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Archivos de cardiología de México

On-line version ISSN 1665-1731Print version ISSN 1405-9940

Arch. Cardiol. Méx. vol.74 n.3 Ciudad de México Jul./Sep. 2004

 

EDITORIAL

 

El escudo del Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez"

 

The emblem of the National Institute of Cardiology "Ignacio Chávez"

 

Manuel Cárdenas*

 

* Del Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez".

 

Correspondencia
Manuel Cárdenas. Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez" (INCICH, Juan Badiano No. 1 Col. Sección XVI, Tlalpan 14080 México, D.F.).

 

Recibido: 16 de diciembre de 2003
Aceptado: 13 de enero de 2004

 

Palabras clave: Escudo del INCICH, Digital, Yolloxóchitl.

Key words: Emblem of the INCICH, Digital, Yolloxóchitl.

 

En un reciente viaje a España con motivo del Homenaje que la Sociedad Española de Cardiología hizo al Instituto Nacional de Cardiología " Ignacio Chávez " por el LX Aniversario de su Fundación durante el Congreso de dicha Sociedad y donde llevé la representación del Instituto, varios médicos preguntaron cuál era la simbología del escudo del Instituto. También en México se han acercado varios miembros jóvenes del Instituto y de la Sociedad Mexicana de Cardiología con la misma inquietud. Para dar respuesta a sus dudas se escribió este pequeño ensayo.

Un escudo de armas es, según el diccionario, un campo o superficie de distintas figuras en que se pintan los blasones de un estado, población, familia, corporación, etc., y blasón lo define como cada figura, señal o pieza de las que se ponen en un escudo.

El escudo del Instituto blasonado según las reglas de la heráldica es un cuadrado de plata (blanco) con una orla de gules (roja). El campo de plata representa a México. En el jefe (la parte alta del escudo) se encuentra un corazón azteca tal y como se representa en un gran número de códices como el Laud, el Borgia, o el Magliabecchiano este último ya sobre papel europeo.

Esta representación conserva los colores que se ven en todos los códices: es de gules (rojo) con una banda de oro (amarillo); en él se reconocen los atrios, los ventrículos, y el surco auriculo-ventricular. Un error frecuente, que se encuentra muy difundido y aun aparece en los estatutos de la Sociedad Mexicana de Cardiología, es que es un corazón flamígero como si fuera el de San Agustín o Santa Teresa; lo que se representa en la parte superior del corazón no son llamas, son los grandes vasos como se puede comprobar en los códices aztecas a los que se hizo referencia.

A este corazón lo abrazan dos ramas de una planta, en una de ellas hay una flor europea, la digital, en la otra una americana la yolloxóchitl, las dos con igual acción farmacológica sobre el corazón. La digital fue introducida formalmente en la terapéutica por William Withering en 1785 con su clásico libro, ejemplo de investigación en farmacología clínica "An account of the Foxglove and some of its medicinal uses: with Practical Remarks on Dropsy and Diseases".

La introducción de la digital en la terapéutica fue consecuencia de la observación de Withering de los resultados que obtenían los pacientes que ingerían la poción que les proporcionaba una bruja. Compró a esa mujer a precio de oro la receta de la poción y, gracias a sus conocimientos de botánica, concluyó que de todas las sustancias del brebaje la que debería tener efecto era la digital. Como afirmó Pasteur siglos después, los hallazgos científicos son fruto de la observación por mentes preparadas. A partir de entonces la digital y los compuestos digitálicos son probablemente los fármacos que han dado lugar al mayor número de publicaciones en la literatura médica; entre ellos destacan con luz propia los realizados en el Instituto por Don Rafael Méndez y sus colaboradores.

La yolloxóchitl (Flor del corazón) es una magnolia (Talauma mexicana). Su uso en las enfermedades del corazón se encuentra en la obra del Protomédico de todas las Indias, Islas y Tierra firme de la Mar Oceana Francisco Hernández, quien llegó a México en 1571. Su trabajo lo envió al rey en dieciséis volúmenes empastados con cuero azul labrado en oro con manezuelas, cantoneras y bullones de plata.

Este tesoro se perdió con el incendio de la biblioteca del Escorial de 1671. Afortunadamente una parte de los manuscritos de Hernández fueron descubiertos en la antigua biblioteca del Colegio Imperial de Madrid y publicados por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959.

Francisco Hernández llevó, a su regreso a España, semillas de plantas mexicanas entre ellas las de yolloxóchitl que sembró en el jardín del Alcázar de Sevilla en donde se han convertido en frondosos y corpulentos árboles de Talauma mexicana, que están como centinelas de un pequeño puente por el que se llega al jardín.

Sobre yolloxóchitl han publicado estudios médicos José Terrés, Ignacio Chávez, Rafael Méndez, y ahora los continúa Gustavo Pastelín. Esta planta quimérica en el escudo europea y americana es una síntesis de la cultura mestiza de México.

La representación de la yolloxóchitl está tomada y es una reproducción fiel de la que de esta planta se encuentra en la lámina 53 n. del libro "Libellus de medicinalibus indorum herbis" de Martín de la Cruz, cuyo original regresó como regalo al pueblo de México de Su Santidad Juan Pablo II en uno de sus numerosos viajes al país. La planta quimérica es de color sinople (verde) las flores son blancas.

El escudo tiene como divisa escrita la palabra México. Esta divisa señala claramente de dónde viene, en dónde está y adónde va el Instituto, su existencia es producto de México, vive para México y seguirá en el futuro comprometido por México. En la parte superior del escudo como grito de batalla hay una leyenda en latín: "Amor Scientia que Inserviant Cordi", "El amor y la ciencia al servicio del Corazón". Esta frase resume la filosofía que dio origen a la Institución, y que es su razón de ser. El Maestro Ignacio Chávez, fundador y guía, señaló claramente desde su fundación en 1944: "Nacimos para realizar la obra de estudio, de investigación y de dominio de las enfermedades del corazón. Casa de salud para los enfermos, por supuesto; pero algo más que eso, una alta escuela para los médicos, un gran laboratorio para los investigadores y un instrumento social de ayuda humana".

Pero además, señaló el Maestro: "Los enfermos no serán sólo un número sino una persona, serán una preocupación viva y punzante de parte del personal, que hubiese un pálido reflejo del hogar, convencido que la ciencia entera no basta para calentar la atmósfera que rodea a un enfermo, si no se pone en ella alma y corazón. Por eso el lema que el Instituto escogió: el amor y la ciencia al servicio del corazón".

La leyenda se escribió en latín para enfatizar el deseo de universalidad de la Institución ya que como señaló Alfonso Reyes "seremos más mexicanos si somos más universales".

Resulta así el escudo del Instituto un bello y artístico ejemplo de la amalgama de un órgano, de un símbolo y de una imagen, la síntesis de una razón de ser y de una filosofía, así como de la conjunción de culturas que caracterizan a México.

Quien plasmó las ideas de Ignacio Chávez, del médico, del historiador, del filósofo, del humanista que creó el Instituto, fue el reconocido pintor, arqueólogo y antropólogo Jorge Enciso, quien nació en Guadalajara en 1879 y falleció en 1969. Enciso fue autodidacta, colaboró en la Revista Moderna junto con Germán Gedovius y Ángel Zarraga, con el apoyo de esa revista organizó una exposición en que participaron Diego Rivera, Germán Gedovius, Joaquín Claussel y el propio Enciso entre otros.

En 1921 participó en un programa de "decoraciones" murales en edificios públicos al lado de Roberto Montenegro, Gabriel Fernández Ledesma, y Xavier Guerrero, como la ornamentación de vidrieras y paredes del extemplo de San Pedro y San Pablo.

Fue profesor de la Academia de San Carlos hasta 1934.

Apasionado de la arqueología y la antropología fue Subdirector del Instituto Nacional de Antropología, Arqueología e Historia. Su libro "Sellos del antiguo México" es un clásico para los estudiosos de nuestra circunstancia histórica precortesiana.

Por un decreto de 1916 se estableció que, en el escudo nacional, el águila estaría de perfil según la forma indígena. Jorge Enciso realizó los bocetos del escudo a partir de un águila, Chrisactus canadiensis, caudal, real o dorada y una víbora de cascabel con sus crótalos en la cola; el águila está parada sobre un nopal que brota de una peña rodeada de agua. El Presidente Abelardo Rodríguez decretó el 5 de febrero de 1934 que ese escudo se usara como único por las autoridades civiles, militares y del servicio exterior y en monedas y medallas. Los modelos se depositaron en el Archivo General de la Nación, en el Museo Nacional (hoy de Historia) y la Casa de Moneda. Por una adición del 30 de septiembre de 1966 al artículo 73 de la Constitución General de la República, el Congreso quedó facultado para legislar sobre el escudo nacional y su uso.

Comparte así, orgullosamente, el escudo del Instituto un origen común con el escudo nacional y el Instituto lo preserva con todo el respeto y el cariño del que es acreedor.

Fotografías tomadas en el jardín del Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez"

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