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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.13  Tijuana Jan./Dec. 2022  Epub Feb 17, 2023

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2495 

Artículos

Construcciones identitarias de inmigrantes haitianos en Santiago de Chile desde una perspectiva interseccional

Mercedes Mercado Órdenes1 
http://orcid.org/0000-0002-7011-0294

Ana Figueiredo2 
http://orcid.org/0000-0002-5233-4622

1 Universidad Diego Portales, Chile, mercedes.mercado@mail.udp.cl

2 Universidad de O’Higgins, Campus Rancagua, Chile, figueiredo.anacm@gmail.com


Resumen

El trabajo presentado se centra en las construcciones identitarias de inmigrantes haitianos en Chile. Es un estudio cualitativo, a partir de entrevistas semiestructuradas en profundidad, que incluye el análisis de contenido temático e interseccional, para comprender las construcciones identitarias de los participantes en sus trayectorias migratorias desde Haití a Chile. Se presentan resultados asociados a las experiencias laborales y sociales de los participantes, junto a los órdenes étnico- racial y de sexo-género, incorporando los ejes de diferencia de religión, nacionalidad, clase social y estatus. Se concluye que la articulación de dimensiones de opresión en Chile configura una identidad de trabajador-migrante-haitiano posicionada como otredad radical, y se informan incipientes cambios en las identidades sexo-género, que emergen desde posiciones sociales subalternas y como estrategias de adaptación en un contexto adverso.

Palabras clave: 1. identidad; 2. interseccionalidad; 3. migración; 4. Haití; 5. Chile.

Abstract

The work presented focuses on the identity constructions of Haitian immigrants in Chile. We conducted a qualitative study based on in-depth semi-structured interviews that includes analyzing thematic and intersectional content to understand the identity constructions of the participants in their migratory trajectories from Haiti to Chile. We present results associated with work and social experiences of the participants, along with sex-gender and ethnic-racial orders, incorporating emergent differences axes, such as religion, nationality, social class, and immigrant status. We found that the articulation of dimensions of oppression in Chile configures an identity of worker- migrant-Haitian positioned as radical otherness, and incipient changes in sex-gender identities are reported, emerging from subalternate social positions and as adaptation strategies in an adverse context.

Keywords: 1. identity; 2. intersectionality; 3. migration; 4. Haiti; 5. Chile. Fecha de recepción: 17 de julio de 2020

Introducción1

La migración internacional es un fenómeno en constante crecimiento en distintas partes del mundo. Chile no es una excepción a esta tendencia y en las últimas décadas se agregó como uno de los principales países receptores de inmigración en Latinoamérica (Servicio Jesuita a Migrantes [SJM], 2020), lo cual está asociado a una percepción internacional favorable del país respecto a condiciones de estabilidad económica y política (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2016). Desde la década de 1990, la migración hacia Chile se caracteriza por un aumento en su volumen y su carácter feminizado e intrarregional (Stefoni, 2011); posteriormente, desde 2010, la migración haitiana hacia Chile continúa en aumento y se diversifica con el arribo de personas provenientes de países del Caribe como República Dominicana y Haití. Así, al 31 de diciembre de 2019, se contabilizaron 1 492 522 inmigrantes en Chile, 7.8 por ciento del total de residentes, mientras en 2010, representaba solo 1.8 por ciento (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2020).

En la actualidad, las comunidades migrantes más representadas en Chile provienen de Venezuela, Perú y Haití (INE, 2020). Comparativamente, la población haitiana reúne características particulares: una menor cercanía cultural con Chile, una mayor distancia geográfica de su país de origen, un idioma diferente al español, el creole o criollo haitiano y, en mayor proporción que otros colectivos en este país, enfrenta discriminación asociada no solo a su condición migrante, sino también a su nacionalidad y/o a su color de piel (SJM, 2020).

En este contexto, se considera relevante comprender cómo los/as inmigrantes haitianos/as se adaptan a la vida en Chile. El presente artículo expone un estudio empírico, realizado desde un enfoque cualitativo con el objetivo de analizar las experiencias cotidianas de inmigrantes haitianos en este país, desde una perspectiva interseccional (Brah, 2011; Collins, 1991), con atención a los elementos étnico-raciales y de sexo-género que determinan sus experiencias en Chile. Así mismo, este documento muestra cómo las construcciones identitarias de los sujetos se rearticulan y cambian a partir de sus experiencias cotidianas. En este sentido, la identidad es entendida como una articulación situada, provisional y contingente, que permite comprender las experiencias, subjetividades y memorias históricas de los individuos en interacción con factores sociohistóricos, culturales y estructurales cambiantes (Brah, 2011).

A continuación, se expone el contexto de la inmigración haitiana en Chile, incluyendo una descripción de las condiciones jurídicas y administrativas que la enmarcan y antecedentes extraídos de la investigación previa sobre sus condiciones de vida en este país. Posteriormente, se incluye una breve caracterización del marco conceptual que orienta el presente estudio, seguida de los procedimientos metodológicos implementados y de la estrategia utilizada para incorporar la perspectiva interseccional al análisis de la información. Se presentan también los resultados de la investigación incorporando su consideración desde el lente interseccional, para finalizar con una discusión y conclusiones.

Migración haitiana en Chile

La migración haitiana a Chile se caracteriza por una tendencia creciente desde 2010, tras el terremoto que asoló al territorio haitiano, y hasta 2017, mostrando un aumento sostenido desde 2012. Entre 2010 y 2015 se presentaron tres periodos de crecimiento porcentual de la inmigración haitiana en Chile: el primero, de 2010 a 2011, con un incremento de 396 por ciento; el segundo, de 2013 a 2014, con un aumento de 162 por ciento, y el tercero, de 2014 a 2015, con un aumento de 144 por ciento, que corresponde a 420 permisos de residencia permanente otorgados.

La presencia de afrodescendientes en Chile responde a una motivación laboral asociada a la introducción, en 2015, de visas dependientes de contrato de trabajo (Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2016), las cuales fueron eliminadas por vía administrativa en 2018. En 2016 y 2017, 82 por ciento de los visados expedidos en Chile por motivos laborales fueron recibidos por personas haitianas, y 68 por ciento de ellos, fueron otorgados a varones haitianos en edad productiva (Debandi et al., 2017).

El contexto jurídico-administrativo de la inmigración haitiana en Chile, ha sufrido transformaciones dramáticas en los últimos años. Desde abril de 2018, a un mes de asumir la presidencia Sebastián Piñera, se implementaron modificaciones de carácter administrativo a la actual Ley de Migraciones con el objetivo expreso de permitir al Estado chileno normar la forma de ingreso de los extranjeros al país. De este modo, se reformularon los visados de residencia temporal, se eliminó el visado por motivos laborales, y se implementaron dos medidas de efecto inmediato para la población haitiana en particular: primero, la exigencia de visado consular de turismo simple de 30 días de duración, que excluye fines laborales y, segundo, un visado humanitario de reunificación familiar de 12 meses de duración (SJM, 2020). En octubre del mismo año, se implementó el Plan de Retorno Humanitario, que proveyó vuelos gratuitos hacia el país de origen para inmigrantes que voluntariamente decidieran emprender este retorno, estableciendo una prohibición de nueve años para el eventual reingreso a Chile de sus beneficiarios (SJM, 2020).

Como Stang Alva, Lara Edwards y Andrade Moreno (2020) señalan, en conjunto, las medidas administrativas descritas constituyen manifestaciones de una gobernanza migratoria destinada a endurecer y limitar la llegada a Chile del colectivo migrante haitiano, y han tenido un efecto restrictivo en este flujo migratorio. Así mismo, el Plan Retorno incumplió estándares internacionales en materia de retorno humanitario al concentrarse en una nacionalidad particular (96 % eran haitianos), al no contemplar un acompañamiento de los retornados en su país de origen y al establecer restricciones injustificadas para un eventual regreso de los retornados (Centro de Derechos Humanos, 2019). Esta última medida, ha sido entendida como una deportación encubierta amparada en una retórica humanitaria y como una manifestación de racismo de Estado hacia la población haitiana en Chile (Ceciliano-Navarro y Golash-Boza, 2020; Stang et al., 2020).

Los efectos restrictivos de estas medidas muestran cómo la entrada de personas haitianas a Chile, disminuyeron de 39 263 ingresos en 2018 a 7 515 ingresos en 2019, comparado con 110 166 ingresos en 2017. Así mismo, los saldos migratorios (diferencia entre entradas y salidas) descendieron desde 103 827 personas en 2017, a 27 613 en 2018, arrojando un saldo negativo de -2 963 en 2019, lo que implica que el número de haitianos que salieron de Chile en 2019 fue superior a los que ingresaron (SJM, 2020). Otra muestra del efecto de estas medidas es el elevado número de rechazos de las solicitudes de visas consulares, con 193 visas otorgadas de las 2 254 solicitadas en 2019 (Álvaro Bellolio y Gonzalo Valdés, 2020).

Además de las medidas restrictivas tomadas por el gobierno de Chile, la información sobre las condiciones de inclusión social de esta población, ha mostrado la presencia de condiciones de exclusión sociocultural y racismo como elementos transversales en la experiencia de este grupo de inmigrantes (Rojas Pedemonte, Amode y Vásquez Rencoret, 2015).

Respecto de las condiciones de vida y experiencias de los inmigrantes haitianos en Chile, la producción en la academia chilena no ha sido abundante. No obstante, ha informado de experiencias de discriminación, explotación y racismo en los espacios laborales (Rojas, Amode y Vásquez, 2017), explotación laboral sexualizada hacia mujeres haitianas (Bustamante Cifuentes, 2017; Valenzuela et al., 2018), condiciones habitacionales precarias y caracterizadas por el hacinamiento (Bonhomme, 2021), además del desaprovechamiento de las calificaciones educacionales (SJM, 2020). En los espacios educativos se presenta racismo y discriminación hacia niños y niñas haitianos/as o hijos/as de personas haitianas (Pavez Soto, Olguín, Ortiz López, Sepúlveda y Jara, 2019), y un mayor nivel de pobreza multidimensional, respecto de la población chilena y de otros colectivos de inmigrantes (SJM, 2020).

En el contexto descrito, marcado por racismo de Estado, precariedad laboral, exclusión sociocultural y discriminación de género, el presente artículo aporta conocimiento sobre las experiencias cotidianas de la población haitiana inmigrante en Chile, reflexionando acerca de la compleja interacción de elementos que construyen sus experiencias de opresión social (étnico- raciales, sexo-género, clase social, condición migrante y nacionalidad) y dan forma a sus identidades. Así mismo, la investigación realizada, contribuye a la formación de una conciencia informada, crítica y comprometida con la justicia social y la defensa de los derechos humanos de esta población.

La noción de identidad social

El concepto de identidad social, central en psicología social, ha permitido tanto comprender cómo los fenómenos psicológicos interactúan con distintos procesos sociales y culturales, como realizar análisis dinámicos del ser humano en contextos diversos (Ibáñez Gracia, 2004). La identidad social es definida como “el conocimiento que posee un individuo de que pertenece a determinados grupos sociales junto a la significación emocional y de valor que tiene para él/ella dicha pertenencia” (Tajfel, 1981, p 255). Sin embargo, pese a la vigencia de la teoría de la identidad social en la psicología social contemporánea, el presente estudio se distancia de este concepto debido a que tiende a la reificación de las identidades y opta, en su lugar, por enfoques interdisciplinarios de la/s identidad/es elaborados desde las perspectivas interseccionales (Brah, 2011; Collins, 1991).

La perspectiva interseccional desafía las nociones únicas y estáticas de la identidad, destacando la pluralidad “siempre en proceso, incluso cuando puede constituirse y ser representada como fija” (Brah, 2011, p 226). Así mismo, en contextos de migración o diáspora, las identidades son entendidas como formaciones que combinan lo global y lo local en diferentes relaciones, configurando nuevas “comunidades imaginarias” (Brah, 2011, p 227).

Por otro lado, si bien la noción de identidad se ha asociado al riesgo de concentrar los análisis y la acción política y social en un único eje de opresión o categoría social, invisibilizando de este modo a los miembros más oprimidos dentro de cada categoría (Brah, 2004), las autoras de este estudio consideran que la formación de identidades constituye procesos dinámicos que se entrelazan con las demandas sociales y políticas orientadas hacia la emancipación y/o el reconocimiento de las personas sobre las cuales versa esta investigación (Collins, 1991; Spivak, 1988). En consecuencia, se afirma que la formación de identidades sociales representa un importante potencial psicológico y político para los grupos oprimidos, al permitir la socialización del malestar individual y la implementación de estrategias de enfrentamiento colectivas ante las condiciones de opresión social.

La perspectiva interseccional

El concepto de interseccionalidad surge en la segunda mitad del siglo XX, desde una variedad de movimientos sociales que expresaron desafecto por la visión del sujeto humanista, centrado y universal (Brah, 2012). Antes de su ingreso a la corriente principal de las ciencias sociales, la noción de interseccionalidad fue principalmente utilizada por mujeres negras y otras racializadas, que percibían como incongruentes los intentos de algunos feminismos por homogeneizar la situación de las mujeres (Yural-Davis, 2012).

La interseccionalidad se presenta como una forma de entender la ubicación social en términos del entrecruzamiento de diferentes sistemas de opresión, donde los ejes de raza, clase social, género, sexualidad, etnia, nación y edad se forman mutuamente, construyendo las características de una organización social y dando forma a las experiencias de los sujetos (Collins, 1991). Desde allí, el presente estudio explora las interacciones de los ejes sexo-género y étnico-racial, incorporando ejes de diferencia surgidos en el curso de la investigación (clase social, nacionalidad y condición migrante), analizando cómo estas articulaciones se asocian con la configuración y el cambio de las identidades de los/as participantes en sus trayectorias migratorias desde Haití a Chile.

Metodología

Participantes y procedimientos de producción de información

En este estudio, la muestra fue de dieciséis residentes de Santiago de Chile, diez hombres (62.5 %) y seis mujeres (37.5 %), de entre 21 y 44 años, a los que se les realizaron veintinueve entrevistas cualitativas semiestructuradas, de entre media y una hora de duración, a razón de una o dos entrevistas con cada participante.2 Las entrevistas siguieron un guion semiestructurado, articulado con base en cuatro ejes temáticos, construidos de acuerdo con los objetivos de la investigación: 1) trayectoria migratoria y experiencias en Chile; 2) orden étnico-racial; 3) orden sexo-género; y 4) percepciones y valoraciones de Chile como país destino.

Se utilizó una muestra teórica que contempló dos variables de inclusión: primero, la relación entre el nivel educacional de los participantes y el trabajo desempeñado en Chile al momento de la entrevista, considerando que una relación negativa en esta dimensión, es decir, que personas capacitadas, ejerciendo labores poco calificadas, puede tensionar los imaginarios identitarios; segundo, se consideró la orientación sexual de los participantes como elemento relevante para comprender sus posiciones en el eje sexo-género y sus enclaves interseccionales. De este modo, la muestra incluyó cinco posiciones de enunciación: 1) educación básica/media, relación óptima educación/trabajo; 2) educación técnica/profesional, relación óptima educación/trabajo; 3) educación técnica/profesional, relación negativa educación/trabajo; 4) persona homosexual, relación óptima educación/trabajo;3 5) persona homosexual, relación negativa educación/trabajo.

Los participantes fueron reclutados a través del método de bola de nieve, previo contacto con diversas organizaciones (sociedad civil, escuelas, empresas); quienes accedieron a participar en el estudio, fueron informados sobre los propósitos y condiciones de la entrevista, así como leyeron y firmaron un consentimiento informado aprobado por el Comité de Ética de la Universidad a la que pertenece la primera autora. Finalmente, las entrevistas fueron transcritas en su totalidad y anonimizadas para resguardar las identidades de los/as participantes.

Estrategia de análisis e interpretación de la información

En un primer momento, se efectuó un análisis de contenido temático, definido como un conjunto de técnicas de análisis del contenido de los mensajes a partir de las cuales se obtienen indicadores (cuantitativos o no), que permiten inferir conocimiento respecto a las condiciones de producción y recepción de los mensajes (Bardin, 1996).

En este proceso se realizaron secuencialmente las estrategias de codificación y categorización (Bardin, 1996), a partir del debate y la revisión permanente y sistemática entre las autoras del presente manuscrito, cuyo objetivo fue evitar potenciales sesgos de interpretación y asegurar la calidad de la investigación.

La codificación, o transformación de los datos duros del texto, estuvo orientada por las siguientes reglas: 1) presencia o ausencia; 2) intensidad; 3) dirección, y 4) orden (Krippendorff, 2013). De esta manera, se seleccionaron elementos del material textual o unidades de registro, a los que se asignaron códigos de acuerdo con sus referencias a los temas de interés (por ejemplo, referencias identitarias y/o experiencias asociadas a los ejes étnico-raciales y sexo-género), considerando la importancia otorgada (intensidad) y las evaluaciones positivas o negativas contenidas en el texto (dirección). Así mismo, el material textual fue codificado en relación con los puntos temporales de las trayectorias migratorias de los participantes (orden), por ejemplo, registrando las experiencias del país de origen y del país destino.

La categorización, o proceso donde las unidades de registro son distribuidas de acuerdo con sus referencias a los temas de interés, estuvo orientada por las reglas de: 1) exhaustividad; 2) mutua exclusión, y 3) formación de categorías significativas (Bardin, 1996). De este modo, se construyeron categorías y subcategorías, distribuyendo cada unidad de registro codificada en una sola categoría, de acuerdo con sus referencias de sentido específicas, y se incorporaron solo significados relacionados con los objetivos de investigación planteados.

Posteriormente, el material producido fue sometido a un análisis interseccional, definido como un enfoque del conocimiento orientado al estudio del privilegio/opresión social (Collins, 1991), que no cuenta con estrategias metodológicas definidas (Brah, 2012). La estrategia para incorporar un lente interseccional incluyó la realización de diversos procesos de inferencias, es decir, de construcción de deducciones o explicaciones de aquello que se encuentra de forma explícita o implícita en los textos (Krippendorff, 2013). Las inferencias fueron realizadas de acuerdo con las preguntas de investigación de este estudio y dentro de un contexto explícito que sirvió de guía (Krippendorff, 2013).

Resultados

En esta sección, se informan los resultados de la investigación realizada, respecto a tres de sus ejes temáticos (trayectoria migratoria y experiencias laborales y sociales en Chile; orden étnico-racial, y orden sexo-género), describiendo las categorías/subcategorías surgidas del análisis de discurso e incorporando la mirada interseccional en el análisis.

Trayectoria migratoria y experiencias laborales y sociales en Chile

A continuación, se presentan categorías y subcategorías que dan cuenta de las motivaciones de los participantes para emigrar desde Haití hacia Chile, así como de sus experiencias laborales y sociales en el país de acogida.

La categoría Razones de la migración, incorpora percepciones sobre las condiciones de vida en el país de origen, asociadas con la emigración. Migración como proyecto familiar se incluye como subcategoría.

Mi papá dice: ‘Marcelo, ¿qué piensas?, Chile da a todos los extranjeros una oportunidad de ganar un poco’. Y yo digo: ‘si tú quieres, yo quiero, porque tú eres mi padre y tú sabes lo que para mí es bueno’ (Marcelo, posición 3, comunicación personal, 30 de abril de 2019).

Las experiencias de falta de trabajo o cesantía, se asocian también con la emigración a Chile.

Estaba trabajando en Haití y después perdí mi trabajo y yo tengo amigos acá (...) paso como diez meses sin trabajo y lo que yo tenía todo se gastaba, entonces yo sé que puedo venir […] y aquí puedo conseguir un trabajo (…) para atender a mi familia (Pedro, posición 1, comunicación personal, 10 de abril de 2019).

Los efectos negativos de la crisis política en Haití, se vinculan también con la emigración a Chile.

Yo, en Haití (...) estudiaba en la universidad (...) en Puerto Príncipe, pero la situación de Haití no estaba bien, los problemas de la política, no era bueno, entonces yo decidí venir para Chile para estudiar y terminar mis estudios (Alejandra, posición 3, comunicación personal, 26 de febrero de 2019).

Finalmente, la presencia de un aguzada homofobia y transfobia, es reportada por los participantes de la disidencia sexual como su motivo para emigrar a Chile.

Yo tengo dos tías en Estados Unidos, y yo les digo: ‘no puedo vivir en este país’ (...) ‘no me siento bien’, y ella me dijo: (...) ‘¿dónde quieres vivir?’, y yo le digo que quiero vivir donde no haya ninguna discriminación porque tengo que vivir mi vida como yo quiera (...) y ella me llamó un día y me dijo: ‘¿tú tienes pasaporte?’, ‘yo le digo, sí’ (...) ella dice ‘ya, te voy a mandar un poco de dinero’, y (...) [risas] viajé para acá (Mario, posición 5, comunicación personal, 17 de julio de 2019).

En la categoría Experiencias laborales y sociales en Chile se incorporan declaraciones sobre el ámbito laboral y la interacción social de los participantes en este país. En ella, se identifica la percepción de una aceptación forzada de malas condiciones laborales, asociada a la necesidad de regularizar la condición migratoria a través del visado dependiente de contrato de trabajo.

Me pusieron a trabajar a ocho lucas4 al día, aparte de los sábados y el domingo (...) cuando me entregó el contrato [empleador] yo le pedí que me considerara como dice el contrato (...) y él me dijo que ‘no, o me quedo o me voy’, y yo le dije: ‘bueno, está bien porque yo tengo papeles en trámite’, yo me quedo trabajando hasta que me sale mi visa y después yo dejo ese trabajo (Marcos, posición 2, comunicación personal, 17 de agosto de 2019).

Por otro lado, los participantes se perciben a sí mismos, como los trabajadores más discriminados en Chile (haitianos como los trabajadores más discriminados), reportando peores condiciones laborales respecto de los trabajadores chilenos o de otras nacionalidades:

El dueño trata muy mal a los haitianos, peor que a otros países, porque a los venezolanos no, a ellos los tratan como chilenos (...) los haitianos no, tienen que trabajar más (Alejandra, posición 3, comunicación personal, 26 de febrero de 2019).

Cuando hago cosas, todos los chilenos preguntan con mi jefe. Cuando los chilenos hacen alguna cosa nadie pregunta, no pasa nada (Cristian, posición 1, comunicación personal, 30 de abril de 2019).

Los participantes agregan que las mujeres haitianas enfrentan condiciones de discriminación y explotación laboral más significativas que los hombres haitianos: como “el dueño quiere trabajar con puras haitianas, no quiere hombres haitianos (...) uno tiene que trabajar cincuenta horas a la semana y seis por uno, ningún chileno va a aceptar eso” (Alejandra, posición 3, comunicación personal, 26 de febrero de 2019). Esto contribuye a desincentivar su incorporación al mercado laboral, como Marcos señala en referencia a su esposa: “no está trabajando, porque acá hay mucha discriminación en los trabajos, las maltratan a las mujeres haitianas, por eso no me interesa mucho que ella trabaje” (posición 2, comunicación personal, 17 de agosto de 2019).

En otro ámbito, los entrevistados refieren su participación en organizaciones religiosas evangélicas (bautistas, presbiterianas o pentecostales): “Pentecostal (...) todas las semanas (...) tenemos un grupo de haitianos, y ahí nos congregamos” (Marcos, posición 2, comunicación personal, 17 de agosto de 2019). Éstas aparecen como espacios importantes de pertenencia e identificación social: “Voy a la iglesia. (...) toco bajo, guitarra, y piano (...) casi a todos los haitianos (...) les gusta adorar a Dios (...) yo no puedo faltar” (Pedro, posición 1, comunicación personal, 10 de abril de 2019).

Respecto a las motivaciones para la migración desde el país de origen, la opresión de clase social y de sexo-género-orientación sexual descritas por los participantes, parecen actuar con independencia de otros ejes. Sin embargo, como se verá más adelante, en ambos casos, estas dimensiones de opresión actúan articuladas con otros ejes de diferencia. Así, la opresión de clase social se articula con el eje étnico-racial, mientras en el caso de las disidencias sexuales, el eje sexo-género se articula con la clase social, vinculándose en ambos casos con la decisión de emigrar.

Por otro lado, el ámbito laboral chileno, se presenta como un espacio racializado, precarizado, xenófobo y sexista, donde la opresión se articula en los ejes de la clase social, nacionalidad, etnia- raza, sexo-género y la propia condición de migrante, dando lugar a una construcción identitaria de trabajador-inmigrante-haitiano/a. En contraste con esta identidad subalterna, desde lo señalado por los/as participantes, la identificación religiosa proporciona elementos para la construcción de identidades sociales más positivas y liberadoras.

Orden étnico-racial

En este apartado se recogen percepciones, experiencias o evaluaciones de los participantes respecto al ordenamiento y a las articulaciones del eje temático étnico-racial, referidas a la situación en su país de origen antes de la emigración a Chile. La categoría Jerarquías sociales en Haití, incluye declaraciones acerca de los principales rangos sociales en Haití, esto es, las clases sociales, étnico-raciales y la nacionalidad.

En la subcategoría de clase social, los participantes refieren marcadas diferencias en las condiciones de vida en Haití, con un grupo minoritario que goza de un estilo de vida acomodado, mientras la mayoría de la población apenas cuenta con los recursos necesarios para subsistir. Los participantes asocian estas jerarquías con situaciones de discriminación hacia las personas en posiciones socioeconómicas desventajadas.

El problema que hay en Haití es que la diferencia social entre los más ricos y los más pobres son tan enormes, que tú puedes encontrar un haitiano y no crees que es haitiano (...) hay haitianos que les pueden dar comida a europeos, a estadounidenses (...) e igual hay haitianos que comen al día, que tienen que salir a hacer algo para comer en el día (Carlos, posición 2, comunicación personal, 20 de agosto de 2019).

Allá es el dinero, (...) si yo te mato, pero si yo tengo dinero, a mí la justicia me suelta (...) siempre allá el dinero está por encima de todo. Eso es muy fuerte en Haití, los que tienen dinero no les importa nada, y si una persona no tiene puede ir a la cárcel, no va a pasar nada (María, posición 1, comunicación personal, 14 de septiembre de 2019).

Además, los grupos de privilegio invertirían sus capitales en otros países y mostrarían desinterés por las demandas sociales de la población haitiana: “Hay gente que tienen que no piensa ayudar (...) podrían poner negocios, que uno podría encontrar un trabajito, podría salir adelante, no lo ponen, se van a otro país a poner su negocio” (María, posición 1, comunicación personal, 7 de septiembre de 2019).

Los que tienen plata (...) no saben lo que le está pasando a los pobres, a ellos no les importa que tú estés en la calle haciendo manifestaciones, haciendo huelga, esa es tu cosa, a ellos siempre lo que les interesa es ganar plata (Marcos, posición 2, comunicación personal, 17 de agosto de 2019).

Finalmente, la dimensión de clase social se articula con la dimensión sexo-género, determinando las posibilidades de identificación o expresión sexo-género para las disidencias sexuales. Una posición de privilegio en esta interseccionalidad disminuye los riesgos de sufrir violencia.

Hay mucha discriminación en Haití, mucha maldad contra las personas como yo. Se puede (...) hay personas a las que no discriminan (...) si tienes mucha plata, ahí la gente no se mete en tu vida, tú puedes hacer lo que te dé la gana, lo que sea. Si tú no tienes plata, cuando te ven en la calle te gritan, te dicen: ‘eh, eh, eh’, te tiran piedras, te pueden golpear entre todos, es muy malo (Fabiola, posición 4, comunicación personal, 13 de septiembre de 2019).

Por otro lado, las diferencias jerárquicas asociadas al eje étnico-racial, muestran cómo un grupo de haitianos con ascendencia colonial europea (de Francia o España) y fenotipo diferente a la mayoría de la población (afrodescendiente), concentra el poder socioeconómico y político en la sociedad haitiana. “Hay dos razas en Haití, una parte rica que son blancos, porque fue colonizada (...) por la Francia y España” (Carola, posición 3, comunicación personal, 16 de marzo de 2019).

Desde la colonia (...) hoy hay un grupo chico de los que llamaban ‘hijos de blancos’ y la sociedad en general es negra (...) este grupo chico tiene un porcentaje enorme de la riqueza del país, las grandes empresas y la fuerza de decisiones, como el mando (...) la gente dice que el noventa por ciento [concentra la riqueza] (Carlos, posición 2, comunicación personal, 20 de agosto de 2019).

Este grupo minoritario de ascendencia europea y fenotipo blanqueado tendría sus residencias en barrios socioeconómicamente acomodados de la capital de Haití.

Hay gente que es de origen de otro país, como francés, tienen piel más clara, tienen pelo largo, liso, y ocupan una ciudad o una calle para ellos solos (...) gente de color de piel distinto, de pelo distinto, en casas distintas. En Puerto Príncipe (...) hay una parte que es así, que vive gente como de distinta clase (Alejandra, posición 3, comunicación personal, 5 de marzo de 2019).

Así mismo, este grupo que detenta la propiedad de la tierra, la industria y el comercio, tendría una influencia decisiva en las agendas del gobierno haitiano, siendo responsabilizados por algunos participantes por las crisis económicas y políticas de Haití.

La gente en Haití que tiene más plata (…) son blancos, pero haitianos. Ellos son mezcla, hijos de extranjeros y haitianos, ellos tienen mucha plata, mucha tierra (…) almacenes y tiendas (…) ellos apoyan al presidente y el presidente dice (…) todas las cosas que son buenas para ellos, y por eso es que la población no tiene mucho para vivir (Pedro, posición 1, comunicación personal, 17 de abril de 2019).

Teníamos una colonización francesa (…) quedaron como razas mestizas, hijos de blanco y negro (…) ellos son los que tienen el poder, ellos son los que tienen toda la plata del país, son los que gobiernan el país, son los que hacen todos los desórdenes (…) son los responsables de lo mal hecho, de lo mal dirigido del poder (Marcos, posición 2, comunicación personal, 17 de agosto de 2019).

Las declaraciones referidas a jerarquías sociales por nacionalidad, dan cuenta de una escisión jerárquica donde los extranjeros-blancos ocupan una posición de privilegio y los haitianos una posición subordinada: “Si llega un blanco le pagan en americano, y a nosotros nos pagan en haitiano (...) se da más valor al extranjero que a nosotros” (Pedro, posición 1, comunicación personal, 10 de abril de 2019). “Si yo hago un hijo contigo, se llama mulato, y si no tiene plata va a tener problemas con las personas más blancas, porque ellos tienen más plata en mi país, pero muchos de ellos son extranjeros” (Miguel, posición 3, comunicación personal, 17 de abril de 2019).

De este modo, la pertenencia nacional extranjera, que incorpora elementos de prestigio y poder socioeconómico, articula la nacionalidad con el fenotipo blanqueado. No obstante, algunos participantes no asocian directamente la nacionalidad que crea jerarquías, con características fenotípicas, e identifican grupos de extranjeros no-blancos en una posición de privilegio respecto a las personas haitianas.

Mi tía es haitiana, y ella tiene un marido dominicano (…) cuando ella quiere traerlos a visitar a mi mamá (…) ese dominicano que es marido de mi tía no quiere (…) como nosotros somos haitianos y él dominicano (...) no quiere él (…) tú sabes que hay personas que son racistas (Jorge, posición 1, comunicación personal, 8 de septiembre de 2019).

En el eje temático descrito, las memorias coloniales se articulan con las opresiones étnico- raciales y de clase social. Esta configuración, se articula a su vez con las jerarquías nacionales dando lugar a un posicionamiento identitario, heredero de una historia subalterna, que se cristaliza como una identidad nacional subordinada. En este sentido, la articulación de las posiciones de clase social, étnico-raciales, de nacionalidad y las memorias coloniales, aportan claves para la comprensión de la identidad haitiana como nacional subalterna.

Orden sexo-género

Esta parte aborda experiencias, descripciones, prescripciones y evaluaciones, en referencia al sistema sexo-género, a lo largo de las trayectorias migratorias de los participantes.

Como primera categoría, referida al país de origen, se presenta Orden sexo-género tradicional en Haití, que incluye referencias a la homofobia/transfobia, vinculada con riesgos de sufrir violencia y/o falta de protección policial ante las identificaciones/expresiones sexo-género disidentes:

En la calle en que yo vivía allá, había una pareja hombre-hombre que arrendaban una casa, y nosotros los despedimos a la calle (…) la primera vez hablamos de que no pueden hacer eso (…) después nosotros entramos a la casa y les pegamos (...) es normal para nosotros (…) para el gobierno también es normal (…) puede venir la policía, puede llegar el comisario, pero no va a pasar nada porque ellos también están de acuerdo (Juan, posición 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2019).

En Haití (...) la gente mata a los homosexuales, ellos no pueden caminar en la calle (...) es muy peligroso (…) se mata con bala, con pistola y la policía no los va a defender (Jorge, posición 1, comunicación personal, 8 de septiembre de 2019).

Lo señalado, encuentra otra expresión institucional en la ausencia de servicios públicos para realizar un tránsito de género: “Para las mujeres tienen anticonceptivas, pero así, para una mujer como yo, si quiero hacer un tránsito no, tú tienes que entrar a la República Dominicana” (Fabiola, posición 4, comunicación personal, 13 de septiembre de 2019).

En segundo lugar, la subcategoría Violencia en contra de la mujer, manifiesta la aceptación de la agresión hacia las mujeres en relaciones de pareja, acompañada de falta de control policial/judicial ante ella.

En mi país cuando tienes una mujer, si la mujer hace las cosas mal, yo puedo [gesto de golpear] (…) golpear y no te hacen nada (Cristian, posición 1, comunicación personal, 30 de abril de 2019).

No es tan segura la ley, porque el hombre (…) se pelea con la mujer, y a veces no pasa nada (…) cuando la justicia los busca se meten a Santo Domingo (Pedro, posición 1, comunicación personal, 17 de abril de 2019).

En tercer lugar, en la subcategoría Roles y estereotipos femeninos tradicionales, se incluyen la responsabilidad por la realización de las tareas del hogar, y la permanencia de actitudes y conductas de subordinación, respeto u obediencia hacia los hombres.

Las tratan muy mal, solamente se creen que la mujer haitiana es la sirvienta de la casa, para ocuparse de la casa y de sus hijos (Fabiola, posición 4, comunicación personal, 13 de septiembre de 2019).

Allá la mujer hace la pega de la mujer, que es la casa, la casa limpia (…) y los hombres salen a trabajar (…) no es como aquí en Chile que la mujer está exigente (…) allá no es así (Juan, posición 1, comunicación personal, 27 de febrero de 2019).

De este modo, los estereotipos de género están fuertemente arraigados en el imaginario sociocultural del país de origen de los participantes, y se mantienen incluso en situaciones donde las mujeres asumen roles de género no tradicionales.

Hay algunas que trabajan, que negocian, pero no por eso su palabra se hace respetar. Siempre ha sido igual (María, posición 1, comunicación personal, 7 de septiembre de 2019).

Cuando mi señora se va a trabajar, si yo no trabajo, si yo no tengo pega, mi señora tiene respeto, tiene un respeto hacia mí, mi señora no va a ser la persona responsable de la casa porque ella sabe que yo soy, que yo soy el hombre en su casa (Cristian, posición 1, comunicación personal, 7 de mayo de 2019).

Como última subcategoría, División sexual tradicional del trabajo, manifiesta la presencia de roles de género diferentes y complementarios para hombres y mujeres, desde los cuales las mujeres son asignadas al ámbito privado y las tareas reproductivas, y los hombres, a las tareas productivas en los espacios públicos de la sociedad.

La prioridad de estar trabajando es el hombre, el hombre tiene que trabajar (…) y la mujer se queda en la casa atendiendo a los hijos (Pedro, posición 1, comunicación personal, 10 de abril de 2019).

Los hombres trabajan más que las mujeres, las mujeres se quedan en la casa para cuidar la casa (Alejandra, posición 3, comunicación personal, 26 de febrero de 2019).

La segunda categoría, Orden sexo-género en Chile, tiene como primera subcategoría Rechazo al reconocimiento de los derechos de los homosexuales, relacionada con la percepción de los participantes, la aceptación y reconocimiento a los derechos de estas personas. Este rechazo aparece asociado principalmente a las creencias religiosas de los participantes, las cuales prohíben expresamente este tipo de identidades/expresiones sexuales.

A Dios no le gusta eso (…) y en la Biblia no se acepta (…) está malo, es de maldición (Cristian, posición 1, comunicación personal, 30 de abril de 2019).

Dios nos ha advertido esto a través de su palabra, dijo que los hombres no tienen que meterse con los hombres y las mujeres tampoco (Carola, posición 3, comunicación personal, 16 de marzo de 2019).

La segunda subcategoría, que opera en dirección contraria a la anterior, da cuenta de una evaluación positiva de la aceptación de las personas homosexuales o transgénero en Chile e integra experiencias de los participantes de la disidencia sexual.

Acá yo puedo hacer todo lo que quiero, sí, no tengo ningún problema con este país, soy feliz, no quiero ir a mi país para vivir [risas] (Mario, posición 5, comunicación personal, 17 de julio de 2019).

En Chile hay poca discriminación, no van a hablar de ti para que te sientas mal (…) es poca gente que se va a enfrentar a ti para decirte cosas malas. Es otra vida en Chile, que en Haití (Fabiola, posición 4, comunicación personal, 13 de septiembre de 2019).

Por otro lado, la tercera subcategoría, Evaluación negativa del poder femenino, incorpora descripciones y evaluaciones contra el poder de las mujeres en Chile, el cual se percibe que daría lugar al incumplimiento de sus deberes de obediencia o respeto hacia los hombres. Así mismo, esta subcategoría incluye evaluaciones negativas de la imposibilidad de los hombres de ejercer violencia hacia sus parejas (mujeres) y de la alta cantidad de separaciones o divorcios percibida.

En Chile las mujeres siempre están mandando a los hombres (…) eso no me gusta (…) ¿por qué las mujeres mandan a los hombres?, no (…) allá no, en mi país no (Miguel, posición 3, comunicación personal, 17 de abril de 2019).

Las chilenas tienen un marido (…) tienen otros pololos5 y el marido no puede decir nada por eso, solamente estar celoso (…) no puede pegar. No, en mi país no (Cristian, posición 1, comunicación personal, 7 de mayo de 2019).

Aquí una mujer se separa de un hombre al tiro, sin nada, por eso yo no quiero una relación con chilena [risas], cuando nosotros estamos casados las cosas malas pasan, pero nos podemos (…) hablar; pero acá no, divorcio, cuando tiene un año, un año u ocho meses, se separan (Cristian, posición 1, comunicación personal, 7 de mayo de 2019).

Por otra parte, algunos/as participantes realizan una evaluación positiva del poder femenino, en relación con su percepción del poder ejercido y los roles desempeñados por las mujeres en Chile.

Lo que más me gusta aquí del orden de género es que la mujer se respeta igual que el hombre, o sea, que como el hombre tiene la palabra, la mujer también tiene su palabra (María, posición 1, comunicación personal, 7 de septiembre de 2019).

En Chile las mujeres son trabajadoras (…) en Haití los hombres hacen todo (…) Acá en Chile (…) siempre van a trabajar (Jorge, posición 1, comunicación personal, 8 de septiembre de 2019).

Como contrapunto a lo anterior, los/as participantes reportan experiencias respecto a parejas chilenas que siguen las formas tradicionales de distribución del poder entre hombres y mujeres:

Acá (…) las mujeres son más trabajadoras (…) más que los hombres (…) yo he conocido hombres que se quedan en la casa fumando, tomando, mientras que la mujer trabaja (…) vi llorar a la mujer porque está trabajando y el hombre no quiere trabajar, la plata que gana la mujer no la puede esconder (…) el hombre, aunque no trabaja domina a la mujer (Alejandra, posición 3, comunicación personal, 26 de febrero de 2019).

La categoría Cambios en el orden sexo-género desde Haití a Chile, incluye como primera subcategoría, Permanencia de los roles y estereotipos de género, respecto de los asumidos en el país de origen. “Nosotros nos quedamos con la misma costumbre, porque allá siempre se respeta el marido, el marido tiene el poder y eso se respeta” (Ada, posición 2, comunicación personal, 14 de septiembre de 2019). “No tengo problema, con mi señora es lo mismo, es lo mismo, siempre” (Marcelo, posición 3, comunicación personal, 30 de abril de 2019).

En un sentido contrario, la segunda subcategoría, Cambios en el ejercicio de roles de género, incluye declaraciones sobre experiencias de distribución más igualitaria de estos roles, mayor participación masculina en las tareas domésticas, flexibilización del rol masculino de proveedor exclusivo, y mayor incorporación de las mujeres en las decisiones. “Es un país donde no hay tiempo (…) por eso él ayuda a hacer cosas, todo en la casa, limpieza, plancha, lava, todo eso” (Daniela, posición 1, comunicación personal, 7 de marzo de 2019); “él se acostumbró que si él decide igual me pregunta (…) ahora se ha comportado así. Decidimos los dos (…) ha sido mejor, mucho mejor” (María, posición 1, comunicación personal, 7 de septiembre de 2019).

En Haití cuando yo fui con una mujer a un restaurant a comer algo, yo pago todo, pero en Chile (…) yo quiero pagar todo, pero ella [novia chilena] me dice que no, que no, la mitad (…) ahí está la diferencia (Jorge, posición 1, comunicación personal, 8 de septiembre de 2019).

En tercer lugar, la subcategoría Disminución de la violencia hacia la mujer, se vincula con la percepción de la presencia de controles jurídico-policiales ante este fenómeno.

Él cambió, porque él dice que aquí no se puede pegar a las mujeres (…) él tiene un poquito de miedo, porque él sabe que igual lo pueden mandar a su país, lo pueden meter preso, ahí él cambió un poquito (María, posición 1, comunicación personal, 7 de septiembre de 2019).

Finalmente, la subcategoría Actitudes positivas hacia la homosexualidad, menciona actitudes de aceptación incipientes y asociadas a la percepción de una mayor aceptación de estas expresiones/identidades sexuales en Chile.

Aquí es libre, es legal. Por esa razón yo no tengo problema con una persona que hace eso (…) porque es su vida, ellos tienen su vida, yo tengo mi vida (…) veo a dos hombres besándose, pero no tengo problemas (Marcelo, posición 3, comunicación personal, 30 de abril de 2019).

Estas actitudes, se acompañan de intentos de expandir los propios marcos interpretativos de referencia para dar explicaciones a estas identidades/expresiones sexuales, prescritas en la sociedad haitiana, que se perciben como aceptadas en la sociedad chilena.

Hablé con una amiga chilena, y le dije: “¿por qué aquí dos hombres?”, y ella dice: “es amor, Miguel” (…) tú debes aceptar, si a ti te gusta una mujer es lo mismo que dos hombres puedan hacer sexo, y ahí yo no puedo decir nada (Miguel, posición 3, comunicación personal, 17 de abril de 2019).

Las categorías/subcategorías de este eje temático, sugieren la presencia de ajustes identitarios incipientes en los participantes respecto a sus construcciones en los ejes sexo-género. Estos ajustes, aparecen fuertemente influidos por las condiciones materiales e institucionales experimentadas y percibidas en Chile, y por la posición social subalterna de los participantes, en la articulación de dimensiones de nacionalidad, etnia-raza, clase social y condición de migrante.

Así, esta articulación de dimensiones de opresión ubica a los participantes en una posición subalterna, desde la cual legitiman el poder percibido de las mujeres chilenas. Lo mismo sucede, en particular, en los participantes varones, con la incipiente aceptación de la expresión de identidades sexo-género disidentes, al tiempo que desincentiva el ejercicio de violencia hacia las mujeres. Sin embargo, otros participantes mantienen una posición de jerarquía respecto a las mujeres y a las disidencias sexuales; esto es, sostienen su posición en las relaciones sexo-género previas a su arribo a Chile, sin que la articulación de dimensiones de opresión del país de acogida modifique sus construcciones identitarias.

Discusión

Desde una perspectiva interseccional, se postula que las identidades son construidas desde la articulación de diferentes dimensiones de opresión (por ejemplo, sexo-genero, étnico-raciales, de clase social), contextos, experiencias subjetivas y memorias históricas en circulación (Brah, 2011). Estas memorias aparecen con fuerza en los resultados presentados y operan estableciendo un marco de análisis que les permite a los participantes explicar las situaciones de privilegio/opresión y las condiciones de vida de su país de origen. Las memorias referidas a la colonización francesa y española, se vinculan a sus explicaciones respecto a la matriz de poder en la sociedad haitiana, caracterizada por una jerarquización étnico-racial, de clase social y por nacionalidad (donde la ciudadanía haitiana ocupa una posición subalterna). Desde la psicología social, el concepto de memoria colonial, apunta a la presencia de estas memorias compartidas por los miembros de un grupo, respecto a las características y consecuencias del colonialismo (Figueiredo, Oldenhove y Licata, 2018). El campo de estudio de las memorias coloniales muestra que éstas no son meros discursos construidos alrededor de un pasado distante, evidenciando sus consecuencias para las construcciones identitarias de poblaciones previamente colonizadas. En este sentido, el legado colonial construye y enmarca diferencias étnico-raciales basadas en la estructura colonial previamente existente, actualiza y refuerza dinámicas de poder, opresión y otredad que interactúan al momento de construir diferentes subjetividades en el mundo actual, las cuales en este caso están marcadas por procesos históricos de discriminación y opresión que se reflejan en las construcciones identitarias de los/as participantes (Figueiredo et al., 2018).

Además de las memorias del pasado colonial, las jerarquías étnico-raciales, de clase social y nacionalidad descritas, tributan de la desigualdad colonial interna que persiste hasta nuestros días, pese la independencia formal de los conquistadores europeos (Mignolo, 2007). De este modo, las condiciones de opresión que los participantes describen en su país de origen, acontecen a manos de mestizos-blanqueados y/o hijos de excolonos blancos, que concentran el poder económico y político, ocupando posiciones de privilegio y dominación en la interseccionalidad étnico-racial y de clase social. Quijano (2000), explica este fenómeno con el concepto de colonialidad del poder, señalando que la división social de la población mundial de acuerdo con la noción de raza, instalada con la conquista de América, configura un patrón de poder mundial colonial-capitalista que permanece en nuestros días, aún luego de la deslegitimización de la raza como una categoría científica válida.

Cruzados por la colonialidad del poder, los participantes construyen identidades nacionales y étnico-raciales subalternas, en un proceso que puede entenderse como una manifestación de racismo internalizado (Speight, 2007). Este concepto, refiere a un fenómeno surgido desde la estructura y las dinámicas de dominación de una sociedad racializada, que conduce a las poblaciones racialmente marginadas a aceptar creencias y estereotipos negativos acerca de ellas mismas, a cesar en sus autodefiniciones, y a pensar, sentir y actuar de acuerdo con una visión devaluada de su grupo y de sí mismos (Speight, 2007).

Aun cuando Chile, como país de arribo, comparte una historia colonial hispana, se presenta ante los participantes como un territorio blanco o poblado por gente blanca, mientras la nacionalidad chilena es significada en una posición de mayor prestigio respecto a la propia nacionalidad. Chile ha construido su identidad nacional suprimiendo de su historia oficial la vigente presencia indígena y afrodescendiente, en un afán modernizador desde el cual estos elementos étnico-raciales fueron considerados como poco aptos para la modernidad (Larraín, 1997). En Chile, al igual que en Haití, se presentan la colonialidad del poder (Quijano, 2000) y la desigualdad colonial interna (Mignolo, 2007).

La articulación de ejes étnico-raciales, de clase social, y nacionalidad, experimentada por los participantes en su país de origen, encuentran continuidad en el país de acogida. No obstante, esta configuración se rearticula de acuerdo con las posiciones sociales ocupadas en Chile por los participantes, en tanto migrantes y trabajadores precarizados. En consecuencia, la identidad construida por los participantes en Chile, como trabajador-inmigrante-haitiano, resume las determinaciones contextuales, históricas, subjetivas y de las relaciones sociales antes descritas. Ser haitiano en Chile implica posicionarse desde la otredad, en todos los ámbitos de la vida social y, de manera significativa, en las acciones jurídico-administrativas restrictivas y arbitrarias destinadas a detener su arribo a Chile (Stang et al., 2020).

Por otro lado, la dimensión sexo-género, descrita por los participantes, aparece articulada desde un patrón tradicional-patriarcal, una “forma (...) de las relaciones de género en que las mujeres habitan una posición subordinada” (Brah, 2004, p. 212), el cual es tensionado con el orden sexo- género percibido en Chile. Sin embargo, la información empírica reciente respecto a la distribución de roles y estereotipos de género en Chile, no coincide con la percepción de los/as participantes. Los resultados del Estudio Longitudinal Social de Chile (Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social [COES], 2020), muestra la vigencia de normas y expectativas que mantienen los prejuicios de género (por ejemplo, una menor expectativa de éxito laboral para las mujeres), ambivalencia respecto a los derechos y roles de género de las mujeres (por ejemplo, un alto nivel de acuerdo con la afirmación de que la vida familiar sufre cuando la mujer tiene un trabajo de tiempo completo) y una nula participación de los varones en la realización de labores domésticas no remuneradas (24.7 % de las mujeres frente a 0 % de los hombres). De la misma forma, la investigación sobre las condiciones de vida de la población transgénero, informa de experiencias transversales de exclusión y violencia en los espacios familiares, institucionales y laborales (Organizando Trans Diversidades, 2017).

En consecuencia, desde los resultados de investigación relativos al orden sexo-género presentados, se propone profundizar en la importancia de no sobreestimar las diferencias culturales mostradas en la investigación en el campo de la migración, considerando que con esto se corre el riesgo de introducir a la interpretación elementos racistas y de la colonialidad (Quijano, 2000), susceptibles de reproducir estereotipos étnico-raciales.

Junto a ello, desde la perspectiva interseccional, se asume que las dimensiones de opresión/privilegio no se comportan de manera independiente, sino que actúan de forma articulada con otros sistemas de opresión, además de contextos, memorias históricas, relaciones sociales y subjetividades (Brah, 2011; Collins, 1991). De esta manera, fenómenos como la violencia en contra de la mujer, como expresión de un orden sexo-género tradicional-patriarcal, pueden entenderse en relación con los procesos coloniales y su legado de violencia y desterritorialización material y de las subjetividades (Lugones, 2008). Para Lugones (2008), el orden sexo-género constituye un artefacto introducido por el colonialismo, es decir, no corresponde a un orden preexistente a lo colonial. La instalación de este orden patriarcal, colonial y heterosexista, produjo una alteración radical de las relaciones comunales previas, introduciendo en los territorios conquistados el problema de “la subordinación de la mujer colonizada en relación al hombre colonizado” (Lugones, 2008, p. 1).

Así mismo, los cambios incipientes en el orden sexo-género reportados por los/as participantes (ejercicio de roles y actitudes hacia la diversidad sexual) pueden ser comprendidos como procesos de adaptación cultural al nuevo contexto, que emergen de sus posiciones subalternas en la interseccionalidad de dimensiones étnico-raciales, de clase social, nacionalidad y condición de migrantes. Estos procesos de adaptación cultural reflejan no solo las identidades y subjetividades previas, construidas en su país de origen, sino también la manera en que éstas se articulan y transforman durante la trayectoria migrante, y la forma en que se insertan los/as migrantes en el contexto chileno.

En este sentido, la marcada identidad religiosa cristiano-evangélica de los/as participantes se ve reflejada en su limitada capacidad de proporcionar orientaciones normativas respecto a género y sexualidad. Desde los resultados presentados, se evidencia una fuerte tensión entre el importante rol que cumplen estas identidades religiosas en la vida de los participantes (disfrute, apoyo social, reconocimiento), y sus necesidades inmediatas de adaptación social y cultural. Se espera que futuras investigaciones aborden las consecuencias de este proceso de adaptación cultural en la subjetividad e identidad de la población estudiada.

Limitaciones y sugerencias para investigaciones futuras

Una primera limitación en este estudio fue el difícil acceso a personas haitianas con estudios de nivel técnico-universitario ejerciendo sus profesiones u oficios en Chile, lo que puede vincularse con la ausencia de acuerdos formales para la convalidación de estudios medios y universitarios entre Chile y Haití (Rojas y Silva, 2016). Así mismo, se dificultó acceder a participantes de la disidencia sexual. La proscripción de estas identidades en Haití, descrita por los/as participantes, puede explicar estas dificultades. Otra limitación importante fue el desconocimiento del creole haitiano por parte de la entrevistadora. La realización de entrevistas en el propio idioma de los participantes podría haber contribuido a comprender mejor algunos aspectos de su subjetividad, siendo éste un asunto a evaluar para la realización de investigaciones futuras. Finalmente, la mayor parte de los fenómenos analizados y discutidos a partir del presente estudio (por ejemplo, identidades, racismo, elementos sexo-género, memorias coloniales), en relación con la migración haitiana en Chile, se presentan como áreas de estudio que requieren de mayor profundización, tanto en su nivel particular como en su compleja interacción.

Conclusiones

En la investigación presentada, se estudiaron las construcciones identitarias de inmigrantes haitianos, a lo largo de sus trayectorias migratorias desde Haití a Chile, desde una perspectiva interseccional. Al respecto, las posiciones sociales y subjetivas de los participantes en el país de origen, dan lugar a identidades en las que se articulan opresiones de clase social, étnico raciales, de sexo-género y nacionalidad, en un contexto de colonialidad. En Chile, estos elementos se rearticulan con la condición de migrante, configurando la identidad de trabajador-inmigrante- haitiano, que desplaza la opresión descrita en el país de origen hacia una posición de otredad radical.

En este escenario, los incipientes cambios informados en las identidades sexo-género de los/as participantes, se encuentran al servicio de la adaptación socio-cultural en un contexto que sistemáticamente los/as expulsa y/o obstaculiza sus posibilidades de integración social.

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1 Agradecemos el apoyo del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social-COES (ANID/FONDAP/15130009).

2 El tiempo trascurrido entre entrevistas fue de aproximadamente una semana.

3 Esta posición fue ocupada por una participante transgénero femenina.

4 Chilenismo que refiere al billete de mil pesos.

5 Chilenismo que refiere al concepto de novio.

Recibido: 17 de Julio de 2020; Aprobado: 24 de Mayo de 2021

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