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Valenciana

Print version ISSN 2007-2538

Valenciana vol.10 n.20 Valenciana Jul./Dec. 2017

https://doi.org/10.15174/rv.v0i20.294 

Artículos

Experiencia, aburrimiento y legibilidad en tres cuentos de Roberto Bolaño

Experience, Boredom and Legibility in three stories by Roberto Bolaño

Bernardo Patricio Rocco Núñez* 

*Universidad de Chile, Chile


Resumen

El presente artículo estudia el conjunto de cuentos “Últimos atardeceres en la tierra”, “Días de 1978” y “Vagabundo en Francia y Bélgica” pertenecientes al libro Putas Asesinas(2001) de Roberto Bolaño, con el objetivo de comprender la representación de la crisis de la experiencia moderna. En este sentido, se exploran las relaciones entre la temática de la locura, el trauma del exilio chileno y el estado de aburrimiento. En consecuencia, se muestra cómo el viaje del sujeto moderno manifiesta una genealogía conceptual que haría legible la historia chilena contemporánea.

Palabras clave: experiencia; locura; exilio; aburrimiento; viaje

Abstract

This article studies the short stories “Últimos atardeceres en la tierra”, “Días de 1978” and “Vagabundo en Francia y Bélgica” belonging to Putas Asesinas (2001) by Roberto Bolaño, with the goal of understanding the representation of the crisis of the modern experience. In this sense, the relationships between the subjects of madness, the trauma of the Chilean exile and the state of boredom are explored. In short, it shows how the journey of the modern subject manifests a conceptual genealogy that would make contemporary Chilean history legible.

Keywords: Experience; Madness; Exile; Boredom; Journey

Introducción

El conjunto de relatos “Últimos atardeceres en la tierra”, “Días de 1978” y “Vagabundo en Francia y Bélgica” pertenecientes al libro de cuentos Putas Asesinas (2001) de Roberto Bolaño, conforman en sí mismos una continuidad narrativa1 que da cuenta del viaje de B por Latinoamérica y Europa. La importancia de analizar estos relatos estriba en la aproximación narrativa que Bolaño realiza sobre la experiencia del exilio chileno mediante el uso de la perspectiva temática de la locura en la configuración de la trama, así como en la exploración existencial del estado de aburrimiento y las consecuencias trágicas que el trauma de la dictadura ejerce sobre los personajes.

En términos generales, los cuentos narran desde la perspectiva de un narrador omnisciente, tres distintos episodios en la biografía de B: las vacaciones con su padre en Acapulco, su experiencia con la comunidad de exiliados chilenos en Barcelona, así como sus andanzas por las ciudades de París y Bruselas. Esto hace pensar que en el centro de la continuidad biográfica y geográfica estructurada en torno a los diferentes viajes de B se encuentra la representación de la crisis de la experiencia del exilio y del exiliado, la cual es narrada, como se advirtió, a partir del tratamiento temático de la locura, el exilio y el estado de aburrimiento que, por sus afinidades conceptuales, permiten la reflexión sobre las consecuencias existenciales que tuvo la dictadura militar sobre una parte significativa de la población chilena.

La intención metodológica del análisis consistirá, entonces, en rastrear conceptualmente -a través de autores de diversa tendencia- las formas que asume en los relatos la experiencia moderna de la locura, el exilio y el aburrimiento, y que permitirían hacer legible la historia chilena. Más que indagar procedencias teórico-conceptuales surgidas de alguna matriz de conocimiento específica, es significativo descubrir el derrotero de referencias discontinuas que conectan los relatos de Bolaño con la historia de la memoria chilena y latinoamericana. De esta manera, lo que el escritor chileno genera en los tres cuentos correspondería a una “estética de la memoria” que: “nos interpela para sacudir el velo anestésico -y amnésico- que nos rodea” (Aguilar, 2015: 125-126). En otras palabras, las voces que modulan distintas visiones de la memoria traumática al interior del conjunto de cuentos: “enfatizan las fracturas, los huecos, las imposibilidades y nos recuerdan una vez más que en la buena literatura se pueden hallar reflexiones que permitan dilucidar los conflictos que se debaten en el seno de la cultura postdictatorial y nos permiten dialogar con ella” (Fandiño, 2010: 412).

De este modo, las interrogantes que orientarán el análisis literario pueden ser formuladas de la siguiente manera: ¿Por qué el viaje del sujeto moderno derivado de la experiencia del exilio como locura o de la experiencia de la locura como exilio permitiría mediante la representación del estado de aburrimiento hacer legible la historia reciente chilena? ¿Qué función particular podría desempeñar el estado de aburrimiento en la posibilidad de volver sobre el debate público en torno al período histórico y traumático de la dictadura militar chilena?

Aburrimiento y desastre

El cuento “Últimos atardeceres en la tierra” relata el viaje de vacaciones emprendido por B y su padre desde Ciudad de México al balneario de Acapulco en la costa oeste. Más allá de narrarse algunos incidentes que resaltan la distancia emocional existente entre padre e hijo -como se evidencia en la historia sobre el caballo Zafarrancho o en la escena de la pérdida de la billetera en una salida en bote- el cuento destaca por el dominio absoluto que la atmósfera de tedio ejerce sobre la experiencia de viaje de B y que anticipa también el desastre, es decir, la pelea con la cual se da final relato:

Y luego se acaba el paréntesis, se acaban las cuarentaiocho horas de gracia en las cuales B y su padre han recorrido algunos bares de Acapulco, han dormido tirados en la playa, han comido e incluso se han reído, y comienza un período gélido, un período aparentemente normal pero dominado por unos dioses helados […] unas horas que en otro tiempo, tal vez cuando era adolescente, B llamaría aburrimiento, pero que ahora de ninguna manera llamaría así, sino más bien desastre, un desastre peculiar, un desastre que por encima de todo aleja a B de su padre, el precio que tienen que pagar por existir (Bolaño, 2014:257).

En apariencia, la cita resulta bastante enigmática, no obstante, deja entrever dos momentos distintivos en la experiencia de viaje de B, configurando a su vez un tono que permeará los próximos dos relatos: el aburrimiento y el desastre. Precisamente, el contrapunto entre el estado de aburrimiento y el evento desastroso-la pelea que se avecina- permite que irrumpa la legibilidad histórica sobre el trauma de la dictadura chilena. En un momento en que el padre de B se encuentra jugando a las cartas junto a un exclavadista mexicano, el narrador refiere los pensamientos que tiene B mientras contempla con aburrimiento la escena:

Nunca más volverán a viajar juntos, piensa B. Eso es todo. Lucha Villa canta en el juke-box y B piensa en Gui Rosey, poeta menor desaparecido en el sur de Francia. Su padre reparte las cartas, se ríe, cuenta historias y escucha historias que rivalizan en sordidez. B recuerda cuando volvió de Chile, en 1974, y fue a verlo a su casa. Su padre se había roto un pie y estaba leyendo en la cama un periódico deportivo. Le pregunto cómo le había ido y B le contó sus aventuras. Sucintamente: las guerras floridas latinoamericanas. Estuvieron a punto de matarme, dijo. Su padre lo miró y se sonrió. ¿Cuántas veces?, dijo. Por lo menos dos, respondió B. Ahora su padre se ríe a carcajadas y B trata de pensar con claridad. Gui Rosey se suicidó, piensa, o lo mataron, piensa. Su cadáver está en el fondo del mar (Bolaño, 2014: 260).

La cita conduce el análisis hacia tres elementos distintivos que, mediante la oblicuidad de la alusión histórica y la soterrada continuidad de ciertos eventos trágicos, hacen legible la dictadura chilena. El primer elemento corresponde a la mención que hace B del poeta Gui Rosey. Al principio del relato, el narrador indica que B ha llevado consigo una antología de poetas surrealistas franceses. Es precisamente en torno a la misteriosa desaparición de Rosey que el narrador cuenta la historia sobre el exilio de estos escritores durante la ocupación alemana de Francia. En otras palabras, la descripción que hace el narrador de la huida de los poetas franceses hacia los Estados Unidos actualiza la problemática del exilio, las desapariciones y los crímenes masivos perpetrados durante la II Guerra Mundial.

El segundo elemento refiere los recuerdos que tiene B sobre su viaje a Chile en plena dictadura militar y que actúa como un: “pasado que se actualiza, que se aferra al presente para no reconciliarse con el olvido” (Aguilar, 2015: 126). Este aspecto no sólo actualiza especularmente las trágicas similitudes de la guerra europea y la dictadura militar chilena, sino que también conecta, genealógicamente, ambos eventos con el tercero: las guerras floridas latinoamericanas. La alusión a las guerras mesoamericanas precolombinas tiene un doble propósito, por una parte, la mención metonímica de este tipo de guerra ritual apunta a los sacrificios humanos cometidos por los pueblos mesoamericanos en contra de sus enemigos y, por otra parte, está aludiendo también, ya a un nivel alegórico, a las diversas dictaduras latinoamericanas que florecieron bajo el amparo estadounidense durante la década de los setentas.

En consecuencia, el estado de aburrimiento de B no sólo hace legible de forma oblicua la historia reciente de Chile, sino que, a su vez, canaliza -enmascarando- la tensa relación no desatada entre padre e hijo. De esta manera, la escena final viene a sustituir la tensión no liberada entre ambos personajes bajo la premisa de la suspensión de la acción que se avecina: la pelea a desatarse entre los jugadores del club nocturno. Asimismo, se abre la posibilidad, debido a la inconclusividad que presenta el relato, de posponer la consumación de la violencia, la cual se concretizará trágicamente en el cuento “Días de 1978”. Es en este cuento, en definitiva, donde la crisis de la experiencia moderna del sujeto se revelará en toda su magnitud bajo el signo de la locura, el exilio y el aburrimiento.

Locura como exilio o viceversa

El cuento “Días de 1978” incorpora la voz narrativa de un autor implícito o implicado, dadas las libertades y la independencia de criterio que se concede a sí mismo, lo que hace pensar que el tratamiento más directo de la materia narrativa tiene como propósito desbordar el andamiaje enunciativo de los cuentos: “La hora de la discusión, por lo demás, no es la más apropiada, las primeras luces de Barcelona suelen enloquecer a algunos trasnochadores, a otros los dotan de una frialdad de ejecutores. Esto no lo digo yo, esto lo piensa B y consecuentemente sus respuestas son gélidas, sarcásticas, un casus belli más que suficiente para las ganas de pelear que tiene U” (Bolaño, 2014: 265). La interrupción de la continuidad discursiva o la anulación de la distancia estética correspondiente a la narración omnisciente mediante la intrusión de la frase “no lo digo yo, esto lo piensa B” del autor implícito reafirma el propósito de fijar una perspectiva narrativa que recuerda al lector que detrás del entramado ficticio se encuentra la voz de un autor; sin embargo, también recuerda la posición ideológica y la distancia crítica que sostiene el autor con respecto al exilio político chileno. Esta homología identitaria permite al autor contrastar su propia experiencia biográfica en México y España con la experiencia de los chilenos exiliados en el mundo. A esta complejidad narrativa, se agrega también la incorporación de la historia intercalada contada por B que hace referencia a la película rusa La pasión de acuerdo a Andrei Rubliov (1966) del director Andrei Tarkovsky. Al respecto, todo indica que la inclusión del drama histórico sobre la vida del pintor ruso del siglo XV del mismo nombre tiene como propósito servir de contrapunto alegórico de la vida de B.

La representación de la llegada de B a la ciudad de Barcelona configura la experiencia del exilio chileno bajo el prisma trágico de la locura y sus consecuencias: el suicidio de U. No obstante, B no está ni loco ni es un exiliado, al contrario, es un flâneur que atestigua mediante su estado de aburrimiento el drama de los chilenos exiliados por la dictadura de Pinochet. Al respecto, B comparte con esta comunidad algo que para Edward Said es fundamental en la comprensión de exilio, es decir, la experiencia solitaria que, según el crítico palestino, consiste esencialmente en estados discontinuos del ser (Said, 2002:140).En los tres cuentos, tal experiencia solitaria y discontinua es reproducida especularmente a través de la fragmentariedad misma de la construcción narrativa que da cuenta del tránsito biográfico de B: “Aquí podría terminar la historia. B detesta a los chilenos residentes en Barcelona, aunque él, irremediablemente, es un chileno residente en Barcelona. El más pobre de los chilenos residentes en Barcelona y también, probablemente, el más solitario. O eso cree él” (Bolaño, 2014: 266). La cita refleja la discontinuidad o interrupción narrativa expuesta por la advertencia del autor implícito quien afirma simultáneamente su poder sobre la continuación de la historia y de lo que piensa B de sí mismo.Al respecto, es bastante decisivo lo que Bolaño piensa sobre la experiencia del exilio2 a la luz del sentimiento de rencor que siente B hacia U y de la experiencia diametralmente opuesta que vive el personaje entre la comunidad de exiliados chilenos en Barcelona:

por el aire de Europa suena una cantinela y es la cantinela del dolor de los exiliados, una música hecha de quejas y lamentaciones y una nostalgia difícilmente inteligible. ¿Se puede tener nostalgia por la tierra en donde uno estuvo a punto de morir? […] La cantinela, entonada por latinoamericanos y también por otros escritores de otras zonas depauperadas o traumatizadas, insiste en la nostalgia, en el regreso al país natal, y a mí eso siempre me ha sonado a mentira (Bolaño, 2004: 43).

Sin embargo, es la constante exploración de la subjetividad de B por sobre la música hecha de lamentaciones y nostalgia lo que termina situándolo inexorablemente bajo el dominio del exilio. No es sorprendente entonces que Said haga hincapié sobre este punto cuando se refiere a la alternativa de vida que el exilio representa para el exiliado con respecto a las instituciones que dominan la vida moderna: “Exile is not, after all, a matter of choice: you are born into it, or it happens to you. But, provided that the exile refuses to sit on the sidelines nursing a wound, there are things to be learned: he or she must cultivate a scrupulous (not indulgent or sulky) subjectivity” (Said, 2002:146-147).Es precisamente el cultivo escrupuloso de la subjetividad de B lo que permite que aflore su estado de aburrimiento. Por lo tanto, no es la experiencia del exilio o la locura lo que vuelve legible la dictadura chilena, sino al contrario, es su estado de aburrimiento que, visibilizando la experiencia de la dictadura, expone las rupturas que la experiencia de la locura y el exilio ejercen sobre los personajes del cuento. Es decir, la presencia en el cuento de la dinámica entre la locura como exilio o del exilio como locura manifiesta tanto el anverso como el reverso de la alienación del exiliado. Esto también se relaciona con la posibilidad de escribir una historia sobre los límites de la locura que dé cuenta de lo que una cultura rechaza, permitiendo revelaren la experiencia límite del sujeto moderno, el centro de su estructura trágica (Foucault, 2009: XXIX-XXX).

El cuento “Días de 1978” interroga esencialmente lo que la cultura chilena, durante décadas, rechazó sobre los límites de la experiencia de la dictadura mediante la representación literaria de las relaciones entre la experiencia de la locura y la experiencia del exilio. En consecuencia, el cuento manifiesta la estructura trágica que yace en los orígenes de la historia chilena -el golpe de estado de 1973- a través de la tensión temporal y espacial entre ambas experiencias simbolizadas por el personaje de U. La estructura trágica propiamente tal se desarrolla en torno a las noticias esporádicas que B va recibiendo sobre la experiencia del exilio y la locura de U en Barcelona. La primera noticia que recibe sobre U ocurre luego de que ambos se encuentran en una fiesta de exiliados chilenos que casi termina en una pelea. La noticia de la internación psiquiátrica de U provoca en B una sensación de placer y victoria alimentada por el rencor que siente hacia U. No obstante, este sentimiento negativo poco a poco empieza a alimentar también su propia imaginación:

Lo imagina en el psiquiátrico de Sant Boi, lo ve atado a una silla, retorciéndose de rabia mientras unos médicos (o la sombra de unos médicos) le aplican electrodos a la cabeza. Un tratamiento de esa naturaleza, piensa, tal vez pueda empequeñecer a una persona alta. Todo parece absurdo. Antes de quedarse dormido se da cuenta de que su deuda con U ya está saldada. Sin embargo la historia no ha acabado. B lo sabe. Y sabe también que su historia con U no es una vulgar historia de rencores (Bolaño, 2014: 268-269).

Si bien la escena sobre el tratamiento psiquiátrico de U se atiene a la dinámica interna típica de un manicomio, no significa que haya realmente sucedido de la manera que se describe. Aunque, sí actualiza un cierto imaginario social con respecto a la ciencia psiquiátrica y sus procedimientos médicos. El otro aspecto relevante que la cita expone es la intromisión nuevamente del autor implícito en la historia. Esto se debe a que el autor realiza el gesto contrario mediante la desautorización de la idea de que la historia entre B y U ha terminado con la internación de U en un psiquiátrico. Es decir, el autor conduce la lectura hacia el significado que realmente pretende convenir en el cuento: la legibilidad de la dictadura chilena.

Durante un tiempo B pierde todo interés por saber lo que ocurre con U y su esposa para volver como indica el narrador: “a su cotidianidad que es una manera de decir que vuelve a su propia locura o a su propio aburrimiento” (Bolaño, 2014: 271). El narrador no sólo está equiparando la cotidianidad de B con la locura y el estado de aburrimiento, sino que también, entrega las pistas sobre la existencia de una relación, no explorada, entre la experiencia del exilio y locura de U y el estado de aburrimiento de B. No obstante, tal estado será momentáneamente suspendido durante una cena de ambiente fúnebre quedará paso a la descripción de una película rusa por parte de B y a los prolegómenos del desenlace trágico del relato: el intento de suicidio de U y su posterior ahorcamiento en un bosque. De todos modos, el estado de aburrimiento de B reaparecerá en el relato “Vagabundo en Francia y Bélgica” bajo una nueva forma: el deseo diferido.

Aburrimiento y legibilidad

En el transcurso del análisis de los cuentos, se ha puesto hincapié en la importancia de la atmósfera de tedio que permea los relatos, así como del estado de aburrimiento de B para la comprensión de la dictadura chilena. Sin embargo, ¿qué es concretamente el aburrimiento? Si bien el término está generalmente asociado a la perdida de sentido de la existencia, también concierne la experiencia subjetiva, la temporalidad y la relación del individuo con la sociedad moderna. En el ensayo “The Storyteller”, Walter Benjamin subraya la importancia de las condiciones cada vez más escasas del estado de relajamiento en el proceso de asimilación de una historia. En otras palabras, Benjamin está aludiendo al papel determinante que el estado de aburrimiento juega en la comprensión de la experiencia: “Boredom is the dream bird that hatches the egg of experience” (Benjamin, 2007 :100). En este sentido, la presencia en los relatos de Bolaño de la experiencia del aburrimiento permite suponer que la intención subyacente de los cuentos consiste en la “incubación” de una determinada experiencia. Precisamente, es durante el proceso de asimilación o lectura de los cuentos donde emerge una singular mirada sobre la experiencia de la dictadura chilena, lo cual consecuentemente crea las condiciones de posibilidad para su comprensión al interior de la ficción o dream bird.

Para Adam Phillips, el aburrimiento consiste en un: “state of suspended anticipation in which things are started and nothing begins, the mood of diffuse restlessness which contains that most absurd and paradoxical wish, the wish for a desire” (Phillips, 1993: 68).Este paradójico deseo, se verá diferidamente confirmado, como se estudiará más adelante, en el cuento “Vagabundo en Francia y Bélgica” cuando B se encuentre con M, la hija de un exiliado chileno. La importancia que adquiere el desenlace del relato se relaciona con el hecho que el estado de aburrimiento o el ansia de un deseo canaliza precisamente el deseo de B por dar sentido a la crisis de la experiencia moderna encarnada por el golpe de estado chileno.

En el caso del conjunto de cuentos analizados, todo parece indicar que la crisis de la experiencia del sujeto moderno remite también a la crisis política chilena: el golpe de estado de 1973. Esta doble crisis personal e histórica permite comprender el origen del odio que siente B hacia U y por ende explicar su persistente estado de aburrimiento. Al respecto, es significativo mencionarla etimología de la palabra francesa ennui:

Strictly related to melancholy, and constituting a sort of trait d’union with boredom, is the concept of ennui. The term entered the French language probably between the twelfth and thirteenth century and etymologically comes from the Latin odium and the late Latin expressions inodiare, “to hold in hatred,” orin odio esse, “to object of hate”: it connotes thus a hatred of the world and of oneself, with a somewhat stronger tone than acedia and melancholy that brings it closer to modern boredom. Today, albeit with many ambiguities, French still uses the term ennui for boredom, and so do Italian with the cognate noia, whereas Spanish enojo (rage, anger) and even the English annoy retain a signification closer to the original. (In Spanish boredom is expressed as aburrimiento, whose etymology -from the Latin ab-horrere, to hold in horror, to abhor- is close to odium/ennui) (Dalle, 2009: 9).

La relevancia de la explicación etimológica radica en la existencia de una estrecha relación semántica entre el estado de aburrimiento y el estado de enojo u odio. No obstante, ¿qué implicancia tiene esta relación semántica para la comprensión del relato? En especial, cuando se piensa que la historia entre B y U no es “una vulgar historia de rencores” (Bolaño, 2014: 269) como afirma el autor implícito de “Días de 1978”. Antes de responder la pregunta es importante señalar que el conjunto de relatos manifiestan o sólo un discurso literario sobre la experiencia de la locura y el exilio, sino que también actualiza una forma de discurso definido como un discurso moderno sobre el aburrimiento que alude a una retórica de la reflexión, entendida como el cruce entre:

boredom as an experience of subjective crisis and boredom as an empirically conditioned social phenomenon. On one hand, to explicate nihilistic dynamic of the experience not ontologically but historically, and on the other, to grasp its pervasiveness not sociologically but philosophically. It is necessary […] to attend to the rhetoric of reflection, to the way of thinking about subjective experience boredom exemplifies. Even in its most quotidian manifestations […] boredom embodies a specifically modern crisis of meaning (Goodstein, 2005: 4-5).

La propuesta de una retórica de la reflexión junto a lo expuesto sobre la relación entre aburrimiento y enojo permite responder la interrogante enunciada anteriormente. En primer lugar, se confirma la intención que se pretende realmente convenir en el cuento -la legibilidad de la dictadura chilena- por sobre la experiencia misma de la locura y del exilio de los personajes. En segundo lugar, surge la necesidad de explicar la dinámica histórica presente en el cuento con el objetivo de entender las causas del estado de aburrimiento de B. En tercer lugar, la misma representación literaria de la crisis moderna del significado de la existencia -la dictadura militar chilena- exige también la comprensión filosófica de la experiencia de aburrimiento de B. De esta manera, es la aproximación filosófica al discurso moderno del aburrimiento encarnado por el personaje de B lo que permite interpretar los cuentos como una velada alegoría de la dictadura militar chilena.

Happy End o la postergación del deseo

Hacia el final del cuento “Días de 1978” B narra durante una cena la película rusa La pasión de acuerdo a Andrei Rubliov (1966) del director Andrei Tarkovsky a la chica pálida y U. Como se mencionó, la película actúa como un contrapunto alegórico de la biografía de B: la tensa relación no resuelta entre padre e hijo. En este sentido, la película funciona también como un elemento anti-climático del suicidio de U: “Y ahí acaba la película. Cuando B deja de hablar, U está llorando […] Adiós, les dice a los dueños de la casa. Y se va. Sólo cuando llega al portal […] se da cuenta de que no le contó a U la película, sino a sí mismo. Aquí debería acabar este relato, pero la vida es un poco más dura que la literatura” (Bolaño, 2014: 277).Nuevamente el autor implícito interviene la narración para anunciar de forma oblicua que la tragedia se avecina en la próxima página. No obstante, la tragedia dará paso al final feliz o al menos se impondrá como una promesa con la cual el cuento “Vagabundo en Francia y Bélgica” finaliza y deja en suspenso: la posible relación amorosa entre B y M. Un poco antes que el cuento termine, la sospecha de una posible relación afectiva entre ambos personajes se materializa en el momento en que M acaba la lectura en voz alta de una lista de los futuros colaboradores de la próxima revista Luna Park 3. Es particularmente el suspenso y la sospecha junto al vagabundeo de B por ambas ciudades europeas lo que exige un análisis más detenido sobre el estado de aburrimiento desde el ámbito filosófico.

Por un acto gratuito o de aburrimiento, B decide pasar cinco meses viajando por Francia y Bélgica mientras lee novelas policiales y recuerda a los escritores que participaron de la revista Luna Park, en especial Henri Lefebvre. Como indica el narrador, durante su estadía en París B se dedica a vagar por la ciudad:

A veces llega hasta las puertas de un museo, pero nunca entra. A veces llega hasta las puertas de un cine y durante largo rato se queda contemplando las fotografías y luego se va. Compra libros que hojea y no termina nunca de leer. Come en restaurantes desconocidos y las sobremesas son largas, como si en vez de estar en París estuviera en el campo y no tuviera nada mejor que hacer que fumar y beber infusiones de manzanilla. Una mañana, después de haber dormido un par de horas, B toma un tren para Bruselas. Allí tiene una amiga, una chica negra hija de un exiliado chileno y de una ugandesa, pero no se decide a llamarla por teléfono. Durante unas horas pasea por el centro de Bruselas y luego echa a andar hacia los barrios del norte, hasta que da con un hotel (Bolaño, 2014: 283).

El personaje deambula solitariamente de lugar en lugar desarrollando actividades que no empieza, deja a medio camino o no termina. Este devenir inconcluso, espontáneo y azaroso de pura potencialidad del ser es lo que impulsa a B a viajar a su próximo destino: Bruselas. Sin embargo, el deambular de B no corresponde verdaderamente a la manifestación de una curiosidad insaciable por conocer otras realidades, sino al contrario expresan el profundo aburrimiento que experimenta el personaje. Al respecto, Martin Heidegger analiza tres formas o estados de aburrimiento -aburrirse por algo, aburrirse con algo y profundo aburrimiento-que permitirían desentrañar el significado del devenir de B por Latinoamérica y Europa. A partir de la distinción de estos tres grados de aburrimiento Heidegger postula que la experiencia del aburrimiento se intensifica progresivamente a través de estas formas hasta alcanzar la figura del profundo aburrimiento,3 las cuales convergen a su vez en dos momentos estructurales que definen la esencia del aburrimiento: quedar vacío y quedar suspenso (Heidegger, 1995:133-134). De esta manera, para el filósofo alemán el aburrimiento consiste en una “sintonización” fundamental de la existencia contemporánea. Más precisamente, el aburrimiento es: “the entrancement of the temporal horizon, an entrancement which lets the moment of visión belonging to temporality vanish” (Heidegger, 1995: 153; cursivas en el original).La importancia de la reflexión de Heidegger sobre el aburrimiento radica en la posibilidad de comprenderla esencia del tiempo, de cómo el aburrimiento está profundamente enraizado en el tiempo actual (Heidegger, 1995: 133).El hecho que el aburrimiento tenga sus raíces en el tiempo contemporáneo o se inserte en la temporalidad del aquí y el ahora permite explicar cómo la experiencia del aburrimiento de B manifiesta una temporalidad específica, dando cuenta del tiempo de la dictadura militar chilena. Es decir, el aburrimiento de B representa el umbral trágico de la legibilidad histórica en que la experiencia del exilio y la locura de U, junto al suspenso de la posible relación amorosa entre B y M, enuncia subrepticiamente la experiencia chilena con la violencia:

Mientras M se cambia B se sienta en un sillón y se pone a hojear el Luna Park pero pronto se aburre, como si el Luna Park y el pequeño apartamento de M fueran incompatibles, así que se levanta y se dedica a mirar las fotos y los cuadros que están colgados de las paredes y luego el único estante de libros de la sala […] entre los que reconoce algunos libros del padre de M […] ensayos políticos, una historia del golpe de Estado, un libro sobre las comunidades mapuches, que lo hacen sonreír con incredulidad y también con un ligero estremecimiento que no comprende […] hasta que de pronto M aparece en la sala […] y B la observa atravesar la sala semidesnuda o semivestida, y eso más los viejos libros del padre desaparecido le parecen una señal. ¿Una señal de qué? Lo ignora. Una señal terrible, en todo caso (Bolaño, 2014: 286).

Durante el momento de la espera, el aburrimiento de B reaparece dando paso a la contemplación de un entorno tapizado de fotos y cuadros que reflejan -revelando- la biografía de M y el pasado reciente de Chile. Es en este tránsito espontáneo de carácter temporal donde B repasa el pasado familiar de M, y en el cual también irrumpe -bajo la forma gráfica del libro- la historia del golpe de estado chileno: el momento de legibilidad histórica. No obstante, B es incapaz de comprender el sentimiento de estremecimiento que le envuelve y que nace precisamente de la experiencia de contemplar aquella iconografía que lo sitúa en una cierta temporalidad trágica u orden de tipo historiográfico. Al final, el aburrimiento de B es repentinamente interrumpido por la presencia de otra imagen muy distinta -una iconografía del deseo u erótica- encarnada por M.4 Un deseo que, de todas maneras, se desenvuelve a medias, inconcluso en su desarrollo, mitad expuesto mitad oculto, pero que fuerza a B a la exploración de su posible significado: la señal.

El estado de aburrimiento hace que B perciba, en la señal que surge del acontecimiento cotidiano, aquel aspecto terrible que es contemporáneo a su experiencia histórica. En otras palabras, la capacidad intuitiva que tiene B para percibir la realidad lo convierte en un hombre contemporáneo:“who firmly holds his gaz e on his own time so as to perceive not its light, but rather its darkness […] who is able to write by dipping his pen in the obscurity of the present [ and] perceives the darkness of his time as something that concerns him” (Agamben, 2009:44-45).En consecuencia, el estado de aburrimiento posibilita que B perciba la oscuridad emanada de la contemporaneidad, transformando la experiencia del aburrimiento en una potente metáfora sobre el trauma histórico de la experiencia de la locura y de la experiencia del exilio en el contexto de los devastadores efectos que la dictadura militar chilena ocasionó en la sociedad chilena y que todavía persisten. Si el aburrimiento: “is always the external surface of unconscious events” (Benjamin, 1999:106), este momento existencial deviene en el caso de B en una invasión de la superficie externa del aburrimiento, permitiendo el florecimiento de una profunda conciencia histórica.

Conclusión

La representación literaria del estado de aburrimiento de B permite la irrupción de la dictadura militar chilena en su momento de legibilidad histórica. Más precisamente, la representación literaria alude a una constelación de imágenes presentes en el imaginario colectivo de varias generaciones, evocando el impacto que tuvo el golpe de estado a nivel nacional e internacional.5

Nuevamente, la representación literaria del aburrimiento contenida en los cuentos permite la canalización del evento histórico en su legibilidad, mostrando los devastadores efectos de la dictadura: la locura y el exilio. En otras palabras, es en la inflexión histórica y traumática del golpe de estado representado a través del estado de aburrimiento de B donde se produce lo que Benjamin describe como el ahora de una particular recognocibilidad (Benjamin, 1999: 463).En este sentido, la constelación de imágenes que evoca en el lector la dictadura o la legibilidad de la “imagen dialéctica” que surge de la representación literaria sobre la dictadura, se convierte en un concepto de la temporalidad que define este momento, este ahora de la recognocibilidad presente en la ficción de Bolaño mediante la experiencia del aburrimiento de B. Al respecto, Benjamin afirma en relación al índice histórico de las imágenes, que estas no sólo pertenecen a un tiempo particular, sino que sólo adquieren legibilidad en un momento particular:

[…] In other words: image is dialectics at a standstill. For while the relation of the present to the past is purely temporal, the relation of what-has-been to the now is dialectical: not temporal in nature but figural[…] The image that is read -which is to say, the image in the now of its recognizability- bears to the highest degree the imprint of the perilous critical moment on which all reading is founded (Benjamin, 1999: 462-463).

El conjunto de cuentos analizados reactualiza el momento de recognocibilidad, es decir, el momento en que la locura y el exilio confluyen por un instante con el aquí y ahora del “quedar vacío” y “quedar suspenso” de la experiencia del aburrimiento, formando una constelación de imágenes sobre la dictadura chilena. En consecuencia, si la imagen corresponde a una dialéctica en reposo, se puede afirmar entonces que la imagen figurada por la representación literaria sobre la experiencia de la dictadura militar chilena corresponde a la dialéctica en el aburrimiento de la experiencia de la locura y la experiencia del exilio chileno: el momento crítico en el cual se ha fundado toda la lectura del conjunto de cuentos.

Bibliografía

Agamben, Giorgio, 2004, The Open: Man and Animal, Kevin Attell (trad.), Stanford, Stanford UP. [ Links ]

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1Bolaño apunta en el prólogo “Consejos sobre el arte de escribir cuentos” a la continuidad narrativa que se percibe en los tres cuentos seleccionados: “1) Nunca aborde los cuentos de uno en uno. Si uno aborda los cuentos de uno en uno, honestamente, uno no puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte. 2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco” (Bolaño, 2014: 7).

2A través del sentimiento de rencor de B, el escritor canaliza críticamente el agotamiento de las relaciones simbólicas entre memoria-trauma y comunidad-exilio chileno. Al respecto, Nelly Richard alude a este fenómeno de desgaste al interior de la izquierda chilena de la siguiente manera: “La izquierda del ‘frente cultural opositor’ había comenzado privilegiando aquellas manifestación es ritualizadoras de un ‘nosotros’ arraigado en tradiciones comunitarias (el folklore, la música popular, etc.) que conmemoraban el pasado a través de actos-símbolos como el festival o el homenaje: manifestaciones de rescate de la memoria histórica y de reconstitución de los nexos de sociabilidad, destinadas a una comunidad ansiosa de compartir con el Chile sacrificial el ethos de su cultura mártir. Si bien muchas de estas manifestaciones entraron en crisis por el agotamiento de sus formatos expresivos y de sus marcos orgánico-partidarios a medida que iban pasando los años de la dictadura, no por eso la izquierda tradicional dejó de favorecer siempre un tipo de cultura ‘nacional en sus raíces y ‘popular en sus contenidos” (Richard, 1994:59-60).

3Agamben señala con respecto a la noción de aburrimiento de Heidegger que el profundo aburrimiento: “appears as the metaphysical operator in which the passage from poverty in world to world, from animal environment to human world, is realized; at issue here is nothing less than anthropogenesis, the becoming Dasein of living man. But this passage, this becoming-Dasein of living man (or, as Heidegger also writes in the course, this taking on of the burden which, for man, is Dasein), does not open onto a further, wider, and brighter space, achieved beyond the limits of the animal environment, and unrelated to it; on the contrary, it is opened only by means of a suspension and adeactivation of the animal relation with the disinhibitor. In this suspension, in this remaining-inactive (brachliegend, lying fallow) of the disinhibitor, the animal’s captivation and its being exposed in something unrevealed can for the first time be grasped as such” (Agamben, 2004: 68). Para luego concluir que el Dasein es simplemente: “an animal that has learned to become bored; it has awakened from its own captivation to its own captivation. This awakening of the living being to its own being-captivated, this anxious and resolute opening to a not open, is the human” (70).

4De algún modo, el deseo erótico de B con M se realiza mediante lo que se podría definir como un proceso de sustitución. Esto ocurre cuando B conoce a una mujer negra en un bar de topless en Bruselas: “Esa noche B duerme con una chica negra que habla en sueños. Su voz, que B recuerda suave y cadenciosa, en sueños es ronca y perentoria, como si en algún momento de la noche (que a B se le ha escapado) se hubiera operado una transformación en las cuerdas vocales de la muchacha” (288). El recuerdo de B sobre su experiencia erótica con la chica negra vuelve a reaparecer cuando B se aloja en casa de M: “Sin desvestirse, mientras lee una novela como si estuviera escrita en una lengua de otro planeta, B se queda dormido. Lo despierta la voz de M. Como la puta de la otra noche, piensa B, la que hablaba dormida” (292).

5“Estas fueron la imagen del bombardeo del Palacio de La Moneda por jets Hawker-Hunter; la quema de libros en la calle por parte de soldados, evocando recuerdos de escenas similares durante la Alemania Nazi; una imagen siniestra de Pinochet usando lentes oscuros, sentado al frente de los demás miembros de la junta militar que permanecían de pie; y los prisioneros esperando, atemorizados, en el Estadio Nacional. Aun en países geográficamente más remotos que Chile, social y culturalmente, dichas imágenes llevaron directamente a los hogares una visión de lo que estaba ocurriendo en Chile el 11 de septiembre y después de este. Y dichas imágenes de 1973 fueron luego acompañadas por otra: el vehículo destrozado en el que Orlando Letelier halló su muerte en 1976 en Washington” (Angell, 2013: 59).

Recibido: 10 de Septiembre de 2016; Aprobado: 01 de Marzo de 2017

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