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Revista mexicana de ciencias forestales

Print version ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.2 n.7 México Sep./Oct. 2011

 

Editorial

 

Carlos Mallén Rivera

 

Editor en Jefe.

 

La posibilidad de construir un foro de expresión intelectual siempre debe ser alentada y sostenida, en primera instancia, por los propios actores que merecen atención por Ñsus ideas, descubrimientos y reflexiones. Y cuando este espacio de manifestación implica la comunicación científica, sobre todo de los temas más urgentes para la conservación y aprovechamiento del entorno natural, obliga a los más altos estándares de excelencia ante la academia; a la cual, la sociedad, le exige productos derivados de los últimos avances de la investigación. Por su parte, los científicos requieren de la difusión y confrontación de sus resultados para converger e influir en nuevos estudios, es decir, el proceso dialéctico de la ciencia.

Las revistas científicas son una extensión del laboratorio, el aula y las incursiones en la naturaleza. La construcción del saber concluye al trasmitirse, y más allá, cuando rinde sus frutos en la industria, la producción o las normas que rigen el comportamiento de las personas, por ejemplo, a través de las leyes y las normas. También, a partir del conocimiento, tenemos la posibilidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos -y el propio destino humano- mediante la aplicación del inmenso acervo de datos que los investigadores han obtenido. La sociedad como en ningún momento de su proceso civilizatorio rige su opinión y actúa con base en conocimientos científicos. Las tradiciones y los saberes ancestrales permutan en una dinámica conversión de pruebas y evidencias, (miles de hombres y mujeres de ciencia arriesgaron su vida por ello), ahora advertimos los peligros de nuestra propia "huella ecológica" gracias a los datos duros que se nos proporcionan. La ciencia está en la vox populi , configura su criterio y orienta la opinión. Diversas percepciones han sido puestas en el lugar de meros prejuicios, cuya antigüedad y obsolescencia las hace no solo piezas de museo sino carentes de cualquier valor ante la sociedad de la información y cada vez más sectores de esta. De hecho, el poner en tela de duda aspectos como el cambio climático global, ya solo no es considerado de una absoluta ignorancia, es de suyo peligroso e indolente, ante las empresas que deben de arremeterse para mitigar sus efectos.

Como en ningún otro momento de la humanidad, la explosión de la ciencia alcanza a todas las naciones. Se calcula, a groso modo, que la gran mayoría de los científicos que han existido en toda la historia, están vivos y activos. Los diferentes medios de comunicación científica deben ser garantes de la salvaguarda y divulgación de, literalmente, un mundo de conocimientos. Pero, particularmente, las revistas constituyen las publicaciones más solventes, ya que su permanencia está basada en su prestigio y confianza, cimentados estos valores en múltiples esfuerzos y en la suma de recursos, lo que resulta en el mayor de sus activos: la credibilidad. Un tema urgente de abordar es el de su sustentabilidad.

La comunicación entre editores señala un proceso de maduración y de toma de conciencia de la fragilidad de las revistas y de la necesidad de enfrentarlo con soluciones realistas y a largo plazo. Las comunidades científicas de Latinoamérica representan, hoy en día, una apreciable fuente potencial de contribuciones para ellas, pues en dicha región se produce abundante ciencia de calidad, la cual requiere de canales de difusión, pero estos deben estar al alcance y control de los propios investigadores.

Ana María Cetto y Octavio Alonso, en la introducción a su compilación "Revistas científicas en América Latina" (Fondo de Cultura Económica, 1999), señalan que las publicaciones científicas latinoamericanas tienen características y objetivos muy diversos, aunque su reforzamiento exige identificar los principales factores que obstaculizan su desarrollo: el bajo poder de atracción de artículos de calidad mundial, debido a que los de mayor impacto se exportan. Y agregaríamos, pese a que el país donde se originó el conocimiento corrió con los gastos, que no son pocos, del proceso de investigación.

Así mismo, se identifica otra problemática englobada en aspectos como: el trabajo descuidado de autores y árbitros, el bajo peso otorgado a estas publicaciones en las evaluaciones de los investigadores (aún para aquéllas que han sido calificadas positivamente o incluidos en algún padrón), la falta de apoyo presupuestal, los altos costos de producción de las revistas, el mercado limitado y el número reducido de suscripciones (las propias bibliotecas son reacias a suscribirse), serios problemas de distribución (lentitud y costo elevado de envío), la falta de personal y de reconocimiento para el trabajo editorial (en múltiples ocasiones esta labor recae en un reducido grupo).

Sin embargo, los editores no se concentran en sus lamentaciones. Existe un florecimiento de las revistas científicas, mayor profesionalismo e interés por su modernización. Y en la búsqueda de soluciones a largo plazo surgen propuestas como emprender estrategias de reajuste en el proceso editorial, coordinar el trabajo entre las publicaciones del mismo sector, identificar nichos específicos en el contexto internacional (en temas de fortaleza relativa), realizar estudios de mercado (con vista a la mejor atención de demandas reales y potenciales) y la asociación de editores para la ejecución de acciones comunes.

El número de revistas que se editan sigue en aumento y la suscripción a ellas continúa en declive, con ello cada vez es más difícil la competencia por sobrevivir. Ante esta circunstancia, los costos y la demanda se vuelven también factores esenciales; por ello, los editores que pretenden mantener y aumentar la calidad de sus publicaciones -y es nuestro caso-; además de aprender a producir buenas revistas han de formarse en editarlas con eficiencia, publicarlas a un bajo costo y venderlas bien. Apreciables tareas, estas, sobre todo para los investigadores que aceptan convertirse en editores, lo cual implica ser un aceptable administrador.

Si bien, se han abierto las posibilidades hacia la búsqueda de financiamientos alternos, llegándose a escuchar el autofinanciamiento como un desiderátum, no se soslaya la importancia del apoyo gubernamental. Una política de financiamiento de las revistas científicas, cuando es sostenida, estable y si por añadidura va acompañada de una política de transferencia de información, se convierte en el mejor bastión de sustento para las publicaciones.

La sustentabilidad de las revistas se concibe como la forma más eficaz de romper el círculo vicioso en que se han visto inmersas, en el cual los científicos gracias al apoyo de sus naciones realizan investigaciones y luego le dan la primicia a las revistas extranjeras, bajo el argumento que publicar en ellas les confiere mayor prestigio y circulación internacional. Las revistas latinoamericanas, particularmente las mexicanas, están trabajando en ello. Está claro que la sustentabilidad no significa exclusivamente una situación financiera estable, por muy necesaria que esta sea, también implica el apoyo y valoración por parte de los organismos de ciencia y tecnología, de los evaluadores académicos, los editores, árbitros, autores, distribuidores, bibliotecarios, lectores, servicios de indizado...todos los que forman parte del engranaje de la publicación científica. La sustentabilidad es por tanto, a grandes rasgos, una gestión de política científica y política editorial.

Es preocupante que la mayoría de las revistas científicas latinoamericana sean débiles en el contexto internacional: casi transparentes a los ojos del mundo. Escasamente consultadas y citadas, de poca circulación y se colocan con dificultad en los índices comerciales. Observadores externos han calificado a la ciencia latinoamericana como "la ciencia perdida". Y lejos de dejar de hacer ciencia, se hace buena ciencia en la región.

México y Latinoamérica poseen características biológicas, sociales y culturales que le son propias y que, bien aprovechadas, les confieren ventajas importantes en el terreno científico. Hay amplios sectores en América Latina cuyas necesidades de comunicación, información y documentación científica no están suficientemente atendidas. Tenemos múltiples y fuertes motivos para cultivar la ciencia regional, y existe material suficiente - abrumadoramente inédito- para ser publicado. La conclusión, es otra vez, que se requiere potenciar y reforzar las revistas: transformarlas como vehículos reales -alternativos y jamás sin exclusión- de comunicación de la ciencia que al compartirla se convierte en nuestra ciencia.

Los autores señalan que de las muchas lecciones que pueden extraerse de los procesos de evaluación de las publicaciones científicas mexicanas se destaca que su análisis contribuye a un mejor conocimiento de las revistas, sus problemas y carencias; se evidencia la necesidad de avanzar en la definición de criterios propios adecuados para nuestras revistas y nuestro contexto científico. Saltan a la vista especificidades de las disciplinas del conocimiento que deben ser tomadas en cuenta en la definición y aplicación de criterios e indicadores diferenciados. En todo el contexto es importante la participación organizada de los científicos-editores, como expertos de la edición y conocedores de su problemática y como el sector afectado; se deben atender las consecuencias que la evaluación tiene para las revistas que han quedado excluidas o descalificadas; los registros o catálogos de títulos seleccionados sirven de referencia para nuestros científicos y para los evaluadores y analistas de la producción científica. Los resultados de las evaluaciones sirven de referencia para los editores en sus esfuerzos por corregir deficiencias, mejorar y consolidar sus revistas; en lo que se refiere a contenidos y desempeño; sin embargo, es necesaria la mejora continua de los procedimientos, en función de las experiencias adquiridas.

Más aun, se considera necesario un conocimiento más profundo e integral de la realidad de nuestras revistas, de su calidad, pertinencia, inserción en el contexto internacional, cobertura y otras características relevantes para que las decisiones futuras se basen en este conocimiento. Es oportuno realizar un análisis conjunto de las experiencias nacionales de evaluación, que permitan avanzar hacia la creación de un sistema compartido de criterios: tarea especialmente urgente en las áreas temáticas más vinculadas a las particularidades de la región latinoamericana.

La publicación no es tan solo un resultado final, pasivo, del proceso de producción de conocimiento; ejerce, ella misma, una incidencia fundamental en la evolución de este y en la estructuración de los campos científicos. Potencialmente es receptor de los trabajos, está presente en el desarrollo de los proyectos de investigación; la revista científica puede operar, entonces, como una articuladora del campo, ya que estimula la producción misma de conocimientos. Las publicaciones científicas son un instrumentos insustituible en el proceso de formación y regulación de las comunidades científicas y la estructuración de sus campos de conocimiento, y por lo tanto merecen la mayor atención de todos los actores que sobre ellas confluyen; pues lo que está en juego es construir y consolidar, en ellas, un espacio excepcional para la difusión del conocimiento acorde a las exigencias de nuestra modernidad.

En un país como México sostener este tipo de revistas no es fácil. Gracias a las más altas consideraciones de organismos como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias es posible. Sin embargo, ahora las publicaciones científicas deben enfrentar una serie de desafíos que implican su modernización. En este contexto, de retos pero también de oportunidades, la Revista Mexicana de Ciencias Forestales está experimentando una acelerada evolución, apenas en 2010 se transformó a partir de la revista Ciencia Forestal en México. También recogió un anhelo, constituirse en la publicación más importante para el sector forestal. Así mismo, se ha planteado, a partir de sus 37 años de experiencia, ser uno de los medios más relevantes en Iberoamérica.

Contamos con muchas ideas, pero sobre todo tenemos institucionalmente múltiples mandatos, desde el punto de vista académico una gran misión y científicamente una visión amplia. Los investigadores, autores de los artículos, ahora deberán ser coparticipes, continuar al margen del uso personal y retomar lo más valioso de su compromiso social cuando decidieron seguir esta profesión. Todos nuestros autores son ejemplo de este apoyo.

La formalidad radica en la congruencia, y en esto el comité editorial de la Revista Mexicana de Ciencias Forestales es altamente congruente con el espíritu y responsabilidad que lo motiva. El consejo consultivo está conformado por académicos de alto renombre. El comité editorial lo integraron colegas investigadores, ninguno de ellos recibe una remuneración económica extraordinaria, excepto el gozo del deber cumplido y satisfacer una pasión por la ciencia. Solicitamos su confianza a nuestros autores y lectores.

Cada volumen, cada número, cada edición será un paso, la evolución se está construyendo y el avance será cuantificable y preciso.

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