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Cultura y representaciones sociales

On-line version ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.18 n.35 Ciudad de México  2023  Epub Nov 27, 2023

https://doi.org/10.22201/crim.20078110e.2023.12760 

Editorial

Presentación

Hugo José Suárez1 

1IIS-UNAM


Con este volumen, Cultura y Representaciones Sociales llega al número 35, y lo hacemos con un espíritu renovado. Desde hace largos meses en el equipo editorial hemos reflexionado sobre el sentido de las publicaciones científicas, lo que nos condujo a evaluar nuestro propio trabajo y mirarnos crítica y constructivamente. Tenemos claridad de que la velocidad de los cambios en los últimos años obliga a repensar el quehacer editorial universitario. Por eso, a partir de este número, proponemos una reorganización de las secciones que históricamente nos han servido para clasificar los trabajos recibidos; este reacomodo puede ser consultado en nuestra página. Particularmente, queremos enfatizar en tres dimensiones que consideramos los pilares de la revista.

Primero, la producción científica fruto de investigaciones académicas. Se trata de continuar siendo un espacio para discutir resultados de investigaciones, bien sean de orden teórico, empírico o metodológico, pero privilegiando siempre la originalidad y la rigurosidad. Estos trabajos pueden asumir distintos formatos, desde lo que se conoce tradicionalmente como “artículos científicos”, hasta discusiones de una obra particular o reseñas analíticas.

Un segundo pilar se refiere a acoger otro tipo de reflexiones en el marco de la investigación científica, discursos que se pueden expresar en documentos poco convencionales. Por ejemplo, serán recibidos, valorados y evaluados, como parte de las nuevas maneras de producir conocimiento, los trabajos audiovisuales, los ensayos científicos, los textos de frontera o las entrevistas, que a menudo no encuentran un espacio y que, sin embargo, son el fruto de una investigación. Esto implica mostrar mayor sensibilidad hacia lo que algunos autores han llamado “ensamblaje ecléctico”, así como hacia los giros sensoriales, la socioantropología visual y varias iniciativas que confluyen en la idea de que es necesario abrir la sociología a otras maneras de comunicar y construir saberes.

Por último, la revista recibirá resúmenes de tesis (licenciatura, maestría y doctorado). En ocasiones, las reflexiones que surgen en esos momentos de formación suelen ser especialmente interesantes y no siempre tienen cabida en el ámbito de las publicaciones. Se trata de buscar un mayor contacto con ese sector de la población académica, cuyos trabajos a menudo terminan engavetados, aunque a veces merecerían mayor difusión. Esos textos serán leídos con la misma rigurosidad que los otros a fin de evaluar si ameritan ser publicados.

Con estos ajustes en las secciones, la Cultura y Representaciones Sociales pretende estar más a tono con el tipo de reflexión que se está generando desde las universidades, y, por supuesto, con la sociedad, que está mutando aceleradamente en sus problemas, en sus formas y en sus maneras de consumir, producir y compartir conocimiento. Y es en esa dirección que en este número publicamos un homenaje al sociólogo recientemente finado Alain Touraine, como explicaré a continuación.

Ha fallecido Alain Touraine, notable sociólogo que marcó el pensamiento social en las últimas décadas. Su deceso sucede casi de manera simultánea al de otros académicos franceses como Bruno Latour o Marc Augé. De nuestro lado del mundo han partido personajes igual de importantes, como Pablo González Casanova, Adolfo Gilly o Xavier Albó. La ausencia de estos académicos marca el fin de una época que promovió y consolidó, a través de su estructura universitaria y de investigación, figuras con gran potencial teórico y cuya influencia trascendió fronteras. Todo indica que se acaba el tiempo de los grandes personajes y pasamos a un nuevo ciclo académico.

Touraine nos deja un enorme legado al menos en tres dimensiones interconectadas. En lo propiamente sociológico, es notable su interpretación del cambio de la sociedad industrial a mediados del siglo pasado. Comienza su carrera reflexionando sobre el trabajo, lo que lo conduce al actor social. Una de las ideas principales que introduce en el debate sociológico es que la sociedad es la responsable de su destino, la sociedad trabaja sobre ella misma (Touraine, 1978, p. 51). En una de sus principales obras, Producción de la sociedad, afirma:

Las sociedades aprenden a conocerse sociológicamente cuando se reconocen como el producto de su trabajo y de sus relaciones sociales, cuando lo que primero parece un conjunto de “datos” sociales se reconoce como el resultado de una acción social, de decisiones o de transacciones, de una dominación o de conflictos. Por eso, nuestra época, orientada al desarrollo, crea poco a poco la sociología (Touraine, 1995, p. 23).

Si bien esa reflexión estuvo presente desde los fundadores de la disciplina, Touraine coloca al actor como el responsable del destino colectivo, con lo que desplaza cualquier otro tipo de orden preestablecido por razones ajenas a la propia sociedad:

Aceptamos entonces que la sociedad no descansa nada más que sobre la acción social, que el orden social no tiene ninguna garantía metasocial, religiosa, política o económica, y que es por entero el producto de las relaciones sociales […] Las sociedades ya no se definen como creaciones de Dios o de Prometeo, sino como sistemas de relaciones sociales (Touraine, 1995, p. 24).

La preocupación toureniana, basada en la tesis de que “la sociedad no sólo es producción y adaptación; también es creación, producción de sí misma” (Touraine, 1995, p. 25), lo lleva a elaborar una potente teoría de los movimientos sociales, de los actores, que son los responsables de la orientación societal. Así, su núcleo conceptual está en el movimiento social, su identidad, su oposición, su disputa por la conducción de la historicidad.

Para Touraine, la sociología es la disciplina que está pegada al destino social; por lo tanto, es tan inestable y mutante como la propia sociedad que la produce, y debe ajustarse constantemente para no perder pertinencia: “La sociología está constituida como un modelo particular de análisis de la vida social” (Touraine, 1984, p. 19), su naturaleza es de una compleja dependencia e intervención a la vez. Preocupado por la necesidad de que las ciencias sociales desempeñen un papel, y consciente de la importancia de los aspectos metodológicos, se da a la tarea de “proponer un método particular que permita analizar” los movimientos sociales, al cual denominó intervención sociológica. En el libro La voz y la mirada (1978) lo expone con detalle: “la acción del sociólogo”, a través del método, debe “hacer aparecer las relaciones sociales y que se conviertan en el objeto principal de análisis” (Touraine, 1978, p. 184). En ese documento ejemplar explica en detalle cada uno de los pasos para la intervención y analiza las implicaciones teóricas.

En la combinación método, investigación e intervención, para Touraine aparece con claridad el problema del poder. Los movimientos sociales “son la acción colectiva de los actores en el nivel más elevado”, que luchan “por la dirección de la historicidad, es decir, de las grandes orientaciones culturales por las cuales una sociedad se organiza normativamente y sus relaciones con su entorno” (Touraine, 1978, p. 42). Así, “toda relación social es una relación de poder” (Touraine, 1978, p. 54).

El dispositivo teórico y la estrategia metodológica le permitieron a Touraine un amplio análisis de movimientos sociales alrededor del mundo, desde Polonia hasta Santiago, y este trabajo lo condujo a interpretar la sociedad contemporánea en cada uno de los libros que año tras año iba publicando. El sociologo francés explicó con claridad la importancia tanto de entender la interacción entre lo local y lo global como de su vínculo con el cambio cultural en curso. Su aporte está precisamente en explicar las principales tensiones entre la modernidad y el dilema de vivir juntos.

Touraine tuvo la pertinencia de construir una escuela de pensamiento. Varios de sus colegas de distintas generaciones hicieron trabajar sus ideas en múltiples contextos y direcciones. François Dubet estudió el mundo escolar y universitario; Michel Wieviorka, el racismo, el terrorismo y la violencia; Guy Bajoit profundizó en la teoría de la identidad y la gestión relacional del sí; Danilo Martuccelli reflexionó sobre la teoría de la individuación; Geoffrey Pleyers aportó con sus estudios sobre el altermundismo, los movimientos globales y la subjetividad. En la actualidad, además de la propia obra tourainiena, contamos con varios estudios realizados por académicos que vivieron su influencia.

América Latina tuvo un papel especial para Alain Touraine. Su primera esposa fue chilena y en uno de sus libros presenta los resultados de la intervención sociológica que hizo en Chile. En 1988 escribió La parole et le sang, texto fundamental íntegramente dedicado a entender América Latina, en el que pretende “aclarar las formas de acción social y política, las maneras de hacer la política en América Latina” (Touraine, 1988, p. 14). Su obra fue traducida al español en distintos momentos por varias editoriales. En la Revista Mexicana de Sociología se publicó en 1979 “La voz y la mirada”; en 1995, el Instituto de Investigaciones Sociales editó Producción de la sociedad. A la vez, vino decenas de veces a foros, con lo que logró una importante influencia en la región, pero también se esforzó en formar cientistas sociales que con el tiempo devinieron en investigadores clave en sus países. Son muchos los nombres de sus estudiantes de brillantes carreras en el continente.

Touraine discutió con el pensamiento latinoamericano no como algo exótico, sino como una pieza clave para comprender el mundo moderno. A la vez, en Francia, sacudió la visión colonial y reconoció a América Latina como un lugar analítico y desde donde se produce un saber. Finalmente, el sociólogo fue siempre solidario con los procesos políticos de este lado del mundo. Denunció cuando había que hacerlo, firmó cartas de adhesión, colaboró con militantes y asociaciones; tuvo, sin duda, a América Latina en su pensamiento y en su corazón.

Por todo ello, como ya lo anuncié, en este número de la revista le hacemos un homenaje sentido por su partida. Invitamos a dos de sus estudiantes y amigos a colaborar. Por un lado, Carlos Martínez Assad nos regala un texto “En recuerdo de Alain Touraine”; por otro, Fernando Calderón explica su relación con Touraine a través de una entrevista. Nos unimos así a las muchas voces que lamentan su partida.

Referencias

Touraine, A. (1973). Production de la société. Seuil. [ Links ]

Touraine, A. (1978). La voix et le regard. Seuil. [ Links ]

Touraine, A. (1979). La voz y la mirada. Revista Mexicana de Sociología 41(4): 1299-1325. [ Links ]

Touraine, A. (1984). Le retour de l’acteur. París: Fayard. [ Links ]

Touraine, A. (1988). La parole et le sang : Politique et société en Amérique Latine. Odile Jacob. [ Links ]

Touraine, A. (1995). Producción de la sociedad. UNAM-IFAL. www.culturayrs.unam.mxLinks ]

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