SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.74 issue2The heart's significances in prehispanic MexicoStudy of Magnolia Grandiflora extracts in guinea pigs cardiac muscle author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Archivos de cardiología de México

On-line version ISSN 1665-1731Print version ISSN 1405-9940

Arch. Cardiol. Méx. vol.74 n.2 Ciudad de México Apr./Jun. 2004

 

Editorial

 

En el 25 aniversario del fallecimiento del Maestro Ignacio Chávez. En torno a la educación humanística del médico

 

On the 25th anniversary of the I. Chávez'death. About the humanistic education of the physician

 

Alfredo de Micheli*

 

* Del Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez".

 

Correspondencia:
Dr. Alfredo de Micheli.
Instituto Nacional de Cardiologia "Ignacio Chávez"
(INCICH, Juan Badiano No. 1, Col. Sección XVI, Tlalpan, 14080 México, D.F.).

 

Recibido: 15 de diciembre de 2003
Aceptado: 15 de enero de 2004

 

Palabras clave: Educación humanística. Humanismo en ciencia. Humanismo en medicina.

Key words: Humanistic education. Humanism in science. Humanism in medicine.

 

 

Donde hay amor al hombre,
Hay amor al arte.

Colección Hipocrática. Preceptos, Cap. 6.

 

En su época proclamaba Sófocles, por boca del coro de la tragedia "Antígona", que "son muchas las cosas maravillosas, pero no hay ninguna tan maravillosa como el hombre". Por su lado afirmaba Menandro, exponente máximo de la Comedia nueva: "¡Qué encantador es el ser humano, cuando es humano!" (Fragm. 761). Por su parte, al comienzo de la Oratio1 introductoria a sus 900 tesis de 1486 _la que en la edición de Basilea, 1557, recibió el título De hominis dignitate_ Giovanni Pico della Mirandola escribió lo siguiente: "El autor árabe Abdaláh, interrogado acerca de qué se ofrecía a la vista más digno de la admiración en este teatro del mundo, contestó que ninguna cosa es más admirable de ver que el hombre". Tal sentencia va a la par con el aserto del dios Mercurio en un tratado del Corpus Hermeticum:2 "Gran milagro, o Asclepio, es el hombre".

Ahora bien, ¿cuál es el verdadero humanismo al que debe volver la sociedad moderna? Es aquél que no se revela antihumano, a saber, el humanismo que proclama su fe en el hombre no por sus virtudes connaturales, que son precarias, sino por la centella de divinidad que en él palpita. Este humanismo confiere dignidad y nobleza a la persona humana, en otros términos, vuelve al hombre un dios mortal.

La comprensión humana, el amor al prójimo, el espíritu de sacrificio, el sentido del deber, tienen que constituir las bases de la educación humanística del médico.3 En efecto, no debe entenderse el triunfo del ideal humanista en nuestra sociedad como el encerrarse en una torre de marfil o el volver la espalda a las exigencias de nuestra vida cotidiana para refugiarse en una especie de Nubicuculia. Fue ésta la falla de los grandes humanistas al comenzar este movimiento. Tampoco consiste en querer resolver los problemas del momento en virtud de la autoridad de los clásicos o con el recurso fácil de iurare in verba magistri. El categórico principio de autoridad -autos éfa de los discípulos de Pitágoras-ha bien mostrado su caducidad en el transcurso de los siglos. Era autoritario el primer humanismo, pero se afianzaron pronto las corrientes "escépticas" que llevaron al surgir de la ciencia moderna. Ya en el siglo XVI se impuso el lema: Amicus Plato, sed magis amica veritas (Es mi amigo Platón, pero más amiga es la verdad).

El Renacimiento fue, en realidad, una revolución de las inteligencias y de las almas. De hecho, la educación humanística no constituye el aislamiento en un mundo de sombras ni el complacerse en controversias estériles o en redundancias retóricas. Merece recordarse la aseveración de Marco Tulio Cicerón en la defensa del poeta Aulo Licinio Arquias: "...pues todas las artes propias de la humanidad tienen cierto vínculo común y están enlazadas unas con otras por un parentesco". El verdadero humanismo consiste en alcanzar la plenitud del corazón y del intelecto, no arrodillarse ante el ídolo del éxito material, que es transitorio, saber dominar la técnica sin volverse sus esclavos, comportarse en toda circunstancia como hombres y con amor a los hombres.

 

El deslumbre de la técnica

La técnica por sí misma no es humanística, hasta puede ser antihumana. Sin embargo, si se considera como una condición de progreso de los verdaderos valores humanos y no como un fin absoluto, no representa un obstáculo al enfoque humanista, antes bien, puede adquirir un aspecto personal: el arte de la técnica. Hay que penetrar en su espíritu (Wesen der Technik)5 para alcanzar esta meta.

En el pensamiento de Platón, la expresión tékne no es un concepto de la praxis, sino un concepto del saber, rigurosamente sinónimo de epistéme. Aristóteles empleó el vocablo tékne como uno de los sujetos posibles del verbo alethenein = poner al descubierto o instalar algo en el ámbito abierto de la alétheia (verdad). La palabra "técnica", en la época moderna, se encuentra por vez primera en Diderot: "la technique de la peinture". Hoy en día consideramos la técnica como aquello, a partir de lo cual se produce la distinción entre teoría y praxis. La técnica representa, en efecto, la visión característica del mundo de hoy, lo que Heidegger define en "Sein und Zeit", como el proyecto matemático de la naturaleza. Ya había enunciado Galileo que "el libro de la naturaleza está escrito con lengua matemática".8 Y Bergson afirmaba con acierto que la ciencia moderna es "hija de las matemáticas". A su vez, escribiera Descartes: "Somos llamados a convertirnos en amos y posesores de la naturaleza".

El problema actual no es el combatir o excluir uno u otro elemento de la vida contemporánea, intento vano y retrógrado, sino el de introducirlos todos _o mejor incorporarlos_ en una concepción integral del hombre. Éste no es solamente un cuerpo, sino un espíritu en un cuerpo. Como espíritu, él no existe sólo para el mundo, sino para realizar en el mundo su existencia temporal, a saber, para efectuar en el mundo su prueba de ser viviente destinado a un fin superior.

Por otra parte, el hecho de considerar a la conciencia como el punto de referencia de la realidad es una característica de nuestro mundo. Tal concepción hubiera sido extraña e incomprensible para otras civilizaciones, p.ej., la griega. En el seminario del Thor (1969), Heidegger estuvo de acuerdo con la formulación siguiente: "Para los griegos, las cosas aparecen. Para Descartes, para Kant y para el hombre moderno, las cosas se le aparecen".9

Debe tenerse presente asimismo que "Ir a las cosas" es una nueva formulación del antiguo principio de la autonomía de la razón, gracias al cual se fundaron la filosofía y la ciencia.10 Pero el incentivo para la investigación no tiene que provenir de las filosofías, sino de las cosas y los problemas.11

 

Humanismo en la ciencia

El filósofo escépiticos Nausífanes de Teos, maestro de Epicuro, en su ensayo "El Trípode" escribió que el conocimiento depende de la observación, la experiencia, la historia y la inferencia basada en la analogía.12 Al parecer, esa obra influyó en el "Canon" o tratado del conocimiento compilado por su ilustre discípulo".13

Mucho más tarde, Leonardo da Vinci, en el "Códice Atlántico" elogió la "sana experiencia, madre común de las ciencias y las artes" y en el "Trattato della pittura" evocó laexperiencia, "madre de toda certidumbre". Hoy en día, según Heidegger,14 una expresión contenida en el fragmento 123 de Heráclito: ankibasíe -en alemán Herengehen = acercarse a_ podría considerarse como la idea conductora para un tratado sobre la esencia de la ciencia contemporánea. Se necesita, en efecto, que la ciencia salga de una anarquía tecnicizante para convertirse en la base de un mundo racional. En éste, deberá cultivarse la ciencia para que preste sus servicios dentro de una cultura filosófica universal y no se hunda en la ausencia de conceptos o en una arbitrariedad carente de objeto. Entre el saber -memoria del ser o de la verdad15_ y las ciencias existe un círculo. No se trata de un círculo vicioso, sino de un círculo salutífero, que para permitir el descenso del saber a las ciencias exige que se vuelva a subir de las ciencias al saber. Parece ser ésta la verdadera epistemología.16

Las obras del hombre valen sólo por lo que aportan como testimonio de la verdad, por lo que realizan en el progreso de la perfección individual y en el mejoramiento de la sociedad. Debe hacerse hincapié en el hecho de que la verdad es el fundamento esencial de la libertad. Es esta última una aspiración universal que nace del conocimiento y de la conciencia de la propia naturaleza. Únicamente los hombres libres -aseveraba Einstein-crean los inventos y las elaboraciones intelectuales que hacen la vida digna de ser vivida. Podría llegarse así al humanismo integral, que auspiciara Jacques Maritain.17 Ojalá permita tal humanismo realizar en la Tierra una sociedad comunitaria, animada por el ideal de una hermandad universal.

 

Una lección de vida

En opinión del poeta y ensayista Octavio Paz,18 el maestro Ignacio Chávez, fundador del Instituto de Cardiología de México, fue no sólo un espíritu creador, sino también una conciencia crítica. Al igual que Paz, él estaba consciente de que "nos amenaza una nueva barbarie basada en la técnica". Sin renunciar a ella, se empeñó constantemente en limitar su desmesura con la lección del humanismo. Aquí cabe mencionar que uno de los tres preceptos délficos recomendaba justamente que no se quisiera nada en exceso: medén agán = nada en demasía. Esto constituyó el fundamento de la doctrina aristotélica del "justo medio".

Reiteraba Chávez, evocando al obstetra galo Louis Portes, que "la relación del enfermo con el médico es la de una confianza frente a una conciencia". Tal aseveración está a tono con un hermoso pensamiento de San Agustín: "Dos se han encontrado, la miseria y la misericordia". El maestro mexicano estaba convencido de que la finalidad primordial de la enseñanza es la de "formar hombres de hoy, con la ciencia y la técnica de hoy". Esta finalidad se enlaza a otra: la cultura. En efecto, como aseveraba el médico Lagneau: "La cultura no es sólo un saber, sino un saber aprender, un saber juzgar y un saber resolver".19 De tales modalidades del saber, la primera es el fundamento de las otras: aprender a saber. Significa esto, ante todo, aprender a dudar, pues el saber es inseparable de la duda. Así lo había considerado, en su tiempo, el humanista paduano Pier Paolo Vergerio:20 "El primer paso hacia el saber es poder dudar...".

A los sublimes ideales mencionados fue siempre fiel el maestro Chávez durante su larga y fecunda existencia.21 Constituyen su legado imperecedero para los hombres de buena voluntad de todos los tiempos y de todos los países.

Pese a que, en nuestros días, el médico tiende a volverse inevitablemente un técnico especializado, es cosa sumamente alentadora reconocer que los principios aquí expuestos encauzan siempre los derroteros seguidos por el Instituto de Cardiología de México en su labor de asistencia, investigación y docencia.

 

Referencias

1. Pico de la Mirándola J: De la dignidad del hombre. México. Ramón Llaca y Cía, S.A., 1996: 103.         [ Links ]

2. Asclepius I. Colección Hermética. Oxford. Ed. Scott, T. I., p.294.         [ Links ]

3. Chávez I: Grandeza y miseria de la especialidad médica. Aspiración a un nuevo humanismo. En: Chávez I: Humanismo médico, educación y cultura. México. Ediciones de El Colegio Nacional, 1978: 26-38.         [ Links ]

4. Cicero MT: Pro Archia poeta. 1,2 (Trad. J.G. Moreno de Alba). México, UNAM, 1977: 12-13.         [ Links ]

5. Heidegger M: Essais et conférences. La question de la technique. (Trad. A. Préau). París. Ed. Gallimard, 1958, reimpresión 1986: 9-48.         [ Links ]

6. Beaufret J: Dialogue avec Heidegger. Le chemin de Heidegger. París. Les Editions de Minuit, 1985: 101.         [ Links ]

7. Heidegger M: El ser y el tiempo. (Trad. J. Gaos). México. FCE, reimpresión 1996: 79.         [ Links ]

8. Galilei G: Il Saggiatore. Roma. Giacomo Mascardi, 1623.         [ Links ]

9. Beaufret J: Al encuentro de Heidegger. Conversaciones con F. de Towarniki. (Trad. J.L. Delmont). Caracas. Ed. Monte Ávila, 1984: 37.         [ Links ]

10. Zirión A: La palabra de las cosas. Reflexiones sobre el lema "A las cosas mismas". En Actualidad de Husserl. (A. Zirión, comp.). México. Alianza Editorial Mexicana, 1983: 120.         [ Links ]

11. Husserl E: La filosofía como ciencia estricta. Buenos Aires. Nova s/f.         [ Links ]

12. De Lacy P, De Lacy E: Philodemus. On methods of inference. 1941: 128.         [ Links ]

13. Rist JM: Epicurus. An introduction. Cambridge, 1972: 4 ss.         [ Links ]

14. Heidegger M: Qu'appelle-t-onpenser? (Trad. A. Becker, G. Grenel). París. PUF, 1959: 143.         [ Links ]

15. Heidegger M: Chemins qui ne mènent nulle part. La parole d'Anaximandre. (Trad. W. Brokmeier). París. Ed. Gallimard, reimpresión 1987: 387-449.         [ Links ]

16. Beaufret J: Dialogue avec Heidegger. Approche de Heidegger. París. Les Editions de Minuit, 1974: 27.         [ Links ]

17. Maritain J: Humanisme intégral. París. Ed. Aubier, 1946.         [ Links ]

18. Paz O: Hombres en su siglo. México. Ed. Planeta Mexicana, 1992: 165-170.         [ Links ]

19. Chávez I: Discurso en la toma de posesión del cargo de Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. México. UNAM, 1961: 5.         [ Links ]

20. Vergerio PP: De ingenuis moribus. Padua, 1400-1402.         [ Links ]

21. De Micheli A: Humanismo en Medicina. Gac Med Mex 1999; 135(5): 523-526.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License