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Espiral (Guadalajara)

Print version ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.13 n.38 Guadalajara Jan./Apr. 2007

 

Sociedad

 

La emergencia del parque social. Expresiones del proceso de contraurbanización en Buenos Aires

 

Guillermo C. Tella*, Estela Cañellas**, Viviana Colella**, Luciana Garavaglia**, Daniela Natale**

 

* Profesor-investigador del Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento. Argentina. gtella@ungs.edu.ar

** Estudiantes de la Licenciatura en Urbanismo y Ecología Urbana, Universidad Nacional de General Sarmiento. Argentina.

 

Fecha de recepción: 07 de febrero de 2006
Fecha de aceptación: 15 de agosto de 2006

 

Resumen

Buenos Aires se ha desarrollado históricamente exacerbando el carácter abierto de su trama urbana, donde la calle, la esquina o la plaza eran instrumentos cívicos de cohesión social, de fortalecimiento de las relaciones de vecindad. Sin embargo, en las últimas décadas ha sido testigo de un proceso de ruptura de los patrones tradicionales de crecimiento a partir del surgimiento de enclaves fortificados, los "parques cerrados", que encapsulan actividades, fragmentan territorios, segregan población. En este marco comenzó a desarrollarse una experiencia singular, el "parque social", que se presenta como instrumento de contención e integración de aquellas comunidades locales excluidas que buscan afrontar la crítica situación dominante.

Palabras clave: fragmentación, bunkerización, contraurbanización, comunidad local, parque social.

 

Abstract

Historically, Buenos Aires has been developed worsening the open character of its urbane trauma, where the street, the corner or the square are civic instruments of social cohesion, strengthening neighbourhood relations. Nevertheless, the last decades have witnessed a breaking-off process of traditional patterns of growth as of the emergence of fortified enclaves, the "closed parks", which encapsulate activities, fragment territories, segregate peoples. In this framework, a singular experience began to develop, the "Social Park", which is presented as a limiting and Abstracts integration instrument of those local excluded communities that face the dominant critical situation.

 

El tema central del presente estudio1 se centra en los efectos del proceso reciente de fragmentación territorial2 de la región metropolitana de Buenos Aires, en el que se pretende examinar cómo, frente al surgimiento de piezas urbanas a modo de ínsulas autónomas de concentración de actividades a partir de dinámicas de mercado, emergen de manera incipiente y por iniciativas de autogestión, procesos de contraurbanización3 que intentan mitigar las expresiones más visibles de la extrema pobreza.

 

Buenos Aires... desde la lógica del urban cluster

En el nuevo escenario global pierden peso específico los Estados nacionales y aumenta el de los gobiernos locales y, en particular, los correspondientes a las grandes ciudades latinoamericanas, que desempeñan un papel de centros regionales importantes como espacios de captación y reproducción de capitales, los cuales si bien albergan mucha población pobre, enfrentan serios problemas ambientales, tienen servicios deficientes y administradores poco capacitados para conducir este proceso sin conflictos (Fernández Wagner, 2000: 14).

Efectivamente, mientras por un lado se observa la bunkerización de territorios, con alta seguridad y aislamiento, por otro la trama abierta de la ciudad se desarticula, se desdibuja y rompe los criterios que históricamente la consagraron como tal. Estas nuevas lógicas de crecimiento de la ciudad se sostienen en el contexto de un proceso de demandas endógenas y generan la ruptura de las estructuras urbanas sedimentadas a través del tiempo, la degradación cualitativa de las preexistencias, y el necesario incremento de la movilidad por medios privados (Tella, 2001: 52).

Este proceso de polarización territorial selectiva, conocido como urban cluster, implica el paso de un crecimiento intensivo a un desarrollo extensivo del espacio urbano, a partir del surgimiento de nodos de concentración de funciones de servicios a diferentes escalas sobre fragmentos territoriales dispersos, pero con externalidades que impulsan un sistema reticular de vinculación (Tella, 2005: 15) (véase ilustración 1).

 

El proceso de expansión de la mancha urbana

La Región Gran Buenos Aires (RGBA)4 es la aglomeración urbana que, con cabecera en la ciudad capital de la República Argentina, se extiende con un tejido tentacular más o menos continuo, en un área de más de 15 mil kilómetros cuadrados en el que viven 14 millones de habitantes. El proceso de metropolización reconoce tres etapas que definen su estructura socioterritorial y que han tenido lugar a través de sus diferentes periodos de desarrollo (Tella, 2005: 24).

Ya desde finales del siglo XIX Buenos Aires se erigía como un centro político, económico y cultural a nivel nacional y se consolidaba como ciudad portuaria frente al Río de la Plata. El modelo agroexportador que tuvo lugar entre 1870 y 1930 significó la concentración de inversiones en la región pampeana con el consiguiente flujo de población, principalmente como resultado del aporte migratorio europeo. Esta población se asentó de forma precaria en la periferia de la ciudad y en los poblados embrionarios que se formaban alrededor de las estaciones de los ferrocarriles que confluían en el puerto.

Entre 1940 y 1970 se puede reconocer otra etapa que tuvo como marco el proceso de industrialización sustitutiva de importaciones, dentro del cual se fortalecería el predominio de la Pampa húmeda y el papel de la ciudad de Buenos Aires en el desarrollo nacional (Pírez, 1994: 18). El nuevo modelo propició la migración interna a la ciudad, que contaba con los principales factores para la localización industrial. Durante este proceso se densificó el área central, se consolidó5 una primera corona suburbana y se expandió la periferia hacia una segunda corona, al impulso de los loteos populares no regulados, baratos, pero sin infraestructura ni equipamiento básico, y una importante red de ferrocarriles con costo de pasaje subsidiado; aparecieron, además, las primeras "villas"6 metropolitanas.

En una última etapa, en las décadas de 1980 y 1990, a un periodo de fuerte inestabilidad económica sigue un modelo neoliberal en el marco de una globalización económica que implica la retirada del Estado como regulador del mercado y como promotor del bienestar social. Este proceso, caracterizado por la apertura de los mercados, la desregulación económica y financiera, la privatización de las empresas públicas y la concesión de los servicios urbanos, tiene como correlato una fuerte desindustrialización y tercerización de la economía. La crisis primero, y el cambio de modelo socioeconómico después, indujeron un rápido crecimiento del desempleo y de la flexibilización laboral, y detonaron una profunda disparidad en el gran abanico de los sectores medios de la población, una polarización entre quienes han sido favorecidos, o no, por el nuevo modelo de crecimiento. Así, por una parte la "nueva pobreza" se suma a la pobreza estructural tanto en las zonas degradadas de la periferia como al interior de la ciudad consolidada (Prévôt Schapira, 2000: 412). Por otra parte, las élites se encierran, ya sea integrándose al proceso de suburbanización, que sigue ahora el derrotero de las nuevas autopistas, en áreas estratégicas dotadas de infraestructura y equipamiento de calidad, con características de enclave urbano casi autónomo, o en desarrollos urbanos verticales, "torres country", con esas mismas características pero en el centro de la ciudad. De esta forma la mancha urbana se sigue extendiendo, con urbanizaciones cerradas en espacios intersticiales de la segunda corona y, más allá, con fragmentos urbanos emergiendo del territorio rural, formando una tercera conurbación unida funcionalmente a la ciudad central.

 

La focalización de programas de asistencia social

Con el final del Estado benefactor, entonces se desvincula a los gobiernos de la responsabilidad de proveer servicios habitacionales, para dar lugar a una mayor transferencia al mercado. Esto significó la privatización de las empresas públicas y el desmantelamiento de un conjunto de bienes y servicios provistos por el Estado (Fernández Wagner, 2000: 22).

Otro de los efectos lo constituyó el desmontaje del sistema de seguros universales, y la instalación de un sistema compensatorio de asistencia social orientado a paliar las consecuencias de la pobreza a partir de programas focalizados, gestionados a nivel local y dirigidos a la familia. En esta gestión de políticas sociales desde lo local, distintos actores sociales (entidades profesionales, comisiones barriales, cooperativas, sociedades de fomento, redes solidarias, etc.) se han ido comprometiendo progresivamente, desde la constitución de la demanda hasta la gestión, a través de particulares arreglos público-privados (Chiara, 2000: 32).

Las consecuencias más agudas de estas políticas se hacen visibles en las grandes áreas metropolitanas en general, y en la de Buenos Aires en particular, las que intentan mitigarse mediante fondos nacionales, provinciales o provenientes de organismos multilaterales de crédito, atendiendo puntualmente problemas tales como la falta de empleo, la mala alimentación, la nutrición infantil o la desprotección de la ancianidad.7

 

Apropiación del territorio para reclamos sociales

En este contexto de deterioro, en el territorio metropolitano se desarrollan "islas de riqueza" en "océanos de pobreza", las que dan cuenta de esta situación dicotómica: por un lado, el surgimiento de artefactos urbanísticos a modo de ínsulas terciarias cada vez más autónomas que concentran actividades a modo de enclaves desvinculados de su entorno circundante y, por otro, un tejido abierto degradado por los efectos de la indigencia: invasiones de tierras, toma de edificios, vandalización de la calle (Tella, 2005: 29).

El proceso de crisis tuvo a diciembre de 2001 como escenario de estallidos sociales a escala nacional en el que, con epicentro en Buenos Aires, se produjo un quiebre en las relaciones entre representantes y representados. Estos acontecimientos tuvieron su desarrollo después de las medidas del gobierno nacional de cerrar los bancos y limitar las extracciones de fondos como solución para evitar la fuga de capitales al exterior. El creciente déficit fiscal, la baja de la recaudación provocada por una persistente recesión económica, y la renegociación de la deuda externa con los organismos internacionales de crédito de forma extremadamente onerosa, fueron los síntomas que anunciaron las dificultades para sostener la paridad cambiaria (convertibilidad) y dispararon la fuga masiva de capitales al exterior, con la consiguiente pérdida de reservas internacionales.

Las empresas privatizadas, las entidades bancarias, las fuerzas de seguridad y, en especial, los estamentos gubernamentales en sus diferentes niveles, se constituyeron en los principales destinatarios de la consigna: "Que se vayan todos".

En una situación de anarquía generalizada, la calle fue tomada por la ciudadanía como espacio resignificado para prácticas deliberativas y solidarias, así como también para vandalismo y desobediencia. Durante varios días se llevaron a cabo saqueos organizados a comercios y supermercados en los barrios populares de la periferia, y expresiones de repudio en las áreas consolidadas por parte de los sectores medios y medio-altos de la población, y a partir de allí —con distinto tenor— se instalaron en el paisaje cotidiano. Numerosas experiencias de denuncia y de reparación del tejido social han surgido y adquirido visibilidad en la emergencia, entre las que caben destacarse tres tipos: itinerarios de protesta, territorios de indigencia y reapropiaciones sociales.

 

1. Itinerarios de protesta

• Los "cacerolazos". Manifestaciones de protesta en calles y avenidas por parte de los sectores medios y medio-altos de la población, muchas veces caminando hacia la Plaza de Mayo.

• Los "escraches". Concentraciones masivas de repudio a representantes considerados protagonistas de actos de corrupción, frente a los edificios donde trabajan o residen.

• Los "piquetes". Movimientos de trabajadores desocupados que bloquean las principales vías de circulación y acceso de la ciudad, con "acampes" (campamentos improvisados) y quema de neumáticos.

• Las "asambleas barriales". Espacio deliberativo autogestivo donde los sectores medios recuperan la calle para el encuentro social y construyen vínculos alternativos y cooperativos entre vecinos.

 

2. Territorios de indigencia

• El "cartoneo". Decenas de miles de hombres, niños, jóvenes —y hasta familias enteras— se lanzan al cirujeo en las calles, recogiendo y clasificando residuos recuperables en la vía pública para su posterior venta.

• Las "okupaciones". Toma clandestina de edificios que —en general— se encuentran abandonados, obsoletos o degradados, por parte de grupos de familias "sin techo".

• Las "microvillas". Invasiones de reducidas fracciones de tierra en áreas pericentrales por parte de sectores populares excluidos que forman pequeños barrios de "lata y cartón" en la ciudad consolidada.

 

3. Reapropiaciones sociales

• Las "fábricas recuperadas". Ocupación y puesta en funcionamiento de industrias abandonadas por sus propietarios, a cargo de los propios trabajadores afectados.

• Los "clubes de trueque". Espacios en los que se desarrolla un mercado de compra-venta, donde la transacción se efectúa por mero intercambio de bienes usados.

• Las "ferias de barrio". Ambitos de abastecimiento frutihortícola, resurgidas tras la crisis luego de décadas, tomando plazas y calles en zonas residenciales de sectores medio-bajos.

En términos amplios, estas expresiones constituyen algunos de los principales indicadores de un proceso de apropiación del territorio para reclamos sociales. Distintos trabajos abordan estas cuestiones (Martínez López, 2002; Sánchez Uzábal, 2003; Schamber y Suárez, 2002). En este contexto es que surge una experiencia contestataria a las nuevas formas de crecimiento de la ciudad.

 

El parque social como instrumento de integración

Buenos Aires se ha desarrollado históricamente exacerbando el carácter abierto de su trama urbana, donde la calle, la esquina o la plaza eran instrumentos cívicos de cohesión social, de fortalecimiento de las relaciones de vecindad.8 Sin embargo, como se mencionó, en las últimas dos décadas se ha instalado un proceso que rompe sus patrones tradicionales de crecimiento a partir del surgimiento de enclaves fortificados, los "parques cerrados", que encapsulan actividades, fragmentan territorios, segregan población.

Se observa, entonces, cómo las actividades productivas, por ejemplo, tienden a concentrarse en parques industriales, las de intercambio en parques comerciales, las de innovación en parques tecnológicos, las de administración en parques empresariales, las habitacionales en parques residenciales, o las de esparcimiento en parques recreativos. Dado el rígido acordonamiento que estos enclaves le imprimen a su perímetro y el carácter selectivo de su interior, los efectos de estos procesos generan una aguda polarización urbana en la que unos pocos espacios concentran riqueza y muchos otros se sumergen en un estado de abandono y precariedad extremos.

En Buenos Aires, la generación de espacios estratégicos se produce de manera diferenciada y con características específicas mediante un equipamiento selectivo del territorio, hecho que genera a su vez el incremento de las desigualdades socioterritoriales —características compartidas en muchos de sus rasgos por otras metrópolis latinoamericanas—. Pero esto se traduce en la formación de verdaderos enclaves urbanos, con aspectos más agudos y de naturaleza más crítica respecto de aquellos atribuidos a las metrópolis de países centrales (Tella, 2003: 218).

Para algunos autores, a diferencia de las características de crecimiento urbano en el periodo de sustitución de importaciones —en que la ciudad atravesaba las etapas de extensión, consolidación y densificación—, hoy es necesario explicar la construcción de la ciudad a partir de tres procesos de actuación: calificación del espacio, valorización del territorio y diferenciación espacial, donde el Estado se ocupa de sostener el mercado del suelo, el casco consolidado y las áreas de asentamientos populares, y el capital privado de organizar importantes fragmentos del territorio municipal y mantener las áreas donde realizó sus propias inversiones (Lombardo y otros, 2003: 592).

En este marco comenzó a desarrollarse en el barrio La Estrella, del municipio de San Miguel, al noroeste del segundo cordón metropolitano de Buenos Aires, una experiencia singular que se presenta como instrumento de contención, de integración e inclusión: el "parque social".

De esta manera, la comunidad local comenzó a ofrecer respuestas alternativas que apuntan a recuperar valores sociales en pugna sobre el territorio, tales como: competitividad y cooperación; solidaridad y compromiso; seguridad y recreación; iniciativa y desarrollo; formación y trabajo; futuro y presente; capacidades y oportunidades.

Esta iniciativa atesora como antecedente de relevancia la actuación llevada a cabo en el Reino Unido para dar soluciones a problemas de subempleo y pobreza estructural, donde los distintos segmentos de la comunidad local identificaron sus necesidades prioritarias y crearon como respuesta un área verde productiva, alrededor de un típico bloque de pisos del centro degradado de la ciudad, con huertas comunitarias y jardines hortofrutícolas intensivos. En forma complementaria, se generó un centro multiusos de ocio y formación, reformando y ampliando la planta baja de los bloques para ayudar a jóvenes y adultos a adquirir habilidades de artesanía, cultivo y cocina9 (véase ilustración 2).

 

La Estrella... un barrio abierto de loteos populares

Los barrios abiertos de loteos populares que cubren gran parte de la periferia metropolitana de Buenos Aires forman un paisaje urbano recurrente a medio construir, que se degrada día a día. Es el testimonio más visible del explosivo proceso de urbanización que, como se mencionó, fue el resultado de las políticas de sustitución de importaciones que tienen a los propios pobladores como autogestores de la tierra, la vivienda, los servicios y del equipamiento comunitario. Varios autores dan cuenta de este proceso (Prévôt-Schapira, 1989; Clichevsky, Prévôt-Schapira y Schneier, 1990; Torres, 1993).

Para los sectores de ingresos medios bajos y bajos, el acceso a un lote sin servicios, en la periferia urbana, significó la cristalización de un proceso de integración urbana y de consolidación social y económica mediante la construcción de la casa propia en un área nueva sin infraestructura y equipamiento y, mientras se habitaba y construía, se llevaba a cabo la lucha por los servicios y el equipamiento (Fernández Wagner, 2000: 32) (véase ilustración 3).

Allí fue donde más fuerte impactó la crisis, que dejó a esas áreas fracturadas e inconclusas. Y el barrio La Estrella es fiel testimonio de ello, con patrones representativos de los procesos de loteos populares abiertos: tejido urbano discontinuo, bajas densidades, viviendas de autoconstrucción, precaria accesibilidad, suelos inundables, ausencia de infraestructuras, calles sin pavimentar, escasez de equipamientos (véase ilustración 4).

Cuenta con unas cien manzanas caracterizadas por su bajo nivel socioeconómico, una exigua actividad comercial y productiva, un alto nivel de desempleo, la predominancia del trabajo de tipo informal, y una importante deserción escolar. Asimismo, las condiciones de inseguridad general se agravan por la creciente delincuencia juvenil y por el tráfico y consumo de drogas, que hacen del espacio público un escenario de confrontación. Con ello, estas circunstancias instalan en el barrio problemáticas en correspondencia con las de áreas sociales de alto riesgo (véase ilustración 5).

 

Construcción colectiva de problemas y respuestas

A partir de la confluencia de ciertos episodios de saturación,10 la comunidad local produjo dos giros significativos: por un lado, comenzó a organizarse para construir colectivamente problemas que atender, y por otro generó instancias de toma de decisiones que ofreciesen respuestas suficientemente vastas, factibles e inclusivas.

Grupos de vecinos fueron movilizados por la sociedad de fomento barrial y, aunando fuerzas con organizaciones civiles sin fines de lucro, mantuvieron masivas reuniones de discusión en la escuela de la zona, donde pusieron en evidencia conflictos, temores y frustraciones, así como posibilidades, expectativas y oportunidades.

La sociedad de fomento interviniente es la "Olegario Víctor Andrade", que desarrolla en el barrio actividades deportivas y culturales, apoyo escolar, recreación y esparcimiento para jubilados, recuperación de jóvenes y fortalecimiento de vínculos familiares. Las organizaciones no gubernamentales activamente participantes son: "De Nosotros Depende", que promueve la lucha contra la inercia y la falta de compromiso, pasando de la reflexión a la acción; y "Redes Comunitarias", que propone el trabajo en red para permitir el mejor aprovechamiento de recursos humanos, sociales y económicos.11

Luego de un año, la decena de encuentros concluyó en la necesidad de revertir la situación crítica del barrio a partir de acciones que permitan la reinserción de los jóvenes en el sistema educativo, la generación de herramientas de acceso al empleo y el desarrollo de microemprendimientos que potencien las capacidades locales.

La dinámica de trabajo se basó en una articulación de actores significativos en el espacio de concertación para viabilizar el procesamiento del proyecto. El criterio seguido, tal como proponen algunos autores, fue la toma de decisiones técnicas a partir de la conducción de un pequeño grupo o "comité de gestión" que recogía y elaboraba la información pertinente, y modelaba los avances con la misión específica de procesarlo in situ (cf. Robirosa, 1991: 91) (véase ilustración 6).

 

La compleja formulación de un escenario consensuado

Como respuesta al conjunto de problemas identificados, se propuso la recuperación de un terreno baldío adyacente para emprender actividades de contención múltiples. Tras algunas gestiones con los propietarios, se acordó una cesión gratuita en comodato para desarrollar allí un parque social que fije un rumbo deseable a la población local. El primer paso había sido dado. Transformar un basural en parque, retirando escombros, quitando malezas, rellenando suelos, fue el siguiente, que se logró con la participación de importantes empresas e instituciones, convocadas por las organizaciones vecinales a aportar recursos, tecnologías y maquinarias.

El predio, de aproximadamente 12.5 hectáreas de superficie, es propiedad de la firma Susiben, cuya titular es la señora Susana Bencich, y está ubicado entre las calles Primera Junta, Isabel la Católica, Hudson y Martín García, del propio barrio La Estrella. La cesión en comodato se planteó en los siguientes plazos: una fracción de una hectárea a cinco años; otra fracción de dos hectáreas a 10 años, y las dos restantes, de tres y seis hectáreas, con devolución inmediata, previo aviso.

Para la limpieza, desmalezamiento y relleno se convocó a la participación solidaria de: la empresa Techint, para el estudio de suelo; la empresa Autopistas del Sol, para la provisión de maquinarias y mano de obra; y la Sociedad del Estado Ceamse, para el retiro, disposición final de residuos y nivelación del terreno. Cómo darle espacialidad a las actividades era la interrogante que se abría, y para ello se convino en el llamado a un concurso de ideas que terminó planteando un horizonte consensuado a mediano y largo plazos. Si bien la propuesta se sabía ambiciosa, plasmó una orientación sobre cómo crecer cuando deba hacerse.

Se trató de un concurso nacional de ideas dirigido a estudiantes, en cuya organización y evaluación participaron: la revista Vivienda; la Sociedad Central de Arquitectos; el grupo de organizaciones de la sociedad civil "De Nosotros Depende", "Redes Comunitarias" y "Sociedad de Fomento Olegario Víctor Andrade"; la firma Susiben; la Municipalidad de San Miguel por conducto de la Dirección de Planeamiento; la Universidad Nacional General Sarmiento por medio del Instituto del Conurbano; el Centro Argentino de Ingenieros, y el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires.

Las ideas ponderadas del equipo ganador fueron:

La escala de la propuesta, su inserción en la trama a través de un tejido urbano, y la intencionalidad de llevar al interior del predio funciones de su entorno. Se destaca la integración tanto del conjunto en sí mismo, por medio de recorridos y espacios unificadores, como en su relación con el medio, planteando criterios claros de acceso y vinculación. Tal integración se traduce en el equilibrio y en la interrelación de usos en los distintos sectores, como en el lenguaje y tratamiento formal de los espacios y edificios, donde el ladrillo aparece como elemento referencial.12

 

La red de actores locales que configura el escenario

Compleja es la trama social que interviene en el barrio. A partir de la realización de numerosas entrevistas, se han identificado dos categorías de actores involucrados: la comunidad local y la comunidad supralocal; la primera con una pertenencia directa con el área de referencia; la segunda, en cambio, vinculada a la asistencia social, a la conducción política y a la provisión directa de servicios. En términos generales se observan tres tipos de actuaciones: pública, privada y mixta, cuyos protagonistas son los que se presentan a continuación.

 

1. Comunidad local

Gobierno municipal. Áreas de conducción política del municipio, tanto a nivel ejecutivo como legislativo, que se ocupan de la dotación de infraestructuras, de mantenimiento y servicios.

Vecinos movilizados. Residentes sensibilizados por cuestiones socioterritoriales, con algún grado de movilización.

Asociaciones espontáneas. Agrupación por proximidad y vecindad, con participantes autoconvocados por razones o problemas específicos y puntuales que afectan en común a los involucrados.

Líderes vecinales. Quienes han encarado con cierto éxito la resolución de problemas específicos en más de una oportunidad comienzan a liderar procesos similares en representación de grupos de vecinos que tácitamente legitiman su accionar.

Organizaciones barriales. El accionar de líderes vecinales a través del tiempo tiende a institucionalizarse en organizaciones sin fines de lucro pero con entidad jurídica, tales como sociedades de fomento o centros comunitarios de asistencia primaria.

Punteros políticos. Aquellos que trabajando por problemas en el barrio comienzan a transitar por despachos políticos del gobierno local, suelen tejer una red de relaciones de orden superior que los transforma en referentes territoriales de actores de la política municipal.

Vecinas manzaneras. Como resultado de su trabajo barrial o por cuestiones de proximidad, algunas vecinas son consagradas por los punteros políticos como referentes de un sector acotado del barrio.

 

2. Comunidad supralocal

Entidades intermedias. Se trata de aquellas organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro que tienen una fuerte participación en temas de seguridad, educación, asistencia sanitaria, capacitación, etcétera.

Empresas de servicios. Corresponde a las empresas que prestan los servicios básicos esenciales, tales como agua potable, gas envasado, electricidad, telefonía, recolección de residuos, tratamiento de efluentes, etcétera.

Gobierno supralocal. Áreas de conducción política a nivel provincial y nacional que se ocupan de proveer un marco regulatorio de la seguridad pública, así como del otorgamiento de planes de asistencia social (véase ilustración 7).

 

Entre lo real y lo ideal, un debate sobre lo posible

Hoy, en el imaginario del barrio La Estrella dos discursos se debaten: por un lado, qué hacer frente a la intensificación de los problemas derivados de la inseguridad, del desempleo y de la falta de infraestructuras y servicios y, por otro, cómo aproximarse a la concreción de ese modelo soñado en las ideas del concurso para el parque.

Respecto del primer debate, se ha producido una intensa participación vecinal en el foro de seguridad que organiza el gobierno provincial en adyacencias de la comisaría local, donde se ponen de manifiesto problemas comunes y estrategias conjuntas. En cuanto al segundo, se generó un acuerdo de voluntades con integrantes del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, con el propósito de ofrecer propuestas de gestión que dinamicen la toma de decisiones en el barrio (véase ilustración 8).

Con ello la discusión tiende a saldarse en el marco de lo posible. Tres importantes acciones se han logrado realizar en el último año: una incipiente toma de conciencia sobre la necesidad de mantener la limpieza y el cuidado del parque, una huerta comunitaria y una progresiva utilización del espacio para desarrollar actividades de recreación y deporte. Asimismo, otras dos acciones se encuentran en intenso proceso de gestión: la consolidación de una plaza pública de una hectárea, con bancos y juegos infantiles, y la adecuación de un espacio de dos hectáreas para que las escuelas realicen actividades físicas, acompañado de un "corredor seguro" para el traslado de los estudiantes (véase ilustración 9).

El plano del "corredor seguro" surgio como una acción estratégica en el marco del horizonte definido por el concurso de ideas, proponiendo una actuación a corto plazo que apuntalase la utilización incipiente del parque por parte de la comunidad local.13

Además de la propia adecuación física del espacio, esta última intervención implicará asegurar los consensos y aportes que tornen viable un recorrido custodiado tanto por agentes policiales y municipales, como por vecinos y comerciantes en el desplazamiento que los estudiantes realizan entre la escuela y el parque. Esto pondrá a prueba, una vez más, las habilidades de gestión adquiridas por los vecinos (véase ilustración 10).

 

Conclusión

Los territorios de borde en las grandes áreas metropolitanas atraviesan agudos procesos de fragmentación territorial que acentúan los problemas de exclusión y de segregación social. Ante este marco, mediante tan aisladas como pequeñas iniciativas locales comienzan a surgir nodos urbanos de inclusión.

El barrio La Estrella es un ejemplo sobre cómo, a partir de los recursos movilizados en un área, se generaron instancias de construcción colectiva de problemas y la formulación de escenarios consensuados en donde los vecinos pudieron adquirir nuevas capacidad para gestionar el territorio y para liderar el propio proceso de desarrollo.

A partir de aquí será interesante observar cómo evoluciona el proyecto: si la movilización solidaria y participativa que significó el poner en marcha estas primeras etapas del parque tendrá la sinergia necesaria como para modificar de forma sustancial y duradera conductas sociales y formas de convivencia, cual fue la intención inicial del proyecto; si los líderes barriales tendrán la fortaleza para seguir apuntalando la experiencia o, si por el contrario, serán captados por los actores políticos municipales; o si la incipiente mejora en las condiciones socioeconómicas que se está verificando en este último tiempo en el país modificará en algo los rasgos solidarios de los vecinos.

Si bien el proceso tiene un final abierto, la experiencia en barrio La Estrella da cuenta de que, ante un crecimiento diferencial de la ciudad, es indispensable mantener, consolidar y reproducir esta incipiente experiencia de parques sociales que tienden redes de contención, fortalecen relaciones de vecindad, ofrecen nuevas oportunidades a la población y permiten recuperar valores sociales en pugna.

 

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Torres, Horacio A. (1993), El mapa social de Buenos Aires (1940-1990), serie Difusión núm. 3, Secretaría de Investigación y Posgrado, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo-Universidad de Buenos Aires.         [ Links ]

Vivienda Joven (2002), "Premio De Nosotros Depende: Parque San Miguel, Desarrollo Local Comunitario en el conurbano bonaerense", en Revista Vivienda, Buenos Aires, agosto, núm. 481.         [ Links ]

Vivienda Solidaria (2003), "Resultados del Premio De Nosotros Depende", en Revista Vivienda, Buenos Aires, mayo, núm. 490.         [ Links ]

 

Notas

1. Trabajo de investigación realizado en 2005 en el marco del proyecto "La conformación del espacio urbano en seis partidos de la región metropolitana de Buenos Aires", que dirige Juan Lombardo, con sede en el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Asimismo, recupera, contrasta y reenfoca las hipótesis planteadas en dos investigaciones en curso: a) "Estrategias de gestión territorial en áreas de oportunidad urbanística. El caso de la ciudad de Buenos Aires y su espacio metropolitano", que dirige Guillermo Tella, con sede en el Instituto Superior de Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, y b) "Abasto a cielo abierto: Desarrollo de estrategias para un modelo de gestión urbana", también bajo la dirección de Tella y la codirección de Gustavo Diéguez, con sede en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo.

2. La fragmentación territorial refiere al creciente proceso de dispersión al que asisten las metrópolis, el progresivo desvanecimiento de la tradicional "ciudad compacta" (en Prévôt-Schapira, 1989: 124).

3. La denominada "contraurbanización" debe ser entendida como el proceso de la recuperación de los núcleos centrales de la aglomeración (Hall y Hay, 1980).

4. Conforme a la denominación establecida por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la República Argentina.

5. La infraestructura y el equipamiento se concretaron a lo largo del tiempo por la presión de los habitantes y la acción del Estado.

6. Asentamientos precarios que no respetan la trama urbana.

7. Cabe destacar programas de empleo tales como: "Plan Trabajar", "Programa de Emergencia Laboral", "Plan Bonus", "Plan Crear Trabajo". En cuanto a los vinculados a la alimentación y a la nutrición: "Plan Vida", "CoMadres", "Programa Materno Infantil", "Programa Comedores Escolares". Respecto de aquellos abocados a atender a la niñez y a la ancianidad: "Programa Eva Perón", "Programa Asoma".

8. Se considera que "los comercios, además de su función específica, cumplen también con la de articuladores sociales; es decir, constituyen ámbitos urbanos donde se posibilitan y estimulan intercomunicaciones fortuitas, no inherentes al mecanismo de esos intercambios [...] En el cruce de calles, la esquina, solía construirse un cuarto especialmente destinado a comercio. La transitabilidad de sus ochavas, la gran perspectiva de visualización y la llegada de los primeros postes de alumbrado público, así como los carteles indicadores de calles, le otorgaron a la esquina un rasgo físico que la convertía en un sitio urbano destacado" (Guerín, 1990: 70-77).

9. La experiencia se denomina "oasis urbano", y consiste en un acuerdo de ayuda mutua entre The Arid Lands Initiative (una organización internacional ambientalista y de desarrollo comunitario), Apple Tree Court (una compañía gestionada por inquilinos de bloques), y los servicios locales de empleo juvenil y libertad condicional, con el apoyo de la parroquia y las escuelas locales. Al respecto, véase Programa Oasis Urbano, Hebden Bridge, Reino Unido, 2002. Dubai: Concurso de Buenas Prácticas, en: http://habitat.aq.upm.es/dubai.

10. Se trata de la recurrencia de ciertos delitos no tolerados por la comunidad I local acaecidos en breve lapso, donde jóvenes bajo efecto de drogas sociales asaltaron a adolescentes en paradas de autobuses a plena luz del día y con total impunidad. Estos hechos incluyeron como agravante la portación de armas, la violencia física y el intento de violación.

11. La Sociedad de Fomento "Olegario Víctor Andrade" está liderada con tenacidad por Miguel Leiva, histórico vecino del barrio La Estrella. Y organizaciones no gubernamentales que lo acompañan, "De Nosotros Depende" y "Redes Comunitarias", se encuentran presididas por el ingeniero Jorge Fontán Balestra. A ambos, y en su nombre a toda la comunidad involucrada, queremos agradecerles la entusiasta colaboración que manifestaron para con nuestro trabajo.

12. El equipo ganador del primer premio estuvo formado por los estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires: Mariana Sainz, David Dal Castello, Matías Frazzi, Cynthia Almarza y Diego Vega, dirigidos por el profesor arquitecto Eduardo Maestripieri. Para ahondar en los contenidos de las bases del concurso, véase Vivienda Joven, 2002. En cuanto a una síntesis sobre los resultados del concurso, véase Vivienda Solidaria, 2003.

13. La realización de un "corredor seguro" fue planteada en el documento de I trabajo que da origen a la presente comunicación a partir de la tarea realizada por el equipo de investigación, y es producto de la reformulación del diagnóstico inicial elaborado en el concurso de referencia. Como resultado de dicho esfuerzo, y de la mano de las organizaciones civiles abocadas al barrio, el equipo ha logrado recientemente la donación de un contenedor de 18 metros cuadrados de superficie por parte de la empresa Murchingson, trasladado desde Puerto de Zárate, que servirá de base de apoyo a dichas actividades proyectadas.

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