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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.13  Tijuana Jan./Dec. 2022  Epub May 08, 2023

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2548 

Artículos

“Migrar es como morir para renacer en otro lugar”: la experiencia de venezolanos en Perú

Valeria Aron Said1 
http://orcid.org/0000-0002-1750-5043

Luisa Feline Freier2 
http://orcid.org/0000-0002-4653-4812

Stephania Corpi Arnaud3 
http://orcid.org/0000-0003-4056-2879

1 Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú. Correo electrónico:valeria.aron@pucp.pe

2 Universidad del Pacífico, Perú, lf.freierd@up.edu.pe

3 Investigadora independiente, México, stephaniacorpi@gmail.com


Resumen

Este trabajo tiene como objetivo explorar el “sufrimiento” en la experiencia migratoria de los desplazados venezolanos en el trayecto hacia Perú: en el contexto de salida, durante el viaje y en el contexto de llegada. A través de una metodología cualitativa mixta, de observación participante y entrevistas, se busca entender la significación del concepto de sufrimiento en las distintas etapas del proceso. En el caso analizado se encontró que a cada fase le corresponden diferentes motivos y tipos de sufrimiento, y que otros se mantienen en las tres etapas. Aunque el sufrimiento está implícito en muchas de las recientes contribuciones académicas sobre el fenómeno de la migración, hace falta un adecuado desarrollo teórico del sufrimiento de los desplazados forzosos venezolanos. Este estudio aporta a la literatura sobre la migración y el sufrimiento, y a la vez a la emergente literatura sobre el éxodo venezolano en América Latina.

Palabras clave: migración; sufrimiento; salud mental de migrantes; migración venezolana; migración en Perú.

Abstract

This paper explores the concept of “suffering” in the migratory experience of displaced Venezuelans on their way to Peru, in the context of departure, during the journey, and arrival context. Through a mixed qualitative methodology of participant observation and interviews, we seek to understand the significance of suffering in the different phases of the process. In the analyzed case, it was found that each phase corresponds to different motives and types of suffering and that others remain in the three stages. Although the concept of suffering is implicit in many recent academic contributions about the migration phenomenon, there is a need for adequate theoretical development of the suffering of Venezuelan displaced persons. This study contributes to the literature on migration and suffering, and at the same time, to the emerging literature on the Venezuelan exodus in Latin America.

Keywords: migration; suffering; migrants’ mental health; Venezuelan migration; migration in Peru.

Introducción

La profundización de la crisis política, económica y humanitaria en Venezuela desde el año 2014 ha causado un desplazamiento masivo de venezolanos hacia diversos países de la región. Pese a la imprecisión de las cifras oficiales, se estima que esta severa crisis ha generado la salida del país de por lo menos 5 millones y medio de personas, el equivalente a más que 15 por ciento de la población (Response for Venezuelans [R4V], 2021). Además, es importante recalcar que 80 por ciento de ellos han migrado a países de América Latina (Selee, Bolter, Muñoz-Pogossian y Hazán, 2019), siendo Perú el segundo receptor de población venezolana, superado únicamente por Colombia.

Existe un debate académico sobre si los venezolanos deben ser considerados como refugiados según la definición de la Declaración de Cartagena que ha sido incorporada por la mayoría de los países de América Latina en sus legislaciones (Freier, 2015; Freier, Berganza y Blouin, 2021). En 1984, la Declaración amplió la definición universal de refugiado para entenderlo también como aquella persona (o grupo de personas) que huye de su país ante una amenaza de violencia generalizada, agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público (Acosta, Blouin y Freier, 2019; Blouin, Berganza y Freier, 2020). El éxodo venezolano no se puede describir como una migración económica voluntaria, sino que más bien constituye lo que Alexander Betts llamaría “migración de supervivencia”, es decir, son personas que están fuera de su país de origen debido a una amenaza existencial por la cual no tienen acceso a un recurso interno o resolución (Betts, 2013, p. 10).

Una experiencia migratoria con las características del caso venezolano repercute en la población al afectar su salud mental, causar dolores y hasta daños físicos. De acuerdo con Clay (2019) la crisis en Venezuela ha generado sentimientos de tristeza, miedo, ira, ansiedad y síntomas depresivos, los cuales son cada vez más frecuentes entre la población. En este sentido, un estudio realizado por Caroll, Luzes, Freier y Bird (2020) encontró que los migrantes venezolanos que llegaron a la frontera entre Ecuador y Perú en abril de 2019 tenían una prevalencia elevada de depresión: 19 por ciento en el caso de los varones y 23 por ciento en el caso de las mujeres, en comparación con alrededor de 4 por ciento para una población típica.

Una vez en el país del destino, los migrantes se enfrentan a diferentes desafíos relacionados con la integración social, como choques culturales, ausencia de redes de apoyo, discriminación laboral, maltrato, xenofobia y violencia. El proceso migratorio tiene efectos negativos en el bienestar psicosocial de los venezolanos, ya que la experiencia de una migración forzosa puede generar efectos traumáticos que se acentúan, por ejemplo, a través de sentimientos como la culpa que pueden sentir por los familiares y amigos que dejaron en Venezuela. Sin embargo, es importante señalar que la salud mental de los migrantes puede ser cambiante debido a las diferentes etapas en el proceso de adaptación al país de acogida (Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico [CIUP], 2020).

Existen algunas aproximaciones que buscan describir y explicar el fenómeno del desplazamiento forzado de ciudadanos venezolanos en América Latina, así como las reacciones políticas frente a él (Aron Said y Castillo Jara, 2020; Gandini, Lozano y Prieto, 2019; Mahlke, Parent y Yamamoto, 2017; Freier y Castillo, 2020). No obstante, la emergente literatura no se ha centrado en las experiencias de los propios migrantes; existe un vacío sobre aspectos relacionados a la salud mental o al sufrimiento.

La presente investigación busca complementar la literatura migratoria a través de la exploración de las experiencias de sufrimiento de un grupo de venezolanos desplazados en Perú. De esta manera, se indaga en torno de las manifestaciones del sufrimiento en el contexto de las distintas etapas del trayecto migratorio: al salir de Venezuela, durante el viaje terrestre y la llegada a Perú. Para este propósito, se realizaron diversas entrevistas y un trabajo etnográfico que implicó el acompañamiento a un grupo de migrantes venezolanos desde la salida de su país hasta la llegada a la ciudad de Lima, capital de Perú. El propósito se esta investigación es evidenciar las distintas fases por las que transitaron los migrantes venezolanos y las emociones relacionadas con el sufrimiento que los acompañan.

El artículo está estructurado de la siguiente forma: primero se describe brevemente la metodología utilizada; en segundo lugar, se presentan las características del estudio de caso; se describe la migración de venezolanos en Perú y las políticas que el país ha adoptado para su acogida. Seguidamente, se expone el marco teórico centrado en la relación entre la migración y el concepto de sufrimiento. A continuación, se discuten los testimonios y las experiencias de migrantes venezolanos a partir del trabajo etnográfico y las entrevistas realizadas. Finalmente, se presentan las conclusiones, donde se abordan las principales contribuciones de la investigación.

La migración venezolana y la política de Perú

Según Paez y Vivas Peñalver (2017), ha habido tres fases importantes en la reciente emigración venezolana: “buscando nuevas oportunidades” (2000-2012) (p. 13), “creciente desesperanza” (2012-2014) (p. 16) y “migración de la desesperación” (2015-actualidad) (p. 22). Los autores explican que la mayoría de los migrantes venezolanos que salieron del país en la primera fase eran ciudadanos de ingresos altos o medios que optaron por mudarse a Estados Unidos o al sur de Europa. En esta fase migraron profesionales relativamente ricos y educados que aportaron inversiones, emprendimientos y habilidades especializadas a sus países de acogida. El incremento en la desintegración del sistema económico y político de Venezuela causó la segunda fase del desplazamiento venezolano, con un flujo menos homogéneo en términos de nivel socioeconómico. Aunque muchos todavía huyeron a Estados Unidos y Europa, cada vez más venezolanos se trasladaron a países dentro de la región, como Colombia, Panamá y otros en el Cono Sur.

La fase actual del desplazamiento, denominada “migración de la desesperación”, comenzó en la primera mitad de 2015. Paez y Vivas Peñalver (2017) establecen que estos migrantes huyen en respuesta a la creciente crisis humanitaria caracterizada por la escasez de alimentos y medicamentos, la inflación y un fuerte aumento de la violencia y de la represión política. En general, son migrantes más pobres y menos educados que los de las fases anteriores. Ellos abandonan el país con poca consideración por la seguridad, la estabilidad o incluso la viabilidad en los países de destino y tienden a tener menos recursos cuando salen del país.

Este cambio en el perfil de los migrantes venezolanos se evidencia en el caso peruano a través de los informes periódicos publicados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). A la fecha se han publicado nueve informes referidos a la población venezolana en el país. Los datos del documento de octubre de 2017 revelan que en ese entonces la mayoría de la población venezolana en Perú era de sexo masculino, joven y soltera; 81.8 por ciento de los encuestados tenían entre 18 y 35 años, 62.6 por ciento eran hombres y 75.9 por ciento solteros (OIM, 2017). En contraste, los datos publicados en febrero de 2020, justo antes el inicio de la pandemia causada por la COVID-19, muestran una población marcadamente distinta: la mayoría eran migrantes mujeres (55 %) viajando acompañadas por niños; 45 por ciento de las personas entrevistadas declaró ser responsable de al menos un menor en su grupo (OIM, 2020). Entonces, si bien el primer perfil fue de personas jóvenes y solteras buscando oportunidades en Perú, la ola actual se caracteriza por mujeres y niños que buscan la reunificación familiar.

El fenómeno migratorio venezolano en Perú ha cobrado vital importancia debido al incremento exponencial de dicha población en el país. Se estima que en 2015 había 3 768 venezolanos en Perú, sin embargo, al cierre de 2020 dicha población ya superaba el millón (R4V, 2021). Así mismo, la mayoría de los venezolanos ingresó al país en el año 2018 (76.8 %) principalmente en el período de febrero a octubre; en 2017 entraron solo 19.6 por ciento; 2.7 por ciento en 2016 y 1 por ciento durante el período comprendido entre 2011 y 2015 (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2019).

Este incremento vino acompañado de la creación de mecanismos de regularización para la población venezolana. El Permiso Temporal de Permanencia (PTP) se promulgó el 3 de enero de 2017 y dejó de ser emitido el 31 de diciembre de 2018. A lo largo de su existencia, tuvo cuatro modificaciones en temas relativos a los plazos para el otorgamiento y a las condiciones para su obtención. En las tres primeras variaciones se ampliaron tanto los plazos para la obtención del permiso, como para su solicitud. Sin embargo, el último PTP decretado estableció un retroceso en ambos aspectos. Esto se debió al cambio de gobierno en el país; el mandatorio entrante, desde una concepción securitista de la migración (contraria a la de su predecesor), implementó medidas restrictivas como la introducción del pasaporte como requisito de entrada al país y, posteriormente, la visa humanitaria (Aron Said y Castillo Jara, 2020).

En cuanto al PTP, en 2017 se emitieron 37 671 permisos, mientras que para 2018 la cantidad se elevó a 162 450, lo cual representó un incremento de 331 por ciento respecto del año anterior (Superintendencia Nacional de Migraciones, 2018). En relación con las personas refugiadas y solicitantes de refugio, a consecuencia del incremento del flujo migratorio venezolano, Perú se ha convertido en el país con más solicitudes de asilo de dicha nacionalidad, con cerca de 1 500 000 solicitudes al cierre de 2020 (R4V, 2021), seguido por Brasil y Estados Unidos (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, 2019).

Marco teórico: el sufrimiento del migrante

El concepto de sufrimiento social se ha nutrido de manera progresiva de disciplinas como la sociología (Bauman, 1994) y la antropología (Kleinman y Kleinman, 1997; Sayad, 2004). La complejidad su conceptualización se debe a que está relacionado con vivencias personales y procesos diversos que son difíciles de describir (Wilkinson, 2005).

Al hablar de sufrimiento y migración en términos sociológicos, Zygmunt Bauman (1994, 1995) teoriza en el ámbito sociopolítico. El concepto de sufrimiento que propone Bauman se puede entender desde dos variantes: a partir de las relaciones entre seres humanos en las que hay un perpetrador claramente identificable que causa sufrimiento a otro (sufrimiento relacional), y a partir de ciertas condiciones de vida derivadas del entorno social, económico o cultural que causan el sufrimiento (sufrimiento estructural) (Jacobsen y Marshman, 2008). El sufrimiento estructural está en constante dinámica con la élite gobernante, es decir, con quienes ejercen poder sobre un determinado grupo o individuo. Por lo tanto, se entiende que las acciones gubernamentales (como la creación de leyes y políticas públicas) pueden incrementar el sufrimiento de las personas.

El género, la etnicidad, la nacionalidad y el estatus socioeconómico son factores que pueden ser causantes de sufrimiento extremo para los individuos y los grupos humanos (Farmer, 1997). Tal como afirma Farmer, cualquier característica distintiva, ya sea social o biológica, puede servir como pretexto para la discriminación y, por ende, causar sufrimiento. En el contexto de la migración, este es un hecho fundamental, ya que las sociedades tienen formas muy distintas de socializar -acento, forma de vestir, idioma, religión, etcétera- y, por tanto, existen diferencias que pueden servir como detonantes para la discriminación.

Por otro lado, Abdelmalek Sayad desarrolla el concepto de sufrimiento en el marco de la antropología de las migraciones. En su libro La doble ausencia: De las ilusiones del emigrado, a los padecimientos del inmigrado (2004) el autor establece que, para entender la experiencia migratoria de los individuos, la migración debe analizarse tanto desde la lógica de la sociedad de emigración como de la sociedad de inmigración. En el desarrollo de su teorización, Sayad (2004) afirma que la condición de ser un no-nacional sitúa al migrante en una posición de inmediata subordinación frente a los nacionales, y, por tanto, de desigualdad. El sufrimiento debe entenderse como un sentimiento que es consecuencia de distintos factores que se presentan durante la experiencia migratoria: discriminación, choque cultural, desprendimiento de lo propio, entre otros.

Recientemente se han publicado estudios que relacionan el sufrimiento social y las migraciones en los términos descritos. Parella, Petroff, Speroni y Piqueras (2019) se enfocan en las migraciones de retorno y desarrollan una propuesta conceptual para el análisis del sufrimiento en los migrantes retornados a través del modelo VIA, compuesto por los ejes analíticos de vulnerabilidad, incertidumbre y asistencia. Por otro lado, el sufrimiento social ha sido investigado en el fenómeno de las deportaciones migratorias. Por ejemplo, Radiziwinowiczówna (2019) y Montes (2019) analizan el caso de nacionales mexicanos desde distintas perspectivas, ambas partiendo de entrevistas con migrantes deportados. Mientras que en el primer caso se pone enfasis en el sufrimiento individual en el contexto de deportaciones no autorizadas, el segundo estudio supone un análisis a nivel familiar que busca exponer el sufrimiento que se materializa de manera grupal.

Para el caso de investigaciones en el contexto peruano, y específicamente sobre el desplazamiento forzado venezolano, es relevante señalar que no se han realizado estudios que vinculen los conceptos mencionados. Sin embargo, para el tema en cuestión es importante la investigación de Caroll et al. (2020) en la medida que estudia la salud mental de los migrantes venezolanos en Perú. A pesar de que esta investigación parte de un enfoque psicológico, los resultados son vinculantes en la medida que, a traves de métodos cuantitativos, se evidencia el impacto negativo que tiene el viaje migratorio en la salud mental de los nacionales venezolanos. Así mismo, se han encontrado realidades que dan cuenta de los desafíos para la integración de la población venezolana en Perú y la profundización de su vulnerabilidad (Blouin y Freier, 2019).

En suma, la presente investigación cobra mayor importancia en la medida que busca evidenciar el sufrimiento de los migrantes en tres etapas distintas del fenómeno: la partida, el viaje y la llegada. Con ello se busca, por un lado, desarrollar el concepto del sufrimiento para los estudios migratorios y, por otro, demostrar la situación de vulnerabilidad de dichas personas, así como resaltar la importancia de generar políticas nacionales que contemplen enfoques prioritarios para la salud mental de los migrantes.

Metodología

El análisis se basa en un esfuerzo colaborativo que parte de la puesta en diálogo del trabajo etnográfico y las entrevistas semiestructuradas realizadas a migrantes venezolanos en diferentes lugares y momentos del año 2018. El estudio se compone de tres experiencias de investigación cuyas características distintivas permitieron tener una comprensión más amplia del fenómeno. De lo anterior se obtuvo material empírico que sirvió de base para entender el concepto del sufrimiento a partir de la experiencia de migrantes venezolanos durante el trayecto. Se analizó la información para identificar patrones de comportamiento y experiencias compartidas, así como también aspectos diferenciales en los distintos momentos del viaje.

El presente artículo se basa en la investigación inductiva; durante el trabajo de campo se realizaron preguntas abiertas para indagar en las experiencias de las personas entrevistadas a lo largo de su proceso migratorio. Sin embargo, el concepto del sufrimiento no fue abordado o sugerido directamente en las entrevistas, sino que los relatos relacionados con el tema surgieron de manera espontánea por parte de los participantes. Con base en las coincidencias encontradas en sus respuestas, se decidió recurrir al concepto de sufrimiento que integra las dimensiones individuales y colectivas del fenómeno, aludiendo a los ámbitos sociológico y antropológico como herramientas teóricas para dar sentido a estas experiencias vividas y narradas. Esto fue un hecho crucial para la significancia de los resultados del presente estudio en la medida que evidencia la estrecha relación entre la migración y el sufrimiento.

Cuadro 1 Trabajo de campo realizado 

Lugar Fecha Metodología Número de participantes
Primera experiencia de investigación Tumbes, Perú Mayo 2018 Entrevistas semiestructuradas 15
Tacna Perú 8
Segunda experiencia de investigación San Antonio de Táchira, Venezuela hasta Lima, Perú Mayo-junio 2018 Trabajo etnográfico 6
Entrevistas semiestructuradas 20
Tercera experiencia de investigación Lima, Perú Junio-septiembre 2018 Entrevistas semiestructuradas 20

Fuente: Elaboración propia.

La primera experiencia de investigación se llevó a cabo en mayo. Se realizaron entrevistas semiestructuradas con 15 venezolanos en Tumbes, región fronteriza entre Ecuador y Perú. El principal objetivo de éstas fue aproximarse a la realidad que los migrantes venezolanos atraviesan en su viaje y observar las dificultades que experimentan al salir de su país. Durante las mismas fechas, se realizaron entrevistas semiestructuradas a ocho migrantes venezolanos en Tacna, cerca de la frontera entre Perú y Chile.

Por otro lado, en la segunda experiencia de investigación el trabajo etnográfico consistió en utilizar la observación participante como método cualitativo para comprender el comportamiento, las creencias y los valores de este grupo social a través de la inmersión en su comunidad (Ritchie, Lewis, McNaughton Nicholls y Ormston, 2013). El trabajo consistió en acompañar a un grupo de seis migrantes venezolanos desde San Antonio de Táchira, ciudad venezolana que es frontera con Colombia, hasta la ciudad de Lima, capital de Perú. El viaje se realizó entre el 26 de mayo y el 7 de junio de 2018. Durante el trabajo de campo realizado, se realizaron entrevistas semiestructuradas a más de 20 migrantes adicionales con el propósito de lograr un entendimiento más profundo sobre sus vivencias, emociones y los desafíos que enfrentaron a lo largo del viaje desde Venezuela hasta Perú.

Finalmente, la tercera experiencia de investigación corresponde a las entrevistas semiestructuradas realizadas en Lima entre junio y septiembre de 2018. En este ejercicio, se entrevistó a 20 migrantes venezolanos que se encontraban ya establecidos en dicha ciudad; se les preguntó sobre sus experiencias respecto a temas como la inclusión social, la inserción en el campo laboral, la discriminación, los sentimientos de nostalgia, entre otros.

Para el desarrollo de las entrevistas, se elaboró un documento con preguntas guía según la temática que se buscaba conocer. Cabe recalcar que el desarrollo de las entrevistas semiestructuradas, al no ser rígido, permitió hacer ligeras variaciones dependiendo de las experiencias particulares que cada migrante relataba. Por ejemplo, en algunos casos los entrevistados enfatizaron mucho en la nostalgia de dejar a sus familiares, principalmente los más jóvenes, mientras que otros se enfocaban sobre todo en los episodios de xenofobia de los que habían sido víctimas. Previa autorización de los participantes, las entrevistas fueron grabadas y posteriormente transcritas.

Por otro lado, durante el trabajo etnográfico se elaboró un reporte en el cual se documentaron las principales experiencias y percepciones de los participantes durante los momentos del viaje. Las entrevistas realizadas durante el trayecto no fueron grabadas, sino que se tomó nota de los aspectos importantes conforme el desarrollo de éstas. El criterio para seguir dicha metodología fue que, al tratarse de entrevistas realizadas en un contexto de viaje, éstas se daban de manera más informal, como una conversación.

En todas las experiencias de investigación se contó con el consentimiento verbal o escrito de los participantes. Así mismo, todos los nombres empleados en la sección de análisis empírico son ficticios con el fin de proteger la identidad de las personas entrevistadas.

Análisis empírico: el sufrimiento en la migración venezolana

A través de los testimonios obtenidos en el trabajo de campo, se analizó el sufrimiento de los migrantes venezolanos en el contexto de salida, durante viaje y en el contexto de llegada. Esta experiencia significó viajar en bus todo el trayecto desde Venezuela, pasando por Colombia y Ecuador, para finalmente llegar a Perú. Esto implicó pasar seis controles fronterizos, recorrer más de 3 000 kilómetros, hacer colas por horas y caminar.

Sufrimiento en el contexto de salida

Al abordar el contexto de salida se hace referencia a las situaciones que forzaron a los ciudadanos venezolanos a dejar su país y desplazarse hacia otros de la región latinoamericana, en este caso, a Perú. Se evidencia que, en dicho contexto, tomar la decisión de migrar generó sufrimiento al resultar muy difícil separarse de familiares, personas cercanas y de todo un ambiente hasta entonces conocido para emprender un viaje difícil y desconocido. La falta de certidumbre fue un factor clave en esta experiencia de sufrimiento, por ello, al cruzar la frontera y llegar a Colombia, muchos migrantes sintieron que, pese a las dificultades, habían llegado a un entorno más seguro y soportable.

En el contexto de salida, en San Antonio de Táchira, se observaron las consecuencias del colapso económico y social de Venezuela: calles sucias, constantes cortes de luz, presencia de mendigos en busca de comida, entre otros indicadores de un país en crisis. Incluso, en mayo de 2018, las oficinas de control migratorio trabajaban sin horario establecido y alrededor de cuarenta mil personas deambulaban diariamente por el Puente Internacional Simón Bolívar que conecta a Venezuela con Colombia (El Nacional, 2018).

El caso de Rafaela ejemplifica la desesperación por salir del país. Ella dejó Venezuela en marzo de 2016. Era propietaria de un pequeño negocio de alimentos y también trabajaba como taxista, además de ser estudiante por las noches. Sin embargo, el dinero no le alcanzaba para pagar su alimentación ni el cuidado de su madre que estaba enferma de leucemia.

“No aguanto más esta…”, me dije. “Me mato trabajando, estudiando. Mis hermanos trabajando. Mi papá trabajando y no dábamos para levantar la casa”. Me dije “no, alguien tiene que hacer el sacrificio. Lo voy a hacer yo”. Vendí todo. ¿Y sabes cuánto logré reunir? 300 dólares. Con 300 dólares llegué a Colombia. Tuve que venirme en autobús porque mi pasaporte se me había vencido (Rafaela, comunicación personal, 8 de mayo de 2018).

Los migrantes llegan a la frontera habiendo pasado por una gran angustia dentro del mismo país. Esto se traduce en sentimientos de desesperación, según los testimonios de los entrevistados. Carolina explicó:

Llegas primero hasta San Antonio de Táchira [Venezuela] y pasas la frontera a Cúcuta [Colombia]. Esa frontera yo creo que es la más traumática para todos los venezolanos. Es un trecho que debes caminar con tus maletas, con todo. Las colas eran interminables. Había personas que lloraban, personas desmayadas por la presión, por el bullicio de la gente, por el sol que pegaba en ese momento. Me tocó ayudar a una señora que decía que no iba a poder y yo la animaba (Carolina, comunicación personal, 3 de junio de 2018).

De esta manera, Cúcuta, del lado colombiano, se ha convertido en la primera puerta a “la libertad” para los migrantes venezolanos. Sin embargo, muchos viven en dicha frontera en condiciones muy difíciles, dedicándose a cualquier tipo de actividad que pueda proporcionarles algún ingreso, desde el comercio ambulatorio hasta vender su cabello o la prostitución. Freddy, de 22 años, se dedicaba a vender cigarros que compraba en Venezuela a menor precio. Él contaba que, a pesar de las carencias económicas, estar en Colombia era mejor que estar en Venezuela; llegar a Cúcuta ya significaba cierto alivio debido a la mayor oferta de productos y servicios disponibles y por la mayor previsibilidad con la que transcurre la vida cotidiana (Freddy, comunicación personal, 5 de junio de 2018).

Por otro lado, el sufrimiento ocasionado por dejar a los familiares confluye con el causado por la precariedad económica. En el trabajo de campo se evidenció que varios de los entrevistados en San Antonio de Táchira sufrieron estrés al juntar el dinero necesario para emprender el viaje. Así mismo, todos los que viajaban solos sufrieron por haber tenido que despedirse de su familia y muchos incluso manifestaron que no tuvieron el valor de despedirse de sus hijos. Rafaela contó:

Migrar significa dejar todo lo que uno es, su familia. Uno se los lleva a donde uno vaya, pero no es lo mismo. A ningún lugar donde tú vayas te vas a sentir realmente aceptado o comprometido. Una parte de ti siempre se pregunta ¿estoy haciendo lo correcto al dejar mi país? (Rafaela, comunicación personal, 8 de mayo de 2018).

Testimonios como los de Rafaela y Carolina demuestran el carácter forzoso de la emigración venezolana. La decisión final de migrar se toma debido al agudizamiento de la crisis y no como parte de un plan de vida previamente estructurado, lo cual genera un sufrimiento más complejo. Para muchos entrevistados, la angustia de dejar inesperadamente a sus familiares y a su entorno se desvanecía con la ilusión de llegar a un país nuevo. La mayoría de los entrevistados en la ciudad venezolana de San Cristóbal escondió ese dolor con cinismo y bromas, pero otros rompieron en llanto.

En el contexto de salida es posible identificar dos fuentes principales de sufrimiento. En primer lugar, se sufre debido a la crisis humanitaria; se sufre por el deterioro en las condiciones de vida y la imposibilidad de vivir dignamente en su país natal. En segundo lugar, se sufre por dejar a los familiares en Venezuela, tanto por la separación en sí como por saber que ellos se quedan en un país sin oportunidades, con creciente violencia y con índices de muerte cada vez más altos.

Sufrimiento durante el viaje

En el contexto del viaje se han identificado dos tipos de sufrimiento: el sufrimiento físico debido al agotamiento y el deterioro de la salud, y el sufrimiento psicológico por dejar a la familia, por no tener en quién apoyarse en momentos de dificultad, por no contar con los medios para continuar el viaje y por la incertidumbre de no saber cómo podrán sobrevivir o cómo serán tratados por la población en el país de destino. Sumado a eso, es importante resaltar el impacto psicológico de los casos de robo entre compañeros de viaje. Igual que en la sección anterior, aparece el tema de la incertidumbre como un aspecto crucial.

Médicos Sin Fronteras (2013) establece que muchos de los problemas físicos y psicológicos que se evidencian en los migrantes son consecuencia de sus experiencias migratorias. Los síntomas físicos más comunes asociados a las difíciles condiciones del viaje son la deshidratación y la hipotermia, mientras que el sufrimiento psicológico se manifiesta a través de traumas, síntomas depresivos y reacciones postraumáticas, solo por nombrar algunos (Caroll et al., 2020). En medio del viaje, además del agotamiento y los malestares físicos, destacan la falta de acompañamiento y de apoyo emocional en las situaciones críticas, ya que muchas veces no están presentes ni familiares ni amigos y es común tambien encontrarse con personas deshonestas que, en lugar de ayudar, aprovechan la vulnerabilidad de los migrantes para su propio beneficio.

Los testimonios de los entrevistados en el trayecto desde Cúcuta describen lo mencionado y ejemplifican uno de los impactos psicológicos más significativos: la pérdida de confianza en las personas. En contexto de crisis, el comportamiento de las personas cambia y en el afán de sobrevivir, son frecuentes los casos de robo entre migrantes que viajan juntos. A Daniela, de 18 años, le robó su compañera de viaje:

Yo llegué hace cinco días. Venía con una chica de Maracay, con ella viajé, amiga de una prima. Se llevó todo; mi ropa, mi cédula, mi pasaje hasta Bogotá. Ahora estoy aquí, varada en Cúcuta. Duermo con cinco o seis personas en un cuarto, todos los días alguien diferente porque algunos alcanzan a pagar el alquiler del cuarto con lo que ganan el día, pero no siempre somos los mismos (Daniela, comunicación personal, 30 de mayo de 2018).

Una vez culminado el tránsito de Venezuela a Colombia a través de Cúcuta, cruzar Colombia para continuar el viaje hacia Perú sigue siendo un reto para muchos. Incluso si consiguen el dinero suficiente para comprar un boleto de bus, el viaje en sí mismo suele ser muy complicado. En esta zona, la carretera tiene muchas curvas y la altura es variable a lo largo del camino. Por lo tanto, los mareos y vómitos se volvieron algo habitual. Adriana, de 24 años es terramoza de un bus y comentó lo siguiente sobre su experiencia con los pasajeros:

A mí me ha tocado ser una especie de psicóloga, escuchar historias y ayudarles a sentirse mejor. En los buses por lo general viajan familias completas o mujeres que llevan niños. Yo soy desplazada de la guerra en Colombia, soy de Antioquia, pero he vivido casi toda mi vida en Cúcuta y por eso me identifico con ellos que tienen que dejarlo todo. Mucha gente se marea mucho durante este trayecto. En una ocasión tuvimos a un señor de 60 años que cuando empezamos las cuestas a 3 000 metros de altura se desmayó. Pero yo trato de orientarlos y de explicarles qué sigue en la frontera (Adriana, comunicación personal, 30 de mayo de 2018).

Cruzar Colombia es el tramo más largo y costoso. Sin embargo, en mayo de 2018, era probablemente el mejor organizado debido a que el costo del pasaje incluía tres comidas y los buses hacían paradas donde las personas podían usar los servicios higiénicos. Una vez en Rumichaca -la frontera con Ecuador- la situación empeoraba. Las largas filas de espera se formaban sobre un puente fronterizo a 2 900 metros sobre el nivel del mar. Esto genera un frío húmedo característico de dicha zona andina, donde incluso las temperaturas llegan a alcanzar los cero grados, algo a lo que los venezolanos no están acostumbrados.

Debido a las largas filas, muchos debían pasar la noche en la frontera donde la espera era de 12 horas o incluso de días. De acuerdo con los entrevistados, el clima era lo más agotador; el sol quema muchísimo durante el día, pero entrada la noche las temperaturas bajan drásticamente. En este contexto, el aprovechamiento de la vulnerabilidad de las personas es una situación alarmante. Por ejemplo, una manta podía valer diez dólares, lo cual para la mayoría era imposible de costear. Franco, enfermero de 24 años, refirió lo siguiente acerca del alto costo del viaje y el sufrimiento físico y psicológico que involucra migrar:

Vendí mi patrimonio para poder venirme: mi carro, mi moto, mi televisor, unos muebles y mi teléfono. Para mí el principal desafío han sido las curvas y las ganas de vomitar y el malestar porque no estamos comiendo bien. Esto es muy duro, dejamos a nuestra familia sola; mi mamá se quedó sola en mi casa (Franco, comunicación personal, 29 de mayo de 2018).

Una vez sellado el pasaporte por las autoridades ecuatorianas, muchos se sintieron desesperados por saber cómo continuar el viaje. La búsqueda por encontrar la forma de llegar a la frontera con Perú, la incertidumbre de los horarios, los costos y el poder avisar a sus familias en qué parte del camino iban, generaban una angustia que desesperaba a todos. Muchos nunca habían salido de Venezuela. Nuevamente, lo desconocido genera incertidumbre y ésta puede llegar a transformarse en sufrimiento. Asimismo, la preocupación por la familia es un tema constante, tanto en el contexto de salida como durante el viaje mismo.

Por otro lado, en el caso de muchos, sus ahorros se iban agotando. Un aspecto que importa recalcar es la comercialización de la migración: el paso de migrantes se ha convertido en un negocio lucrativo para los locales. Todo tiene un precio, ya sean los minutos de internet en un cibercafé, una manta para el frío, la renta del baño o las botellas de agua que cuestan el doble. A este fenómeno se le conoce como la globalización del sufrimiento; la experiencia del sufrimiento es utilizada como un producto al cual se le puede poner un precio (Kleinman y Kleinman, 1997). Esto es un símbolo de las transformaciones culturales de la era actual, donde en lugar de ver oportunidades de apoyo a la humanidad, se ven oportunidades de negocio, tal como muestran los testimonios.

Roberto comentó que el viaje en autobús le resultó muy difícil y que no contaba con nadie para apoyarse emocionalmente:

No es sencillo. Es cruzar tres países solo. Eso me ha pegado mucho. Dejar a mi familia. Dejar mi vida. Es difícil no ponerse sentimental y no romper en llanto. Pero es que dejas tu vida entera. Atravesar tres países que no conoces. Pero no sé qué va a pasar más adelante. El reto más duro es dejar a mi gente allá. ¿Sabes qué es lo más difícil? Yo me estoy comiendo esto acá y no sé si ellos están comiendo (Roberto, comunicación personal, 17 de mayo de 2018).

En el testimonio de Roberto se puede ver que la culpa por dejar a la familia es también una causa de sufrimiento constante en los migrantes.

Sufrimiento en el contexto de llegada

En el contexto de llegada se identifican dos tipos de obstáculos que causan sufrimiento en los migrantes venezolanos: los legales y económicos, y los sociales. Ambos forman parte del sufrimiento estructural identificado por Bauman (1994, 1995). Respecto del primero, la informalidad laboral y las condiciones de precariedad características del país se acentúan en una población vulnerable como la venezolana. Como consecuencia, la posibilidad de contar con el dinero para la legalización migratoria a través del PTP se disminuye. Por lo tanto, el sufrimiento se manifiesta permanentemente y a través de distintas maneras en el aspecto laboral.

Con referencia a los obstáculos sociales, estos se presentan principalmente a través de los actos de xenofobia manifestados tanto en ambientes laborales como en espacios públicos. Adicionalmente, un factor importante en la generación de sufrimiento es el hecho de tener que aceptar trabajos de menor nivel considerando sus grados educativos, sumado al miedo por estar en un lugar nuevo y desconocido. En el contexto de llegada se pudo evidenciar nuevamente la presencia de estados de ansiedad por la imposibilidad de comunicarse con sus familiares, lo cual es recurrente en las tres etapas migratorias.

Los obstáculos legales y económicos se manifiestan sobre todo en el ámbito laboral. En este punto cabe tener en cuenta que Perú es un país caracterizado por su informalidad; se estima que ocho de cada diez mujeres y siete de cada diez hombres tienen un empleo informal (Centro Nacional de Planeamiento Estrategico, 2016). Para el caso de los venezolanos en el país, el patrón es el mismo e incluso se agudiza por las condiciones de vulnerabilidad descritas.

La tenencia de contrato entre los trabajadores venezolanos es cinco veces menor que entre los peruanos. Asimismo, las jornadas laborales de los venezolanos son más largas que las de los nacionales y se enfrentan constantemente a complicaciones relacionadas al incumplimiento de pagos (Banco Mundial, 2019). Esta difícil situación económica que enfrentan es, a su vez, un obstáculo para la regularización migratoria, ya que para muchos asumir el costo del trámite de PTP (aproximadamente 13 dólares) implica un ahorro significativo y un reto; su salario les sirve apenas para sobrevivir y no pueden dejar de enviar dinero a sus familiares en Venezuela. Aunque saben de la importancia de regularizar su estancia en Perú, ello implica un gasto difícil de costear.

Uno de los obstáculos legales más recurrentes es la regularización de títulos profesionales. Dorismar llegó a Perú con título de ingeniera, pero registrarlo le costaba 700 soles y no contaba con el dinero para ello, así que no tuvo otra opción que trabajar en una grifería, pero abandonó muy pronto dicho empleo, ya que no se sentía a gusto laborando ahí.

Yo nunca había hecho algo así, me sentía muy extraña. Fui una sola vez y no volví más. No me veía en ese trabajo, me sentía incómoda. Tenía que trabajar 12 horas. Así que cuando llegó la hora del almuerzo les dije que me disculparan, que el trabajo no era para mí (Dorismar, comunicación personal, 18 de agosto de 2018).

Por otro lado, los obstáculos sociales hacen referencia a los actos xenofóbicos que sufren los migrantes especialmente en el ámbito laboral, y a aquello que Sayad (2004) define como el desprendimiento de lo propio. Si bien en el caso de estudio este tipo de sufrimiento no se refiere al hecho de tener que adaptarse a una cultura notoriamente distinta a la propia, sí se puede afirmar que los migrantes venezolanos experimentan un choque al verse forzados a aceptar un nuevo nivel de vida inferior al que tenían en su país, sobre todo en el caso de las personas profesionales. Este tipo de desajustes entre la realidad y la expectativa del individuo provoca que los procesos de integración se complejicen (Parella et al., 2019). Se observa una brecha importante entre los niveles de calificación de la población venezolana en Perú y el tipo de trabajos que desempeñan (Banco Mundial, 2019).

A Jefferson y a Becky la situación de carencia los ha llevado a aceptar empleos que anteriormente no hubiesen imaginado desempeñar. Esto ha incomodado mucho a Becky, porque nunca pensó que siendo una profesional terminaría lavando baños:

Empecé cuidando a una niña, pero después me dijeron que por favor ordenara el cuarto de la señora y yo fui tranquila. Luego me pidieron que lavara el baño. Eso ha sido muy... no sé, me he sentido muy mal. Ningún trabajo sobra, pero a uno le daña su… orgullo. Me hirió mucho el día que me puse a lavar el baño, porque me parece asqueroso… Yo veía ese montón de cabellos que tenía que tocar con mis manos. Cuando estaba lavando el baño se me caían las lágrimas. Cinco años de una carrera, cuatro años de la otra, casi seis meses en un diplomado, tanto estudio para venir a lavar baños... Me decía “no puedo creerlo”. Después pensé “yo estoy aquí para ofrecer algo a mi familia al día de mañana, para poder surgir, porque no puedo hacerlo en mi país. Entonces tengo que batallar, porque eso es lo que hace un migrante, sacar fuerzas donde uno no tiene para salir adelante” (Becky, comunicación personal, 22 de mayo de 2018).

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, la llegada inmediata a Perú para muchos fue un alivio. La sensación de no necesitar ningún otro sello era reconfortante y el viaje a Lima desde la frontera les daba calma a muchos ya que buena parte del trayecto es sobre la costa. No obstante, el hecho de no poder contactarse con sus familias a muchos les creaba ansiedad

-tal como se identificó anteriormente-, ya que necesitaban comunicar que estaban a punto de llegar o, si alguien los iba a recoger, necesitaban saber a dónde ir. Por otro lado, se percibió que sentían miedo ante el hecho de encontrarse en un lugar nuevo. Antes de llegar, su principal preocupación era continuar con el viaje; ahora debían enfrentar el desafío de establecerse y sobrevivir en un nuevo país.

En este sentido, podría parecer que el viaje era lo más complicado, pero al llegar a Perú se encontraron con situaciones que no imaginaban, como no conseguir empleo durante semanas o ser discriminados por su forma de hablar. La xenofobia contra los migrantes venezolanos suele manifestarse en los espacios públicos. Al respecto, Naycore señala lo siguiente:

Un día en un autobús viví un episodio de discriminación. Se monta un vendedor ambulante en el autobús. Cuando el hombre me ve que me monto en el autobús, enseguida dijo: “aquí viene una Miss Venezuela”. Y dijo: “ustedes son una plaga, deberían irse de mi país o es que acaso te casaste con un peruano para tener los papeles legales en mi país. Cuidado con robar, porque te tenemos el ojo puesto”. Cuando el hombre me dijo eso, la gente lo que hizo fue reírse. Allí nadie dijo nada por mí. Yo creo que, si hubiese habido algún venezolano hombre, hubiese sido otra cosa. Sí me defienden. Durante esa agresión en el autobús yo le dije al hombre: “no necesito casarme con un peruano para estar legal en tu país y ladrona no soy”. Cuando se bajó, entré en crisis. Reconozco que me puse a llorar. Llegué a la habitación y le dije a mi amiga: “me quiero ir”. Nadie hizo nada por mí. Pero ella me dijo que aguantara, que no sería ni la primera ni la última que iban a tratar mal (Nayrcore, comunicación personal, 7 de septiembre de 2018).

Los ambientes laborales son también un espacio de discriminación, principalmente aquellos que implican trato directo con el público, ya que el acento al hablar delata el origen de los trabajadores venezolanos y cualquier característica distintiva, sea social o biológica, puede servir como pretexto para la discriminación (Farmer, 1997). Dorismar trabajaba como recepcionista en una universidad, sin embargo, desenvolverse en un ambiente académico no la libró de ser víctima de discriminación:

En el trabajo que tengo ahorita no puedo decir que soy venezolana. Es una universidad y hay muchas personas que no lo aceptan, me dijeron eso cuando hice la entrevista. Me pidieron que oculte mi dejo y que diga que soy peruana. Como nací en el estado Trujillo, digo que soy de Trujillo, Perú. Si notan mi dejo, les aclaro que viví varios años en Venezuela. Es un esfuerzo, quiero ser yo y no puedo. Mi jefe a veces grita que hable bien. Quiero buscar otro trabajo porque no voy a permitir que me humillen así (Dorismar, comunicación personal, 18 de agosto de 2018).

Conclusiones

La emigración venezolana representa un reto importante para los gobiernos de la región latinoamericana, pues se ven enfrentados con la prueba más importante para la liberalización de sus leyes de inmigración y refugio en las últimas dos décadas (Acosta Arcarazo y Freier, 2015; Cantor, Freier y Gaucci, 2015). Al ser Perú el segundo país receptor de migración venezolana, existen algunos estudios sobre las políticas migratorias, las respuestas del Estado y la integración socioeconómica de los venezolanos. Sin embargo, hace falta desarrollar una literatura sobre la migración venezolana que posicione la experiencia del migrante en el centro del estudio. En un esfuerzo por contribuir a la literatura sobre migración venezolana en la región, este artículo exploró, a través de entrevistas y trabajo etnográfico, la experiencia de los migrantes venezolanos durante el viaje y en la llegada al Perú a través del concepto del sufrimiento.

Para poder entender la experiencia migratoria y el rol del sufrimiento en dicho proceso, es necesario comprender las distintas etapas por las que atraviesan los migrantes y los sentimientos que pueden presentarse en éstas. Esta investigación muestra que en cada etapa existen diferentes motivos y tipos de sufrimiento, aunque hay algunos que se mantienen a lo largo de toda la experiencia, como extrañar a la familia y sentir culpa por dejarla en Venezuela.

El concepto de sufrimiento social aporta a un entendimiento más completo de la migración en la medida en que posiciona al migrante en relación con la sociedad. Además, el sufrimiento social es un concepto clave en el contexto contemporáneo cuyo análisis debe contemplar el impacto psicosocial que los distintos fenómenos pueden tener en las personas (Parella et al., 2019). Bajo esta conceptualización, el término “sufrimiento” cobra importancia al ser entendido como una consecuencia de las relaciones entre las personas en tránsito migratorio.

En el contexto de salida se pudo observar que el dolor predominante se genera al emprender un viaje difícil sabiendo que se está dejando a la familia y a las personas conocidas en un país que ha colapsado social y económicamente. La incertidumbre se encuentra presente y se manifiesta de distintas maneras según el contexto de salida de cada caso. Asimismo, durante el viaje se presenta nuevamente la sensación de incertidumbre al no saber cómo será recibida la persona migrante en el país de destino.

Por último, en el contexto de llegada y establecimiento predomina la desilusión al verse obligada a aceptar trabajos percibidos como humillantes, y la indignación por ser víctima de actos discriminatorios. La inclusión social, económica y cultural se presenta como un reto constante en el país. Como se puede ver, el proceso de migración comprende distintas etapas que no se agotan con la salida del migrante de su país de destino.

En el caso peruano, la vulnerabilidad de los migrantes se ha agudizado a lo largo del tiempo, y sobre todo en el contexto de la COVID-19. Asimismo, además de la reciente introducción del Carné de Permiso Temporal de Permanencia (CPP), no existe ningún otro mecanismo de regularización migratoria sostenible para la población venezolana, sino que, por el contrario, los mecanismos de entrada como la visa humanitaria, exigen requisitos difíciles de cumplir. Esto ha generado mayor irregularidad en la entrada de venezolanos al país y el incremento de su vulnerabilidad (CIUP, 2020).

El caso de estudio muestra la importancia de la inclusión de un enfoque psicosocial de la migración, y además invita a posicionar el sufrimiento social como concepto central en el estudio de la experiencia migratoria, sobre todo teniendo en cuenta que, conforme la vulnerabilidad de los migrantes venezolanos va en aumento, es muy probable que su sufrimiento también.

En este artículo se ha evidenciado la vulnerabilidad de los migrantes venezolanos con el propósito de incitar a la acción a los gobiernos latinoamericanos. Es de vital importancia que éstos posicionen la salud mental como uno de los temas prioritarios en la agenda de la integración de los migrantes venezolanos en sus países, a través de la generación de políticas públicas con enfoque psicosocial.

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Recibido: 13 de Febrero de 2021; Aprobado: 14 de Septiembre de 2021

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