A finales de 2019, en Wuhan, China, se reportaron numerosos casos de neumonía comunitaria causada por un virus, llamado coronavirus tipo 2 asociado a síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2). En octubre de 2020 rebasamos la preocupante cifra de 34 millones de casos en todo el mundo, con más de 1 millón de decesos. Se han hecho múltiples comparaciones con otras pandemias por coronavirus, y el impacto de la actual es cada vez más desolador.
Los coronavirus se propagan principalmente por aves y mamíferos. Las variedades genéticas más amplias infectan murciélagos, pero dos subtipos afectan al ser humano: los alfa y beta coronavirus1. Entre los coronavirus tipo beta se incluyen el SARS-CoV, el coronavirus asociado al síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS-CoV) y la nueva variante SARS-CoV-2 productor de la COVID-19; todos estos son miembros de la familia Coronaviridae del orden Nidovirales2.
Por lo anterior, existe una necesidad urgente para determinar las formas en que el virus se transmite entre los humanos y, de esta manera, poder implementar medidas para prevenir su dispersión. Esta necesidad nace de la inminente obligación de proteger a los profesionales de la salud, quienes, en el curso de sus deberes, se expondrán a pacientes con COVID-19. Heinzerling, et al.3 demostraron que el 35.5% de 121 profesionales de la salud que atendieron a un solo paciente SARS-CoV-2 positivo, presentaron síntomas 14 días después de la exposición y un 2.5% dieron positivo a la prueba.
Actualmente no hay evidencia ni recomendaciones sobre el riesgo de colocación de sondas nasogástricas en pacientes con COVID-19, y la poca evidencia disponible viene de estudios de otras enfermedades infecciosas. Una revisión sistemática encontró que los procedimientos que aumentaban el riesgo de transmisión fueron la intubación endotraqueal, la ventilación no invasiva, la traqueostomía y la ventilación manual antes de la intubación. De igual manera, se encontró que la colocación de sondas nasogástricas no aumentaba significativamente el riesgo de transmisión, aunque solo dos trabajos en pacientes con SARS-CoV-2 fueron incluidos4. Todos estos procedimientos son considerados como generadores de aerosoles de acuerdo con las guías de salud pública de Inglaterra sobre el equipo de protección personal contra la infección por COVID-195.
Cómo tema urgente de salud pública, lo anterior invita a investigar e identificar todos los procedimientos que puedan poner en riesgo a los profesionales de la salud que a diario entran en contacto con este tipo de pacientes, ante la necesidad inminente de generar estrategias que limiten al máximo los contagios intrahospitalarios.