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LiminaR

On-line version ISSN 2007-8900Print version ISSN 1665-8027

LiminaR vol.1 n.2 San Cristóbal de las Casas Jul./Dec. 2003

https://doi.org/10.29043/liminar.v1i2.138 

Reseñas

Joan Antón Mellón (coordinador), 2002, Las ideas políticas en el Siglo XXI, Ariel (Colección Ciencia Política), Barcelona.

Miguel Lisbona Guillén1 

1 PROIMMSE-IIA-UNAM. México.

Mellón, Joan Antón. 2002. Las ideas políticas en el Siglo XXI. Ariel, Ciencia Política, Barcelona:


Las ideas políticas no están de moda o, al menos, no tienen el interés que merecen ocupar en la ciencia social. La disciplina histórica, por citar la más cercana a los debates políticos que nos precedieron, ha arrumbado el estudio de las ideas como una reacción al devenir fáctico que marcó el quehacer de la historia política y, también, como una forma de reconstruir el pasado a través de los actores que no solían aparecer en los textos históricos.

La nueva historia social o cultural, como es denominada esta matización de la precedente historia de las mentalidades, sucumbe al afán democratizador de los hechos empíricos al pretender reformular los acontecimientos y las ideas gracias al tamiz de los sujetos, convertidos en los creadores, por intérpretes, de hechos como el nacional o las transformaciones sociales. Sin negar esta vertiente interpretativa de los actores históricos, creo que este olvido de las ideas, y concretamente de las ideas políticas, resta posibilidades a la discusión en torno al pasado y al presente.

Las ideas políticas en el siglo XXI, el libro coordinado por Joan Antón Mellón, es una magnífica llamada de atención sobre el papel que juegan estas ideas como condensadoras de visiones presentes y de futuro. La revolución inglesa sería incomprensible sin el debate Iusnaturalista o la revolución francesa hubiera tenido otro cariz sin la Ilustración. Estos ejemplos, que por conocidos no dejan de representar hitos históricos, remiten al papel de las ideas en conjunción a los actores que las despliegan, sin que de manera necesaria las primeras deban ser seguidas, de forma rígida, por los segundos. Ejemplo de ello, de nuevo, es el del pensamiento de Marx y sus seguidores en la revolución rusa.

Lo que pretendo afirmar es que acercarse a la historia de los movimientos sociales, que en la actualidad tienen en Chiapas un hito con el levantamiento neozapatista, sin escudriñar las ideas implícitas y también explícitas que les dan contenido es, seguramente, una pretensión falsa al dejar en manos de los sujetos sociales la creación de conceptos construidos en la larga duración histórica.

Este preámbulo a la obra coordinada por Joan Antón Mellón tiene sentido si se piensa que las interpretaciones de la realidad chiapaneca oscilan entre la profundidad democrática, por indígena, de los planteamientos formulados desde 1994, o la creación, por original, de los actores que le dan forma. Considero que el conocimiento de las ideas que han dado lugar al perfil político de las sociedades actuales y el debate constante, y a veces cruento, que las ha acompañado sería un buen principio para poder analizar, con el rigor académico necesario, un hecho que ha trascendido los espacios locales de discusión.

En este sentido, leer los diversos ensayos que dan cuerpo a Las ideas políticas en el siglo XXI permite tener un amplio panorama de los debates que, arrastrados desde el siglo XX, inauguran el nuevo milenio.

El texto tiene una clara intención didáctica y, a la vez, polémica, aunque en muchos casos los autores tengan una preferencia ideológica marcada, sin que ello reste veracidad a sus planteamientos. Hago hincapié en lo didáctico porque en todos se observa un interés clasificatorio que parte de mostrar las corrientes o perspectivas vigentes para entender los temas abordados. De tal suerte que los ensayos no se limitan a reflexionar sobre las diversas ideas políticas, sino que apuntan las variadas maneras de comprenderlas.

Qué mejor forma para cumplir estos propósitos si se inicia con una introducción de las ideas políticas del siglo XX. Joan Antón Mellón y Joan Josep Vallbé son los encargados de efectuar el intenso repaso a hitos ideológicos que en buena medida conformarán la entrada al nuevo siglo. Para ello, y como forma de indicar que ciertas transformaciones son lentas en la historia, se apoyan en obras de sociólogos, como Max Weber, o de historiadores, como Arno J. Mayer. Este último un polemista que demuestra en su libro La persistencia del Antiguo Régimen: Europa hasta la Gran Guerra (1984), cómo las formas de pensar y de actuar de la emergente burguesía europea eran de alguna manera una prolongación de las vividas por el Primer Estado, si se sigue la división estamental del periodo moderno.

Esta prolongación de ideas o de actitudes, que puede parecer circunstancial o reducida a un periodo histórico o lugar geográfico determinado, no debería echarse en saco roto si tomamos en cuenta que gran parte de los debates políticos que atraviesan el siglo XX están determinados por las corrientes de pensamiento surgidas durante el XIX. El romanticismo, el darwinismo social o el marxismo, por condensar en "ismos" la lógica heterogeneidad que los identifica, tienen una continuidad matizada en el convulso siglo XX. El caso mexicano, con la prolongación del positivismo y sus discursos, como ha demostrado de manera espléndida Mauricio Tenorio en su obra Artilugio de la Nación Moderna. México en las exposiciones universales, 18801930 (1998), es un nítido ejemplo. Lo mismo se podría decir del conglomerado de ideas que atraviesan la revolución mexicana, herencia del periodo porfiriano a la vez que se retoman elementos del regeneracionismo hispano ilustrado por Joaquín Costa, el redentorismo fascista, o el corporativismo bolchevique.

Este repaso exhaustivo de corrientes de pensamiento y de autores tiene también ausencias notables como la del anarquismo, vivificado en México en la actualidad con la relectura de los hermanos Flores Magón. En el caso de los autores la apreciación es personal, aunque Hannah Arendt, Elias Canetti o Norberto Bobbio podrían tener una mayor presencia. Elección de los ensayistas compensada, desde mi punto de vista, con la aparición siempre magisterial de Isaiah Berlin.

Tras la introducción, recomendable a todas luces para tener un panorama de los debates que atraviesan el mundo contemporáneo, el libro se divide en cuatro apartados: "¿Qué ha cambiado en las ideologías del siglo XXI?", "Las ideologías clásicas", "Los nuevos movimientos sociales" y "Retos para la democracia en el siglo XXI".

En el primer apartado se discutirá, mediante su puesta en entredicho, el papel de las ideas políticas en la actualidad. Su carácter o no de ideologías en pos de proyectos determinados será analizada a través de las supuestas crisis del liberalismo político, que no el económico, y de la caída del socialismo real en lo que fue la Unión Soviética. La sustitución de las ideologías por movimientos sociales, el descentramiento del mundo gracias a la desaparición de los metarrelatos de la modernidad propuestos por las visiones posmodernas, el multiculturalismo, o la idea de pensamiento único, entendido como acción pragmática sin soporte ideológico y sin horizonte de aplicación definido, permean los ensayos para cuestionar si la crítica a la labor política, o al papel de las ideas, en su pretensión local o universal, no es parte del mismo engranaje criticado.

Los desafíos de estos nuevos planteamientos no deben dejar que la supuesta originalidad nuble la percepción. Propuestas como la de Charles Taylor, el referente obligado en el debate multiculturalista, se encuentran asentadas en el romanticismo, y concretamente en Herder, autor citado constantemente por el pensador canadiense y que no todos leen con el rigor que lo hizo Isaiah Berlin para recordarnos que el relativismo, en muchos casos pretendido para las poblaciones indígenas de Chiapas, no era en el pensador alemán un pasaporte para el esencialismo o la inconmensurabilidad, sino para la relación entre pueblos, para su comprensión y, también, para el ejercicio de la crítica.

El segundo apartado repasa la actualidad y el porvenir de tres ideologías presentes y vigorosas, con distintos matices, hasta el momento. El liberalismo, el socialismo en su versión de la socialdemocracia de Giddens, mediante su concepto de tercera vía, y el nacionalismo.

"Más allá del pensamiento único: los liberalismos", ensayo de Ángel Rivero, constituye un ejercicio de síntesis y a la vez de matización de las facetas que el liberalismo tiene. El mismo título lo indica, "los liberalismos", puesto que no existe uno solo, aunque sea, como afirma el autor, "la ideología fundadora de la Edad Contemporánea" (103). Creo que para los críticos del neoliberalismo, muletilla o concepto cajón de sastre como el de globalización si no se especifica qué define, es una magnífica síntesis que remite a las interpretaciones de la libertad negativa y positiva realizada por Isaiah Berlin y Norberto Bobbio, especialmente del primero en su lectura de la obra de John Stuart Mill, y cuestiona cómo se utilizan conceptos liberales desde planteamientos que no lo son. Tal vez una ausencia destacada en su bibliografía: la de John Rawls, seguramente el más destacado y ortodoxo liberal de la actualidad, aunque en una de sus últimas obras, El derecho de gentes y <<una revisión de la idea de razón pública>> (2001), intente nuevas vías de acercamiento a la multiculturalidad, con poco éxito y soporte empírico.

El mismo autor repasa la idea de tercera vía y el problema de la redistribución de la riqueza, hecho que en México tiene en la idea de justicia social un acicate no cumplido desde la Revolución Mexicana. Las dificultades de compatibilizar la lógica de mercado y el papel del Estado aparecen en este artículo que antecede al de Ramón Maíz sobre el nacionalismo. Resumen osado, por el sinfín de estudios y tipologías que existen sobre el tema, pero que cumple esa función didáctica que mencionaba al principio. La de condensar, en forma de cuadros y apartados, la variedad de posiciones que su militancia y estudio provocan.

La tercera parte de la obra introduce al lector a movimientos políticos que no necesariamente surgen como tales, pero que han adquirido en la actualidad dicho carácter. Me refiero al feminismo, al ecologismo y a los opositores a la globalización.

La heterogeneidad y las contradicciones internas de estos tres movimientos, así como las novedades que ofrecen en el ámbito ideológico, no pueden hacer olvidar que tampoco se construyen desde la originalidad. En todos los casos mantienen nexos con propuestas anteriores, ya sea para reformularlas o para utilizarlas sin un aparato crítico solvente. La validez de algunas reivindicaciones no implica la congruencia de los planteamientos, por lo que la emergencia romántica de líderes globalifóbicos, o ciertos nexos de las propuestas ecologistas con los naturalismos del facio, insinuados en el ensayo de Andrew Dobson, pero no citados en la figura de su autor, Luc Ferry, deben llamar al ejercicio de la crítica, más que de la creencia. De lo contrario las propuestas políticas se convierten en fe, más que en elementos conceptuales para la construcción de la sociedad.

Por último, el texto "Retos para la democracia en el siglo XXI" conjuga corrientes que están permeando la acción política en la actualidad. La primera es la que presenta la unión de lo político con lo religioso, ejemplificado por el polémico Antonio Elorza en los fundamentalismos islámicos, aunque podría extenderse a otros casos como el estadunidense y su "religión civil", como hace varias décadas enfatizó Robert Bellah. En segundo lugar, y nexo entre los artículos de Meindert Fennema y Joan Antón Mellón, el rebrote de movimientos populistas en la derecha europea, aunque no sea el único espacio donde se despliegan con relativo éxito electoral.

Una de las diferencias destacadas de estos movimientos con sus antecedentes fascistas, como Joan Antón afirma, es su aceptación de las reglas democráticas y su respeto al mercado. El antiliberalismo de las corrientes ideológicas de principios del siglo XX queda permeado por la utilización del vocabulario liberal, dándole matices propios y adecuados al ultranacionalismo, racismo y demagogia, elementos característicos de los populismos carismáticos.

Isaiah Berlin afirmaba en su ensayo "Filosofía y represión gubernamental" (2000) que "Contra fanáticos (...) -los más peligrosos para la libertad humana, ya sean utópicos seculares o intolerantes teocráticos- la filosofía es el arma más segura y profiláctica. Pues toda su historia es una advertencia contra la creencia de que hay preguntas permanentes y soluciones finales" (124).

La historia de las ideas o la filosofía política, al igual que cualquier ideología, no son la panacea para la construcción de sociedades más justas, sin embargo, para realizar el intento se deben conocer cuáles son los antecedentes del pensamiento que permea la vida de los seres humanos, en forma de discurso o de acción política. La obra coordinada por Joan Antón Mellón es una herramienta precisa para sintetizar buena parte de las ideas del mundo contemporáneo y es, también, un acicate para quienes deseen adentrarse en la arqueología del pensamiento político. La labor no es sencilla, pero en el intento está la certeza de construir propuestas razonadas, discursos coherentes y, sobre todo, de asentar en la crítica la factibilidad del futuro.

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