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Polis

On-line version ISSN 2594-0686Print version ISSN 1870-2333

Polis vol.12 n.2 México Jul./Dec. 2016

 

Reseñas

Democracia, participación y partidos

Víctor Alarcón Olguín1 

1 Profesor-Investigador Titular “C”, Departamento de Sociología, UAM-Iztapalapa, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Contacto: alar@xanum.uam.mx

Rodríguez Araujo, Octavio. Democracia, participación y partidos. México: Grupo Editor, Orfila-Valentini, 2016. 177p.


Valorar los alcances mostrados por la transformación abierta en el siglo XXI entre la democracia, la participación y los partidos políticos, ante todo implica una apuesta histórica muy especial para el pensamiento enarbolado por los intelectuales que se han mantenido en una postura política de izquierda, no sólo en México, sino en el contexto de la realidad latinoamericana, que precisamente ha experimentado una de las oleadas de participación y reacomodo más interesantes, en tanto que hacia finales del siglo XX se renunció en muchos países al uso de la vía armada, para intentar construir procesos institucionales e incluyentes desde la vía electoral y las organizaciones partidarias. El éxito del “giro a la izquierda” rindió sus frutos, al menos durante la primera década de la centuria actual, y ello abrió espacio a una singular etapa dentro del desarrollo latinoamericano. Sin embargo, el reto de las enormes desigualdades acumuladas y la fragilidad legal-constitucional con que siguen operando nuestros países han hecho resurgir oleadas de protesta y dinámicas de movilización entre las masas ante las crisis de gestión y corrupción que han llegado también a estos gobiernos. ¿De qué hablamos hoy entonces? ¿Del fracaso del neoliberalismo o del neopopulismo? Y ante ello, ¿dónde cabe situar a las ideologías o los actores políticos actuales? Las respuestas posibles no se hacen esperar y ello nos muestra la interesante variedad de opciones que se presentan justamente desde el lado de persistir en el campo de la acción y la participación democráticas.

Como bien lo podemos constatar en las páginas de este volumen, Octavio Rodríguez Araujo ha sido un lector agudo y provocativo en la ubicación de estos debates al situarnos en el plano de la realidad mexicana y a nivel global. Pionero en los estudios electorales y de partidos (ruta que arranca sin duda con su libro sobre La Reforma Política y los Partidos en México2, siempre ha sido enfático en poner en disputa la tesis de que los reformismos legales puedan ser suficientes en primera instancia para producir un proceso incluyente para las grandes masas que usualmente permanecen sin ser escuchadas en México de manera posterior a 1968. Sin embargo, casi cuarenta años después el autor pone sobre la balanza que dicha decisión de cambio en las estrategias en la izquierda mexicana y latinoamericana se enfrentan hoy a retos muy importantes de cara a las exigencias de los movimientos sociales, y a la manera en que se fue transformando el escenario mundial, ya que efectivamente el uso de los procesos electorales y partidarios tomó una clara preponderancia dentro de la región.

¿Qué elementos de diagnóstico se pueden presentar para situar un saldo concreto de este largo ciclo de transiciones y alternancias de casi cuatro décadas? Rodríguez Araujo pondera los resultados de los sistemas electorales y de partidos de cara a los niveles de participación y abstención que se detectan en los países latinoamericanos, mostrando así que las apuestas de participación política existentes generaron cierta eficacia a partir de la llegada de gobiernos de corte socialdemócrata (algunos de ellos definidos por alianzas o frentes sociales de amplio espectro) con casos como los de Argentina, Bolivia, Brasil, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Honduras, Chile, Paraguay, Venezuela, Uruguay o Costa Rica. Sin embargo, a diferencia de los países que no han experimentado procesos de dicha condición, y que se han colocado más alineados dentro del llamado eje neoliberal ortodoxo como México, Panamá, Guatemala, Colombia o Perú, por ejemplo, cabe indicar que desde ambos extremos se viene marcando un declive muy inquietante en el rubro de la participación política, cuestiones que Rodríguez Araujo ha revisado dentro de trabajos suyos previos en torno a la evolución de las derechas e izquierdas a nivel mundial.3

El hartazgo ciudadano con respecto a los resultados postergados de la democracia en los diversos órdenes de gobierno y la calidad de vida se revela en encuestas varias como el “Latinobarómetro” (instrumento que es empleado por Rodríguez Araujo para apoyar sus aseveraciones examinando a lo largo de sus capítulos varias de sus clasificaciones a efecto de calificar los niveles de desempeño y respuesta que muestran los sistemas de partidos y los gobiernos frente a la población), lo que nos lleva a su vez a plantearnos qué ha provocado el agotamiento y desgaste de los actores post-transicionales, entre ellos muchos de los partidos de vieja trayectoria (que el autor llama convencionales), pero también los de naturaleza nueva que pretendieron sustituirlos, especialmente en el campo de la izquierda, los cuales no han podido consolidarse en forma adecuada en lo relativo a sus procesos internos, la selección de candidatos y la equidad con que se trata de procesar agendas y compromisos que se traduzcan en gobiernos eficaces. Especialmente, Rodríguez Araujo destaca que un rasgo muy importante afecta a dichos movimientos de cara a la democracia: la llamada condición anti-sistema, que precisamente al carecer de la legitimidad que otrora daba el uso de la violencia revolucionaria, ahora se ve reducido en su margen de maniobra, en virtud de que el juego político electoral marca una premisa muy difícil de dejarse de lado, por lo que la ruptura con estos argumentos muestra así la falta de intermediaciones con que las nuevas izquierdas y derechas irrumpen dentro del escenario global, confrontándose de lleno contra la democracia.

En este caso, el trabajo de Rodríguez Araujo muestra con mucha nitidez la contradicción existente en torno a los partidos políticos, por cuanto se han concentrado en la búsqueda de recursos para sus burocracias y clientelas (dando paso a la llamada “cartelización” de los mismos) y han abandonado claramente los debates de posicionamiento ideológico. Bajo este escenario extremadamente pragmático, la participación, inclusión y permanencia de las nuevas generaciones dentro de este tipo de estructuras políticas se vuelve volátil y con escasas condiciones de responsabilidad y propuesta.

En todo caso, Rodríguez Araujo estima que la postura observada en la idea de retornar a la existencia de condiciones más autogestionarias o de carácter informal (lo que puede evidenciarse ante el abandono fáctico del Estado de muchos de los espacios públicos cotidianos), provoca con ello una suerte de encapsulamiento de la propia actividad política, implicando entonces un reto nada menor y que requiere entonces ponderar de qué manera, más allá de los propios partidos, se puedan preservar y defender los escasos avances objetivos que se han obtenido durante estas casi 4 décadas en la región mediante los procesos de transición democrática.

¿Qué se puede esperar de la trayectoria actual de los partidos políticos a nivel mundial? Para Rodríguez Araujo ello implica un serio desafío con respecto al tipo de reformas estructurales con que se mueven los procesos estatales y las tendencias económicas internacionales que van desde lo anti a lo neoliberal, procesos que se ven cuestionados por los procesos de resistencia existentes hacia ambos modelos. Implica ponderar la formación de grandes frentes o coaliciones sociales cuya causa se dirige esencialmente a rechazar la continuidad de los estilos de decisión verticales. Esto sin duda contrasta con la fuerte inercia cultural del centralismo, la disciplina y los usos dados a las alianzas políticas que prevalecen dentro de los políticos tradicionales de izquierda, mismos que confían todavía en procesos de campaña más presenciales y de vinculación directa; y a diferencia de los actores políticos actuales, cada vez asociados con los procesos de comunicación e interacción más horizontal que se ofrecen desde las redes sociales y los nuevos lenguajes mediáticos en general.

Concluyo este apretado juicio en torno a este trabajo de Octavio Rodríguez Araujo coincidiendo con el autor que los saldos de la tercera ola de la democratización, de las dinámicas estructurales dominantes asociadas con el neoliberalismo, el neopopulismo y la globalización, así como por las peculiaridades generadas por el proceso de alternancia que no pudieron resolver, implican un serio vacío conceptual desde ambos lados del espectro ideológico izquierda-derecha. El reto es la inclusión masiva de millones de individuos que siguen reclamando cultura, derechos, igualdad, justicia y reconocimiento a sus condiciones particulares como ciudadanos, y no sólo como simples votantes a los que se les puede comprar o coaccionar a cambio de una dádiva o un servicio. Ciertamente, la lucha por la democracia es lograr una expropiación efectiva de la misma, a efecto de que en países como los nuestros, podamos devolverle su legitimidad discursiva y republicana para así colocarla como la piedra angular de una verdadera transformación de nuestras instituciones políticas y prácticas cotidianas.

2México, Siglo XXI, primera edición, 1979.

3Se pueden destacar sus trabajos Derechas y Ultraderechas en el Mundo, México, Siglo XXI, 2004; e Izquierdas e Izquierdismo. De la Primera Internacional a Porto Alegre, México, Siglo XXI, 2002.

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