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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.33 Ciudad de México may./ago. 2010

 

Testimonios

 

El indio hoy*

 

The Indian Nowadays

 

Roberto Cardoso de Oliveira**

 

En aquella época el indio no tenía voz. La voz del indio era la voz del antropólogo, cuando no era la del cura, la del pastor. El indio no exigía mucho, no confiaba, no sabía que tenía derechos. Los indios se empiezan a reivindicar cuando se organiza el movimiento social indígena, que comenzó durante el periodo de la dictadura, en oposición al gobierno militar. Los movimientos sociales comenzaron a crecer en Brasil, sobre todo desde São Paulo, que fue el centro. En esa época surgieron los movimientos de género con las feministas, de los negros, de los homosexuales. Todas las llamadas minorías empezaron a defender sus derechos. La noción de ciudadanía fue central en estas luchas por el reconocimiento. No se puede ver a los indios fuera de la sociedad nacional, de ese contexto. Esos procesos de reivindicación respecto de la identidad tomaron muchos años para alcanzar a la sociedad indígena. Inician en los años setenta cuando se crea la Unión de las Naciones indígenas (UNI), por indios terêna, quienes organizaron el primer movimiento indígena. Conocí muy bien a uno de ellos, un indio que fue expedicionario en la segunda Guerra Mundial, que luchó en Italia, que vuelve con otra cabeza y comienza a hablar de ciudadanía y propone la creación de una organización que en la época se llamaba UNINDI. Estuvimos juntos en 1981, en una reunión en san José de Costa Rica, una reunión de la Unesco, incluso compartimos el mismo cuarto y conversamos bastante. Él me contó muchas cosas de su vida, cómo implantó la idea de ese movimiento que heredaron sus parientes y pasaron a ocupar su lugar cuando él fue envejeciendo. Uno de sus primos era Marcos Terêna, candidato permanente a la presidencia de la Funai (Fundación Nacional del Indio). Los terêna están entre los grupos más activos, junto con los grupos de Amazonia, con esa preocupación del indio moderno, del indio que habla de ciudadanía. No es el indio xavante, ni el kaiapó, que no hablan mucho de ciudadanía. Los xavante y los kaiapó hablan más de los derechos a tener ciertos beneficios que consiguieron junto a la Funai. De esta forma hay dos discursos diferentes dentro de la cuestión indígena: uno es el discurso moderno, que los pueblos de Amazonia y los terêna tienen, así como otros grupos; otro es el discurso de quienes se benefician de los apoyos que la Funai les da. ¿Cuáles son esos beneficios? A muchos indios que presionan incluso con tacapes y bordunas1, la Funai los coopta. Hay un proceso de cooptación, a través de salarios. Pero no sólo es eso, porque no hay salarios para todos, hay muchos que viven en Brasilia, en pensiones, en alojamientos cerca de la sede de la Funai y quien paga es la Funai. En mi opinión, hay un desvío muy grande, de carácter ideológico, porque por un lado hay indios que quieren los beneficios y otros que quieren la ciudadanía, que es diferente. Los que quieren ciudadanía no quieren más la tutela, eso es curiosísimo, y los que quieren la tutela —xavante, kaiapó y algunos grupos del Nordeste, pankararú— desean esas ventajas. El movimiento indígena está dividido en ese sentido: el indio moderno es aquel que lucha por derechos, por la ciudadanía y cosas de ese tipo.

Yo estaba contando esto a partir del problema del antropólogo trabajando para la Funai. En aquella época, en los años cincuenta, cuando trabajaba para el SPI (Servicio de Protección al Indio) era maravilloso, los indios me aceptaban, me sentaba con ellos a conversar, me tenían aquel respeto, gustaban del "doctor", confiaban, una confianza que uno tenía que ganarse en lo cotidiano. ¿Cuál era ese cotidiano? Jugar futbol con ellos, llevaba las camisetas, los indios adoran el futbol, jugábamos contra ciudades vecinas, Miranda, contra Duque Estrada, que eran ciudades que tenían también sus equipos. Llevé dos juegos de camisetas, la pelota, todo eso, y yo jugaba junto a ellos. En aquella época no tenía panza, era muy curioso porque marcaba muchos goles, jugaba en el medio campo, antes nunca marcaba goles pero aquí sí y muchos, hasta que un día jugando sentí que ellos me dejaban pasar sin disputarme la pelota, que me estaban dejando pasar deliberadamente. Entonces pregunté:

—¿Qué es eso? ¡Me tienen que disputar el balón!

El indio extrañado preguntó:

—¿Se puede?

—¡Claro que se puede!

A partir de ese momento no marqué más goles.

La última vez que fui a trabajar con los terêna fue en 1960, cuando fui a hacer investigación con los terêna urbanos. Yo estaba con el curso de especialización en antropología en el Museo Nacional en Río de Janeiro, y llevé como mis auxiliares a seis alumnos, algunos de los cuales son profesores aquí en la Universidad de Brasilia: Roque Laraia, Alcida Rita Ramos, Roberto DaMatta. Los terêna me pidieron libros míos y recibieron De indio a ladino2 y Urbanización y tribalismo3, y pidieron otros. Leyeron lo que pudieron.

Ahora, cuando escribo el libro Los diarios y sus márgenes4 estoy pagando, conscientemente, una deuda con ellos. ¿Por qué? Porque al ofrecer mis diarios estoy ofreciendo un texto que ellos pueden leer. Un texto técnico para ellos es aburridísimo, hermético, y a pesar de eso lo querían leer. Incluí fotos en este libro, y en la introducción digo que mi propósito era el de dar a los indios la posibilidad de leer un texto que menciona a personas que vivieron 40, 50 años atrás y que ya murieron incluso. Casi todos los ancianos de aquella época ya murieron, y las personas que no eran tan viejas también, porque la longevidad del indio es menor que la nuestra. Yo tengo 75 años, imagínate, ¿qué indio llega a 70 años? Es difícil encontrar uno. Muchas personas que menciono en el libro ya murieron. Claro que hay algunos obstinados que llegan, conocí a un indio con 90 años, pero es rarísimo. Además, el diario es un lenguaje lineal y con fechas, tal día pasó tal cosa, entonces voy contando lo que pasó y digo los nombres, no los invento.

Roberto Cardoso de Oliveira (Imagen)

Sólo inventé un nombre, era el de una persona, de un indio que hacía abortos. Como cuento la historia no quise dar el nombre, porque podría ser usado con otros propósitos. Él ya debe haber muerto, pero desde que escribí esa historia en el diario cambié el nombre. ¿Qué nombre le di? Le di un nombre para provocar a Darcy Ribeiro, le puse Dalcy Igarapé, que significa río pequeño. No lo publiqué en la época, sólo ahora lo publiqué. Claro que Darcy se vengó, si ustedes leyeron aquel libro de Darcy, Maira, tiene un personaje, un norteamericano, académico ortodoxo, que es como él me veía, yo era muy académico, hablaba mucho de teoría y a Darcy no le gustaba la teoría; llamó a ese personaje doctor Cardozo... con zeta. Él me leyó eso, en Río de Janeiro, nos reímos mucho. Volviendo a la historia, cambié aquel nombre para proteger a la persona, pero en general todos los nombres están ahí. Cuando el indio de hoy lee el diario, encuentra los nombres de sus familiares, a su familia.

Una cosa interesante también es que estos indios de hoy, los jóvenes, todos saben leer. No se puede decir hoy que todos los indios sean ágrafos, las nuevas generaciones leen, son profesores, a veces profesores de las propias escuelas indígenas. Hoy hay escuelas públicas en las aldeas, con profesores en todas ellas; algunos tienen salario del municipio. Entonces hoy contamos con un indio lector de nuestros trabajos, que es una situación nueva para la antropología, porque antiguamente el antropólogo no escribía para el indio, hoy ustedes tienen que escribir pensando en el indio, esto es muy importante, porque ellos te van a leer también, lo que te da una responsabilidad mayor, pero al mismo tiempo te da un feedback, esa retroalimentación que no teníamos antes. Es muy interesante poder escribir sobre una población que podrá opinar sobre las cosas que el antropólogo escribe. Por otro lado, ayuda a la recuperación de la memoria indígena. Hoy los indios están interesados en recuperar la memoria para mantener la cuestión de la identidad, porque la identidad se fija en la memoria, esto es importante.

 

Ese libro lo escribí en primer lugar con el interés de que los indios lo lean, es una literatura para los indios; en segundo lugar, como tiene los comentarios al margen, donde hablo sobre mí, es una autobiografía intelectual dirigida un poco para los estudiantes, para mostrar que es posible dar un viraje, salir de una disciplina y entrar en otra, entonces muestro mi trayectoria: yo era, como antropólogo, un neófito como todo mundo lo es cuando realiza su primer trabajo de campo, pero yo tenía mucho menos preparación teórica en antropología que la que mis alumnos tienen ahora.

 

Notas

* Fragmento de una entrevista realizada a Roberto Cardoso de Oliveira por el doctor Gabriel Alvarez y publicada en DVD por la Associaçao Brasileira de Antropologia en 2008. Se agradece a Mariana Báez Ponce y a Gabriel Alvarez la transcripción y traducción de este texto que se publica por primera vez en castellano.

** Roberto Cardoso de Oliveira: 1928–2006

1 Armas contundentes hechas de madera, sílex o cuarzo.

2 Do indio ao bugre. O processo de assimilaçao dos Terêna, Museo Nacional, Río de Janeiro, 1960.         [ Links ]

3 Urbanizaçao e tribalismo. A integraçao dos indios Terêna numa sociedade de classes, Zahar Editores, Río de Janeiro, 1968.         [ Links ]

4 Os diarios e suas margens. Viagem aos territórios Terêna e Tükúna, UnB, Brasilia, 2002.         [ Links ]

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