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Diálogos sobre educación. Temas actuales en investigación educativa

On-line version ISSN 2007-2171

Diálogos sobre educ. Temas actuales en investig. educ. vol.12 n.23 Zapopan Jul./Dec. 2021  Epub Dec 06, 2021

https://doi.org/10.32870/dse.v0i23.1105 

Editorial

Editorial

Anayanci Fregoso Centeno

Sergio Solorio Silva


Prácticas de lectura y escritura desde la literacidad

La educación escolar sigue siendo una de las prácticas sociales a las que desde múltiples discursos y políticas públicas se le atribuyen una serie de cualidades y alcances como derecho humano y bien público necesario para mejorar las condiciones de vida individuales y contribuir a la creación de una sociedad más justa y democrática. En términos generales, estos son algunos de los objetivos dentro de los que se enmarca la transición hacia las denominadas sociedades del conocimiento propuesta por la UNESCO (2005), en la que más allá de la alfabetización, aprender a leer y escribir aparecen como competencias indispensables y fundamentales para producir, transformar y difundir información en los nuevos contextos de convergencia mediática. Aptitudes que nunca antes como ahora están poniéndose a prueba en todo el mundo, debido a la contingencia sanitaria -y social- provocada por el Covid-19.

Es en este sentido que hace varias décadas las competencias de lectoescritura se han convertido en uno de los principales indicadores de la calidad educativa a nivel mundial. Para intentar evaluar este ámbito en las instituciones educativas, existen algunos instrumentos que forman parte de los esfuerzos internacionales y nacionales de los diferentes gobiernos y organismos preocupados por superar las carencias que arrastran los alumnos en los campos de la lectura y la escritura, principalmente, en la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe. En México esta situación sigue siendo un problema sobre el que poco se avanza; los resultados de la prueba PISA, 2015 indican que los alumnos mexicanos no alcanzaron el nivel mínimo de competencias en lectura y se ubican por debajo del promedio general de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En esa misma tesitura pueden identificarse los resultados en el área de Lenguaje y Comunicación, que arrojó la prueba Planea, 2017: según los datos obtenidos a partir de este instrumento, 34 % de los alumnos se ubicó en el nivel más bajo; solo pudieron reconocer y extraer información de textos sencillos, pero tuvieron dificultades para interpretar su sentido.

Precisamente, para profundizar en la complejidad de las tensiones en torno a las prácticas de lectura y escritura es que resulta necesario incorporar el concepto de literacidad en el ámbito escolar y, más allá de este espacio, como praxis con posibilidades de impactar, transformar, abonar en la vida social fuera de la escuela. Más que entender la alfabetización o la lectoescritura como meros ejercicios de recepción y reproducción pasiva de contenidos, la literacidad emerge como una nueva arista que permite considerar las prácticas comunicativas desde los distintos lenguajes y contextos en los que se producen. Los denominados Nuevos Estudios de Literacidad representan la perspectiva más reciente dentro de este campo; además de ser un proyecto académico, surgen como una postura crítica decolonial que invita al cuestionamiento de los discursos y políticas públicas que simbólicamente inferiorizan las prácticas y expresiones culturales de los grupos no dominantes.

A través de este enfoque es posible pensar los procesos de lectura y escritura que remonten los cánones académicos institucionalizados para abordarlos desde una visión sociocultural, como procesos de interacción ya no de competencias sino como discursos contextuales y subjetivos que están fundamentados en visiones específicas de los grupos o comunidades en los que se enmarcan, esto es, con un posicionamiento situado. Dando lugar a una comprensión que trasciende lo que sucede o demandan las aulas. Sin restar importancia a los procesos de enseñanza y aprendizaje que ocurren en la escuela.

Es inminente el impacto que los cambios en el sistema de transmisión cultural han provocado en las prácticas comunicativas y educativas de las nuevas generaciones. Si bien las asimetrías sociales todavía no permiten subsanar la “brecha digital”, es posible afirmar que se han incrementado las posibilidades de producción, circulación y apropiación de la información desde la conectividad del internet y los dispositivos móviles. Pese a que los instrumentos que evalúan las competencias de lectoescritura en el ámbito educativo mexicano señalan que los resultados de los alumnos y alumnas en el área de lenguaje y comunicación son insuficientes, hoy más que nunca las nuevas generaciones se mantienen en constante interacción con el entorno mediático a partir de múltiples experiencias en la interfaz desde la que constituyen procesos identitarios. Las y los nuevos sujetos de la educación mantienen conversaciones formales e informales a través de mensajes de texto, crean simbolismos propios, movimientos sociales, comunidades online, y son asiduos consumidores y productores de contenidos audiovisuales; experiencias todas que podrían ser consideradas como aprendizajes rizomáticos que necesariamente propician el conocimiento.

No obstante lo anterior, parece que la principal preocupación de las escuelas sigue siendo cómo competir con las redes sociales y plataformas de internet, sin comprender que estos espacios pueden ser configurados como lugares de aprendizaje, aliados en los procesos formativos que comprenden las prácticas de lectura y escritura, más allá de la obligatoriedad.

En este orden de ideas es que Diálogos sobre Educación. Temas actuales en investigación educativa presenta el número: “Prácticas de lectura y escritura. Sujetos, materialidades, literacidades”, con la intención de contribuir a la reflexión sobre este asunto de sumo interés, desde perspectivas teóricas y metodológicas interdisciplinares, que permita abrir el diálogo y el debate. En el número que hoy presentamos hay trabajos de investigación, ensayos críticos y reseñas que buscan hacer aportes sobre los múltiples fenómenos que fundamentan los sentidos de las prácticas de lectoescritura, no obstante, cabe advertir -también para la reflexión- que la enorme mayoría de trabajos recibidos se centra en los contextos escolares, y poco abordan otros espacios sociales. Lo que se presenta, sin duda, como un eje para el análisis.

Esperamos, pues, que este número contribuya a la producción social de sentido sobre las temáticas abordadas, y agradecemos profundamente el trabajo realizado por las coordinadoras del número, las doctoras Diana Sagástegui Rodríguez, Yolanda González de la Torre y Myrna Carolina Huerta. Con un saludo especial a Diana, y nuestro reconocimiento profundo.

Anayanci Fregoso Centeno

Sergio Solorio Silva

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