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Valenciana

Print version ISSN 2007-2538

Valenciana vol.15 n.30 Valenciana Jul./Dec. 2022  Epub Sep 29, 2022

https://doi.org/10.15174/rv.v15i30.578 

Artículos

Dos lecturas paradigmáticas de Jean Baudrillard

Two paradigmatic readings of Jean Baudrillard

Luis Alberto López Soto* 

*Universidad de Sonora luis.lopezsoto@unison.mx


Resumen

Como la de cualquier teórico con una propuesta singular y compleja, la obra de Jean Baudrillard (1929-2007) ha sido fuente de diversas lecturas y aplicaciones, sobre todo considerando el carácter amplio de las disciplinas implicadas en sus conceptualizaciones.

En este artículo se analizan los principales planteamientos de la obra de Baudrillard, así como se hace una revisión de cómo se ha leído, estudiado, analizado y criticado tal obra, con el fin de establecer una base conceptual de las dos principales lecturas, tratando de señalar cómo es que todas estas lecturas son sintomáticas del proceso histórico y sociológico en que tal obra se desarrolló a lo largo del siglo XX.

Palabras clave: Baudrillard; paradigmas; nihilismo; modernidad; posmodernidad; radical

Abstract

Like any theoretician with a singular and complex proposal, the work of Jean Baudrillard (1929-2007) has been the source of various readings and applications, especially considering the broad nature of the disciplines involved in their conceptualizations.

In this article the main approaches of Baudrillard’s work are analyzed, as well as a review of how this work has been read, studied, analyzed and criticized, in order to establish a conceptual basis of the two main readings, trying to point out how all these readings are symptomatic of the same historical and sociological process in which such work was developed throughout the twentieth century.

Keywords: Baudrillard; Paradigms; Nihilism; Modernity; Postmodernity; Radical

Introducción: Baudrillard y el desdibujamiento de las “ideologías históricas”

La obra de Jean Baudrillard -que va de 1968 a 2008-1 coincide con una transformación sustancial del orden occidental en cuanto al papel de los medios masivos de comunicación encabezados por el capitalismo avanzado (o capitalismo transnacional) y su inextricable relación con la estructura ideológica en general. A partir de la segunda mitad del siglo veinte asistimos al llamado derrumbe de las “ideologías históricas”, específicamente la del socialismo soviético, así como al surgimiento de las revoluciones latinoamericanas y el establecimiento del neoliberalismo económico en Latinoamérica hasta llegar a una condición donde son ontológicamente indeterminables las geometrías tradicionales de “izquierdas” o “derechas”. La obra de Baudrillard es, pues, la visión descriptiva y analítica de la difuminación de esas fronteras.

Asimismo, el resultado de este derrumbe se puede observar en una difuminación de las fronteras que implicaban una dualidad en diversos ámbitos como la economía, las identidades sexuales, las nacionalidades, en la consagración de la realidad virtual gracias a la Internet y, con ella, la hiperrealidad, es decir, esa imposibilidad para determinar lo real de los meros efectos de lo real, la explosión de la imagen como discurso, la propaganda, la publicidad y el marketing como lógica transversal en las relaciones sociales.

En términos generales, el primer estudio conocido acerca de Jean Baudrillard es el de Jean Claude-Girardi. Titulado “Signos para una política: lectura de Jean Baudrillard”, es un artículo publicado en Les Tempes Modernes en 1973, y que figura de prólogo en la edición española de La génesis ideológica de las necesidades (1969), ensayo incluido en Crítica de la economía política del signo (1972). Es un trabajo, como sugiere el título, escrito desde la perspectiva del Mayo francés de 1968, en tiempos del situacionismo y de la radicalización del discurso marxista. Claude-Girardi examina el vínculo entre el marxismo crítico y la semiología (Roland Barthes y Ferdinand de Saussure) en las nuevas condiciones del capitalismo occidental, es decir, en la noción y práctica del consumo. Es, pues, una lectura enmarcada en un postestructuralismo de franca orientación política. Es, asimismo, una lectura de la intelectualidad francesa reunida en torno al periódico Libération. La filiación de esta intelectualidad a tal periódico es reveladora, toda vez que este representó en su momento un órgano de la radicalización del discurso crítico de izquierdas y que, en tanto que tal, llega a revisar los presupuestos del marxismo.

No obstante, esta primera lectura de Baudrillard contiene en ciernes una paradoja, es decir, la posibilidad de que las implicaciones de tal crítica radical incidan en lecturas opuestas o provenientes de otros sectores, como se verá más adelante en este apartado. Así pues, a la hora de explorar la crítica, esta paradoja se observa en el hecho de que es en lengua inglesa donde la obra de Jean Baudrillard ha tenido una recepción más cuantiosa, sobre todo a partir de los libros publicados después de los años ochenta, o sea, a partir del abandono por parte de Baudrillard de las nociones marxistas para generar una problematización más vinculada a la posmodernidad. Estas primeras obras (El sistema de los objetos, de 1968; Crítica de la economía política del signo, de 1972, y La sociedad del consumo. Sus mitos, sus estructuras, de 1970) no tuvieron traducción a la lengua inglesa hasta la década de los años ochenta. Tal hecho es sintomático de que la recepción inglesa de la obra Baudrillard se ocupe de aspectos que reflejan o evidencian el agotamiento de una crítica, comprometida y humanista, negada a apuntalar la posibilidad de un nuevo orden social en occidente. En otros términos, el “primer Baudrillard”, más ligado al marxismo y a la denuncia del capitalismo, aparece, a los ojos de la crítica inglesa, ya transfigurado en un “segundo Baudrillard” posmoderno. Asimismo, es sintomático que El espejo de la producción, texto de 1973 y por demás crítico del materialismo histórico, haya tenido traducción inglesa el mismo año de su publicación. A partir de los ochenta, su obra marca una distancia de la perspectiva comprometida y humanista, tan cara, por ejemplo, en la escuela de Frankfurt, o en los escritos existencialistas de Jean Paul Sartre. Ejemplo fundamental de este hecho se halla en dos obras: El intercambio simbólico y la muerte (1980), donde se hace una crítica contundente y radical a los presupuestos analíticos del marxismo y plantea una disolución del concepto de lo social a partir de la noción del símbolo. La izquierda divina (1985) es también el corolario de este recorrido donde se elabora una crítica de los presupuestos ideológicos que movían principalmente al partido comunista francés y al socialismo en la figura emblemática de Francois Mitterrand.

Lecturas panorámicas

Al observar aquellos estudios considerados como panorámicos, es decir, aquellos que dan cuenta de un “primer Baudrillard” (Kellner, 1989; Puig Peñalosa, 2000; Gane, 2000), imbuido aún de marxismo, psicoanálisis y semiología, así como de un “posterior Baudrillard”, es posible identificar una notable evolución en cuanto a la orientación del pensamiento del sociólogo francés. A partir de esta perspectiva, tales lecturas buscan desentrañar la lógica del cambio en las formulaciones baudrillardianas a lo largo de su producción teórica, ya para vincularla con algún fenómeno histórico y/o de imaginario social, ya para apuntar alguna su singularidad como sociólogo o como filósofo.

Así, como muestra de la deriva de ese “posterior Baudrillard”, en La izquierda divina, al analizar el fenómeno de las masas, este afirma:

no quieren ser “representadas”. Quieren asistir a una representación. (Ni siquiera quieren representarse a sí mismas, la autogestión no les conmueve demasiado.) Les basta con un destino de representación, sea cual fuere. Quieren aprovechar el espectáculo de la representación. Todos los representantes (partidos, sindicatos) se sirven de la “exigencia social de las masas” para escapar a la política (y llevan razón: la sociedad se administra a partir de lo social -si no fuera por su cobardía, el P.C. [Partido Comunista] tiene toda la razón del mundo en desconfiar del poder político, que ya no existe o que solo es una trampa de la representación, para confiar en la gestión cotidiana, “municipal”, de lo social-, pero las masas no lo entienden del mismo modo: prefieren el espectáculo, aunque sea grotesco o ridículo, de lo político a la gestión racional de lo social (Baudrillard, 1985: 39).

Con esta noción devastadora de la “esencia” de lo social y de un destino manifiesto en las masas, el carácter “representativo” de tal o cual dirigencia, de tal o cual programa doctrinario, queda relegado a una mera ilusión supuestamente inseparable a toda acción política. Esa lectura del espectro político de la segunda mitad del siglo XX deja ver que el foco de interés y de análisis se orienta, para Baudrillard, hacia aquellos aspectos más bien desprovistos de nociones sociologizantes para aglutinar algunas más de otros saberes, como la tecnología, las ciencias naturales, la teoría de la información. Así, la obra de Baudrillard parece funcionar como tributaria de una especie de nihilismo posmoderno constitutivo de una crisis y en aras de un intento de desestabilización de los presupuestos racionales (tanto liberales como socialistas) a la hora de proponer un modelo conceptual de análisis sociológico.

En este marco de ideas, el estado actual de la bibliografía muestra cómo el mundo anglosajón ha producido textos de carácter panorámico que revelan, amén de un homenaje, una continua validación de la obra de Jean Baudrillard. En este sentido, puede observarse que, ante una teoría que ha evolucionado desde la crítica política hasta la radicalización como es la de Baudrillard, la crítica inglesa detenta paradójicamente la radicalización del discurso crítico para así neutralizar los efectos de la acción política. Tal neutralización responde potencialmente uso político e ideológico que consiste en la revisión del marxismo y, así, dicha revisión se revela acaso como cómplice de los procesos de disolución de todo intento de transformación social. De este modo, provenientes de Estados Unidos y de Gran Bretaña, disponemos de obras descriptivas de este proceso de despolitización en el sentido partidario o doctrinario del término.2

La lectura de la crítica inglesa de la obra de Baudrillard es, ante todo y en general, tributaria de esa evolución al posmarxismo y producto además de toda una serie de nuevas condiciones del mundo occidental en el capitalismo avanzado. Baudrillard’s Critical and Fatal Theory del crítico inglés Mike Gane -quien tiene además estudios específicos: Baudrillard’s Bestiary: Baudrillard and Culture (1991) y Baudrillard: In Radical Uncertainty (2000)- es uno de los primeros estudios, amplios y descriptivos, que intentan explicar cómo se articula el paso de lo que llamaríamos una “teoría crítica” a una “teoría fatal”. En una labor de exégesis, traducción e interpretación, la obra de Gane, en sus tres libros dedicados al tema, expone minuciosamente la forma en que el sociólogo francés ejerce la teoría. Es una teoría que Gane divide en crítica, en tanto que intenta desnaturalizar y evidenciar los procesos con que, cultural e históricamente, se asimilan la producción, el consumo y la lógica del capitalismo industrial, y en fatal, término tomado de Las estrategias fatales (1983), en tanto que designa al “posterior Baudrillard”, más preocupado por las paradojas implicadas en todo proceso de asimilación cultural al que se le aúna la dimensión tecnológica. Si la crítica se funda, de algún modo, en una noción trascendente de la esfera de lo social, de un sustrato humano “esencial”, un sujeto; la fatalidad se funda en una noción inmanente de la masa, entendida como un objeto irreductible y escurridizo. El término fatal connota a la vez esa cierta imposibilidad para salir de la lógica del sistema. Si la teoría crítica la asociamos aquí al “primer Baudrillard”, la teoría fatal la asociamos, por ende, al “segundo Baudrillard”. Asimismo, en el aspecto estilístico ha de observarse tal ruptura, pues, como dice Gane:

from the moment Baudrillard adopted the position of symbolic exchange [con la publicación de El intercambio simbólico y la muerte en 1976], his writing was divided between the essay and the fragment, analysis and poetry. He appeared to adopt the position of the most extreme points of modernity and the most archaic modes of symbolic cultures. The styles of writing were never given a separate and specific methodological reflection, though they are undoubtedly profoundly systematic and even highly rationalistic (Gane, 1991: 21).

De este modo, los ensayos académicos y argumentativos de Baudrillard, todavía con cierta pretensión empírica, se convierten en textos cada vez más desprovistos de citas, más alusivos, un tanto crípticos, donde abundan la sentencia, el aforismo y la paradoja. Al establecer la división entre un Baudrillard ensayista y académico y un Baudrillard fragmentario e incluso poético, Gane intenta arrojar luz también sobre ese otro cúmulo de formulaciones que Baudrillard reelabora a partir de otros dos autores fundamentales y que revelan esa otra parte filosófica que evidencia un contrapunto: si para la historia cultural, la crítica funda la modernidad (léase, la crítica de la economía política), para la vertiente bibliográfica anglosajona, el pensamiento y la crítica baudrillardianas se alimenta de una serie de nociones más vinculadas a una cierta idea de premodernidad, ajena a la producción capitalista y, por ende, a la visión de mundo occidental.

Estos dos autores fundamentales son Marcel Mauss (1872-1950) y Georges Bataille (1897-1962). Esta incorporación ha sido amplia y detalladamente documentada por Richard J. Lane (2000). En lo que es también un estudio panorámico, este crítico inglés denomina “Narratives of primitivism” a la lectura de Mauss y Bataille que Baudrillard realiza. Por una parte, en su Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas (1925), el antropólogo Marcel Mauss estudia cómo ciertas sociedades (polinesios, los indios del noroeste de Norteamérica) basan toda su dinámica de vida en lo que se llama “el don”, dinámica consistente en regalar, dar (“darse dando” explica Mauss) como una manera de demostrar prestigio y ejercer así el poder. Por otra parte, en “La noción de gasto” (artículo incluido en La parte maldita de 1949), Georges Bataille busca redefinir, como Mauss, los presupuestos de una “economía natural” de los pueblos.

Al revisar la lectura panorámica de Richard J. Lane, se halla que el potlatch y el don de Marcel Mauss figuran articulados como esa otra parte negada, acaso sublimada, a contracorriente de la racionalidad económica. Al señalar esos aspectos escamoteados por las teorías modernas hegemónicas (psicoanálisis y marxismo), Jean Baudrillard intenta cuestionar el paradigma racionalista y lineal implicado en tales disciplinas. Sin embargo, el uso que hace Baudrillard de las nociones es, para Lane, más bien un abuso, o bien, un uso interesado y vago del término potlatch a la hora de articular tal o cual fenómenos de la modernidad (Lane, 2000: 54). En efecto, hay una cierta anacronía histórica al traer a colación las nociones antropológicas formuladas por Mauss y Bataille. No obstante, la intercalación de nociones resulta de algún modo sintomática del proyecto baudrillardiano, es decir, del replanteamiento de ciertas categorías sociológicas, sobre todo a partir de la publicación de libros como El intercambio imposible (1999). Esta intercalación conlleva una redefinición de las fronteras entre la racionalidad (económica y filosófica) y la lógica de lo simbólico y arcaico. Así, el peligro advertido por Lane no es la desestabilización, sino que es precisamente la desestabilización lo que perseguiría, a la postre, el pensamiento de Baudrillard. La explicación de la articulación entre crítica marxista (valor de uso/valor de cambio) y antropología (potlatch, don e intercambio, Mauss; Bataille, noción de gasto) es, para Richard J. Lane, una mera deconstrucción en términos de Jacques Derrida (Lane, 2000: 55-56), toda vez que el uso de “salvaje”, “primitivo”, etcétera, carece -en la obra de Baudrillard- de verificación empírica y se asocia a un asunto de orden meramente conceptual y/o verbalista y, por lo tanto, también deconstruible.

Entre la exégesis y el leve cuestionamiento, este crítico inglés expone, a partir de una lógica temporal, las diferentes “Key ideas” de la obra de Jean Baudrillard: “The technological system of objects”, “Narratives of primitivism: the ‘last real book’”, “Reworking Marxism”, “Simulation and the hiperreal”, “America and postmodernism”, todos esos núcleos que, como trabajo panorámico y exegético, cubren lo esencial del pensamiento baudrillardiano. Es así que podemos pensar la labor de Lane como una muestra representativa de los trabajos críticos (específicamente ingleses) que dan cuenta de la problemática que en torno a la evolución del sociólogo francés se ha planteado.

En los dos casos bibliográficos mencionados (Mike Gane y Richard J. Lane) se halla la consabida distinción entre “el primer Baudrillard” y el “segundo Baudrillard”. Al enfatizar la evolución de aquel a este, estas lecturas parecerían no solo desmontar o explicar sino homenajear el pensamiento baudrillardiano, además de celebrar la disolución teórica del proyecto revolucionario marxista.

Pero los homenajes no solo han venido por parte de la academia anglosajona, sino de España y, en menor medida, de Francia. Con el título genérico “Baudrillard”, la revista francesa monográfica Le Cahier de l’Herne publicó en 2004 un número dedicado al sociólogo donde, entre notas biográficas y semblanzas, se atienden los temas ya desplegados anteriormente por otras obras de carácter panorámico -“L’échange imposible”, “Figures de l’altérité”, “Amériques”, etcétera- (Se incluye además una colección de poemas de Hölderin, traducidos por el mismo Baudrillard). Tal homenaje representa un punto de quiebre del relativo desapego del ámbito francófono respecto a la figura de Baudrillard, quien, ya para esa fecha, se muestra alejado del marxismo, el cual había sido un pensamiento hegemónico en Francia. Hay una anécdota recogida en una entrevista en la cual Pierre Boncenne comenta:

Sus textos no pertenecen a la sociología canónica y no siempre son aceptados por los filósofos. En la universidad, además, siempre se ha encontrado más bien al margen”. La respuesta: Por lo que toca a la universidad, sobre todo en Nanterre, eso fue deliberado. Yo logré estar ahí en una época en la que se podía hacer este deslinde. Por diversas razones pagué las consecuencias de mi postura, pero al fin y al cabo salí ganando. No vea usted en ello romanticismo de ninguna clase, era tan solo que lo que tenía ganas de escribir no habría tenido sentido si por otra parte buscaba infiltrarme en el sistema institucional. Habría sido descalificado. Reivindico entonces cierta coherencia entre el contenido teórico y el comportamiento. Por otro lado, no hay que ser inocente y asombrarse por las reacciones negativas de la corporación de los sociólogos o de los filósofos. Pero es curioso comprobar que en el extranjero esto me ha permitido beneficiarme casi de una plusvalía. En los países anglosajones han escrito una veintena de libros sobre mí, mientras que en Francia no se ha hecho nada, con excepción de un coloquio organizado por amigos míos en Grenoble. ¿Cuál es el motivo del bloqueo de aquí? A veces prefiero pensar que se trata de un complot organizado (Boncenne, 1999: 6).

Esta especie de marginalidad no presumiblemente romántica tendría, pues, esta lectura: más allá de las fronteras de Francia, la obra de Baudrillard figura como la de “un profeta de la posmodernidad”, toda vez que el desmonte que Baudrillard realiza sobre el consumo, la moda, el diseño gráfico e industrial, la hiperrealidad, entre otros temas, se aleja del compromiso ético-político y se distancia de tal o cual teórico. Por ejemplo, en autores como Guy Debord, Henri Lefebvre y Pierre Bourdieu, pertenecientes a la crítica sociológica francesa, hay todavía la noción crítica y/o comprometida con “el pueblo”, “la masa” en función de una potencial liberación de las estructuras dominantes del capital. Baudrillard, en cambio, se sitúa (como lo sugiere el título de su artículo de 1978, “A la sombra de las mayorías silenciosas”) en un sentido más bien “desinteresado” de cualquier tipo de causa reivindicatoria, no en un sentido crítico sino indiferente. Es, de este modo, que, al atender Baudrillard, el fenómeno de la publicidad marca un rumbo distinto en su trayectoria intelectual y en la panorámica que va trazando a lo largo del siglo XX. En ese sentido, la recepción inglesa ha sido un tanto cuanto celebratoria de tal desmonte sobre la publicidad y la despolitización de la teoría, o bien, una complejización bastante crítica y radical del “primer Baudrillard”: “Es esa deriva extática del último Baudrillard la que le ha convertido en el símbolo, nihilista y desencantada, de un posmodernismo que algunos confunden con el fin de la historia” (Caro Almela, 2007: 132).

Mientras que este “primer Baudrillard” desmonta críticamente, el segundo implica un escepticismo radical que parece negado a toda posibilidad de análisis y donde la metáfora del fractal está presente en gran parte de su conceptualización. El aporte, no obstante, de este “primer Baudrillard” se ha traducido en el hecho de que su obra haya sido, aunque en menor medida, atendida por la academia española, si bien ha tenido una influencia significativa en ámbitos universitarios como arquitectura, filosofía, sociología, comunicación, estudios literarios e historia.

Así, la revista monográfica “Archipiélago: cuadernos de crítica de la cultura”, en un número de 2007 titulado “Jean Baudrillard: un desafío a lo real”, dedicó un buen número de artículos para reflexionar sobre aspectos que se refieren a esta última parte mencionada. A manera de recuperación y de homenaje, el tono general de tal publicación es plantear y describir ciertos cuestionamientos epistemológicos y ontológicos (lo sabido y lo real) en torno a la crítica social y política. Con una editorial imbuida del discurso baudrillardiano, la siguiente afirmación es tributaria de una especie de nihilismo:

La crítica se ha vuelto imposible. Incluso cualquier crítica sensata, reformista, y constructiva (por ejemplo, la denuncia de un atropello o una injusticia en el marco del Estado de Derecho) solo puede ser incorporada si le interesa apropiársela a un agente u otro del sistema de partidos para golpear con ella a sus contrincantes. El destino de la crítica es lúgubre en cualquier caso: ninguneada, instrumentalizada, criminalizada. La respuesta ante esto puede ser la normalización posibilista (con márgenes cada vez más reducidos de maniobra), el cinismo o la radicalización antisistema (Archipiélago, 2007: 7).

En este escenario de ideas, hallamos de nuevo que la radicalización de la teoría y de la crítica, parecería paradójicamente presentar un llamado a la disuasión que contribuiría con el orden sociopolítico inamovible y auspiciado por la naturaleza de esta serie de conceptos. De este modo, la miríada de posibilidades críticas, planteadas en la cita de arriba, termina por disiparse y transparentarse en toda una gama de asunciones intelectuales en cuyo centro se halla el sistema como poder de instancia determinante. Ante la pregunta de cuál opción tomar -“sentido común autosatisfecho”, “crítica de la crítica cínico depresiva”, “marginalidad autorreferencial”- (Archipiélago, 2007: 8), la publicación española contesta que Baudrillard rechaza las tres alternativas para postular que el mismo pensamiento crítico está “a menudo absolutamente cómodo en sus aires de superioridad moral aunque su veneno haya sido completamente neutralizado y digerido por el objeto de la crítica. El efecto que observamos es el de la validación de una posición, ya no crítica, sino una especie de ‘contraespiral paradójica’ a la altura real del tiempo y la comunicación” (Archipiélago, 2007: 8). El resultado de esto es que, si todo pensamiento crítico es radicalizado, en tanto que tal, se invalida y se vuelca sobre sí mismo en sospechosa complicidad con el sistema mismo. Es decir, la crítica española, al menos aquella representada por la mencionada revista, parece suscribir en esencia esa especie de nihilismo asociado a Baudrillard.3

Así, la revisión de las lecturas panorámicas de la obra coincide, al menos en el caso inglés y español, con la idea de la evolución de un “primer Baudrillard” hacia un “segundo Baudrillard” cuya distinción sería la de un pensamiento crítico, marxista, hacia el de un pensamiento paradójico, nihilista, que parecería negar toda posibilidad de conocer y cambiar, en algún sentido consciente y metahistórico, un orden social.

Lecturas críticas

Según Luis Enrique Alonso, “quizá el principal contraataque abierto desde el marxismo a las posiciones de Baudrillard” surge con la publicación de Necesidades y consumo en la sociedad capitalista actual (Alonso, 2007: 33), específicamente en un ensayo titulado “Necesidad, consumo y ocultación de las relaciones de producción” de Jean Pierre Terrail. La respuesta del marxismo francés se refiere a la problemática del “valor de cambio” y “valor de uso” y cuya versión baudrillardiana sería la de “valor-signo”. Es, pues, el de Terrail un franco cuestionamiento a Baudrillard y que tiene como perfil la ciencia marxista desde el punto de vista económico e ideológico en el marco de la lucha de clases.

En tal cuestionamiento Terrail crítica la forma en que Jean Baudrillard entiende la articulación de las nociones mencionadas (V/c y V/u) para aclarar que, para Marx, no hay necesariamente una división dual entre estas. No hay yuxtaposición o sobredeterminación del valor de cambio sobre el valor de uso, sino una contradicción interna, una ambivalencia, de manera que las “necesidades”, es decir, la demanda, el consumo, aparecen perfiladas ya como emanación inherente de la naturaleza de la mercancía como concretización del valor (Terrail, 1977: 278), es decir, es la mercancía la que contiene en sí misma el valor como concepto, como (valga la paradoja) abstracción concretizada. Terrail acusa a Baudrillard de revelar “un desconocimiento decisivo de la teoría marxista de la mercancía. La ausencia del concepto de valor, y la referencia sistemática del valor de uso al valor de cambio y no al valor, son significativos de ese desconocimiento” (1977: 278). Terrail cita el primer tomo de El capital para apoyar su idea: “Al comienzo de este capítulo decíamos, siguiendo el lenguaje tradicional: la mercancía es valor de uso y valor de cambio. En rigor, esta afirmación es falsa. La mercancía es valor de uso, objeto útil, y ‘valor’” (1977: 278). De este modo, estas categorías formales de Marx, leídas radicalmente por Baudrillard, intentan explicar cómo la lógica de la producción y el consumo como ideología y como práctica viene y se erige como una instancia determinante a un nivel general. En otros términos, el valor, según Baudrillard, no puede ser simplemente concreto, prístino, espontáneo y resultado de una necesidad humana, sino que es en sí mismo una relación social fetichizada y abstracta (149, 1974). La crítica de Jean Pierre Terrail pasa, además, por la instancia del signo como concepto y fenómeno de la sociedad mercantil. En tanto que marxista, este insiste en la preponderancia de “las fuerzas productivas y las relaciones de producción”. Se muestra, por lo tanto, escéptico respecto a la formulación de que una misma lógica atraviese “producción material (sistemas y relaciones de producción) y producción de signo (cultura, etc…)” y agrega que “su rechazo de toda ‘separación del signo y el mundo’ es, de hecho, sumisión del ‘mundo’ al signo” (Terrail, 1977: 280).

Así, más acá y más allá del signo, lo real se constituye básicamente a partir de la instancia de la producción, entendida como una instancia de orden material y racional. Producto de segundo orden, el signo baudrillardiano es, para Terrail, un mero epifenómeno que elude y oculta, como afirma el título de su artículo, “las relaciones de producción”. Terrail acusa de idealismo filosófico a la economía política del signo de Baudrillard, toda vez que este antepone la virtualidad de los fenómenos a la materialidad de la producción, es decir, acusa a Baudrillard de anteponer el signo (el movimiento aparente y secundario) al fenómeno (movimiento real de la historia).

El segundo gran cuestionamiento a la obra baudrillardiana proviene de otro crítico neomarxista, Douglas Kellner, cuya crítica incide en la consabida insistencia en “las fuerzas productivas y relaciones de producción” de Marx:

Contra Baudrillard, I believe that there are good reasons to maintain that we still live in society in which the mode of production dominates much of our cultural and social life. Thus I am skeptical as to whether we can make sense out of our current social order without using the categories of Marxian political economy. For it one grants ‘the mirror of production’ is Marx’s imaginary, his conceptual vision of society and history, with inevitable omissions, distortions, illusions and so on, then, by the same token, one can conceive of the ‘mirror of signification’, or what I have called ‘sign control’, or the semiology imaginary, as Baudrillard’s imaginary” (Kellner, 1989: 51).

En Jean Baudrillard: From Marxism to Posmodernism and Beyond (1989), la primera obra sobre la evolución del pensamiento de Baudrillard viviendo aún este, Kellner acusa a Baudrillard de representar, como se observa en la anterior cita, una vuelta al enfoque metafísico, aduciendo que hay en el sociólogo francés cierto “fetichismo del signo”, crítica ya señalada por Jean Pierre Terrail. Al descreer de la noción de fetichismo -refiriéndose al de la mercancía- por considerarla heredera de una visión que presupone una conciencia no alineada frente a una que sí lo es, “un sujeto consciente o de una esencia del hombre, una metafísica de la racionalidad que fundamenta todo el sistema de valores cristianos occidentales” (1972, 90), Baudrillard es paradójicamente acusado él mismo de fetichista. La preponderancia de la economía política del signo se vuelve, para Terrail, una forma de fetichizar al signo y así escamotear la producción.

A la luz de la visión posmoderna de Baudrillard, se hace necesario considerar que es harto complicado distinguir el signo de su reflejo, es decir, del fenómeno en tanto que tal. Así, mientras que Terraill se aboca a un cuestionamiento de orden ideológico y político, Kellner se aboca más detenidamente a la dimensión filosófica; mientras que aquel entiende la noción de signo como un supuesto carácter dependiente de la ideología dominante (la lógica del capitalismo avanzado), Kellner intenta señalar lo que llama “The return of the metaphysical” (Kellner, 1999: 177). Este concepto se refiere a la tentativa baudrillardiana por construir una nueva serie de oposiciones binarias halladas en las siguientes nociones:

sujeto-objeto, producción-seducción, masculino-femenino, profundidad-superficialidad, interpretación-fascinación, sentido-sin sentido, escena-obscenidad, verdadero-falso, potencialidad-éxtasis, ley-juego, discurso-mirada, irreversibilidad-reversibilidad, estrategia banal-estrategia fatal (Kellner, 1999: 179).

Apelando a Jacques Derrida -para quien, según Kellner “metaphysics is simply a form of binary thinking” (177)-, este emprende una deconstrucción de Baudrillard al denunciar en tales oposiciones una vuelta a la metafísica occidental y, así, plantear la incoherencia de que un representante de la posmodernidad (corriente teórica más bien antiesencialista) recurra a tales planteamientos.

En un texto ya más avanzado de su obra, Cool memories (1989), que es una especie de diario teórico-personal, afirma: “Ya no hay dialéctica del sujeto y del objeto, ni de la luz y de las tinieblas, una es la ausencia de la otra, eso es todo” (94). Tal relación no es, pues, la de una dualidad, toda vez que no implica una sucesión continua, un mero maniqueísmo, sino una imposibilidad de que un polo conozca al otro, un escepticismo radical. Esta radicalidad es señalada por Kellner quien, neomarxista y, por ende, comprometido con la acción y geometrías políticas, describe la figura intelectual de Baudrillard como la de un radical a tal grado ambivalente que las implicaciones de la teoría de este desmontan toda posibilidad de una crítica racional al orden capitalista, con lo cual Baudrillard es entendido por Kellner como

an example of a onetime radical intellectual who goes so far to the Left that he ends up on the Right. Instead, I would maintain that he ends up in a position between apolitical aestheticism and aristocratic, conservative individualism, which I would see as a logical consequence of his metaphysical turn and his keen nose for current cultural trends during an era (the 1980s) in which many people became tired of all existing political and options” (Kellner, 1999: 189).

Al plantear esto, Kellner representa, en lengua inglesa, el único crítico acérrimamente cuestionador de la obra de Baudrillard, pues como se ha dicho, la “derecha” intelectual parecería mostrar cierta deferencia y beneplácito hacia el sociólogo francés. Si el sector francés, más politizado y ligado al marxismo ortodoxo y al neomarxismo, reacciona con aversión o indiferencia al radicalismo de Baudrillard pues son en realidad pocos los trabajos en Francia dedicado a la obra de este, el sector angloparlante, más despolitizado, ha logrado situar a Baudrillard a la luz de una lectura posmoderna, validándolo y poniéndolo a tono con las dinámicas del capitalismo avanzado.

Los cuestionamientos al pensamiento de Baudrillard vienen, además, de un sector de suma importancia en el desarrollo de la historia de las ideas: la ciencia física. En la polémica publicación Imposturas intelectuales (1998) de Alan Sokal y Jean Bricmont, estos autores, físicos de profesión -al referirse de manera específica a la posmodernidad y al posestructuralismo francés, y al emitir una crítica del estado actual de cierto sector de las ciencias humanas- parecerían renovar de algún modo un conflicto entre estas dos formas de conocimiento, ciencias empíricas o fácticas (física, matemática, biología) y ciencias sociales humanidades, al menos en lo que se refiere al sector emanado del posestructuralismo francés representado por Deleuze, Lacan, Kristeva entre otros.

Ya Charles Pervy Snow abogaba, en Las dos culturas y un segundo enfoque (1959), por un entendimiento al respecto de este conflicto, con el fin de integrar esos dos ámbitos. Así pues, a propósito de este conflicto, el caso de Baudrillard es relevante en el sentido de que se trata de un autor cuyo afán fue el de establecer un punto de contacto, sobre todo en su segunda etapa, entre esas dos instancias de saber, es decir, entre la filosofía y la física. Ese punto específico de contacto se basaría, a nuestro juicio, en el uso de ciertas metáforas, es decir, el préstamo de términos de un ámbito de saber a otro.

En el caso de Baudrillard, no hay modo más que el metafórico para describir, analizar y explicar la realidad. Si tomamos la premisa de que la relación entre ciencia y realidad resulta harta compleja, de ahí podemos inferir que gran parte de esa complejidad se halla en que no estamos sino sobredeterminados por el lenguaje. La realidad es, así, metaforizable, nutrida ya de suyo por el lenguaje como instancia de discurso de saber y, por lo tanto, de representación epistemológica.

Un ejemplo del uso de metáforas que vincula a las ciencias sociales y humanidades y las “ciencias duras” es el siguiente: a propósito de la acérrima crítica por parte de Christopher Norris a Baudrillard, existe el caso del tema de la guerra o invasión de Estados Unidos de Norteamérica a Irak (1990-1991). Baudrillard se refiere a la guerra como un espacio no euclidiano:

Ambas hipótesis, el apocalipsis del tiempo real y de la guerra pura y el triunfo de lo virtual sobre lo real, se producen al mismo tiempo, en un mismo espacio-tiempo prosiguiéndose implacablemente ambas. Señal de que el espacio del acontecimiento se ha vuelto hiperespacio de refracción múltiple, que el espacio de la guerra se ha vuelto definitivamente no euclidiano” (1991, 50); En el espacio euclidiano de la historia, el camino más recto entre dos puntos es la línea recta, la del Progreso y la Democracia. Pero eso solo es válido para el espacio de la Ilustración. En nuestro espacio no euclidiano de finales de siglo, una curvatura maléfica desvía invenciblemente todas las trayectorias” (Baudrillard, 1991: 50).

Dicho en otros términos, para Baudrillard la guerra vivida en los medios masivos de comunicación (hiperreal, virtual) y la guerra vivida en el territorio (real), carecen ya de explicación unívoca. La explicación del acontecimiento de la guerra del Golfo se sucede mutuamente una a otra en una lógica de numerosas variables que retan la posibilidad de una sola fuente, una sola causa o fin, quedando solo “un mero encadenamiento de efectos” (Baudrillard, 1983: 83). De este modo, en la historia no euclidiana (la de la guerra, al del tiempo a finales de siglo donde la historia no es una mera sumatoria) hay, pues, más de una paralela. Siguiendo la analogía, la guerra virtual sería un encadenamiento de paralelas.

No desde la perspectiva ideológico-política, sino desde una base física y matemática, Sokal y Bricmont analizan tales afirmaciones y le adjudican la ostentación de un lenguaje confuso en aras de una complejidad inexistente que llegaría, según ellos, al absurdo. Al respecto de este punto, la argumentación de Sokal y Bricmont se observa en las siguientes aseveraciones:

¿Qué es un espacio no euclidiano? En la geometría euclidiana del plano -la que se aprende en la escuela secundaria- para toda recta R y todo punto p que no pertenezca a R, existe una única paralela a R (es decir, una recta que no corta a R) que pasa por p. Por el contrario, en las geometrías no euclidianas puede, según el caso, existir una infinidad de paralelas o ninguna (Sokal: 1999, 153).

A partir de esta explicación de Sokal y Bricmont, tenemos, pues, que el espacio no euclidiano es un espacio no lineal y diverso, mientras que el espacio euclidiano es un espacio lineal y unívoco. Al comparar tal cita y las citas de Baudrillard, se puede plantear que lo condenado por los físicos en cuestión es no el abuso de la ciencia (“la forma”), o la relativización de los fenómenos respecto a los conceptos y viceversa, en este caso la guerra de Irak (“el contenido”). Lo que estos físicos condenan, en última instancia, es el uso de la metáfora como tal. En el libro de Sokal y Bricmont está consignado un capítulo entero a Jean Baudrillard. En tal capítulo se refiere a las nociones de reversibilidad y de espacio no euclidiano que este toma de la física y la matemática (específicamente, la geometría) para describir y analizar fenómenos del ámbito social e histórico tales como la guerra (Las estrategias fatales, 1983, y La guerra del golfo no ha tenido lugar, 1991).4 La reversibilidad, según el autor francés, implicaría la negación del principio de causalidad, o al menos, su desestabilización. Ante esto, los físicos denuncian que Baudrillard desconoce la mecánica newtoniana y que confunde reversibilidad con el principio de incertidumbre de Werner Heisenberg (1901-1976).

La denuncia que realizan tales autores refleja cómo el pensamiento baudrillardiano se ubica en una cierta posición que cuestiona los presupuestos de la ciencia moderna en una especie de aporía o paradoja: si la reversibilidad en la física consiste en que ciertas leyes pueden “suspenderse” según ciertos fenómenos, la reversibilidad en Baudrillard consiste en llevar esta reversibilidad a la ciencia misma, de modo que la ciencia como tal se invalidaría a sí misma. En otros términos, Baudrillard quiere llevar al extremo, es decir, replantear un principio de la ciencia, no solo aplicarlo a tal o cual contenido histórico, tomar la ciencia como forma, no solo como contenido. De tener razón el sociólogo francés, estamos ante una paradoja, y esta consistiría en que la ciencia misma no tiene otro remedio más que reversibilizar sus propias leyes.

Esta misma posición refleja cómo la epistemología moderna se sostiene en una visión lineal de los fenómenos (la distinción clara entre causas y efectos) y una articulación directa entre estos y las teorías que los explican. En la tensión de estas dos posibilidades, entre lo lúdico y lo lineal, hay una cierta ambigüedad en la cual las especulaciones metafóricas de Baudrillard logran colarse. La reversibilidad implicaría que todo sistema, toda ley (inclusive las de la física), llega a un punto límite en el cual se aniquila a sí misma y pierde su objeto de estudio en una especie de lucha infinitesimal y paradójica. Baudrillard construye metáforas a partir de la física, mientras Sokal y Bricmont denuncian que lo que hace aquel es un mal uso, o sea, un abuso. Para aquel, la reversibilidad del orden causal se refiere a la versión extrema del azar, del caos y aún más, de la incertidumbre.

La crítica científica que realizan, en 1999, Sokal y Bricmont se ubica en ese paradigma de la distinción clara entre causas y efecto, sobre todo, apela al orden del “sentido común” y de los fenómenos histórico-sociales medibles y documentados. Es, pues, la versión moderna de la ciencia. Es sintomático, sin embargo, que ya, en 2012 y desde la perspectiva de la física cuántica, algunos científicos teóricos aduzcan ya cierta imposibilidad para identificar causas y efectos, poniendo entredicho el principio de orden causal.5 El “mal uso” o abuso que hace Baudrillard de la noción de reversibilidad se ubicaría en una retórica, en una estrategia de desestabilización, pero no deja de ser interesante que tal estrategia sea sintomática de un nuevo paradigma que consistiría en la imposibilidad de distinguir causas y efectos y que provisionalmente se ha llamado como posmoderno.

Conclusiones

En el presente artículo se han expuesto dos lecturas sobre la obra de Jean Baudrillard, es decir, dos modos de recepción e interpretación. Tales lecturas comportan dos modos de entender lo social, su dimensión filosófica y semiótica. Estas lecturas son paradigmáticas, toda vez que representan aspectos cruciales no solo de la obra del sociólogo y filósofo francés sino, en un sentido amplio, del desarrollo político e ideológico del siglo XX.

Así, por una parte, se hallan las lecturas panorámicas (Lane, Gane) y, por otra, la de autores como Jean Pierre Terrail, Kellner y Sokal que cuestionan de manera vehemente las nociones baudrillardianas. A partir de tal exposición puede observarse que tales lecturas inciden en cuestiones fundamentales como el concepto de valor en economía, los signos y su relación con el mundo, la temática epistemológica de las causas y los efectos, pero sobre todo, implican dos posturas filosóficas: a) el de un nihilismo asociado a la lógica del capitalismo en el que la noción de mercancía resulta desprovista de todo orden de racionalidad económica; b) el de una visión aún crítica (neomarxismo) que busca conceptualizar racionalmente tanto la mercancía como las relaciones sociales que aquella suscita, a fin de combatir la dinámica del capitalismo.

De este modo, a grandes rasgos, pueden equipararse estas dos posturas como posmoderna y moderna. Tal enfoque dual tiene, asimismo, su respectiva correspondencia, a la luz de lo que los autores aquí revisados, con las dos etapas del pensamiento baudrillardiano. O sea, puede leerse la obra de Jean Baudrillard (que va desde 1968 hasta 2007, año de la muerte del sociólogo francés) como síntoma de una evolución: la crítica como elemento ineluctable de la razón moderna pasa, en Baudrillard, hacia la hipercrítica posmoderna, la cual, paradójicamente, tiende a connotar cierta descripción indiferente más que de crítica analítica y propositiva.

Las dos lecturas aquí planteadas implican, en última instancia, dos posturas no solo frente a la obra baudrillardiana sino frente al hecho social, pues, por una parte, nos hallamos frente a la visión nihilista que concibe que toda crítica está de antemano neutralizada. Tal postura es por demás estéril y, por ende, contingente. Por otra parte, nos hallamos ante la posibilidad de un cambio, a partir de la crítica y la razón, en el orden occidental ineludiblemente regido por la lógica del capital.

So pena de resultar reduccionista in extremis, nuestra postura es que, a la luz de estas dos lecturas, puede articularse una tercera lectura, una lectura política de la obra baudrillardiana. Es, sin embargo, un tipo de lectura política que no disocia el código que determina las relaciones sociales y las formulaciones epistemológicas del saber. Es una relación compleja (a la manera de otro posmoderno como Michel Foucault) entre saber y poder, entre descripción e interpretación, información e ideología. En ese interciso pueden hallarse tanto la obra de Baudrillard como las dos lecturas que aquí se han descrito y analizado.

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1Por una cuestión de espacio, no se comentarán las obras de Baudrillard publicadas después de 1993, si bien cabe afirmar que tales obras participan, en mayor o menor medida, de las características del “segundo Baudrillard” que se describirán a lo largo del artículo.

2Desde el ámbito norteamericano, se edita una página web titulada “Never Travel On An Aeroplane With God: The Baudrillard Index-An Obscene Project. International Journal of Baudrillard Studies”, la cual es no solo un índice de datos bibliográficos sino una revista que, trimestralmente desde 2004 a la fecha, publica artículos sobre diversos aspectos de la obra de Jean Baudrillard. Asimismo, Recientemente, a cargo de Richard G. Smith, la academia inglesa ha publicado The Baudrillard Dictionary (2010), el cual es un trabajo monumental de erudición y diversidad, pues aglutina a más de treinta contribuidores de lengua inglesa que, de A-Z, exponen, con detenimiento y profundidad, los principales términos (tópicos: “key ideas” y “passwords”) encontrados a lo largo de la producción bibliográfica.

3Al respecto precisamente de este supuesto nihilismo, y ante el cuestionamiento por parte de Philippe Petit acerca de “la ilusión de lo real” como una forma que se acerca al “relativismo de los valores”, el mismo Baudrillard contesta: “No lo creo. En mi modesto cuestionamiento de la ilusión de realidad no hago una suma cero ni un relativismo de los valores. Existe, sí, un desafío a la realidad: ¿qué le ocurre al pensamiento si nos situamos en los extremos, en los fenómenos extremos? ¿Sigue habiendo pensamiento a ese nivel? No existe en rigor una respuesta. Si el pensamiento es un desafío, esta debe ser experimental. Es más bien un pensamiento que intenta explorar un terreno desconocido con otras reglas del juego. Eso no es ser ‘nihilista’, en el sentido en que el nihilismo significa que ya no hay valores, ya no hay nada real, solo signos. La acusación de nihilismo y de impostura siempre se refiere a eso. Pero si tomamos el nihilismo en su sentido radical, de un pensamiento de la nada, que partiría del axioma ‘¿Por qué hay nada en lugar de algo?’, dándole la vuelta a la pregunta filosófica fundamental, la pregunta del ser: ‘¿Por qué hay algo en lugar de nada?’, entonces sí que quiero ser nihilista” (Baudrillard, 1998: 58). En tal ingenioso razonamiento se halla acaso un cierto matiz que posibilitaría conceptualizar a Baudrillard, o su obra total, como un conjunto de indagaciones aún abiertas a la dialéctica no hegeliana o marxista o a la racionalidad liberal, sino al hecho mismo de pensar.

4También con este tema de la guerra del golfo, Christopher Norris publicó Uncritical theory. Posmodernism, Intellectuals and Gulf War (1992), el cual es un estudio a partir de la figura emblemática de Baudrillard a propósito de sus afirmaciones acerca de la guerra. En tal libro se intenta elaborar todo un cuestionamiento de la visión filosófica posmoderna (Baudrillard, Lyotard, Foucault) a la vez que se intenta deslindar la deconstrucción de Jacques Derrida de tal corriente de pensamiento para entenderla como una aportación sustancialmente relacionada con la Ilustración dieciochesca. Al respecto se puede decir que la deconstrucción como tal es un mero instrumento inquisitorio que puede tener tanto usos retóricos como usos científicos. El caso de Baudrillard es ambivalente al respecto, pues parece estar situado en los dos ámbitos.

5Oreshkov, Ognyan, Costa Fabio, and Caslak Brukner (2012). Quantum correlations with no causal order. Nature Communicattions. Disponible en: http://www.nature.com/articles/ncomms2076.pdf. (Consultado: 10/IX /2019). Para una versión divulgativa de este artículo, véase: González de Alba, Luis (2012). Hay violación cuántica de causa-efecto. Milenio Diario. Disponible en: http://temibledani1lga.blogspot.com/2012/10/milenio20121007sd.html (Consultado: 10/IX /2019).

Recibido: 01 de Agosto de 2021; Aprobado: 06 de Marzo de 2022

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