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Intersticios sociales

On-line version ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  n.12 Zapopan Sep. 2016

 

Reseñas

La guerrilla de Lucio Cabañas

Bruno Lutz* 

* UAM, Xochimilco

Silva Nogales, Jacobo. ,, Lucio Cabañas y la guerra de los pobres. ., México: :, Deriva Negra, -, Cooperativa Rizoma, ,, 2015. .


Este libro de portada atractiva, narra la formación política de Lucio Cabañas, su involucramiento con diferentes causas tanto en Atoyac, Guerrero, como en Durango. Nos recuerda cómo fue orillado en huir al monte y preparar allí, con lentitud y muchas dificultades, una guerra de guerrillas. La prosa equilibrada del autor le permite señalar discretamente referencias cruzadas con otros movimientos revolucionarios y campañas contrainsurreccionales. Sin perder el hilo de la narración, Jacobo Silva relata el contexto de aparición y desarrollo de una guerrilla sui generis, los obstáculos a los cuales tuvo que enfrentarse hasta llegar a su extinción en 1974.

Me gustaría abordar primero la cuestión de los nombres, apodos y seudónimos. Si el nombre completo de alguien ocupa una sola línea en el gran libro de la humanidad, los nombres de pila evidencian rasgos de carácter y una trayectoria de vida. Se llamaba Lucio Cabañas Barrientos, nieto de un general zapatista e hijo de un campesino asesinado por un cacique. En la escuela lo conocieron como El Chivo; fuerte, incansable y terco como el cuadrúpedo. Brincó la barda de su casa para seguir estudiando. Este mote lo siguió mientras estaba sentado en las aulas de la primaria, secundaria y la normal. Saltó de alumno a representante de su escuela; de representante a líder estudiantil a nivel nacional. La escuela era su territorio, la pobreza su entorno, la esperanza su alimento. Como docente lo apoderaron El Profe, El Maistro. Su actividad rebasaba con creces la formación de los alumnos en el aula: las desigualdades eran tantas que organizaba grupos siempre que había un conflicto de intereses entre los habitantes y unos poderosos. Era un personaje entusiasta, un líder carismático cerca de la gente. Personificaba la figura ideal del profesor como la construyeron en la era cardenista. Una vez convertido a la fuerza en guerrillero, le decían Lucio o El Gallo, otro animal dotado de fuerte carácter. Arropado del uniforme camuflado, quienes no lo conocían lo identificaban sencillamente como Miguel. El Chivo, El Profe, El Maistro, Lucio, El Gallo y Miguel fueron identidades múltiples de un defensor del pueblo que vivió lo que profesaba. Apodos y seudónimos sirvieron de salvoconducto a Lucio Cabañas durante su breve existencia. Fueron identificadores de todo lo que representaba para la gente pobre. Imágenes superpuestas de un héroe guerrerense que vio terminar repentinamente su vida.

Guerrero: territorio de una violencia perenne que se manifiesta en el mismo nombre de la entidad. Estado en guerra permanente. La violencia moldea las relaciones sociales de sus habitantes desde tiempos inmemorables. Violencia escolar y violencias intrafamiliares, conflictos entre vecinos, organizaciones y comunidades, violencia estructural entre la oligarquía y el proletariado, violencias administrativas que se despliegan en la frontera de la ciudadanía, violencias sanguinarias de los grupos delictivos y fuerzas del orden que laceran el tejido social, violencias de la naturaleza, finalmente, con sus terremotos, huracanes, inundaciones y deslaves. Hay muchísimos más muertos que vivos en Guerrero. La población guerrerense está conformada en su gran mayoría por difuntos cuya vida terminó de manera violenta. Ha sido y sigue siendo uno de los estados más violentos del país. Las fechas conmemorativas de masacres se atropellan en la memoria colectiva con las de los desaparecidos. Muy a menudo estas almas en pena buscan revancha para cobrar el precio de su fatal desgracia. Atormentan sus descendientes, se posesionan de los lugares de encierro y se juntan para tener más fuerza. Esos muertos llaman a más muertos, crean miedos, fomentan rencores. La devisa "ojo por ojo" que guía la conducta de los campesinos y pequeño-burgueses, nutre la sed de sangre de los difuntos al acecho. El anamnesis de quienes se fueron establece el punto de contacto entre vivos y muertos. Cuando el duelo no ha podido hacerse, el dolor se convierte en un profundo rencor. En suma, la espiral de violencias que, desde antes de la guerrilla de Lucio Cabañas, azotaba Guerrero, mezcla peligrosamente las acciones vindicativas de los vivos con las voluntades letales de los muertos.

Ahora bien, como lo recuerda atinadamente el autor del libro, podemos hablar de "cabañismo" o "pobrismo" cuando nos referimos al movimiento político-armado fundado por Lucio Cabañas. Este movimiento no copió ningún modelo revolucionario al pie de la letra, tampoco siguió los marcos ortodoxos del marxismo-leninismo, ni los pasos azarosos del guevarismo. Fue algo singular, original, inédito. Su inspiración principal fue el Movimiento cubano 26 de julio a pesar de que el gobierno castrista nunca haya buscado apoyar la guerrilla del maestro de Ayotzinapa: la razón de Estado se impuso sobre la solidaridad revolucionaria. Elementos del MAR aportaron a la Brigada Campesina de Ajusticiamiento técnicas guerrilleras aprendidas en Corea del Norte. El "pobrismo" o "cabañismo" fue un producto hibrido en el campo de los movimientos revolucionarios porque nació desde abajo en la vida lacerada de las familias campesinas guerrerenses. Nació de las lágrimas y la sangre mezcladas. Enfrentado con el dogmatismo ultraizquierdista, Lucio Cabañas rehusaba construir un modelo utópico de sociedad. En sus idearios imaginaba un cooperativismo socialista que hubiera hecho iguales a todos. Ponía palabras a lo que existía, nada más. Los debates ideológicos eran estériles para él porque mientras se conjeturaba sobre un futuro incierto, los pobres seguían padeciendo los estragos de su condición. Lucio quería resolver cuestiones prácticas y urgentes, y no especular sobre un mundo mejor que no había llegado aún. De los hechos a la teoría, del pasado al presente. Se propuso luchar en contra de las injusticias para transformar la vida cotidiana de los de abajo. Nunca dejo de ser el labrador incansable de los sueños acallados.

Esta cercanía con el pueblo explica precisamente porque sus discursos contenían elementos de la doctrina cristiana. Lucio Cabañas no estaba divorciado con la Iglesia católica ni su dogma, pero recalcaba, al igual que Saint Simon dos siglos antes, la crucial importancia de la solidaridad para con los pobres. Tan fue así que los militantes de la Organización Partidaria (OP) lo criticaron duramente por leer la Biblia, hablar de ella a los campesinos y por dejar que los guerrilleros del Partido de los Pobres (PDLP) se casarán por la Iglesia. Sin ser totalmente la expresión anticipada de un catolicismo de izquierda como lo fue la Teología de la liberación, el Partido de los Pobres admitía compartir con él principios esenciales. Quizás este punto hubiera podido ser mencionado de manera más extensa en el libro con el afán de aportar matices en la descripción ideológica del carácter del PDLP.

La horizontalidad de la organización interna del Partido de los Pobres, fundado por Lucio Cabañas en mayo de 1969, desafiaba la lógica autoritaria y burocrática no solamente del Partido Comunista Mexicano, sino de las demás organizaciones clandestinas que operaban en el país. Se inspiraba de la lógica comunitaria para dejar que la asamblea acordara de manera autónoma, gran parte de las decisiones estratégicas. La mayoría de las decisiones se tomaba de manera consensuada en presencia de todos y todas. Esta práctica democrática interna, con sus virtudes y limitaciones, propulsó el PDLP a la vanguardia de la acción revolucionaria. No faltaron quienes, enquistados en una ideología burocratizada, denunciaron el caudillismo de Lucio Cabañas. Si bien era un líder muy carismático apreciado por sus cualidades humanas y su sentido de la organización, no se caracterizó por tomar decisiones solo y de manera arbitraria. En cuanto podía consultaba con sus compañeros para decidir la estrategia a seguir. Era una guerrilla con una estructura horizontal en la cual los líderes no se otorgaban el grado de comandante ni el de jefe supremo de la revolución. En la Brigada no había grados militares, sino responsables. Dentro de sus filas estaban los "fijos" y los "transitorios", los primeros siendo los guerrilleros y los segundos los milicianos. No todos podían ingresar en las columnas de manera permanente ya sea porque tenían familia o porque tenían labores que realizar en su parcela. De hecho, el número de "zancas" -es el nombre que los autóctonos daban a los compas- fluctuaba. En ocasiones, guerrilleros de otros movimientos incorporaban las filas del PDLP siempre y cuando respetaban las decisiones de sus miembros. En la última etapa, cuando el ejército restringió la producción y circulación de los alimentos en la zona, cierto número de zancas se reincorporaron en sus actividades cotidianas en el campo. Junto con ellos estaban también las bases de apoyo que, a veces, ayudaban a Genaro Vázquez por un lado y a Lucio Cabañas por el otro. Después de cinco años de acercamiento y convencimiento las comunidades campesinas adheridas a la causa revolucionaria se ofrecieron para ayudar a la Brigada Campesina de Ajusticiamiento.

Una breve reflexión sobre el sentido del sacrificio antes de concluir. Lucio y sus compañeros de armas dieron su vida para ver renacer una sociedad diferente, una sociedad en la cual la solidaridad reemplazaría al egoísmo, la honradez, la mentira, la dedicación, la simulación, la libertad, el encierro. Ofrecieron todo lo que tenían. Y junto con ellos miles de simpatizantes y civiles inocentes pagaron el precio de la tiranía. La represión ciega del gobierno intentó matar la esperanza pero en realidad lo que lograron fue incentivar nuevas generaciones de jóvenes inconformes. En las escuelas rurales de Guerrero se aprende de quienes se sacrificaron en nombre del pueblo. Los héroes como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez representan hoy día la esperanza de una sociedad justa; en las normales rurales como la de Ayotzinapa se sigue sembrando las semillas de la inconformidad y la rebelión porque la miseria mancha todavía la vida de las familias campesinas pobres.

Finalmente, ¿qué concluir del Partido de los Pobres y su Brigada Campesina de Ajusticiamiento? Cuatro décadas han pasado y sigue presente en la memoria colectiva. La trayectoria relámpago de Lucio Cabañas inspiró muchos revolucionarios, algunos aprendieron la lección pero nadie lo igualó. Era un líder nato. Los claroscuros de su vida deben quedarse intactos. Juzgar nos obligaría forzosamente en ocupar funciones que no nos corresponden por lo que podemos limitarnos en emitir, con las debidas reservas, algunas opiniones acerca del sentido de la acción colectiva armada. El "cabañismo" fue el vástago indeseado de una represión gubernamental atroz, pero a su vez hizo suyo el robo, la privación de la libertad y el asesinato. Justificaciones, las hubo de ambas partes. Sin lograr más que mostrar un camino posible hacia un mundo mejor, al margen de los partidos políticos y de las ideologías, el "cabañismo" no alcanzó su loable objetivo. Las palabras "éxito" o "fracaso" están fuera de lugar cuando nos referimos a un movimiento genuino, a la vez mesiánico, delincuencial y revolucionario. Después de haber iluminado el firmamento de los pobres, la figura carismática de Lucio Cabañas se apagó, precipitó su destino y la noche volvió. La esperanza desapareció en el horizonte y el mal hizo su labor con incomparable frenesí; en el camino murieron muchos, sufrieron más aún; los surcos abiertos de los campos de Atoyac se llenaron de sangre y lágrimas, pero sobrevivieron las palabras y quienes las podían contar.

Se escribieron libros para evitar que hechos memorables de los hombres cayeran en el olvido, como lo dijo Herodoto al inicio de su monumental obra. Dentro de esta literatura especializada, Lucio Cabañas y la guerra de los pobres ocupa un lugar destacado. Su autor, Jacobo Silva Nogales, nos ofrece una lectura inteligente del movimiento revolucionario de Lucio que remarca su punto de origen en la vida cotidiana de los hombres y las mujeres pobres del campo. Su prosa ligera y precisa esculpe delicadamente las ideas al filo de las 190 páginas. Por todas esas razones, los invito cordialmente en adquirir ese libro y leerlo.

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