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Inter disciplina

versión On-line ISSN 2448-5705versión impresa ISSN 2395-969X

Inter disciplina vol.10 no.27 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 03-Oct-2022

 

Reseñas

Dinapiera Di Donato Colgadas en El Tushy. En Alonso, Odette (ed.), revista Blanco Móvil (número dedicado a “La literatura del arco iris. Gay-Lésbica”). Núm. 112-113, pp. 24-30. 2009

Ma. Elena Olivera* 

* Universidad Nacional Autónoma de México. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. Correo electrónico: olivera@unam.mx

Donato Colgadas, Dinapiera Di. El Tushy, Blanco Móvil, 2009.


 

Al son de la rumba lésbica venezolana

Por azares del destino, recientemente me he visto confrontada por la necesidad de incorporar la teoría queer a mis estudios de literatura, justo cuando parecía no haber impedimento para adscribirme a una crítica propiamente feminista y académica sobre narrativa sáfica en Latinoamérica. ¿Cómo podría apropiarme de una mirada queer si la percibía contraria a mis principios feministas y descoloniales?

Tanto los estudios del feminismo de la diferencia como los queer encuentran sus bases en los estudios culturales y especialmente en el posmodernismo; sin embargo, Latinoamérica ha transformado los postulados desde su propia realidad, como ha sucedido con otras teorías importadas.

Al adentrarme en esta discusión me he dado cuenta de que la teoría queer tiene un fuerte sustento en los estudios de la homo- sexualidad y en las teorías feministas, y que comparte, al menos con el llamado feminismo de la diferencia, su posición antiesencialista. Es decir, no hay una manera fija y única de ser mujer, una esencia por la que todas sean y piensen igual, no hay una sola manera de ser hombre, como no hay una manera de ser gay, trans o lesbiana, y aún más: las identidades no son fijas, se pueden performar.

Dinapiera Di Donato sabe de todo esto. Ella es una escritora venezolana radicada en Nueva York, y que en sus trabajos de tesis de maestría y doctorado ha estudiado a las escri toras caribeñas y latinoamericanas. Tiene un cuento que llamó especialmente mi atención, lo tituló “Colgadas en El Tushy”, en el número de Blanco Móvil dedicado a la literatura del arco iris, coordinado por Odette Alonso. Publicó una versión un poco distinta a la que llamó: El soliloquio, en la antología peruana de escrituras sáficas sudamericanas Voces de Lilith, y en el ciber espacio hasta hace poco se le podía encontrar con el título de la primera versión y el cuerpo de la segunda. Actualmente, se puede encontrar otra versión como “Las malas lenguas”.1 Es decir, su propio cuento tiene identidad inestable.

La lectura de “El soliloquio” no es fácil (un poco menos difícil es la versión en Blanco Móvil). Es un relato que tiene “volumen” rizomático, que entreteje cierta parte de la conformación de la vida venezolana tras el golpe militar de Chávez con las opiniones vertidas en diversas páginas virtuales sobre mujeres, feminismo y lesbianas. Esto en un tono de ironía constante.

El cuento se conforma de las reflexiones de una mujer que navega por el espacio virtual a partir del blog de Melba Hungría, a quien llama: una marica feminista, con una clara referencia a la dificultad de importar el término queer que en nuestras culturas hispanohablantes no tiene el sentido peyorativo, transgresor y radical de su origen, y conjugarlo con la adscripción feminista. En los blogs se perciben las discusiones de mujeres con diferentes puntos de vista políticos, sociales y religiosos, en lo que la autora llama la rumba lésbica.

Es un ambiente que conjuga múltiples contradicciones y en el que existe una diversi dad de posicionamientos e intereses. Hay una personaje que parece encarnar la contradicción: una monja misionera feminista, benedictina “alquilada por la revolución”, dice la narradora, “para tomar cartas en el asunto de la pérdida de los nervios culturales porque la revolución avanzaba con su paso de bota gigante pero las mentalidades andaban rezagadas…”. Esta personaje parece tener su referente real en la monja catalana pro aborto Teresa Forcades.

Los blogs son los patabanes que se ali mentan de las aguas venezolanas, dice Dinapiera al evocar estos manglares caribeños. Por ello dan cuenta de la situación y por ello son importantes para el activismo en el que pretende zambullirse Melba Hungría.

La narradora de la historia cuestiona el activismo bloguero de Melba lleno de eufemismos que rehúyen la claridad y precisión en pro de los prejuicios; veinte años antes le había pedido salir del clóset para hacer el activismo cara a cara que se estilaba. “Yo pensaba que el activismo nos permitiría pedir ayuda -dice-. Yo estaba asustada entonces, las mujeres que conocía daban vueltas en la melcocha de sus vidas hasta que caían fulminadas”. Ahora las activistas inventaban bodas religiosas, “Corea ban a cantautoras que en honor a las homo- parejas le ponían música a Cohelo o a la poeta del momento, mientras que las más jóvenes ra peaban a Benedetti con trozos de Las venas abiertas de América Latina…

En el espacio virtual, lo mismo el portal Crónicas basteadas de la abuela cachapera oyendo a Alaska y otras misses que el de las sudamericanas de buen porte contratadas para abonar en pro de la militancia queer gu bernamental, estaban invadidos por

[…] sesudas estadísticas, erotomanías y culpas ensayadísimas, y además lo de Alaska y Chavela Vargas, en las mayores, y Angelina Jolie con todo el set de la teleserie de las chicas de L Word, para las de mediana edad […] No faltaban los lamentables intentos de etiqueta para mejorar el nicherío homo insolvente y sin glamour y a los trans de barrio que daban tan mala propaganda […] El ruido que en principio había sido mejor que nada, estaba empezando a mellar los tímpanos […] -dice la narradora-.

Todo esto en el escenario de un presidente militar que sube al podio con rosario en mano, con la Biblia o con el Quijote. La narradora rememora la aparición de la virgen de la Rosa Mística en un mitin de protesta por las elecciones robadas, y cómo se arrodillaban algunas viejitas al paso del militar golpista (Chávez) recién indultado, “el mismo -dice la narradora- que ahora pone a sangrar las rodillas que esta vez se doblan pidiendo lo contrario, que no siga, libre, gobernando”.

Esta religiosidad impregna conciencias de todo tipo, una ex de Melba convertida al marianismo y ahora entonces antiabortista, le replica: “Aporta o no estorbes”. Y es que

Una vez entrado el siglo XXI, las blogueras nacionales depusieron las armas del desencuentro ideológico y empezaron a coincidir en un punto: la concreción de la resurrección de la Confianza en la Madre o la moda positiva del neointimismo femenino. Era la vuelta a las marchas políticas, a las iglesias y a las peregrinaciones.

Melba le confiesa que en el activismo ha sido necesaria esa estrategia eufemística y la narradora se va convenciendo al leer las discusiones y al caer en cuenta de que “En la literatura de aquel sector del país que leía y escribía, la lesbimaginada había sido de dos clases: una marimacho cerrícola hiperhormonada… La otra, la invisible que se cruzaba contigo en los comedores de la casa, había sido metida en ese cajón de la televisión y preferiblemente en otro país”, “…porque obviamente en el país mediático nada más opuesto a lo revolucionario que una revolución en las costumbres”.

Si bien, borrar las identidades aparece como un camino a la democratización que reconozca lo múltiple como legítimo, al mismo tiempo parece ocultar aspectos como los conflictos por las relaciones de poder que constantemente resurgen, que se manifiestan como una manera concreta en el tiempo y en el espacio, y que al final mantienen la necesidad de estudios fragmentarios, aunque la manera de fragmentar sea distinta. En ese sentido Dinapiera cuestiona lo queer gubernamental y presenta un caleidoscopio que no se reduce al estilo de los tradicionales estudios lesbianos, pero que es difícil de nombrar ¿cómo llamar a la crítica de la crítica queer?

En el relato Melba ha reunido estratégicamente a un grupo de colaboradoras con vínculos gubernamentales, entre ellas la monja benedictina, para lograr recursos en la lucha por los derechos no heterosexuales y en apoyo a las personas con VIH.

La narradora tras mirar una página titulada Tushy con Tushy sugiere provocativamente que alguna académica se anime con lo del sadismo lésbico y el beso negro, para el Congreso Internacional Socialista de la Diversidad del Siglo 21 con lo que desata una acalorada polémica.

-Esto no es la academia americana- me respondieron amable y negativamente las expertas. Algunas […] Solamente me recomendaron que me informara mejor porque en el país no hay bollos, eso es foráneo, aquí no hay tortilleras, ni dykes […] Una psiquiatra comentó categórica […]: ella se cree muy arriesgada, usa demasiado el adjetivo marica, típico de la homofobia internalizada […] Las militantes de la misión […], zona donde estaba corriendo más dinero negro, desde la bitácora Orgullo y prejuicio advirtieron que “no hiciera el juego del imperialismo, cuyo flanco mayor es la oprimida y sus vástagos. La pornografía es reaccionaria, compañera […] pero presente su proyecto por escrito para que se lo monte y edite el equipo de antropólogos y psicólogos sociales expertos en minorías que nos visitan desde Campechuela.2

Finalmente, la narradora es sumada al equipo de Melba y alguna de ellas comienza a dictarle una respuesta que habla de las ceremonias prehispánicas del territorio guayanés, donde se utilizaban la lengua y otras partes del cuerpo censuradas en los rituales de iniciación sexual, costumbres erradicadas violentamente por la ideología colonialista occidental judeo-cristiana: “poder falocéntrico imperialista trasnacional”, asegura, la narradora.

Las confrontaciones en la vida suelen ser molestas, tal vez por resistencia a las opinio nes adversas, pero también pueden ser el im pulso de apertura personal a otros saberes a partir del diálogo sincero que surge de una escucha real y de propuestas honestas. La dialogicidad, y en eso concuerdo con Mijaíl Bajtín, se refiere al entrecruzamiento de las palabras ajenas y las propias en un proceso constructivo inacabable. Seguramente, también esto, Dinapiera Di Donato lo sabe.

2Municipio de Granma, Cuba.

María Elena Olivera Córdova

Licenciada en comunicación, maestra en literatura mexicana, ambas por la UNAM, y doctora en humanidades, con línea en teoría literaria, por la UAM-I. Labora en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, en el Programa de Investigación Ciencias Sociales y Literatura. Coordinadora y docente del Seminario Escrituras de la Disidencia Sexogénerica: “narrativa lesbiana”, del mismo centro de investigaciones. Autora de Entre amoras. Lesbianismo en la narrativa mexicana (2009 y reimpreso en 2010, primera edición digital en 2015). Coordinadora del libro digital: Mujeres diversas, miradas feministas (2011), ha publicado artículos sobre la literatura en relación con lesbianas, masculinidad de mujeres y mujeres en la guerrilla (el más reciente). Realiza investigación sobre literatura sáfica en México y es promotora de la indagación y difusión de estos temas. Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz UNAM, 2016.

Correo-e: olivera@unam.mx

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