SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.38 issue113Live and Let Live. Diversity, Conflict and Community in an Integrated Neighborhood. Evelyn M. Perry. Chapell Hill, NC: The University of North Carolina Press, 2017, 232 pp.Movimientos sociales en el siglo XXI. Geoffrey Pleyers. Buenos Aires: Clacso, 2018, 229 pp. author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Estudios sociológicos

On-line version ISSN 2448-6442Print version ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.38 n.113 Ciudad de México May./Aug. 2020  Epub Sep 04, 2020

https://doi.org/10.24201/es.2020v38n113.1820 

Reseñas

Social Theory Now. Claudio Benzecry, Monika Krause e Isaac Arialli Reed (eds.). Chicago/London: Chicago University Press, 2017, 409 pp.

Iván E. Gómez-Aguilara 

aBecario postdoctoral, Centro de Investigaciones Interdisciplinares en Ciencias y Humanidades (CEIICH)-Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México, eliab.ga@gmail.com

Claudio, Benzecry; Monika, Krause; Arialli Reed, Issac. 2017. Social Theory Now. ,, London: Chicago University Press, 409p.


Toda compilación se traza con un objetivo doble: señalar el canon que rige el trabajo de un campo intelectual y esbozar una agenda de investigación futura que sea consecuente con dicho canon. Social Theory Now (STN) no es la excepción. Conformada por 13 trabajos de académicos jóvenes de la sociología, la obra propone debatir los contornos que definen la producción de la teoría social actual. Con ello, busca reactivar un debate que tiene distintas ramificaciones acerca del valor de la teoría social y la contribución de ésta al análisis empírico del mundo social contemporáneo.

A mi juicio, STN tiene varios logros. Ofrece en primera instancia revisar la actualidad de la teoría social contemporánea. Una cuestión nada menor si se mira con detenimiento el espacio de las estanterías donde reposan los trabajos así catalogados, tan sólo para darnos cuenta de que las obras clasificadas como “contemporáneas” son resultado de una discusión intelectual acontecida hace cuatro décadas. En este sentido, STN lanza la pregunta -aunque de manera soterrada- sobre la vigencia de dichos proyectos en relación con las preocupaciones del mundo actual y propone llenar los vacíos conceptuales detectados.

Otro logro de la obra consiste, justamente, en proponer un panorama general que ilustre las maneras de hacer teoría social en nuestros días, aunque aquí su oferta se bifurca. Por un lado, conjunta una serie de trabajos en los que se exponen modelos de teoría social que consideran de manera central y no periférica preocupaciones cada vez más visibles, tales como el feminismo, la poscolonialidad y el papel de la ciencia y la tecnología. Por otro lado, la compilación se complementa con otro conjunto de trabajos donde se propone una revisión de proyectos teóricos menos recientes, como la sociología cultural, los enfoques de la microsociología, la teoría de la elección racional, de sistemas, la tradición de los campos de Bourdieu y el pragmatismo. De este segundo bloque el aporte se encuentra en argumentar la vigencia de dichos enfoques y sugerir algunas adecuaciones conceptuales que se requieren debido a los contextos actuales de debate.

A pesar de estos logros, STN también tiene algunos problemas. Por ejemplo, sorprende la ausencia de trabajos que difundan la tradición del realismo crítico, así como el hecho de que el feminismo, con tantas ramificaciones y consecuencias para la teoría social, quede encapsulado en un solo capítulo. Más allá de estos puntos, el principal problema de la compilación radica en los términos epistémicos que utiliza para justificar la elección de las tradiciones incluidas. Desde mi perspectiva, esto acarrea consecuencias para la contribución que los editores quieren realizar, pues se limitan a plantear el carácter plural de la teoría social actual sin exponer porqué esa pluralidad seleccionada y expuesta es la que consideran adecuada para el contexto reciente. A continuación resumiré el contenido de cada capítulo con el riesgo obvio de omitir los matices presentes en cada uno. Al final señalaré que sostener una pluralidad teórica sin estándares epistémicos claros puede ser pernicioso para la producción de una teoría social que amplíe, matice y, en su caso, corrija nuestro entendimiento del mundo social actual.

En On the Very Idea of Cultural Sociology, Isaac Ariail Reed afirma que el proyecto de la explicación cultural se centra en resaltar el poder causal del orden simbólico en el que los seres humanos se desenvuelven. Dicho orden simbólico, si bien es autónomo, no niega la importancia del mundo material producto del trabajo. En este sentido, la sociología cultural profundiza en la interpretación del significado que da cuenta de ese orden simbólico. El aporte del capítulo se ubica en identificar las consecuencias metodológicas y epistemológicas al ahondar en este tipo de explicación cultural. La tesis señala que no hay un solo método para hacerse cargo de la interpretación de los significados; al mismo tiempo se afirma que el relativismo cultural al que conlleva aceptar la irreductibilidad de los múltiples significados encuentra solución al recurrir a las tesis kuhnianas.

El capítulo a cargo de Claudio Benzecry y Daniel Winchester, Varieties of Microsociology, ofrece una visión panorámica de las tradiciones sociológicas centradas en la interacción social. La revisión, sin ser cronológica, da continuidad a la evolución de las escuelas clásicas (etnometodología, fenomenología e interaccionismo simbólico) y pone énfasis en los diversos cruces que han aparecido recientemente. La ventaja de su estrategia es que da visibilidad a un número importante de trabajos teórico-empíricos en los que se intersecan preguntas provenientes de los enfoques clásicos de la microsociología: desde las etnografías de laboratorio hasta los análisis de los mercados financieros. Una desventaja, sin embargo, es que no se hace cargo de una evaluación más rigurosa de las virtudes que implica la pluralidad de ofertas que se intenta exponer.

Uno de los trabajos más desafiantes para el canon vigente de la teoría social se presenta en Globalizing Gender, de Dorit Geva. La estrategia de la autora consiste en mostrar la valía de la crítica feminista en dos momentos. Primero al recordar el significado de la irrupción del feminismo en el pensamiento social occidental en la segunda mitad siglo XX. Después, al discutir que, pese a su mérito, este primer feminismo tiene limitantes resultado de la posición desde donde fue enunciado: el contexto intelectual de Occidente. Por ello, Geva sostiene que es necesario recuperar la crítica que ha hecho en las últimas décadas el feminismo del sur. Con el trabajo de Geva se abre una discusión que continuará en los dos capítulos siguientes acerca de la construcción de una teoría social en el marco de una modernidad no centrada en Occidente.

En World Capitalism, World Hegemony, World Empires, Ho-Fung Hung presenta una defensa de la teoría de sistema-mundo capitalista. Además del recuento de esta lectura teórica que concibe la modernidad como resultado de las disputas entre los imperios de Occidente, el capítulo plantea un cambio en la explicación de los mecanismos bajo los cuales se construye la hegemonía. En voz del autor, ésta ya no se sostiene por el valor del dinero únicamente, sino a partir de la influencia que el poder militar de Estados Unidos tiene para sostener el valor del dinero.

Julian Go, por su parte, expone el centro del pensamiento poscolonial, el cual nace como crítica epistémica al pensamiento de Occidente. Go desglosa en Postcolonial Thought as Social Theory tres momentos de dicha crítica. El recuento es una invitación para aquellos que se identifican con esta tradición, y señala que el pensamiento poscolonial actual debería articular formas de revertir el dominio epistémico colonial y no sólo denunciarlo. Para ello rescata dos estrategias posibles a seguir: el pensamiento situado -de influencia feminista- y la visión de los subalternos.

En los cuatro capítulos siguientes de la compilación se retoman tradiciones teóricas ya consolidadas. El trabajo de Ivan Erkoff, por ejemplo, aborda la vigencia de la teoría de la elección racional (TER), y señala su capacidad para sobreponerse a sus constantes detractores y llega a numerosos campos sociológicos de investigación empírica. La estructura que organiza la exposición de su capítulo On the Frontiers of Rational Choice sugiere que las ventajas de la TER se basan en tres preceptos del proyecto, a saber: i) que asume que la acción está guiada por orientaciones subjetivas; ii) que ha desarrollado un método de investigación que sustenta un modelo coherente de acción, y iii) que ofrece un análisis sistemático de los procesos de formación de una creencia.

En Systems in Social Theory, Dirk Baecker ofrece una introducción didáctica sobre la tradición de la explicación sistémica. El autor realiza un recorrido sobre la noción de sistema y expone algunos atisbos de la propuesta de Luhmann sobre los sistemas sociales (acción, organización, sociedad), cuestión esencial para reflexionar sobre la sociedad moderna entendida como un resultado evolutivo sistémico. El trabajo afirma que una noción de sistema que describa a la sociedad que emergerá en el futuro próximo debe considerar, además de las nociones de herencia luhmanniana relativas a las formas de codificación y programación del sistema, una tercera: el eje crítico (criticism) desde donde es posible rechazar lo que la codificación y la programación plantean.

En uno de los capítulos a mi juicio mejor estructurados, The Patterns in Between: Field as a Conceptual Variable, Monika Krause expone la teoría de los campos que hiciera notoria la obra de Pierre Bourdieu. Sin embargo, lejos de limitarse a una semblanza conceptual de la propuesta, el objetivo es hilvanar los planteamientos originales sobre cómo se conciben los campos (y sus características de autonomía o aplicabilidad empírica) con discusiones actuales que terminan cuestionando y matizando dichos planteamientos. Krause recupera una vasta literatura que ejemplifica la madurez de esta tradición y que demuestra que la noción de campo es fructífera para la investigación empírica, en tanto que invita a indagar sobre ese tipo de patrones que moldean la interacción entre los seres humanos.

En Poststructuralism Today, Claire Laurier Decoteau realiza un loable esfuerzo por sistematizar una variedad de autores, quienes, agrupados en dos generaciones, constituirían la tradición posestructuralista. Para la autora, el trabajo de Derrida, Foucault y Deleuze representó una primera ruptura intelectual, de contenido epistémico, con el pensamiento social francés de la década de 1960, la cual tuvo gran influencia en la sociología contemporánea a través de planteamientos como la noción de diferencia, el poder o el biopoder. La segunda generación, presente a través de la obra de Bhabha, Butler, Zizek, da continuidad a la ruptura epistemológica para tratar temas en torno al colonialismo, la heteronormatividad o la ideología. El posestructuralismo representa, a decir de la autora, una invitación a debatir en términos filosóficos cómo se configura el mundo que estudiamos y, en consecuencia, cómo lo abordamos.

Emily Erikson expone en Networks and Network Theory: Possible Directions for Unification una propuesta para sistematizar en términos teóricos en qué consiste la profusa investigación social en redes. Su objetivo es hacerse cargo de una crítica persistente lanzada a esta área de investigación social debido a lo que se considera una debilitad teórica dada su predilección por el análisis empírico. Para ello, Erikson identifica y sistematiza en dos grandes perspectivas, el formalismo y el relacionalismo, los preceptos teóricos que de hecho sí utilizan de manera implícita un cúmulo importante de trabajos de investigación social en redes.

Sobre la teoría del actor-red, Javier Lezaun ofrece una recapitulación concisa de la evolución de este proyecto teórico nacido en el ámbito de los estudios sociales de la ciencia a finales de la década de 1980. Desde entonces, su influencia ha sido creciente en el debate teórico de las ciencias sociales. En una prosa ágil y polémica, que hace eco del estilo irónico y desafiante de Bruno Latour, el capítulo Actor-Network Theory (ANT) tiene la virtud de exponer de qué forma el proyecto teórico fue ganando adeptos en ámbitos de investigación social empírica como el derecho y la economía. También enfatiza con claridad en qué sentido la obra madura de Latour puede leerse a partir del giro que representó consolidar una sociology of associations como condición necesaria para formular un proyecto de teoría política para el mundo contemporáneo.

En The Sociology of Convention and Testing, Jörg Potthast divulga una tradición que aborda como fenómeno sociológico la justificación que los agentes realizan en su uso de las normas. Esta tradición, que nace del trabajo de los franceses Boltansky y Trévenot (1991), tiene, según Potthast, paralelismos con la sociología de Bourdieu y los estudios sociales de la ciencia. El objetivo del capítulo es hacer evidentes tales vínculos y mostrar que uno de sus aportes se encuentra en discutir las conexiones entre los órdenes normativos y los procesos situados de legitimación donde los actores realizan un intercambio de sus razones.

El libro cierra con el trabajo de Neil Gross y Zachary Hyde, Norms and Mental Imagery, en el que se exponen las virtudes de una lectura pragmatista de la norma social alejada de la forma tradicional en que la sociología ha debatido el concepto. Los autores detallan en qué medida Mead prefiguró una explicación acerca del vínculo que los sujetos establecen entre las imágenes mentales y la interpretación de la norma. Esta idea que también encuentra paralelismos en las tesis de Dewey acerca de la interpretación creativa que los sujetos realizan en el día a día y que, según nos recuerdan los autores, tiene consecuencias en su explicación ética de las normas, ejemplifican el porqué de la vigencia de los planteamientos pragmatistas, entendidos como estímulos conceptuales con los cuales corregir la teoría social utilizada en las investigaciones empíricas sobre el papel de las normas en la interacción.

La herencia de una obra de teoría social puede evaluarse a partir de la discusión que alienta, así como en las preguntas que incentiva dentro de una comunidad académica. Si bien en el caso de STN es aún pronto para responder tales cuestiones, debe reconocérsele haber reactivado una discusión tan necesaria y vigente en el contexto altamente especializado de la investigación social, esto, al sugerir que la teoría social es un instrumento que permite articular una mejor investigación empírica. Por ello es comprensible que su oferta consista en exponer un abanico de propuestas.

Sin embargo, también es cierto que la justificación de los editores para ponderar el valor de esta pluralidad resulta debatible, pues omite la importancia de la evaluación epistémica de las teorías en la práctica de investigación social. Dicho de otra manera, los editores no se comprometen con aspectos normativos acerca de la noción de teoría que permitan sugerir al lector por qué es relevante este conjunto plural de proyectos teóricos que ofrecen y no otros. Tan sólo se limitan, si acaso, a nombrar las nociones que Peter Galison, historiador y filósofo de la ciencia, ha desarrollado en sus estudios sobre física acerca de las “zona de intercambio” que explican la pluralidad teórica dentro de una comunidad intelectual altamente especializada.

No tengo más espacio para discutir a fondo este problema, sin embargo, es importante destacar algunas incongruencias en las que se funda. Es cierto, por un lado, que, en la discusión actual, una ciencia social unificada que trabaje según un modelo universal de teoría es ante todo una expectativa caduca. Pero desechar esa tesis -que ni la filosofía de la ciencia estándar defiende- no implica dejar de lado los recursos normativos con los cuales se pueda discutir cuál es el alcance explicativo de ciertas teorías que abordan la constitución del mundo social.

Si como los editores afirman, la teoría social se demarca al abordar preguntas sobre la naturaleza del orden social y el papel que desempeña la materialidad, los significados y las prácticas, lo cierto es que responder a tales inquietudes puede hacerse de diversas maneras. Saber contrastar qué respuestas teóricas son viables y cuáles no forma parte de un debate epistemológico al que los editores parecen rehuir cuando afirman que impera en nuestros días un “agnosticismo epistemológico”. En su visión, es esta circunstancia la que tolera, alienta y sostiene la pluralidad teórica. Sin embargo, al hacer este movimiento, los editores dejan en el aire la relevancia del debate epistemológico -un debate al que tanto se apela en ciencias sociales a pesar de que son pocas las veces en las que se explicita en qué consiste- y, en consecuencia, renuncian a brindar a los lectores recursos para profundizar en el valor de una obra tan plural y diversa como la que presentan. En la práctica esto es entendible debido a la baja proclividad de los científicos sociales a establecer preguntas de contacto con una reciente y profusa filosofía de las ciencias sociales, la cual puede proveer de herramientas para evaluar la viabilidad de ciertas opciones teóricas, así como ayudar a contrastar con qué criterios epistémicos las producciones de las ciencias sociales trabajan. En este sentido, considero que más que interpretar la pluralidad de la teoría social como resultado de un “agnosticismo epistemológico”, es crucial asumir que cuando de teoría social se trata, el debate central no culmina ofreciendo una pluralidad de propuestas. En realidad, debe complementarse alentando el compromiso por mejorar nuestro entendimiento, en este caso teórico del orden social, y fomentar la discusión y capacidad de autocorrección de los errores detectados en nuestros esquemas conceptuales que, sobra decir, desde sus orígenes han sido plurales.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons