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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.68 n.1 Ciudad de México Jul./Sep. 2018

https://doi.org/10.24201/hm.v68i1.3653 

Reseñas

Sobre Maria-Aparecida Lopes y María Cecilia Zuleta, Mercados en común. Estudios sobre las conexiones transnacionales y diplomacia en las Américas (siglos XIX y XX)

Mario Rapoport1 

1Universidad de Buenos Aires

Lopes, Maria-Aparecida; Zuleta, María Cecilia. Mercados en común. Estudios sobre conexiones transnacionales, negocios y diplomacia en las Américas (siglos XIX y XX). México: El Colegio de México, 2016. 698p. ISBN: 978-607-462-947-7.


El trabajo de Maria-Aparecida Lopes y María Cecilia Zuleta es un punto de convergencia. Es una compilación de estudios que versan sobre las relaciones económicas e internacionales de América desde diversos puntos de vista pero que, a diferencia de otros trabajos de este tipo, ha logrado un acabado entramado entre los artículos y secciones que presenta, alrededor de una profunda mirada metodológica y teórica que hace hincapié en el enfoque histórico, la interdisciplinariedad y el concepto de transnacionalidad.

Está constituido por 14 artículos organizados en dos secciones, una referida específicamente a los mercados americanos, los flujos comerciales y las cuestiones económicas de los siglos XIX y XX; y otra que tiene como centro las relaciones diplomáticas y los conflictos entre actores de los sistemas nacionales e internacional. En este sentido, el libro puede inscribirse perfectamente en el área de los estudios tanto de historia económica como de historia de las relaciones internacionales, aspectos que en nuestra América están profundamente relacionados. Se evidencia un gran trabajo de las autoras en el entretejido de las temáticas, lo que hace muy interesante al libro en general.

Hacer historia de las relaciones internacionales supone plantearse, de modo cada vez más consciente y preciso, diversas preguntas sobre el objeto de estudio, obligándonos a reflexionar sobre sus métodos y las categorías y conceptos que utiliza. Esto constituye una condición esencial para el desarrollo de una disciplina, que va alcanzando madurez, tanto en la pertinencia de su campo específico, las relaciones internacionales, como en su relación con la historiografía general. En verdad, más que una disciplina es sobre todo un área interdisciplinaria donde confluyen la diplomacia, la economía, la geografía, la demografía, las ciencias políticas y sociales, el estudio de las instituciones, el análisis comparado y, en la medida en que existen mediciones cuantitativas, estadísticas y documentación numérica, dentro de contextos históricos, que evolucionan en el corto y el largo plazo y constituyen su campo específico. En este sentido, a lo largo de los capítulos de este libro se puede evidenciar la relevancia de las relaciones internacionales para comprender la complejidad de procesos internos económicos, políticos y sociales. Es el caso de, por ejemplo, los trabajos de Paolo Riguzzi, “Política monetaria y diplomacia de la plata en el New Deal. Estados Unidos, China y México, 1933-1940”; Stefano Tijerina, “De mar can do una estrategia latinoamericana: las iniciativas del sector privado canadiense en Colombia, 1905-1953”; Julio E. Moreno, “Sears como agente de la diplomacia comercial en Latinoamérica”; María Cecilia Míguez y Leandro Morgenfeld, “Contratos petroleros, intervención estatal y Santo Domingo: tres puntos álgidos en las relaciones Argentina-Estados Unidos (1963-1966)”; y María Cecilia Zuleta, “América Austral ante la expropiación petrolera mexicana: negociaciones e intereses (1938-1940)”.

En todos ellos se comprueba, a partir de un exhaustivo análisis de fuentes variadas y de la bibliografía existente, la compleja vinculación entre variables que explican determinado fenómeno económico e internacional, y que excede ampliamente las especificidades disciplinarias. Es por esa razón que las hipótesis que orientan y guían los artículos son, por lo menos, interesantes, y en su mayoría muy convocantes y sugerentes.

Vivimos hoy en un mundo más interconectado que nunca, con continuas innovaciones tecnológicas y científicas difundidas en él, pero sujeto, a la vez, a la recurrencia de inciertos avances económicos y profundas crisis. Un mundo en el cual se asiste a una creciente polarización económica y social de riqueza y pobreza (entre regiones y países y en el interior de unas y otros); a conflictos internacionales y guerras de distinto tipo; a procesos simultáneos de homogeneización y contrastes en los modos de vivir y percibir el mundo; a la persistencia de superpotencias, imperialismos y desigualdades notorias en el poder interna cional; a violaciones frecuentes de derechos humanos, soberanos o jurídicos; al debilitamiento de organismos internacionales y al paralelo surgimiento y conformación de bloques e instituciones regionales; a una explotación cada vez más imprudente de los recursos naturales, y a amenazas ecológicas que ponen en cuestión la supervivencia futura del planeta; a grandes desplazamientos de población y migraciones entre países, en gran parte clandestinas; a la aparición y predominio de ideologías simplistas o fundamentalistas, económicas, políticas o religiosas; al aumento del terrorismo y de diversos tipos de organizaciones criminales.

Al mismo tiempo, se observan una gran diversidad de procesos culturales y movimientos populares que, además de otros cauces ya conocidos, aprovechan las nuevas tecnologías de la comunicación y la informática y las redes sociales para poder manifestar nuevas ideas y potenciar sus opiniones con esta realidad que a menudo asfixia y abruma, en la que el subconsumo de la mayoría de la población no depende del insuficiente progreso técnico sino de la distribución desigual de las riquezas. Se asiste, también, a una crisis mundial, que es el resultado del predominio de las finanzas y de la especulación por sobre las actividades productivas en la búsqueda quimérica de una rentabilidad financiera que cubra la caída de la rentabilidad en el mundo real, en particular en los países centrales, endeudando a Estados e individuos, siendo los responsables de esta situación un sistema bancario y financiero desregulado, el primero en ser socorrido por los gobiernos mientras predominan recetas económicas de ajuste que profundizan la recesión. Es lo que algunos llaman más claramente la “gran regresión” y otros el retorno a una nueva “gran depresión”. No es un juego de suma cero: en gran parte del mundo se agudizan las diferencias económicas y se anulan conquistas sociales que el hombre tardó mucho tiempo en conseguir.

En la comprensión de estos fenómenos, viejos y nuevos, una adquisición fundamental de nuestra disciplina en su proceso de constitución contemporánea ha sido la indagación y la reflexión histórica de las “fuerzas profundas” que subyacen en el sistema internacional: el análisis de estructuras y tendencias, de procesos masivos y colectivos sociales, económicos y políticos a escala internacional. El puente del pasado al presente y viceversa es un ejercicio prácticamente obligatorio para quienes abordan el análisis de los procesos históricos.

Un hallazgo de este libro es, tal como lo afirman las autoras en el comienzo, desplegar el análisis de la economía y de las relaciones internacionales de los siglos XIX y XX en estudios de casos específicos que confluyen en el concepto de transnacionalidad. Todos los trabajos dan cuenta de un enfoque que supera las divisiones disciplinarias simplistas y se centra en la articulación y entrecruzamiento de las economías y de los países, abriendo posibilidades metodológicas que buscan abordar los flujos y el movimiento, y la importancia de los vínculos en la conformación de determinados procesos económicos en el ámbito local y global. Esto permite tejer esos puentes entre esas historias pasadas y nuestra actualidad.

Ese análisis de las condiciones internacionales y fuerzas subyacentes se combina con la dimensión coyuntural, determinada por acciones subjetivas, el desempeño de dirigentes y de gobiernos, que modifican o profundizan las tendencias estructurales de largo plazo revelando o creando otras nuevas. Acciones que se vinculan, sobre todo, con los procesos de toma de decisión en las políticas externas de los Estados nacionales. Y no sólo con ellos, sino también con la conducta de la multiplicidad de otros agentes que operan en las relaciones internacionales, tanto nacionales como trasnacionales: organismos financieros supranacionales, organizaciones no gubernamentales, instituciones regionales, empresas multinacionales, organizaciones terroristas o criminales, etcétera.

Es el caso, entre otros, del capítulo de Maria-Aparecida Lopes, “Carne para ‘las masas hambrientas’. Interconexiones del comercio de ganado vacuno en el Atlántico Norte, 1884-1914”; el de Isabel Avella Alaminos, “El Tratado comercial de 1942 entre México y Estados Unidos y el flujo comercial bilateral (1943-1950)”; el de Marc Badia-Miró, Anna Carreras-Marín y Agustina Rayes, “La diversificación del comercio de exportación latinoamericano, 1870-1913. Los casos de Argentina, Chile y Perú”, y el de Octavio Herrera Pérez, “La fiebre aftosa en México y la disputa por el control sanitario y el mercado del ganado entre Estados Unidos y América Latina en los años de la posguerra mundial”.

Por otra parte, la naturaleza de las relaciones internacionales, del sistema interestatal, de las naciones y de los Estados, adquiere también características específicas que aparecen resaltadas en los distintos trabajos de este libro. En especial, pensando en la especificidad de nuestra América Latina, en su historia colonial, en la formación particular de sus naciones, en el modo de inserción de cada una de ellas en la economía y la política mundiales, en sus relaciones mutuas y con las grandes potencias, que distinguen su objeto de estudio del de otros continentes o regiones. Todo ello implica dar un significado propio a cada una de las categorías y conceptos con que estudiamos la región.

A contramano de la a menudo utilización de conceptos de otras disciplinas en forma deshistorizada, el libro en su conjunto muestra especial interés en comprender el entramado existente entre la economía, los flujos de bienes, la política y la diplomacia como espacio de negociación y conexión. A su vez, rescata que en las relaciones entre dos o más países -lo que amplía el espectro respecto del estudio de los estados solamente- el peso de lo económico también es decisivo para comprender el curso que siguen sus lazos diplomáticos. Las cuestiones de dependencia y dominación; la estrecha vinculación entre las políticas externas e internas; el desempeño de sectores políticos y económicos de un país en la formulación del juego diplomático de otros; la diversidad de intereses y estrategias involucrados en las relaciones bilaterales o multilaterales, son elementos a incorporar en los estudios e investigaciones, tanto históricos como coyunturales, de nuestra disciplina. En ese sentido, Mercados en común hace un gran aporte.

En suma, considero que hacer historia de las relaciones internacionales obliga, desde el primer contacto con las fuentes, a superar un modo de pensar antinómico (allá lo universal y lo determinado, aquí lo particular y contingente) y a procurar aunar la compartimentación disciplinaria que separa las diversas dimensiones de la realidad y de la historia: lo económico, lo político, lo ideológico y lo cultural, lo “interno” y lo “externo”. Esas son, a mi juicio, las condiciones, para poder elaborar una historia científicamente razonada de la economía y de las relaciones internacionales, tanto para el estudio más tradicional de esos vínculos en el ámbito global, regional o de las políticas externas de los Estados nacionales, y de sus modos de inserción en el sistema mundial, como para el encuadre de investigaciones más específicas que abordan múltiples y diversos planos, económicos, jurídicos, estratégicos, políticos e institucionales, en los que se manifiestan la problemática internacional y sus diversos actores. Recomiendo la lectura del libro y su utilización en cursos de historia económica, de relaciones internacionales y de diplomacia.

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