SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.14 issue41Salud, desarrollo urbano y modernización en Guadalajara (1797-1908), de Lilia Oliver author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Espiral (Guadalajara)

Print version ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.14 n.41 Guadalajara Jan./Apr. 2008

 

Reseñas

 

Política, pensamiento e historiografía en Estados Unidos contemporáneo, de Avital Bloch

 

Rogelio de la Mora V.*

 

* Investigador de tiempo completo de la Universidad Veracruzana

 

El libro que la autora nos ofrece procede de una larga experiencia de más de 15 años como docente, historiadora e investigadora especializada sobre Estados Unidos. Destinado a ensanchar las perspectivas del público mexicano y latinoamericano con interés en EU, este libro, conformado por ocho artículos, se presta, creemos, a dos lecturas: una informativa, inmediata, utilitaria (debido a lo cual el título bien podría haber adoptado la palabra Introducción...). La otra, más exigente, para los más familiarizados, al menos para nutrir una reflexión. Salvo el texto dedicado al periodo constitucional, en la década de 1780, su dimensión sitúa en un primer plano de observación al EU contemporáneo, desde 1950 hasta el presente. El dominio de esta obra abarca diversos campos temáticos, abordados sin supeditarse a continuidades periódicas. Su hilo conductor está constituido por el desarrollo de las ideas, enmarcadas por algunos de los debates académicos e intelectuales más destacados que han jalonado la historia reciente de la nación estudiada.

El trabajo está desglosado de manera equilibrada en dos grandes apartados: "Ideología y política", e "Historiografía". Los textos son precedidos por una "Introducción general", que permite al lector una rápida orientación en cada caso. La primera parte abre y marca la pauta temática con el artículo "El pragmatismo en la ideología constitucional federalista". Tomando como punto de partida el documento de mayor influencia de la ciencia política de los EU, El ensayo federalista, de Alexander Hamilton, James Madison y John Jay, busca proyectar luz sobre ciertos aspectos político-ideológicos del nacimiento y el contenido esencial de la Constitución Federal estadounidense. Orientados más hacia la experiencia y la acción que hacia la abstracción y las ideologías, más influenciados por Adam Smith, Adam Ferguson y, sobre todo, David Hume que por Francis Bacon, John Locke y Juan Jacobo Rousseau, los padres fundadores abogaron por un gobierno republicano democrático.

Del autor del Tratado de la naturaleza humana asimilarían que el contrato social —tal y como lo entendían Hobbes, Locke y Rousseau— es una superchería ideológica y que, por el contrario, la verdadera legitimidad de la autoridad es el hábito. También de él se inspiraron para concluir que los hombres poseen una inclinación natural a violar las reglas de la justicia. Ante la imposibilidad de cambiar su naturaleza, los hombres tienen la facultad de cambiar su situación, aplicando el principio de utilidad. La corrupción del alma humana serviría a la grandeza de la nación. La admirable reflexión que condujo a la fundación excepcional del pacto constitutivo permitiendo el nacimiento de la República norteamericana, en razón de las circunstancias específicas de su aplicación, no podía ser un modelo de revolución. En consecuencia, el régimen político del cual los estadounidenses se dotaron —el mejor posible, por ser el más estable en función de las circunstancias históricas— dividía el poder entre el presidente, los congresistas, los senadores y los jueces, evitando así que la ambición de los hombres dañara las relaciones de poder del Estado.

Ante estos pasajes, una lectora o un lector latinoamericanos difícilmente podrán evitar establecer paralelos históricos. Mientras que españoles y portugueses conquistaron y practicaron la conversión forzada en el resto del continente americano, en el territorio del actual EU se fundó una colonia, en el sentido pleno de la palabra, donde rápidamente echaron raíces disidentes y protestantes provenientes de Europa; allí pudieron "crecer en libertad y, avanzado con las costumbres, desarrollarse apaciblemente en las leyes" (según lo refiere De Tocqueville en La Democracia en América). Durante la época de la Independencia, libertadores como San Martín, Bolívar, Sucre e Hidalgo, procuraron la libertad política frente a España, en lugar de la libertad de los individuos que formaban las sociedades hispanoamericanas, mientras que los padres fundadores argumentaron y defendieron la soberanía del pueblo estadounidense en oposición a la soberanía de la Corona. Mientras que en América Latina el espíritu democrático es tardío y proveniente de las élites, el de las instituciones norteamericanas les es consustancial, desde mucho antes de la Independencia. Mientras que nuestros países experimentaron la tradición católica, intolerante y jerarquizada, en EU la Iglesia fue plural y estuvo conformada por asociaciones de creyentes que elegían a sus ministros con la misma libertad con que designaban a sus representantes laicos. Mientras que en Latinoamérica se desarrollaban y proliferaban Estados centralizadores, en EU la estructura federal del país contemplaba la autonomía de los estados federados. Debido a estos tan acentuados contrastes entre el esfuerzo material y el espíritu idealista sin frutos, para los mexicanos Estados Unidos ha sido, al mismo tiempo, el enemigo de nuestra identidad y el modelo inconfesado de lo que querríamos ser (cfr. Octavio Paz). EU además de ser un ideal político y social, ha sido un poder intruso, un agresor. Alexis de Tocqueville había observado que la política interior y la política exterior de un país no pueden valerse del mismo principio.

En el capítulo segundo, "La política de la guerra fría y el anticomunismo", la autora se remonta en el tiempo para efectuar una primera escala en el EU de mediados del siglo XX, con el propósito de analizar y dejar al descubierto las características más relevantes de la posguerra. En el marco del conflicto Este-Oeste, el texto reconstruye panorámicamente algunas de las pugnas ideológicas de mayor envergadura que las redes de intelectuales conservadores más importantes libraron en nombre de la democracia en contra del totalitarismo y su variante: el comunismo, encarnado en Stalin y la URSS. Una de las redes más influyentes la constituyó el American Committee for Cultural Freedom (AOOF), fundada en 1951, la cual contaba entre sus miembros a prestigiados intelectuales liberales, tales como Sydney Hook, James Farell, Seymour Martin Lipset, Oscar Handlin, Daniel Bell, Dwight Macdonald y John Kenneth Galbraith. El ACCF participará de manera activa en la campaña anticomunista, iniciada en 1947 por Harry Truman, durante el macarthismo (1950-1954) y mantendrá su identidad hasta finales de 1960.

El tercer capítulo, "Entre el radicalismo y la teoría de la conspiración de la nueva izquierda", se centra en el debate en torno al asesinato del presidente John F. Kennedy (JFK), ocurrido en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963. Con tal propósito, toma como eje la controvertida película John Fitzgerald Kennedy, de Oliver Stone. Criticado por los historiadores y elogiado por la nueva izquierda, el director de la cinta interpreta el magnicidio a la luz del estudio de uno de los cuatro mitos políticos mayores: el complot (junto con el de El Salvador, la Unidad y la Edad de Oro), vinculado con la guerra en Vietnam y orquestado por grupos conservadores y antirradicales incrustados en el seno del gobierno estadounidense.

En esta secuencia de ideas, el capítulo cuarto está orientado a un análisis crítico del neoconservadurismo, una ideología en los campos ideológicos político y cultural que despunta a mediados de los años sesenta. Se trata de un movimiento excluyente por naturaleza, a la cabeza del cual se encuentra un heterogéneo y selecto grupo de intelectuales, con fuerte presencia en la comunidad académica, encargado de generar y difundir una ideología cuya característica es el combate sin cuartel al comunismo. Los miembros que lo integran tienen como misión participar en los debates políticos e influir en los medios masivos de comunicación, en particular la prensa escrita, y en el sistema político en general. Los orígenes de este peculiar círculo de hombres de letras se remontan a la década de 1930. En un principio confesos partidarios de la teoría marxista, su itinerario intelectual pasaría, luego del desencanto debido a la experiencia en la URSS, por la adopción de los principios del liberalismo.

El punto de partida del segundo apartado, enfocado al pensamiento historiográfico, es el capítulo quinto, "El debate sobre la historia como narrativa", sin duda uno de los mejor logrados. Su objetivo es detectar, interpretar y compartir con el lector las reflexiones de los más relevantes teóricos e historiadores en torno a la complejidad de la construcción histórica. Este tema se vuelve aún más interesante cuando tenemos presentes los desafíos a los cuales la historia se confronta: desde el muy antiguo formulado por otras disciplinas que cuestionan su cientificidad, pasando por los retos del mundo actual donde los medios masivos de comunicación hacen los acontecimientos, hasta la división de la historia en modalidades cada vez más numerosas que convierten el oficio de los historiadores contemporáneos en un universo vasto y complejo. Avital Bloch convoca a una pléyade de autores, no para aportar respuestas sino para elucidar sus propuestas abocadas a explicar de qué se hace la historia, qué construye el historiador, con qué materiales, en qué medida se puede decir que la construcción del saber histórico es de naturaleza científica; cómo anuncian, dicen, escriben la historia los que se consagran a ella: investigadores, profesores, estudiosos.

En este contexto, el apartado siguiente, "La región en las tradiciones de la historiografía", se articula teniendo como eje el análisis del regionalismo y sus conceptos historiográficos alternativos, recurriendo para ello a las distintas y contrapuestas posturas de los historiadores del pasado estadounidense. Una de ellas es el pluralismo liberal, el cual afirma que la sociedad está conformada por grupos de interés políticos, culturales, religiosos y/o económicos. En contraste con el análisis regional, el pluralismo marca un quiebre en la concepción del concepto de regionalismo, a finales de la década de 1960. No obstante, pronto surge una nueva tendencia historiográfica, la nueva izquierda —o nueva historia social—, en contra de la dominación del pluralismo liberal. Esta corriente innovadora desplaza su atención de la existente estructura centralizada e insiste en las comunidades humanas. En la primera mitad de los años setenta, ya polimorfa, el espíritu de la nueva historia social se impregna en la mayoría de los historiadores y se convierte en escuela hegemónica. Aunque sin haber vencido todas las resistencias universitarias. A inicios de 1980, sus propuestas comenzaron a ser cuestionadas por nuevas tendencias tales como el multiculturalismo.

Posteriormente, el capítulo séptimo, "La verdad histórica en el posmodernismo y sus representaciones cinematográficas", intenta —en el marco de la posmodernidad— poner de relieve las interferencias entre lo historiográfico y lo cinematográfico. De entrada, la autora nos advierte su consideración de la película como una nueva forma innovadora de documento histórico, "un método que hasta años recientes, no ha sido explorado ni por directores de cine ni por historiadores" (p. 119). Debemos creer que por "años recientes", el texto se refiere a las reflexiones metodológicas de los historiadores de Los Annales, en particular Marc Ferro, desde los años setenta (Cinéma et Histoire. Le cinéma, agent et source de l'histoire, 1976; "Le film: Une contre analyse de la société", en Pierre Nora, J. Le Goff, 1974, Faire de l'Histoire). Para interrogar al cine desde ángulos variados, planteándole preguntas de historia, el film de Oliver Stone se centra en una sustancia diferente de los demás, JFK. Esta película, como todo producto cultural, cuenta con una historia, que es Historia, con su red de relaciones de varios órdenes. Sin perder de vista que la lectura cinematográfica plantea al historiador el problema de su propia lectura del pasado, Avital Bloch revela tanto las deudas ideológicas como los lapsus y los silencios de la película en cuestión. También nos ayuda a percatarnos de importantes coincidencias. Primero, con los presupuestos de ciertos grupos de la Nueva Izquierda Norteamericana, para quienes John F. Kennedy estaba investido de una misión transformadora en EU, y su desesperanza por el asesinato. Enseguida, con las posturas de las corrientes identificadas con la posmodernidad, en cuanto a considerar a la ausencia de certidumbre, condenada a transitar de una verdad a otra.

El libro cierra con el capítulo "Las nuevas historias y la crítica tradicionalista", en el cual enfoca los reflectores hacia los trabajos de aproximación del análisis histórico de la historiadora neoconservadora Gertrude Himmelfarb, crítica brillante e implacable de las nuevas tendencias historiográficas, entre ellas la posmodernidad. Himmelfarb es una de las escasas mujeres y la única historiadora prestigiada en pertenecer a la élite intelectual neoconservadora norteamericana, junto a hombres de letras de la talla de Daniel Bell, Seymour Martin Lipset e Irving Kristol. Las afinidades electivas con los miembros de este reducido círculo datan de 1930. Desde entonces, han sido compañeros de ruta de una peculiar evolución (que para muchos podría ser también involución) ideológica: habiendo partido del socialismo, se adhieren al pensamiento liberal anticomunista, opuesto al Frente Popular Antifascista, propio de la Guerra Fría; posteriormente, toman distancia del liberalismo, para luego desembocar en el neoconservadurismo, ideología creada y nutrida por ellos mismos a finales de la década de 1960. De hecho, el abordaje de las preocupaciones de Himmelfarb expresadas en su prolífica obra sobre el estado de la cuestión historiográfica en EU, es en cierta manera un pretexto bien logrado para Avital Bloch de presentar y analizar los conceptos de la historia y la política formulados por la ideología neoconservadora estadounidense.

De manera general, además de servirnos como referencia para un estudio comparativo de la historia en América Latina, el libro constituye una lectura indispensable para toda persona interesada en realizar un viaje cultural, así como lo propone la autora en su "Introducción", a través de diversos aspectos del pensamiento e historiografía del EU contemporáneo. Expuestos con claridad y constante preocupación de síntesis, los diversos artículos nos muestran en forma analítica la trayectoria de la producción histórica, los diferentes modos de escribir el pasado, las escuelas hegemónicas de prestigio alternadas o convergentes. Una vez embarcados en el viaje cultural, se hacen escalas en los principales enfoques y en las principales teorías de la disciplina histórica. Encontramos allí los elementos de base y las reflexiones en torno a las estructuras y los modos de funcionamiento de las ideologías. Por otra parte, la historiografía nos enseña que el discurso histórico —y esto no privativo de EU— es por naturaleza inestable, susceptible de toda metamorfosis, de todos los giros y de todas las inversiones de signos.

 

Nota

Avital H. Bloch. Política, pensamiento e historiografía en Estados Unidos contemporáneo. Universidad de Colima, 2005, 171 pp., traducción de Servando Ortoll.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License