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Intersticios sociales

On-line version ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  n.13 Zapopan Mar. 2017

 

Sección general

El movimiento estudiantil de la Escuela Normal Rural de Atequiza. Un análisis de sus prácticas sociales y políticas, 1988-2015

José Rojas Galvána 

aUniversidad de Guadalajara, México, Correo electrónico: joserogal@yahoo.com.mx


Resumen:

En este artículo se analizan los factores sociopolíticos que han propiciado que el movimiento estudiantil de la Escuela Normal Rural de Atequiza sea protagonista en la estructura del sistema educativo mexicano durante el periodo de 1988-2015. El sustento teórico de esta investigación parte de la propuesta de Alain Touraine de entender los movimientos sociales como movimientos históricos, como formas de organización social que disputan a un adversario el dominio del modelo de desarrollo o de reforma institucional, es decir, lo que Touraine ha denominado como campos de la historicidad. Los resultados de la investigación reflejan que las prácticas sociales y políticas generadas por el movimiento de normalistas de Atequiza le han permitido hacer frente a la represión que desde el poder se ha organizado y ejecutado en su contra. Es decir, se demuestra cómo sus integrantes han ejercitado la reflexión y la acción para hacer valer y defender sus conquistas sociales y políticas. Asimismo, se explica cómo dicho ejercicio ha favorecido la generación de una conciencia histórica que es fortalecida en el día a día con la intención de aspirar a construir un mejor futuro. Para la elaboración de este documento fue necesario recurrir al análisis documental y a la observación participante en reuniones y marchas que los estudiantes normalistas realizaron en la ciudad de Guadalajara, México en el año 2015.

Palabras clave: movimiento estudiantil; prácticas sociopolíticas; campos de la historicidad; Atequiza

Abstract:

In this paper is analyzed the sociopolitical factors that have led students of the Normal Rural School of Atequiza be protagonists in the structure of the Mexican educational system during the period 1988-2015. The theoretical basis of this research part of the proposal of Alain Touraine to understand social movements as historical movements as forms of social organization contesting an adversary the domain model development or institutional reform, that is, what Touraine has called as fields of historicity. The research results show that the social and political practices generated by the students of Atequiza have allowed them to face repression from power is organized and executed them. That is, it shows how normalistas have exercised reflection and action to assert and defend its social and political achievements. It also explains how this year has favored the creation of a historical consciousness that is strengthened day by day with the intention of aiming to build a better future. For the preparation of this document was no need for document analysis and participant observation in meetings and marches that student teachers held in Guadalajara, Mexico in 2015.

Keywords: student movement; siopolitical practices; fields of historicity; Atequiza

Introducción

En 2010, la entonces presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, declaró ante la prensa del país que en diferentes ocasiones y espacios había expresado a las autoridades mexicanas la urgencia de cerrar algunas de las escuelas normales rurales del país debido a que “han sido semilleros de guerrilleros”.1 Adicionalmente, señalaba, una vez que dicho acto se realizara, resultaría conveniente aprovechar las instalaciones de las normales para formar técnicos de turismo. Con tales posicionamientos, la lideresa estaba planteando la idea de llevar a cabo un nuevo asalto al único proyecto de educación socialista que sigue vigente en este país, considerado, en tiempos posrevolucionarios, como “un proyecto pedagógico innovador”.2

Ante la declaración de Gordillo, la reacción de las Escuelas Normales Rurales (ENR), representadas por la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM),3 no se hizo esperar, pues se organizaron manifestaciones públicas y se difundieron comunicados a través de diferentes medios de comunicación, incluidas las redes sociales virtuales, donde la FECSM externó su posicionamiento.4 No obstante, dicha acusación hacia los estudiantes no fue una novedad, ya que desde años atrás los normalistas habían tenido que refutar tal imputación a fin de impedir que se consumase la sentencia de desaparecer las normales rurales de México. Tal intención ha sido evidenciada en diferentes momentos y espacios por los gobiernos estatales y federal, los cuales han manifestado públicamente su desprecio al normalismo rural. Así lo declaraban en 2008, integrantes del Comité Central de la FECSM:

[…] el Comité Central de la FECSM rechaza que las normales rurales sean ‘semilleros de guerrilleros’. Son semilleros de buenas personas: críticas, analíticas y reflexivas. Estas escuelas abren la mente de la gente, le muestra la injusticia que hay. La misión de los profesores rurales es enseñarle a la gente cuáles son sus derechos. Por eso buscamos involucrarnos no sólo con los niños, sino con la sociedad, como gestores, como médicos y hasta sicólogos. Y es verdad que promovemos que las personas de los lugares a los que llegamos, analicen y critiquen su situación.5

En ese sentido, y como se demuestra a lo largo de este trabajo, el movimiento de los normalistas rurales ha exigido a las autoridades gubernamentales y educativas que se respeten sus conquistas sociales y políticas ganadas a través del tiempo, las que le resultan significativas para aspirar a construir un futuro.6

Los actos de represión y persecución que el Estado mexicano ejerció en el pasado en contra de los normalistas han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de este país. La desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa, Guerrero, en septiembre de 2014, es una muestra clara de ello, pues ha sacado a la luz pública la tribulación que sufren las familias de los jóvenes desaparecidos y la incapacidad de las autoridades federales y estatales para localizar a sus hijos. Esto ha contribuido, también, a poner en evidencia las lamentables condiciones que en la actualidad se encuentra el normalismo rural en este país. Asimismo, ha evidenciado la vinculación entre las autoridades y el crimen organizado.

Por lo anterior, el movimiento estudiantil de las normales rurales de México ha tenido que generar una serie de estrategias para hacer frente a dichos embates que se han planeado desde el poder con el objetivo de extinguir a estas instituciones educativas por considerarlas obsoletas, anacrónicas y como “semilleros de guerrilleros”. Por tanto, riesgosas para los intereses particulares de ciertos grupos políticos y delincuenciales poderosos. Un ejemplo claro de ello lo podemos encontrar en la Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo de Atequiza.

Por esto, nos planteamos las siguientes preguntas ¿cuáles son las motivaciones que han conducido al movimiento estudiantil de la Escuela Normal Rural de Atequiza a generar prácticas sociales y políticas durante el periodo de 1988-2015?, ¿en qué medida el Estado mexicano ha confiado la educación de los niños que cursan la educación básica a los estudiantes egresados de las normales rurales?, ¿cómo se generan y expresan las prácticas sociales y políticas de los estudiantes normalistas de Atequiza? En el pasado, su labor como maestros rurales ¿mejoró su situación social?, ¿existe en la actualidad un reconocimiento social por su papel como educadores? o, en contraparte, ¿cómo es que las prácticas sociales y políticas de dicho movimiento contribuyen a que se continúen implementando nuevos dispositivos de control social, vía la amenaza del cierre de los planteles educativos o vía la represión y desaparición de estudiantes por parte del Estado mexicano, apoyado por la fuerza policiaca o por grupos delictivos?

Con el fin de avanzar en la generación de respuestas a las interrogantes antes señaladas, en este artículo nos planteamos como objetivo analizar las prácticas sociales y políticas que el movimiento estudiantil de la Escuela Normal Rural de Atequiza ha generado a través del periodo de 1988 a 2015. Ello también con la intención de mostrar la trascendencia de dicho movimiento en la estructura del sistema educativo mexicano.

El supuesto que plantea en este trabajo señala que a partir del decenio iniciado en 1980 los diferentes gobiernos de México le han apostado a un proyecto educativo que sea acorde con los lineamientos del modelo económico neoliberal. En consecuencia, el proyecto de educación socialista promovido en el sexenio de Lázaro Cárdenas, durante la tercera década del siglo XX, no tiene cabida en esta nueva realidad. El único reducto de dicho proyecto que se ha resistido a ser consumado es el de las escuelas normales rurales, entre las que destaca la Normal Rural de Atequiza, cuyo movimiento estudiantil, representado por el Comité Estudiantil, ha generado a través del tiempo (1988-2015) una serie de prácticas sociopolíticas para evitar que desde el poder se cumpla la amenaza de extinguir a esta institución, por considerarla obsoleta y generadora de guerrilleros. Dichas prácticas se ven fortalecidas a partir de que el movimiento es poseedor de una conciencia histórica que es alimentada en el día a día en la búsqueda de la obtención de plazas laborales en el nivel de educación básica, de mayores recursos económicos para mejorar el mal estado del edifico escolar; en la oposición a la actual Reforma Educativa implementada por el gobierno del presidente Peña Nieto en 2012, la cual afecta su proceso de formación; asimismo, en la denuncia y conmemoración de los actos de represión que sus miembros han experimentado en diferentes momentos y espacios por parte del Estado mexicano. Pero también, en su involucramiento con la comunidad de Atequiza, Jalisco donde sus integrantes participan como difusores de los derechos humanos, de la cultura, como gestores de servicios de educación, entre otros, con el objetivo de mejorar la calidad de sus habitantes. Si bien dichas prácticas han permitido al movimiento estudiantil obtener pequeños pero significativos logros, éstas no lo han conducido a evitar que la sentencia de suprimir esta institución por parte del Estado mexicano desaparezca.

El sustento teórico parte de la propuesta de Alain Touraine7 de entender los movimientos sociales como movimientos históricos, como formas de organización social que disputan a un adversario el dominio del modelo de desarrollo o de reforma institucional; es decir, lo que Touraine ha denominado como campos de la historicidad.

Touraine plantea que un movimiento social, para serlo, debe incorporar tres principios que lo identifiquen: la identidad, la oposición y la totalidad. Es decir, una identidad propia, una caracterización del adversario u contradictor y una elevación de las reivindicaciones particulares al sistema global de acción histórica.

Para este teórico, la sociedad es un sistema de relaciones sociales y su funcionamiento es el resultado de su acción. La evolución social no es lineal, por tal razón, es necesario distinguir diversos sistemas de acción histórica que corresponden a un modelo cultural vigente.

Por ello, el enfoque teórico de Touraine contempla tres dimensiones: a) la historicidad que define los instrumentos de producción de la sociedad; b) el sistema de acción histórica, que es el conjunto de orientaciones sociales y culturales mediante las cuales la historicidad ejerce influencia sobre el funcionamiento de la sociedad; y c) las relaciones de clase que contempla las modalidades de lucha de clase por el control de la historicidad y el sistema de acción histórica. En esa lucha los actores establecen dos formas de relación de “concurrencia” y de “influencia” con aquellos que están situados en el mismo espacio social. En cambio, tendrán relaciones de “conflicto”8 con aquellos situados en un espacio distinto. En este caso se dará una relación de dominación.

La historicidad de la acción social como centro analítico lleva a este autor a plantear un concepto de movimiento social flexible, al atribuirle la posibilidad de la confrontación o negociación con el actor social adversario, además, no sólo puede representar los intereses de una clase social sino el de otros actores sociales no clasistas como los grupos étnicos, los grupos de género, los ecologistas, los pobladores o, en el caso que nos ocupa, los estudiantes normalistas de Atequiza. Los conceptos que contribuyeron a la articulación del problema de investigación son: movimiento estudiantil, prácticas sociopolíticas y campos de la historicidad.

Por esto, consideramos que, en cualquier caso, no es posible hacer investigación histórica sin una teoría del objeto cuya historia se intenta reconstruir -en este caso: las prácticas sociales y políticas generadas por el movimiento estudiantil de la Normal Rural de Atequiza-, pues el método de la investigación está dado fundamentalmente por el marco teórico en el cual se encuentra la investigación, más que por determinadas técnicas historiográficas. Por tanto, el método utilizado en este estudio es el de reconstrucción histórica, el cual contribuyó a la reconceptualización del todo, desde una descomposición de sus partes o elementos, para así lograr observar las causas, la naturaleza y los efectos aquí analizados. Esto, a partir de una vigilancia epistemológica para no aceptar como base la existencia de un supuesto esquema original del pasado, sino la necesidad de constituir uno actual.

En consecuencia, la reconstrucción de las prácticas sociales y políticas del movimiento de normalistas resulta de gran utilidad, pues proporciona herramientas complementarias para el análisis de dicho movimiento que ha buscado mediante su participación social y política aminorar las consecuencias del embate que el Estado mexicano, a través de su aparato represor, se ha empeñado en ejercer en su contra.

Para desarrollar esta propuesta el documento se divide en apartados; en el primero, y a manera de antecedentes, se presentan algunos aspectos socio-históricos que condujeron al gobierno emanado de la Revolución mexicana a decidirse no solamente a conformar las escuelas normales rurales en México, sino también a otorgarles su confianza y reconocimiento como formadoras de maestros comprometidos con las comunidades rurales de este país. Lo anterior resulta pertinente porque permite tener un punto de comparación con lo acontecido con dicho proyecto educativo durante los años posteriores, básicamente a partir de la entrada en vigor del proyecto modernizador impulsado por el gobierno de Ávila Camacho; en un segundo apartado, se presenta el caso del movimiento de estudiantes de la Escuela Normal Rural de Atequiza, Jalisco. Ahí se da cuenta de cómo, ante la posibilidad de ser afectados sus derechos como estudiantes normalistas, se ha movilizado y generado una serie de prácticas sociopolíticas para enfrentar la represión y, también, revertir la decisión de las autoridades de reducirles el presupuesto para la operación básica de su escuela, de negarles el derecho a una plaza laboral, disminuir la matrícula de ingreso, incluso cortarles el agua o la electricidad en su plantel, pero sobre todo, echar atrás la Reforma Educativa de Peña Nieto de 2012.9 Asimismo, se da cuenta de cómo al interior del movimiento se ha logrado forjar una conciencia histórica que se ve reflejada en los lazos de solidaridad que ha construido a través del tiempo con otros movimientos de normalistas rurales del país, tal es el caso reciente de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecidos desde septiembre de 2014. También, en las muestras de apoyo hacia otros movimientos como el de agricultores y maestros disidentes, y en su compromiso social hacia las comunidades rurales de la región de Atequiza donde sus integrantes participan como actores de cambio con el objetivo de elevar la calidad de vida de sus habitantes. Por último, se presentan las conclusiones de la investigación.

El derrotero de las Escuelas Normales Rurales en México

En este apartado se expone de forma general el derrotero de las escuelas normales rurales de México, instituciones que en el pasado se caracterizaron por ser uno de los principales pilares de la política educativa posrevolucionaria, pero que en opinión de Alicia Civera, hoy en día se localizan en un lugar marginal dentro del sistema educativo mexicano.10

Para dar cuenta de cómo llegaron dichas instituciones a la marginalidad es conveniente, en principio, destacar que el Estado que emergió de la Revolución mexicana de 1910, emprendió un ambicioso proyecto educativo que pretendía transformar la vida de los campesinos a través de la expansión masiva de escuelas rurales, pues México seguía siendo un país mayoritariamente agrícola con una población de 15 millones de habitantes de los cuales 72.3% era analfabeta.11 Para la expansión de la escuela rural se recurrió a maestros, muchos de ellos sin formación normalista, y se plantearon también, instancias para su capacitación, como los centros de cooperación pedagógica, las misiones culturales y las escuelas normales rurales.12

La enseñanza y las prácticas de agricultura y otros oficios, aunados a una formación crítica, han sido los pilares de este proyecto educativo orientado a la transformación de las comunidades rurales. En ese sentido, González y Amann destacan que “todavía hay quienes recuerdan a los maestros que lo mismo enseñaban el alfabeto a los niños y adultos, que curaban enfermos, ayudaban en el campo, dirigían construcciones o hacían gestiones para llevar agua potable o centros de salud a los pueblos aislados y olvidados”.13

El artífice de este proyecto fue el humanista José Vasconcelos, quién consideró que una de las primeras necesidades del México posrevolucionario era la formación de maestros rurales.14 Las enseñanzas de los nuevos maestros debían contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes del campo. En otras palabras, las normales rurales serían una de las pocas vías por las cuales los jóvenes en situación de pobreza podrían ascender socialmente.15

La primera Escuela Normal Rural que fundó y organizó José Vasconcelos fue la Escuela Normal de Tacámbaro, Michoacán, en 1922. El objetivo principal de la educación rural fue hacer de la escuela una “casa del pueblo” y del maestro un líder de comunidades.16 Las primeras normales funcionaron en edificios o casas adaptadas para utilizarse como escuelas, o en antiguos conventos que se encontraban prácticamente en ruinas, con muy pocos recursos y dificultades para integrarse a la vida de las regiones en donde fueron establecidas, tal y como aconteció con la Normal Rural de Atequiza, la cual, y ante la falta de un espacio propio, se vio en la necesidad de deambular por diferentes lugares y momentos hasta lograr obtener un edificio propio en el año de 1958.

En sus inicios, las normales rurales fueron mixtas, quizás más que por la intención de fomentar la coeducación se debió a la dificultad de abrir planteles distintos para hombres y para mujeres, en un momento en el cual urgía llevar maestros y maestras capacitados a las escuelas rurales que el gobierno federal iba abriendo a lo largo y ancho del país.17 En dichos planteles se respiraba un ambiente de compañerismo y respeto mutuo entre los estudiantes y entre éstos y los maestros. Además, de que fue el inicio de conformación de lo que se ha denominado como “El espíritu normalista”.

Este espíritu de formación se fortaleció en el transcurso del tiempo y, en la actualidad, puede claramente identificarse en diferentes aspectos de la vida académica de sus egresados,

[…] ya que durante los cuatro años que comprende su formación se dan las condiciones para tejer y fortalecer lazos identitarios, de solidaridad entre ellos y con las comunidades campesinas de donde proceden, de organización colectiva, de participación política y de camaradería. En consecuencia, esto se reproduce en los espacios laborales donde se desempeñan los egresados. Y bien puede ser considerado como el perfil de los estudiantes de las normales rurales de este país.18

Lo anteriormente expresado da cuanta de la existencia de lo que para Touraine representa uno de los principios fundamentales para definir un movimiento social. Este es el principio de la identidad,19 el cual permite a los estudiantes normalistas identificarse entre ellos mismos y con las comunidades campesinas.

Empero, las fuentes periodísticas destacan que dicho ambiente de “camaradería” en ocasiones se veía afectado como consecuencia del enfrentamiento político entre docentes y alumnado. Así sucedió en el año de 1963 cuando las alumnas de la Normal de Atequiza se conflictuaron con sus profesores, debido a la denuncia de que algunos maestros no impartían adecuadamente sus cursos. Dicha postura condujo al cierre parcial de la institución. La nota periodística destacaba que el motivo del conflicto se encontraba en “[…] diferencias personales entre alumnos y catedráticos […] Lo que quiere decir que la política y sólo la política es la que ha llevado a la holganza a la Normal de Atequiza”.20

Durante el sexenio cardenista (1934-1940), el énfasis en la enseñanza práctica, la entrada del discurso socialista, y el vínculo con el reparto agrario tuvieron un eco particular en estas instituciones cuyo centro de vida era constituido por los internados y los experimentos de coeducación y autogobierno. Se puede decir que fue la época dorada de las normales rurales de México.

Sin embargo, es a partir del régimen de Manuel Ávila Camacho cuando los vientos cambiaron; las normales rurales empezaron a resultar incómodas para los gobiernos que buscaban recomponer las relaciones con los terratenientes afectados por la reforma agraria y que aún subsistían en el agro mexicano. En ese tiempo se construyó desde el poder una “leyenda negra” a partir de que una veintena de ellas se fue a huelga demandando mejor alimentación, reconstrucción de sus edificios escolares y dotación de material de estudios. Desde ese momento estas instituciones comenzaron a recibir acusaciones de ser semilleros de comunistas.

La reacción a dichas acusaciones por parte de los estudiantes normalistas rurales no fue homogénea; en el caso de la Normal Rural El Mexe los cambios se vivieron sin mayores tensiones; en Cañada Honda, Aguascalientes, las movilizaciones de oposición de los estudiantes fueron apoyadas por la población. En Ayotzinapa, Guerrero, el problema fue mayor: la huelga fue reprimida por el gobernador en turno y el presidente Ávila Camacho se vio comprometido a participar como mediador entre ambos. No obstante, varios dirigentes fueron encarcelados y algunos alumnos fueron expulsados.21

En 1950 el gobierno de Miguel Alemán anunció el cierre de algunos planteles y la reducción de los años de estudio, argumentando que las escuelas se habían convertido en viveros de líderes comunistas. La respuesta de los normalistas rurales fue contundente al grado de que lograron frenar la decisión del gobierno federal, pero no por mucho tiempo, ya que en la década de los sesenta se inició una nueva etapa de persecución política y represión a los líderes estudiantiles de las normales rurales de Jalisco, Chihuahua, Guerrero, Morelos y Chiapas, por sus vínculos con movimientos políticos radicales y la guerrilla, por lo que día con día, era latente su exterminio. Luego de que las normales rurales hubieran participado de manera destacada en el movimiento estudiantil de 1968, el entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, ordenó el cierre de catorce Normales Rurales que fueron convertidas en secundarias.

De esta manera, la represión militar contra estudiantes en 1968 no se circunscribió a la conocida Noche de Tlatelolco, cuando -en su mayoría- alumnos de la UNAM, y del IPN fueron asesinados por tropas del Ejército Mexicano y del Batallón Olimpia en el Distrito Federal. La embestida gubernamental se replicó en las normales rurales de México. El gobierno de Díaz Ordaz mandó soldados efectivos contra un estudiantado que se negaba a desalojar sus escuelas. En consecuencia, la FECSM, tuvo que pasar a la clandestinidad total para regresar, a principios de la década de 1970, a la “semiclandestinidad”,22 estado que mantiene hasta la actualidad.

Asimismo, durante los años setenta el presidente Luis Echeverría desplegó la llamada Guerra Sucia asesinando y desapareciendo a cientos de campesinos, estudiantes y luchadores sociales. Tatiana Coll destaca que, en ese contexto de persecución las normales rurales fueron violentamente agredidas. Se utilizó la presencia y figura de los maestros Arturo Gámiz, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas -luchadores sociales campesinos levantados en armas- para generalizar la idea de que en dichas instituciones se formaban los núcleos duros armados de lucha guerrillera; esta es una idea que todavía hoy en día es repetida por algunos medios de comunicación, que buscan mantener un ambiente de linchamiento y agravio hacia los normalistas rurales.23

En esa dirección, González y Amann señalan que la transformación de las normales rurales en secundarias o bachilleratos técnicos demuestra claramente un cambio en el gobierno mexicano en su forma de concebir lo rural, pues el contenido del programa educativo de Echevarría así lo demuestra: “en el campo lo que hace falta son técnicos no maestros”.24 De tal manera que, al cerrar la década de los setenta la situación de estas instituciones era complicada debido al estado de exclusión deliberadamente ocasionado por el Estado mexicano, lo que propició serios enfrentamientos entre el estudiantado normalista y las fuerzas policiales de los estados.

Los agravios hacia el estudiantado continuaron en la siguiente década. El caso más sonado de represión se presentó en Ayotzinapa, Guerrero, en el año de 1988. Pero también, y como se demostrará más adelante, los normalistas de Atequiza fueron fuertemente reprimidos en ese momento por las muestras de solidaridad hacia los de Guerrero. Después de dicha experiencia los normalistas decidieron mantenerse en un relativo silencio; no obstante, no dejaron de rememorar dicho acontecimiento en diferentes espacios pese a las medidas coercitivas que las autoridades educativas les impusieron.

Es a partir de 2006, cuando de nueva cuenta se hacen notar con más fuerza, debido al proyecto educativo denominado Alianza por la Calidad Educativa que estableció la citada presidenta del SNTE con Felipe Calderón, entonces presidente de México. En dicho proyecto no estaban contempladas las escuelas normales rurales como un elemento sustantivo. De ahí la serie de movilizaciones que los normalistas llevaron a cabo en diferentes estados de la República. El gobierno mexicano respondió con el cierre de la Escuela Normal Rural Luis Villarreal de El Mexe, Hidalgo, en 2008 por las órdenes del entonces gobernador del estado de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong. Asimismo, en septiembre de ese año los estudiantes de Atequiza organizaron en el centro de Guadalajara una serie de protestas en contra de la Alianza por la Calidad Educativa.25 A dicha movilización se sumó un contingente de docentes del Movimiento de Bases Magisteriales (MBM).

Antes se recurría al fantasma del comunismo para cerrar normales rurales; ahora se emplean argumentos sobre estándares, calidad y eficiencia. Estas no sólo son evaluaciones poco objetivas sino que parten de una completa descontextualización y desconocimiento de las realidades e historia de la educación pública mexicana.26 El resultado ha sido que desde 1922 a 2015, el gobierno mexicano ha cerrado 29 de los 46 planteles que en un momento conformaron dicho proyecto educativo. La siguiente tabla es más que evidente para demostrar lo antes dicho:

Tabla 1 Normales rurales mexicanas vigentes al año 2015 

Escuela Normal Rural Estado Número de alumnos Número de maestros
Justo Sierra Méndez Aguascalientes 421 60
Justo Sierra Méndez Campeche 290 47
Mactumactzá Chiapas 275 36
Ricardo Flores Magón Chihuahua 460 66
Guadalupe Aguilera Durango 398 64
Gral. Lázaro Cárdenas Edo. de México 552 52
Prof. Raúl Isidro Burgos Guerrero 522 61
Miguel Hidalgo Jalisco 466 35
Vasco de Quiroga Michoacán 550 40
Gral. Emiliano Zapata Morelos 361 35
Vanguardia Oaxaca 457 54
Carmen Serdán Puebla 386 60
Plutarco Elías Calles Sonora 338 29
Mtro. Lauro Aguirre Tamaulipas 212 49
Lic. Benito Juárez Tlaxcala 318 33
Luis Hidalgo Monroy Veracruz 200
Gral. Matías Romero Zacatecas 560 75

Fuente: Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), disponible en: gaceta.diputados.gob.mx/Gaceta/63/2015/oct/20151013-III.html.

En pleno siglo XXI, el ensañamiento del Estado mexicano contra las normales rurales persiste con la misma fuerza que antaño; no hay gobierno estatal que no se haya empeñado en lograr su desaparición.

La Ley del Servicio Profesional Docente, considerada como el centro de la Reforma Educativa del presidente Peña Nieto, la cual entró en vigor a partir de su publicación en el Diario Oficial de la Federación en 2013, considera la desaparición del perfil de ingreso que caracterizaba a las normales rurales: “[…] antes de la promulgación de esta ley era un requisito de ingreso que los aspirantes fueran de origen campesino, ahora todo interesado que cubra los requisitos de ingreso, sin importar su origen social, puede formarse en dichas instituciones”.27

De la misma manera, los cinco ejes formativos que en un momento estuvieron presentes en los planes y programas de estudio, y que imprimieron un sello particular a las normales rurales, se diluyen o desaparecen en el nuevo plan de estudios, ya que con la Reforma se estandariza la formación de docentes a nivel nacional. En el caso de la Normal de Atequiza, el eje académico obedece al plan de estudios oficial de la Secretaría de Educación Pública; el de módulos de producción que capacitaba a los alumnos para la actividad agropecuaria es inexistente ya que desde hace tiempo dejó de operar debido a la falta de recursos y voluntad de las autoridades educativas del plantel; el eje cultural que comprende el aprendizaje de danza regional y teatro sigue vigente, pero por gusto e iniciativa del alumnado; lo mismo sucede con la práctica de voleibol, deporte en que los alumnos destacan a nivel nacional y, finalmente, el eje de formación política representado por el Comité Estudiantil del plantel y desde el cual se estudia el “marxismo-leninismo” y se analiza y discute el contexto político y social del país.28

Asimismo la Ley del Servicio Profesional Docente aporta una serie de elementos que pueden considerase como el punto nodal de la disputa entre las escuelas normales rurales y el Estado mexicano,

[…] ya que dicha ley plantea un nuevo plan de estudios para educación básica que entrará en vigor en el calendario escolar 2017, donde todo egresado de cualquier licenciatura o carrera, y sin importar si cuenta o no con el perfil de maestro, puede aplicar al examen de oposición para obtener horas en básica o media superior, lo cual deja en total desventaja a las normales rurales, pues limitará las oportunidades para que sus egresados puedan obtener un empleo como docentes. Esto, sin duda, movilizará de nueva a los normalistas rurales del país para tratar de echar atrás tal decisión.29

Hacia 1960 era común que pasantes de la Normal de Atequiza obtuvieran una plaza laboral, la cual era otorgada por la propia Secretaría de Educación Pública. Tal fue el caso del año de 1961 cuando “se concedieron 47 plazas, de las cuales 10 se destinaron a maestros para reabrir escuelas, 20 para fundarlas y 17 para aumentar el personal en otras”;30 en la actualidad, deben presentar un examen de oposición que no contempla la compleja realidad del campo mexicano.

Así pues, las escuelas normales rurales fueron creadas con el propósito de dotar a las comunidades campesinas de México de una educación que les permitiera mejorar su calidad de vida. Sin embargo, el abandono deliberado de este modelo educativo por parte del Estado mexicano provocó la extinción de muchas de ellas, y las que continúan vigentes se mantienen en la lucha por sobrevivir.

El movimiento estudiantil de la Normal de Atequiza

Hablar de la Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo de Atequiza implica no perder de vista que, al igual que la mayoría de dichas instituciones, surgió en el periodo posrevolucionario, específicamente en el año de 1934, cuando el gobierno mexicano le otorgó un apoyo significativo para llevar a cabo la importante tarea de formar maestros rurales, cuya labor social debía ser alfabetizar a las comunidades campesinas del estado de Jalisco. Por tanto, estamos hablando de una institución cuya existencia se encuentra marcada por una serie de procesos sociales y políticos relacionados estrechamente con la historia de la educación de este país.

Se sabe que, en sus inicios hacia 1934, la normal estuvo en Colima y luego se movió a otras sedes de Jalisco. Finalmente, en 1950 se estableció en el poblado de Atequiza donde el ejido donó los terrenos para su establecimiento definitivo. No obstante, tuvieron que transcurrir ocho años antes de que se construyera el edificio que albergaría a la normal, mientras tanto se ubicó en el casco de la antigua hacienda de Atequiza, cuyas instalaciones no eran las más adecuadas para el funcionamiento de dicha institución.

En esa dirección, lo que a continuación se presenta es un análisis de la forma cómo los estudiantes normalistas de Atequiza, organizados en el Comité Estudiantil, afiliado a la FECSM, han generado una serie de prácticas sociales y políticas a lo largo de casi tres décadas (1988-2015), con el objetivo de hacer frente a la represión que han ejercido sobre ellos las autoridades educativas estatales y federales, las cuales se han caracterizado por su desprecio al normalismo rural. Esta agresión, de la misma manera que en otros estados, y como se demostrará a continuación, se ha realizado de forma intencionada y sistemática.

Por ello, considerar al movimiento estudiantil de la Normal de Atequiza como un movimiento social tiene importantes connotaciones para el entendimiento del problema aquí tratado. En principio, hay que señalar que desde su creación el movimiento se ha caracterizado por su acción colectiva y no aislada, sus integrantes han buscado establecer un diálogo con otros grupos de la sociedad civil de la región, por ejemplo: los padres de familia, quienes les han otorgado su apoyo alentándolos a “seguir luchando por sus derechos y conquistas sociales”.31

La solidaridad de los padres de familia al alumnado ha quedado manifiesta en diferentes ocasiones, tal como aconteció en el año de 1969 cuando el centro escolar cambió de ser un internado de mujeres a uno de varones. Esto como resultado de una reforma implementada por el gobierno del presidente Díaz Ordaz, que buscó reprimir a los normalistas rurales del país por el apoyo que brindaron al movimiento estudiantil de 1968, por las razones que se expusieron en el apartado anterior. Existen noticias de que ante tal decisión, se presentaron prácticas de resistencia por parte del alumnado y los padres de familia quienes vieron con malos ojos que el internado sufriera tal transformación.32

Fuentes periodísticas señalan que meses antes de que aconteciera el movimiento de 1968, se presentaron las condiciones para que las autoridades educativas federales y líderes estudiantiles de la Normal de Atequiza se reunieran en la ciudad de México a fin de buscar una solución a una serie de demandas del estudiantado. El gobierno de Díaz Ordaz, a través de la Secretaría de Educación Pública, solamente estuvo dispuesto a atender las que tuvieran que ver con la falta de recursos para el buen funcionamiento del plantel y optó por dejar de lado aquellas que tuvieran un tinte político. Lo antes destacado, nos permite afirmar que en dichas negociaciones participaron alumnas normalistas y no varones, pues para la fecha en que se llevó a cabo el proceso de negociación (1 de marzo de 1968), la Normal de Atequiza seguía siendo un internado de mujeres, lo cual llama la atención, ya que estamos frente a un momento donde las normalistas tuvieron una participación política por demás interesante, pues exigieron a las autoridades correspondientes que fueran escuchadas sus demandas. Para presionar aún más, se recurrió al paro escalonado de actividades académicas -pero sin llegar al paro total-, situación que vieron con desconfianza las autoridades involucradas.33

No obstante, la participación política de las normalistas de Atequiza se venía dando desde tiempo atrás, así lo demuestran las fuentes para el año de 1956 cuando estudiantes de secundaria, preparatoria y representantes de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), se solidarizaron con las normalistas durante un mitin que se realizó en las calles de Guadalajara el 5 de mayo de ese año. La protesta tuvo como objetivo denunciar ante las autoridades gubernamentales y educativas las condiciones insalubres en que se encontraba el edificio de la Normal de Atequiza, pero también el abandono y miseria en que se hallaban las alumnas de la propia escuela. En esa ocasión, “Las estudiantes, por boca de una de las alumnas de la Rural, reiteraron lo que tienen ellas para su subsistencia (3.00 diarios), en tanto que los caballos del ejército tienen seis pesos diarios para su manutención”. 34

Tuvieron que transcurrir dos años más para que las demandas de las alumnas fueran finalmente escuchadas. El 17 de noviembre de 1958 el secretario de Educación, José Ángel Cisneros, inauguró un nuevo edificio para albergar a la Normal de Atequiza, el inmueble tuvo un costo de dos millones de pesos y se le dotó de laboratorios y otras secciones necesarias para formar a los educadores rurales de la región. Durante el acto de apertura el secretario Cisneros aprovechó para manifestar que con la entrega del inmueble “el gobierno satisface todas peticiones legítimas, aunque se presenten de forma violenta”.35

Sin embargo, para 1960, la Normal de Atequiza presentaba un problema de sobrecupo, situación que tenía preocupada a la directora de la institución. En ese mismo año, el 11 de marzo, y con la idea de fortalecer todavía más al plantel educativo, el gobernador de Jalisco, Juan Gil Preciado, hizo “entrega a la Normal de Atequiza del terreno destinado a la construcción de la Escuela Primaria, el Jardín de Niños y los campos deportivos”.36 Durante la entrega de los terrenos estuvo presente el comité directivo de la Liga de Comunidades Agrarias del Estado,37 agrupación afiliada a la Confederación Nacional Campesina (CNC), la cual fue conformada bajo los auspicios del presidente Lázaro Cárdenas en el año de 1938.38

Los vínculos que se han dado entre los normalistas de Atequiza y la Liga de Comunidades Agrarias del Estado no siempre han sido cordiales. Por esto, se deben entender a partir los motivos que a unos y otros los conduce a establecer un diálogo con el objetivo de organizarse y manifestarse de forma conjunta en las calles con la intención de que el gobierno estatal atienda sus demandas educativas y las concernientes a defender el precio de maíz, el cual se mantiene a la baja debido a las indiscriminadas importaciones del grano.

En la actualidad, la Normal de Atequiza es mixta, pero el internado sólo funciona para los hombres. Por tal situación, las jóvenes normalistas se han visto en la necesidad de organizarse entre ellas para poder alojarse en alguna casa de asistencia o rentar una habitación en el poblado, debido a que algunas proceden de zonas lejanas. Sobre el costo de las rentas vale decir que puede variar entre 1,000 o 1,500 pesos, y regularmente es pagado por los propios padres que hacen sacrificios enormes para que sus hijas puedan formarse como maestras, pues ven la educación como “la única vía para que puedan obtener un empleo digno que les permita salir adelante”.39

Si bien la Normal cuenta con un presupuesto anual,40 este es insuficiente para dotar de una beca digna a los estudiantes varones, ya que las mujeres no cuentan con dicho apoyo económico. Es decir, se encuentran en una desventaja importante con respecto a los hombres por todo lo que esto implica: gastos de traslado, de hospedaje, de manutención, de materiales didácticos, etc.; no obstante, tal situación no las desmotiva para buscar un espacio en dicho centro educativo. El dictamen de ingreso a la Licenciatura en Primaria para el año 2015 así lo demuestra, las mujeres representan 60.9% del total de aceptados.41

La constante falta de recursos ha conducido a las autoridades del plantel a tomar la decisión de desaparecer el taller de carpintería, la panadería, entre otros; no obstante, ocasionalmente se han presentado iniciativas individuales por parte de algunos estudiantes para implementar criaderos de cerdos o conejos, animales que venden en Atequiza o en otros poblados de la región, cuyas ganancias han servido para sufragar los gastos personales de quienes realizan dicha actividad.42

Empero, no todos los estudiantes se inclinan por esta opción, ya que implica dedicarle tiempo y recursos económicos que en su mayoría no cuentan con ellos, principalmente con lo último. Con esto se demuestra que el eje en formación agropecuaria en la normal de Atequiza ya no forma parte del plan de estudios.

Lo anterior provoca que año con año los normalistas se vean en la necesidad de manifestarse en diferentes espacios públicos como las plazas y las calles,43 para exigir a las instancias de gobierno locales que se atiendan sus demandas económicas y materiales; sin embargo, tales peticiones han sido recibidas por “oídos sordos”.

Un año complicado fue 2009, cuando las autoridades educativas del estado de Jalisco retrasaron la convocatoria para nuevo ingreso, lo cual puso en alerta a los estudiantes al percatarse que detrás de dicho retraso existía la posibilidad del cierre del plantel. Esta situación de incertidumbre los lanzó a la calle a exigir la publicación de dicha convocatoria, la que finalmente salió a la luz después de varios días de manifestación estudiantil.

No obstante, y pese a que en 2015 se emitió de nueva cuenta la convocatoria para nuevo ingreso, la realidad es que la matricula va a la baja, ya que para la Licenciatura en Preescolar solamente fueron admitidas 20 de las 29 jóvenes. Y en el caso de la Licenciatura en Primaria se aceptaron 110 de los 153 que realizaron trámites para ingresar.44 Consideramos que la disminución de la matrícula se debe principalmente a la implementación de una política educativa de corte neoliberal que impone un proceso de selección excluyente, que está enfocada a negar la oportunidad de prepararse a un número importante de jóvenes como docentes en el nivel de educación básica y que, además, la aplicación del Examen Nacional de Ingreso a la Educación Superior Exani-II, no toma en cuenta la compleja realidad del ámbito rural de donde estos jóvenes son originarios.45

Por otro lado, es importante destacar que el movimiento estudiantil es poseedor de una conciencia histórica46 que constantemente es reforzada mediante la conmemoración de un acontecimiento que desde su punto de vista “no se puede ni debe olvidar”,47 el cual tiene que ver con la represión que sufrieron los estudiantes por parte del Estado mexicano en su propio plantel el 28 de octubre de 1988.

Para mantener vivo el recuerdo de dicho acontecimiento los normalistas organizados, año con año, realizan una serie de acciones de índole política, tal como aconteció en 2008 cuando salieron a marchar a las calles de Guadalajara, donde expusieron mantas y lanzaron consignas para conmemorar el vigésimo aniversario de dicha represión.48

El mencionado acto de represión, fue narrado de forma detallada por algunos diarios locales el 29 de octubre de 1988. A cerca de los hechos acontecidos se destaca que la irrupción del Escuadrón de Antimotines del Departamento de Seguridad Pública del Estado en las instalaciones de la Normal de Atequiza obedeció a una serie de acusaciones y denuncias que recibió el gobierno de Jalisco por parte de empresas transportistas de mercancías. Se acusó a los normalistas de bloquear los caminos y carreteras, y del secuestro de un grupo de choferes de camiones de carga con el objetivo de:

[…] presionar a los propietarios de las unidades a entregar aportaciones económicas al movimiento que venían realizando desde el pasado 19 del mes en curso, con el que suspendieron las clases. −Asimismo, se les acusó de pretender− […] hacer explotar un tráiler cargado con 34 toneladas de explosivos, así como 5 pipas, dos de ellas cargadas con 80,000 litros de alcohol industrial, dos más con 30,000 litros de diésel y una con 50,000 litros de gasolina, líquidos que por cierto ya habían desparramado por todo el plantel con la firme intención de prenderle fuego, acción que experimentaron quemando totalmente una de las camionetas que tenían secuestradas.49

Si bien existen evidencias que comprueban que ciertamente los alumnos tenían retenidos dichos camiones en las instalaciones del plantel educativo como una estrategia para lograr que fueran escuchadas sus demandas, en nuestra opinión, las acusaciones de intento de explotar esa cantidad de explosivos y combustibles resultan exageradas, pues no es convincente que un puñado de estudiantes sin capacitación para ello, podría haber realizado tal acción incendiaria por las consecuencias desastrosas que esto hubiera provocado y aún menos en el interior de su propia escuela. Por esto, consideramos que con dichas imputaciones se buscaba continuar alimentando en el grueso de la sociedad la “leyenda negra” de que los normalistas de Atequiza eran, al igual que los de otras normales rurales, guerrilleros capaces de cometer actos de tal naturaleza. Es decir, desde el Estado se buscó, de nueva cuenta, implementar mecanismos para desactivar el movimiento estudiantil a como diera lugar.

En ese sentido, conviene señalar que la represión hacia estos estudiantes no quedó solamente en las agresiones físicas y la toma de las instalaciones de la normal por parte del Escuadrón de Antimotines, sino que fueron detenidos 58 estudiantes, de los cuales, 21 fueron consignados penalmente por la Procuraduría del Estado. Los delitos que se les atribuyeron fueron: robo, extorsión, privación ilegal de la libertad, asociación delictuosa y amenazas. Así lo comunicaba un diario local el 4 de noviembre de 1988.50 En esa dirección, Foucault destaca que el poder conviene verlo no como algo que posee la clase dominante, es decir que no es una propiedad, sino que es una estrategia. En otras palabras, el poder no se posee, se ejerce. En tal sentido, sus efectos no son atribuibles a una apropiación sino a ciertos dispositivos que le permiten funcionar plenamente.51 Por lo anterior, estamos convencidos de que algunos medios de comunicación pueden funcionar como un claro dispositivo para que opere el poder.

Sobre el mismo asunto, los medios de comunicación de ese entonces señalaron que la huelga de los normalistas de Atequiza inició,

[…] primero en protesta por los hechos registrados en la Escuela Normal de Guerrero, para posteriormente realizar un pliego petitorio en donde solicitaban el regreso del bachillerato pedagógico a este plantel […] además de la mejora en la alimentación que se les otorga, uniformes deportivos, material didáctico, arreglo a los dormitorios, cobijas y colchones, pintura general al plantel, más canchas de basquetbol, tenis, futbol, alberca, autobuses para trasladarse a los lugares de prácticas y a otras normales, entre otras cosas”.52

De lo antes expresado, nos llama la atención la referencia a que el origen de la huelga de los de Atequiza de 1988 se localizaba en el apoyo que brindaron a los normalistas de Guerrero; sin embargo, la fuente periodística no brinda mayor información. La ausencia de datos no se puede interpretar sino como un silencio deliberado por parte del diario en cuestión.

Por ello, nos dimos a la tarea de localizar información que permitiera aclarar el origen de las muestras de solidaridad para los de Guerrero. Lo que realmente sucedió, es que los normalistas de Atequiza se solidarizaron con los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa por un lamentable hecho que aconteció el 12 octubre de 1988, cuando un normalista de nombre Juan Manuel Huikán Huikán fue asesinado por elementos de la policía al momento en que se manifestaba, junto con otros estudiantes, en la carretera Chilpancingo-Tlapa -tramo Tixtla- por la decisión del entonces gobernador de Guerrero José Francisco Ruiz Massieu, de expedir un comunicado, vía la SEP, donde se expresaba la decisión del gobierno estatal de desaparecer el Bachillerato Pedagógico y reducir las partidas escolares.53

La toma de conciencia sobre temas específicos que atañen al sistema educativo mexicano en su conjunto, así como las muestras de solidaridad de los de Atequiza para con otros normalistas rurales del país reprimidos por el Estado mexicano, en el pasado y en la actualidad, quedan evidenciadas en los párrafos anteriores. Jörn Rüsen afirma que la conciencia histórica rememora al pasado como un espejo de la experiencia en el cual se refleja la vida presente y sus características temporales son, así mismo, reveladas.

Al respecto, Giroux menciona que la supresión del anhelo de la humanidad por un mundo mejor y más justo es consecuencia de la acción de la racionalidad tecnocrática imperante en los países donde el triunfo de la ciencia y la tecnología combinadas con el modelo económico neoliberal ha dado como resultado, por un lado, la búsqueda de suprimir la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la comunicación pública y la lucha colectiva de los grupos marginados.54 En esa dirección, Susan Street afirma que el neoliberalismo, como forma de dominación, ataca sistemáticamente toda forma de comunidad, atomizándola, y vacía cada espacio colectivo de sus lazos de solidaridad y socialidad humana al someterlo a [la] valorización del capital.55

Es decir, que a partir de una acción conflictiva se busca transformar las relaciones de dominación social. En ese sentido, Touraine señala que lo que está en disputa es la apropiación de un campo de la historicidad.56

El inicio de la década de 1990 aparenta ser un periodo de tranquilidad para la Normal de Atequiza, ya que las noticias que aparecen en la prensa durante ese tiempo están enfocadas a dar cuenta de una serie de eventos deportivos donde los normalistas tuvieron un papel destacado, principalmente en el voleibol. No obstante, consideramos que era una paz aparente, y lo que realmente estaba detrás de ello era la mano dura de las autoridades que no estaban dispuestas a tolerar de nueva cuenta que los normalistas se manifestaran con la misma intensidad como lo habían hecho un lustro atrás.

Lo anterior se corrobora con un informe que sobre la institución realizó en 1993 el entonces presidente municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos, Conrado Ramírez García, quien ante la prensa destacó que la Normal de Atequiza se encontraba tranquila debido al diálogo permanente entre las autoridades gubernamentales, educativas, sindicales, representantes de los alumnos y padres de familia. Pero también como resultado de “[…] algunas medidas preventivas y coercitivas para que no se creen situaciones de anarquía o violencia que a nadie benefician”.57

La situación cambió a partir del año de 1994, cuando de nueva cuenta aparecen notas periodísticas donde a los normalistas se les califica como “quejosos”. Es decir, los de Atequiza optaron por romper el silencio que se les había impuesto. Una nota del día 29 de octubre de dicho año destacó que en promedio fue un centenar de alumnos los que solicitaron al entonces secretario de Educación, Guillermo Reyes Robles, que cumpliera sus demandas históricas: construcción de un mayor número de aulas y mejoras a la infraestructura del plantel.58 Sin embargo, nos llama la atención que dicho diario no proporcione información referente a un posible pronunciamiento de los “quejosos” en torno a la conmemoración del sexto aniversario del 28 de octubre de 1988, lo cual es atribuible a la postura del medio informativo, y no al olvido de los estudiantes, pues seguramente la herida que dejó tal represión no había sanado. Así se demostró el 28 de octubre de 1996 cuando trescientos alumnos de la Normal realizaron un acto simbólico en las calles de Guadalajara para conmemorar la intromisión que la fuerza pública hizo en el plantel ocho años atrás.59

De esta manera, y durante los años subsecuentes, los jóvenes normalistas se han dado a la tarea de conmemorar el suceso antes descrito. Es decir, la conciencia histórica que poseen los estudiantes de Atequiza ha servido para que normalistas de generaciones posteriores mantengan vivo el recuerdo del caso de agresión que resistieron en 1988. Por lo anterior, se puede decir que a estos jóvenes les es sumamente significativo e importante no olvidar dicha experiencia, pues para ellos es un elemento de orientación y motivación60 en el trayecto de su vida como estudiantes y, después como docentes egresados de la Normal de Atequiza. Así quedó evidenciado en 2013, cuando de nueva cuenta salieron a las calles de la ciudad de Guadalajara a conmemorar los 25 años de dicho acontecimiento.61

Otro caso de represión hacia el estudiantado ocurrió el 26 de noviembre de 2014, cuando elementos de la Fuerza Única de Jalisco dispersaron de forma violenta a cincuenta jóvenes y señoritas estudiantes de la Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo, de Atequiza, Jalisco, quienes, solidariamente, acompañaban a un grupo de campesinos que habían decidido bloquear la carretera Santa Rosa-La Barca, ante la negativa del gobierno del Estado de gestionar un pago justo por el maíz que producían. Ante dicho bloqueo, elementos de la Fuerza Única lanzaron gas lacrimógeno y golpearon a los agricultores y a los normalistas. En consecuencia, los estudiantes no dudaron en responsabilizar al gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, por la represión que sufrieron.62

Estas muestras de respaldo para con otros movimientos, como el de los campesinos, da cuenta de que existe en el movimiento estudiantil, hoy más que nunca, un fuerte compromiso social con las comunidades campesinas, debido a la situación de crisis por la que atraviesa el agro mexicano que afecta de forma directa o indirecta a unos y a otros.

En el mes de diciembre de 2014, los normalistas volvieron a las calles. En tal ocasión instalaron un plantón, pero en lugar de lanzar consignas a favor de sus demandas, llevaron a cabo una serie de actividades culturales, similares a las que realizan regularmente, para fortalecer los lazos sociales con la población de Atequiza, y que consisten en puestas en escena de obras de teatro, bailables regionales, entre otras. Asimismo, protestaron realizando actividades de limpieza en algunas dependencias de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ). Esta forma de protesta buscaba, por un lado, no afectar a la ciudadanía obstruyendo las calles y, por otro lado, lograr cambiar la percepción de algunos sectores de la sociedad tapatía, ya que por mucho los siguen considerando como “revoltosos y flojos”.63

El reclamo principal de los normalistas estaba encaminado a lograr que las autoridades educativas del Estado destituyeran al director de la Normal de Atequiza, José Abel Ascencio Mozqueda, pues los amenazó con expulsarlos por participar en las movilizaciones a favor de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa,64 a quienes declararon como desaparecidos. También lo denunciaron por el desvío de recursos de la institución; sin embargo, los estudiantes fueron de nueva cuenta ignorados. Dichas acciones coincidieron con la presencia de un grupo de padres de los 43, y de algunos egresados y alumnos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, quienes estuvieron en Guadalajara el martes 2 de diciembre para llamar a la sociedad tapatía a la unidad y a la intensificación de acciones para exigir al gobierno federal la localización de los jóvenes desaparecidos.

Tras la desaparición de los 43 normalistas, la Cámara de Diputados aprobó a finales de 2014, el Presupuesto 2015 donde se contemplaron recursos adicionales de 400 millones de pesos para las 17 normales rurales del país.65 Esta acción fue vista por diferentes sectores de la sociedad como una estrategia del gobierno para callar las voces críticas. Y en el caso de los de Atequiza, como una forma de amordazarlos y desmovilizarlos, pues consideraron que el otorgamiento de siete millones de pesos para mejorar las condiciones del plantel que anunció el secretario de Educación, Francisco Ayón López, era una forma de desmovilizar a los estudiantes de la Normal Rural Miguel Hidalgo de Atequiza. Así lo declaraban:

Ni siquiera han visitado la normal, ni siquiera se han reunido con nosotros. No vamos a recibir ese dinero porque es una estrategia para callarnos. No quieren ayudarnos, lo que quieren es condicionarnos para que ya no exijamos la aparición con vida de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, reclamó Misael, uno de los estudiantes miembro de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).66

Si bien el gobierno federal otorgó recursos adicionales a dichos centros educativos, continúan abiertas, hasta este momento, diferentes líneas de investigación para efecto de determinar las razones de la desaparición del grupo de jóvenes normalistas de Ayotzinapa. De entre éstas destaca la promovida por la diputada del Partido de Acción Nacional, Guadalupe Murguía Gutiérrez, presidenta de la Comisión Especial sobre el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero. Sobre el caso, Murguía consideró imperioso profundizar la investigación sobre la posible infiltración del narcotráfico en la Normal de Ayotzinapa, pues solamente así se podría confirmar o desechar la versión de que integrantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos estarían vinculados con grupos de la delincuencia organizada.67

De lo anteriormente expuesto, se puede decir que en la actualidad el poder visualiza a las normales rurales como espacios donde el narcotráfico se ha infiltrado para abastecerse de elementos para la comercialización y distribución de drogas. Esto es, para ciertos grupos políticos los estudiantes pasaron de ser guerrilleros a traficantes de estupefacientes.

Por otro lado, conviene mencionar que en varias ocasiones las movilizaciones de los normalistas han sido apoyadas por brigadas de maestros pertenecientes al Movimiento de Bases Magisteriales (MBM) o por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). La explicación de dichas expresiones de adhesión radica en que varios de estos maestros son egresados de normales rurales. Por tanto, existe un compromiso importante hacia la causa de los normalistas de Atequiza, pero también con el resto de las normales rurales de este país, pues juntos buscan a toda costa evitar la extinción de estas instituciones.

Esto se demuestra a partir de que los estudiantes buscan fortalecer su conciencia histórica mediante la difusión de comunicados en el internet y documentos elaborados para ese fin, los cuales hacen referencia a sus luchas históricas con el poder. Ello ha servido para fortalecer la identidad colectiva del movimiento normalista rural, donde la experiencia colectiva ganada a través del tiempo ha jugado un papel determinante.

El factor ideológico también ha intervenido en su fortalecimiento, pues a la par de los cursos que toman en su centro educativo, el Comité Estudiantil se encarga, mediante comisiones, de instruir a los normalistas en una doctrina marxista-leninista; lo anterior ha dado como resultado la generación de una conciencia de clase entre los estudiantes.68 Esta postura evidentemente antiimperialista genera una dinámica por demás interesante que promueve en los estudiantes el interés por trabajar en torno al proyecto de transformación de las normales rurales desde prácticas democráticas.

Es decir, el movimiento estudiantil de la Normal de Atequiza ha construido y practica una identidad colectiva vista como un proceso mediante el cual los actores producen las estructuras cognitivas comunes que les permiten valorar el ambiente y calcular los costos y beneficios de la acción.69 Esto es, su actuar se justifica por la razón de que “mientras la pobreza exista, las normales rurales tienen razón de ser”.70

Conclusiones

En este artículo se han resaltado los factores sociopolíticos que propician que el movimiento estudiantil de la Escuela Normal Rural de Atequiza sea un protagonista de primer orden en la estructura del sistema educativo mexicano.

Se ha destacado la relevancia que tiene el movimiento como movimiento histórico. Esto posibilitó comprenderlo como una forma de organización social que disputa al Estado sus conquistas sociales ganadas a través del tiempo, es decir lo que Touraine denomina como un campo de la historicidad.

A partir de la propuesta de Touraine se identificaron los elementos que definen al movimiento estudiado como un movimiento social: la identidad, la oposición y la totalidad. Es decir, una identidad propia, una caracterización del adversario u contradictor y una elevación de las reivindicaciones particulares al sistema de acción histórica.

Además, se puede concluir que el movimiento es poseedor de una conciencia histórica, la cual es fortalecida en el día a día con la intención de aspirar a construir un mejor futuro. Una experiencia en particular es la que abona a dicho reforzamiento y tiene que ver con la conmemoración de un acontecimiento que desde el punto de vista de sus integrantes “no se puede ni debe olvidar”: la represión que sufrieron estos estudiantes por parte del Estado mexicano en su propio plantel el 28 de octubre de 1988. La rememoración de dicho acontecimiento funciona como un espejo de la experiencia en el cual se refleja la vida presente de los normalistas movilizados.

De la misma manera, se dio cuenta de la relevancia y la importancia de los distintos tipos y grados de relación que guarda el movimiento estudiantil con otros estudiantes normalistas del país. Un ejemplo claro es el alto grado de solidaridad que demuestra actualmente hacia los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos desde septiembre de 2014. Se encontró, también, que dicho vínculo ha estado presente desde hace tiempo, pues en 1988 los de Atequiza se manifestaron en contra del asesinato de un normalista de Ayotzinapa por parte de un grupo de policías de Guerrero.

Hemos visto que los patrones de apoyo-rechazo están política y socialmente determinados, aunque no de forma automática ni generalizada. En términos generales se observó el apoyo al movimiento de parte de otros movimientos sociales que, al igual que el de los normalistas, han sufrido represión por parte de las fuerzas policiacas y el ejército, tales son los casos de los agricultores que reclaman al Estado mexicano el abandono del campo, y los maestros organizados en la CNTE. Es decir, se producen solidaridades que les permiten hacer frente a las diferentes formas de agresión que las autoridades federales o estatales les ocasionan.

Por su parte, los padres de estos estudiantes les han brindado apoyo total, pues ven en la educación de sus hijos e hijas normalistas la única vía para que puedan salir de la situación de exclusión social en que se encuentran; sin embargo, los logros que buscan alcanzar estos estudiantes no están garantizados debido a la falta de voluntad política de las autoridades. Y mucho dependerá de los posibles resultados efectivos y del derrotero que siga este movimiento estudiantil.

No obstante, los ciudadanos que se ven afectados por las marchas que realizan los normalistas en movimiento, tanto en su región de origen como en la ciudad de Guadalajara, no se identifican del todo con su lucha, aun pudiendo ser parte de la misma dinámica. Las marchas y otras manifestaciones públicas de los estudiantes están desprestigiadas, en parte por algunos medios de comunicación que los acusan de “quejosos” alteradores del orden.

Por otro lado, existen elementos que muestran la relevancia, el carácter renovado y la posible trascendencia del movimiento estudiantil. Así, la no dependencia de consignas e instrucciones superiores, la no aceptación de que los diferentes partidos políticos intervengan al interior del plantel y la interrelación más cercana con otros movimientos sociales del país puede despertar renovados discursos y estrategias que guíen hacia una participación más fuerte y comprometida de los estudiantes de la Normal de Atequiza en busca de un nuevo concepto de democracia que genere nuevas prácticas sociopolíticas que ofrezcan un atisbo de un nuevo proyecto educativo para dichas instituciones.

Asimismo, se demostró que la Ley del Servicio Profesional Docente aporta una serie de elementos que pueden considerarse como el punto nodal de la disputa entre las escuelas normales rurales y el Estado mexicano, ya que esta Ley plantea que todo egresado de cualquier licenciatura o carrera, puede aplicar al examen de oposición para obtener horas en básica o media superior, lo cual deja en total desventaja a las normales rurales, pues limitará las oportunidades para que sus egresados puedan obtener un empleo como docentes. Esto, sin duda, movilizará de nuevo a los normalistas rurales del país para tratar de echar atrás tal decisión.

Ante este escenario el movimiento emprendido por los normalistas rurales del país pareciera que está recobrando fuerza, pese a los intentos de las autoridades por desaparecer las normales rurales. También es claro que a lo largo de su historia sus integrantes han sabido conformar estrategias y redoblado esfuerzos para no verse avasallados por la embestida del Estado y por el desánimo ante la indiferencia que muestran algunas autoridades que desprecian al normalismo rural. Así pues, en la medida que logren superar dichas dificultades será como el movimiento estudiantil de Atequiza podrá continuar en la lucha por sus demandas, y así fortalecer la formación de maestros en el ámbito rural.

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1Laura Poy Solano, “Las normales rurales, semillero de guerrilleros, afirma Gordillo”, disponible en: www.jornada.unam.mx/2010/08/06/sociedad/035n1soc. Consulta: el 10 de febrero de 2016.

2Alicia Civera, “La trayectoria de una institución formadora de maestros rurales en México”, Sujetos, comunidades rurales y culturas escolares, compilado por Lucia Lionetti, Alicia Civera y Flávia Obino Correa (Rosario, Argentina: Prehistoria Ediciones/El Colegio Mexiquense/El Colegio de Michoacán, 2013): 209.

3La FECSM es reconocida como la organización estudiantil más antigua de México. Su creación se remonta a 1935 y, para esa época, formaba parte del conjunto de instituciones revolucionarias que apoyaban las reformas populares del presidente Lázaro Cárdenas. Civera, “La trayectoria de una institución”, 218.

4Los estudiantes normalistas que integran la fecsm, mantienen sus objetivos fundacionales: lograr que se proporcione una educación democrática, participar en la vida académica de las escuelas normales, pugnar por los derechos de los alumnos, conservar en óptimas condiciones los edificios, talleres y dormitorios, y principalmente mantener el vínculo con lo rural y el compromiso social. Disponible en: www.facebook.com/Fecsm-125734134147581/. Consulta: el 7 de marzo de 2016.

5Zósimo Camacho y Julio César Hernández, “La resistencia de las normales rurales”, disponible en: www.contralinea.com.mx/archivo/2008/abril/htm/resistencia-normales-rurales.htm. Consulta: el 7 de marzo de 2016.

6Roberto González Villarreal y Ricardo Amann Escobar, “Amilcingo: los desafíos de la tradición”, Historia de normales. Memorias de maestros, coordinado por Adelina Arredondo (México: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2009): 63.

7Alain Touraine, “Los movimientos sociales”, Touraine y Habermas: ensayos de teoría social, compilado por Francisco Galván (México: Universidad Autónoma de Puebla/Universidad Autónoma Metropolitana, 1986): 101-126.

8La Teoría del Conflicto contribuye al análisis de las relaciones entre las autoridades federales, estatales y los estudiantes normalistas de Atequiza en sus prácticas sociales y políticas. En ese sentido, no podemos olvidar que las sociedades del pasado, como las del presente, encierran una serie de contradicciones y objetivos colectivos contrapuestos que provocan confrontación de intereses; por tanto, el conflicto es inherente a cualquier dinámica social, es un imperativo estructural y un motor de cambio social. Pedro-Luis Lorenzo Cadarso, “Principales teorías sobre el conflicto social”, disponible en: dialnet.uniroja.es/descarga/articulo/241031.pdf. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

9Bajo el argumento de que la reforma incide en el plan de estudios y, por tanto, afecta su formación como docentes rurales.

10Alicia Civera, “La trayectoria de las Escuelas Normales Rurales: algunas huellas para estudiar”, disponible en: www.snte.org.mx/seccion56/assets/218266543.pdf. Consulta: el 7 de diciembre de 2015.

11Rodrigo Labarthe, “Panorama estadístico de México. 1810-1910-2010”, disponible en: www.contorno.org.mx/contorno/resources/media/pdf/RLA_Panorama_estadistico_1810_2010.pdf. Consulta: el 6 de febrero de 2016.

12Civera, “La trayectoria de una institución”, 209.

13González y Amann, “Amilcingo”, 65.

14Javier Ocampo López, “José Vasconcelos y la Educación Mexicana”, Revista Historia de la Educación Latinoamericana 7 (2005): 139-159.

15En la actualidad, el poder legislativo continúa sosteniendo que la situación de pobreza es el principal requisito para ingresa a las Escuelas Normales Rurales. En el proceso de selección que se realiza anualmente en cada uno de los planteles, las autoridades educativas estatales, federales y estudiantes encargados de dicha encomienda, se aseguran que los estudiantes de nuevo ingreso sean hijos de campesinos en situación de pobreza, indígenas y mestizos. Para esto, se realiza un estudio socioeconómico de cada aspirante y se trasladan a sus respectivos domicilios a fin de comprobar la veracidad de los datos otorgados. Gaceta Parlamentaria, disponible en: http://gaceta.diputados.gob.mx/Gaceta/63/2015/oct/20151013-III.html. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

16Ocampo, “José Vasconcelos”, 153.

17Alicia Civera, “El internado como familia: las escuelas normales rurales en la década de 1920”, Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, XXXVI, 3-4 (2006): 53-73.

18José Rojas Galván, Entrevista con José Luis Palomera, egresado de la Escuela Normal de Atequiza. Guadalajara, México, 11 de junio de 2016.

19Touraine, “Los movimientos sociales”, 101.

20“La Normal de Atequiza”, El Informador, 28 de enero de 1963, Editorial, 4-A, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 7 de marzo de 2016.

21Civera, “La trayectoria de las Escuelas”.

22Zósimo Camacho, “‘Golpe de mano’ contra el normalismo rural”, disponible en: pueblossinfronteras.wordpress.com/2014/12/11/el-violento-cierre-de-las-normales-rurales-el-otro-1968-operativo-de-diaz-ordaz-para-cerrar-normales/. Consulta: el 17 de junio de 2016.

23Tatiana Coll, “Las Normales Rurales: noventa años de lucha y resistencia”, en:http://www.redalyc.org/pdf/325/32533819012.pdf (Consultado el 17 de junio de 2016).

24González y Amann, “Amilcingo”, 66.

25“Lunes de manifestaciones y caos vial en el Centro”, El Informador, 2 de septiembre de 2008, Sección Local, 8-B, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 9 de febrero de 2016.

26Tanalís Padilla, “Las Normales rurales: historia y proyecto de nación”, El Cotidiano, en:http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32512736009 (Consultado el 9 de febrero de 2016).

27Rojas Galván, Entrevista con José Luis Palomera, 11 de junio de 2016.

28Rojas Galván, Entrevista con José Luis Palomera, 11 de junio de 2016.

29Rojas Galván, Entrevista con José Luis Palomera, 11 de junio de 2016.

30“Distribución de las 110 nuevas plazas para maestros federales”, El Informador, 26 de septiembre de 1961, Sección Miscelánea Noticiosa, 2-3, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 7 de febrero de 2016.

31José Rojas Galván, Entrevista con alumna normalista, Guadalajara, Jalisco, México, 11 de octubre de 2015.

32Alejandra Guillén, “Atequiza, una normal en tiempos difíciles”, disponible en: http://cronicadesociales.org/2014/10/22/atequiza-una-normal-en-tiempos-dificiles/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

33“Se encuentra en Vías de Solución el Conflicto de la Normal de Atequiza”, El Informador, 1 de marzo de 1968, Sección Miscelánea Noticiosa, 2-C, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

34“Los Tienen en la Miseria”, El Informador, 6 de mayo de 1956, 3, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

35“Inauguración de la Normal de Atequiza”, El Informador, 18 de noviembre de 1958, 8, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

36“Entrega de Terrenos”, El Informador, 11 de marzo de 1960, 3, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015).

37“Entrega de Terrenos”, El Informador, 11 de marzo de 1960, 3, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

38Los principales objetivos fundacionales de la cnc fueron: “continuar el reparto agrario, ayudar a los campesinos a solucionar sus problemas, tramitar las demandas en las dependencias oficiales y asegurar que los funcionarios locales no obstaculicen el proceso de distribución de la tierra”. Doralicia Carmona, “Surge la Confederación Nacional Campesina CNC”, disponible en: http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/8/28081938.html. Consulta: el 20 de junio de 2016.

39José Rojas Galván, Entrevista con José Luis Palomera, egresado de la Escuela Normal de Atequiza, Guadalajara, Jalisco, México, 6 de noviembre de 2015.

40Entre el periodo que va de 2010 a 2014, no se incrementó el subsidio de 6.5 millones de pesos a la Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo, de Atequiza, Jalisco, lo que produjo una reducción en la asistencia de los alumnos hospedados en ese centro educativo, disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2014/10/11/politica/020n1pol. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

41“Consulta Dictamen de Ingreso 2015 a la Educación Normal”, disponible en: http://portalsej.jalisco.gob.mx/consulta-dictamen-de-ingreso-2015-la-educacion-normal. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

42José Rojas Galván, Entrevista con alumno normalista, Guadalajara, Jalisco, México, 4 de diciembre de 2015.

43La calle es, así como se convierte en el lugar de socialización y de expresión colectiva, en otras palabras, el ámbito extra institucional donde hacen visibles y manifiestas las posturas e inconformidades de estos normalistas.

44 “Consulta Dictamen de Ingreso 2015 a la Educación Normal”, disponible en: http://portalsej.jalisco.gob.mx/consulta-dictamen-de-ingreso-2015-la-educacion-normal. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

45El Estado mexicano, a través del tiempo, ha sido el responsable de crear los mecanismos para enfrentar y abatir el problema de acceso a la educación superior; no obstante, las políticas educativas globalizadoras que se han implementado en nuestro país para dicho nivel no han dado los resultados esperados. El resultado ha sido que un número importante de jóvenes les sea negado el derecho a prepararse como profesionistas. José Rojas Galván, “La superación de las políticas neoliberales desde la pedagogía crítica”, Políticas e investigación para la mejora educativa, coordinado por Víctor Manuel Ponce Grima (México: Universidad de Guadalajara/Escuela Normal Superior de Jalisco/Universidad Pedagógica Nacional/Instituto Superior de Investigación y Docencia para el Magisterio/Gobierno de Jalisco, 2014): 57.

46En este trabajo se entiende por conciencia histórica aquel conjunto de funciones a través de las cuales un individuo y/o una sociedad crea una relación activa con su pasado a través de una experiencia temporal, que debe ser percibida e interpretada antes de volverse elemento de orientación y motivación. Carmen Lucía Cataño Balseiro, “Jörn Rüsen y la conciencia histórica”, Historia y Sociedad, http://www.scielo.org.co/pdf/hiso/n21/n21a10.pdf. (consultado el 20 de junio de 2016).

47José Rojas Galván, Entrevista con alumno normalista, Guadalajara, Jalisco, México, 2 de diciembre de 2015.

48“Estudiantes de Atequiza desquician el tránsito en el Centro Histórico”, El Informador, 29 de octubre de 2008, Sección Local, 5-B, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

49“Vuelve la tranquilidad a la Normal de Atequiza”, El Informador, 29 de octubre de 1988, Sección Miscelánea Noticiosa, 1, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

50“Inician proceso penal a los detenidos en Atequiza”, El Informador, 4 de noviembre de 1988, Sección Miscelánea Noticiosa, 13-A, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

51Francisco Ávila-Fuenmayor, “El concepto de poder en Michel Foucault”, disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/avila53.pdf. Consulta: el 7 de marzo de 2016.

52“Vuelve la tranquilidad a la Normal de Atequiza”, El Informador, 29 de octubre de 1988, Sección Miscelánea Noticiosa, 4-C, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 6 de diciembre de 2015.

53 “Desde las trincheras de Ayotzinapa la defensa por la educación y la vida de los hijos del pueblo. XXI Informe - junio 2014/junio 2015”, disponible en: http://www.derechos.org/nizkor/mexico/doc/iguala64.html. Consulta: el 9 de diciembre de 2015.

54Henry Giroux. “La enseñanza y la cultura del positivismo: notas sobre la muerte de la historia”, Pedagogía y política de la esperanza. Teoría, cultura y enseñanza (Buenos Aires-Madrid: Amorrortu, 2003): 29.

55Susan Street, “Veinte años de la idea democrática en el magisterio mexicano”, disponible en: http://ciesasoccidente.edu.mx/wp-content/uploads/2013/12/3.1-Veinte-a%C3%B1os-de-la-idea-democr%C3%A1tica-en-el-magisterios-mexicano.pdf. Consulta: el 6 de febrero de 2016.

56Touraine, “Los movimientos sociales”, 110.

57“La Escuela Normal de Atequiza, Tranquila”, El Informador, 13 de abril de 1993, Sección Miscelánea Noticiosa, 3-D, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 9 de diciembre de 2015. El mismo diario proporciona datos interesantes sobre el proceso de deterioro que han sufrido las instalaciones del plantel. Disponible en: http://www.informador.com.mx/jalisco/2015/616560/6/tras-desaparicion-de-estudiantes-ayudan-a-normales.htm.

58“Quejosos de Atequiza, Tranquila”, El Informador, 29 de octubre de 1994, Sección Miscelánea Noticiosa, 3-D, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 9 de diciembre de 2015.

59“Una década de rezago en la Normal de Atequiza”, El Informador, 29 de octubre de 1996, Sección Miscelánea Noticiosa, 2-B, disponible en: http://hemeroteca.informador.com.mx/. Consulta: el 9 de diciembre de 2015.

60Cataño Balseiro, “Jörn Rüsen y la conciencia histórica” en: http://www.scielo.org.co/pdf/hiso/n21/n21a10.pdf (consultado el 7 de febrero de 2016)..

61“La Normal de Atequiza mantiene peticiones de mejoras educativas desde hace 25 años”, disponible en: http://cronicadesociales.org/2013/11/01/la-normal-de-atequiza-mantiene-peticiones-de-mejoras-educativas-desde-hace-25-anos/. Consulta: el 8 de diciembre de 2015.

62 Martín Martínez Sosol, “Urgente: represión y desalojo violento contra normalistas de Atequiza Jalisco y campesinos”, disponible en: http://desarmadorpolitico.blogspot.mx/2014/11/urgente-represion-y-desalojo-violento.html. Consulta: el 9 de diciembre de 2015.

63José Rojas Galván, Entrevista con alumno normalista, Guadalajara, Jalisco, México, 14 de octubre de 2015.

64Alejandra Guillén, “‘La sej busca desmovilizarnos’, normalistas de Atequiza”, disponible en: http://cronicadesociales.org/2014/12/05/la-sej-busca-desmovilizarnos-normalistas-de-atequiza/. Consulta: el 8 de diciembre de 2015.

65Enrique Méndez y Roberto Garduño, “Reasignan diputados $400 millones más a normales rurales”, disponible en: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/11/13/reasignan-diputados-400-millones-mas-a-escuelas-normales-7677.html. Consulta: el 8 de diciembre de 2015.

66Guillén, “La sej”.

67MonitorMVS1025, “Diputados exigen ahondar sobre presunta filtración del narco en Normal de Ayotzinapa”, disponible en: http://www5.diputados.gob.mx/index.php/camara/Comunicacion/Monitoreo-de-Medios/2015/11-noviembre/12/12-noviembre-2015-07-11-00. Consulta: el 9 de diciembre de 2015.

68José Rojas Galván, Entrevista con José Luis Palomera egresado de la Escuela Normal de Atequiza, Guadalajara, México, 4 de diciembre de 2015.

69Alberto Melucci, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia (México: El Colegio de México, 1999): 66.

70Ignacio Pérez Vega, “Normalistas de Atequiza marchan por temor a cierre”, disponible en: http://cronicadesociales.org/2009/03/20/normalistas-de-atequiza-marchan-por-temor-a-cierre/. Consulta: el 8 de diciembre de 2015.

Recibido: 10 de Marzo de 2016; Aprobado: 23 de Junio de 2016

José Rojas Galván. Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de Jalisco, Profesor investigador adscrito al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.

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