SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 issue40Leticia Robles Silva, Felipe Vázquez Palacios, Laureano Reyes Gómez e Imelda Orozco Mares (2006), Miradas sobre la vejez: Un enfoque antropológico author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Región y sociedad

On-line version ISSN 2448-4849Print version ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.19 n.40 Hermosillo Sep./Dec. 2007

 

Reseñas

 

Eduardo Flores Claire y Edgar O. Gutiérrez López (2006), Descripción política, física, moral y comercial del Departamento de Sonora en la República Mexicana por Vicente Calvo en 1843

 

México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 277 pp.

 

José Marcos Medina Bustos*

 

* Profesor–investigador del Programa de Historia Regional de El Colegio de Sonora.

 

Correspondencia:
Avenida Obregón 54, colonia Centro,
C. P. 83000, Hermosillo, Sonora, México.
Correo electrónico: mmedina@colson.edu.mx

 

La difusión de la historia de Sonora tuvo un momento relevante en 2006, con la edición de fuentes primarias, como lo atestigua la Descripción de Vicente Calvo, así como el Manifiesto de Eusebio Bentura Beleña (2006). Con estas obras se facilita el acceso a documentos clave a un público amplio, para comprender el pasado de la región y que de no publicarse permanecerían restringidos a un grupo selecto de especialistas.

La Descripción es un ejemplo claro de ello, pues se trata de un manuscrito de 1843, depositado en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde permaneció por muchos años, apenas conocido por unos cuantos investigadores; algunos de los cuales, de manera altruista, se habían encargado de circular transcripciones parciales entre los historiadores de la región. Esta edición del Instituto Nacional de Antropología e Historia ha puesto a disposición del público el manuscrito completo, acompañado de un estudio introductorio y de notas al pie de página, que ayudan a comprenderlo mejor, tarea que sacaron adelante Eduardo Flores Claire y Edgar O. Gutiérrez.

El estudio introductorio es interesante porque expone las vicisitudes del manuscrito, así como las pesquisas realizadas para conocer al autor, que fueron fallidas, pues no se logró identificarlo. Por otro lado, da a conocer archivos y fondos documentales poco utilizados en la historiografía de Sonora, como el Archivo Histórico de Relaciones Exteriores y el Fondo Movimiento Migratorio, Pasaportes y Cartas de Seguridad del Archivo General de la Nación.

Otro aspecto digno de realzarse es la investigación sobre Juan Miguel Riesgo y Antonio J. Valdés, autores de la Memoria estadística del Estado de Occidente, publicada en 1828; texto que fue ampliamente utilizado por Vicente Calvo.

La información proporcionada por Flores y Gutiérrez seguramente será de mucha utilidad cuando se haga una edición nueva de la Memoria mencionada, que ojalá sea pronto, pues se trata de un texto indispensable para la historia de Sonora y Sinaloa.

Al parecer, Vicente Calvo era originario de España, y a finales de 1840 viajó a Sonora, donde permaneció hasta marzo de 1842; luego partió a la Ciudad de México, para de ahí salir en enero de 1843. Ese mismo año terminó de escribir su manuscrito, y sin que se sepa cómo ni cuándo fue a dar a las colecciones de la Biblioteca Nacional de Madrid, donde permaneció inédito hasta 2006.

¿Cómo fue que Calvo se dio a la tarea de escribir sobre Sonora? Así lo expresa él mismo:

Cuando emprendí mi viaje para Sonora a fines de 1840 estaba muy lejos de formar una memoria de ese departamento. Mi objeto ha sido ver cómo por medio del trabajo y la protección de mis amigos hacerme de una fortunita para poder regresar a la culta Europa, al lado de mis padres, y descansar tranquilamente recordando los diversos sentimientos que me han agitado en los diferentes períodos de mi vida, y ahora que me veo fuera de ese país, cuyos recuerdos me son lisonjeros y preparando un viaje de ultramar para asuntos particulares, mi imaginación se recrea en describir con exactitud esos países desconocidos por la mayor parte de los viajeros y espero, si un día llegasen estas noticias a ver la luz pública, que mis lectores me serán indulgentes y que tomarán en consideración lo arduo de la empresa para aquel que nunca ha sido literario ni estadístico, ni siquiera ha soñado con dar a conocer su nombre por medio de la prensa. Es una obra de circunstancia, una carta topográfica de los lugares que él ha recorrido y de los que tiene conocimientos por las relaciones que ha tenido con multitud de personas del país, que se han distinguido por su talento e instrucción (p. 77).

El párrafo citado ubica a la obra dentro del género discursivo denominado "literatura de viajeros", mediante el cual el autor busca dar a conocer a un público, con el que se siente identificado, noticias de los lugares que recorrió, enfatizando aquellas que le permiten contrastarse con los "otros". En ese sentido, la literatura de viajeros brinda un texto doblemente rico, pues permite dar cuenta tanto de los "países desconocidos" como de la lente cultural con el que el viajero los observa.

Por desgracia, las pesquisas realizadas por Flores y Gutiérrez no lograron identificar lo suficiente a Calvo como para determinar si sus disculpas, por no ser "literario ni estadístico", ni siquiera haber "soñado con dar a conocer su nombre por medio de la prensa", son adornos literarios —usuales en la época— o correspondían a la realidad; incluso, la localización de un artículo que apareció con su nombre en una revista neoyorquina en 1848 sobre la "Bahía de Guaymas", que podría indicar su inclinación literaria; es dudosa su autoría, pues pareciera que el editor de la revista utilizó el manuscrito. De tal manera que, más allá de la Descripción, poco se puede saber acerca de las dotes intelectuales de Vicente Calvo.

Al concentrar la atención en el manuscrito, se reafirma que es una "obra de circunstancia", elaborada con base en su propia observación y lo que pudo indagar con las "personas del país". Su conocimiento directo de Sonora se redujo a Guaymas y el Pitic, lugares que visitó durante su corta estancia. No es casual que el aporte más original corresponda precisamente a las descripciones de estas poblaciones y sus habitantes. La relación que entabló con las "personas del país" se deja entrever en sus descripciones prejuiciadas de los grupos indígenas, y las semblanzas que escribió de los políticos principales de ese momento.

En cuanto a investigación documental, Vicente Calvo mencionó que hizo búsquedas en el "archivo provincial", pero que no encontró mayor información; también dijo haber visto el censo de Hermosillo de 1841. Al parecer el texto más acabado sobre la región que pudo encontrar fue la Memoria estadística del Estado de Occidente de 1828, pues la utilizó ampliamente, cayó en ocasiones en el anacronismo pues no se dio cuenta que situaciones descritas en la Memoria ya no existían para cuando él visitó Sonora. Por ejemplo, afirma que el Pitic era una villa, pero para 1843 ya era una ciudad.

Es probable que Calvo haya conocido a José Francisco Velasco, vecino del Pitic y autor de la obra Noticias estadísticas del Estado de Sonora publicada en 1850, pues hay párrafos que coinciden casi textualmente con el manuscrito de Calvo, el problema es saber quién escribió primero sus notas, pues si bien el texto de Velasco se publicó hasta 1850, en 1844 ya tenía algunas partes escritas (Velasco 1985). En fin, si bien la investigación documental de Calvo es pobre, lo fuerte de su texto —como en todo buen libro de viajeros— reside en la riqueza de sus observaciones y en la profundidad con que presenta lo que vio: el espacio, las personas y sus costumbres.

Las descripciones son interesantes, extensas y detalladas, por lo que su lectura será de utilidad para los interesados en la historia de Sonora, al mediar el siglo XIX. Comentaré algunos aspectos de su obra, que llamaron mi atención.

En primer lugar, resalta su visión prejuiciada sobre los indios de Sonora, presentados como un solo conjunto de salvajes, donde aparecen los grupos seminómadas de cazadores recolectores que hacían de la guerra y el botín un medio de vida, como era el caso de los apaches y seris, sin distinguirlos gran cosa de los grupos sedentarios y agricultores que complementaban sus medios de subsistencia con la caza, recolección y el empleo en las haciendas, reales de minas y servicio doméstico en las casas de las familias pudientes, como los yaquis, mayos, ópatas y pimas. De ellos decía lo siguiente:

Si en algún departamento de los que componen la República Mexicana ofrece dificultad el formar una noticia histórica de sus costumbres y usos, es seguramente en el de Sonora, compuesto como en mayor parte se halla de porción de tribus indígenas diseminadas en varios terrenos sin ley ni policía interior, viviendo errantes como los árabes de un punto a otro, transportando sus ajuares y familia del llano al monte y del monte al llano y cuyas necesidades se hallan satisfechas con la fruta de la primera encina que encuentran desalterando en el primer arroyo, hallando su cama al pie del mismo árbol que le ha suministrado su comida. La tierra abandonada a su fertilidad natural y cubierta de bosques inmensos, en lugares en que ellos habitan, y que el hacha no mutila jamás, ofrece a cada paso obstáculos al viajero el internarse en esos países cuyo riesgo es inminente, y por consiguiente imposible el dar una relación circunstanciada de estos hombres feroces y brutales, sin luces, sin freno y sin educación, que viven en los cerros lejos de las ciudades y que se degüellan a cada instante todos entre sí para disputarse su alimento o su casa, y se puede considerar como aislada de la gran nación de que forman parte (pp. 77–78).

Si se tiene presente que Calvo no tuvo el tiempo ni la oportunidad de conocer o estudiar a los grupos indígenas, se puede inferir que en gran medida apreciaciones como las anteriores le fueron trasmitidas por las personas con las que se relacionó. Tal inferencia tiene mayor sustento al tomar en cuenta que en los textos que escribieron oriundos de la región desde los primeros años de la Independencia, se maneja una visión negativa de los indios de Sonora, seguramente relacionada con el ciclo nuevo de guerra indígena iniciado en 1820 (Medina 1998, 118–132).

El otro tema interesante, y que es la aportación principal de su Descripción, se refiere a la sociedad de Guaymas y Hermosillo. Su mirada es perspicaz y logra captar la particularidad de la vida en una región marginal y fronteriza. Un primer elemento es la impresión causada por la existencia de una sociedad cuya distancia entre los diversos grupos sociales no es polarizada, y lo planteó así:

Los sonorenses tienen mucha viveza intelectual, una grande retentiva y una sencilla naturalidad eminentemente republicana. Ninguno tiene mucho dinero, a excepción de dos o tres, pero es raro hallar quien no tenga lo necesario; las fortunas están más repartidas que en los otros departamentos [...] Con respecto a la nobleza, en esta provincia no se llegó a conocer aquella distinción marcada de jerarquías que en otros pueblos más adelantados en el estado de la sociedad civil (según el sistema del gobierno español), pero sí se advierten semejantes preocupaciones entre las familias, porque en todo país corto es innata la envidia y los chismes que despedazan la armonía de las sociedades (p. 197).

La consideración anterior está a tono, con el énfasis puesto en la descripción de la distribución de las casas tanto en Guaymas como en el Pitic, señala que las "mejores casas y más suntuosas están esparcidas y no pocas veces rodeadas de otras sumamente miserables" (p. 158). Distribución que daría cuenta de una población en la que el espacio todavía no separaba a pobres y ricos. Señala que los indios que trabajaban para "los hijos del país" eran tratados "con más humanidad que bajo el dominio de los españoles. Viven contentos en su estado de pobreza siendo el resultado que en el Pitic no existe entre blancos, léperos e indios aquella ancha línea de distinción que era la maldición de las colonias" (p. 161). Si bien Calvo observa una sociedad menos polarizada que en otros lugares, su narración es nutrida con respecto al estilo de vida de las familias pudientes, construye una imagen de ellas en la que su ocupación principal era administrar su ocio en la organización de bailes, paseos campestres y tertulias, pues el trabajo doméstico recaía totalmente en los numerosos "criados".

Para Calvo, la horizontalidad de la sociedad sonorense tenía que ver con el escaso desarrollo de la civilización, reflejada en las poblaciones "nuevas" como Guaymas y el Pitic, donde no había instituciones de educación, cafés, teatros ni toros; de ahí el gusto por diversiones poco refinadas como las carreras de caballos, el juego de naipes, los bailes campestres, los juegos de manos, etcétera. El espacio privilegiado de socialización eran las casas, cuyas puertas permanecían abiertas la mayor parte del tiempo para recibir visitas, organizar tertulias y bailes. Sin embargo, la escasez de revistas y periódicos, motivaba una conversación monótona y cargada al chismorreo. De ahí que la presencia de extranjeros fuera apreciada, pues proporcionaba temas de conversación nuevos e interesantes.

Al igual que en el caso de otros viajeros extranjeros, que escribieron sobre sus experiencias en Sonora, Vicente Calvo dedica una parte importante de su manuscrito a las mujeres sonorenses, las cuales lo dejaron vivamente impresionado con su físico, modales, costumbres, vestido, etcétera (Nuñez 2007, 35–40). Un caso digno de investigar: ¿por qué los viajeros, a diferencia de los escritores oriundos de la región, se sintieron motivados a escribir sobre las mujeres? ¿Acaso es un elemento típico del género de la literatura viajera o realmente se sintieron impresionados?

Otros temas tratados por Vicente Calvo en su Descripción son los referentes a la economía; aporta datos importantes sobre los productos que se importaban; también aborda la vida política con semblanzas interesantes de Manuel María Gándara y José Lucas Picó, así como con sus opiniones sobre la guerra civil reciente entre Gándara y José Urrea; el paisaje y el calor es otro asunto tratado de manera reiterada, en especial para complementar sus observaciones sobre las costumbres de los sonorenses.

En fin, la edición del manuscrito de Calvo permitirá a los interesados en la historia de Sonora de la primera mitad del siglo XIX, contar con una fuente importante para reflexionar con mayor profundidad sobre la sociedad de esa época, y plantear interrogantes más elaboradas que coadyuven a comprender mejor a la sociedad sonorense y su devenir histórico hasta la actualidad.

 

Bibliografía

Almada Bay Ignacio Lorenzo, José Refugio de la Torre Curiel, Rafael Diego Fernández Sotelo y Ma. del Pilar Gutiérrez Lorenzo. 2006. Manifiesto de Eusebio Bentura Beleña. México: El Colegio de Michoacán–Universidad de Guadalajara–El Colegio de Sonora.        [ Links ]

Medina Bustos, José Marcos. 1998. Sonora, 'tierra en guerra viva': visiones sobre una sociedad de frontera (1822–1850). Un análisis historiográfico de cinco memorias estadísticas de la época de autores oriundos de la región. Tesis de maestría, Universidad Autónoma Metropolitana–Azcapotzalco.        [ Links ]

Nuñez López, Brenda. 2007. Cinco extranjeros y sus apreciaciones sobre la mujer sonorense, durante la primera mitad del siglo XIX. Indicios 7 y 8: 35–40.        [ Links ]

Velasco, José Francisco. 1985. Noticias estadísticas del Estado de Sonora (1850). Hermosillo: Gobierno del Estado de Sonora.        [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License