SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue9Opposing Capitalism in Yucatan: the Rebel's Cause during the Caste Wars (1847-1850)Del mariachi y la china poblana como identidad nacional en el siglo XX a lo diverso y heterogéneo en el siglo XXI author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Desacatos

On-line version ISSN 2448-5144Print version ISSN 1607-050X

Desacatos  n.9 Ciudad de México  2002

 

Testimonios

 

Encierro intelectual. Entrevista con Salomón Nahmad

 

Intellectual in Captivity. Interview with Salomon Nahmad

 

Margarita Dalton

 

Resumen

La presente entrevista es un testimonio de los días que el antropólogo Salomón Nahmad estuvo en el Reclusorio Oriente acusado injustamente de cometer actos de corrupción en el Instituto Nacional Indigenista. Es una muestra de cómo el poder y el sistema político de la década de los setenta tergiversó la información y encarceló a un antropólogo que cuestionó al sistema y trató de cambiarlo a través de impulsar proyectos renovadores a favor de los indígenas de México.

 

Abstract

This interview is a testimony ofthe days when anthropologist Salomon Nahmad was imprisoned, unjustly accused of corruption when working at the National Institute for Indian Affairs. It is a testimony ofhow power and the political system of the 1970's distorted information and imprisoned an anthropologist who questioned the system and tried to change it by supporting novel projects to the benefit of Mexico's indigenous population.

 

Que nadie me lo toque a Salomón.

El gitano

INTRODUCCIÓN

Hay una delgada línea que va de estar adentro del sistema político y ser un servidor público reconocido, admirado y respetado por el presidente y los secretarios de Estado, a ser incomunicado, expulsado del círculo de poder, encarcelado y convertido en transgresor. Las trampas del poder autoritario radican en que puede parecer democrático, pero significa la imposición de políticas públicas y no la discusión de las mismas. Estas trampas están disfrazadas con redes de simulación. Intelectuales que han participado como funcionarios públicos intentando transformar las prácticas del gobierno desde adentro proponiendo alternativas han caído en estas redes. Es sabido que la disidencia en la historia del pensamiento y la acción política ha sido perseguida desde Sócrates, pasando por Galileo, hasta nuestros días. Hay un número considerable de intelectuales a quienes les ha sucedido esto por cruzar esa frágil línea de estar dentro del gobierno y ser crítico del mismo.

Salomón Nahmad, antropólogo y maestro, trabajó dentro de la administración pública por doce años y durante este tiempo fue coordinador de varios centros del Instituto Nacional Indigenista y director general de la institución. A los lugares donde fue como funcionario siempre procuró defender los derechos de los indígenas y darles los servicios que el INI podía ofrecerles. Sin embargo, en Peto, Yucatán, por diferir de la política estatal sobre el trato que deberían tener los indígenas, prácticamente fue expulsado por el gobernador Luis Torres Mesías. Como coordinador del centro de los cora huicholes y de los purépechas en Michoacán, también tuvo diferencias políticas con las autoridades correspondientes sobre el trato a las comunidades indígenas. Lo mismo ocurrió cuando fue director general, sólo que en esta ocasión, las dificultades le causaron una estancia en la cárcel. Esta relación del antropólogo funcionario con los políticos y las consecuencias de su actuación son tema de una conversación con Salomón Nahmad.

En la entrevista que se presenta, Nahmad narra los acontecimientos previos a su encarcelamiento y la forma en que éstos se fueron tejiendo. La problemática que se plantea está íntimamente relacionada con la estrategia que Salomón sostiene en la relación del gobierno con las comunidades y pueblos indios. Antropólogos como Guillermo Bonfil, Leonel Durán, Rodolfo Stavenhagen y Salomón Nahmad, entre otros, fueron los impulsores de nuevas concepciones en la relación gobierno-comunidades indígenas. Las necesidades que los antropólogos señalaban como imprescindibles para el trato justo a las comunidades y pueblos indios eran el reconocimiento de las lenguas, culturas y diversidad de México; el respeto a sus derechos ancestrales de territorios y autonomía en la toma de decisiones para resolver sus problemas de desarrollo. Las propuestas del director del INI al presidente Miguel de la Madrid afectaban intereses y chocaban con las políticas tradicionales del gobierno. Afectaban también las relaciones de México con Estados Unidos en lo referente al Instituto Lingüístico de Verano (ILV), que había sido cobijado y protegido por el gobierno mexicano. El ILV se volvió, durante el periodo de Salomón en el INI, un tema polémico, conflictivo y álgido en la relación con nuestros vecinos del norte. Las políticas religiosas de evangelización del ILV, quienes a la vez que estudiaban las lenguas de los diferentes grupos indios, traducían la Biblia y penetraban en las localidades más apartadas, se volvían razón de conflicto y queja de las autoridades indígenas. La posición de Salomón, como director del INI, tuvo un impacto en las relaciones neocoloniales de Estados Unidos con México. Y se volvió la punta de lanza de los cambios que años después sucederían pero que en ese momento no fueron aceptados. Esa lucha lo llevó a la cárcel. A partir de entonces, poco a poco se han ganado espacios y se ha transformado la legislación del país sobre el reconocimiento a la diversidad étnica, aunque no lo suficiente. La visión que Salomón Nahmad tuvo sobre la necesidad de construir una política de reconocimiento de la multietnicidad, de las diferentes culturas y lenguas a comienzos de los años ochenta fue sustento de la transformación educativa y la incorporación de nuevos paradigmas programáticos en la Secretaría de Educación Pública como la educación bilingüe.

En la historia de la inteligencia de México, en múltiples ocasiones los intelectuales han sido perseguidos, encarcelados y han tenido que huir fuera del país. Esta ruta siguió Salomón Nahmad cuando confrontó la política indigenista del gobierno de Miguel de la Madrid. Salomón, desde su posición de funcionario público, demandó al presidente que se cumplieran los acuerdos que se habían realizado con los indios. A algunos políticos les pareció un desacato y la respuesta fue acusarlo de "incumplimiento del deber" y lo atacaron públicamente. La prensa pagada por el gobierno utilizó las tácticas racistas del nacionalismo para estigmatizar a alguien que cuestiona una práctica política. En síntesis, la política del poder autoritario no permite la crítica profunda y no permite que alguien le señale al presidente que está equivocado, que debe cambiar su política o cumplir con aquellas acciones a las que se comprometió cuando buscaba el voto.

A casi veinte años de los hechos, quienes editamos la revista Desacatos consideramos importante publicar, como Testimonio, la visión del antropólogo sobre los acontecimientos y lo que éstos significaron en su vida, su actuación y su forma de ver el mundo. En 1990 se publicó un ensayo sobre la experiencia de Salomón Nahmad en la defensa de los indios de México en Anales de la Antropología1 que inspiró, de cierta manera, esta reflexión.

A continuación se presentarán extractos de una entrevista realizada el 8 de agosto del 2001 en Oaxaca, donde Salomón abunda sobre los hechos que antecedieron a su encarcelamiento y posteriormente narra cómo vivió la experiencia de la cárcel.

¿Cómo fue tu carrera para llegar a la dirección del Instituto Nacional Indigenista?

Colaboré durante todo el sexenio de José López Portillo con Ovalle.2 Un tiempo me mandó a Educación Indígena porque se desintegró la Dirección de Educación Extraescolar en el Medio Indígena, entonces acordamos que yo seguiría ayudando. Sería una especie de director adjunto pero en la Dirección General de Educación Indígena para mejorar los albergues y coordinar todo el trabajo entre el INI y Educación Indígena. Fue un proyecto gigantesco; se invirtió mucho dinero para preparar a los jóvenes indígenas como maestros. Se les estimuló y se elevaron los sueldos de los promotores, se trabajó para que formaran parte del sindicato de maestros. Me enfrenté con Jongitud Barrios. No quería aceptar la educación bilingüe; entonces lo llevé a su propio pueblo y le pregunté: "¿Cómo se opone usted a todo este sistema de educación bilingüe si en su pueblo toda la gente habla náhuatl?" La maestra Elba Esther Gordillo también odia la educación bilingüe.

Yo luchaba por el reconocimiento de las lenguas indígenas y con ese trabajo me nombraron director general del INI. Reyes Heroles3 me llamó y primero me hizo sentir que estaba de acuerdo con mis propuestas de trabajo, pero después cambió por completo.

Con Ovalle marchó todo bien. Yo me hice cargo de Educación Indígena. Ovalle en el INI y Coplamar, pero yo era su principal asesor. "Vamos", me decía cada vez que había junta con López Portillo. Era buena gente el cuate, pero sus achichincles eran unos hijos de la chingada, con ésos fue la bronca de la tela y las mantas y todo ese conflicto.

¿Entonces fueron algunos de los empleados de Ovalle?

Bueno, con Ovalle se dio el cambio de sexenio; el INI se fortaleció, metió muchísimo dinero de Coplamar a las comunidades indígenas, muchos recursos. Yo creo que tal vez unos 10 mil millones de dólares, o más, en educación y en salud. Se creó IMSS-Coplamar, se dio una cobertura a las zonas indígenas, se abrieron mil albergues, se crearon cooperativas, entró la Conasupo con las tiendas en todas las regiones, se expandió el sistema de tiendas populares, se dieron créditos, se impulsó el programa forestal con Profortara, Proformich. Y con ello también se generó mucha corrupción por los intereses políticos. Me daba cuenta de que había cosas que no se debían aceptar. Ovalle también tenía en su equipo a personas muy brillantes, entre otras, a José Carreño Carlón, periodista muy capaz, me hice muy amigo de él.

Pepe Carreño, que era muy político, entendió muy bien la cuestión indígena; en cambio, Ovalle se trajo a Francisco Rojas, su compañero de la infancia que trabajaba en Phillips, que era un yupi y de una nulidad total. Era el jefe administrativo quien le generó muchos problemas y a mí también. Pero considero que se trabajó dentro de ese marco bastante bien, nunca me friccioné con Ovalle como con el doctor Aguirre. Porque Ovalle tomaba en cuenta lo que se le sugería y de la misma manera Fernando Solana, quien era secretario de Educación Pública; también me apreciaba y me escuchaba. Solana escuchaba a Guillermo Bonfil, que estaba en el CIESAS; a Rodolfo Stavenhagen, que estaba en Culturas Populares, y a mí, que estaba en Educación Indígena, pero también con influencia en el INI. Es decir, Ovalle aparecía como el responsable pero él siempre decía: lo que sugiera Salomón, entonces Solana me llamaba y ellos acordaban y se arrancaban y ponían en marcha todos los programas. Solana me dio mucho apoyo, él me aprecia mucho; ahora que estaba en el Banco Mundial lo vi, él era senador y estaba muy molesto por lo que me hicieron Reyes Heroles y Miguel de la Madrid.

¿Qué fue lo que te hicieron exactamente, Salomón?

Sucedieron varias cosas. Primero, al entrar Reyes Heroles como secretario me llamó y me dijo que quería que fuera el director del INI, porque el presidente le había dejado nombrar al director, y que le habían comentado sobre mi calidad como antropólogo, que tenía informes muy buenos de mí, en fin. También me preguntó a quién sugería como director general de Educación Indígena. Nunca había tratado con el Reyes Heroles, lo había visto, sabía que había sido presidente del PRI y secretario de gobernación, pero nada más. Acepté su propuesta pero le dije que mi plan era fortalecer a los pueblos indígenas, hacer lo mejor para las comunidades y que me interesaba mucho generar un nuevo indigenismo.

Entonces hablé con Leonel Durán para proponerle que se fuera de director de Educación Indígena pero no quiso, me recomendó que fuera un indígena y sugerimos a Cándido Coheto, que había hecho muy buen papel en Oaxaca. Era muy hábil y estaba comprometido con las comunidades, él había abierto mucho el campo para que el magisterio formal aceptara a los maestros bilingües. Ya ves cómo son los maestros; la bronca era muy fuerte con Jongitud y los maestros no querían aceptar la educación bilingüe, decían que no teníamos por qué tener una educación especial para los indígenas, que todos éramos mexicanos.

Cuando estuvo Dante Delgado como delegado de la SEP trabajó muy bien con Cándido Coheto. Entonces le dieron relevancia a la educación indígena. Dante es de Córdoba y cuando fue delegado en Oaxaca le pudimos ayudar en la SEP con Fernando Solana. Gloria Bravo Ahuja4 estaba muy contenta y al mismo tiempo Solana estaba satisfecho; al final me enteré que era de familia oaxaqueña. Él estaba muy contento porque veía que se estaba trabajando. Yo tenía en contra a todo el viejo magisterio que había manejado la educación indígena y no me querían. Todavía no me quieren, pero en especial el maestro Aguilera Dorantes, quien era de la vieja guardia magisterial; cuando asumió el cargo de coordinador de educación básica trató de fregarme. Cuando él y Jongitud impusieron al subsecretario de Educación Básica, tenían la consigna de que me iban a destruir desde el sindicato, pero resultó que el maestro a quien nombraron subsecretario era de Chicontepec. Un viejo maestro rural, Arcadio Noguera, que había trabajado como subsecretario en la Secretaría de la Reforma Agraria. Cuando llegó a Educación Indígena a visitarnos, le presenté a todos los maestros indígenas, entre ellos a Natalio Hernández, quien le empezó a hablar en náhuatl, y como Noguera era de Chicontepec, respondió en náhuatl. Así que aunque era del grupo de Jongitud, se alió con nosotros y nos apoyó.

Esto fue con los maestros, pero antes, cuando asumí el cargo en el INI, me quitaron los fondos de Coplamar y éste se desplomó, es decir, lo primero que hizo Miguel de la Madrid fue borrar a Coplamar del presupuesto. ¡Así nomás! El INI se quedó ahí congelado. Yo no estaba de acuerdo con que se llevaran todo el dinero, entonces se lo dije a Reyes Heroles y me contestó: "Bueno, vamos a ver."

Hablé con Miguel Limón, subsecretario de planeación de la SEP, para negociar lo del dinero. Limón sabía quién era yo; no éramos amigos, pero nos conocíamos de muchos años, me respetaba porque Solana siempre me tenía una alta consideración. Estaba negociando lo del dinero cuando Limón me comentó que el 21 de marzo habría un acto con los chatinos, que lo habían invitado a dar un discurso, que iría el presidente Miguel de la Madrid y que también estaría la maestra Cirila.5 Después resultó que me hablaron de la Presidencia para que acompañara al presidente de la República el 21 de marzo a lo del homenaje a Juárez aquí en Oaxaca. Íbamos a volar a la zona chatina.

En ese momento seguía todavía el asunto del Instituto Lingüístico de Verano porque Hugo Margáin (ex secretario de Hacienda) estaba apoyando a que siguiera operando con la anuencia gubernamental. Un funcionario de la embajada de Estados Unidos fue al INI para preguntarme qué opinaba de eso y le dije que el gobierno de México era un gobierno que no debía mezclar la religión con la educación. Que era importante cancelar el convenio y que los antropólogos de Estados Unidos también estaban luchando por eso. No sé que impacto tuvo lo que dije, pero creo que fue muy duro.

Me llamó por teléfono Miguel Limón pero ya no fui a verlo, sólo le recomendé prudencia. El 21 de marzo de 1983 me subí al avión con el presidente y Miguel Limón se fue en avión comercial. Llegamos a Oaxaca y Miguel se echó un rollo fenomenal en contra del ILV.

¿En la zona chatina?

¡Sí! Durísimo, que el gobierno de México iba a sacar a todos los del ILV, ¡muy duro! Yo ni sabía de qué iba a hablar, nada más me comentó que se iba a echar un discurso. Me regresé con el presidente y con Reyes Heroles y en otro helicóptero se regresó Miguel Limón. Entonces Reyes Heroles me regañó: "¡Oiga usted! ¿Qué instrucciones le dio a Miguel Limón para que dijera lo que oímos?" Le contesté: "Señor, yo no le ordeno a un subsecretario, he platicado con él de eso pero le sugerí prudencia. Cuando he hablado con Miguel Limón ha sido del presupuesto y de Coplamar, pero no tengo nada qué ver." "No, no a mí me parece que son puras chingaderas", y empezó... ¡muy grosero! Estábamos en el avión presidencial con Miguel de la Madrid y también venían Salinas y el gordo Pesqueira (secretario de Agricultura) y me regañó ahí públicamente. No me gustó porque, la verdad yo no tenía nada qué ver. Fue un momento de tensión en el avión. Y pensé que hablaría con Limón para que él le explicara a Reyes Heroles.

Sudáfrica, 2000 / Ricardo Ramírez Arriola

La otra situación que se presentó en ese momento que iniciaron el conflicto conmigo fue cuando hablé con Heladio Ramírez López, que estaba de senador en 1982.Era presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas en el Senado y le comenté que era importante cambiar la Constitución para que aceptaran las lenguas indígenas, con lo que él estuvo de acuerdo. Le pedí que tuviéramos una reunión con los senadores, pero no le avisé a Jesús Reyes Heroles. Entonces Heladio, muy gentil, promovió la junta con los senadores. Después fui con Reyes Heroles y le comenté que ya había hablado con los senadores y que íbamos a proponer que se cambiara la Constitución y que Heladio Ramírez apoyaba la idea. Creo que Reyes Heroles no la llevaba bien con Heladio porque era echeverrista y Reyes Heroles estaba en contra de Echeverría. Entonces le dije que consideraba que había que cambiar la Constitución y la ley y me respondió: "No, no, esas son pendejadas." Le traía una propuesta para que en la SEP se enseñaran las lenguas indígenas, era todo. La tiró al bote de la basura. Primero me dijo: "¡Ah, tengo un gran antropólogo que sabe de asuntos indígenas!", y me puso por los cielos, pero cuando vio que no iba a hacer lo que él quería sino lo que se tenía que hacer a favor de los indios, ya cambió la cosa.

Otro día me citó en el CAPFCE, ahí en la casita de visitas; no me acuerdo para qué me citó, pero fui y estuve con él, lo vi en estado inconveniente. Lo de Heladio no le gustó y se lo comenté a Heladio; me dijo que tendríamos que ir con más cuidado. Los senadores tampoco fueron muy abiertos, se resistieron pero aceptaron.

Entonces llegó abril y me habló la esposa del general Cárdenas, me dice: "Don Salomón, cómo está usted" "Ay, señora Cárdenas, qué gusto de escucharla, ¿cómo está Cuauhtémoc?" Estaba de gobernador en Michoacán. "Muy bien, muy bien. Mire, va a ser el Día del Niño,6 voy a ir a la Mixteca y como siempre, el INI me consigue cosas para llevarle a los niños y a las mujeres de regalo. ¿Se acuerda que el general Cárdenas me encomendó visitar a las comunidades de esa región?" "Con todo gusto señora", le contesté. Entonces agarré el teléfono, le hablé a Jorge Hernández y le dije: "Oye Jorge, ¿qué será bueno que les mandemos a los niños?" La imagen que yo siempre tengo de la Mixteca es que andan harapientos, y le digo: "Que les lleven unos metros de manta para que en las escuelas hagan sus trajecitos." Había un ahorro de dinero que tenía el INI y de ahí compraríamos esas mantas. "Que las manden comprar" ¡Eso fue todo!

Entonces me llamó Jorge y me dijo que con eso de la devaluación nadie quería vender las telas. ¿Te acuerdas que fue una cosa terrible? Y nadie vendía nada, nadie compraba nada, nadie quería vender.

¿Eso fue a finales de 1982?

A principios de 1983, fue la peor situación de la devaluación, se fue el peso hasta 200 por dólar. Esto sucedió en abril, el cuarto mes, pero ya había pasado marzo con esa otra bronca en la chatina. Y finalmente me dice Jorge: "No se puede, porque no hay telas, no venden los proveedores, no saben los precios", y le dije: "Pues háblale a mi hermano. Yo nunca he metido a mi familia en esto, porque ellos están en sus negocios, pero yo sé que mi hermano tiene contactos y puede conseguir las telas; háblale y que las compren de inmediato." Mi hermano se contactó directamente con las fábricas de manta en Puebla y le mandaron las telas.

En ese entonces yo estaba a punto de correr a toda la bola de zánganos que había dejado Francisco Rojas; eran una bola de transas en la administración. Ahí es donde se hacen todos los cochupos y yo ya los estaba quitando. Ellos consideraron que lo de la manta era una orden no bien hecha y fueron a ver a Miguel Limón ¡y luego a quién sabe quién!

¿Quiénes fueron?

Los administrativos con la gente de Ignacio Ovalle, quien estaba de embajador en Argentina. ¡Hicieron la grilla! Que la factura, que si no está comprobado, que sí está comprobado. total, no le di importancia; además, eran unos cuantos rollos de manta, chocolates, dulces y galletas para los niños, para que doña Amalia fuera a entregárselos, pero yo no sabía que Reyes Heroles odiaba a la señora Cárdenas.

¿Y luego?

La otra: vino Luz María Valdés, somos muy amigos. Y me viene a ver: "¡Ay maestro, qué bueno que ya eres director! Que te manda muchos saludos el licenciado Luis Echeverría, que le da mucho gusto que tú seas director general. Fíjate que estoy haciendo la demografía indígena" —lo que siempre ha hecho, ¿no? "¡Ah!, pues bienvenida." Me dice que sería bueno que el CESTEM7 y el INI firmaran un convenio. Yo, como no soy político y era un convenio para hacer el libro de demografía indígena de México y ella estaba en el CESTEM como investigadora, pues lo firmé y el libro salió. Este hecho le molestó también al secretario Reyes Heroles.

Por otro lado, cuando asumí la dirección del INI empecé a nombrar directores indígenas de los centros porque pensé que si no lo hacía en seis meses ya no iba a hacer nada. Entonces, vamos a ver, los indígenas, los etno-lingüistas: Cirila Sánchez a la zona chatina como directora, el otro al yaqui. Fui con los yaquis, son muy cabrones los pinches yaquis, ¿no? Te tratan duro, ellos siguen sintiendo que eres enemigo de ellos. Como director del INI ahí me tuvieron todo el día parado, no me atendían, "que se vaya el INI de nosotros", me decían. "Yo quiero hablar con los gobernadores." "Ah, pues que se espere ahí"; bueno, pues me esperé. Hasta que me atendieron; entonces les dije: "Miren, vengo con esta propuesta a ver qué les parece: ustedes van a nombrar al director del Centro, las autoridades yaquis lo nombran y él va a obedecer todo lo que ustedes quieran y van a hacer un plan de desarrollo de ustedes mismos, pero ustedes van a escoger entre todos los intelectuales y profesionistas indígenas quién va a ser el director del Centro." Les cambié la jugada. Cuando regresé estaban contentos y felices, se sentaron todos los gobernadores con todas las mujeres, las autoridades y todo el pueblo, a diseñar el plan de trabajo yaqui y nombraron a su director. Los empleados del INI estaban asustados porque llegó un yaqui a ordenar y todos los empleados estaban bajo las órdenes de la tribu yaqui, ¿no? Hicieron su plan de trabajo y me lo trajeron. Entonces le dije a Reyes Heroles que quería que los yaquis le presentaran al presidente su plan de trabajo, el plan de ellos, no el plan del INI, lo que ellos querían. El gobernador de Sonora ya estaba hablando por teléfono que no, que me van a alborotar a los yaquis. Reyes Heroles consultó a Miguel de la Madrid y le dijo que sí, que fueran a Palacio Nacional y que hiciéramos una ceremonia. Estoy hablando del primero de junio de 1983; en marzo una cosa, en abril otra, en mayo ya estaban con el rollo de que la compra. Eso ya se me había olvidado porque, como director del INI, estaba viendo lo que estaba pasando en todo el país, no las compras. la tela. Enviamos los obsequios y firmó la secretaria de doña Amalia, se llevó las cosas, las repartieron en la Mixteca y me mandó una carta de agradecimiento.

Pues vas a creer que en el primero de junio hacemos la junta en Palacio Nacional —tengo las fotos ahí con el presidente y Reyes Heroles—, entonces le digo: "Señor presidente, están aquí las autoridades de las comunidades yaquis y quieren platicar con usted para presentarle su plan de trabajo, su proyecto para su propio desarrollo, como usted les ofreció cuando los visitó. con lo que usted se comprometió, y ellos están encantados del procedimiento. El joven que está allá es el director del Centro, ellos lo nombraron con el fin de ser más autogestivos." Entonces se paran los yaquis, el gobernador de la tribu, él todavía con sombrero y todo como andan ellos vestidos, y ahí se sientan, representan la entrega, leen su plan y comentan sobre las tierras, el problema agrario. Entonces dice: "El licenciado Salinas, de la secretaría de Programación y Presupuesto, los va a atender para que él los reciba y les dé el seguimiento, y usted, Salomón, por favor hable con él para que usted le dé seguimiento y vayamos cumpliendo el plan de los yaquis"

¿Quién dijo?

Miguel de la Madrid, y salió en primera plana en todos los diarios. Yo veía a Reyes Heroles viendo a los yaquis diciendo: pinches indios, con un desprecio. pero no dijo nada, ni que estaba bien ni que no. Yo salí muy contento y pensé: "Ya se calmarán las tormentas."

¿Se calmaron?

A los dos días llegó una auditoría de la Secretaría de Educación sobre el INI, y sobre la Dirección de Educación Indígena, para ver qué estaba haciendo.

Como lo dijo el presidente, fui con los yaquis para hablar con Carlos Salinas, los recibió en el segundo piso del Palacio Nacional y me dijo que sí se cumpliría con el Plan Yaqui, pero en ese momento lo agarró y lo guardó en el cajón. Pensé que el proyecto ya estaba en manos del responsable y que yo seguiría apoyando a los yaquis para que saliera adelante.

Después les dije a todos los directores de los centros coordinadores; en Chiapas, en Oaxaca, en Veracruz, etcétera, que empezaran a hacer lo mismo: "Urge preparar a los cuadros indígenas y planes de etnodesarrollo", ya habíamos preparado para ello a los etnolingüistas.8

Lo de la auditoría seguía adelante, no lo podía creer, fui a hablar con Guillermo Bonfil y con otros amigos. Primero pensé que era un trámite, que sólo harían la auditoría, pero empezaron a soltar rumores, todo junio, julio y agosto, y se calentó la cosa: periodicazos que el turco, que el judío en el INI, que quién sabe qué estaba haciendo con los indios, y me di cuenta que todo era una trampa.

En el mes de junio me habló el subsecretario de gobernación, Carrillo Olea, y me citó en Gobernación. Me dijo que me había hablado porque el licenciado Margáin le pidió que tuviéramos una junta en su casa —él ya no era funcionario ni nada— para ver lo del Instituto Lingüístico de Verano. Le dije que había una oposición de la intelectualidad mexicana y que en las comunidades se había creado un problemón gigantesco por la evangelización protestante, porque dividían a los pueblos. "Mi punto de vista es que la evangelización la hagan como religiosos, pero que no estén insertos con el aparato estatal, ni con el INI ni con la SEP ni con nadie. Ellos que hagan su trabajo evangelizador como la Iglesia católica lo hace." Y Carrillo Olea me contestó: "Sí, yo lo entiendo muy bien pero el problema que tenemos es que el licenciado Margáin le dio la presea del Águila Azteca a los del ILV, y luego el gobierno de México les facilitó el edificio." Donde está actualmente la subsecretaría de Educación Superior, donde está el SNI, eso era el ILV, se lo regaló el gobierno. Y el INI no tenía un edificio de ese tamaño, ni Educación Indígena ni nadie. Entonces le dije: "Mire, la verdad es que hay agitación en los sectores de la antropología, en la ENAH, en el INAH, en los centros; en el INI tenemos problemas directos en el campo con los evangelizadores del ILV. Me parece que debemos marcar una nueva normatividad entre el ILV y el gobierno; está bien un Instituto Lingüístico de Investigación, pero que sea privado y ya no tenga nada que ver con el gobierno. La SEP le puede dar el reconocimiento como centro de investigación, pero no como está ahora: con un convenio para las cartillas y para la educación y las cartas dirigidas a las autoridades indígenas y municipales las tiene que firmar el INI diciendo: atiendan al señor fulano de tal y a otro y que le den albergue y facilidades." El subsecretario me dijo: "Bueno, vamos con Margáin, lleve usted todos los materiales." Le avisé a Reyes Heroles que me habían hablado y me dijo que fuera. Pues fui y ahí estaba el licenciado Margáin y algunos funcionarios de la embajada de Estados Unidos hablando sobre el ILV, y me dijeron: "Son gente noble, humanitaria, que hacen un trabajo maravilloso, no se puede ni debe cambiar el convenio." Y les contesté: "Miren, se trata de formalizar una nueva relación, pues en los años treinta la situación era distinta y en esta época ya es totalmente diferente." Muy difícil, muy tenso el desayuno, en una residencia cerca de San Ángel Inn, elegantísimo; me sentía muy incómodo. Estaban dos senadores y un grupo que apoyaba la penetración del ILV. El agregado cultural de la embajada habló de la importancia para México del ILV. Le señalé: "Mire, como director del INI y como ex director de Educación Indígena yo sugiero que cancelemos el convenio y que el ILV se dedique a su función académica como institución privada, como la Ibero. Ésa es mi propuesta, porque además los indígenas se quejan de que las cartillas y la Biblia son instrumentos de la evangelización y que generan grandes divisiones en las comunidades." Yo llevé todas las Biblias traducidas. El subsecretario de Gobernación estaba de acuerdo porque él se daba cuenta de cómo manejan la cosa religiosa, pues si ya los tenían entre ceja y ceja y la queja era mundial; en la guerra de Vietnam sirvieron como espías en las comunidades y entrenaron a los soldados. Los antropólogos norteamericanos denunciaron al ILV, era un movimiento universal, no local, y entonces pues se armó la discusión. Finalmente no supe qué decisión tomaron pero creo que no les gustó mucho lo que dije. Saliendo pedí una cita urgente con Jesús Reyes Heroles; le dije a su secretario particular, Otto Granados (el que fue gobernador de Aguascalientes y secretario privado de Carlos Salinas cuando fue presidente), que era urgente verlo. Nunca me dio la cita.

Entonces le dije a Guillermo Bonfil: "Bueno, ya es hora de que asuman el control político de su desarrollo los propios indígenas." Pero ya desde ese momento sentí que poco a poco me fueron acorralando, acusando, periodicazos, chismes, que me había robado. "Oye dile al secretario Reyes Heroles que ahí están las facturas", fue cuando la devaluación, cuando eran muchos ceros, ¿te acuerdas? Mil pesos para comprar un kilo de carne o quién sabe cuántos miles.

La Presidencia convocó a una reunión sobre indigenismo en Chetumal ¡y no me invitaron! Entendí que era el rompimiento. Lo que quería en ese momento era que canceláramos la relación, renunciar. Fernando Benítez trató de hablar con Reyes Heroles y le dijeron que no, que estaban investigándome, que yo era un corrupto. Entonces, Fernando Benítez me protegió en su casa, ahí estuve como dos meses, no iba a mi casa.

¿Sentías que te estaban vigilando?

Ya me empezaron a vigilar de la Procuraduría General de la República y los cuates de Ovalle estaban ya directamente conectados con gobernación y con la SEP.

¿Era a través de Gobernación?

Sí. Seguramente Bartlett estaba involucrado. Yo estaba organizando el IV Congreso Nacional de Pueblos Indígenas en Cuetzalan, Puebla, que iba a ser en octubre de 1983, ya estábamos con los indígenas armando todo y creo que Miguel de la Madrid sintió que mejor ya no lo debía realizar. Pero el problema era que yo tenía a la población indígena de mi lado y Cirila Sánchez le reclamó al presidente en Chetumal.

¿Qué le dijo?

"Oiga, están atacando al maestro Salomón, es una chingadera lo que le están haciendo." Y el presidente le dijo: "Habla con Carlos Salinas." Entonces la mandó y la recibió y le dijo: "No, no te preocupes por Salomón, que venga a verme para hablar", y dije bueno, pues si no me quieren pues me salgo, renuncio y que investiguen, que hagan las auditorías. Yo no había tocado nunca un pinche peso del gobierno, no tenía ningún interés y todo lo que he ahorrado lo he hecho jodiéndome, de mis salarios y de mi trabajo.

Entonces Salinas me llamó y fui en los primeros días de octubre y me dijo que no me preocupara, que Reyes Heroles iba a llamar para que se aclararan las cosas. Le contesté que yo no tenía ningún problema y que ya sabía que andaban investigando lo de la manta. En ese momento Ignacio Pichardo Pagaza era el secretario de la Contraloría; Nacho era muy amigo mío, amigo de antes, desde López Portillo, yo le ayudé con su campaña de diputado en Ciudad Nezahualcóyotl. Por cierto, acaba de sacar su libro contra Salinas. Entonces le dije: "Nacho, mira, tú eres secretario, yo te vengo a ver por que sé que ustedes me están investigando. Y tú sabes, tú me conoces desde hace diez o quince años, si hubiera querido robar no me pongo a robar tres millones de pesos o dos millones" (de ésos de la época de los ceros). Era todo el reclamo que había: me dijo que el precio por metro de tela era alto y era lo que estaban investigando. Muy político, ya frío, ya tenía órdenes de arriba. Me di cuenta que tenía que hablar con mi abogado Adolfo Aguilar y Quevedo, el papá del que ahora es el representante de México ante Naciones Unidas, Adolfo Aguilar Zinzer.

El despacho de Aguilar y Quevedo es uno de los más prestigiosos penalistas de México; Fernando Benítez habló con él para que me defendiera. Él vivía enfrente de la casa de Miguel de la Madrid y la mamá de Miguel de la Madrid vivía en la casa de Aguilar y Quevedo, quien tenía unas casitas en renta. Entonces le platiqué todos los hechos y me dijo: "Déjeme el asunto, voy a hablar con Miguel de la Madrid." Era su amigo, su vecino, enfrente estaba la casa. "No veo que usted haya cometido falta alguna" Le contesté: "Mire licenciado, aquí están las facturas, aquí está lo que dicen que me robé, puede ser que salgan otras cosas, pero le estoy diciendo a usted que no hay nada." Me asignó a uno de sus magníficos abogados, el doctor Rogelio Vázquez, quien llevó mi caso pulcramente.

También fui a ver a doña Amalia Solórzano de Cárdenas; Leonel Durán me acompañó. Doña Amalia me dijo que le iba a mandar una carta al presidente y que hablaría con él, pero el presidente nunca le contestó; desde ese momento se enfriaron sus relaciones.

Cuauhtémoc Cárdenas, cuando vio al presidente también le reclamó y se tensaron más las cosas. Ya la situación era de joder a toda la gente de izquierda, a la gente cardenista y bueno, un día me habla el secretario particular de Reyes Heroles y me dice: "Oye Salomón, dice el secretario que estés en tu oficina esta tarde, que él te va a llamar, quizás se ven en el CAPFCE, pero que estés en tu oficina al pendiente." Fui con Aguilar y le dije: "¿Qué hago, licenciado? Yo creo que es una trampa, y Fernando Benítez también lo mencionó." "Pues hagamos el intento" —porque la otra era que yo huyera del país y me declararan prófugo y yo no iba a hacer eso. Y me fui a la oficina por la tarde. Estaba yo ahí cuando de pronto llegaron 200 judiciales a detenerme con las armas desplazadas y demás. Mi secretaria se dio cuenta y me avisó. Coparon todo el edificio del INI y sacaron a todo el personal. Fue un acto escandaloso y repugnante. Y ya me llevaron a la Procuraduría detenido. Fue el escándalo nacional y Cuauhtémoc Cárdenas hablando con el procurador Sergio García Ramírez, que era amigo de Rodolfo Stavenhagen. Rodolfo le habló y le contestó que de arriba daban las órdenes. Era ya la orden de fregarme, ya me detuvieron. Fue una experiencia negra.

Pero la cárcel fue como un trabajo de campo. La cárcel, para mí, fue una gran experiencia y por ello yo seguí insistiendo en denunciar a la política indigenista mexicana, como conservadora y reaccionaria. Estuve en la cárcel cinco meses. Los indígenas de la cárcel me protegieron: el Gitano, que es un zapoteco del Istmo de Juchitán.

¿En qué cárcel estuviste?

En el reclusorio norte, por la Villa, pero más allá por los Indios Verdes, estuve cinco meses en el juicio. Un juicio que Ximena, mi esposa, tuvo que soportar todo porque ella era la negociadora y Reyes Heroles era el ejecutor. La embajada de Estados Unidos estaba apenadísima, eso decían. Lo mismo los del ILV.

¿Tú crees que tuvo algo que ver ?

Sí, sí tuvo que ver. Los del ILV fueron a la cárcel a decirme: "Oiga, dicen que nosotros." Yo no sé, siempre hablé con ellos con mucha franqueza, me invitaban a comer y todo, yo los visitaba; era amigo de ellos, soy amigo de Miller y de Houshaghen, pero yo les decía: "Miren, es que lo institucional es una cosa y lo religioso es otra"

¿Y la reacción de la academia, de los antropólogos?

Fue una reacción mundial: los franceses, los ingleses, cartas del Congreso de la triple A (American Antropologycal Association) bombardeando al presidente, desplegados en Holanda, en Suecia, en Naciones Unidas, en el Banco Mundial, etcétera. Los indígenas, con Cirila al frente, tomaron el INI y el Día de Muertos pusieron un altar, compraron unos rollos de telas y las pusieron en el Palacio Nacional a Miguel de la Madrid, ahí en la calle. y el Gitano, cuando me recibió, yo creí que era el director de la cárcel, ¡¡no,hombre!! La primera noche estaba cenando paella con champaña con el pinche Gitano. (Ríe.)

Graffiti, 2001 / Ricardo Ramírez Arriola

¡Tus cuates de la cárcel!

Sí, tengo una medalla de Gran Gandalla, hicieron una medalla y me tomaron una foto, lo cual está prohibido.

¿Cuándo llegaste a la cárcel como preso?

Estuve tres días en la Procuraduría, en la retención, con un enorme interrogatorio, y una noche me sacaron de la Procuraduría y me llevaron a la cárcel; ya estando dentro, empezaron a registrar mis datos y todo... pues yo no sabía el procedimiento ni nada, pero eran judiciales, por todos los lados, armados y todo. Una cosa violentísima, una pendejada porque yo no había hecho nada. Pero la prensa, los desplegados, diciendo: "El judío éste que es un ladrón." Y entonces la comunidad judía —que yo con ellos no la llevaba muy bien— reaccionó y dijeron que eso era antisemitismo porque involucraron a mi familia y a la comunidad judía. Toda la discusión era entre el valor real de la tela y el valor "inflado" de la tela y eso era el equivalente a, vamos a decir, mil dólares. Cuando llegué llevaba tres días de no dormir. Durante ese tiempo estuvieron discutiendo que si me dejaban libre o si no me dejaban; había una gran discusión en la Procuraduría hasta que finalmente decidieron encarcelarme.

¿Y quién era el Gitano, el zapoteco?

Lo conocen en todos los pueblos del Istmo; tú preguntas por el Gitano y saben quién es. ¿Sabes quién es? Es primo de Gerardo Garfias. (Risas.) Y ellos ya sabían de mí. Llegué a la cárcel y me metieron en un cuartito, entonces llegó un cuate con 20 vestidos, de café, de beige, y el cuate me dice: "¿Cómo le va. maestro Salomón?, ¿cómo está?" Yo estaba todo atarantado, con la barba crecida, sin bañarme, y llamó a sus cuates: "Que le den un colchón a Salomón, que le den almohada, una cobija y que nadie lo toque." Yo pensé que ése era el director del reclusorio y le habían dado órdenes de que me atendiera bien. Yo tenía miedo, no sabía ni dónde estaba, no traía un peso, no sabía nada. "A ver —llamó a un cuate del puesto de artículos—, dale un crédito por 100 pesos —100 pesos de ese momento—, un jabón, un estropajo, una toalla." —porque yo no tenía nada, no había visto a Ximena...

¿Te tuvieron incomunicado?

Sí, ¡tres días!; las 72 horas, pero me llevaron y me trajeron una vez, porque andaban indecisos si me dejaban o no, si le daban entrada al juicio; finalmente ya entró el juicio y me llevaron a la cárcel. Entonces ya me pude rasurar y el señor del puestito me dijo: "Pues yo soy otomí, del Valle del Mezquital —era amigo de Maurilio Muñoz—, es una injusticia lo que le hicieron", y el Gitano me dijo: "Tú eres un defensor de los indios, aquí en la cárcel tú mandas y hoy en la noche te vas a ir a mi cuarto. A ver, ¿quién va a venir por Salomón? ¡A ver tú, Gordo, y tú el Piraguas o el quién sabe qué! Órale, se llevan al Salomón en la noche allá a mi cuarto" ¡Yo no sabía! Por la noche me recibió, estaba preso un millonetas de Mazatlán y dice: "Él nos va a invitar una paella porque es español y vamos a comer paella y aquí hay whisky y aquí hay ron y champaña. A ver, ¿qué quieres? ¡Ya deja de temblar, pinche Salomón!", me dijo el Gitano. (Ríe.) Le contesté: "No, yo no estoy temblando, lo que pasa es que estoy cansado; me traen ya cuatro días en joda, te agradezco mucho, Gitano, eres muy amable."

"Esto es una pinche injusticia, nosotros los zapotecos tenemos fe en ti y te vamos a defender, cabrón, aquí nadie te va a tocar. ¡Que nadie me lo toque a Salomón!" No, pues ya estaba yo bajo el control del jefe de los presos.

Decías que ese periodo fue como trabajo de campo.

Pues en realidad empecé a tomar notas, las tengo guardadas, y a ver cómo tratan en la cárcel a los homosexuales, cómo golpean a los pobres: los erizos, los erizos son los pobres, y a los homosexuales y a los violadores los tienen arrinconados. Los padrinos son los ricos, los que tienen privilegios: celdas especiales, con cuarto, su televisión y visitas conyugales, toda una corrupción; y el Miyasawa,9 el gángster, éste que andaba involucrado en los secuestros en el estado de Morelos, él era el director, él me decía: "No, pues yo tengo órdenes de la Procuraduría General de la República de tratarlo bien a usted, doctor." El "Chale", le decíamos, porque era de origen japonés. Me decía: "El que manda es éste. Ahí con el Gitano te arreglas, con el Gitano el dinero para comprar, la celda y todo", porque todos eran puras transas, aunque yo era amigo del Gitano, pero no obstante había que pagar, no creas que me regalaban las cosas; es como pagar un hotel... el Holiday Inn de dos mil, tres mil pesos diarios para tener ciertos privilegios.

¿Cómo podrías resumir tu estancia en la cárcel?

Fue una experiencia contradictoria, ya que por un lado, Jesús Reyes Heroles y Miguel de la Madrid quisieron destruirme y destruir al movimiento indígena que demandaba los cambios de fondo. Por el contrario, salí fortalecido y con un reconocimiento muy amplio de la sociedad indígena, de la comunidad intelectual nacional e internacional, y mis predicciones se cumplieron con el levantamiento zapatista en 1994, precisamente en contra del cómplice Carlos Salinas, quien había fraguado con Reyes Heroles mi encarcelamiento.

¿Qué significado tuvo para ti?

Significó muchas cosas; primero, que de lo que me acusaban era tan ridículo que nadie podía considerar que fuera un acto de corrupción; el haber detectado 500 dólares de daño a la nación, que ni el juez que me juzgó lo creía, él incluso me confesó la presión que recibía del poder judicial para juzgarme de acuerdo a los deseos de los altos mandos de la Presidencia de la República.

En segundo lugar, considero que el encarcelamiento fue un gran aprendizaje para entender la dinámica de gobiernos autoritarios y totalitarios como los que hemos padecido desde Miguel de la Madrid hasta nuestros días. En tercer lugar significó un reencuentro con el análisis antropológico y las políticas que de él emergen, como el indigenismo, que no logró dar el salto para el cambio social y se encapsuló al grado de haber quedado congelado en el tiempo y que hoy es un cadáver en descomposición. En otro artículo he demostrado cómo el utilizar el cargo de director del INI sólo ha servido para muchos como peldaño para escalar políticamente y abandonar los compromisos profundos con los pueblos indígenas.

¿Conoces a otra persona que, como tú, haya estado preso por señalarle sus errores a un presidente?

Considero que lo que le sucedió a don Manuel Gamio, el pionero de la antropología mexicana, es semejante. Él se enfrentó directamente con el general Calles cuando fue subsecretario de Educación, al final de los años veinte. De esa confrontación, en la cual denunció al secretario de Educación con el presidente, fue calumniado; presentó su renuncia y se asiló en la Universidad de Chicago, donde realizó el primer estudio sobre los migrantes mexicanos a Estados Unidos. No conozco otro caso.

¿Cómo saliste de la cárcel?

Bueno, fue un largo proceso de negociación con el procurador general de la República, Sergio García Ramírez, quien hoy aparece como alto jurista de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y que desde mi punto de vista fue y es un hombre del sistema autoritario. Gracias a su disciplina no mejoró la justicia ni la cultura de los derechos humanos.

Salí después de múltiples arreglos, con la condición de no impugnar la sentencia. De lo contrario, corríamos el riesgo mi familia y yo de amenazas de represión formuladas por el subprocurador de la República. Me amenazaron después de dos entrevistas para la revista Proceso, días después de que salí de la cárcel en abril de 1984, porque Julio Scherer me había solicitado que escribiera en la revista.

A partir de mi encarcelamiento, la comunidad antropológica norteamericana me solicitó que obtuviera una beca Fulbright y de esta manera me asilé por más de dos años en la Universidad de Texas-Tech y en la Universidad de Arizona. A mi retorno en 1987 nuevamente presionó la Procuraduría General de la República para mantenerme en silencio y para ello detuvieron a mi hermano Víctor; a cambio de liberarlo me pidieron no movilizar a las comunidades indígenas y mantenerme al margen de la actividad política. Por tal razón decidí venir a vivir a Oaxaca y mantenerme distante de las estructuras del poder que mantienen el colonialismo de los pueblos indígenas de México hasta nuestros días.

Muchas gracias, Salomón.

 

Notas

1 Salomón Nahmad Sitton, ""Una experiencia indigenista: 20 años de lucha desde investigador hasta la cárcel en defensa de los indios de México", en Anales de la Antropología, núm 27, México, UNAM, 1990, pp. 269-305.         [ Links ]

2 Ignacio Fernández Ovalle fue, durante el sexenio de José López Portillo, director general del Instituto Nacional Indigenista y coordinador de Coplamar (1976-1982).

3 Jesús Reyes Heroles fue secretario de gobernación de 1976 a 1979 y secretario de Educación Pública de 1982 a 1985.

4 Doctora Gloria Ruiz de Bravo Ahuja, directora del Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca (inició en 1971).

5 Se trata de Cirila Sánchez, quien años más tarde fue diputada y senadora.

6 En México, el 30 de abril se festeja el Día del Niño.

7 Centro de Estudios del Tercer Mundo, creado por Luis Echeverría Álvarez.

8 Se refiere al programa de formación profesional de etnolingüistas realizado por tres instituciones: CIS-INAH (que luego se convirtió en CIESAS), INI y SEP. La primera generación (1979-1982) se formó en Michoacán y la segunda en Tlaxcala (1983-1987).

9 En el año 2000 se acusó al general Miyasawa de estar involucrado en los secuestros del estado de Morelos [N. de la E.]. Era el director del Reclusorio.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License