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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 n.2 Ciudad de México Oct./Dec. 2021  Epub Oct 18, 2021

https://doi.org/10.24201/hm.v71i2.3960 

Reseñas

Aimer Granados y Sebastián Rivera Mir (coords.), Prácticas editoriales y cultura impresa entre los intelectuales latinoamericanos en el siglo XX

Ezequiel Saferstein1 

1Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas/ CONICET

Granados, Aimer; Rivera Mir, Sebastián. Prácticas editoriales y cultura impresa entre los intelectuales latinoamericanos en el siglo XX. ,, Estado de México: El Colegio Mexiquense, Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, 2018. 284p. ISBN: 978-607-8509-41-6. ISBN: 978-607-28-1474-5.


En el campo de la historia intelectual, hasta hace algunas décadas, el vínculo entre los intelectuales y la esfera pública y política era abordado mediante análisis de las producciones discursivas de estos agentes, de las interpretaciones que distintas instancias y actores hacían de sus producciones legítimas y de discusiones que sus intervenciones promovían. El proceso caracterizado como un circuito que comienza desde un productor privilegiado de discursos y llega a sus lectores, frecuentemente no tenía en cuenta las instancias de mediación fundamentales para que ese circuito fuera posible y para que se valorizara en espacios de circulación y legitimación de ideas, como son las academias y las universidades. En este sentido, desde los años ochenta una serie de autores que el historiador estadounidense Anthony Grafton ubicó dentro de una corriente denominada “giro material”1 irrumpió en la historia intelectual para discutir con los representantes del “giro lingüístico”. Frente a los estudios que ubican a los textos casi como único insumo para el análisis de las ideas, autores como Chartier, Darnton y McKenzie evidenciaron la relevancia de las instancias materiales que hacen posible el proceso de circulación de las ideas. Sus trabajos estudian el lugar que ocupan los editores, aquellos agentes encargados de la materialización de los discursos de los intelectuales y autores en objetos culturales concretos (libros) y hacen posible su circulación en el espacio público, en las librerías, en las universidades, en la prensa y en el mercado.

La edición es fundamental para pensar la relación entre intelectuales, política y cultura impresa, en tanto el libro, la literatura y la edición son instancias mediadoras cardinales para pensar el surgimiento de corrientes, formaciones, grupos y figuras políticas e intelectuales. Este es el tema que ocupa al libro coordinado por Aimer Granados y Sebastián Rivera Mir. La publicación es el producto material de una discusión colectiva que comenzó en los últimos años, iniciada en el III Congreso de Historia Intelectual de América Latina. Esta corriente enmarca los trabajos escritos por historiadores en su mayoría, junto con especialistas en estudios literarios, en antropología y sociología de distintos países de América Latina: México, Chile, Colombia y Argentina. Los estudios sobre los espacios editoriales y sus vínculos con los intelectuales y la política se encuentran en línea con la consolidación de los estudios del libro y la edición en la región durante los últimos años. La transdisciplinariedad enriquece al campo y se refleja en un libro que abreva de distintas opciones metodológicas: estudio de trayectorias de editores y editoriales, estudios de catálogo, análisis del discurso y crítica literaria, estudios de caso y estudios del campo editorial como espacio de relaciones enmarcado en un contexto regional, entre otras estrategias. Esto dificulta el encasillamiento de Prácticas editoriales y cultura impresa dentro de una sola línea de trabajo, pero permite dar cuenta de un abanico de perspectivas productivas para un análisis que, en general, excede lo descriptivo y el caso particular, para aspirar a una mirada de conjunto, con preguntas (y algunas respuestas) generales que permiten proyectar un programa de trabajo a nivel regional.

El libro está dividido en tres grandes secciones que nuclean a los capítulos según el objeto con el que trabajan: la edición de libros, la literatura y las revistas. Los intelectuales protagonistas aparecen en el papel de formaciones, agrupamientos, miembros de partido, escritores, editores y colectivos editoriales. Lo que armoniza los capítulos y las secciones es la idea de que el mundo impreso tiene como uno de sus productos privilegiados al objeto libro, bien material y bien simbólico que funciona como una herramienta que los intelectuales emplearon históricamente para intervenir sobre la política y la cultura, sea desde la órbita de partidos políticos, revistas culturales, espacios de sociabilidad literaria, agrupamientos religiosos progresistas o las editoriales comerciales de izquierda.

Otra idea fuerte que engloba a los capítulos y es esencial para pensar la edición en América Latina es la incorporación de una perspectiva transnacional. La presencia fundamental de editores españoles en Argentina y México en la dinamización de sus industrias, los diálogos intelectuales y la circulación material de libros entre los países de América y España, la publicación en Europa de autores latinoamericanos, entre otros factores, llevan a que sea metodológicamente sesgado restringir los procesos editoriales latinoamericanos a espacios exclusivamente nacionales. La escala transnacional que recorre el libro -si bien algunos capítulos le otorgan una importancia subordinada al caso del análisis nacional- resulta una propuesta clave para la publicación e indispensable para el análisis de la producción, circulación y recepción de las ideas y de los libros en América Latina.

Los capítulos de la primera sección muestran que la dimensión transnacional fue un elemento que, además de ser central para la edición comercial, también lo fue para la edición de izquierdas. El capítulo del antropólogo argentino Gustavo Sorá plantea la cuestión de la escala como apuesta metodológica. Como algo que emerge en la mayoría de sus trabajos sobre traducción literaria y de ciencias sociales, sobre la circulación de ideas, editoriales y libros, y sobre las ferias del libro, en este caso Sorá estudia la trayectoria de Arnaldo Orfila Reynal, director de la “editorial de izquierdas” Siglo Veintiuno Editores, sus vínculos y tensiones con la filial argentina conducida por José Aricó, del grupo Pasado y Presente, y con la región latinoamericana en general. Sorá realiza el aporte más sociológico de este libro, al pensar una trayectoria editorial ejemplar, no desde un normativismo, sino como un estudio de habitus, posicionamientos, modos de ser y de estar en la política y en el mercado cultural. Frente a miradas que entronizan a un editor y ubican a una editorial como un todo coherente (sobre todo para el caso de editoriales y editores que tuvieron un peso específico en el mundo de la cultura y la política, como Siglo Veintiuno y Orfila), Sorá desnaturaliza a los “héroes de la edición” y realiza una sociología de los agentes, de sus diferencias y oposiciones; repone una mirada hacia el interior de la empresa, ilustra matices, desacuerdos y disputas en la organización del catálogo y en el complejo modo de producción y circulación. En definitiva, aporta claves para una sociología de las editoriales, entendidas como espacios en donde los editores son puntos nodales de un escenario más amplio. En este caso, Orfila, con su carisma, capital social, su experiencia en la política y como empresario socialista, debe ser pensado como inserto en una “red de interdependencias” que habilitan su centralidad.

El historiador Reyes retoma Siglo Veintiuno Argentina y propone un ejercicio comparativo con la mexicana Era. Resalta el peso que estas empresas tuvieron en la publicación de títulos, autores y temas vinculados con la nueva izquierda, es decir, con visiones del marxismo alternativas a la soviética, muy presentes en los años sesenta. Para Reyes, las editoriales pueden pensarse como “intermediarios político-culturales” en tanto hacen política por medio de sus publicaciones. Esta afirmación es demostrada mediante una historia de las editoriales y un análisis de sus catálogos, buscando coincidencias y singularidades en cuanto a temas y perspectivas, así como un diálogo político cultural fundamental para una década convulsa. Algo que tanto Sorá como Reyes destacan es que las publicaciones del grupo Pasado y Presente, patrocinadas por la “Siglo” argentina, ocasionaron tensiones entre Orfila y los gramscianos argentinos, como muestra de la relativa autonomía de las filiales y de la incapacidad de reducción de una empresa con relevancia cultural, comercial y política a un proyecto partidario.

En contraste, los trabajos de Rivera Mir y de Petra se posicionan sobre editoriales cuya orientación política fue más definida en cuanto a su vínculo con agrupamientos y partidos, aunque nuevamente sin desdeñar del todo su autonomía. En el caso de Rivera Mir, el trabajo sobre la sinuosa trayectoria política de Rodrigo García Treviño y su papel en la difusión del marxismo en Editorial América durante el cardenismo, muestra un trabajo de “operador partidista”, pero también un trabajo de editor activo, que interviene sobre los textos y paratextos en la búsqueda de intervenir en su recepción. El estudio sobre García Treviño permite pensar la confluencia entre editor, intelectual y político en una misma figura, cuya trayectoria presenta distintas modalidades y pesos de esa articulación, que reflejan momentos de auge y de declive. En el caso de Petra, el estudio de la editorial Problemas y de la figura de Carlos Dujovne es una muestra del amplio espectro de la vinculación del Partido Comunista con el mundo editorial. El caso es interesante porque muestra atisbos de autonomía y lugar para lo comercial en una editorial comunista, empresa cultural que convive con el esfuerzo propagandístico, pedagógico y verticalista que el comunismo tuvo en la formación de cuadros y adeptos. Petra centra a Problemas dentro de una “cultura comunista”, un clima que trasciende los límites de la organización partidaria para insertarse en un contexto de época, un espacio de sociabilidades fundamental del siglo XX.

Sin dejar de lado la política, la segunda sección se inmiscuye en el mundo de la literatura y la relevancia de la mediación editorial para actores centrales en sus respectivos campos literarios nacionales y a nivel regional: Rufino Blanco Fombona, Alfonso Reyes, Ángel Rama y Rafael Gutiérrez Girardot. El capítulo de León Olivares estudia la editorial española América y el papel del venezolano Blanco Fombona en su colección de autores latinoamericanos. A través de una red intelectual transnacional, de la que el autor y editor fue punto nodal, la empresa ofició de plataforma latinoamericanista y de “banquero simbólico”2 para el reconocimiento y consagración de autores de la región a nivel internacional, como Manuel Ugarte, Rubén Darío y José Enrique Rodó, entre otros. En un sentido similar, en el marco de su investigación a gran escala sobre la trayectoria intelectual de Alfonso Reyes, Granados se centra esta vez sobre los vínculos entre el escritor y la edición en las primeras décadas del siglo XX para definirlo como un activo “‘bibliófilo-erudito-editor’ con alguna preocupación comercial”, pero con un fuerte compromiso con el cuidado de las ediciones.

Por medio del análisis del intercambio epistolar entre el agente editorial y el prologuista, Zuloga Quintero reconstruye una edición de La utopía de América, de Pedro Henríquez Ureña, publicada por la Biblioteca Ayacucho en 1979. Como un acercamiento al “detrás de la escena” de la obra del consagrado autor dominicano, el artículo muestra la relevancia de la instancia editorial como posibilidad de un texto, como impronta sobre una obra y sobre un autor, que se verá enriquecido (o desfavorecido) por el sello y el modo en que se publica.

La última sección está dedicada a la edición de revistas culturales. El trabajo de Murillo sobre las revistas gráficas Noticias Gráficas, de Chile, y Éxito Gráfico, de Argentina, y sus tipógrafos, representa una erudita reconstrucción historiográfica de casos frecuentemente relegados en este tipo de estudios más abocados a las revistas intelectuales más reconocidas. Constituye un aporte importante a la historia de las izquierdas de la región, al dar cuenta de la experiencia de politización transnacional de los trabajadores gráficos asociados a esas publicaciones, las que, por consiguiente, pueden ser entendidas como espacios de sociabilidad editorial, intelectual y política. En contraste, el trabajo de Darrigrandi y Viu combina un análisis textual de las editoriales programáticas de las chilenas Claridad, Índice y Babel, así como de aspectos extratextuales, como los vínculos intelectuales que las revistas establecieron con sus pares en la región. Por último, el trabajo de Gaona estudia las prácticas editoriales de los evangélicos a partir de las redes transnacionales y nacionales de la prensa evangélica en Colombia. El vínculo entre evangelismo progresista y política analizado a partir de los intercambios regionales entre las publicaciones impresas de esta comunidad durante la primera mitad del siglo XX, puede ser un interesante punto de partida para pensar este cruce entre religión y política en la actualidad.

Si del siglo XX se trata, no hay dudas de que la cultura impresa, los libros y otro tipo de soporte, como las publicaciones periódicas, son una parte insoslayable de la cultura política e intelectual de las sociedades a nivel global. El libro acompaña esta hipótesis, al caracterizar cómo la actividad editorial propició espacios de sociabilidad para que distintos grupos políticos e intelectuales surgieran, se expandieran y encontraron un medio para difundir sus ideas, sobre todo en el espacio de las izquierdas. Los productos impresos operaron históricamente como instrumentos de “intervención y difusión de ideas, valores, sensibilidades”,3 al tiempo que reforzaron y armonizaron los lazos de las formaciones que los producían. En esto, la clave transnacional que este libro introduce y sostiene, es una de las líneas de trabajo a reforzar para comprender de manera más general los vínculos entre edición, cultura y política en América Latina.

1Anthony Grafton, “La historia de las ideas. Preceptos y prácticas, 1950-2000 y más allá”, en Prismas, 11 (2007), pp. 123-148.

2Pierre Bourdieu, “La producción de la creencia. Contribución a una economía de los bienes simbólicos”, en El sentido social del gusto, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2010, pp. 153-230.

3Martín Ribadero, “La batalla del libro: edición y política en las izquierdas argentinas del siglo XX”, en Anuario IEHS, 33 (2018), pp. 61-77.

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