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Nueva revista de filología hispánica

On-line version ISSN 2448-6558Print version ISSN 0185-0121

Nueva rev. filol. hisp. vol.64 n.2 Ciudad de México Jul./Dec. 2016

 

Reseñas

Claudia Carranza Vera y Mercedes Zavala Gómez del Campo (eds.), Temas y motivos de formas narrativas de la literatura tradicional de México

María José Rodilla* 

*Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México

Carranza Vera, Claudia; Zavala Gómez del Campo, Mercedes. Temas y motivos de formas narrativas de la literatura tradicional de México. El Colegio de San Luis, San Luis Potosí: 2014. 269p.


En forma de “figura muy blanca”, la Parca se presenta al enamorado y le concede unas horas de vida para que pueda visitar a su amada, quien, desde su ventana, tiende sus trenzas como escala, pero al subir se rasgan y cae muerto a los pies de la Parca. Con esta bella y patética imagen abre este prometedor volumen, en el que M. Teresa Ruiz analiza varios romances donde aparece la muerte humanizada como figura blanca, capaz de carcajearse, o como sombra negra que dialoga con el caballero; en el paso de la vida a la muerte intervienen seres sobrenaturales: Dios, la Virgen, el Diablo o los ángeles, quienes se disputan las almas; los héroes se enfrentan valientemente a la muerte o, como en La adúltera y Bernal Francés, el marido agraviado es quien ejecuta la muerte por honor.

La bella ilustración de Jiewsurreal sobre el día de muertos en la que un galán calaca arrodillado ofrece un ramo de flores a su novia calaca contextualiza esta obra, coordinada por Claudia Carranza y Mercedes Zavala, en la que destaca sobremanera el tema de la muerte en el Romancero y los motivos de la pistola, el testamento y el entierro en los corridos y otras formas narrativas de la literatura tradicional de México. La figura del diablo es tema de tres ensayos, y completan el elenco de este volumen los motivos de desaires, venganzas y asesinatos, todos ellos recogidos en crónicas, hagiografías novohispanas, corridos, romances y leyendas de la tradición actual mexicana, con versiones recopiladas en varios estados: Oaxaca, Michoacán, Tlaxcala, Puebla, San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Aguascalientes, Zacatecas, Coahuila, Guerrero, Morelos, Jalisco, Nuevo León.

Aurelio González trabaja tres romances recogidos en México que agrupa, por su estructura interna, entre los romances-cuento, basándose en la clasificación de Menéndez Pidal: el de la Adúltera, con versiones de Jalisco, Hidalgo, Veracruz y Nuevo León, en las que descubre dos secuencias de preguntas; la primera en relación con el retraso de la esposa en abrir la puerta y la pérdida de las llaves; y la segunda por los objetos del amante que descubre el marido y que suelen ser el sombrero, el jorongo y el caballo. Respecto al romance de Bernal francés, en la tradición mexicana, se desplaza “el foco de interés del marido burlado a la muerte de la esposa adúltera” (p. 35), además de aparecer en forma de corrido, con introducción, despedida y valoración normativa. Otro de los romances estudiados, el de Delgadina, es el que más versiones tiene en México y en América, no sólo en octosílabos, sino también en forma de corrido y en versiones prosificadas, lo cual confirma que se trata de un romance-cuento. En México, Óscar Chávez canta una hermosa versión con una Delgadina que se pasea por la plaza de Morelia después de misa, momento en que su padre se enamora de ella. El motivo de la exhibición de la dama en el paseo lo relaciona González con el viejo romance En las almenas de Toro, donde doña Elvira se luce a la vista del rey don Alfonso y del Cid. El romance de Bernal francés también es trabajado por Rodrigo Bazán, quien examina algunas versiones de Oaxaca, Guerrero y Zacatecas y su relación con versiones de Tetuán de Pajecito a la mar. Analiza la venganza en la tradición de México, así como el envío de los hijos a la abuela sin vergüenza, mientras que en la tradición peninsular sí supone la vergüenza para la familia de la adúltera. Respecto a los cierres en las versiones mexicanas, el narrador hace comentarios donde advierte a los hombres sobre las consecuencias de enamorar a casadas o previene a las mujeres sobre su posible muerte como castigo por adulterio. Por último, Bazán plantea interesantes cercanías con el corrido de Rosita Alvírez y con el tratamiento del pliego en historias de pasión y violencia.

De esta otra forma “épico-lírica-narrativa”, el corrido, se ocupa Raúl Eduardo González, quien analiza siete corridos de valientes de la Tierra Caliente michoacana, en los cuales el héroe aparece caracterizado, desde la perspectiva de la comunidad, como justiciero, valiente y discreto, aunque fuera de la ley. De hecho, no hay censura de las actividades lícitas o ilícitas del personaje, pero sí de su cobardía, corrupción o traición. La muerte pasa a un segundo plano y lo que se valora es el honor y la valentía. Entre los motivos que aparecen en estos corridos son recurrentes la presentación, ya sea ubicando geográficamente los hechos o refiriendo el lugar de origen del héroe y, en algunos casos, la ubicación temporal de los acontecimientos, la descripción del héroe o la presentación en su propia voz, como sucede en el corrido de Guadalupe Rayo. Otros motivos típicos son la pistola, el arma que aparece como extensión de su persona, el ataque a traición y la emboscada, que llevan al héroe a estar en desventaja frente a sus ejecutores, pero no a arredrarse ante la batalla. Motivos no tan recurrentes son el velorio y la venganza y, por último, la despedida, que se hace con una fórmula que anuncia el fin de la historia y en que suele aparecer la paloma o la palomita mensajera encargada de difundir el texto.

Estos personajes valientes fuera de la ley llaman también la atención de la investigadora Lucila Lobato Osorio, que estudia la manera de afrontar la muerte con valentía en los narcocorridos finiseculares testamentarios, cuyo antecedente se remonta a los bandoleros peninsulares dedicados al contrabando. Oímos a estos personajes de corrido disertar sobre la fugacidad de la vida, aunque con el afán de aprovecharla al máximo con música, mujeres y alcohol, y hablar de su propio fallecimiento sin temor y sin llevarse nada, pero dando instrucciones sobre cómo quieren que se realice su funeral; por ejemplo, piden que les canten en su entierro La barca de Guaymas o Un puño de tierra o que no lloren sus familiares y que haya mariachis y bandas, es decir, quieren morir como han vivido, alegres y mujeriegos; por eso, presumen hiperbólicamente de las mujeres que rodearán su féretro y, por último, aluden al lugar de su sepultura, la tierra donde nacieron, un cerro o un llano, y a los objetos con los que quieren ser enterrados, botellas de vino o la misma troca que los transportaba en sus actividades ilegales.

Los recursos que la paremiología presta a las formas narrativas noticiosas, como el corrido, son desarrollados por Nieves Rodríguez, quien analiza las marcas de oralidad que confieren autoridad: “dicen”, “cuentan”; los absolutos: “todos” o “toda la gente”, “nunca” y “siempre”; las fórmulas de preponderancia de un valor sobre otro: “más vale”, “mejor”. En los corridos son constantes las alusiones a refranes o a partes de un refrán que la comunidad comparte a manera de estrategias sentenciosas y argumentativas, pero es sobre todo en los cierres donde suelen aparecer. Rodríguez recalca la misoginia que recorre tanto los corridos como el refranero y otros géneros tradicionales en los que se inventan sentencias en contra de las mujeres, siguiendo la poética del refrán y quedando en la tradición avalados por la comunidad como si se tratara de refranes tradicionales: “Las mujeres son el diablo, / según lo tengo entendido, / y cuando quieren a otro hombre / hacen guaje a su marido”. Y para estar en la tónica del libro, se fija también en el tema de la muerte y la exaltación de la valentía, sobre todo en los corridos de narcotráfico, uno de cuyos ejemplos alude a una de las fugas del Chapo Guzmán.

Mercedes Zavala estudia el motivo del desaire femenino en romances, corridos, cuentos y leyendas. En el romance de La dama y el pastor es el hombre quien desaira los ofrecimientos de la dama, pero no tiene mayores consecuencias; en algunas versiones, los varones se arrepienten de haberla rechazado y, en otras, la dama puede enojarse, pero no reacciona violentamente al desaire del varón y, como mucho, le lanza una maldición, frecuente en versiones peninsulares y sefarditas. Unido al motivo del cortejo en las relaciones amorosas, el desaire genera otro motivo, el del castigo, que suele ser la muerte para la dama y el castigo civil o divino para el abusador. Al contrario que en los romances, donde la seducción suele ser secreta y en un lugar íntimo o alejado del hogar, en los corridos se da frente a la comunidad, en el baile, por ejemplo, con lo cual se menosprecia públicamente la honra del desairado: “la gente lo va a notar”. Por último, en los géneros tradicionales en prosa, aduce el ejemplo de Genoveva de Bravante que, al igual que en los casos citados, el desaire femenino provoca la ira del varón, pero se invierten los términos y, al final, el desairado muere a manos del marido. Otros casos recogidos por la misma investigadora, que además de configurar al personaje femenino generan otros motivos, muestran a una joven que desaira a un pretendiente por bailar con el diablo y muere quemada en los vertiginosos giros del baile.

Y hablando del diablo, se incluyen tres artículos con personajes sobrenaturales. Uno de ellos, a cargo de Claudia Carranza, trata sobre la lucha contra el diablo en algunos relatos orales. Si bien es un tema más propio de la hagiografía, en los cuentos y leyendas coexisten un diablo terrorífico, el Príncipe de la Tinieblas y un diablo ridículo y caricaturizado capaz de hacer reír. En las encarnizadas luchas contra el Maligno, personajes como Juan Pelos o Chico Miserias, de los cuentos que aduce la investigadora, usan como armas la brujería o bien acuden a los santos o muestran imágenes o símbolos religiosos, aunque también se valen de las herramientas asociadas a las torturas del infierno, como ganchos, tenazas o alicates de hierro, metal que “simboliza la fuerza dura, oscura, impúdica, diabólica” (p. 146). En otras ocasiones, se le vence gracias al ingenio en una serie de pruebas, retos o concursos. Con todos estos medios, el ser humano logra enfrentar el miedo a través de la risa o la ridiculización del Diablo. Otro artículo, de Martha Isabel Ramírez, explora las reencarnaciones del diablo seductor en un “señor”, un charro a caballo o un vendedor en cuentos y leyendas de Guanajuato y San Luis Potosí. Los tópicos que permiten identi­ ficarlo son la reaparición en Semana Santa, la falta de protección de un “santito” de la persona raptada, el olor a azufre, el tópico espacial de la cueva donde esconde y encanta a sus raptados y el del baile como espacio propicio para la seducción. Emparentada con los pactos diabólicos, Samia G. Badillo recoge una serie de narraciones sobre la figura del Tentzo, una sierra de la mixteca poblana, que se personifica para hacer pactos con la comunidad que le solicita favores, dinero o ganado “a cambio del alma de quienes hacen el pacto, pero también ofrece dones sin pedir nada en retribución” (p. 178), con lo cual se vuelve una entidad sobrenatural protectora, pero, en ocasiones, su figura es negativa y equiparable al diablo por cuanto cumplen las mismas funciones, aunque provengan de tradiciones distintas.

Dos ensayos incursionan en el ámbito prehispánico de la leyenda y la hagiografía, el primero de la investigadora de la Universidad Veracruzana, Donají Cuéllar, quien examina tres versiones de la leyenda de la princesa zapoteca Donají, hija de Cosijoeza, señor de Tehuantepec, y de la princesa mexica, Coyolicatzin, en el marco de las guerras entre zapotecos y mixtecos. En las tres versiones destaca el motivo del sacrificio de la princesa, ya sea por su pueblo o por el amor imposible de un extranjero, y el hallazgo prodigioso de un lirio morado enraizado en las sienes de la cabeza incorrupta de la heroína. Se trata de una leyenda prehispánica cristianizada y, al mismo tiempo, modelo de conducta para los oaxaqueños. El otro ensayo, a cargo de Araceli Campos, se remonta a los tiempos de la evangelización novohispana con una historia extraída de la obra de Motolinía sobre un niño tlaxcalteca, Cristóbal, hijo de un cacique, que sufre diversos tormentos de mano de su padre por propagar la fe, por luchar contra la idolatría y por instar a los vasallos de su padre a abandonar la embriaguez. Resiste todos los tormentos, cada uno más cruel que el anterior, hasta que muere por las quemaduras a las que fue sometido. Sus restos se encontraron incorruptos, lo cual, sumado al martirio, hace que este relato entre de lleno en los códigos hagiográficos.

De la lírica infantil se ocupa Roberto Rivelino García, quien analiza los recursos líricos que nutren la poesía narrativa de tradición infantil, tales como el estribillo, las repeticiones onomatopéyicas o las anáforas, el encadenamiento, el ritmo, la estructura melódica, etc., tomando como ejemplo diferentes versiones de la canción de Mambrú, recogidas por él mismo y por Mercedes Zavala en San Luis Potosí, Zacatecas y Nuevo León.

Cierra el volumen un interesante artículo de reflexión teórica de los formalistas rusos en el que se revisan los conceptos de motivo, tema, fábula, personaje, función, episodio, esferas de acción, etc., en aras de conformar un índice de motivos de la tradición oral en San Luis Potosí, cuyos textos fundadores, reconoce el director del proyecto y autor de este ensayo, Ramón Manuel Pérez Martínez, se deben a la investigadora, autora y coordinadora de este volumen, Mercedes Zavala.

Bienvenida sea esta nueva obra amena y, al mismo tiempo, rigurosa en el análisis de variantes, motivos y tópicos, que se suma a otras dos sobre tradición oral mexicana: Formas narrativas de la tradición oral de México: romance, corrido, décima, leyenda y cuento (El Colegio de San Luis, 2009), también coordinado por Mercedes Zavala, y Variación regional en la narrativa tradicional de México (El Colegio de México-El Colegio de San Luis, 2013), editado por Aurelio González, Nieves Rodríguez y Mercedes Zavala.

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