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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.6 n.11 Ciudad de México Aug. 2009

 

Reseñas

 

La Ciencia Política más viva que nunca

 

Fernando Barrientos del Monte*

 

Cansino, C. (2008), La muerte de la ciencia política. Buenos Aires: Sudamericana.

 

* Politólogo. Candidato a Doctor en Ciencia Política por el Instituto Italiano di Scienze Umane/Universidad de Florencia. Correo electrónico: fbarrien@correo.unam.mx

 

Desde sus primeros escritos publicados en la Rivista Italiana di Scienza Politica (1971) y en subsecuentes oportunidades, Giovanni Sartori (1984 y 2004) ha esgrimido diversas críticas a los excesos del cuantitativismo en la politología de corte anglosajón, sobre todo aquella que se desarrolla en Estados Unidos (eua). Frente al predominio de tal corriente, Sartori hace una recomendación que se puede ampliar a cualquier estudioso de las Ciencias Sociales: "Pensar antes de contar". Sartori no se refiere al "contar" como la operación de matemática elemental, sino a todas aquellas técnicas, principalmente estadísticas (sobre todo correlaciones y regresiones) que tratan de buscar la llamada causalidad y las cuales "aumentan el número de casos" para hacer inferencias descriptivas. De allí que Sartori (1984) haga una severa llamada de atención: "aunque lo sepas medir, si no sabes primero qué mides y por qué lo mides, tu saber será insatisfactorio. Por ello pregunto: ¿cuánto y de qué?".

En La muerte de la ciencia política (2008), César Cansino retoma la crítica de Sartori y trata de ampliarla a prácticamente toda la Ciencia Política, bajo la idea central de que ésta se ha alejado de la Filosofía y la Teoría y en la búsqueda de cientificidad se ha perdido en el dato duro. Dividido en dos partes, cinco capítulos dedicados a "Los límites de la ciencia política", otros cinco dedicados a "La ciencia política más allá de sus límites", además de un capítulo de conclusiones y un epílogo, el libro de Cansino hace un recuento de la historia de la disciplina (una historia interna, según el autor) y señala lo que él considera son los horizontes que debería retomar para revitalizarse.

En los primeros cuatro capítulos, el autor recorre el desarrollo de la disciplina en los últimos cincuenta años, centrándose en el (los) objeto(s) y los métodos de la ciencia política, en específico el estudio empírico de la política. Los temas y problemáticas principales de estudio que identifica son: 1) lo político que se refiere a las diversas configuraciones del poder; 2) la política que tiene que ver con la acción colectiva e individual; 3) las políticas públicas que tienen que ver con el diseño, implementación y evaluación de las acciones de gobierno; y 4) la teoría política. Respecto de los métodos, el autor coincide en que el método comparado es superior sobre otros como el "estadístico, experimental o histórico", y es por ello que la cientificidad de la ciencia política tiene una relación directa con dicho método, ya que permite establecer regularidades de los fenómenos estudiados. Las líneas de investigación de la política comparada, por mucho la más dinámica de la disciplina, son a) las instituciones políticas; b) los procesos políticos; y c) los comportamientos políticos. Las diversas corrientes dentro de la ciencia política, unas más cercanas a la filosofía y la teoría política, otras más inclinadas hacia el cuantitativismo y el empirismo, forman aquello que Almond llamó "mesas separadas" que nutren la ciencia política. Según Cansino, en la práctica son los sectores cuantitativos, empiristas o racionalistas los que más se han desarrollado y casi han cancelado la comunicación entre los diferentes sectores de la disciplina. A partir de estas observaciones, Cansino hace un resumen de dos de los enfoques más conocidos en la ciencia política: el análisis económico y el análisis sistémico. Para el autor, la teoría de la elección racional constituye "una suerte de extremización o radicalización del modelo de democracia elaborado por Schumpeter" y en esta tentativa sus propuestas "devienen en axiomas y con ello se descontextualizan" (p. 54). Por estas y otras razones, el análisis económico de la democracia, heredera directa de las ideas schumpeterianas, es una suerte de colonización de la ciencia política a lo que el autor cuestiona si esto es admisible con tal de avanzar en rigor y cientificidad. Después el autor repasa el análisis sistémico iniciado con los trabajos de Parsons y que se convirtió en la base de la propuesta teórica de Easton, quizá la única teoría politológica con la ambición de desarrollar una teoría general de la política. Para Cansino, la propuesta mas sofisticada de las teorías sistémicas es aquella elaborada por Niklas Luhmann, que puede considerarse un enfoque realista dirigida al estudio de las sociedades complejas, que no obstante su pretensión de ser una teoría descriptiva de la sociedad "termina siendo una enésima versión normativa de la misma". En el cuarto capítulo analiza la perspectiva de la "calidad de la democracia", como enfoque que, según el autor, está orientado a registrar, debatir y analizar la afirmación de la democracia en cualquier país midiéndola en el tiempo. Repasa las diversas conceptualizaciones que confluyen en los cinco criterios para medir una democracia de calidad: a) gobierno de la ley; b) transparencia y rendición de cuentas; c) reciprocidad y capacidad de respuesta de quienes detentan el poder en relación a las demandas de la ciudadanía; d) respeto pleno de los derechos; y e) resolución de problemas de desigualdad y justicia. Según Cansino, esta perspectiva es la vanguardia del análisis politológico empírico al mismo tiempo que es el ejemplo claro de los límites de la ciencia política contemporánea porque es la afirmación de una perspectiva dominante de democracia que no ve más allá del Estado y "el nuevo papel de la sociedad civil". Entonces, es así que para el autor, parafraseando a Sartori, la ciencia política "perdió el rumbo, hoy camina con pies de barro", está herida de muerte porque es víctima de sus excesos empiristas y cientificistas que la han alejado de la macropolítica y no pueden tender puentes con la filosofía prescriptiva. La perspectiva de la "calidad de la democracia", según el autor, es sólo un ejemplo de su ocaso.

El autor dedica la segunda parte del libro a discutir el tema de la sociedad civil y la disputa teórica que ha generado en los últimos años, con ello trata de prefigurar un "enfoque alternativo para el estudio de la política". Confronta las teorías liberal y social–liberal que se ocupan del renacimiento de la sociedad civil. De ambas posturas, Cansino concluye, entre otras cosas, que la sociedad civil se diferencia del Estado y que por tanto el proceso democrático no puede circunscribirse sólo a las instituciones, sino también a la misma sociedad. Así, el renacimiento teórico sobre la idea de sociedad civil tiene implicaciones para repensar la política y es un desafío para la ciencia política empírica"tradicionalmente renuente a considerar la cuestión social como el verdadero horizonte de sentido de lo político" (p. 160). Para el autor, ninguno de los esquemas "dominantes" teóricos en el mundo intelectual (democracia elitista vs. participativa, liberalismo vs. comunitarismo, entre otras) ni los esquemas de la democracia liberal, ni mucho menos los análisis institucionalistas o aquellos que pretenden medir la calidad de la democracia son adecuados para pensar la política contemporánea; por ello, argumenta que es la corriente de pensamiento que postula la desestatización de la política y que concibe a la democracia como un dispositivo simbólico, "una creación histórica de la colectividad consciente de sí misma", la que puede revitalizar el pensamiento político. Para Cansino, incluso las diversas concepciones de la democracia que se han posicionado en los últimos años (deliberativa, sustentable, radical, entre otras) son insuficientes. De allí que su propuesta, la cual desarrolla en el capítulo noveno, es retomar las ideas políticas y volver a los clásicos, como en su momento lo hicieron Arendt o Schmitt. Pero incluso, las (nuevas y viejas) teorías deben ser examinadas, no sólo en términos de su potencial explicativo, sino también de su coherencia interna y/o en referencia a otras teorías afines (p. 247). Para ello, Cansino sugiere la Metapolítica como un enfoque que va más allá de aserciones empíricas y normativas que son en sí limitadas e inhiben el desarrollo de la ciencia política.

Según Cansino, Metapolítica tiene diversos significados dependiendo de los autores que la han desarrollado: a) como pospolítica (Marramao y Zolo), es un dispositivo de análisis que "debe dirigirse a datos oblicuos o áreas que se presentan como remotas o excéntricas respecto de las nomenclaturas tradicionales" (p. 248); b) como metafísica (Reidel y Cortina), busca limpiar a la propia teoría política de todas aquellas elaboraciones demasiado metafísicas, que tan distantes de la realidad empírica, terminan siendo inútiles para cualquier propósito de comprender mejor lo político; c) como macroteoría (Skinner), es la reconsideración de las grandes y profundas preguntas de las Ciencias Sociales —a lo que Cansino acertadamente señala que en realidad no sucedió así—; d) como debate público (Arendt y Castoriadis), significa construir la política como espacio público, porque es discurso y acción; y finalmente e) como metateoría (Miller, Weinstein y Weinstein) buscarresaltar el estudio de la teoría política como una disciplina particular, considerando la gran diversidad de tradiciones teóricas y perspectivas de estudio.

Cansino concluye que la ciencia política, para re vitalizarse, necesita ir más allá de la multidisciplinariedad (acción de aportar a una disciplina los saberes de otras), y de la interdisciplinariedad (trasladar los métodos de una disciplina a otra), y adoptar la transdisciplinariedad, que es un nivel superior de complementariedad con las otras disciplinas de las ciencias sociales, porque permite la interacción de discursos en términos de lógicas científicas y entre la diversidad de lenguajes y escrituras. Por ello, la ciencia política no sólo debe acercarse de nuevo a la filosofía política, sino también aprovechar el potencial de la literatura para entender lo político. En el "epílogo", Cansino revisa sucintamente la producción intelectual en los campos de la filosofía y la ciencia política en América Latina apoyándose en el conocido esquema de G. A. Almond (1990) de las "mesas separadas". Ordenando así, en dos dimensiones, una ideológica (izquierda y derecha) y otra metodológica (suave y dura), el pensamiento político latinoamericano de los últimos veinticinco años. La derecha dura son los politólogos adscriptos plenamente a los enfoques empiristas y funcionalistas provenientes de la ciencia política desarrollada sobre todo en eua, los transitólogos sobre todo, como O'Donnell, Garretón, Cavarozzi, entre otros (incluso Cansino se autoinserta en esta dimensión en la época de sus primeros trabajos). En la derecha suave estarían los intelectuales afines a la teoría liberal de finales del siglo XX, como Paz y Krauze en México, Vargas Llosa en Perú, y Merquior, Lafer, Gomes y Mange en Brasil. En la izquierda dura se encontrarían los intelectuales "culturalistas", como García Canclini, Martín–Barvero, entre otros; y los "sociólogos" como Sermeño, Zapata y Zemelman. En la izquierda suave, estarían aquellos que se han aferrado al marxismo y que en realidad han tenido poco éxito por la inconsistencia de sus discursos y porque los hechos han superado su dogma; en este grupo se encontrarían González Casanova, Borón, Torres y Rivas, entre otros. Finalmente, suma dos enfoques que "no admiten clasificaciones exactas", pero que son igualmente influyentes para pensar el presente latinoamericano: los posmodernos, aquellos que son proclives a adoptar esquemas europeos (Baudrillard, Lyotard, Vattimo, etcétera) para explicar la realidad latinoamericana, como Lanz y Follari; y los desarrollistas, que como su nombre lo indica, "basan sus reflexiones de la región en la noción de desarrollo", como Kaplan, Weffort, Hirschmann y otros.

Es necesario cerrar esta reseña señalando al menos algunos puntos criticables del libro de Cansino que desafortunadamente disminuyen la calidad de su discusión sobre un argumento extremadamente relevante. Primero, que la teoría sistémica de Easton —que trata en el capítulo tercero— es independiente de aquella de Luhmann, quien al desarrollarla a través de diversos trabajos, se alejó totalmente de los presupuestos de Parsons; es decir, son dos teorías que se desarrollaron autónomamente, la teoría de Easton poco tiene que ver con la teoría de Luhmann, epistemológicamente comparten ciertos presupuestos, pero suponer, como lo hace el autor, que una es la heredera de la otra es un argumento forzado que, de ser cierto, requiere un estudio mas profundo. Segundo, Cansino centra su crítica hacia la "Calidad de la Democracia" como baluarte del empirismo politológico; pero aquí quizá se debe recordar que dicha perspectiva no es por mucho la vanguardia del estudio de la política, pero sobre todo allí no se encuentran los excesos del empirismo. Éstos están en áreas muy específicas como el estudio de los partidos políticos y las elecciones, así como los análisis sobre la relación entre democracia y desarrollo económico; áreas en las cuales parece ser que ya no basta la estadística descriptiva, sino que, gracias al desarrollo de avanzados programas estadísticos, varios politólogos llegan a utilizar hasta el exceso dichos programas haciendo correlaciones y regresiones que muchas veces no tienen sentido, afirman nimiedades o inflan sus explicaciones. Tercero, un punto que es discutible, si bien el autor analiza atinadamente las diversas perspectivas de la Metapolítica, también es cierto que las mismas muestran que no existe una conceptualización consistente de lo que se debe entender por ella, y de allí la poca fuerza que tiene aún para ser verdaderamente una alternativa para pensar la ciencia política, o de forma específica, para salir de los dilemas actuales en la disciplina. Pero quizá el punto más criticable es el argumento que el autor utiliza para sustentar "la muerte de la ciencia política": la crítica de Sartori a los excesos del cuantitativismo poco tiene que ver con los argumentos de Cansino contra la ciencia política. Como se señala al inicio de este texto, Sartori no critica la "calidad de la democracia" o un tema en específico, su argumento se centra en las metodologías actuales en la ciencia política, que poco se detienen en pensar en la formación de conceptos y presupuestos analíticos, que son precisamente lo que relaciona el análisis empírico con la teoría y por lo tanto con la filosofía. La crítica al cuantitativismo y la camisa de fuerza de la metodología politológica contemporánea tiene muchos seguidores en eua, y ello se puede ver en el excelente libro coordinado por Kristen R. Monroe (2005) Perestroika! The Raucous Rebellion in Political Science, donde se recorre el debate metodológico al interior de la ciencia política y se proponen alternativas sin perder la cientificidad. La crítica adquirió un tono más incisivo con el famoso correo electrónico del año 2000 firmado por "Perestroika", un anónimo quien dirige sus baterías exactamente hacia la misma área que Sartori ha criticado, la American Political Science Review (apsr) de la American Political Science Association: "¿Por qué todos los artículos de la apsr tienen la misma metodología —estadística o de teoría de juegos— en relación con un "simbólico" artículo de teoría política?... ¿Dónde está la historia política, la historia internacional, la sociología política, la metodología interpretativa, el constructivismo, los estudios de área, la teoría crítica y porque no, el posmodernismo?". El argumento central de los autores que escriben y reflexionan a partir del famoso correo electrónico en el libro de Monroe es que la ciencia política contemporánea, sobre todo aquella que se publica en las revistas norteamericanas, no puede darse aires de estar científicamente por encima de otras formas de ver la política.

Pero estos puntos discutibles no le restan méritos al libro de Cansino, que no sólo introduce varios argumentos para repensar la disciplina más allá del contexto de América Latina, sino que además muestra que una crítica hacia la actual ciencia política deja ver al mismo tiempo, que aún con sus debilidades y excesos, está más viva que nunca.

 

FUENTES CONSULTADAS

Almond, G. A. (1990), "Separate tables: Schools and Sects in Political Science", en A discipline divided. Schools and sects in Political Science. London: Sage, pp. 13–31.         [ Links ]

Cansino, C. (2008), La muerte de la ciencia política. Buenos Aires: Sudamericana.        [ Links ]

Monroe, K. (coordinador) (2005), Perestroika! The Raoucus Rebbelion in Political Science. New Have: Yale University Press.         [ Links ]

Sartori, G. (1971), "La politica comparata: premesse e problemi", en Rivista Italiana di Scienza Politica, I (1), Bologna: Societa Editrice II Mulino, pp. 7–66.         [ Links ]

–––––––––– (1984), "Dove va la scienza politica", en L. Graziano, La scienza politica in Italia. Milano: Angeli, pp. 98–114.        [ Links ]

–––––––––– (2004), "Where is Political Science Going?", en PS: Political Science and Politics, 24 (4), Cambridge: American Political Science Association, pp. 785–786.        [ Links ]

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