documental que proporciona un contexto completísimo, ampliado, además, con un aparato crítico que incorpora, en notas, una mayor cantidad de datos, abriendo así múltiples caminos hacia diversos campos de conocimiento.

Al asomarnos a la comedia misma, nos encontramos con un texto dramático limpio, bien dispuesto y con versos numerados, cuya ortografía modernizada y buena puntuación aseguran una lectura fácil y fluida. El exhaustivo aparato de notas a pie de página elimina cualquier obstáculo que pudiera dificultar la cabal comprensión de la obra, pues a cada paso hallamos numerosas explicaciones para cualquier duda que pueda surgir. La editora nos proporciona toda clase de notas explicativas: léxicas, contextuales, bíblicas, mitológicas, históricas, geográficas y relativas a otros textos de Alarcón. Así, el lector cuenta con información que le permite ubicar el espacio y el tiempo dramáticos en que se desarrolla la acción: “La acción en un campo cercano a Melilla poco antes del amanecer” (p. 65). Otras notas, además de indicar el punto geográfico, añaden datos históricos: “La obra sucede… en la musulmana ciudad de Búcar… Bucaría era una ciudad sagrada del Islam, fundada en 969…” (id.). Estas indicaciones permiten entender el sentido de ciertos versos, como “un Argel de albedríos: Argel metonimia por prisión…; así el rostro de Alima cautiva la voluntad de quienes la miran…” (p. 67), o de ciertos vocablos y giros del lenguaje que no resultan comprensibles para el hispanohablante actual, como “galga [por perro] denominación de desprecio que se utilizaba contra los moros” (p. 70). Y, en fin, la edición brinda una multitud de notas más: para referir los hechos históricos reales y compararlos o vincularlos con los dramatizados por Alarcón, para explicar el sentido que adquiere la mención de mitos y personajes mitológicos, así como para situar al lector dentro de la tradición literaria en que se mueve Ruiz de Alarcón cuando utiliza ciertos tópicos poéticos. Y dado que la editora ha propuesto que una lectura de la obra con base en la taqiyya permite captar un significado particular de la obra, nos indica, mediante una nota (p. 148), en qué momento empieza a desarrollarse este tema.

Sin duda, Nieves Rodríguez ha sabido aprovechar muy bien el trabajo de editores anteriores, pues la gran cantidad de información que ella misma ha recopilado, la ha enriquecido con los datos que otros críticos han aportado. Su edición moderna, además de ser clara, de estar bien cuidada y de contener notas y comentarios pertinentes, es un trabajo muy erudito, basado en una investigación amplia y minuciosa, que representa una importante aportación a los estudios sobre el teatro alarconiano y al campo de la literatura de tema morisco. Ágil, a la vez que rigurosa, esta edición convierte la lectura de la pieza alarconiana en un verdadero deleite.

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