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Iztapalapa. Revista de ciencias sociales y humanidades

On-line version ISSN 2007-9176Print version ISSN 0185-4259

Iztapalapa. Rev. cienc. soc. humanid. vol.41 n.88 Ciudad de México Jan./Jun. 2020  Epub Aug 28, 2020

https://doi.org/10.28928/ri/882020/rl2/perezmorarr 

Reseñas

Cervantes, Mario; Esmeralda Correa, Karla Villarreal (coords.), 2017, Juventud y vulnerabilidad. Vidas al límite

*Departamento de Políticas Públicas. Universidad de Guadalajara. r_pm2001@yahoo.com

Cervantes, Mario; Correa, Esmeralda; Villarreal, Karla. 2017. Juventud y vulnerabilidad. Vidas al límite. México: Universidad Autónoma de Tamaulipas, 152p. ISBN: 978-84-17-23842-1.


El texto Juventud y vulnerabilidad. Vidas al límite puede describirse como una aventura intelectual que emprenden diversos investigadores y estudiantes en torno a un objeto de estudio de vital importancia. Puede describirse también como un escrito problematizador con sentido crítico y político que invita a tomar conciencia de la realidad que viven los jóvenes y de la importancia de enfocar la atención en la búsqueda de estrategias de solución a su problemática. La obra desarrolla cuidadosamente estas dos aristas, la primera dando cumplimiento a los cánones científicos, con el rigor que debe cubrir una obra de esta naturaleza, y la segunda con un objetivo más práctico: transitar de la discusión a nivel teórico a la reflexión y toma de conciencia sobre un tema de interés público, como es el de la juventud.

La obra surge de un esfuerzo colectivo en el que participan estudiantes e investigadores de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y de la Universidad de Guadalajara. A partir de conceptos como juventud y vulnerabilidad, y frases provocadoras como la de “vidas al límite”, que conforman el título de la obra, se integran nueve trabajos divididos en dos grandes apartados: Jóvenes en riesgo, y Adolescencias en transición.

La obra inicia con el trabajo de Mario Cervantes titulado “Jóvenes, riesgos y consumos digitales”. El autor parte de analizar el papel de las tecnologías de la información y la comunicación en la transformación de los estilos de vida de los jóvenes y la manera en que trastocan su vida cotidiana, sus formas de socialización, de interacción y comunicación, al grado que están creando jóvenes “presentes pero ausentes”. Discute, entre otros conceptos, el de capital tecnológico y lo define como “los conocimientos, habilidades y destrezas que tiene el joven respecto al manejo y dominio de aparatos digitales”. Dependiendo de la manera en que cultiven y utilicen sus capitales pueden tomar el rol de simples consumidores de tecnología, pero también convertirse en productores, desde el momento en que realizan actividades como la edición de vains, fotos y videos. Otro concepto importante para el autor es el de consumo, particularmente de los tipos cultural y digital. Los consumos digitales son parte cada vez más importante de nuestra sociedad y su relevancia radica en que muchas veces median, e incluso facilitan, inhiben o condicionan los consumos culturales. El grado de consumo puede variar de tal manera que llegue a influir en forma determinante en el pensamiento, las actitudes y los valores de los jóvenes y llegar a lo que el autor llama “infoxicación”, es decir, a un uso exagerado que pone en riesgo a los cibernautas. A partir de algunos hallazgos preliminares, se caracterizan diversos riesgos que afrontan los jóvenes derivados del uso de diferentes instrumentos como son los videojuegos, la computadora y el mismo celular.

En el mismo eje de investigación, sobre los riesgos que enfrentan los jóvenes, Esmeralda Correa, en el segundo capítulo, habla sobre: “Vivir fuera de casa: relaciones familiares de estudiantes migrantes”. Revisa las transiciones que viven los jóvenes al pasar de relaciones de dependencia hacia procesos de autonomía y las nuevas formas de negociación y relación con los padres, mediadas por la migración. El trabajo se apoya en un importante sustento empírico con estudiantes de licenciatura en una comunidad urbano-rural ubicada a 75 kilómetros de Guadalajara. Una de sus principales categorías gira en torno a la migración de esos jóvenes, a partir de la cual analiza tanto sus móviles de desplazamiento como los cambios que tienen en sus percepciones de sí mismos y de su relación con sus padres. Con base en el estudio de reacomodos, negociaciones y cambios en las relaciones intergeneracionales, la autora pone énfasis en los problemas de comunicación intergeneracional y la manera en que se configura la transición antedicha. La autora señala que “los jóvenes buscan alternativas que les permitan negociar con sus padres un nivel de autonomía en las decisiones personales; vivir fuera de la casa familiar es una oportunidad de disminuir el poder que los padres ejercen sobre ellos y lograr relaciones más equitativas”. (p. 44). Entre las reflexiones finales, la autora señala que los jóvenes valoran en general positivamente su vida en las familias, y aunque en cierta forma buscan una independencia en algunas esferas, la familia sigue siendo el principal sustento económico de muchos de ellos.

En el tercer capítulo, Martín E. Camacho, José L. Carpio, Maité Meraz y Karla Villarreal pubican “La percepción de la violencia en los jóvenes de Reynosa, Tamaulipas”. Se trata de una de las ciudades más afectadas por la violencia en nuestro país, particularmente en los últimos años. Un hecho preocupante es la manera en que ha crecido la cultura de la violencia al grado de que incluso es aceptada e imitada por los jóvenes y adolescentes. La llamada “narcocultura” es adoptada en gran medida por jóvenes que se identifican con los estilos de vida característicos de los narcotraficantes, desde su forma extravagante de vestir, su música, autos del año, mujeres, casas ostentosas, entre otros factores. A partir del concepto de “conductas desviadas”, los autores se interesan por conocer las más comunes en nuestra sociedad y a quienes suelen practicarlas. Entre otros términos, se discute el de “narcocultura” que, citando a Brito (2010), constituye “un fenómeno que se produce en el imaginario social; es una manifestación de admiración a quienes se elogia por cultivar el machismo, practicar la ilegalidad, destacar en el consumo superfluo, prosperar en el negocio de las drogas y hacer uso de la violencia para abrirse paso en la sociedad” (p. 53). Para los autores, las conductas desviadas más vistas son: amenazas a autoridades con la finalidad de conseguir acceso a algún lugar; una buena calificación en clase o incluso mujeres; consumo de drogas en las escuelas o vías públicas; portación de armas; violencia extrema y exclusión hacia sus compañeros con menos poder que ellos, y ser parte de organizaciones delictivas con la única finalidad de obtener bienes materiales (p. 53). Los autores llegan a conclusiones contundentes y alarmantes, entre las que destaca el hecho de que los jóvenes de Reynosa muestran una inclinación a presentar tolerancia, habitualidad o indiferencia ante la violencia, es decir, que se identifican con la aceptación de la violencia. Uno de los hallazgos importantes es la separación de la llamada “narcocultura” de las “conductas desviadas”. En palabras de los autores, “el porcentaje de jóvenes que presentaba conductas desviadas no precisamente había adquirido un gusto por la narcocultura ni una adaptación hacia la violencia, tampoco todo aquel que presentó una adaptación se conduce desviadamente” (p. 64).

Una variante más de los riesgos que enfrentan los jóvenes es presentada por Fabiola Peña y Benito Zamorano con el tema: “Violencia en el noviazgo de jóvenes. Recomendaciones para profesionales de la salud mental”. En el texto se sostiene que “el cuándo y el cómo empiezan los jóvenes a salir en citas o en pareja es determinado por factores culturales, geográficos y temporales” (p. 67). Se pondera la importancia de las “citas” y la formalización de las relaciones en el llamado “noviazgo”, en las relaciones de pareja, y se señala que a pesar de que para ciertos jóvenes puede ser anticuado, sigue siendo la forma dominante de interacción social que da lugar a la intimidad. El estudio se centra en la dinámica de la violencia en la relación de pareja, y uno de los intereses de los autores es documentar la manera en que esta se practica no solo en el matrimonio, sino que se gesta en las relaciones afectivas previas al enlace. En un ejercicio de conceptualización y caracterización de la violencia se señalan tres tipos: la violencia física, la violencia psicológica y la violencia sexual. Entre los diversos riesgos que los jóvenes enfrentan se pone énfasis en la aceptación de la violencia, la dependencia que pude ir creciendo provocada por la pérdida de la autoestima y problemáticas que se agravan cuando se llega a asumir la violencia como algo “normal” en la relación; de ahí la importancia de reconocer las experiencias vividas como señales de abuso. Los autores subrayan la necesidad de partir del reconocimiento de que existe la violencia tanto hacia la mujer como hacia el hombre. Esta bidireccionalidad se constituye como uno de los campos emergentes del estudio de la violencia en México. Después de presentar un panorama de diversas perspectivas teóricas, se plantea la necesidad de volver a revisar los modelos y las teorías explicativas de las relaciones afectivas y de pareja, sobre todo reconociendo los cambios socioculturales, tecnológicos y las políticas que imperan en nuestra sociedad.

En el quinto capítulo, Lucía Ruiz toca el tema de la “Ideación suicida en los jóvenes”. La autora presenta la posible secuencia progresiva de conductas relacionadas con el suicidio, “empezando con la ideación suicida, que abarca solamente las ideas o los deseos; después se presentan los intentos o tentativas suicidas, que consisten en aquellos actos suicidas no consumados. Estos van aumentando gradualmente en su letalidad para terminar en los suicidios consumados o completados” (p. 82). El texto se centra en la primera de las tres, la ideación suicida, y pone énfasis en reconocer desde un principio la aparición de pensamientos cuyo contenido está relacionado con terminar con la propia existencia. Afirma que “no existe un motivo único por el cual las personas cometen suicidio, en ocasiones es el conjunto de factores sociales, culturales, psicológicos, biológicos, lo que orilla a las personas a estas conductas” (p. 81). Algunas de las aportaciones teóricas a que se hace referencia tratan de explicar el fenómeno que se destaca por el poco control de los impulsos, la desesperanza y la depresión (Sánchez, 2014). Las personas con ideación suicida también pueden presentar disfuncionalidad en los componentes emocional y comportamental. La ideación suicida puede ser también producida por estrés, emociones negativas como la frustración o el rechazo, el deseo de escapar de una situación a la cual no se encuentra solución, la falta de apoyo o de recursos, que se complementa con la disponibilidad de medios, como cuerdas, armas y medicamentos al alcance de la mano (De la Torre, 2013). Se asigna un lugar importante a la identificación de las señales o los signos de alarma sobre la ideación suicida, como pudieran ser la propia verbalización directa o indirecta de la idea o posibilidad de suicidarse, la amenaza o aviso al círculo familiar o social más cercano, la preparación de documentos e incluso las despedidas explícitas hacia con los seres queridos, entre otros.

Para cerrar la primera parte del libro, José L. Carpio, Martín E. Camacho, Karla Villarreal, Cynthia M Vargas, Carolina Landero y Maité Meraz presentan un estudio sobre las “Perspectivas sociofamiliares del encarcelamiento de jóvenes en el estado de Chihuahua”. El trabajo detalla las visiones de las familias que enfrentan el encarcelamiento de un miembro joven y lo aborda desde tres categorías: la exclusión social, la inesestabilidad económica y la relación familiar. Con base en diversos autores se discute el tema de los jóvenes, la delincuencia y la prisión, así como conceptos relacionados con la exclusión social y el encarcelamiento y sus efectos en las familias. El estudio se llevó a cabo en 2016; se seleccionaron 20 familias que acuden de manera regular a visitar a sus parientes en el Centro Especializado en Reinserción Social para Adolescentes Infractores No. 1 del Estado de Chihuahua. Entre los hallazgos destacan las diversas afectaciones familiares que se derivan del encarcelamiento del joven. No solamente se operan cambios drásticos en aquellos que se ecuentran recluidos; también sus familias se ven afectadas en muchos aspectos, entre los que se mencionan el cambio de roles dentro de la estructura familiar y sobre todo las afectaciones en la economía del grupo. Resalta también la situación de exclusión social que expone a los integrantes de la familia a situaciones y eventos que los colocan en desventaja ante la comunidad, porque la familia también es señalada como criminal (Lemert, 2009, en Carpio et al.: 99). Para los autores, las consecuencias sociofamiliares del encarcelamiento dependen de condiciones culturales y de idiosincrasia de la comunidad, de la particularidad de las situaciones que enfrenta cada familia, que pueden ser muy variadas dependiendo de la estructura y de la habilidad para llevar a cabo situaciones complicadas entre los integrantes, así como del entorno (p. 101).

La segunda parte del libro agrupa tres aportaciones con respeecto a la temática de Adolescencias en transición. La primera de ellas se titula “Indicadores de conducta antisocial en adolescentes de 15 a 18 años”, a cargo de Flora D. Zazueta, Ismael de Jesús Montaño y Karla Villarreal. El concepto central del texto es el de “conducta antisocial”, “conducta desadaptativa” o “comportamiento antisocial”, que ha ido cobrando una importancia creciente, sobre todo en la sociedad occidental. Para los autores “la conducta antisocial viene a ser considerada como aquel comportamiento que no se ha ajustado a la normativa social o moral. Esto viene a redefinir un concepto muy extenso, que va desde los rasgos de personalidad psicopáticos, hasta los criterios de un trastorno de personalidad antisocial” (p. 114). Después de aludir a diversos trabajos científicos que han contribuido con diferentes aportaciones al estudio de las conductas antisociales, los autores puntualizan algunas de sus consecuencias, entre las que se mencionan el consumo de drogas y la incapacidad para reconocer las propias emociones y las de los demás. Estas conductas “implican costos sociales, familiares, económicos e individuales, hogares destruidos, ambiente diario de impunidad y de terror, altos costos económicos y muchas demandas para la atención de las emergencias que resultan de la delincuencia, los años de vida perdidos, así como las incapacidades y discapacidades prolongadas” (p. 116). Entre los hallazgos destacan la edad y el género como factores moduladores de la delincuencia, ya que son los hombres, principales implicados en la delincuencia, los que inician sus carreras a edades muy tempranas, aunque también se encontró que no existen diferencias significativas por la edad cuando se compara con datos la incidencia delictiva.

El capítulo “Percepción y motivos ante el consumo de alcohol en adolescentes de preparatoria, en Ciudad Victoria, Tamaulipas”, de Ma. Guadalupe Vázquez, Esmeralda Vázquez, Sandra A. Ramírez, Sanjuana de Jesús Ramos, Rosa E. Montoya y Laura R. de los Reyes, se basa en un estudio cuantitativo de tipo descriptivo correlacional en una muestra de 233 adolescentes, estudiantes de preparatoria. Entre los datos que presenta llama la atención que en México, en 2013, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (SISVEA) establece que el alcohol es la principal droga de impacto en la población mexicana, con 29.9%. El joven mexicano consume en promedio entre 5 y 7.4 litros por año, en diferentes tipos de bebida, siendo la cerveza y las bebidas preparadas las de mayor consumo (Villatoro, 2015, en Vázquez et al.: 124). Se hace referencia a diversos estudios que han tratado de determinar las causas por las cuales el adolescente tiende a consumir alcohol, entre las que se encuentran la curiosidad, la sensación de “sentirse bien”, la necesidad de integración a círculos sociales, el festejo de una ocasión especial y el mejoramiento del ambiente en las fiestas (p. 124). Los resultados del estudio muestran ciertas contradicciones en las percepciones de los jóvenes. Por un lado, están conscientes de los problemas y las consecuencias que puede generar el consumo hacia su persona y, por el otro, lo ven como una posibilidad para poderse adaptar o desinhibirse dentro de un grupo social (p. 133). En concordancia con lo que algunos teóricos señalan, los autores encontraron que los motivos principales para el consumo de alcohol se relacionan con la integración a un grupo o bien la necesidad de bienestar, así como la presión social o simplemente sentirse bien.

El noveno y último capítulo de la obra se titula “Niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados. El caso de la frontera de Reynosa Tamaulipas México” de Cynthia M. Vargas, Karla Villarreal, Ignacio Hernández, José A. Retana y Ernesto B. Leal Sotelo. El estudio parte de que el fenómeno de los niños y jóvenes que se desplazan solos a través de las fronteras internacionales es cada vez más frecuente y, sin embargo, es uno de los fenómenos menos abordados en estudios de migración. El grado de vulnerabilidad de un niño es mucho mayor que el de un adulto, sobre todo en situaciones de migrantes no acompañados. Son más susceptibles a la violación de sus derechos humanos, a la discriminación, el maltrato, la segregación y las persecuciones. Son incluso tratados en muchos de los casos como criminales en ambos lados de la frontera. Los autores presentan una detallada contextualización del fenómeno a partir de la descripción demográfica del estado de Tamaulipas y en particular de la ciudad de Reynosa. Al reproducir los relatos de los menores, se destacan ciertas problemáticas y peligros que estos enfrentan y se observa un evidente “alto grado de vulnerabilidad asociada a las cadenas de migración, pobreza y desprotección” (p. 147). Concluyen que “el abandono, la desprotección, la pobreza, la violencia, entre otros, son factores de expulsión que siguen siendo las mismas causas que siempre acompañan el incremento de esta movilidad humana desde siglos atrás: la migración” (p. 151).

Sin duda las diversas temáticas que aborda el libro en torno a las problemáticas que enfrentan los jóvenes y su presentación integrada y articulada en esta obra colectiva abonan al campo de estudios sobre juventud. En esta etapa de su vida los jóvenes se preparan en diversos aspectos emocionales, cognitivos y conductuales para enfrentar un futuro incierto y con altos grados de vulnerabilidad y falta de oportunidades. La recreación de las perspectivas teóricas combinada con estudios empíricos permitirá que esta publicación alimente la discusión y, sobre todo, se convierta en un detonante para la toma de conciencia sobre las distintas problemáticas, en el entendido de que para transformar una realidad el primer paso es comprenderla. Es ahí donde los profesores y estudiantes que conforman la red aportan, con esta obra, importantes elementos que pueden constituirse en elementos para la intervención y puesta en acción de estrategias y políticas dirigidas al mejoramiento de las condiciones de los jóvenes frente a las diversas situaciones aquí expuestas.

Recibido: 30 de Mayo de 2019; Aprobado: 30 de Marzo de 2019; Publicado: 30 de Diciembre de 2019

Ricardo Pérez Mora. Es Doctor en Educación por el Departamento de Estudios en Educación del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdG). Maestro en Planeación de la Educación Superior, UdG (2000). Licenciado en Derecho, UdG (1993). Profesor Investigador Titular “C” del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdG. Ha dirigido el Departamento de Políticas Públicas de la propia universidad (2013-2019), el Departamento de Cultura, Justicia y Democracia (2005-2018) y actualmente es Jefe del Area de Desarrollo Académico y Proyectos Especiales de la misma univesidad. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel II y cuenta con perfil PRODEP. Fungió como líder del Cuerpo Académico consolidado “Investigación Educativa y Estudios Sobre Universidad” (2006-2016). Es coordinador general de la Red de Estudios Sobre Instituciones Educativas (RESIEDU). Co-coordinador del grupo de trabajo de CLACSO "Ciencia Social politizada" (2019-2022). Sus líneas de investigación son: sociología de la universidad, actores y políticas de la educación superior y producción y movilización del conocimiento.

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