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Estudios de Asia y África

On-line version ISSN 2448-654XPrint version ISSN 0185-0164

Estud. Asia Áfr. vol.58 n.2 Ciudad de México May./Aug. 2023  Epub June 26, 2023

https://doi.org/10.24201/eaa.v58i2.2938 

Reseñas

John A. Marston. 2020. Budismo y sociedad en el Sureste de Asia. Ciudad de México: El Colegio de México. 231 pp. ISBN 9786075642185

Roberto Eduardo García Fernández1 
http://orcid.org/0000-0003-3203-9519

1El Colegio de México, A.C., México, regarcia@colmex.mx

Marston, John A.. 2020. Budismo y sociedad en el Sureste de Asia. Ciudad de México: El Colegio de México, 231p. ISBN: 9786075642185.


A menudo se piensa en el budismo como una tradición exclusivamente enfocada en el cultivo de la mente y en la obtención de una serenidad estable y un conocimiento liberador. Siguiendo esta tendencia exclusivista, muchos estudiosos han privilegiado temas de estudio como la meditación y la filosofía, que, por supuesto, son importantes y representan facetas centrales del budismo, pero que por sí mismos son incapaces de dar cuenta de su complejidad en sus múltiples dimensiones históricas, y que, en definitiva, son insuficientes para entender la forma en que el budismo existe, ante todo, como un fenómeno social, una pieza más de un entramado de factores políticos, económicos y religiosos que puede involucrar cuestiones tan diversas como las identidades étnicas, el colonialismo y el nacionalismo.

Un buen ejemplo de cómo se puede estudiar el budismo como un fenómeno social es el libro Budismo y sociedad en el Sureste de Asia, del antropólogo John Marston, investigador de El Colegio de México y especialista en el budismo de esa región, quien ha dedicado varias décadas al estudio del budismo camboyano en sus dimensiones antropológicas e históricas. En este libro, que podemos calificar como una contribución a la historia social del budismo en el Sureste de Asia, Marston aborda temas inesperados, como, por ejemplo, la relación del budismo con la construcción de identidades nacionalistas en países como Birmania y Tailandia; el interés en o la crítica del comunismo por parte de pensadores budistas de la región en la década de 1950, y la transnacionalización de formas de budismo regional.

Cabe decir que la obra de John Marston no es para nada sensacionalista y que su forma de aproximarse a estos fascinantes temas se basa en un trabajo riguroso que incluye herramientas antropológicas, etnográficas e historiográficas. También vale decir que Marston no es un recién llegado a estos temas. Ha venido publicando sobre budismo en Camboya y otras regiones del Sureste de Asia por lo menos desde la década de 1980, y ha sido editor de numerosas colecciones de ensayos sobre el mismo tema.

Budismo y sociedad en el Sureste de Asia es un libro modesto en su estructura. Se compone de una breve introducción y cinco capítulos, cada uno de los cuales puede leerse como una pieza independiente, pues aborda un tema distinto, pero articulado en torno a la línea temática general que constituye la relación de distintos sectores budistas con las entidades políticas y la transnacionalización del budismo. Debido al área de especialización de Marston, el budismo camboyano destaca como el gran protagonista; sin embargo, algunos capítulos son más ambiciosos en términos geográficos y proyectan el análisis también hacia otros tres países del Sureste de Asia: Tailandia, Birmania y Laos.

El primer capítulo, “El budismo y el Estado en el Sureste de Asia”, funciona como una muy buena contextualización de la trayectoria del budismo en la región, en especial en lo que concierne a la continua interacción entre budismo y entidades políticas desde aproximadamente el siglo XII hasta la fecha, y proporciona la información histórica necesaria para entender a cabalidad los cuatro capítulos restantes, que se enfocan en temas más específicos. Al mismo tiempo, se trata de una sección que puede leerse de forma completamente independiente y, en este caso, representa lo que hasta hoy quizá sea la mejor introducción en español a la historia social del budismo en el Sureste de Asia desde principios del segundo milenio a la fecha.

En los capítulos siguientes entramos ya en territorios más locales, tanto en lo temático como en lo geográfico, aunque es cierto que Marston se ha preocupado mucho por remarcar continuamente el carácter transnacional de fenómenos como la etnicidad, la educación y el monacato budista.

En el capítulo 2, “Religión y minorías étnicas en Camboya: un panorama general”, el autor da una visión de conjunto de las categorías étnicas presentes en ese país y de sus identidades religiosas, y destaca el papel del budismo en la conformación de una identidad nacional khmer durante el periodo colonial y después de él. Este capítulo me parece de gran importancia, en particular en el contexto actual en que, de unas décadas para acá, hemos visto surgir y prosperar tendencias extremistas en algunas comunidades budistas en otros países de la región, en especial en Tailandia y Birmania, así como en el sur de Asia, en Sri Lanka, donde este extremismo va comúnmente asociado a identidades étnicas mayoritarias y a una creciente hostilidad antimusulmana. Del estudio de Marston se desprende que el caso de Camboya es distinto, y que allí también hay tensiones étnicas, pero no fundamentadas necesariamente en una identidad nacional asociada al budismo.

El capítulo 3, “La Fundación Asia y los monjes camboya-nos que estudiaron en India”, nos introduce en un tema tan inesperado como políticamente incómodo. Marston escribe acerca de una organización fachada de la CIA (Central Intelligence Agency), la Fundación Asia, que fue usada durante las déca-das de 1950 y 1960 para promover la internacionalización del budismo como un medio para contrarrestar el avance del comunismo y la influencia china en el Sureste de Asia. En el caso de Camboya, la fundación patrocinó parte de los estudios que distintos monjes realizaron en India, sin que ellos conocieran sus vínculos con el centro norteamericano de inteligencia.

En el capítulo 4, “El restablecimiento del monacato camboyano”, el autor aborda las controversias sobre las ordenaciones monásticas consideradas como “irregulares” durante el terrible periodo del Khmer Rouge y un poco después, a finales de la década de 1970, y su posterior regulación y restablecimiento oficial en 1979. Marston demuestra que el tema de la ordenación, que parecería tener una naturaleza meramente religiosa -de competencia solamente para la comunidad monástica-, en realidad posee un fuerte componente político, pues en Camboya el Estado fue la entidad que la reguló y legitimó, y a su vez utilizó el poder simbólico de ésta para cimentar su propia legitimidad política.

Finalmente, en el capítulo 5, “La transnacionalización del mérito: comunidades diáspora, monjes estudiantes camboyanos, peregrinos y proyectos de construcción en el Sureste de Asia”, el autor estudia tres fenómenos recientes del budismo camboyano, a saber: el caso de los monjes camboyanos que van a estudiar a India y Sri Lanka; las peregrinaciones a India de laicos y monjes camboyanos, y la construcción de templos de estilo camboyano en India y Nepal, lugares asociados con la vida del Buda. En esta sección, Marston aborda de lleno el tema de la transnacionalización del budismo camboyano y muestra que, en buena medida, una parte importante de la identidad actual de este budismo se conforma en la intersección entre lo regional y lo global, entre lo nacional y lo transnacional.

Por separado, cada capítulo constituye un estudio completo y detallado sobre temas que, en su mayoría, hasta ahora han sido poco analizados. Tomados en conjunto, suman a la construcción de una narrativa sólida cuyo eje es el vínculo entre budismo y entidades políticas, y nos lleva desde una visión general, la historia del budismo en el Sureste de Asia, hacia temas específicos del budismo en Camboya, siempre destacando que éste se ha ido constituyendo y definiendo en épocas recientes gracias a una red de relaciones con otros budismos de Asia, así como con proyectos políticos de alcance internacional.

El libro cuenta con varias virtudes y está lleno de aciertos. Para empezar, abarca una muy amplia serie de temas, épocas y regiones, algo que requiere un conocimiento extenso, no sólo del budismo en el Sureste de Asia, sino también de las historias regionales y de las problemáticas específicas de las cuatro naciones abarcadas. Pero quizá lo más importante sea que lo hace de manera clara y sin presunciones. Ahora bien, a pesar de que los ensayos que componen el libro se sostienen en marcos teóricos complejos que incluyen, entre otros, teoría política, antropología, historia social y sociología de la religión, el resultado final es un trabajo que privilegia lo concreto, los ejemplos específicos y los casos detallados, y que, gracias a las múltiples entrevistas que Marston realizó como parte de su labor etnográfica, da voz a los protagonistas y a sus historias, especialmente a los miembros de la comunidad monástica.

Budismo y sociedad en el Sureste de Asia es una contribución importante al conocimiento del budismo en la región, pues, además de llenar un vacío en los estudios en lengua castellana, representa un trabajo de gran originalidad temática y calidad académica que, gracias a su estilo pulido y claro, enriquecerá la creciente conversación sobre las dimensiones históricas y sociales del budismo.

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