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Revista de El Colegio de San Luis

On-line version ISSN 2007-8846Print version ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.3 n.6 San Luis Potosí Jul./Dec. 2013

 

Reseñas

 

Juan Pascual Gay. Escaparates del tiempo, galerías de vidas. Ensayo sobre el diario privado y la construcción de la intimidad en México durante el fin de siglo

 

David Ortiz Celestino*

 

San Luis Potosí: El Colegio de San Luis. 2010.

 

* El Colegio de San Luis. Correo electrónico: davoc80@hotmail.com

 

El mundo moderno comenzó a tomar resuelta fisonomía conforme con el desarrollo industrial, cuando los espacios citadinos se convirtieron en el epicentro del acontecer histórico, cuando el cosmopolitismo traía consigo tribus pintorescas (lengua, hábitos, modas, sistemas de guerra y sistemas de parentescos), cuando el movimiento y la velocidad hicieron de lo efímero una cualidad de lo fragmentario, cuando la masa hizo del individuo su propio protagonista —un "hombre de la muchedumbre", señalaría Allan Poe—; en resumen, cuando la vida cotidiana se democratizó. Esta nueva naturaleza se convirtió también en una necesidad de búsqueda que obedecía al imperativo señalado por Rimbaud desde mediados del siglo XIX: "hay que ser absolutamente modernos". La "modernidad", así nombrada, reflexionada y vivida por Charles Baudelaire, ocurrió cuando el hombre posromántico (positivismo, ciencia y técnica) empezó a tomar conciencia de su realidad a una velocidad superior a sus antepasados.

La conciencia de individualidad vino aunada a la conciencia de temporalidad histórica, a razón de lo cual la intimidad ha alcanzado el estatuto de género moderno. Con la modernidad vinieron aparejadas reformulaciones sobre el quehacer artístico y literario que dieron pie a otras propuestas, una de ellas fue el ejercicio del diario.

Escribe, con respecto del diario, Juan Pascual Gay que "es uno de los géneros privilegiados de la modernidad puesto que permite mejor que otros enseñar su herida entendida como la imposibilidad de mostrar un yo que ha llegado a ella descompuesto y maltrecho, sin creencias ni programas, sin refugio ni salvación posible" (p. 96).

Desde finales del siglo XIX hasta todo el siglo XX, el diario —escritura del yo, íntima, privada, de introspección y de diálogo interior, un "pensar contra sí mismo", al estilo de Baudelaire, Cioran, Nietzsche y Dostoievski— ha tomado categoría genérica. Esta necesidad de introspección, de conciencia histórica, conciencia de crisis, es la resultante de movimientos sociales, políticos y culturales. Señala Eduardo Mateo Gambarte:

En el presente siglo [el siglo XX], una serie de hechos de diversa naturaleza parece que ha situado al hombre a la intemperie (conjugase aquí la trascendencia de las dos guerras mundiales con la aparición de la energía atómica en su doble vertiente, como destructivo y como energía, el desarrollo de los medios de comunicación en todas las acepciones del enunciado, la pérdida del concepto de lo sagrado).

El diario como género estuvo alejado de toda clasificación aristotélica —problema análogo con que cargó el ensayo por más de cuatro siglos— hasta época reciente, que fue cuando se le prestó atención en los medios académico, editorial y literario, pese a ser cultivado por diaristas de estirpe como Samuel Pepys, Henri Frédérich Amiel, Lord Byron, Benjamin Constant, y cuya genealogía parental está rebosante de precursores inobjetables como San Agustín, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, George Fox y John Wesley (todos "Colones metafísicos", así llamados por Maine de Bryan, otro fundamental cultivador del género).

Del género diarístico se desprenden variantes internas, que Juan Pascual Gay aborda en Escaparates del tiempo, galerías de vidas con la hondura y la claridad necesarias para investigaciones de este tipo. Las cartografías del yo sobre las que discurre el investigador a lo largo del libro son el diario privado, el diario íntimo1 y el diario literario.

Labor compleja la de categorizar dentro de un mismo género. Pascual Gay establece un acercamiento a la vez que ordena y ofrece una clasificación operativa en torno a esta "incipiente" vertiente escritural. Estrechamente emparentada con otros géneros, subgéneros o "intentos de géneros" como la crónica y el autorretrato, el cuaderno de viajes y la epístola, la autobiografía y el dietario, las memorias y la bitácora, el diario comparte con estas escrituras del yo el tono testimonial en tanto que informa y documenta sobre una realidad a la vez que describe el devenir histórico; con el tono confesional, pues indaga y pretende dar fe de su realidad en el mundo desde una perspectiva íntima, personal y "verdadera", y con la plegaria por su voluntad de expiación:

El diario da fe no del desplazamiento del individuo, sino precisamente de su consecuencia; el diario centra al individuo que lo escribe porque es un emplazamiento; el diario emplaza a quien lo escribe porque le otorga este espacio o centro que perdió en algún momento, pero sólo después de haberlo perdido puede recuperarlo, así el diario es el lugar de la cita y también de la espera a la que el escribidor acude puntualmente porque es también el lugar de mansedumbre: el amansamiento de la costumbre y la de reencuentro consigo mismo (p. 62).

Roberto Calasso señala que la vida de cada persona "pone de manifiesto una singularidad irreductible, una cifra, un sabor, un perfil único, que la historia, después, se encarga de anular o atenuar y reabsorber". El escritor tiende a permanecer en la esfera del yo, donde todo el sentido se produce a través de la accidentalidad de la vida individual, de la "experiencia personal". A veces entra en colisión con el relato histórico, pero nunca puede sustraerse de ello, puesto que el diario refleja el devenir de la época en que es pergeñado, en que es anotado. Anota Pascual:

El diario, además, es un compendio no solo de las inquietudes y desvelos, deseos y acciones, maquinaciones ocultas y evidentes, engaños y desengaños, afectos y rechazos, afinidades y repulsiones, amores y amoríos, transmutados en testigos de cargo de la vida privada de su autor, sino también un escaparate del momento o la época en que le tocó vivir (p. 16).

Para el poeta peruano Martín Adán, "el estilo es una de las formas de la edad". Pues bien, el diario nos lleva de la mano por las filias y fobias, gustos y disgustos, ideologías y transmutaciones, perspectivas y pasajes de vida del escritor, por ello el género es a veces una cartografía del extravío al mismo tiempo que es una relación de hechos particulares, un trasunto del acontecer histórico. El diario contiene una escritura proteica.

El trabajo de análisis de Pascual Gay, después de un repaso sucinto sobre el género (sus variantes, su evolución y su desarrollo), y la manera en que se llevó a cabo la modernidad mexicana, se centra, de igual forma, en los diarios de José Vasconcelos (Cuadernos de juventud), Ignacio Manuel Altamirano (Diarios europeos), Federico Gamboa (Mi diario), Mariano Azuela (Registro) y José Juan Tablada (Diarios), todos indiscutibles protagonistas de nuestra cultura.

Pascual Gay refiere en detalle las diferencias fundamentales de cada uno de los textos de estos autores: diario literario en unos casos (Azuela), en otros, apuntes de viajes cercanos al diario privado, pero con importantes matices que lo diferencian del género (Altamirano), cuadernos autobiográficos de iniciación, de búsqueda de la identidad que atisban un diario íntimo2 (Vasconcelos), textos personales expresamente escritos y recopilados para su publicación (Gamboa) y diarios hechos al resguardo de otros ojos que no fueran los de su autor pensados para no publicarse (Tablada). Si bien diferentes en su concepción, tanto en su estructura interna como en su intención original, estos diarios son un retrato moral e intelectual de los autores en que trabajó Pascual Gay en este libro, así como del panorama social y cultural del país. Dan cuenta también "del itinerario de una vida a través de la consignación de su travesía al tiempo que es un memorándum de esa vida que se consume al paso de sus días" (p. 57). Son una prueba contundente e inequívoca de la entrada de México a su propia modernidad Anota el autor:

A veces, el diario es lo mejor que nos deja un autor; en otras no, pero siempre despierta el interés del lector por conocer una vida que de otra manera sería inaccesible. Lo que verdaderamente deja un diario privado de verdad no es solo asomarse al taller del artista, sino comprender que la vida no puede separarse de la obra, que vida y obra están íntimamente ligadas, que una no se concibe sin la otra, afirmación que no pretende asentar la necesidad de que se conozca la vida de un autor para deducir el sentido de tal o cual aspecto en su escritura, aunque desde luego es mejor conocerla que no, y no tanto para comprender determinadas circunstancias de la obra sino para entender al hombre que habita ese artista. (p. 95)

Asimismo, este libro denota la importancia conferida por la ciudad al ejercicio diarístico de los autores anteriormente citados y de la modernidad misma. El diario se convierte en un espacio fundamental para la construcción de la intimidad desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX; en la ciudad confluyen el movimiento y la velocidad, las relaciones sociales y la bohemia, el desplazamiento de la información mediática y los acontecimientos históricos de mayor trascendencia.

Escaparates del tiempo, galerías de vidas (Ensayo sobre el diario privado y la construcción de la intimidad en México durante el fin de siglo) es un estudio pormenorizado de quehacer diarístico desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX, un trabajo afortunado que detalla el contexto de una de las épocas de mayor auge cultural, social y artístico en México, ilustrado con numerosos ejemplos y una serie de lecturas certeras y avocadas exclusivamente al tema que enriquecerá el panorama de los estudios literarios en México.

 

Notas

1 A partir de una idea fundamental sobre el diario íntimo, Pascual Gay discurre sobre las diferencias y similitudes de éste con otras escrituras del yo, con otro tipo de textos de carácter íntimo, personal y privado.

2 Hay un movimiento de la verdad insoslayable en algunos casos, como el diario íntimo —más confesional—, lo contrario, en muchas de las ocasiones, al diario literario —más artificioso y con tendencia a ocultar y enmascarar—.

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