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Tzintzun. Revista de estudios históricos

On-line version ISSN 2007-963XPrint version ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  n.62 Michoacán Jul./Dec. 2015

 

Reseñas

 

Bustamante Vismara, José, Escuelas en tiempos de cambio: política, maestros y finanzas en el valle de Toluca durante la primera mitad del siglo XIX

 

Dení Trejo Barajas

 

México, El Colegio de México, 2014, 235 pp.

 

Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

 

La historia de la educación en México en el siglo XIX tiene sin lugar a dudas textos valiosos que brindan panoramas generales de la educación en el país. Por su parte, algunas historias de la educación de los estados de la república nos adentran en perspectivas que tienden por lo general a darnos una idea de cómo se fue constituyendo el sistema educativo correspondiente. Por lo regular, estas historias hacen mayor énfasis en la situación educativa en las últimas décadas de dicho siglo, cuando es más factible demostrar la expansión de la educación primaria. Bajo esa perspectiva la idea que por lo general dan de manera rápida sobre las primeras décadas del siglo XIX es de la práctica inexistencia de lo que ahora conocemos como educación primaria. En algunos de estos textos queda la idea de que dada la penosa situación que durante décadas vivió el nuevo país en la tarea de construir una nueva nación, la organización de la escolaridad básica en los inicios del siglo XIX habría sido en gran medida inconsistente y por ello mismo casi invisible. En general, cuando mucho, estos estudios tienden a referir la influencia, limitada si se quiere, del método lancasteriano en las escuelas dedicadas a la primera instrucción, pero a la vez las dificultades para su generalización en el país.

El libro de José Bustamante Vismara que ahora reseñamos tiene la virtud de ahondar en esta temática, que las historias generales han tocado de soslayo, al centrarse en el reconocimiento de la situación de las escuelas elementales en la región del valle de Toluca en las primeras décadas del siglo XIX. Hay que decir que la perspectiva regional de este estudio resulta muy enriquecedora por varias razones: el autor identifica un espacio de interés, integrado por numerosas poblaciones: Tenango del Valle, Lerma, Zinacantepec, Calimaya, Almoloya, Metepec, San Antonio la Isla, San Mateo Atenco, Capulhuac, Santiago Tianguistenco, Ocoyoacac y Toluca, la capital del estado. Todas ellas constituyen un conjunto rodeado por cadenas montañosas que le separan y a la vez ligan a la ciudad de México. Es en ese conjunto socio espacial que el autor encuentra suficientes repositorios documentales municipales para hacer el seguimiento de maestros, escuelas y finanzas.

Con esos elementos, el autor de Escuelas en tiempos de cambio reconstruye el panorama escolar que existió en el valle de Toluca entre 1820 y 1860, poniendo al descubierto situaciones que nos permiten reconocer experiencias educativas y problemáticas escolares que no se tocan en las historias de la educación más generales, en las que además hay una preferencia por los estudios de las últimas décadas del siglo XIX.

Resulta loable pues la localización regional, la cual nos permite advertir un valle de Toluca emergente en los inicios de la vida independiente del país, con numerosas poblaciones interrelacionadas, cercanas a la ciudad de México, cuyas cualidades demográficas, geopolíticas, económicas, eclesiásticas, la convierten en una unidad de análisis que permite una observación que no es ni muy acotada y particularizante ni demasiado general. Esto hace posible la reconstrucción de las características que ahí tuvo el cambio en la escuela elemental, cambio que va aparejado a la conformación del estado en el México independiente.

En una apretada pero excelente síntesis, el primer capítulo está dedicado a plasmar lo que era el valle de Toluca a principios del siglo XIX, para lo cual el autor hace una descripción de su configuración espacial y contrasta cifras de población entre el siglo XVIII y el XIX. Expone también la problemática jurisdiccional que envolvió a las poblaciones del valle en el proceso de conformación del territorio estatal, así como los cambios poblacionales de la región a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, señalando algunos rasgos respecto de la complejidad lingüística de la zona de estudio. Finaliza exponiendo información general respecto de las escuelas existentes en cada población del valle en el periodo de estudio.

Los siguientes capítulos giran alrededor de la escuela y los maestros. En el segundo, por ejemplo, a través de algunos registros de infraestructura y materiales escolares refiere rasgos de la cultura material de las escuelas, comparando situaciones entre distintos poblados. En el tercero se habla de los exámenes y ceremonias, así como de las juntas escolares que administraban las escuelas; en el cuarto se aborda la relación entre finanzas y escuela, es decir cómo se estableció la contribución directa que permitía el sostenimiento de los centros escolares, a la vez que las dificultades de los ayuntamientos para su cobro, lo que rebela la débil institucionalidad del estado en el nivel municipal. El quinto capítulo, finalmente, está centrado en los maestros. No obstante la limitada información sobre este tema, el autor logra develar un campo poco conocido que le permite hablar de un oficio que interesaba por diversas razones a muchos individuos, los cuales se presentaban a los concursos que se abrían para la contratación de maestros en los diversos pueblos, pese al débil prestigio que tenía el oficio y las dificultades para que los preceptores contratados recibieran sus emolumentos.

En síntesis, el estudio de Bustamante Vismara, a través de estos aspectos relativos a cultura material, problemas financieros, ceremonias, exámenes, cotidianidad que enfrentaban los maestros, ofrece un acercamiento a lo que significó el cambio en la escuela elemental en los inicios de la formación de la nación, período en el que se acusaba todavía la presencia de ideas y prácticas propias de la Colonia. Pero si bien esto era así, el autor sostiene que las propuestas educativas del Estado liberal triunfante en la segunda mitad del siglo sólo pudieron darse y sostenerse gracias a lo construido cotidianamente en el inicio de la centuria. Este tránsito de la escuela elemental, como se entendía en el período colonial, a cómo se fue instituyendo en el período posterior a la independencia, es el que estudia nuestro autor y lo que constituye su aportación a la historiografía de la educación en México.

Insistiré en esta reseña en un punto que me parece significativo como aportación metodológica a la comprensión del problema educativo a principios del siglo XIX, el de perspectiva regional para la historia de la educación. Me parece que esta orientación contribuye tanto a la historiografía regional como a la de la educación. El argumento del autor al respecto me parece central: "al analizar una región resulta posible advertir las relaciones entre diversos poblados y asentamientos, perspectiva ajena tanto a miradas más acotadas, como generales".1 Esta forma de abordar la problemática educativa le permite adentrarse en las características escolares de diversas poblaciones a la vez que establecer los nexos entre ellas, facilitando una descripción de la diversidad de escuelas elementales encontradas, las características y el papel de los maestros, su relación tanto con los alumnos y padres de familia de un lado, como con las autoridades municipales que eran las encargadas de garantizar el funcionamiento de las escuelas mediante el cobro y redistribución de la contribución directa de los padres de familia, por otro.

Los temas referentes a las condiciones físicas de las escuelas en distintas poblaciones, las características y situación de los maestros, así como los procesos que van instituyendo los organismos municipales para la contratación de maestros y la vigilancia del funcionamiento de las escuelas, permiten comprender la situación compleja del proceso de institucionalización de la escuela elemental en estos años, en el que se advierte por un lado la presencia de herencias del pasado, como que en los concursos para la contratación de profesores por lo general esté presente el cura del pueblo y entre los requisitos prevalezca el dominio de conocimientos de doctrina cristiana; mientras, por otro lado, también es clara la idea de instituir escuelas a cargo de los ayuntamientos, independientes de las antiguas escuelas parroquiales y en las que se transmitan otros saberes, los que a futuro constituirán la base sobre la que se pudo ir construyendo el sistema escolar, uno de los ejes fundamentales en la constitución de un estado nacional.

Esta complejidad del proceso que nos hace advertir el texto de José Bustamante sin duda se debe al tratamiento que hace del tema, pues la historiografía de la educación en México, no obstante los numerosos aportes de las últimas dos décadas y pese a algunos esfuerzos de corte regional, no había logrado exponer con la prolijidad con que lo hace nuestro autor para esta región, la problemática escolar de este periodo, en la que sobresalen: herencias culturales e ideológicas antiguas y problemas políticos y financieros que hicieron débil e inestable el proceso en sus inicios; a la vez, una constante intencionalidad de formalizar la educación elemental, lo que junto con el creciente posicionamiento del oficio de maestro, hacen posible advertir cómo emerge una situación en la cual va adquiriendo presencia una cultura escolar instituida por el Estado.

Como ha sucedido con otros estudios de carácter regional, la delimitación socio espacial construida y caracterizada, en este caso, a través del seguimiento de las escuelas elementales, sus maestros, y sobre todo de la relación entre ayuntamientos y escuelas, se vuelve un laboratorio donde es posible observar también las dificultades para la construcción de una propuesta educativa que todavía no era clara para la compleja y heterogénea sociedad de la época. En cierto modo, este problema específico para una zona proyecta también las dificultades para la construcción de la nación.

Finalmente, hay que hacer referencia a dos temas ligados entre sí que me parece quedan sueltos en el texto y que sin duda vale la pena hacerlos notar, porque pueden provocar a otros estudiosos de lo educativo a tratar de escudriñar sobre estos aspectos. Por un lado uno se pregunta sobre el tipo de fuentes que permitirían construir perspectivas más claras sobre el tipo de contenidos que alimentaron la escolaridad elemental a largo plazo y que se van instituyendo en esta época. Es decir se dice que sigue siendo importante la doctrina cristiana pero en realidad se sabe poco sobre los saberes escolares que produce y reproduce esta nueva escuela elemental.

Por otra parte estamos frente a una región en la cual había varios pueblos indígenas en los que se hablaban lenguas nativas, como el matlazinca, el otomí y el náhuatl. Poco nos dice el autor respecto de esta situación. ¿Se puede asegurar que desde sus inicios la escuela elemental trató de desaparecer las características de los pueblos nativos mediante la castellanización en aras de fortalecer la unidad de la nación? ¿Las autoridades locales, incluidas las de los pueblos indígenas, asociaron castellanización y escuela? Y pese a esto ¿aceptaron sin problema la institución escolar? En las fuentes que utiliza Bustamante sólo se percibe que los pueblos ya están inmersos en el proceso de instituir escuelas, pero no de las contradicciones que dicho proceso ha generado.

Tal vez como se sugiere en otra parte del libro existieron formas de resistencia hacia la institución escolar. Ésta asumía por un lado la obligatoriedad de enviar a los hijos a la escuela y como algo "natural" la castellanización, de manera que podríamos interpretar, a partir de los poco que toca el libro este asunto, que la resistencia se expresaba como ausencia escolar y desobediencia en el pago de contribuciones para el sostenimiento de las escuelas, lo que incluso alcanzaba a las propias autoridades de los ayuntamientos que se mostraban omisas a la hora de garantizar la estabilidad y funcionamiento escolar mediante el pago a los maestros.

El tema de las resistencias al sistema escolar ameritaría, pues, un estudio más profundo, en el valle de Toluca y posiblemente en otras regiones que pudieran alimentar otra perspectiva de este proceso...

José Bustamante Vismara es un estudioso de la historia de la educación en América Latina. Ha hecho trabajos con perspectiva regional de Argentina y de México. El libro que hemos reseñado es una versión modificada de su tesis doctoral presentada en El Colegio de México y con la cual ganó el premio Adrián Lajous 2011.

 

Nota

1 p. 16.

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