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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.14  Tijuana Jan./Dec. 2023  Epub Mar 23, 2024

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2759 

Articles

¿Es Mérida gay-friendly? Experiencias cotidianas de hombres homosexuales migrantes de estilo de vida

Claudia Dávila Valdés1 
http://orcid.org/0000-0002-7636-2695

Fernando Enseñat Soberanis2 
http://orcid.org/0000-0002-6798-7407

1 Universidad Autónoma de Yucatán, México, claudavila@hotmail.com

2 Universidad Autónoma de Yucatán, México, fernando.ensenat@correo.uady.mx


Resumen

En este artículo se analiza la experiencia cotidiana y social de un grupo de hombres homosexuales, migrantes de estilo de vida, en la ciudad de Mérida, Yucatán, para determinar si son blanco de discriminación o si viven en una ciudad a la que se le puede considerar gay-friendly. A partir del concepto de migración de estilo de vida, con apoyo de entrevistas semiestructuradas y observación de campo en el centro histórico de la ciudad, se estudian los contrastes de Mérida en términos de aceptación de la población LGBTTT+. Se concluye que para el grupo de estudio la ciudad es abiertamente gay-friendly, pues su poder adquisitivo y su condición de extranjeros son factores que favorecen su aceptación.

Palabras clave: 1. migración de estilo de vida; 2. ciudad gay-friendly; 3. vida cotidiana; 4. población LGBTTT+; 5. Mérida; Yucatán.

Abstract

This article analyzes the daily and social experience of a group of gay-men, lifestyle migrants, in the city of Mérida, Yucatán, to determine if they face discrimination or if they live in a city that can be considered gay-friendly. Through the concept of lifestyle migration and with the support of semi-structured interviews and field observations in the historic center of the city, the contrasting aspects of Mérida in terms of acceptance of the LGBTQ+ population are studied. It is concluded that, for the study group, the city is openly gay-friendly with factors such as their purchasing power and foreigner status contributing to their acceptance.

Keywords: 1. lifestyle migration; 2. gay-friendly city; 3. daily life; 4. LGBTQ+ population; 5. Merida; Yucatán.

Introducción

Inserta en las tendencias de la globalización, la ciudad de Mérida forma parte de una dinámica migratoria norte-sur a la que se denomina aquí migración de estilo de vida o lifestyle migration. Desde hace un par de décadas, la ciudad se ha convertido en un destino atractivo por su belleza, su cultura, su historia, pero sobre todo por la calidad de vida que ofrece a los nuevos residentes que vienen sobre todo de Estados Unidos y de Canadá, y, en menor medida, de Europa. Este tipo de migración es un fenómeno que hoy en día presenta muchos destinos en el mundo: Cuenca en Ecuador (Hayes, 2018), Goa en India (Korpela, 2018), Algarve en Portugal (Torkington, 2010), Boquete en Panamá y Penang en Malasia (Benson y O’Reilly, 2018), por mencionar algunos ejemplos. En México, Mérida se suma a otros destinos tales como San Miguel de Allende en Guanajuato (Santos Victoria et al., 2018), Ajijic en Jalisco (Ceja Bojorge, 2021), Mazatlán en Sinaloa y Cabo San Lucas en Baja California Sur (Lizárraga Morales, 2008).

Según el Censo de Población y Vivienda 2020 (Inegi, 2021), se estima que en Yucatán residen 4 452 estadounidenses. Sin embargo, este número no es del todo representativo porque existe una población flotante que entra en calidad de turista con un permiso para permanecer en el país durante seis meses, lo que no los obliga a registrarse ni en los censos ni en el Registro Nacional de Extranjeros. De hecho, las autoridades locales estiman que son alrededor de 10 000 los estadounidenses que residen en la ciudad de Mérida (Castillo, 2019).

Es preciso mencionar que los migrantes de estilo de vida constituyen un grupo bastante heterogéneo. Al respecto, Osbaldiston (2015) argumenta que el estilo de vida y el ideal de una vida mejor de estos migrantes responde a la pertenencia de grupos sociales que resultan muy diferentes. Por su parte, Bantman-Masum (2015a) asegura que la migración de estilo de vida en Mérida es bastante heterogénea. En lo que se refiere al aspecto económico, si bien la autora reconoce que la gran mayoría se puede insertar dentro de la clase media, encontró que existe una gran variedad, desde aquellos con una situación precaria hasta lo que ella llama un grupo restringido de agentes inmobiliarios y promotores bastante influyentes. Por otro lado, esta autora también analizó a otro grupo de extranjeros muy particular en la ciudad de Mérida, a los cuales denominó transmigrantes de estilo de vida, refiriéndose a aquellos que vivieron al menos en cuatro países diferentes con anterioridad. Son migrantes que perciben la movilidad geográfica como un ideal de vida (Bantman-Masum 2015b).

Dentro de la gran heterogeneidad que presentan los migrantes de estilo de vida, se considera que en la ciudad de Mérida se puede distinguir otro grupo muy particular que corresponde a la población LGBTTT+ en general y, más específicamente, a la de los hombres homosexuales, la cual no ha sido objeto de estudio en dicha ciudad y ha sido poco estudiada en el mundo (Egan et al., 2011; García Escalona, 2000). En este artículo se analiza la cotidianeidad y la vida social de los hombres homosexuales migrantes en Mérida a la luz del concepto lifestyle migration (Benson y O’Reilly, 2009). Se parte del supuesto de que las motivaciones de la mayor parte de los extranjeros hombres homosexuales que llegan a vivir a Mérida son las mismas que las de los demás migrantes de estilo de vida: una vida más relajada y con ciertas ventajas económicas, así como la posibilidad de habitar en una ciudad segura y amable. Sin embargo, para el grupo de estudio otra motivación de vital importancia que se suma es el hecho de que Mérida actualmente es una ciudad mucho más abierta y tolerante ante este tipo de migración. Esta es la razón por la que una de las preguntas principales en esta investigación es si en su cotidianeidad los hombres homosexuales migrantes de estilo de vida son objeto de discriminación en su nuevo lugar de residencia o si, por el contrario, se puede catalogar a la capital del estado de Yucatán como una ciudad gay-friendly.

El artículo se divide en cuatro partes. En el primer apartado se hace una conceptualización y se describe la metodología que da sustento al análisis realizado. En el segundo, se contextualiza Mérida para entender los diferentes matices de una ciudad que es percibida por los migrantes como gay-friendly. En el tercero se aborda la cotidianeidad de los migrantes hombres homosexuales dentro de la ciudad, así como sus actividades y experiencias cotidianas. En el último apartado se analiza la vida social de este grupo migrante para tratar de entender cómo se lleva a cabo: si se da dentro de una comunidad exclusivamente gay o en un sentido más amplio, entre migrantes de estilo de vida o con integración a la sociedad yucateca.

Conceptualización y metodología

Ya desde hace algunos años el tema de la migración que viene del norte en dirección sur comenzó a ser analizado desde diferentes perspectivas conceptuales, tales como el turismo de segunda residencia, el turismo internacional de retiro, el turismo sénior, el turismo residencial/migración residencial o la migración de jubilados (Mantecón, 2017). Para esta investigación se utiliza el concepto de migraciones de estilo de vida (lifestyle migration) que Benson y O’Reilly acuñaron en 2009, por ser el que mejor se adapta a las necesidades y objetivos planteados, considerando que, dentro del grupo de estudio, además de los migrantes retirados o jubilados, también hay personas económicamente activas (Benson y O’Reilly, 2009). Una de las motivaciones más importantes de esta migración es el consumo y no la producción o las posibilidades de empleo, como sucede con otras migraciones. En este sentido, la migración de estilo de vida es entendida como un movimiento de personas de todas las edades que generalmente pertenecen a la clase media de países industrializados y que cuentan con recursos económicos suficientes e incluso más altos que la mayoría de la población de la ciudad a la que migran. Son personas que deciden viajar individual y voluntariamente al extranjero por temporadas o permanentemente con el fin de encontrar una vida más significativa y relajada. Mancinelli (2021) señala que la migración de estilo de vida es una conexión entre la libertad, el estilo de vida y el consumo como resultado del “proyecto reflexivo del yo” (p. 5). Los autores que han abordado este fenómeno social coinciden en que la migración de estilo de vida tiene al menos tres principios básicos: el privilegio, una combinación de estilo de vida e identidad, y el turismo (Mancinelli, 2021). Sobre estos se profundizará a lo largo de este artículo.

Como ya se mencionó, el objetivo es analizar la experiencia de los hombres homosexuales migrantes de estilo de vida en la ciudad de Mérida a partir de su vida cotidiana y social para saber si son blanco de discriminación o si, por el contrario, viven en una ciudad a la que se le puede llamar gay-friendly. Según Adihartono (2021), las ciudades gay-friendly tienen lugares, políticas, personas y/o instituciones que están abiertas y dan la bienvenida a las personas homosexuales. Son ciudades que proveen un entorno de apoyo a sus relaciones, de respeto a sus preferencias y no hacen juicios. Este autor también señala que una ciudad gay-friendly suele proporcionar un espacio que ofrece anonimato y libertad de acción (Adihartono, 2021). Se ha consolidado la idea de que la gran ciudad es el lugar “natural y deseable” para las personas LGBTTT+, sin embargo, Adiego et al., (2019) señalan la necesidad de visibilizar y estudiar la diversidad sexual en otras geografías y contextos socioculturales. Es en esta lógica que en este artículo se analiza la experiencia de un grupo particular de hombres migrantes homosexuales que no está determinada por la gran urbe, sino que se circunscribe a una ciudad mexicana de tamaño medio de no más de un millón de habitantes.

En el siguiente apartado se abordará el proceso de apertura y tolerancia hacia la comunidad homosexual, así como los contrastes de la ciudad de Mérida durante las últimas décadas. Para entender mejor este proceso, es preciso tener en cuenta la información de la Encuesta Estatal de Discriminación de 2014 (Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán [Codhey], 2014) en la que se señala que en Yucatán el 83.7 por ciento de las personas homosexuales sufren discriminación, lo que constituye un porcentaje bastante alto. Como ya se dijo, el análisis se realizó a partir de la vida cotidiana y la vida social en el nuevo lugar de residencia de los hombres homosexuales migrantes de estilo de vida, para lo cual se recurrió al concepto de la discriminación negativa de Magendzo (1999). Se trata de una práctica social cotidiana arraigada en actitudes y actuaciones muy concretas donde los prejuicios se despliegan frente a los grupos de personas que resultan diferentes.

Al respecto, Ciccarelli (2004) señala que la vida cotidiana es todo aquello que se produce y se reproduce durante las 24 horas que componen el día, es decir, el conjunto de hechos y gestos que constituyen la realidad social de las personas. Lo cotidiano es la forma en que se emplea el tiempo de un día, lo que compone la rutina. Por su parte, Elias (1995) asegura que la vida cotidiana de las personas es parte de la estructura de la capa social a la que pertenecen. En el caso del grupo de estudio, este se ubica dentro de la clase media y en el artículo se analiza cómo los entrevistados, en la cotidianeidad de su nuevo lugar de residencia, tienden a reproducir las disposiciones y los gustos por ciertas actividades que definen su estilo de vida. Bajo la premisa de que “la realidad de la vida cotidiana se reafirma continuamente en la interacción del individuo con los otros” (Berger y Luckmann, 1979, p. 187), se pone especial énfasis en las experiencias de los entrevistados para saber si son objeto de discriminación o de rechazo por su orientación sexual.

En lo que se refiere a la vida social, Berger y Luckmann (1979) la definen como la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad. Para estos autores la socialización primaria se da desde la niñez y resulta difícil de desarticular por la fuerte carga afectiva, mientras que la socialización secundaria es la inducción del individuo a submundos cuyas realidades parciales contrastan con ese “mundo de base” (p. 194). Aquí la socialización tiene lugar a través de una identificación mutua, donde las relaciones son más formales y también más “artificiales”. Por su parte, la resocialización tiene lugar cuando se da una transformación radical en la realidad cotidiana de un individuo, que en este caso se plasma en la migración hacia otro país. En este proceso resulta necesario ajustarse a las leyes establecidas en el nuevo contexto. Berger y Luckmann (1979, pp. 204-205) aseguran que la socialización siempre se efectúa en el contexto de una estructura social específica y que produce identidades que en una sociedad se reconocen con facilidad: “todos saben quién es cada uno y quienes son los otros”.

En lo que se refiere a la metodología, es importante señalar que los resultados que se presentan son parte de una investigación más amplia en la que se han estudiado las migraciones de estilo de vida, así como los procesos de turistificación y gentrificación que han tenido lugar en el centro histórico de la ciudad de Mérida. Durante esta investigación se revisaron las bases de datos de páginas oficiales como la del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la del Gobierno del Estado de Yucatán y la del municipio de Mérida.

También se realizó trabajo de campo en el centro histórico y más de una veintena de entrevistas, algunas presenciales y otras virtuales, a migrantes, residentes yucatecos y algunos informantes considerados clave. Por ejemplo, en este artículo se incluyó el testimonio de Ricardo, quien es el dueño de la única agencia de viajes en Mérida cuyo servicio se centra de forma exclusiva en propuestas para los homosexuales.

Es preciso destacar que esta investigación es de corte cualitativo con un enfoque fenomenológico -entendido este último como “el estudio de los fenómenos tal como son experimentados, vividos y percibidos por el hombre” (Martínez, 2009, p. 21), en el cual se considera la realidad social como algo construido desde la subjetividad de los protagonistas y donde se respeta plenamente la relación que hace la persona de sus propias vivencias.

En el cuadro 1 se presentan las características de los migrantes de estilo de vida homosexuales cuyos testimonios fueron utilizados para la elaboración y el análisis de este artículo. Se utilizó la técnica de la entrevista semiestructurada con preguntas orientadas hacia los cinco temas elegidos:

1) la vida antes de la migración; 2) la decisión de migrar y el movimiento geográfico; 3) la vida cotidiana entendida como la rutina y las posibles experiencias de discriminación o de rechazo por su orientación sexual; 4) la vida social entendida como la reconstrucción de la socialización en su nuevo lugar de residencia; y 5) la vida comunitaria homosexual en la ciudad de Mérida.

La riqueza de la entrevista semiestructura es que permite mucha flexibilidad para adaptarse a las características de cada entrevistado. En este caso, todos los participantes son hombres: uno de nacionalidad española y los demás son ciudadanos estadounidenses, aunque no todos nacieron en ese país. Cabe mencionar que para mantener el anonimato de los informantes se utilizaron pseudónimos con los que se les identifica a lo largo del texto. El muestreo fue no probabilístico y se utilizó el método de bola de nieve. Sin embargo, no fue tarea fácil encontrar migrantes homosexuales que accedieran a ser entrevistados. Se podría decir que solo el 40 por ciento de los contactados accedieron a realizar la entrevista. El otro 60 por ciento se negó, ya sea por falta de tiempo, por falta de interés o por el simple hecho de no querer hablar de su vida como migrante homosexual en la ciudad de Mérida. En su amplia experiencia etnográfica Hayes (2021) asegura que, en general, los migrantes de estilo de vida se muestran siempre dispuestos a contar sus historias y a hablar de la construcción de sus nuevas vidas, sin embargo, ese no fue el caso para el grupo específico que colaboró con esta investigación.

Cuadro 1 Los informantes 

Pseudónimo País de origen Ocupación Edad Fecha de la entrevista (2021)
Arturo México Profesor 48 12 de mayo
Bruno Puerto Rico Retirado 58 27 de septiembre
Saúl Puerto Rico Retirado 65 25 de junio
Mike Estados Unidos Retirado 65 21 de junio
Donald Estados Unidos Retirado 58 21 de junio
Paul Estados Unidos Retirado 78 25 de junio
Thomas Estados Unidos Bienes Raíces 59 22 de septiembre
Matt Estados Unidos Bienes Raíces 61 3 de diciembre
Iker España Bienes Raíces 42 1 de julio

Fuente: Elaboración propia.

Además de las entrevistas realizadas, esta investigación también está sustentada en fuentes obtenidas de Internet. Por ejemplo, una pareja de hombres homosexuales (Dave y Travis) fue encontrada en la plataforma de videos YouTube, quienes en 2020 decidieron mudarse de Los Ángeles a Mérida y crearon un canal al que nombraron “Café con Leche” en el que cada semana publican un video con información sobre su vida y sus actividades en Mérida y en México. Esa serie de videos fue un referente importante para el análisis (Café con Leche Travels, 2021a). Así mismo, en revistas y periódicos digitales se encontraron algunos artículos que fueron de gran utilidad por contener algunos testimonios relacionados con el tema de estudio.

¿Es Mérida hoy una ciudad gay-friendly?

Desde la década de 1990 Mérida comenzó a experimentar un crecimiento urbano y demográfico acelerado que continúa hasta la actualidad. Dicho proceso se puede explicar como consecuencia de un México cada vez más globalizado e integrado al mundo exterior (Ramírez Carrillo, 2014). En este sentido, se puede observar que la heterogeneidad poblacional de la ciudad ha aumentado en los últimos 20 años debido a la llegada e instalación de nuevos residentes nacionales e internacionales como los que conforman el pequeño pero vistoso grupo de estudio: hombres homosexuales migrantes de estilo de vida.

En efecto, Mérida resulta bastante atractiva para este colectivo al ofrecer disponibilidad de tierra barata urbanizable, un ambiente tropical y permisivo, servicios públicos de calidad con atención en inglés, belleza arquitectónica y patrimonial, así como costos de vida relativamente bajos en comparación con otras ciudades mexicanas. La ciudad ofrece a estos migrantes una vida con ciertos lujos, ya que su poder adquisitivo es favorecido por el tipo de cambio para aquellos que reciben pensión en dólares y para los que trabajan de forma remota y perciben un sueldo en dólares.

La pregunta que surge es si realmente se puede considerar a Mérida como una ciudad tolerante y abierta a la comunidad LGBTTT+. Lo primero que se debe considerar es la dimensión de dicha comunidad. Según los datos de la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género de 2021, Yucatán es el segundo estado del país con mayor porcentaje de población de 15 años y más que abiertamente ha declarado ser parte de la comunidad LGBTTT+ (8.3%) (Inegi, 2022). Sin embargo, la respuesta no parece ser tan evidente, pues se observa que durante los últimos 30 años ha habido algunos contrastes y cierta evolución.

A pesar de que desde la década de 1970 en Mérida ya había manifestaciones para reivindicar las expresiones homosexuales, fue hasta la década de 1990 que comenzaron a crearse las primeras asociaciones civiles para defender los derechos del colectivo LGBTTT+. En 2001 el Congreso del Estado de Yucatán por primera vez dio la oportunidad a varias agrupaciones de homosexuales de exponer sus demandas sobre derechos humanos, discriminación y VIH-Sida en la sede del poder legislativo. Un par de años más tarde, motivado por el arresto injustificado de un líder del movimiento LGBTTT+, se convocó a la primera marcha del orgullo gay en Mérida (Pasos Tzec, 2015). Aunque esta marcha fue facilitada por la entonces alcaldesa de Mérida, Ana Rosa Payán Cervera, es preciso mencionar que varios regidores del ayuntamiento de Mérida se opusieron argumentando que era “una falta de respeto a la moral y a las buenas costumbres de los meridanos” (Boffil Gómez, 2003, párr. 20). Sin embargo, a las marchas siguientes se fueron sumando más asociaciones civiles e incrementó el número de participantes. Algunas, como la de 2004, contaron con la presencia del director general del Censida 3 y del presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán. La del año siguiente tuvo como principal orador al director general del Instituto Mexicano de Sexología (Pasos Tzec, 2015).

La buena participación de los colectivos tuvo un quiebre cuando, en 2008, varias asociaciones civiles anunciaron que se desvincularían de la marcha gay por considerar que esta había perdido su objetivo original al dedicarse a la promoción empresarial y al tomar decisiones unilaterales. Este conflicto al interior del colectivo LGBTTT+ hizo que las marchas de 2009, 2010 y 2011 tuvieran muy baja participación tanto de asociaciones civiles como del público en general. La fractura dentro del colectivo alcanzó su punto más álgido en 2012, al anunciar que se realizaría una marcha gay “alternativa”. Sin embargo, esta nunca se realizó porque uno de los principales promotores de la marcha original murió de manera repentina. Este suceso unió de nuevo a los dos grupos en conflicto, por lo que se retomó la idea de hacer una sola marcha que los incluyera a todos. A partir de 2013, las buenas relaciones entre los integrantes del colectivo hicieron que aumentara de nuevo el número de asociaciones civiles participantes y la presencia de público en las marchas, las cuales se siguieron llevando a cabo anualmente (Pasos Tzec, 2015).

La marcha del orgullo gay de 2019 en Mérida contó, por primera vez, con la participación de varios artistas nacionales del colectivo LGBTTT+, reforzando su imagen y su presencia en varios medios de comunicación locales y nacionales. Es notable también que la importancia de este colectivo es visible en Mérida más allá de las marchas, las cuales -dicho sea de paso- se han convertido a nivel mundial en un símbolo de las ciudades gay-friendly (Adihartono, 2021).

Pasos Tzec (2015) menciona algunos de los eventos festivos, culturales, académicos y reivindicativos del movimiento LGBTTT+ en Yucatán, tales como la Primera Jornada Estatal contra la Homofobia en Yucatán de 2006; el Foro de Diversidad Sexual de 2007 organizado por la ONG Amnistía Internacional, y el Tercer Foro Universitario sobre Homosexualidad organizado por estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Además, el autor señala que en ese mismo año se llevó a cabo la campaña contra la homofobia titulada “¡Reacciona, con la homofobia perdemos todos!” organizada por la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado de Yucatán, misma que fue encabezada por diputados y funcionarios estatales. Otros ejemplos de la visibilidad de este colectivo se encuentran en el marco del mes del orgullo gay de 2021, al colocar, por primera vez, detalles decorativos alusivos a la comunidad gay en una cafetería de cadena localizada en una de las plazas comerciales más modernas de Mérida. Por su parte, una tienda departamental de cadena nacional (Liverpool) acondicionó en el área de caballeros una sección de ropa con los colores de la bandera y con motivos del colectivo LGBTTT+. Aunque esto es común en muchas otras ciudades globalizadas, ver publicidad de ropa explícitamente dirigida al segmento gay en una tienda departamental que es frecuentada por familias meridanas de clase media, resultó algo hasta entonces inusual.

Sin embargo, no todo en Mérida ha girado en favor de las organizaciones civiles, las marchas y los eventos culturales, pues justo cuando parecía que las autoridades yucatecas estaban sensibilizadas en torno a estos temas, en 2009 el Congreso del Estado aprobó (con 24 de 25 votos) las reformas al Código Civil para prohibir el aborto y el matrimonio igualitario (Pasos Tzec, 2015). Esta iniciativa fue promovida por la organización conservadora Red Pro-Yucatán, por lo que quedó bloqueada la primera tentativa de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado. Las reformas al código definieron el matrimonio como la unión de un solo hombre con una sola mujer, con lo cual se desechó la propuesta presentada un año antes por un grupo de organizaciones de la sociedad civil, inspiradas en la aprobación del matrimonio igualitario en Ciudad de México.

A nivel nacional, en 2010 la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoció la constitucionalidad del matrimonio igualitario en México y declaró que prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo era inconstitucional y un acto de discriminación. Lo anterior alentó a los activistas a realizar plantones en 2011 y en 2013 frente al palacio de gobierno del estado de Yucatán para demandar mejores políticas públicas y leyes que garanticen sus derechos y erradiquen la discriminación, así como para exigir que se aprobara el matrimonio igualitario en el Congreso del Estado. Pero las leyes a nivel estatal iban a contracorriente, pues en 2012 el Código de Familia para el Estado de Yucatán incluyó, una vez más, en sus artículos 49 y 201 la definición de matrimonio y de concubinato como la unión de un hombre y una mujer, dejando fuera cualquier otra forma de familia (Decreto 516 de 2012). Sin embargo, en marzo de 2013 una pareja de hombres yucatecos presentó y ganó un amparo en contra del artículo 49 del Código de Familia local que les impedía casarse. Un juez federal declaró que dicho artículo violaba la Constitución y los tratados internacionales y ordenó al Registro Civil de Yucatán celebrar el matrimonio de esta pareja homosexual (Pasos Tzec, 2015). Después de este caso se creó la jurisprudencia de tal forma que varias parejas del mismo sexo lograron casarse en Yucatán por la vía del amparo.

Las organizaciones civiles no se dieron por vencidas y presentaron una demanda en contra del Congreso del Estado de Yucatán por violar los derechos de las parejas homosexuales al prohibirles contraer matrimonio. Al respecto, Pasos Tzec (2015) señaló: “Esta era la primera vez a nivel nacional que se recurrirá a un mecanismo constitucional estatal para denunciar a un órgano normativo y demandarle que corrija una omisión” (p. 134). Un año después la demanda fue declarada improcedente por mayoría de votos en el Tribunal Constitucional del Estado de Yucatán, volviéndose a negar la posibilidad de legalizar el matrimonio homosexual (Dorantes Alcocer, 2015, p. 8).

Fue hasta agosto de 2021 que el congreso de Yucatán aprobó el matrimonio igualitario, gracias a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucionales las votaciones secretas que el congreso de la entidad llevó a cabo en 2019. De tal manera que se tuvo que repetir el proceso legislativo, donde esta vez se obtuvieron 20 votos a favor y cinco en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. La presión de los grupos conservadores al congreso local ya no surtió el mismo efecto al realizar votaciones abiertas. Se reformó el artículo 94 de la Constitución Política del Estado de Yucatán (2023) para definir el matrimonio como una institución que se establece por medio de la unión libre y voluntaria de dos personas con igualdad de derechos y obligaciones. La visibilidad primero y el respeto a sus derechos después, fueron los logros que el colectivo LGBTTT+ ganó a base de mucho esfuerzo y lucha social.

Como se puede observar, el contexto meridano se ha caracterizado por estos contrastes tan marcados entre las visiones conservadoras y las progresistas, no solo a nivel legislativo. Si bien se puede afirmar que una parte de la población de Mérida acepta y/o tolera a la comunidad LGBTTT+, existe todavía un sector de la sociedad que no, pues en varias ocasiones la sociedad civil también se ha manifestado públicamente en contra del matrimonio igualitario en la llamada Marcha por la Familia organizada por la Red Pro Yucatán (Llanes Salazar y García Moreno, 2023). Quizás el año más emblemático fue 2016, ya que el 10 de septiembre en la ciudad de Mérida tuvo lugar un desfile doble, uno por parte de la sociedad conservadora en contra del matrimonio igualitario y otro por parte del colectivo LGBTTT+ que denominó a su marcha el “Besatón” (Redacción El Universal, 2016) Varios autores argumentan que las personas que discriminan a las minorías sexuales en general presentan ideas conservadoras, son muy religiosas, tienen actitudes negativas hacia la mujer y una fuerte adherencia al modelo hegemónico de masculinidad y de división de roles sexuales (Toro-Alfonso, 2012).

Resulta paradójico que en Mérida, por un lado, hay grupos que no quieren reconocer a plenitud los derechos de los homosexuales e incluso tienen actitudes discriminatorias, pero por otro, hay una Mérida que recibe y acepta a los migrantes de estilo de vida que son homosexuales, que vienen de países industrializados y que han hecho de la ciudad su nuevo lugar de residencia. Para ahondar en la explicación, es preciso analizar algunos de los atractivos que el grupo de estudio encontró para tomar la decisión de migrar y de establecerse en la ciudad.

Antes de salir de sus países de origen, todos los entrevistados investigaron por Internet para conocer las características de la ciudad y todos, sin excepción, llegaron con la idea preconcebida de que Mérida es una ciudad gay-friendly, pues existe mucha publicidad a nivel internacional que anticipa la ciudad como el lugar ideal para vivir. Por ejemplo, al hacer una búsqueda rápida de información en Internet sobre Mérida gay, aparecen páginas como Living in Mexico (2007-2008), donde se asegura que Mérida “se está convirtiendo en un hogar encantador para un número cada vez mayor de parejas homosexuales en busca de un lugar tranquilo bajo el sol al que llamar hogar” [traducción propia] (párr. 1). También la página Gay Travel (s. f.) describe a Mérida como “una estrella en ascenso para el viajero LGBTTT+” [traducción propia] (párr. 5). Del mismo modo, en la revista digital Advocate.com hay un artículo que se titula «Mérida, sorprendente y gay-friendly»4 (The Advocate, 2008).

Un aspecto que los homosexuales migrantes de estilo de vida entrevistados encontraron al llegar a Mérida, tiene que ver con el consumo, ya que la ciudad -y en especial el centro histórico- ha experimentado ciertas transformaciones socioespaciales que han favorecido la oferta de productos y servicios para un sector nuevo de la población que ha venido de a poco instalándose en la ciudad (Dávila Valdés y López Santillán, 2021). De esta forma, los entrevistados encontraron en Mérida una oferta de servicios gay-friendly que está en aumento. Se observa que la mayoría de estos servicios está destinado al recreo y al ocio, y muchos de ellos están íntimamente ligados a la actividad turística. Si bien estas empresas no están dirigidas exclusivamente al mercado gay, el hecho de que sus dueños sean abiertamente homosexuales -incluso algunos de ellos forman parte del grupo de estudio- hace que estos establecimientos sean más incluyentes en torno a la diversidad sexual. Entre estos negocios se encuentran pequeños hoteles, bares, restaurantes, cafés, galerías de arte, una escuela de gastronomía, una agencia de viajes y varios agentes inmobiliarios. La mayoría se ubica en el centro histórico de la ciudad y por lo general sus clientes son otros migrantes de estilo de vida.

En lo que se refiere a la vida nocturna, la ciudad presenta un cambio importante, pues por muchos años los antros y bares gay estuvieron relegados a las afueras de la ciudad. Sin embargo, en la actualidad se puede asistir a este tipo de lugares dentro del centro histórico, aunque -según lo observado en el trabajo de campo- la presencia de migrantes de estilo de vida en dichos lugares es más bien marginal. De hecho, todos los entrevistados expresaron que su consumo recreativo nocturno está más relacionado con restaurantes, bares, galerías y cafés convencionales que con antros gay.

Es importante destacar que la presencia de estos migrantes homosexuales consumidores en la ciudad de Mérida tiene un impacto económico que está despertando el interés de los establecimientos más conservadores, aunque todavía con ciertas reservas. Por ejemplo, al entrevistar a Ricardo, quien es dueño de la empresa Merida Gay Tours, comentó que existen hoteles, restaurantes y bares con dueños locales más conservadores que también quieren recibir los beneficios económicos del colectivo gay, pero “no quieren ofrecer nada especial para ellos, ni siquiera representarlos en su publicidad”, es decir, quieren el dinero de la comunidad LGBTTT+ pero se resisten a publicitarse abiertamente como gay-friendly (Ricardo, comunicación personal, 3 de junio de 2021).

Vida cotidiana de los hombres homosexuales migrantes de estilo de vida

En lo referente a los ingresos económicos del grupo de estudio, se debe tener en cuenta que a los entrevistados se les ubica dentro de la clase media de Estados Unidos y lo mismo aplica con el que nació en España. Para hacer alusión al privilegio como uno de los elementos básicos de la migración de estilo de vida, se mencionarán aquí las ventajas económicas que tienen los hombres homosexuales por tener mayores ingresos y menos dependientes, lo que les permite vivir con ciertas comodidades y en una situación aventajada. Paul, por ejemplo, reconoce que ya era privilegiado desde que vivía en Nueva York con un trabajo de “alto nivel” y con la oportunidad de jubilarse a los 55 años (comunicación personal, 25 de junio de 2021). Según Rae (2016), en el informe del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos publicado en 2016, las parejas homosexuales casadas ganaban más en promedio que sus homólogos heterosexuales casados y ni qué decir con respecto al género femenino. O sea, “dos hombres hacen más [dinero] que una pareja de hombre-mujer y ciertamente más que dos mujeres juntas” (Rae, 2016, párr. 7). Estos privilegios económicos también migraron con los entrevistados. Iker cuenta que todas las parejas de hombres extranjeros homosexuales que conoce en Mérida tienen mayores recursos económicos que las heterosexuales, algo que él ha podido constatar por la posesión de bienes inmuebles tanto en Mérida como en su lugar de origen (Iker, comunicación personal, 1 de julio de 2021).

Entre los entrevistados se detectan dos grupos principales. El primero lo constituyen los jubilados, es decir aquellos que vienen con los ingresos fijos de su retiro, lo que implica un salario mensual en dólares completamente asegurado. El otro grupo lo forman aquellos que no tienen una jubilación y por lo tanto todavía están obligados a ser personas económicamente activas. La mayor parte de los entrevistados que no cuentan con una jubilación, desde que llegaron a Mérida se dedican al negocio de los bienes raíces y son quienes llevan más tiempo de residencia en la ciudad. Matt lleva 19 años en este negocio, Iker 13 y Thomas poco más de 5 años. Es necesario aclarar que el negocio de bienes raíces no es algo exclusivo de los migrantes homosexuales, por el contrario, ya desde hace algunos años Bantman-Masum (2015a) apuntaba que esta era una actividad económica en la que los migrantes de estilo de vida en general destacaban, sobre todo en el área central de la ciudad. A pesar de la constante y creciente competencia entre los agentes inmobiliarios, ninguno de los tres entrevistados mostró preocupación económica alguna. Al contrario, hubo quien nos dijo que ahora su situación laboral ya es mucho más relajada que cuando estaba recién llegado, debido al nivel de ingresos que tiene en la actualidad.

De acuerdo con lo narrado por los entrevistados económicamente activos, la situación económica -tanto de ellos como de los hombres homosexuales que conocen- no es algo que implique algún problema o preocupación en su vida diaria, incluso para los más jóvenes. Tal es el caso de David y Travis, quienes recién llegaron a Mérida y han dedicado un capítulo entero en su canal de YouTube para contar cómo resuelven la cuestión económica, haciendo hincapié en que no cuentan con una jubilación (Café con Leche Travels, 2021b). David y Travis, que se describen como artistas -uno es cantante y el otro escritor-, se han convertido en creadores de contenido en Internet echando a andar todas sus habilidades para poder generar los ingresos suficientes para vivir en Mérida y viajar a menudo por diferentes destinos del país. Reconocen que fueron influenciados por otros extranjeros que viven en México y que se ganan la vida, además de con sus videos, dando servicios en línea. David trabaja a distancia para una empresa de Estados Unidos en el departamento de servicios al cliente. Comenta que lo que gana no sería tan bueno en su país de origen, pero en Mérida es incluso suficiente para vivir en un departamento con dos recámaras y tres baños. Travis, por su parte, lanzó un negocio en línea dedicado a la redacción publicitaria que le ha permitido un flujo de ingresos en dólares realmente bueno ya que sus clientes son todos de Estados Unidos. También inició un boletín semanal que, si bien es gratuito, comenta que algunas personas han decidido apoyarlo económicamente (Café con Leche Travels, 2021b).

Para los entrevistados jubilados, la economía tampoco constituye un problema o una fuente de preocupación; quizá para ellos la diferencia es que ahora tienen más tiempo libre mientras los otros pasan la mayor parte de sus días trabajando. Paul toma clases de español, Mike y Donald van al gimnasio, a Saúl le gusta mucho ver la televisión e ir de compras a los centros comerciales y al Costco. Bruno corre todas las mañanas cinco kilómetros y cuenta que su vida es tan relajada ahora que tarda tres semanas en lavar una tanda de ropa. Todos ellos acostumbraban viajar mucho como parte de sus nuevas actividades en el retiro, pero por la pandemia dejaron de hacerlo y hasta el momento de las entrevistas, todavía no habían retomado esa actividad. Cabe recordar que el turismo es uno de los principios básicos de la migración de estilo de vida (Mancinelli, 2021) que, como parte de los hábitos de la clase media, refleja el anhelo que tienen estos migrantes de hacer de los viajes una práctica cotidiana.

Como ya se mencionó, Mérida tiene la reputación a nivel internacional de ser una ciudad gay- friendly, por lo que este aspecto fue un rubro fundamental en las entrevistas. El objetivo era conocer de cerca la experiencia cotidiana de los homosexuales migrantes de estilo de vida y entender mejor los contrastes que presenta una ciudad como esta. Lo primero que se pudo constatar es que estos migrantes no necesitan del reconocimiento social local, ya que la mayoría de ellos lo obtienen dentro del grupo de migrantes de estilo de vida.

Como se verá en el siguiente apartado, ellos son capaces de llevar su vida muy al margen de la sociedad conservadora y tradicionalista que existe en Mérida. No necesitan relacionarse ni a nivel laboral y ni a nivel de recreación con los locales. Al respecto, en Internet se encontró el testimonio de Mitch quien dice haber escogido esta ciudad por ser gay-friendly y porque se pudo dedicar, él también, a los bienes raíces sin haber tenido nunca algún problema con la sociedad meridana (Fields y Fields, 2015). Así mismo, Dave y Travis aseguran que no han tenido problema alguno por ser homosexuales residiendo en Mérida, aunque tienen la impresión de que el hecho de ser extranjeros les ayuda: “podría ser diferente si eres mexicano” (Café con Leche Travels, 2021a, 11m59s).

Lo mismo sucede con los entrevistados, ya que ninguno ha tenido experiencias desagradables de homofobia en la ciudad de Mérida. Ciertamente, todos coincidieron en que con sus parejas no suelen tener expresiones públicas de afecto, dando por sentado que así están menos expuestos a cualquier tipo de agresión. Vale añadir que esto se pudo constatar también en los espacios sociales visitados en la ciudad. Se puede afirmar que el grupo de investigación se muestra públicamente de acuerdo con los estereotipos de género socialmente aceptados, es decir, no son sujetos “obvios” o “afeminados”, según los propios términos que utiliza Bobadilla Domínguez (2013, p. 128) al analizar el caso de Aguascalientes.

De acuerdo con las experiencias analizadas, la ciudad de Mérida y “los yucatecos parecen no tener preocupaciones reales con los extranjeros homosexuales” tal y como lo asegura el testimonio encontrado en una revista electrónica de un hombre canadiense con más de 10 años de residencia, que cuenta nunca haber tenido ningún problema en Mérida (Fields y Fields, 2015, párr. 24). Los conflictos se presentan, según este informante, cuando los migrantes extranjeros se involucran con los hijos de los yucatecos, ya que menciona haber conocido a un número considerable de extranjeros homosexuales de mediana edad que han entablado relaciones con hombres yucatecos más jóvenes (Fields y Fields, 2015). Esto último fue algo que también llamó la atención de Arturo, quien en entrevista comentó que “los que están solteros y aún no solteros” andan con muchachos jóvenes yucatecos (comunicación personal, 12 de mayo de 2021).

Para terminar este apartado, se abordarán las complicaciones que los entrevistados han encontrado en su vida cotidiana en la ciudad de Mérida, las cuales, como se puede observar, no están relacionadas con el hecho de ser homosexuales y tampoco con cuestiones económicas ni laborales. Berger y Luckmann (1979, p. 55) aseguran que la vida cotidiana es sobre todo una vida con el idioma que se comparte con los semejantes, por lo que la comprensión de este resulta esencial para cualquier realidad de la vida cotidiana. Para los angloparlantes el idioma quizás ha sido una de las principales barreras, incluso para los que tienen más años viviendo en Mérida, como Matt, quien reconoce que es ridículo que después de 18 años puede entenderlo todo, pero no puede hablarlo tan fluidamente como él quisiera a pesar de las clases que ha tomado (comunicación personal, 3 de diciembre de 2021). Para Donald, quien intenta fallida y desesperadamente aprender español, es complicado hacer incluso las compras, ir al banco, al médico o a cualquier otro lado, por lo que siempre busca a alguien que hable inglés (comunicación personal, 21 de junio de 2021). El asunto que sobresale es que los entrevistados y los migrantes de estilo de vida han podido desarrollar sus vidas cotidianas en Mérida sin mayor problema, aunque para la socialización con los yucatecos, esta barrera sí tiene complicaciones.

Ante la pregunta directa de qué es los más difícil de vivir en Mérida, se obtuvieron respuestas como el calor, la impuntualidad o los mosquitos, además de las complicaciones lingüísticas. Sin embargo, en las entrevistas todos dejaron muy claro que se encuentran bastante cómodos viviendo en la ciudad, e incluso todos manifestaron sus intenciones de quedarse a vivir para siempre. Ni siquiera las restricciones alimenticias de David y Travis, que son veganos, significan un reto pues hoy en día la ciudad ofrece alternativas suficientes para este tipo de consumidores.

Vida social. ¿comunidad gay o comunidad de migrantes de estilo de vida?

De las observaciones de campo realizadas hasta ahora, se desprende que en Mérida es más numeroso -o por lo menos más visible- el grupo de extranjeros hombres homosexuales que el de extranjeras lesbianas, lo cual no resulta una novedad. Leroy (2005) señala que, fuera de los movimientos de reivindicación por la igualdad de derechos, las mujeres lesbianas tienen en general un modo de vida más discreto, más estable y, refiriéndose al caso de París, asegura que son casi invisibles. Existen estudios que argumentan que los patrones migratorios de las parejas de hombres homosexuales son bastante diferentes a los patrones de las parejas de mujeres. Wimark (2014) sostiene que los hombres se interesan más por las ciudades, por lo que generalmente se mudan a lugares con muchas amenidades, mientras que las mujeres tienden a migrar más hacia poblados más pequeños.

Para la ciudad de Mérida, además de las observaciones propias, se cuenta con las declaraciones de los entrevistados. Arturo recordó que las reuniones sociales del grupo gay a las que asistió no había mujeres, solo “hombres americanos, la mayoría retirados. Mayores de 50 casi todos” (comunicación personal, 12 de mayo de 2021). Al preguntarle a Donald sobre las mujeres lesbianas contestó que él tenía la idea de que ellas vivían en la playa, en Chelem, pues cuenta que cuando fue vio muchas parejas de mujeres lesbianas mayores en aquella localidad (comunicación personal, 21 de junio de 2021). Thomas, quien se dedica a los bienes raíces, asegura que, si bien casi el 50 por ciento de sus clientes son homosexuales, en todos sus años de experiencia solo ha tenido a dos o tres clientas lesbianas. Aclara, sin embargo, que un buen porcentaje de sus clientes han sido mujeres solas (divorciadas, viudas, solteras) pero no lesbianas (comunicación personal, 22 de septiembre de 2021). En Internet se encontraron los testimonios de dos mujeres extranjeras lesbianas, la primera tuvo la impresión de que ellas eran las únicas lesbianas en la ciudad cuando llegó con su pareja en 2005. De hecho, después de 10 años de residencia en la ciudad, asegura que no hay una comunidad lésbica visible. La segunda mujer cuenta que entre la comunidad de expatriados sólo conoce tres parejas de lesbianas (Fields y Fields, 2015).

A lo largo de la investigación se ha observado que los migrantes de estilo de vida que residen en el centro histórico de la ciudad de Mérida suelen tener una vida social bastante intensa, la cual incluye al grupo que se estudia en este artículo. En Mérida, dentro del contexto social de los migrantes de estilo de vida, la dinámica es bastante incluyente y no repara en la orientación sexual, ya que en los eventos y en las reuniones pueden convivir sin ningún tipo de distinción. Iker coincide con esa sensación: “es un ambiente muy incluyente (…) allá nadie se sorprende porque uno sea gay” (comunicación personal, 1 de julio de 2021). El testimonio de Mitch que se encontró en Internet deja claro que uno de los aspectos que más disfruta de la comunidad de expatriados de Mérida es que ser homosexual no tiene nada de especial. “Simplemente parece la norma. O tal vez no sea la norma, pero no es un problema” (Fields y Fields, 2015, párr. 14).

También existen reuniones que son exclusivamente organizadas por y para hombres homosexuales que no incluyen a otros migrantes de estilo de vida. En entrevista, Arturo nos contó sobre las reuniones a las que tuvo oportunidad de asistir durante 2019, justo antes de la pandemia. Estas reuniones se organizaban una vez al mes en un bar que se encuentra en el centro histórico de la ciudad. Arturo cuenta que en alguna ocasión le tocó que los organizadores llevaran un doctor para hablarles, en inglés, sobre los servicios médicos en la ciudad y sobre el VIH. También contó que se organizaba de tanto en tanto un brunch en el restaurante de un hotel boutique al que acudía un reducido grupo de hombres homosexuales y, según él, con mayores recursos económicos (comunicación personal, 12 de mayo de 2021). Iker, por su parte, contó que antes de la pandemia, todos los jueves había evento social para homosexuales extranjeros, que siempre había algo que hacer en medio de este grupo (comunicación personal, 1 de julio de 2021).

Sin duda, este tipo de reuniones ha permitido a los recién llegados conocer personas, obtener recomendaciones de la vida en la ciudad e incluso hacer amistades. Este es el submundo del que hablan Berger y Luckmann (1979) que ha facilitado a los entrevistados construir una nueva realidad cotidiana en la cual pueden socializar a través de la identificación mutua. Para los que viven en el centro de la ciudad, como Iker, caminar por Paseo de Montejo implica una fuerte probabilidad de encontrarse con alguien conocido. Thomas nos contó que cuando va a un conocido restaurante del centro conoce a por lo menos la mitad de quienes se encuentran comiendo ahí. Tiene claro que cuando quiere salir y no encontrarse con ningún conocido, tiene que ir al norte de la ciudad, porque es la zona donde residen las personas con buen nivel de ingresos y donde se encuentran las amenidades destinadas a este tipo de población (comunicación personal, 22 de septiembre de 2021).

Iker y Thomas trabajan, viven y pasan la mayor parte de su tiempo en el centro histórico de Mérida. La vida social de Mike tomó, sin embargo, diferentes caminos una vez que las reuniones se cancelaron por la pandemia pues, aunque pudo mantener el contacto con algunos, comenta que muchos de los extranjeros homosexuales que conoció regresaron a su lugar de origen (comunicación personal, 21 de junio de 2021). La pandemia y el hecho de que Mike y su pareja viven fuera del centro histórico de Mérida, los coloca un tanto al margen de la dinámica que se desarrolla en aquella parte de la ciudad. Al momento de la entrevista consideraron que tenían más amigos locales que extranjeros, pero que en realidad aún eran pocos los amigos que tenían.

En cuanto a la vida social del grupo de estudio, cabe destacar que no hay una auténtica integración social en la ciudad de Mérida, es decir, ni con sus vecinos yucatecos dentro del contexto del centro histórico, ni con aquellos que comparten su mismo nivel socioeconómico. Haciendo alusión a las familias notables y adineradas de la ciudad, Iker cuenta: “No es que yo me vaya a juntar con algún Ponce o un Abraham o esas familias […] O sea, me puedo juntar por negocios, pero no de que me vaya a ir un domingo al barco con ellos” (comunicación personal, 1 de julio de 2021). Sin embargo, es preciso aclarar que esta característica no es propia del grupo de extranjeros homosexuales, sino en general de los migrantes de estilo de vida, sobre todo de los que se instalan en el centro histórico, pues ya se ha demostrado en otros trabajos el hecho de que ahí la vida discurre en forma paralela, sin mucha interacción entre los antiguos residentes yucatecos y los migrantes de estilo de vida (Dávila Valdés, 2022; Dávila Valdés y López Santillán, 2021). Es importante aquí hacer referencia al espacio urbano de residencia, pues es claro que los migrantes que llegan con hijos a la ciudad y se instalan fuera del centro histórico viven dinámicas un tanto diferentes en la medida en que sus hijos van a la escuela y se integran a la sociedad yucateca. Este tema implicaría otra investigación.

Es complicado cuantificar la población extranjera gay que vive en Mérida, y en especial en el centro de la ciudad, sin embargo, se pueden considerar varios aspectos que la hacen muy visible. El primero sería la concurrencia de estos extranjeros homosexuales y angloparlantes a las reuniones que se organizaban antes de la pandemia. El segundo aspecto se desprende de la observación realizada dentro de la ciudad, pues es común ver parejas de hombres caminando en el centro histórico, paseando en los centros comerciales o comprando en las tiendas de autoservicio. El último aspecto es lo comentado por los entrevistados: Iker dijo que la mayoría de los extranjeros que él conoce son homosexuales (comunicación personal, 1 de julio de 2021); Bruno aseguró que hay “muchísimos […] donde quiera” (comunicación personal, 27 de septiembre de 2021). Matt, por su parte, habló de olas de extranjeros que han llegado a la ciudad de Mérida y la de los homosexuales la ubica como la tercera ola, después de los artistas y de los jubilados heterosexuales. Asegura que más del 50 por ciento de sus clientes son extranjeros homosexuales (comunicación personal, 3 de diciembre de 2021). Sin duda, los entrevistados, así como los otros corredores inmobiliarios extranjeros homosexuales, han sido de alguna manera también responsables de esta tercera ola.

A pesar de la creciente presencia de los extranjeros homosexuales en la ciudad de Mérida, no existe -al menos no todavía- un espacio urbano definido por y para ellos. Si bien hay algunos bares y restaurantes que prefieren para sus reuniones, estos no son frecuentados exclusivamente por miembros del colectivo LGBTTT+. Lo mismo ocurre a nivel habitacional, aunque quizá, como cuenta Thomas, sí se puedan ubicar dos o tres cuadras en las calles 73 y 55 de los barrios San Sebastián y Santiago, respectivamente, ubicados dentro del centro histórico, en donde se han instalado varias parejas de extranjeros homosexuales. Aunque muchos de ellos viven en el centro histórico, no hay que olvidar que este espacio de grandes dimensiones sigue siendo bastante heterogéneo y por tanto compartido tanto con los antiguos residentes yucatecos como con otros migrantes de estilo de vida que no necesariamente son homosexuales. El hecho de que estos migrantes no han sido objeto de agresión por sus preferencias sexuales, y que en general tienen la percepción de que ni sus vecinos, ni la opinión pública los discrimina, hace menos necesaria una segregación espacial de la comunidad homosexual extranjera en Mérida, lo que coincide con lo encontrado en otras ciudades, como Toronto, Canadá (Nash, 2013).

Consideraciones finales

El grupo de migrantes homosexuales analizado en este artículo constituye una parte importante de la migración de estilo de vida que ha escogido a la ciudad de Mérida para vivir. Estos migrantes se insertan en una dinámica cotidiana y social más grande que constituye la migración de estilo de vida en general con la que comparten ciertos privilegios, una identidad propia y diferente de la local, así como el deseo de hacer su vida más lúdica y relajada en el nuevo lugar de residencia. Es importante mencionar también que los hombres homosexuales migrantes de estilo de vida han sido, junto con los heterosexuales, responsables de las transformaciones socioespaciales que han tenido lugar sobre todo en el centro histórico de Mérida, que es donde la concentración de esta migración es mayor y donde la apropiación legal y simbólica del espacio son más visibles.

En esta ciudad, el factor identitario del grupo de estudio no se limita, por lo tanto, a la existencia de un espacio urbano gay, como históricamente ha sucedido en algunas grandes ciudades del mundo como París o Ciudad de México. En este sentido, no parece haber en Mérida un espacio donde los comercios tengan como principales consumidores a los homosexuales, o donde aparezcan de manera permanente símbolos como la bandera gay, o donde los residentes sean en su mayoría parejas del mismo sexo.

Ante la pregunta de si la ciudad de Mérida es una ciudad gay-friendly, es posible decir que este calificativo no se puede aplicar de manera generalizada, pues existen todavía ciertos contrastes, matices y, sobre todo, ciertas acciones por parte de los grupos sociales conservadores que hacen de la ciudad un espacio no siempre incluyente para toda la población del grupo LGBTTT+. Sin embargo, Mérida es una ciudad media en la que ya se pueden distinguir ciertas políticas, instituciones y sectores de la sociedad que son abiertos y protectores de los derechos de dicha comunidad. En lo que respecta al grupo de estudio (hombres homosexuales migrantes de estilo de vida), definitivamente Mérida sí se presenta como una ciudad gay-friendly que los recibe bastante bien. Es un hecho que su condición de extranjeros, originarios de países con mejores condiciones de existencia material, poseedores de un mayor capital cultural y sobre todo económico, los coloca en una situación aventajada, por lo que están lejos de constituir un blanco de discriminación homofóbica dentro de la ciudad.

Sin embargo, es importante no perder de vista que esta ciudad abierta y tolerante no lo es para todos, tal como Pasos Tzec (2015) dejó entrever al afirmar que existen aspectos socioeconómicos -y se cree que sobre todo étnicos- que modifican el trato, pues la realidad no es la misma para los homosexuales de la ciudad que pertenecen a las clases media y alta que para aquellos que vienen

de estratos más populares y de origen maya. Quizás esta diferenciación se pueda extender también para los extranjeros que vienen de países latinoamericanos con un nivel de vida parecido o incluso por debajo del local, pero ese es un tema aún pendiente de analizar.

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3 Es el acrónimo del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida.

4 Traducción propia de «Surprising and gay-friendly Merida».

3 Acronym in Spanish for Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (National Center for HIV/AIDS Prevention and Control).

Recibido: 05 de Abril de 2022; Aprobado: 15 de Julio de 2022

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