SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.20 issue1Church, Withdrawal and Political Engagement in Latin AmericaCorruption and Migrant Smuggling in the United States author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Política y gobierno

Print version ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.20 n.1 Ciudad de México Jan. 2013

 

Artículos

 

Movilización, escolaridad y voto nulo: La elección federal de 2009 en México

 

Mobilization, Schooling and Invalid Vote: The 2009 Federal Election in Mexico

 

Gerardo Isaac Cisneros Yescas*

 

* Estudiante de doctorado en Investigación en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, Carretera Picacho-Ajusco 377, Héroes de Padierna, 14200, México D. F. Tel. 0445 537 099 832. Correo electrónico: gerisak@gmail.com, gerardo.cisneros@flacso.edu.mx.

 

Artículo recibido el 18 de junio de 2012.
Aceptado para su publicación el 3 de septiembre de 2012.

 

Resumen

En la elección federal de 2009 en México, los altos niveles de voto nulo estuvieron asociados positivamente con mayores niveles de escolaridad municipal, lo que contradice el patrón común presentado en las elecciones federales previas. Además, se resalta el éxito de la movilización para la anulación del voto, ya que su presencia provocó que a escala municipal la asociación positiva entre escolaridad y voto nulo se intensificara y, a su vez, la relación positiva entre abstención y escolaridad disminuyera su magnitud. Lo anterior significa que la movilización anulista en interacción con la escolaridad logró su objetivo de incrementar los niveles de voto nulo a escala municipal y disminuir el abstencionismo en esos mismos sitios.

Palabras clave: voto nulo, movilización, elecciones, escolaridad, abstención, protesta.

 

Abstract

In the 2009 midterm federal elections in Mexico, the highest levels of invalid ballots were positively associated with the highest levels of municipal schooling contradicting the common pattern presented in previous federal elections. Furthermore, the presence of mobilization in favor of invalid vote caused that the positive magnitude between schooling and invalid vote was stronger and the positive relationship between abstention and schooling decreased its magnitude. This means that the mobilization in favor of invalid ballot in combination with the schooling achieved its goal of increasing invalid ballots rates at municipalities and reducing the abstention in the same places.

Keywords: invalid vote, mobilization, elections, schooling, abstention, protest.

 

Introducción

A pesar de la numerosa cantidad de estudios que abordan el asunto del voto, son pocas las investigaciones que han dedicado atención al tema del voto nulo.1 Este fenómeno ocurre cuando el elector acude a las urnas pero no sufraga por ningún partido político o candidato, ya sea de manera involuntaria o intencionalmente; en el primer caso se está frente a un sufragio realizado de manera errónea y, en el segundo, ante un voto de protesta.

Si la anulación del sufragio es voluntaria es posible que obedezca a una situación en la cual la desconfianza, el desprestigio de las instituciones políticas o el desencanto después de transiciones a la democracia se encuentren a la alza (Carlin, 2005; Crespo, 2010). Lo anterior es relevante puesto que el voto es la institución fundamental de la democracia procedimental,2 por lo que anularlo intencionalmente significa una manifestación de crítica, inconformidad y rechazo a las instituciones o representantes.

Atender el tema resulta aún más importante en países como México, donde su joven democracia se ha visto cuestionada por sectores de la ciudadanía que argumentan una falta de limpieza y claridad en los resultados de las elecciones presidenciales, lo cual ha puesto en duda el funcionamiento de los mecanismos democráticos y de rendición de cuentas, desprestigiándose la labor de las instituciones y de la democracia en su conjunto. Bajo este marco, la aparición del voto nulo intencional en 2009 es una materialización institucional de esas inconformidades.3

Sumado a ello, este fenómeno se presenta como una novedad, ya que antes de las elecciones federales de 2009 no había existido una campaña en favor de la anulación del sufragio. Al menos hace 20 años era impensable una propuesta de este tipo, puesto que la exigencia en ese entonces era que los votos contaran y no se consideraba dejarlos en blanco o anularlos en señal de protesta. Así, actualmente el voto nulo se convierte en un indicador importante —siempre y cuando se determine su ocurrencia intencional— del descontento y el desprestigio percibido por los ciudadanos de las instituciones políticas y la democracia.

En 2009, la elección de diputados federales en México se caracterizó, más allá de las campañas y resultados partidistas, por el surgimiento de una protesta ciudadana que en diferentes lugares del país convocó a los electores a anular su voto para demostrar su descontento con los partidos políticos y sus representantes.

Se tuvo registro de que al menos en 20 estados del país hubo presencia de 49 grupos que exhortaron a los electores, tanto partidistas como abstencionistas activos, a anular su voto, y motivaron con esto la participación electoral, pero de manera poco ortodoxa. Las principales formas de difusión de la información de lo que se denominó "movimiento anulista"4 fue la promoción en las calles y en distintas plataformas de Internet.

La propuesta generó un intenso debate, principalmente en la prensa escrita, donde los que se pronunciaron a favor argumentaron que un alto número de sufragios nulos podría cimbrar a la clase política, al mandarles un mensaje de su pérdida de legitimidad (Dresser, 2009; Crespo, 2009a; Aguayo, 2009a). Los que estuvieron en contra destacaron lo poco conveniente de la propuesta, ya que por las características de la ley electoral en México, la probabilidad de una consecuencia posterior a la acción de anular era baja, lo cual dejaría sólo a los ciudadanos que sí sufragaran por un partido político el derecho a decidir (Woldenberg, 2009; Córdova, 2009; Valdés, 2009).5

En este contexto, los resultados electorales de 2009 mostraron un aumento de los niveles de voto nulo a escala nacional y por entidad federativa. En el primer caso, el sufragio anulado alcanzó 5.40 por ciento de los votos totales emitidos por los electores, lo que representó un aumento de casi cien por ciento respecto al porcentaje promedio de anulación, el cual, desde 1994 hasta 2006, era de 2.85 por ciento. En el ámbito estatal, en el Distrito Federal, Aguascalientes, Chihuahua y Michoacán el aumento fue mayor a 120 por ciento, mientras que en Colima, Chiapas, Oaxaca y Campeche, el aumento fue menor a 20 por ciento.

Ante estos resultados, varios de los promotores del anulismo afirmaron que la movilización por la anulación del voto había sido un éxito (Aguayo, citado en Cervantes, 2009), mientras que otros señalaron que su logro estaba en la discusión provocada y no en los votos generados (Campos, 2009).

Por todo lo anterior, el objetivo de este artículo es evaluar el impacto de la movilización a favor del voto nulo en la participación electoral de las elecciones federales de 2009 en México. Los enfoques que abordan el tema de la anulación del sufragio no consideran la movilización como variable determinante del aumento de este tipo de voto. En las distintas perspectivas se afirma que el diseño institucional, factores sociales, económicos y políticos —como la urbanización, el ingreso económico o la violencia— suelen estar asociados con las variaciones en el voto nulo, ante lo cual, las elecciones de 2009 son un escenario ideal para evaluar si la movilización puede ser considerada como un factor clave en el estudio del incremento de las boletas anuladas. Además, con este ejercicio se podrá verificar si el aumento del sufragio nulo en 2009 fue producto de la movilización y no de otros factores causales.

Ahora bien, la literatura sobre el voto nulo enfatiza cómo distintas variables individuales y estructurales influyen en el incremento de las boletas anuladas, pero no pone énfasis en la combinación o interacción de variables que puede ser determinante en la explicación del incremento del anulismo, es decir, no se considera que la relación causal entre una variable y otra puede estar condicionada por la ausencia o presencia de algún otro factor. Un ejemplo de lo anterior, pero en otro tema, lo proporciona Salazar (2011), quien afirma que la asociación positiva entre la reelección presidencial inmediata y la riqueza media se encuentra condicionada por el contexto institucional que divide y limita el poder.

Para el caso que aquí nos ocupa, no sólo se verifica el impacto de la movilización sobre el voto nulo, sino que también se evalúa la relación entre la escolaridad y el sufragio anulado, dada la presencia o ausencia de la movilización anulista. Investigaciones previas han mostrado que cuando el nivel de instrucción se asocia positivamente con el voto nulo, generalmente se está frente a un sufragio de protesta (Galatas, 2008), cuestión que se promovió en la elección de 2009. Sin embargo, con la intervención de la variable movilización anulista se pretende analizar si ésta redujo o incrementó la magnitud de la influencia de la escolaridad en los resultados electorales.

En suma, aunque parecería que la presencia del movimiento anulista fue lo que provocó el incremento del sufragio nulo, es pertinente confirmar esa intuición al evaluar con detalle lo ocurrido en los comicios señalados.

Los principales resultados encontrados mostraron que en 2009, a escala municipal, la escolaridad tuvo una asociación positiva con el voto nulo, lo que contradijo el patrón común presentado en las elecciones federales previas en México. Además, en los lugares donde hubo presencia de la movilización anulista se incrementó la magnitud del efecto positivo de la escolaridad sobre el voto nulo, lo cual hizo evidente que la interacción entre ambas variables fue crucial para el aumento de este tipo de voto. A su vez, los hallazgos también mostraron que en los municipios donde se presentó la movilización, la abstención electoral se redujo, lo que explica el aumento de la participación en los comicios federales de 2009 en México.

Para la presentación del argumento, este artículo está ordenado de la siguiente manera. Primero se detalla lo ocurrido en los comicios de 2009 y se enfatiza el surgimiento de la protesta a favor de la anulación del voto. En la siguiente sección se exponen los enfoques que abordan el tema y sus principales hallazgos. Posteriormente, se presenta el argumento principal que resalta el papel de la movilización en los resultados electorales y la interacción de ésta con la escolaridad, derivando de ahí implicaciones empíricas observables. En las siguientes secciones se estima la consistencia de dichas implicaciones a escala municipal. Por último, se finaliza con una sección de conclusiones.

 

La movilización anulista de las elecciones federales de 2009 en México

En el marco de la elección para diputados federales de 2009, en diversas entidades de la república surgieron de manera simultánea y en coincidencia varias agrupaciones ciudadanas que tuvieron como objetivo la promoción de la anulación del voto como una forma de protesta política. La movilización de estos grupos no fue una acción coordinada o producto de una red de organizaciones asociadas previamente, sino que de manera aislada cada una propagó la idea de anular el voto con sus propios recursos y medios. Lo único que unió a todas las organizaciones fue la misma convicción de que al anular el voto se mostraría el descontento con la clase política y se les mandaría un mensaje de hartazgo por sus acciones (Cisneros, 2012a).

Se tiene registro de que fueron 49 los grupos anulistas que tuvieron presencia en 20 entidades del país.6 Las características socioeconómicas asociadas con esos estados muestran que, en comparación con los lugares donde no surgieron, el ingreso promedio y la escolaridad fueron mayores, el rezago social fue menor y se localizaron, fundamentalmente, en las zonas urbanas.7

La manera como los diferentes grupos promotores del anulismo difundieron su propuesta fue a través de Internet y de acciones en las calles. En la web se utilizaron plataformas como Blogger, Facebook y Youtube.8 En las calles, era fácil enterarse de muchos lugares —municipios y estados— que tenían una voz anulista (entrevista con Ricardo Alcalá, México, 13 de julio de 2011), esto debido a que no fue un movimiento nacional, sino de carácter urbano y regional (Crespo, 2009b).

En la prensa se documentó que en varios estados del país se llevaron acabo acciones de volanteo y talleres para promover la idea del voto nulo. En el Distrito Federal, líderes vecinales y sociales invitaron a tachar con una equis toda la boleta electoral (Lagunas, 2009). Asimismo, en cruces automovilísticos se realizaron expresiones artísticas que sugirieron escribir en la boleta el nombre de algún personaje ficticio (Espacio del elector, 2009). Otras organizaciones repartieron carteles y calcomanías con lemas en favor de la anulación del voto (Rivera, 2009). En diferentes lugares de Guadalajara se dialogó con los ciudadanos sobre el tema y, además, en distintos municipios se realizaron talleres y charlas para explicar la propuesta (Durán, 2009). De igual manera, unos días antes de la jornada electoral, varios grupos anulistas, en diferentes estados, iluminaron edificios públicos con logotipos y boletas anuladas, culminando el cinco de julio, día de los comicios, con una marcha sobre la avenida Reforma en el Distrito Federal (Robles, 2009).

Algunas de las razones del llamado para anular el voto fueron la percepción de una falta de representación política, un alejamiento creciente de los partidos respecto a los ciudadanos, por la corrupción presente en los partidos, su ausencia de rendición de cuentas y su alto financiamiento público (Aguayo, 2009a; Dresser, 2009).

Lo que se buscaba con la promoción del voto nulo era obtener un número alto de sufragios anulados para "mover a los partidos a hacer reformas y compartir algo de poder con sus representados" (Crespo, 2009c). Adicionalmente se argumentaba que a partir del comportamiento de todas las fuerzas partidistas en los últimos años, se podía concluir que no había diferencias sustanciales entre ellas y que los ciudadanos que compartieran esa postura podían expresar su rechazo y ejercer una presión anulando el voto (Crespo, 2009c). Finalmente, se resaltaba que el sistema electoral mexicano había sido erigido para la rotación de élites y no para la representación de sus ciudadanos (Dresser, 2009), por lo que, "la revuelta anulacionista era un esfuerzo por sacudir las conciencias y lograr que quienes gobernaban en nombre del ciudadano incorporaran el bien común en sus consideraciones" (Aguayo, 2009b).

La movilización, además de promover la anulación del voto, recomendaba que para expresar el descontento o la protesta era más efectivo acudir a las urnas y anular el voto en lugar de abstenerse de participar, pues, al tratarse de una acción deliberada, se haría más notoria y podría generar más impacto que la abstención (Crespo, 2010, p. 48).

Es decir, la promoción del voto nulo no se dirigió únicamente a los electores con identificación partidaria, sino principalmente a los votantes que pretendían ejercer su derecho de abstención. Crespo (2010) señaló que una parte de la movilización no apelaba a los votantes partidistas, sino que convocaba a los potenciales abstencionistas activos que por enojo o alejamiento con los partidos pensaban en no acudir a las urnas.

Ante el planteamiento expresado por los anulistas, los líderes de los partidos políticos reaccionaron al rechazar y criticar rotundamente la propuesta (Jiménez, 2009; Reforma, 2009). Por su parte, en la prensa escrita se generó un intenso debate en el que quienes no estaban en favor de la propuesta argumentaron que el voto nulo dejaría a los que sí votaran por un partido la decisión de la integración de los órganos de gobierno, específicamente, la Cámara de Diputados, debido a que en la legislación mexicana el sufragio anulado no repercute en la conformación de los distintos cargos de elección pública. Asimismo, se señaló que el argumento de los anulistas se basaba en un razonamiento circular ya que, a pesar de que decían que los partidos y los políticos estaban alejados de los ciudadanos, pretendían que con la anulación los escucharan, aun cuando de antemano descalificaban a los políticos porque no lo hacían (Córdova, 2009). Finalmente, también se destacó que si lo que se quería era modificar los partidos políticos, había mejores caminos, como entrar a uno de ellos y cambiarlo desde dentro, cabildear a los legisladores para que hicieran ciertas reformas, promover un movimiento social, denunciar los actos de corrupción, participar en marchas o agruparse en favor de ciertas causas y no proponer la anulación del voto, que suponía poco esfuerzo y resultados mínimos (Casar, 2009, citada en Garduño, 2009, p. 8).

El Instituto Federal Electoral (IFE) decidió organizar un foro titulado "Voto Razonado para la Elección Federal del 5 de julio de 2009" —dada la discusión anterior y el crecimiento de los grupos anulistas— donde diferentes académicos debatieron sobre la propuesta de anular el voto. Este foro fue una válvula de escape ante la efervescencia que había generado el tema, pues se efectuó en un lugar institucional para el intercambio de ideas.

Llegadas las elecciones, los resultados mostraron que el voto nulo aumentó en todas las entidades federativas. En el Distrito Federal y Aguascalientes el aumento fue mayor a 200 por ciento, en tanto que en Puebla, Tlaxcala, Jalisco, Quintana Roo, Baja California, Baja California Sur, Michoacán y Chihuahua el incremento estuvo por encima de cien por ciento. Además, en todas las entidades del país, salvo en Campeche, el porcentaje de variación fue positivo respecto al resultado promedio de 1994 a 2006. Se resalta también que en los estados donde las boletas anuladas alcanzaron los mayores niveles hubo presencia de la movilización anulista, en tanto que en los lugares donde se ausentó, el voto nulo tuvo un menor nivel. En Colima, Chiapas, Oaxaca y Campeche, donde no hubo grupos anulistas, el aumento en el nivel de voto nulo fue menor a 20 por ciento, mientras que en el Distrito Federal, Aguascalientes y Chihuahua, donde sí hubo grupos anulistas, el resultado se incrementó. En el cuadro 1 se aprecian con más detalle estos datos.

 

Estudios previos sobre el voto nulo

Actualmente se han planteado diferentes enfoques que explican el aumento del voto inválido9 a partir de hallazgos en las variaciones dentro de un solo país (Aldashev y Mastrobuoni, 2010; Galatas, 2008; Zulfikarpasic, 2001; Power y Timmons, 1995; McAllister y Makkai, 1993) o en varios de ellos (Troumponis, 2010; Uggla, 2008; Power y Garand, 2007). Las perspectivas que se han utilizado para interpretar este fenómeno son tres: institucional, socioeconómica y política. Cada una de ellas acentúa cómo ciertas variables influyen en los niveles de voto nulo, puesto que presenta de manera aislada el impacto de estos factores.

Lo que a continuación se argumentará es que 1) la literatura sobre el tema no ha considerado como variable independiente la promoción de la anulación del voto propiciada por una movilización electoral y, 2) en ningún trabajo se ha mostrado cómo ciertas variables pueden interactuar entre ellas para producir un resultado diferente, ya sea porque acentúa o mitiga su asociación con el voto nulo. El razonamiento detrás de estas afirmaciones es que, si bien la movilización tuvo un efecto en el voto nulo, ésta también moduló la asociación que la escolaridad forjó con la anulación del sufragio, pues, como se verá a continuación, cuando se genera un fenómeno de protesta electoral, el voto nulo suele asociarse positivamente con la escolaridad.

Ahora bien, desde el enfoque institucional se pone énfasis en cómo la legislación incide en el aumento de los votos nulos. Las variables determinantes consideradas dentro de este enfoque son el voto obligatorio (Hirczy, 1994; Troumponis, 2010), la estructura de la boleta electoral, la complejidad del sistema y del acto electoral (Power y Timmons, 1995), la existencia de lista abierta o cerrada para elegir representantes, la relación existente entre el voto de los electores y la proporción de asientos a ocupar en las Cámaras (Power y Garand, 2007).

Los hallazgos más importantes señalan que los sistemas electorales con "voto obligatorio son muy efectivos para incrementar la participación, pero cuando se presentan situaciones de desencanto o protesta, los votos válidos se traducen en un incremento de las boletas en blanco" (Hirczy, 1994). Esto se explica debido a que, en "en sistemas de voto obligatorio, los votos blancos y nulos funcionan como el equivalente a la abstención en democracias con voto voluntario" (Lavareda, 1991).Por otro lado, Power y Timmons (1995) encontraron que el voto inválido puede estar asociado con otros elementos institucionales como el multipartidismo o, como lo señalan Power y Garand (2007), con una mayor complejidad en el acto electoral. Esto último es relevante pues, una causa que sí pudo provocar confusiones en el electorado y generar errores de votación y con ello más votos nulos, fueron las modificaciones en el calendario electoral que hicieron concurrir varias elecciones en distintos estados del país el día de los comicios para diputados federales, volviendo más complejo el acto electoral en algunas entidades federativas. En cinco de ellas (Distrito Federal, Jalisco, Estado de México, Guanajuato y Morelos) se eligió presidente municipal o delegacional y diputados, en otras cinco (San Luis Potosí, Sonora, Nuevo León, Colima y Querétaro) se votó además para elegir gobernador y en Campeche también se eligió a los representantes de la junta municipal. Así, al menos en once estados del país los votantes tuvieron más de dos boletas electorales en sus manos, lo que aumentó la complejidad del acto electoral, y pudo dificultar el proceso de votación y generar errores que pudieron traducirse en un aumento de los votos nulos.

Salvo lo anterior, ante la inexistencia del voto obligatorio en la legislación mexicana y la ausencia de cambios en el marco institucional desde la elección de 2000 que pudieran alterar los resultados electorales, no se puede hablar de una posible influencia de la legislación en el voto nulo. Además, es claro que este enfoque no considera la promoción del sufragio nulo como una variable determinante en el aumento de los votos anulados ni tampoco la interacción que ésta puede presentar con otros factores.

Ahora bien, desde la perspectiva socioeconómica se consideran, al igual que en el enfoque anterior, distintas variables de manera aislada, y se enfatiza en el peso de la estructura socioeconómica como determinante del voto nulo. Se ha encontrado que las variables de mayor impacto en la invalidación del sufragio son el nivel de urbanización, la escolaridad, el analfabetismo y la migración. En distintos estudios, las primeras dos variables tienen una asociación negativa (Galatas, 2008), mientras que el analfabetismo y la migración tienen una relación positiva con el voto nulo, respectivamente (McAllister y Makkai, 1993; Lutz y Espinoza, 2005).

En relación con la escolaridad, Power y Garand (2007) señalaron que generalmente los altos niveles de educación están asociados con bajos niveles de voto nulo. Galatas (2008) confirma lo anterior al encontrar que los votos anulados por error tienden a asociarse positivamente con bajos grados de instrucción; sin embargo, aclara que cuando la asociación entre la alta escolaridad y el voto nulo es positiva, se está frente a una forma de protesta que rechaza los partidos existentes y a los candidatos en contienda.

Ante esto, la relación generalmente esperada por este enfoque entre las variables voto nulo y escolaridad es negativa, salvo cuando se presentan episodios de protesta, como ocurrió en la elección de 2009. En concordancia con lo anterior, un estudio cualitativo sobre Francia mostró que la relación entre el nivel de escolaridad y el voto nulo puede mostrarse positiva, sobre todo cuando los individuos que votan poseen estudios superiores y una alta politización (Zulfikarpasic, 2001; Stiefbold, 1965).

Si bien este enfoque tampoco aborda la promoción del voto nulo como variable determinante ni propone una interacción entre las variables independientes para explicar el fenómeno, resulta relevante la evidencia que sugiere una asociación positiva entre el nivel de estudios y la anulación del sufragio en episodios de protesta, pues da motivos para pensar que en determinadas circunstancias las personas que cuentan con una preparación académica superior a la de la media se comportan de manera distinta a como generalmente ocurre en situaciones "normales". Esto es relevante para el planteamiento teórico que se expondrá más adelante debido a que el aumento del voto nulo en 2009 pudo estar asociado positivamente con el nivel de escolaridad en los municipios a causa del carácter de protesta que imprimió la movilización en esas elecciones.

Ahora bien, respecto al enfoque político, éste considera el voto nulo como una forma de protesta por parte de los ciudadanos, es un hecho políticamente lógico, no aislado, ni producto de la falta de habilidad para votar o de la apatía por parte del electorado. En ese sentido, este enfoque es el más apropiado para explicar lo ocurrido en la elección para diputados federales de 2009, pues concuerda con lo ocurrido en esos comicios, en que se hizo un llamado político a la ciudadanía para ejercer su derecho a anular su voto. Sin embargo, al igual que los enfoques anteriores, tampoco toma en cuenta la promoción del voto nulo como causante de su aumento ni la posible interacción entre las variables para explicar los vaivenes del anulismo.

Los factores determinantes que se consideran dentro de esta perspectiva son la competencia partidista (Aldashev y Mastrobuoni, 2010), lo cerrado de las elecciones —poca distancia entre el primero y el segundo lugar— (Uggla, 2008; Galatas, 2008), la insatisfacción con las instituciones políticas (Troumponis, 2010), con la democracia, con la clase política (Carlin, 2005) y la violencia (Power y Garand, 2007).

Para el caso que nos ocupa, la desconfianza en las instituciones políticas no pudo ser el factor determinante del aumento de los votos nulos, pues al comparar los niveles de confianza de la elección para diputados federales inmediatamente anterior (2003) con la de 2009, se encontró que la suma de la "poca" y "nada" de confianza en los partidos políticos en 2003 era superior (89%) a la presentada en 2009 (79%). De igual manera, la agregación de la "poca" y "nada" desconfianza en el Congreso en 2003 fue de 78 por ciento, mientras que en 2009 disminuyó a 66 por ciento (Latinobarómetro, 2003 y 2009). Es decir, en comparación con 2009, la confianza de los ciudadanos hacia los partidos políticos y en el Congreso fue mayor que en 2003 y, a pesar de ello, el nivel de voto nulo se incrementó en 2009 (véase cuadro 1). Lo que estos datos muestran es que, a diferencia de 2003 cuando la abstención fue alta y fundamentalmente propiciada por los sectores más escolarizados (Salazar y Temkin, 2007), la presencia de la movilización anulista en 2009 capitalizó la desconfianza al propiciar el aumento del voto nulo. En ese sentido, en la cadena explicativa causal del aumento de este tipo de sufragio, la baja confianza hacia los representantes políticos se tradujo en la movilización por la anulación del voto. Lo anterior implica que de no haber existido la protesta en 2009 posiblemente se hubiera observado un abstencionismo similar o mayor al de las elecciones de 2003.

Si bien de los tres enfoques mencionados este último es el que resulta más pertinente para analizar lo ocurrido en las elecciones de 2009 en México, se debe resaltar que ni éste ni los dos anteriores consideran como variable determinante del incremento del voto nulo la promoción de dicho tipo de sufragio ni la intensificación o atenuación que puede provocar en otro factor causal, ante eso lo que se propondrá a continuación es una manera de entender los resultados de 2009 a partir de lo expuesto.

 

Movilización, voto nulo y escolaridad

Como se mencionó, la literatura sobre el tema considera diferentes factores como determinantes de los niveles de voto nulo. Se asume que los electores pueden anular o no su sufragio, casi de manera involuntaria, a partir de factores individuales o estructurales, pues se considera este tipo de voto, principalmente, como un sufragio mal realizado de manera no intencionada. Sin embargo, dadas las características de lo ocurrido en las elecciones de 2009 en México, se debe considerar el efecto que imprimió la movilización por la anulación del voto, dado que le dio un carácter intencionado y de protesta y alteró posiblemente los patrones de participación normalmente asociados con el anulismo. Ante ello, es pertinente mirar los trabajos que se han realizado desde los estudios de la movilización electoral pues brindan elementos que explican los cambios en los resultados electorales.

Se afirma que la movilización es un factor que alienta la participación del electorado (Rosenstone y Hansen, 1993; Buendía y Somuano, 2003; Gray y Caul, 2000). Rosenstone y Hansen (1993) la definen como el proceso a través del cual candidatos, partidos, activistas y grupos inducen a las personas a participar. Este proceso, señalan los autores, incrementa la probabilidad de participación de los electores movilizados.

Las técnicas de movilización van desde el contacto cara a cara hasta peticiones televisadas o a través de redes sociales como los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo y los grupos sociales (Rosenstone y Hansen, 1993). Se afirma que las personas que pertenecen a un grupo, como la Iglesia, un sindicato o hasta un grupo de interés tienen una probabilidad mayor de votar que los que no pertenecen a ninguno de ellos, pues éstos funcionan como un elemento movilizador (Verba, Schlozman y Brady 1995). El argumento gira en torno a que cuanto mayor es la movilización, menores son los costos de información para que los electores acudan a las urnas y voten.

En relación con las democracias avanzadas, Gray y Caul (2000) mostraron evidencia sobre la importancia de la movilización y argumentaron que el declinamiento de los lazos sindicales y el alejamiento de los trabajadores afiliados a los partidos políticos debilitaron la participación de un segmento del electorado en esos lugares.

De igual manera, Hylligus y Jackman (2003) y Druckman (2004) destacaron que las campañas movilizadoras tienen un efecto importante según la posición partidista, el contexto y, sobre todo, en los sectores que muestran un mayor interés en la política y en las elecciones. En ese sentido, se afirma que el contexto y las propuestas generadas en las campañas pueden inducir al electorado a modificar su patrón de participación.

Otros trabajos han mostrado, en oposición, que en raras ocasiones las campañas movilizadoras logran persuadir a los votantes y sólo ocasionalmente consiguen un efecto de cambio en sus decisiones (Finkel, 1993). Greene (2009) explica que una de las razones de estos efectos mínimos puede ser la expansión y la fuerza de la identificación partidista, la cual hace que los votantes transfieran la reputación acumulada de los partidos a los candidatos (Hayes, 2005), dejando sólo como propensos al cambio a un pequeño grupo de electores independientes (Campbell et al., 1960, citado en Greene, 2009).

En el caso de México, McCann y Lawson (2003) señalaron que los bajos niveles de identificación partidista y las débiles reputaciones acumuladas de los partidos abren más espacio para las campañas y la persuasión, por consiguiente, la presencia de la movilización anulista tuvo un campo propicio para que su propuesta fuera tomada en cuenta por los electores, dado el creciente número de votantes independientes (Temkin, Solano y Del Tronco, 2008) y el interés generado sobre el tema (Cisneros, 2012b).

Sumado a lo anterior, hay evidencias que sugieren que en México la presencia de factores exógenos ha alterado la participación de los votantes, sobre todo de los más escolarizados. En la elección federal de 2003, Salazar y Temkin (2007) mostraron cómo la participación de los electores con mayores niveles de escolaridad se vio reducida por los bajos niveles de confianza en las instituciones políticas, producto de una reducción en la aprobación de su desempeño.

Klesner y Lawson (2004) y Klesner (2001) señalaron que en México, hasta 1980, había una asociación negativa entre participación electoral y escolaridad, sólo después de las reformas políticas de 1990, que generaron el surgimiento de una autoridad electoral confiable y de comicios electorales más transparentes e imparciales, además de la erosión de los instrumentos tradicionales de movilización del Partido Revolucionario Institucional (PRI) la asociación entre escolaridad y participación electoral se hizo positiva. Estudios posteriores sobre México siguen confirmando esa relación (Moreno, 2003 y 2009).

En general, lo que indican estos trabajos es que los sectores con altos estudios pueden modificar sus patrones de participación cuando se presentan factores que alteran el escenario en el cual se encuentran situados. Para el caso de 2009 se afirma que la movilización anulista fue la que produjo el aumento del voto nulo al introducir un tema y una propuesta diferentes, y lograr arraigarse con más fuerza en los sectores más escolarizados.

Esta movilización no se realizó en todos los estados del país, sino sólo en 20 entidades. Si bien casi al final de las campañas políticas su alcance fue masivo, ya que logró propagarse a través de los principales noticiarios de radio y televisión, la mayor parte del tiempo su difusión se hizo por medio de acciones en las calles y en distintas plataformas en Internet.

Se asume que la ausencia o presencia de los grupos promotores del voto nulo en cada estado fue importante debido a que los electores expuestos a ellos incrementaron la posibilidad de anular el voto en comparación con los que no estuvieron expuestos. Es decir, que si bien la movilización tuvo un efecto en todo el país, éste debió verse acentuado en los sitios donde hubo presencia de grupos anulistas. Ante esto, lo que se esperaría observar en el análisis estadístico posterior es lo siguiente: 1) los grupos anulistas aumentarán los niveles de voto nulo en mayor medida en los lugares donde surgieron, mostrando la influencia de su presencia en los resultados; 2) en oposición, en los lugares donde no hubo presencia de grupos anulistas los niveles de voto nulo mostrarían un nivel menor en comparación con los lugares donde sí se presentaron; 3) la relación entre voto nulo y escolaridad tenderá a ser positiva dado el efecto de protesta propiciado por la movilización, y 4) la relación entre voto nulo y escolaridad acentuará su magnitud en los lugares con presencia de la movilización anulista en comparación con los lugares donde no hubo.

Algunos trabajos han apoyado varias de las expectativas planteadas pero no son concluyentes. El primero señala que en Francia, en el referéndum sobre la duración del mandato presidencial de 2000, la tasa récord de votos nulos (17%) se explicó por las campañas realizadas para que los ciudadanos anularan su voto (Denquin, 2002). Sumado a ello, el Partido Blanco francés llegó a obtener 10 por ciento de los votos en las elecciones locales (Hersent-Lechatreux, 2002, citado en Lutz y Espinoza, 2005).

En ambos casos los trabajos no tienen un tratamiento estadístico, sino que sólo se muestran asociaciones visuales a partir de los resultados electorales. Si bien las dos investigaciones muestran la importancia de considerar el factor movilizador, es importante estudiar con detalle el fenómeno para descartar que la relación entre voto nulo y movilización no sea espuria o atribuida a otros factores.

En otra investigación sobre la elección federal de 2009 realizada en el ámbito estatal y no municipal, como se hace en este trabajo, se puso énfasis en las variables socioeconómicas y en los grupos ciudadanos que promovieron el voto nulo en los estados del país y llegaron a la conclusión de que "la campaña promovida por los grupos ciudadanos sí tuvo un impacto en la cantidad de votos nulos" (Jaén, 2009). Sin embargo, sobre esto último, el autor no menciona cuál fue el procedimiento que siguió para definir la ausencia o presencia de grupos promotores del voto nulo en cada entidad, pues únicamente señala que se promovió la anulación en 22 estados del país y no explica cómo llega a esa conclusión. Además, a pesar de que resalta que sí hubo una incidencia de la promoción del voto nulo en el aumento de los sufragios anulados, los p-valores de sus coeficientes de regresión para la variable "grupos anulistas" (GP) no son significativos.10

En todo caso, la investigación de Jaén (2009) ofrece un acercamiento parcial al fenómeno, ya que no resuelve lo ocurrido en las elecciones de 2009, además de que no enfatiza ni problematiza el asunto de la escolaridad. En ese sentido, lo que se pretende mostrar en este análisis es que debe de considerarse la interacción que se generó entre la presencia de los grupos anulistas y los niveles de escolaridad, dado que la primera variable pudo mitigar o acentuar la asociación con el voto nulo.

Por lo antes dicho, es claro que en ocasiones la movilización produce un aumento en la participación electoral y ésta se dirige principalmente a apoyar la causa o el motivo por el cual se moviliza a los electores, en este caso, el acento está puesto en el aumento del voto nulo. Sin embargo, se aclara que adicionalmente la movilización anulista de 2009 no sólo promovió la anulación del voto, sino también la participación electoral, pues se afirmaba que la invalidación de la boleta, al ser una acción deliberada, generaría más resultados que una alta tasa de abstención (Crespo, 2010), de ahí que se invitara a los posibles abstencionistas activos a participar.

Por lo anterior, un efecto indirecto de la promoción del sufragio nulo debió haber sido la disminución de la abstención en esos comicios. Ante eso, surgen las siguientes expectativas: 1) La movilización anulista propiciará la disminución de la abstención en el país, reduciéndose en mayor medida en los lugares donde hubo presencia de grupos anulistas en comparación con los lugares donde no hubo, y 2) la relación entre abstencionismo y escolaridad se verá atenuada por la presencia de la movilización anulista.

En síntesis, sólo cuando se difunde la idea de anular el voto ocurrirá una anulación premeditada o intencional, de otra manera el voto nulo es involuntario y mostrará las asociaciones que en la literatura normalmente se presentan.

 

Análisis empírico: movilización, sufragio nulo y participación electoral

En este apartado se ponen a prueba las expectativas señaladas previamente sobre el anulismo y la abstención: en el primer caso se espera que el voto nulo tenga una asociación positiva con la escolaridad y ésta se vea intensificada con la presencia de los movimientos anulistas. En el segundo caso se esperaría observar que la relación entre la abstención y la escolaridad se vea atenuada por la presencia de los grupos promotores del voto nulo.

Específicamente sobre el anulismo, una implicación que subyace a lo argumentado es que se debería observar una asociación diferente entre el voto nulo y la escolaridad en comparación con años anteriores, dado el carácter de protesta que tuvo el sufragio anulado en esos comicios. En general los resultados son consistentes con lo planteado.

Escolaridad y voto nulo

En un análisis exploratorio se muestra que hay evidencia preliminar para asumir que hubo un cambio en el ámbito municipal en la relación entre el voto nulo y el promedio de escolaridad en 2009. En el cuadro 2 se aprecia que desde la elección federal de 1994 hasta la de 2006, la asociación entre ambas variables fue negativa, lo que significó que el número de sufragios nulos estuvo relacionado con menores promedios de escolaridad municipal. Esta asociación se invirtió en 2009, al pasar de negativa a positiva, destacándose que el aumento del voto nulo estuvo relacionado con una alta escolaridad municipal.

Para confirmar lo anterior se hicieron cuatro modelos de regresión que reunieron información para cada uno de los municipios del país en el periodo de 2000 a 2009. La variable dependiente para cada modelo fue el porcentaje de voto nulo municipal de la respectiva elección para diputados federales, el cual fue retomado del Atlas de Resultados Electorales 19912009 del IFE. La variable independiente de interés en todos los casos fue el promedio de escolaridad municipal de 2005 obtenida del Sistema Municipal de Bases de Datos (Simbad). En todos los modelos se intenta controlar por los factores mencionados en la literatura sobre el tema, aunque algunas de las variables independientes incluidas se seleccionaron por su facilidad de acceso debido a su carácter público.

En los modelos se incluye el voto nulo y la abstención municipal de la elección inmediata anterior (obtenido del IFE), el PIB per cápita (transformado en logaritmo natural), el porcentaje de viviendas urbanas, la población femenina, el porcentaje de personas entre 20 y 35 años (jóvenes) y el número efectivo de partidos por estado, calculado con datos de la elección para gobernador inmediata anterior a 2009. Todas las variables sociodemográficas y económicas incluidas fueron obtenidas de Simbad para el año de 2005.

Con la información así reunida se obtuvo una base de datos en la que la unidad de observación fue el municipio. Ahora bien, para controlar la variación debida al efecto de la pertenencia de un municipio determinado a un estado dado, se utilizó una regresión con efectos aleatorios o mixtos que agrupa los municipios por estado para obtener mejores estimaciones de los coeficientes de regresión.11

Los resultados presentados en el cuadro 3 muestran que el ingreso medio tuvo una asociación negativa con el voto nulo en las dos elecciones concurrentes con las de presidente, en tanto que en los comicios intermedios no fue significativo. La asociación negativa de esta variable en los comicios previos concuerda con los hallazgos presentados en la literatura sobre el tema.

Las zonas urbanas tuvieron una asociación positiva con el anulismo sólo en 2009, lo cual tiene sentido dado que, como se mencionó previamente, fue en las localidades con esa característica donde se originaron principalmente los grupos anulistas. Por su parte, la proporción de mujeres siempre estuvo asociada positivamente con el voto nulo, salvo en la elección de 2006 cuando no alcanzó significancia estadística. La población de 20 a 35 años tuvo una asociación positiva con el voto nulo en las elecciones intermedias (2003 y 2009), mientras que en los comicios concurrentes con los de presidente la relación no tuvo significancia estadística. El comportamiento de esta variable en 2009 se explica porque los grupos anulistas estuvieron integrados fundamentalmente por jóvenes (entrevista a José Antonio Crespo, México, 16 de agosto de 2011).

El número efectivo de partidos en ningún caso tuvo significancia estadística, en tanto que el voto nulo y la abstención de la elección anterior siempre se relacionaron positivamente con la variable dependiente, excepto en 2009 porque el abstencionismo no fue significativo. Este cambio en la variable puede atribuirse a la presencia de los grupos anulistas que, como ya se ha planteado, aumentaron la participación en los municipios.

Finalmente, la variable relativa al promedio de escolaridad que había tenido una asociación negativa con el voto nulo en las elecciones de 2000, 2003 y 2006 cambió el signo de su relación en 2009. Lo anterior significa que en estos comicios el voto nulo se incrementó en los municipios con mayores promedios de escolaridad y se destaca su carácter intencionado y de protesta, puesto que en las elecciones previas se caracterizó por ser un sufragio involuntario o erróneo.

Los resultados confirman lo presentado en las correlaciones anteriores y muestran que la escolaridad por sí misma tuvo una repercusión positiva en el anulismo, cuestión que no había ocurrido en elecciones previas y se demuestra que la educación es una variable que puede modificar su patrón de comportamiento agregado. Aunque es de destacar que si bien el efecto de los niveles de instrucción es propio, se debe considerar el impacto que tuvo la escolaridad en el voto nulo debido a la presencia de los grupos anulistas. Lo que se presume es que el efecto de la primera estuvo condicionado por la presencia o ausencia de la movilización por la anulación del voto. A continuación se evalúa este efecto.

Movilización, escolaridad y voto nulo

Para verificar la trascendencia de la movilización en la escolaridad y en el voto nulo se hizo también un análisis de regresión con efectos mixtos que incluyó datos para todos los municipios del país. La variable dependiente fue el porcentaje de voto nulo municipal de 2009 retomado del Atlas de Resultados Electorales 1991-2009 del IFE.

La variable de interés fue grupos anulistas, la cual se construyó a partir de los datos de la Asamblea Nacional por el Voto Nulo (2009), en la que se hizo un registro de todas las organizaciones que promovieron la anulación en la elección de 2009. Se encontró que de los 32 estados de la república, sólo en 20 hubo presencia de estos grupos. Con esto se construyó una variable dummy donde se codificó con uno los municipios que pertenecieron a estados donde hubo presencia de organizaciones anulistas y con cero a los municipios en cuyas entidades no la hubo. Así se obtuvo un grupo de control que simuló la condición contrafáctica, donde la distribución quedó de la siguiente manera: 1 283 municipios con presencia de grupos anulistas y 1 210 sin su presencia. La expectativa que se tiene con esta variable es que aumente los niveles de voto nulo y que intensifique la asociación previamente señalada entre escolaridad y anulismo.

Al igual que en los modelos anteriores, las variables también fueron retomadas de Simbad, salvo la variable de número efectivo de partidos, que se construyó con información de los resultados electorales para gobernador antes de 2009. Se incluyeron la escolaridad y el término de interacción12 entre las dos variables señaladas —escolaridad y grupos anulistas— para verificar dos cuestiones: 1) si se pueden distinguir diferentes efectos en el voto nulo dada la presencia o ausencia de los grupos anulistas y con ello comprobar el efecto que tuvo la movilización, y 2) si el impacto que tuvo la escolaridad en el voto nulo fue distinto, dependiendo de la presencia o ausencia de los grupos promotores del anulismo.

La expectativa es que la asociación entre las variables interaccionadas y el voto nulo sea positiva cuando hay promoción de las boletas nulas y menor o negativa donde no hay proselitismo en favor de la propuesta. De tal manera que sin grupos anulistas se tendría que observar una relación parecida a la de las correlaciones de los comicios de 1994 a 2006 (véase cuadro 2), mientras que con anulismo, la asociación tendería a ser opuesta.

Adicionalmente, se incluyeron más variables de control en comparación con los modelos anteriores. Se consideraron el voto nulo y la abstención de los comicios de 2006 respectivamente, para controlar la tendencia de las elecciones pasadas. También se incluyeron diversas variables mencionadas en la literatura como el PIB per cápita (transformado en logaritmo natural), el porcentaje de viviendas urbanas, el número de elecciones el día de la jornada electoral,13 el porcentaje de población femenina, la proporción de personas entre 20 y 35 años, la violencia —medida como el número de homicidios por municipio para el año 2009—, el número efectivo de partidos (calculado con datos de la elección para gobernador inmediata anterior a 2009) y se agregó una variable dummy por cada entidad federativa, para controlar el número de municipios por cada estado y no sobreestimar o desestimar el efecto de los grupos anulistas, dado que hay estados con más de 500 municipios como Oaxaca, y otros como Baja California con sólo cinco.14

Con la información así reunida se construyó una base de datos agregada a escala municipal.15 En el análisis de regresión presentado en el cuadro 4 se puede apreciar que, de las variables de control, el voto nulo de 2006 tuvo una relación positiva con la variable dependiente, lo que enfatiza el aumento que tuvo el voto nulo en 2009, mientras que la asociación con la abstención no fue significativa. De la variable número de elecciones, las categorías "dos elecciones" y "tres elecciones" tuvieron un signo negativo pero no fueron significativas. La categoría "cuatro elecciones" tuvo una asociación positiva pero tampoco logró significancia estadística.

La variable de ingreso promedio no fue significativa, mientras que el porcentaje de viviendas urbanas tuvo una asociación positiva con el voto nulo, lo que indica que mayor urbanización coincidió con el incremento del anulismo. Este resultado contradice los hallazgos de Power y Garand (2007), quienes señalaron una relación negativa entre las variables sufragio inválido y viviendas urbanas. Siguiendo a Zulfikarpasic (2001), el resultado presentado puede interpretarse diciendo que en las zonas urbanas la invalidación del voto no es una muestra de la incapacidad de los electores para emitir correctamente su sufragio, sino, propiamente, una expresión política de descontento que tiene sentido para el caso estudiado, dado que en esas localidades fue donde se originaron los grupos anulistas de 2009.

La población femenina tuvo una asociación positiva con el voto nulo y su coeficiente fue alto, destacándose su propensión a anular el sufragio tanto en éste como en comicios previos. Como se observó en los modelos anteriores, en la elección de 2000 y en la de 2003 la proporción municipal de mujeres estuvo asociada con un aumento en el voto nulo. Estos resultados abren un camino interesante para explorar la relación entre la población femenina y su comportamiento con respecto al voto nulo, pues los resultados pueden significar por lo menos dos cosas: que hay un mayor rechazo a partidos políticos, candidatos e instituciones de parte de la población femenina, o que este grupo de electores comete con mayor facilidad errores al momento de sufragar. Sin embargo, para confirmar cualquiera de las dos afirmaciones se requieren estudios más detallados sobre el asunto, que rebasan el objetivo de este artículo.

Al igual que la población femenina, la proporción de personas entre 20 y 35 años también se asoció positivamente con el anulismo, lo cual quiere decir que donde hubo mayor población con esas características, el voto nulo se incrementó. Se debe destacar también que este grupo de votantes tuvo una relación positiva fuerte en la elección de 2003, lo cual genera el mismo tipo de preguntas señaladas respecto a la población femenina.

En cuanto a la violencia puede verse que la asociación forjada fue positiva, ante lo cual, donde se presentaron mayor cantidad de hechos violentos, medidos específicamente como homicidios, se presentó una mayor cantidad de boletas anuladas. La última variable de control fue el número efectivo de partidos, misma que no tuvo significancia estadística.

Ahora bien, respecto a las variables de interés, se aprecia que grupos anulistas forjaron una asociación negativa pero no significativa estadísticamente. Respecto a esto, no es posible demostrar que donde hubo presencia de la movilización por la anulación del voto haya habido mayor cantidad de sufragios anulados. Sin embargo, con la interacción entre variables que se muestra adelante se pueden apreciar cambios sustanciales.

La escolaridad fue significativa y tuvo la dirección esperada, mostrando que cuando ésta aumentó en una unidad, el sufragio anulado se incrementó en 0.003 unidades. Este hallazgo es importante debido a que contradice lo reportado en varios estudios, que señalaron una asociación negativa entre escolaridad y voto nulo (Power y Garand, 2007; McAllister y Makkai, 1993), fortaleciendo lo encontrado por Zulfikarpasic (2001) y Galatas (2008), quienes mencionaron que cuando la anulación del voto se realizaba, principalmente, por individuos con estudios superiores, se estaba frente a un sufragio de protesta.16

Ahora bien, por lo expuesto hasta este momento, parecería seguir siendo contundente la explicación de que el aumento del voto nulo estuvo asociado principalmente con la escolaridad, sin embargo, cuando se introduce el término de interacción17 se pueden observar cambios sustanciales que se manifiestan en modificaciones del coeficiente de la variable promedio de escolaridad (E). Si seguimos a Salazar (2011) para calcular el efecto de la escolaridad en el voto nulo al depender de la ausencia o presencia de los grupos anulistas, es pertinente obtener la derivada parcial de promedio de escolaridad (E).18

Al realizar la operación, se obtuvo que cuando no hay presencia de grupos anulistas, por cada unidad que se incrementó el promedio de escolaridad, el voto nulo aumentó en 0.003 unidades. En cambio, cuando los grupos anulistas estuvieron presentes, por cada unidad que se incrementó el promedio de escolaridad el voto nulo creció en 0.005 unidades. Lo anterior significa que la presencia de la movilización anulista influyó en la relación entre voto nulo y escolaridad, lo cual intensifica su asociación.

Lo anterior concuerda con las expectativas sugeridas al inicio de este documento, pues el efecto sobre el voto nulo fue positivo y mayor en los lugares donde hubo presencia de organizaciones anulistas, en comparación con los sitios en donde no se presentaron. Ante esto, se confirma que sí hubo un efecto del movimiento en favor del voto nulo que condujo al aumento de los sufragios inválidos.

Con respecto a la escolaridad, la evidencia señala que la presencia de los grupos anulistas causó que en los municipios con mayores promedios de instrucción se incrementara en mayor medida el sufragio nulo, mientras que en donde no hubo promoción de la anulación del voto, la relación también fue positiva pero con una intensidad menor.

Estos hallazgos muestran que la variable escolaridad actuó modulada por la presencia de la movilización por la anulación del voto, lo que provocó que la participación electoral cambiara y que los municipios con mayores niveles de escolaridad fueran los más propensos a modificar sus patrones de comportamiento agregado.

En resumen, de las variables asociadas con el anulismo, el promedio de escolaridad, las viviendas urbanas, la población femenina, el porcentaje de personas entre 20 y 35 años y la violencia, tuvieron una relación positiva con el voto nulo. El mayor hallazgo fue que el nivel de boletas anuladas aumentó en mayor medida en los lugares del país donde hubo presencia de grupos promotores del sufragio nulo en comparación con aquellos sitios donde no los hubo, lo que intensificó su incremento en los municipios con mayores promedios de escolaridad.

Trascendencia en la abstención

En esta sección se estima la repercusión que tuvo la promoción del voto nulo en el abstencionismo. Algunos analistas consideraron que en 2009 el porcentaje de inasistencia a las urnas iba a ser mucho mayor que en comicios anteriores. Crespo (2010) afirmó que la tendencia marcaba como posibilidad una participación de sólo 30 por ciento del electorado. Ante los resultados de los comicios, surgió la pregunta de si la movilización anulista había frenado los porcentajes decrecientes de participación de las elecciones legislativas previas.

Como se puede apreciar en el cuadro 5, la tendencia creciente de abstención se rompió en la elección de 2009, pues de 34.5 por ciento en 1991 se pasó a 58.8 por ciento en 2003, lo cual disminuyó tres puntos porcentuales en 2009, al quedar en 55.4 por ciento.

Ante esas cifras y por los argumentos planteados previamente en el sentido de que la movilización por la anulación del voto también invitó, indirectamente, a la participación electoral, es pertinente evaluar si esta reducción en la abstención se debió a la presencia de los grupos anulistas que movilizaron al electorado o fue producto de otros factores. Las expectativas planteadas fueron: 1) la movilización anulista propiciaría la reducción de la abstención en el país aminorándose en mayor medida en los lugares donde hubo presencia de grupos anulistas en comparación con los lugares donde no hubo y 2) la relación entre abstencionismo y escolaridad se vería atenuada por la presencia de la movilización anulista.

Los datos agregados a nivel municipal sugieren que el patrón de participación del electorado se modificó en 2009 sin llegar a ser sustancial. En el cuadro 5 se observan algunas correlaciones entre abstención y escolaridad destacándose que sólo en la elección de 2003 —como lo señalaron Salazar y Temkin (2007)— la relación entre ambas variables fue positiva. Para el caso de la elección de 2009 se observó que la relación entre ambas variables fue acorde con el patrón que usualmente se ha presentado, aunque se pudo apreciar una disminución en la intensidad de la correlación, pues de -0.287 en 2006, se pasó a -0.043 en la elección de 2009. Ante esto, vale la pena desagregar la información y analizar qué pasó con la participación electoral tanto en los lugares donde hubo presencia de grupos anulistas como en donde no los hubo. Como se sugirió, la razón por la que la asociación disminuyó fue debido a la presencia del movimiento anulista.

Para verificar lo planteado se hizo un análisis de regresión con efectos mixtos que incluyó información para todos los municipios del país. La variable dependiente fue la abstención municipal de 2009, que se obtuvo del Atlas de Resultados Electorales del IFE 1991-2009 y se calculó al restar el porcentaje de participación de la elección del cien por ciento que debió haber participado.

Las similitudes de este modelo con el presentado en el apartado anterior son bastantes. Las variables de interés también fueron los grupos anulistas, la escolaridad y la interacción entre ambas. De las dos primeras se espera una asociación negativa con la abstención. La interacción se modela para saber si hubo un efecto en la variable dependiente según la presencia o ausencia de los grupos anulistas. Lo que se prevé es que cuando haya presencia de la movilización en el municipio, la abstención se reducirá, principalmente, en los municipios con mayores promedios de escolaridad; por el contrario, cuando haya ausencia, la abstención aumentará.19

Las variables de control incluidas fueron las mismas que en el modelo anterior: el voto nulo, la abstención, ambas de 2006, el número de elecciones en el estado, pib per cápita, las viviendas urbanas, la población femenina, la proporción de personas entre 20 y 35 años, la violencia, el número efectivo de partidos por estado y una variable dummy por cada entidad federativa.20

Según el cuadro 6, los resultados muestran que, de las variables de control, la abstención de 2006 fue significativa y positiva. El número de elecciones también fue significativo y las tres categorías tuvieron una asociación negativa con la abstención, lo cual quiere decir que la cantidad de elecciones redujo la abstención y aumentó la participación. Las categorías que tuvieron la mayor fuerza asociativa fueron "dos elecciones" y "cuatro", respectivamente.

Ahora bien, los siguientes resultados son interesantes pues coinciden con lo ocurrido en la elección de 2003, donde la relación entre la participación y diversas variables independientes cambiaron su relación y, por consiguiente, su patrón de comportamiento agregado. Se encontró que el ingreso promedio tuvo una asociación positiva con la abstención, al igual que las viviendas urbanas, lo que contradice el argumento de que los electores con más tiempo, dinero y escolaridad se mostrarían con una propensión mayor a participar (Verba y Nie, 1972).

Por su parte, la población femenina y la proporción de personas entre 20 y 35 años también tuvieron una asociación positiva con la abstención, mientras que la violencia y el número efectivo de partidos no fueron significativos estadísticamente.

En relación con las variables de interés, los grupos anulistas tuvieron una relación positiva pero no significativa estadísticamente, por lo que no se pudo comprobar que por sí misma esta variable redujera los niveles de abstención. En relación con la escolaridad, su asociación fue positiva con la no participación, lo cual significa que mayores promedios de escolaridad municipal estuvieron relacionados con el aumento en la abstención, tal como lo presentaron Salazar y Temkin (2007) para la elección de 2003.

Sin embargo, cuando se analizan los resultados del término de interacción21 se pueden apreciar cambios importantes, expresados en la disminución del valor del coeficiente de la variable promedio de escolaridad (E).

Al realizar el mismo ejercicio que en el apartado previo, se calculó el efecto del promedio de escolaridad municipal en la abstención al depender de la ausencia o presencia de los grupos anulistas. Para esto se obtuvo la derivada parcial de promedio de escolaridad (E) con la misma ecuación señalada arriba.

El resultado mostró que cuando no hay presencia de grupos anulistas, por cada unidad que se incrementó el promedio de escolaridad, la abstención aumentó en 0.017 unidades. En cambio, cuando los grupos anulistas estuvieron presentes, por cada unidad que se incrementó el promedio de escolaridad, el abstencionismo disminuyó en 0.005 unidades y su aumento quedó en 0.012 unidades.

Lo anterior significa que cuando no hay presencia de grupos anulistas, la relación entre promedio de escolaridad y abstención municipal es positiva. Sin embargo, cuando sí existe presencia de estas organizaciones, la relación no cambia de signo, pero reduce la intensidad de la asociación. Ante esto, se afirma que en los lugares donde hubo presencia del movimiento por la anulación del voto disminuyeron los niveles de abstención, principalmente en los municipios con mayores promedios de escolaridad.

Adicionalmente, se confirma la afirmación de que la tendencia decreciente de participación de las elecciones legislativas previas fue modificada por la movilización anulista. Esto significa que en los municipios donde pudo haber un abstencionismo más pronunciado, hubo participación electoral que se tradujo en el incremento del voto nulo.

En resumen, los hallazgos mostraron que las viviendas, el ingreso, la población femenina y la proporción de personas entre 20 y 35 años tuvieron una asociación positiva con la abstención, mientras que todas las categorías de la variable de número de elecciones tuvieron una asociación negativa con el anulismo. Respecto al promedio de escolaridad, la asociación fue positiva con la abstención, aunque los resultados deben ser considerados a la luz de la presencia de los grupos anulistas, pues cuando hubo presencia de estas organizaciones, la asociación disminuyó su intensidad, lo que mostró el efecto de reducción de la abstención que tuvo la movilización por la anulación del voto al confirmar con esto las expectativas señaladas previamente.

 

Conclusiones

El presente artículo evaluó la trascendencia de la movilización anulista en el voto nulo y en la abstención municipal de las elecciones de 2009 en México. La evidencia presentada mostró que a nivel agregado el voto nulo aumentó en los municipios con mayores promedios de escolaridad del país, como resultado de la presencia de los grupos promotores del anulismo. Este hallazgo fue importante debido a que confirmó el éxito de la movilización anulista, observándose que la asociación forjada entre el voto nulo y la escolaridad, en los lugares donde tuvo presencia, fue positiva; por el contrario, donde no tuvo, la relación fue más débil.

Otro hallazgo destacable de este trabajo es que donde hubo presencia de organizaciones anulistas, la abstención se redujo y provocó el aumento de la participación en los municipios con mayores promedios de escolaridad. Ante esto, la movilización pro voto nulo, no sólo aumentó el número de boletas anuladas sino que también propició una mayor participación a escala municipal, como consecuencia del incremento de los votantes que asistieron a las urnas a anular su sufragio.

El hecho de que en los municipios con mayores promedios de escolaridad se haya fortalecido la idea anulista y reducido la abstención, fue muestra de que los sectores más escolarizados del país son propensos a modificar su patrón de comportamiento agregado ante las circunstancias políticas de la elección y del contexto, ya que, como se señaló, en comicios anteriores el voto nulo había estado asociado negativamente con los niveles altos de educación.

Esto es relevante debido a que en México el grupo de electores escolarizados ha desempeñado un papel fundamental en cada una de las elecciones federales, pues dada su volatilidad de preferencias, pueden modificar continuamente sus patrones de participación y generar con ello consecuencias interesantes en el panorama político mexicano. Se sugiere que en 2000 fueron, de alguna manera, responsables de la alternancia política, en 2003 del alto abstencionismo, en 2006 se repartieron entre los candidatos Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón Hinojosa y, en 2009, como se confirmó, fueron responsables del aumento del sufragio nulo. De lo anterior se deriva la importancia de considerarlos en estudios posteriores que podrían verificar lo señalado.

Ahora bien, con la evidencia encontrada en este trabajo es clara la importancia que tiene la movilización electoral en los comicios y las consecuencias que un discurso antipartidista en un contexto de baja confianza en los representantes y de inconformidades políticas puede generar en el electorado, pues más allá de que fuera conveniente o no anular el sufragio, el llamado logró concitar el apoyo de distintos sectores de la sociedad que comulgaron con el hartazgo hacia los partidos políticos y en su desafección con la democracia.22 Si bien no fue una protesta radical, puesto que siempre se mantuvo dentro de los cauces institucionales, no dejó de ser una muestra de la inconformidad que viven algunos sectores que no encuentran la manera de canalizar y expresar sus demandas, lo cual es evidencia de que todavía hay mucho por hacer y modificar en la reciente democracia mexicana.

Asimismo, se destaca la necesidad de fortalecer los trabajos dedicados al voto nulo, ya que por los resultados encontrados, hay sectores de la población —como las mujeres y los jóvenes— que muestran un patrón de comportamiento interesante respecto al anulismo, del cual cabría hacer investigaciones de corte individual para atender las razones de esas actitudes.

En suma, el fenómeno presentado en 2009 hizo que se considerara el voto nulo como una forma de protesta diferente de las precedentes y, en buena medida, innovadora, pues a pesar de que la legislación mexicana lo considera como un error y no como un acto de protesta, se discutió arduamente entre la ciudadanía si era conveniente o no anular el sufragio en esos comicios.

Los resultados electorales de 2009 mostraron que hubo un incremento del voto nulo a escala nacional, al igual que en distintos estados y ciudades de la república. Según ese panorama, algunos anulistas afirmaron que había sido un éxito rotundo la protesta, pues el aumento del sufragio nulo, decían ellos, se debía a la campaña por la anulación emprendida en varias entidades del país. Esto último fue lo que se evaluó y confirmó en este artículo.

Se resalta que los resultados encontrados contribuyen a las investigaciones dedicadas al anulismo, pues más allá de las causas que se han enfatizado como determinantes en el aumento de las boletas anuladas, la promoción de este tipo de sufragio en interacción con otras variables debe ser considerada —siempre que sea el caso— como factor crucial en el análisis del aumento de este tipo de voto.

 

Fuentes de información

Entrevistas

Académicos

Entrevista al doctor José Antonio Crespo, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económicas, México, 16 de agosto 2011.

Integrantes de grupos anulistas

Entrevista con Ricardo Alcalá, miembro del grupo anulista "Anula tu voto", México, 13 de julio de 2011.

 

Referencias bibliográficas

Aguayo, Sergio (2009a), "Por esperanza", Reforma, 3 de junio.         [ Links ]

----------, (2009b), "ética y política", Reforma, México, 24 de junio.         [ Links ]

Aldashev, Gani y Giovanni Mastrobuoni (2010), "Invallid ballots and Electoral Competition", Carlo Alberto Notebooks, 153, octubre, pp. 1-39.         [ Links ]

Alonso, Jorge (2010), "El movimiento anulista en 2009 y la abstención", Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, XIV (47), enero-abril, pp. 9-46.         [ Links ]

Asamblea Nacional por el Voto Nulo (2009), Minuta de la Asamblea Nacional por el Voto Nulo, Distrito Federal, 3 de julio, en www.nulos.com [fecha de consulta: 18 de agosto de 2011]         [ Links ].

Buendía, Jorge y Fernanda Somuano (2003), "Participación electoral en nuevas democracias: la elección presidencial de 2000 en México", Política y Gobierno, X (2), segundo semestre, pp. 289-323.         [ Links ]

Cámara de Diputados (2008), Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, México, 14 de enero, en http://www.ife.org.mx/portal/site/ifev2/COFIPE_ promocion_voto/ [fecha de consulta: 12 de junio de 2012]         [ Links ].

Campos, Roy (2009), "ABC para entender la elección del 5 de julio", El Economista, 20 de julio.         [ Links ]

Carlin, Ryan (2005), "To Vote or Not to Vote... Or to Spoil the Ballot: Changing Patterns of Electoral Participation in Post-authoritarian Chile", Carolina Papers, Democracy and Human Rights, 6, septiembre-noviembre, pp. 1-58.         [ Links ]

Cervantes, Jesusa (2009), "Anulación: a construir algo", Proceso, 1705, pp. 40.         [ Links ]

Cisneros, Isaac (2012a), "El efecto de la movilización anulista en el voto nulo de la elección para diputados federales de 2009 en México", tesis de maestría, México, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.         [ Links ]

----------, (2012b), "La movilización por la anulación del voto en 2009: una nueva forma de protesta política", Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 215, mayo-agosto.         [ Links ]

Córdova, Lorenzo (2009), "Cada cual su voto", Voz y Voto, México, julio.         [ Links ]

Crespo, José (2009a), "Piensa, compara y... ¿vota?", Excélsior, 30 de marzo.         [ Links ]

----------, (2009b), "Abstención y voto nulo", Excélsior, 13 de julio.         [ Links ]

----------, (2009c), "Nuestra partidocracia crece... y se fortalece", Excélsior, México, 27 de abril.         [ Links ]

----------, (2010), México 2009: Abstención, voto nulo y triunfo del PRI, México, Centro de Investigación y Docencia Económicas, documentos de trabajo, núm. 220, noviembre, pp. 1-64.         [ Links ]

Denquin, Jean-Marie (2002), "Abstention et réferéndum", en Cristophe Boutin y Frédéric Rouvillois (comps.), Labstention électorale, apaisement ou épuisement?, París, Francois-Xavier Guibert, pp. 41-55.         [ Links ]

Dresser, Denise (2009), "Aspirar a más", Proceso, 1701, 7 de junio.         [ Links ]

Durán, Cecilia (2009), "Promotores del voto nulo, a favor de ejercer su derecho rechazando a los partidos", La Jornada Jalisco, 5 de julio.         [ Links ]

Druckman, James (2004), "Priming the Vote: Campaign Effects in a U.S. Senate Election", Political Psychology, 25 (4), pp. 577-594.         [ Links ]

Escobar, Modesto, Fabrizio Bernardi y Enrique Fernández (2009), Análisis de datos con STATA, Madrid, CIS (Cuadernos Metodológicos, 45).         [ Links ]

Espacio del e-elector (2009), "¿Votar por un perro?", Reforma, 2 de julio, en http://reformacom.typepad.com/espacio_e_elector/2009/07/index.html [fecha de consulta: 4 de enero de 2012]         [ Links ].

Finkel, Steve (1993), "Reexamining the 'Minimal Effects' Model in Recent Presidential Campaigns", Journal of Politics, 55, pp. 1-21.         [ Links ]

Galatas, Steven (2008), "None of the Above? Casting Blank Ballots in Ontario Provincial Elections", Politics and Policy, 36 (3), pp. 448-473.         [ Links ]

Garduño, Karla (2009), "Promotores del voto nulo", Reforma, suplemento Enfoque, 7 de junio.         [ Links ]

Gray, Mark y Miki Caul (2000), "Declining Voter Turnout in Advanced Industrial Democracies, 1950 to 1997: the Effects of Declining Group Mobilization", Comparative Political Studies, 33 (9), noviembre, pp. 1091-1122.         [ Links ]

Greene, Keneth (2009), "Images and Issues in Mexico's 2006 Presidential Election", en Jorge Domínguez, Chappell Lawson y Alejandro Moreno (eds.), Consolidating Mexico's Democracy: The 2006 Presidential Campaign in Comparative Perspective, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, pp. 246-267.         [ Links ]

Hayes, Danny (2005), "Candidate Qualities Through a Partisan Lens: A Theory of Trait Ownership", American Journal of Political Science, 49 (4), pp. 908-923.         [ Links ]

Hylligus, Sunshine y Simon Jackman (2003), "Voter Decision Making in Election 2000: Campaign Effects, Partisan Activation, and the Clinton Legacy", American Journal of Political Science, 47 (4), octubre, pp. 583-596.         [ Links ]

Hirczy, Wolfgang (1994), "The Impact of Mandatory Voting Laws on Turnout: A Quasi-experimental Approach", Electoral Studies, 13 (1), pp. 64-76.         [ Links ]

Instituto Federal Electoral (2009), "Calendario electoral 2009", México, en http://www.ife.org.mx/portal/site/ifev2/Calendario_de_elecciones/ [fecha de consulta: 12 de junio de 2012]         [ Links ].

----------, "Atlas de resultados electorales federales 1991-2009", Instituto Federal Electoral, en http://www.ife.org.mx/documentos/RESELEC/SICEEF/principal.html [fecha de consulta: enero-febrero de 2012]         [ Links ].

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Datos disponibles en http://www.inegi.org.mx/movil/esmovil.aspx [fecha de consulta: noviembre de 2011 y 12-15 de agosto de 2012]         [ Links ].

Jaén, Bernardo (2009), "Del voto nulo a la participación ciudadana", ponencia presentada en el Tercer Encuentro Nacional sobre Estudios Regionales: las regiones en movimiento, prácticas dinámicas y procesos de cambio, Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara, octubre.         [ Links ]

Jiménez, Horacio (2009), "Voto nulo elimina la representación: Creel", El Universal, 7 de junio.         [ Links ]

Klesner, Joseph (2001), "Adiós to the PRI? Changing Voter Turnout in Mexico's Political Transition", Estudios Mexicanos, 1, pp. 17-39.         [ Links ]

Klesner, Joseph y Chappell Lawson (2004), "Political Reform, Electoral Participation, and the Campaign of 2000", en Jorge Domínguez y Chappell Lawson (eds.), Mexico's Pivotal Democratic Election. Candidates, Voters, and the Presidential Campaign of2000, San Diego, UCSD/Standford University Press/Center for U.S.-Mexican Studies, pp. 69-87.         [ Links ]

Lagunas, Icela (2009), "Reporte número 137. Los barrios también anulan", Reporte Indigo, 2 de julio, en http://www.reporteindigo.com/content/los-barrios-tambien-anulan [fecha de consulta: 5 de enero de 2012]         [ Links ].

Latinobarómetro (2003 y 2009), Encuestas Latinobarómetro-México, Santiago, bases de datos disponibles en www.latinobarometro.org [fecha de consulta: 16 de octubre de 2011]         [ Links ].

Lavareda, José Antônio (1991), A democracia nas urnas: o processo partidário electoral brasileiro, Río de Janeiro, Río Fundo Editora.         [ Links ]

Lutz, Bruno (2005), "La participación electoral inconclusa: abstencionismo y votación nula en México", Revista Mexicana de Sociología, 67 (4), octubre-diciembre, pp. 793-826.         [ Links ]

Lutz, Bruno y Alejandro Espinoza (2005), "El palimpsesto del abstencionismo electoral en México o la democracia a prueba", Espacios Públicos, 8 (15), febrero, pp. 51-76.         [ Links ]

McAllister, Ian y Toni Makkai (1993), "Institutions, Society or Protest? Explaining Invalid Votes in Australian Elections", Electoral Studies, 12 (1), marzo, pp. 23-40.         [ Links ]

McCann, James y Chappell Lawson (2003), "An Electorate Adrift? Public Opinion and the Quality of Democracy in Mexico", Latin American Research Review, 38, pp. 60-81.         [ Links ]

Moreno, Alejandro (2003), El votante mexicano: democracia, actitudes políticas y conducta electoral, México, Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

----------, (2009), La decisión electoral: votantes, partidos y democracia en México, México, Miguel ángel Porrúa.         [ Links ]

Moreno, Alejandro y Patricia Méndez (2007), "La identificación partidista en las elecciones presidenciales de 2000 y 2006 en México", Política y Gobierno, XIV (1), primer semestre, pp. 43-75.         [ Links ]

Power, Timothy y Roberts Timmons (1995), "Compulsory Voting, Invalid Ballots, and Abstention in Brazil", Political Research Quarterly, 48 (4), pp. 795-826.         [ Links ]

Power, Timothy y James Garand (2007), "Determinants of Invalid Voting in Latin America", Electoral Studies, 26, pp. 432-444.         [ Links ]

Przeworski, Adam, Bernard Manin y Susan Stokes (2002), "Elecciones y representación", Zona Abierta, 100/101.         [ Links ]

Reforma (2009), "Partidos vs. voto nulo", Reforma, 14 de junio.         [ Links ]

Rivera, Elizabeth (2009), "Un candidato muy perro", Milenio, 26 de junio.         [ Links ]

Robles, Johana (2009), "Marchan anulistas en Paseo de la Reforma", El Universal, 6 de julio.         [ Links ]

Rosenstone, Steven y John Hansen (1993), Mobilization, Participation and Democracy in America, Kansas City, Macmillan Publishing Company.         [ Links ]

Salazar, Rodrigo (2011), "Los efectos económicos de la reelección presidencial inmediata en América Latina (1951-2007)", mayo (documento sin publicar, Flacso-México).         [ Links ]

Salazar, Rodrigo y Benjamín Temkin (2007), "Abstencionismo, escolaridad y confianza en las instituciones. Las elecciones federales de 2003 en México", Política y Gobierno, XIV (1), primer semestre, pp. 5-42.         [ Links ]

Sistema Municipal de Bases de Datos (Simbad), datos disponibles en http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/simbad/default.asp?c=7873 [fecha de consulta: noviembre de 2011 y 12-15 de agosto de 2012]         [ Links ].

Stiefbold, Rodney (1965), "The Significance of Void Ballots in Western German Elections", The American Political Science Review, 59 (2), junio, pp. 391-407.         [ Links ]

Temkin, Benjamín, Sandra Solano y José del Tronco (2008), "Explorando el 'apartidismo' en México: ¿Apartidistas o apolíticos?", América Latina Hoy, 50, pp. 119-145.         [ Links ]

Troumponis, Orestis (2010), "Institutions, Society or Protest? Explaining Abstention, Blank and Null Voting", International Doctorate in Economic Analysis, octubre, pp. 1-21.         [ Links ]

Uggla, Fredrik (2008), "Incompetence, Alienation, or Calculation? Explainig Levels of Invalid Ballots and extra Parliamentary Votes", Comparative Political Studies, 41 (8), pp. 1141-1164.         [ Links ]

Valdés, Leonardo (2009), "La importancia del voto", Voz y Voto, México, julio.         [ Links ]

Verba, Sydney y Norman H. Nie (1972), Participation in America. Poitical Democracy and Social Inequality, Nueva York, Harper & Row.         [ Links ]

Verba, Sydney, Kay Schlozman y Henry Brady (1995), Voice and Equality: Civic Voluntarism in American Politics, Cambridge, Harvard University Press.         [ Links ]

Woldenberg, José (2009), "¿Votar o anular?", Voz y Voto, México, julio.         [ Links ]

Zulfikarpasic, Adélaïde (2001), "Le vote blanc: abstention civique ou expresión politique?", Revue Francaise de Science Politique, 1-2, pp. 247-268.         [ Links ]

 

Notas

Este artículo forma parte de la investigación realizada para obtener el grado de maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México. El autor agradece el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para la realización de este trabajo.

1 Power y Garand (2007) señalan uno de los motivos por los cuales no se ha puesto la atención debida al asunto del voto nulo y afirman que los politólogos viven en países en donde esta práctica es mínima, por lo que no genera una motivación para estudiar el tema.

2 Desde la perspectiva procedimental, la democracia es un mecanismo para elegir representantes, donde el voto desempeña un papel preponderante. Dicha concepción democrática asume dos cuestiones: 1) las elecciones como la herramienta para seleccionar buenas políticas o a políticos que están asociados con ciertas políticas, y 2) las elecciones y el voto son el medio que tienen los gobernados para evaluar las acciones de los gobernantes y responsabilizar a quienes hayan tomado ciertas decisiones (Przeworski et. al., 2002). Las cursivas son mías.

3 Se afirma que aunque el voto nulo manifiesta una exigencia y una queja, su expresión es fundamentalmente institucional, puesto que utiliza el sufragio para protestar.

4 "Movimiento anulista" fue la etiqueta que se le dio al conjunto de grupos organizados que en distintos lugares del país promovieron la anulación del voto como una forma de protesta política. Se advierte que aquí no se discute si se puede definir el "movimiento anulista" como un movimiento social.

5 La legislación electoral mexicana considera el voto nulo como el acto de no tachar ningún cuadro de la boleta que contenga el emblema de un partido político o cuando se marcan dos o más cuadros sin existir coalición entre los partidos cuyos emblemas hayan sido marcados, no teniendo ningún efecto jurídico en la conformación de los órganos de gobierno como Cámaras legislativas o locales y ejecutivos locales y federal (Cofipe art. 274, 2012). De lo anterior se desprende que la ley electoral mexicana entiende el voto nulo como un sufragio mal realizado o erróneo y no como una expresión de inconformidad con la política.

6 Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Distrito Federal, Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Michoacán, Nuevo León, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán. En el documento de la Asamblea Nacional por el Voto Nulo (2009) únicamente se reportan los nombres de las agrupaciones que promovieron la anulación del voto. La ligazón que se hizo de cada organización con la entidad federativa correspondiente fue producto del trabajo de investigación de quien escribe este texto.

7 Con la prueba t de comparación de medias se rechazó la hipótesis nula de que la media del PIB per cápita, de la escolaridad, del rezago social y del porcentaje de viviendas urbanas, respectivamente, fuera igual en los lugares donde hubo presencia de grupos anulistas en comparación con los sitios donde no la hubo, destacándose las diferencias señaladas en el texto.

8 "En Facebook se encontraron 250 grupos que llamaban a anular el voto" (Alonso, 2010). En Youtube se llevó a cabo una campaña didáctica donde se explicó cuáles eran las diferencias entre anular y abstenerse de votar y, además, se instruía a la ciudadanía sobre las distintas maneras que se tenían para anular el voto. Se explicó que se podía tachar toda la boleta, escribir alguna leyenda de protesta o dejar la boleta en blanco.

9 El término "voto inválido" es la manera como en la mayoría de los estudios se refieren tanto al voto blanco (de protesta) y al voto nulo (por error). Otras maneras de nombrar ambos tipos de sufragio y que se utilizan en la literatura es "voto declinado", "voto no marcado", "voto desperdiciado". En este estudio el voto nulo intencional se clasifica conceptualmente como un voto blanco, es decir, de protesta, aunque cabe advertir que en los subsiguientes apartados se utilizarán indistintamente los términos: voto inválido, voto nulo, voto blanco, boleta anulada o boleta inválida para referir al voto nulo intencional de 2009.

10 En el primer caso el p-valor es de 0.9387 y en el segundo es de 0.5677, los cuales rebasan cualquier nivel de confianza estadística y se muestra con ello la inexistencia de un impacto del movimiento anulista en los resultados electorales.

11 El modelo a estimar para cada año fue el siguiente: Ynulo i,j = β0 + β1 Ei,j + β2 nuloi,j + β3 absti,j + β4 LnPlBi,j + β5 Urbi,j + β6 femi,j + β7 jovi,j + β8 Nepi,j + εi,j.

Ynulo es el nivel de votos nulos correspondiente al municipio i del estado j. E elpromedio de escolaridad municipal. El modelo controla por el voto nulo (β2) y la abstención (β3) de 2006, el logaritmo natural del PIBpc (β4), viviendas urbanas (β5), población de mujeres (β6), proporción de jóvenes (β7), número efectivo de partidos (β8).

12 La interacción en un modelo de regresión es la multiplicación de dos variables independientes. Una manera de definirla es diciendo que la relación entre dos variables depende de los valores de una tercera (Escobar, Bernardi y Fernández, 2009, p. 305). En el caso que nos ocupa, la asociación entre voto nulo y escolaridad depende del valor (presencia/ausencia) de la variable grupos anulistas.

13 La variable número de elecciones se incluyó para controlar el efecto señalado sobre la complejidad del acto electoral y ésta quedó distribuida de la siguiente manera: una elección, 1 925 municipios (77.2%); dos elecciones, 348 municipios (14.0%); tres elecciones, 209 municipios (8.4%), y cuatro elecciones, 11 municipios (0.4%).

14 Los resultados de cada una de las variables dummy por estado no se reportan, pero pueden pedirse al autor. En el modelo se excluyeron los estados de Campeche, Morelos, Sonora, Veracruz y Zacatecas debido a que generaban problemas de colinealidad.

15 El modelo a estimar fue el siguiente: Ynulo i,j = β0 + β1 Ei,j + β2 nuloi,j + β3 absti,j + β4 LnPlBi,j + β5 Urbi,j + β11 femi,j + β12 jovi,j + β13 violi,j + β14 Nepi,j + β15 ent...+ β45 ent + εi,j.

Ynulo es el nivel de votos nulos correspondiente al municipio i del estado j. A se refiere a los grupos anulistas, E al promedio de escolaridad municipal, el coeficiente β3 modela la interacción entre grupos anulistas y promedio de escolaridad. El modelo controla por el voto nulo (β4) y la abstención (β5) de 2006, número de elecciones el día de la jornada electoral (β6, β7, β8), el logaritmo natural del PIBpc (β9), viviendas urbanas (β10), población de mujeres (β11), proporción de jóvenes (β12), violencia (β13), número efectivo de partidos (β14), y la entidad federativa (β15...β45).

16 Sobre esta afirmación, es de destacar que el modelo de regresión presentado aquí tiene un nivel de agregación municipal, por lo que no se pueden derivar de él explicaciones sobre comportamientos individuales de los electores. Al respecto puede consultarse Cisneros, 2012a.

17 La prueba de significancia conjunta de los coeficientes de interacción arroja que fueron significativos a uno por ciento, descartando problemas de colinealidad.

18 La ecuación correspondiente para realizar esta operación es la siguiente:

19 Para la construcción de la variable grupos anulistas se siguió el mismo procedimiento que en el modelo anterior. Respecto a las demás variables incluidas todas fueran retomadas de Simbad para el año 2005, exceptuando la violencia, de la cual se encontraron datos de 2009.

20 Los resultados de cada una de las variables dummy por estado no se reportan, pero pueden pedirse al autor. En el modelo se excluyeron los estados de Campeche, Morelos, Sonora, Veracruz y Zacatecas debido a que generaban problemas de colinealidad.

El modelo a estimar fue el siguiente: Yabst i,j = β0 + β1 Ai,j + β2 E i,j + β3 Ai,j * Ei,j + β4 nuloi,j + β5 absti,j + β6 elec2i,j + β7 elec3i,j + β8 elec4i,j + β9 LnPIBi,j + β10 Urbi,j + β11 femi,j + β12 jovi,j + β13 violi,j+ β14 Nepi,j+ β15 ent... β45 ent + εi,j.

Yabst es el nivel de abstención correspondiente al municipio i del estado j. A se refiere a los grupos anulistas, E al promedio de escolaridad municipal, el coeficiente β3 modela la interacción entre grupos anulistas y promedio de escolaridad. El modelo controla por el voto nulo (β4) y la abstención (β5) de 2006, número de elecciones el día de la jornada electoral (β6, β7, β8), el logaritmo natural del PIBpc (β9), viviendas urbanas (β10), población de mujeres (β11), proporción de jóvenes (β12), violencia (β13), número efectivo de partidos (β14) y la entidad federativa (β15... β45).

21 La prueba de significancia conjunta de los coeficientes de interacción arroja que son significativos a uno por ciento.

22 Cisneros (2012a) muestra que en lo individual el votante anulista se caracteriza por tener una alta movilidad cognitiva (alto interés en la política y altos niveles de educación), por ser un elector independiente, es decir, no partidista, con poca satisfacción con la democracia y que percibe que ningún partido representa su punto de vista.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License