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Valenciana

Print version ISSN 2007-2538

Valenciana vol.16 n.32 Valenciana Jul./Dec. 2023  Epub Dec 08, 2023

https://doi.org/10.15174/rv.v16i32.744 

Reseñas

Representación poética del yo en los diarios de Alejandra Pizarnik

Nancy García Gallegos1 

1Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Contreras Ríos, Isaura. 2022. Alejandra Pizarnik: diarista. Universidad Veracruzana, México:


Hablar sobre el diario en el ámbito de la literatura siempre ha sido signo de polémica y discusión. Según los estudios realizados por Philippe Lejeune en torno al diario en On diary (2009), algunos grandes escritores también han sido detractores de la escritura diarística, como Ernest Renan, quien lo consideraba un género corrompido, o Goethe, cuya creencia sobre el diario consistía en el marchitamiento de la personalidad, es decir que quien escribía un diario estaba condenado a enterrarse a sí mismo (148-149).

Las dos ediciones publicadas hasta el momento de los diarios de Alejandra Pizarnik no estuvieron exentas de cuestionamientos y críticas cuando cada una vio la luz. Sin embargo, más allá de aquellas desafortunadas diferencias, en 2022 aparece publicado Alejandra Pizarnik: diarista, escrito por Isaura Contreras Ríos, quien nos permite tener un acercamiento objetivo y libre de posibles juicios superficiales sobre esta suerte de collage textual que sus diarios construyen.

El libro es el resultado de una investigación que pretende y logra traspasar el espectro de la especulación mediática para ofrecer una perspectiva crítica sobre el proceso transformacional que los diarios de Pizarnik revelan.

En la introducción que acompaña al libro, la autora presenta de manera general la biografía de Pizarnik, su relación con el diario, los problemas críticos que este ha enfrentado y las relaciones fundamentales que Pizarnik construye con la escritura a partir de esta práctica. Contreras Ríos configura tres secciones en las que ahonda en dichas relaciones: el reconocimiento de una filiación literaria del diario con otros diarios de escritores, el fragmento como parte de los rasgos esenciales del diario y cómo se identifica este en la obra diarística de Pizarnik y, finalmente, el diario como una exploración del lenguaje, como una experiencia poética de la escritura (260-261).

La primera parte, “Alejandra Pizarnik entre diaristas”, es un recorrido histórico que abarca los primeros diarios de escritoras y escritores hispanoamericanos y cómo se fueron gestando los cambios de paradigma en torno al género. La investigadora menciona diarios como el de Gabriela Mistral, Federico Gamboa, Alfonso Reyes, Antonieta Rivas Mercado, entre otros. Siendo estos antecedentes indirectos del diario de Pizarnik, Contreras Ríos advierte que: “los diarios de los poetas, por ejemplo, se dirigen a la emancipación misma de la obra y de la literatura, refiriendo constantemente una ocupación propiamente reflexiva de su quehacer. Estos diarios fungirán, sobre todo, como fragmentos de una poética, vertiente que alimentarán también los de Alejandra Pizarnik, mismos que se inclinarán a defender el espacio de soledad y silencio que rodea el trabajo de la escritura” (91).

Esta primera parte cierra con la crisis del escritor a principios del siglo xx y cómo esta crisis se ve reflejada en los diarios de poetas e intelectuales, fenómeno que también absorben los diarios de Pizarnik. La importancia de esta primera parte es la línea cronológica e histórica que expone de forma detallada la evolución del diario en Hispanoamérica y cuánto hay de tradición en los diarios de la poeta argentina.

La segunda parte, titulada “La filiación literaria del diario de Alejandra Pizarik”, presenta las relaciones intertextuales con los diarios de Catherine Mansfield, Cesare Pavese y Franz Kafka, principalmente. Este primer acercamiento crítico también coincide con lo que Contreras Ríos denomina diario de juventud, un espacio que sirve de reflexión sobre la vocación de poeta y las formas de pensar y hacer escritura; en este punto, Pizarnik coincide con Mansfield: “En esta etapa se presenta la interrogante sobre la vocación y será justamente el diario de Mansfield uno de los libros que contribuyan a refrendarla” (137).

Sobre las líneas coincidentes con el diario de Pavese, la investigadora señala, además de agudas reflexiones sobre la escritura, el anunciamiento del suicidio, una retórica suicida que convierte al diario en un escenario para la muerte (160-162). Finalmente, la coincidencia más importante con los diarios de Kafka es el sentimiento de no pertenencia, el desarraigo y la exclusión ya que una de las batallas incesantes de Pizarnik también se dio con el replanteamiento de sus orígenes judíos (163). De esta manera, Contreras Ríos sitúa los diarios de la poeta en lo que Gilles Deleuze y Félix Guattari denominan como “literatura menor” en el libro Kafka, por una literatura menor, ya que encuentran en la escritura diarística de Pizarnik algunos de los mecanismos que los filósofos franceses señalan como parte fundamental de una literatura menor expresada en la escritura kafkiana: “En Pizarnik, la búsqueda del símbolo es una lucha con el lenguaje; el símbolo conduce a una referencia al interior de la obra, y en esa medida se consigna la autorreferencia del lenguaje mismo. En esta clausura la obra de Pizarnik, tanto como la de Kafka, navegan en un hermetismo que los posiciona como autores desterritorializados de un lenguaje común” (168).

En esta segunda parte también encuentro un hilo de filiación directa a una de las ambivalencias que Lejeune encuentra en su propio diario de juventud y que resume de la siguiente manera en On diary: “It was the sign of my failures, in life and in writing, and it was my only hope” (150). En Pizarnik puede identificarse ese mismo padecer-disfrutar el diario que, como ya se ha señalado, tiende a proyectarse como espacio de reflexión sobre el ser poeta y el fracaso que, a veces, es la escritura.

“El diario: unidad y fragmento en la poética de Alejandra Pizarnik” es la tercera parte de la investigación realizada por Contreras Ríos y en ella aborda los diversos procesos que Pizarnik emplea para renovar el concepto de diario: “Sin anular la escritura diarística original, ni su registro ligado al calendario, la autora argentina se ocupó de reescribir su diario y cristalizar su lenguaje, en esta operación ha transformado el género, lo ha hecho existir también como poesía y ha evidenciado los vínculos de ésta con un ejercicio cotidiano.” (177-178).

Otro acento importante es el de la fragmentación como característica esencial del diario. Lejeune lo explicaba en On diary: “What discontinuities do we move through on the way from the very real continuity of life to the partially imaginary continuity of the notebook? Because while the notebook might be continuous, diary writing certainly is not. It is fragmentary. It is made up of a series of ‘entries’” (78).

Contreras Ríos reafirma el carácter fragmentario del diario como marca inherente: “La configuración de la identidad, junto con la fragmentación precedida por las fechas, es una de las características más determinantes del diario” (178). Los diarios de Pizarnik fomentan lo fragmentario también como signo de la poesía. Aunado a lo anterior, al explorar la estructura diarística de Pizarnik se configura la apuesta por una poética metadiarística en la que la investigadora detalla los procesos que Pizarnik emplea para hacer del diario la obra de su vida y, además, una obra poética. Tal vez, el proceso más significativo es el de la reescritura de los diarios del 60 que, además, aporta una nueva filiación literaria con Aurélia, de Gerald de Nerval, en la que Pizarnik transforma una vez más la experiencia autobiográfica en una experiencia del lenguaje (225).

La investigadora finaliza con una cuarta parte, “Última entrada”, en la que augura un panorama más amable hacia el estudio de los diarios de escritoras y escritores hispanoamericanos y, además retoma los puntos más importantes de su trabajo como la creación del perfil diarístico de Pizarnik, que es esencialmente lo que el libro propone de manera general.

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