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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.9 n.19 Ciudad de México May./Aug. 2012

 

Reseñas

 

La desigualdad a debate: agencia, inclusión y conflicto

 

Velia Cecilia Bobes León*

 

Castillo, Mayarí, Bastias, Manuel y Durand, Anahí (comps.) (2011), Desigualdad, legitimación y conflicto. Dimensiones políticas y culturales de la desigualdad en América Latina, Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.

 

* Profesora investigadora de FLACSO-México, donde también coordina la Maestría en Ciencias Sociales, México. Dirección electrónica: cbobes@flacso.edu.mx.

 

Desigualdad, legitimación y conflicto constituyen, sin dudas, una tríada que figura dentro de los grandes problemas que han ocupado a las ciencias sociales desde su fundación. La sociología, particularmente, ha tratado con estas cuestiones asumiendo muy diversas perspectivas, aunque todas ellas apuntando a su imbricación con el problema del orden social. Si bien categorías como diferenciación, integración y solidaridad, por una parte, y anomia, lucha de clases y conflicto, por la otra, han sido conceptos centrales de la teoría social clásica, estos temas no han perdido actualidad, ya que —aunque redefinidos y recategorizados— forman parte de la reflexión acerca de la naturaleza del vínculo social, en todas las épocas.

Comenzando por el asunto de la desigualdad, salta a la vista que la propia noción de sociedad supone una integración de la diferencia, o —dicho de un modo más contemporáneo— una inclusión de la diversidad de relaciones a través de las cuales se instituyen los sistemas sociales. Aunque es un hecho que la desigualdad ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad, con la modernidad el tema comienza a asociarse con los problemas del conflicto y la legitimación, que a partir de entonces se constituyen como alternativas para gestionar el problema de la desigualdad.

Por otra parte, la propia separación moderna de las esferas sociales y sus lógicas complejiza aún más el asunto, ya que supone la aparición de ámbitos "autónomos" de producción de la desigualdad, y por lo tanto diferentes zonas y modos de conflicto y/o legitimación. Consecuentemente, en la teoría social han surgido conceptos específicos para aprehender las diversas desigualdades producidas por las relaciones sociales.

De manera que mientras en la economía se ha puesto el acento en la distribución diferenciada de la propiedad y los ingresos —de lo cual se deriva el acceso a recursos y oportunidades para los individuos—, en la esfera de la política también se pueden apreciar diferencias en la relación entre el individuo y el Estado; por ello, una categoría homologadora como la de ciudadanía, denota en realidad un complejo proceso de acceso —históricamente diferenciado— a ciertos derechos civiles, políticos y sociales. En el ámbito social, la existencia de clases sociales y numerosos grupos excluidos y subalternizados evidencia esta dispersión de las formas de desigualdad. En este sentido, conviene recordar que, precisamente en virtud de la autonomía de las esferas sociales, las desigualdades que se producen en los diferentes ámbitos —dominación en lo político, explotación en lo económico, y hegemonía en lo cultural y lo normativo— no son necesariamente correspondientes o idénticas; aunque entre ellas existe (o puede existir) una relación de causalidad.

Mientras el discurso liberal individualista ha asumido estas cuestiones desde la posición de que las sociedades modernas están habilitadas para tolerar la existencia en su interior de desigualdades extremas que se asumen como temporales y susceptibles de ser modificadas; en América Latina —como bien apunta Francisco Zapata en la Presentación de este volumen— existe una larga tradición sociológica comprometida con el estudio de la diferencia y la desigualdad, que busca mostrar las conexiones de sus diversas dimensiones económicas, sociales y políticas.

El libro que reseñamos aquí constituye una (muy buena) recuperación de esta gran tradición de la sociología latinoamericana, ya que se propone analizar la actualidad de esta región atendiendo a los complejos procesos contemporáneos que han contribuido a profundizar y ahondar las diferencias entre los grupos privilegiados y los más desfavorecidos, para lo cual nos entregan un tipo de análisis que busca devolver a lo social su importancia y centralidad indiscutibles.

Uno de los grandes méritos de este volumen es tratar —desde la perspectiva de la desigualdad y el conflicto— temas que no suelen verse reflexionados desde esa óptica; me refiero a los problemas de la violencia, las ideologías, la política y el derecho. Para ello, más que sumergirse en estadísticas de pobreza, distribución del ingreso e índices del desarrollo humano (aunque sin desconocerlos), prefieren incorporar la óptica de los sujetos, lo que les ayuda a poner de relieve su capacidad de agentes. Se trata, como expresan sus autores en la Introducción, de preguntarse "por la agencia de los sujetos en estos procesos y entregando herramientas para comprender cómo éstos viven la desigualdad, la reproducen o transforman, la legitiman o la convierten en un tema de debate público" (p. 18).

Otro de los aciertos de este libro que quisiera resaltar es que se trata de un texto que, a partir del análisis de casos empíricos muy diversos, retoma estos asuntos dialogando críticamente con sus referentes más contemporáneos. Así, los ejes temáticos sobre los que se articulan los casos van abonando a una reflexión mucho más general sobre los grandes problemas de nuestra época. En la primera y la tercera partes del volumen encontramos artículos que invitan a reflexionar sobre las diferencias en cuanto a la distribución del poder y el acceso a los derechos fundamentales (no solo de ciudadanía, sino a los propios derechos humanos), y el modo en que la sociedad civil reacciona frente a esas exclusiones. Esto es particularmente evidente en los trabajos dedicados a las organizaciones de piqueteros, los desplazamientos forzados o aquellos que analizan las circunstancias en las que viven diversos grupos excluidos y subordinados, como es el caso de las minorías étnicas y otros grupos sociales cuya participación en los procesos de toma de decisión se encuentra limitada por la existencia de democracias incompletas que aún mantienen prácticas excluyentes como el clientelismo y la corrupción. Una mirada al texto en su conjunto posibilita además comprender cómo estas exclusiones se potencian por las condiciones de violencia o inseguridad crecientes que, en muchos de los países, contribuyen a incrementar las distancias entre unos grupos y otros.

Mención especial merece el conjunto de trabajos agrupados en el segundo apartado titulado Legitimación, cultura y desigualdad, donde, desde una perspectiva más sociocultural, se analizan procesos de percepción social, modelos educativos y discursos de naturalización de la desigualdad, a través de los cuales se produce su legitimación.

Finalmente, los trabajos agrupados en la última parte (Estado y políticas públicas frente a la desigualdad) contribuyen a profundizar la reflexión sobre un conjunto de políticas públicas orientadas al tratamiento de la desigualdad social. Estos trabajos analizan de manera crítica políticas sociales especificas orientadas a combatir la pobreza, pero mostrando su potencial papel legitimador de la desigualdad.

En el marco de los procesos contemporáneos de globalización, que implican cambios tanto en la economía como en la política y las dinámicas culturales de América Latina, la publicación de este libro representa el tratamiento del problema de la desigualdad de un modo original y novedoso, ya que a través del análisis de casos muy disímiles subraya la importancia de los actores, pues, sin desconocer su dimensión económica, coloca en un lugar central la reflexión en torno a la inclusión en la política (participación), la cultura (pluralismo) e insiste en acoplar al concepto una discusión en torno a la agencia.

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