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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

Print version ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.4 n.7 Monterrey Jan./May. 2008

 

Ex libris

 

La desilusión de la unión en América del Norte

 

Víctor López Villafañe*

 

Drache, D. (2007). La ilusión continental. Seguridad fronteriza y búsqueda de una identidad norteamericana. México: Siglo XXI Editores

 

*Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política. Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. villafane@itesm.mx

 

La ilusión continental. Seguridad fronteriza y búsqueda de una identidad norteamericana es un libro cuya lectura he disfrutado mucho. Lo leí prácticamente sin apartarlo de mis ojos y, al final, me ha quedado una muy grata sensación de que la obra logra muy bien su cometido principal: demoler lo que, artificialmente y sin bases de sustentación, se pretendió llamar: "la comunidad de Norteamérica". Por eso, Daniel Drache titula el libro "La ilusión continental" que, en realidad, ha llegado a significar la desilusión continental.

Además, me parece que es un libro importante por varias razones. Se publica exactamente cuando hay una especie de vacío en cuanto al rumbo futuro de la región de América del Norte. Nadie sabe qué va a suceder en los próximos años y la incertidumbre, como señala Drache, es muy grande ahora para nuestros países, es decir, Canadá, Estados Unidos y México. Así, las ideas principales y argumentos sobre el pasado y el futuro de la región los plantea precisamente este pensador crítico, agudo y propositivo que es Daniel Drache. El libro reúne una serie de argumentos históricos, políticos, económicos y culturales de la región. Se trata, en suma, de repensar la idea de la posibilidad de crear una comunidad de Norteamérica; primero, a partir de la crítica sobre las falacias que se han dicho en el pasado sobre esta idea; y, luego, proponiendo algunos caminos o rutas a seguir, si los hay. A continuación, resumo mis principales comentarios sobre el libro en los siguientes puntos.

1. El libro hace una crítica al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en varios sentidos. Hay que recordar que el Tratado fue presentado por las élites de la región como una especie de preámbulo o entrada a lo que sería una comunidad de intereses de los tres países. También lo critica por sus resultados y promesas incumplidas. Por ejemplo, la falta de desarrollo económico y empleo en México. Para Canadá, según Drache, el dólar barato canadiense fue en realidad el factor detonante de su comercio con los Estados Unidos más que la acción del Tratado. El TLCAN hizo más dependientes a los dos países, minando sus capacidades de innovación, pues ahora dependen de la venta de energía, materias primas y bienes del sector automotriz (por mano de obra barata). El TLCAN concedió una primacía a lo comercial y lo privado sobre lo público. Las consecuencias de esto son claras. Las asimetrías son mayores y, por ejemplo, México, que se suponía sería el país que tendría mayores beneficios, hoy se encuentra más alejado de Estados Unidos y Canadá. Daniel Drache realiza en todo el libro una crítica profunda a lo que él llama el determinismo comercial de las elites canadienses -que se puede extender a las mexicanas también- las cuales jamás le dieron un valor estratégico a su frontera con los Estados Unidos. Este determinismo comercial se refiere a la idea de que no se puede imaginar una vida sin el mercado de los Estados Unidos y, por lo tanto, no se puede ejercer ninguna acción que dañe o que pueda interferir en esta dirección omnipresente. Esta visión determinista, en consecuencia, ve a la soberanía como un valor anticuado. De lo que se trata es de no enfadar ni criticar a los Estados Unidos y de comerciar a cualquier precio.

2. La región sigue expresando la unilateralidad de los Estados Unidos. Por lo tanto, la supuesta idea de una comunidad de intereses es incompatible con esta realidad. La ilusión de que la amistad mostrada por México y Canadá a los Estados Unidos traería beneficios ha sido destruida. Para Estados Unidos no hay socios sino clientes (véase epígrafe en el capítulo 3) y toda su política internacional es política doméstica, como afirma Drache. Algunos ejemplos ilustran lo anterior. La decisión de no aceptar el fallo del panel del TLCAN sobre las exportaciones canadienses de maderas suaves o el no querer aceptar a los transportistas mexicanos revelan que, para los Estados Unidos, sus leyes domésticas o sus intereses locales están por encima de cualquier acuerdo regional.

3. Además, la agenda de Norteamérica se trastocó por los ataques terroristas. Este ejercicio unilateral es reforzado después del 11 de septiembre del 2001 cuando Estados Unidos decide no sólo fortalecer el lado de sus fronteras sino que, con sus leyes de seguridad territorial y la ley patriótica, resuelve controlar también el lado que pertenece a Canadá y México. Según Daniel Drache, la política de seguridad de Estados Unidos es tan fuerte que le podría dar poderes para negociar el agua de Canadá o bien la energía de Canadá y México.

4. Drache maneja en el libro la idea de Fredrick Jackson Turner quien define la frontera de los Estados Unidos como una frontera siempre inacabada y como una prolongación del poder, cultura y valores estadounidenses. Pero ahora los caminos y las diferencias separan más a Canadá y México de Estados Unidos. ¿Cuáles son estas diferencias? El pueblo canadiense es más receloso frente a los Estados Unidos que goza de menos popularidad cada año. Las políticas de Canadá están enfocadas al papel redistributivo y a los equilibrios provinciales. Por su parte, Estados Unidos es más desigual social y económicamente. Para Canadá, el espacio social es primordial y debe ser el resultado del esfuerzo colectivo, mientras que para Estados Unidos, el espacio social es una forma de capital. Canadá es más canadiense, no quiere ser el clon de Estados Unidos. Sobre México, Drache dice que los mexicanos son regionalistas y siguen siendo orgullosos de su cultura y tradiciones y continúan en la línea de resentimiento contra Estados Unidos. En palabras de Drache, los mexicanos han sufrido una "historia de marginación larga y amarga", siempre han sido vistos como outsiders en Estados Unidos. Proporciona algunos datos: en el 2005 todavía el 50% de la población de Estados Unidos no estaba de acuerdo en darle beneficios de ciudadanía a los inmigrantes ilegales. En cambio, Canadá está orgullosa de su política de inmigración y de asilo a refugiados políticos la cual ha sido amenazada por las políticas de seguridad del presidente Bush.

5. Para Daniel Drache, hay que romper la frontera mental de las élites la cual consiste en "no tener voz ni voto", no decir nada y resignarse ante el unilateralismo de Estados Unidos. México y Canadá deberían atreverse a poner en acción la posibilidad de ejercitar represalias frente a Estados Unidos como lo hace la Unión Europea, por ejemplo. La soberanía formal nunca ha defendido a un país débil frente a un poderoso. Se requiere una "soberanía aplicada", es decir, negociada, como un ejercicio del arte de gobernar. En esta época de globalización, sólo la democracia y la voluntad política tendrán impacto real sobre el fortalecimiento del vínculo social. Diversidad y multiculturalismo se combinan en Canadá para fomentar un electorado con apetito de programas sociales. México, pese a todo, recurre a la autoridad pública en busca de asistencia social y protección económica.

6. Entonces, ¿en qué consistiría el concepto de una comunidad de Norteamérica? Para Drache, se debe buscar la Norteamérica social, es decir, una comunidad que proteja estándares sociales y que fortalezca la inclusión social. Se requiere una legislación innovadora y fuerte, atenta al interés público nacional, pero Estados Unidos ha colocado a las corporaciones, a los organismos de inteligencia y al Departamento de la Defensa en el asiento del conductor. Los tres países deben llegar a tener instituciones comunes sólo como resultado de la acción de sectores clave de su opinión pública. Así, la gente y las comunidades deben ser parte central de la ecuación. Desgraciadamente, hasta ahora prevalece la idea de servir a los intereses de los consumidores de los Estados Unidos. Debemos construir una cultura continental como resultado de una obra colectiva y no de corporaciones ni de las élites de negocios.

7. Algo que me llamó la atención de la lectura es lo que podría llamar la "mexicanización" de Canadá, es decir, ese país está recibiendo ahora un trato de outsider como siempre lo ha tenido México. Queda la impresión de que Canadá ha perdido un cierto estatus en sus relaciones con Estados Unidos; estatus que, en realidad, nunca tuvo, puesto que era también una ilusión, como parece decirnos Drache.

En el libro hay un estudio histórico muy rico de cómo se hicieron las fronteras de Norteamérica, es decir, las de Canadá-Estados Unidos y las de Estados Unidos-México. Estoy seguro de que Daniel Drache va a promover el estudio de Canadá como nadie lo había hecho antes en México, pues hay una gran cantidad de información, análisis, crítica, puntualizaciones, que nos revelan a un Canadá muy interesante y rico como objeto de estudio.

Finalmente, la importancia de este libro es que Daniel Drache ha empezado a escribir la primera historia común de los tres países; un gigantesco y verdadero paso en este sentido. ¿Entonces qué hacer mientras tanto? ¿Qué nos queda a Canadá y a México en su relación con Estados Unidos? Amigos en la distancia (Thoreau), mientras tanto.

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