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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.15 no.60 Toluca abr./jun. 2009

 

Lectura de libros y características socioeconómicas y demográficas. México a principios del siglo XXI

 

Book reading and socioeconomic and demographic characteristics: Mexico at the beginning of the twenty-first century

 

Jorge Fernández-Ruiz

 

El Colegio de México

 

Resumen

La existencia de bajos índices de lectura en México, así como la importancia de la lectura en el desarrollo de las personas y los países han sido reconocidos en múltiples foros académicos, culturales y políticos. Este trabajo pretende contribuir al conocimiento de los hábitos de lectura en México, analizando la relación entre la lectura de libros y diversas características sociodemográficas, haciendo uso técnicas de regresión y datos de la Encuesta Nacional de Lectura 2006. Los resultados de los ejercicios de tipo multivariante confirman la influencia de la edad, la escolaridad, el nivel socioeconómico y la educación de la madre como importantes variables explicativas de la probabilidad de que un individuo lea libros. En particular, se encontró que la probabilidad de que un individuo del nivel socioeconómico muy bajo lea libros aumenta sustancialmente conforme aumenta la escolaridad materna.

Palabras clave: lectura, lectura de libros, hábitos de lectura, características socioeconómicas, características demográficas, México.

 

Abstract

The existence of low reading rates in Mexico as well as the importance of reading in the development of both individuals and countries has been recognized in multiple academic, cultural and political forums. This paper tries to add to our understanding of reading habits in Mexico by performing an analysis of the relationship between book reading and several socioeconomic and demographic characteristics based on the Encuesta Nacional de Lectura 2006. The multivariate exercises results confirm the influence of age, schooling, socioeconomic level and education of the mother as important explanatory variables of the probability that an individual reads books. We found, in particular, that the probability that an individual of very low socioeconomic level reads books increases with maternal education.

Key words: reading, book reading, reading habits, socioeconomic characteristics, demographic characteristics, Mexico.

 

Introducción

En la discusión pública sobre los problemas del México contemporáneo se ha subrayado frecuentemente en foros tanto académicos como culturales y políticos, que la lectura posee enormes bondades como promotora del desarrollo de los individuos y de las sociedades. Esta apreciación ha quedado de hecho plasmada en programas de gobierno que han recogido lo que parece ser un amplio consenso sobre estos hechos. A manera de ejemplo, el Programa Nacional de Cultura 20012006 (Conaculta, 2001) indica que:

La lectura es un componente definitivo de la educación y del desarrollo humano. La lectura amplía y mejora el conocimiento, la forma de ver e integrarse en el mundo, la comprensión de los procesos sociales, de las necesidades y carencias de un país y de su gente, amplía los horizontes y por medio de ella, del valor de la palabra escrita, el individuo puede acercarse a todas las disciplinas del conocimiento para su comprensión, y a todas las actividades de la creación para su goce y apreciación (Conaculta, 2001: 42).

Por otro lado, diversos artículos académicos (Corona Berkin, 2004; Chávez Méndez, 2005; Del Ángel y Rodríguez, 2007, y Gutiérrez Valencia, 2005) han señalado que los índices de lectura en México son muy bajos. Por ejemplo, Gutiérrez Valencia (2005) cita diversos estudios de la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura sobre la situación de la lectura a nivel internacional, que confirman que, efectivamente, la lectura en México presenta un estado muy pobre al comparársele con otros países del mundo, incluso con los de América Latina.

El diagnóstico de que los índices de lectura en México son muy bajos también aparece en el programa citado anteriormente:

En los últimos años se ha agudizado la conciencia de que los niveles de lectura en México son muy inferiores a los que exige el desarrollo del país y a los que supondría el nivel de alfabetización alcanzado (Conaculta, 2001: 153).

Estos hechos conducen naturalmente a considerar el fomento a la lectura como una tarea ineludible y, en el marco de esta propuesta, aparece en un lugar privilegiado el libro:

Elevar los niveles de lectura de libros, indispensable para la formación de lectores capaces, es hoy una tarea inaplazable... La lectura, en especial la de libros, es un factor fundamental para el mejoramiento de las personas y de las naciones. El nivel de desarrollo de un país, inclusive, puede medirse por el número y la calidad de sus lectores, así como por la infraestructura que sostiene a la lectura y la escritura (Conaculta, 2001: 153).

Este trabajo pretende contribuir al conocimiento de los hábitos de lectura de libros en el México de principios del siglo XXI desde una perspectiva cuantitativa. Más precisamente, nos concentramos en el análisis de la relación entre las características sociodemográficas de los individuos y el hecho de que lean o no libros, haciendo uso de técnicas de regresión multivariantes.

Usamos como fuente de datos la Encuesta Nacional de Lectura 2006 (Conaculta, 2006) porque es la información más completa y reciente que existe para este fin.1

Reconocemos que la lectura de libros no es el único tipo de lectura posible ni proporciona una imagen completa del comportamiento lector,2 pero sí es una faceta importante de él y, dado el lugar fundamental que se le asigna en la discusión y políticas públicas, constituye un aspecto obligado de estudio.

A grandes rasgos, encontramos que las variables de edad, escolaridad, nivel socioeconómico y escolaridad de la madre influyen significativamente en la probabilidad de que un individuo lea libros. Nuestros resultados también arrojan evidencia de interacciones en los efectos de estas variables. Por ejemplo, la probabilidad de que un individuo de nivel socioeconómico muy bajo lea libros aumenta sustancialmente conforme aumenta la escolaridad materna. En cambio, en los niveles socioeconómicos más elevados, esta probabilidad aumenta mucho menos ante incrementos en la educación materna e incluso, en algunos casos, no registra un incremento estadísticamente significativo. También encontramos evidencia, aunque menos contundente, de interacciones entre la educación y el nivel socioeconómico.

Para presentar nuestro análisis y resultados procedemos en el resto de este trabajo de la siguiente manera. En la sección 1 mostramos estadísticas de qué porcentaje de personas reporta leer libros tanto a nivel nacional como para varios segmentos de la población agrupados según sexo, edad, escolaridad, nivel socioeconómico, escolaridad de padres y madres y condición de hablante de lengua indígena. Estas estadísticas constituyen una primera aproximación al estudio de la relación que tiene cada variable con la lectura de libros al mostrarnos, por ejemplo, que la proporción de lectores es mayor entre los segmentos con mayor escolaridad. Sin embargo, puesto que el comportamiento lector puede en principio depender no sólo del nivel de escolaridad, sino también del nivel socioeconómico, la edad, y otras características, es necesario controlar de alguna forma estas otras variables para determinar la influencia de la escolaridad sobre el comportamiento lector. Las estadísticas presentadas en esta sección examinan la relación del comportamiento lector con cada variable demográfica o socioeconómica de manera separada, sin tomar en cuenta que todas ellas pueden influir sobre tal comportamiento y esta influencia debe controlarse para conocer el efecto de cada variable en la conducta de lectores y no lectores.

En la sección 2 se especifica un modelo convencional que sirve de base a varios ejercicios de regresión multivariante. En ellos se encuentra la relación entre el comportamiento lector y las distintas variables demográficas y socioeconómicas simultáneamente. Los resultados de estos ejercicios son presentados en la sección 3 y permiten establecer la relación entre el comportamiento lector y cada una de las variables, manteniendo constantes los valores de las demás variables demográficas y socioeconómicas relevantes. Adicionalmente, estos ejercicios toman en cuenta que las oportunidades y motivación por la lectura también pueden depender de factores que difieren dependiendo del lugar de residencia del individuo. Más precisamente, se postula una relación donde la decisión de leer depende tanto de ciertas variables demográficas y socioeconómicas del individuo y su entorno familiar, como del lugar de residencia. En la sección 4 se muestran las interacciones que verifican el efecto de una variable explicativa sobre la probabilidad de leer.

Las secciones 5 y 6 consideran diversas extensiones a los ejercicios previos. La sección 5 examina distintas variantes a la educación materna como variable explicativa, y la sección 6 examina las consecuencias de incluir como una variable explicativa adicional la lectura que deben realizar los individuos como parte de su trabajo. En ambas secciones se encuentra que las modificaciones analizadas no alteran de manera importante los resultados mostrados en la sección 4.

 

La lectura de libros en México

Para estudiar el hábito de la lectura en México usamos como fuente de información la Encuesta Nacional de Lectura 2006 (Conaculta, 2006) (en adelante ENL), que fue realizada del 1 de noviembre al 7 de diciembre de 2005, teniendo como población objeto de estudio las personas mayores o iguales a 12 años que habitaran una vivienda particular. Se aplicaron 4057 cuestionarios en 29 estados, 136 municipios y seis regiones del país. Es representativa a nivel nacional, en seis regiones del país, en las tres mayores zonas metropolitanas (México, Guadalajara y Monterrey) y en seis estratos de población en que se dividieron los municipios.

La ENL proporciona información sobre múltiples facetas de la actividad lectora de los encuestados. De ellas, en este trabajo nos concentramos en estudiar si las personas leen o no libros, para lo cual nos basamos en la pregunta: "¿Usted lee libros?", que aparece en el cuestionario. Elegimos esta pregunta porque parece un punto de partida natural para analizar la lectura de libros, antes de profundizar en cuánto, cuándo, qué y dónde se lee.

Al analizar la relación con las variables sociodemográficas consideramos las variables que se han elegido en estudios similares3. En la siguiente sección se abunda en la justificación de estas variables en el marco de un modelo convencional de elección binaria.

El cuadro 1 nos ofrece un primer panorama de cómo varía el comportamiento lector ante diferentes características demográficas y socioeconómicas. Este cuadro presenta estimaciones basadas en la ENL del porcentaje de personas que reporta leer libros a nivel nacional y para varios grupos de individuos. En él vemos que 56.4 por ciento de las personas declara leer libros a nivel nacional y, más abajo, qué valores toma este porcentaje en diferentes segmentos de la población agrupados de acuerdo con varias características demográficas y socioeconómicas.

La propensión a leer libros es muy similar entre los hombre y las mujeres: el porcentaje de hombres que reporta leer libros (56.7 por ciento) es prácticamente igual al porcentaje de mujeres que lo hace (56.1 por ciento).

Respecto a la edad, sí existen diferencias pronunciadas en el porcentaje de lectores de libros entre los diferentes grupos de edad. Los individuos de 18 a 22 años son los más propensos a leer (lo hace 69.7 por ciento), seguidos por los de 12 a 17 años (66.6 por ciento). En el otro extremo, entre los individuos de 56 años o más, sólo cuatro por ciento declara leer libros.

El porcentaje de lectores difiere marcadamente entre los grupos de personas de distinta escolaridad, observándose porcentajes mayores de lectores a medida que se consideran niveles de escolaridad más altos. Así, solamente 20 por ciento de las personas sin educación formal declara leer libros, porcentaje que aumenta a 43.8 por ciento entre las personas con estudios de primaria y llega hasta 76.6 por ciento entre quienes tienen estudios universitarios.

El porcentaje de lectores también difiere entre los distintos grupos socioeconómicos. Mientras que sólo 37 por ciento de las personas de nivel socioeconómico muy bajo reporta leer libros, este porcentaje aumenta a 48.9 por ciento para el nivel socioeconómico bajo y continúa creciendo conforme consideramos niveles mayores hasta alcanzar un máximo de 79.2 por ciento para el nivel socioeconómico medio. Es interesante observar que en el nivel socioeconómico medio alto /alto, un porcentaje ligeramente inferior al anterior (75.9 por ciento) reporta leer libros.

Los porcentajes de lectores de libros varían entre los grupos formados de acuerdo con la escolaridad de la madre y del padre. Los porcentajes de lectores más bajos se observan en el grupo de personas cuya madre o padre no tiene estudios formales (38.8 y 44.1 por ciento, respectivamente). A partir de allí, en general, se observan porcentajes mayores de lectores conforme aumenta la escolaridad de la madre y el padre. Una excepción es que el porcentaje de lectores es mayor cuando la madre tiene educación preparatoria (75.1 por ciento) que cuando tiene estudios universitarios (72.1 por ciento).

Finalmente, el porcentaje de lectores es notoriamente menor entre las personas que hablan una lengua indígena (33 por ciento) que entre quienes no lo hacen (es, por ejemplo, de 56.4 por ciento entre quienes ni la hablan ni la entienden).

El cuadro 1 nos ofrece una primera idea de cómo están asociadas las distintas características demográficas y socioeconómicas con el comportamiento lector. Sin embargo, adolece del problema de que examina cada variable aisladamente sin considerar a las demás. Por ejemplo, nos dice que el grupo de personas que tienen padres sin educación formal leen mucho menos que las demás personas, sin tomar en cuenta que este grupo de personas puede diferir de las demás en otras características que también afecten su propensión a ser lectores (como su nivel socioeconómico o su propio grado de escolaridad). Para abordar este problema, realizamos en la siguiente sección un análisis multivariante, una de cuyas ventajas es precisamente que al considerar la relación del comportamiento lector con cada variable demográfica o socioeconómica, se mantienen constantes los valores de las demás variables que pudieran incidir sobre tal comportamiento.

 

El modelo

Postulamos un modelo convencional en que se trata de explicar el comportamiento de una variable que puede tomar sólo dos valores, correspondientes a dos alternativas posibles entre las que puede optar un individuo, a partir de un conjunto de variables independientes que influyen sobre el atractivo relativo de estas dos alternativas.

En nuestro caso, cada individuo enfrenta la elección entre leer o no leer libros, que se puede representar formalmente por la maximización de una función de utilidad: el individuo i alcanza la utilidad Ui1 si elige leer libros, y la utilidad Ui0 si elige no hacerlo, donde:

Uij = xi' ßj + εij (j = 0,1) (1)

Es decir, la utilidad Uij que obtiene el individuo i al elegir la alternativa j depende de un vector xi de características y de un error aleatorio εij. Tanto las características como el componente aleatorio varían de individuo a individuo.

El individuo i elegirá leer libros (j = 1) si, u i1 ≥ u i0, que equivale a:

Yi* = Ui1- Ui0 = Xi' (ß1 - ß0) + εi1 - εi0 ≥ 0 (2)

Definamos ahora la variable dicótoma Y de manera que represente la decisión del individuo i, tomando el valor de uno si elige leer libros y de cero si elige no hacerlo. Tendremos entonces que:

Yi = i si Yi* ≥ 0 (3)

Y = 0 si Yi* < 0

Y por lo tanto, la probabilidad de que elija leer libros vendrá dada por:

Prob(Yi = 1) = Prob(Yi* ≥ 0 = Prob( xi' (ß1 - ß0) ≥ εio - εi1 = F(xi' (ß1 - ß0)) (4)

Siendo F la función de distribución acumulada de u1 =i0 - εi1)

A partir de aquí, podemos obtener tanto el modelo probit como el modelo logit, dependiendo si suponemos una distribución normal o logística, respectivamente, de la diferencia de los errores aleatorios. De manera alternativa, si abandonamos la idea de F como una función de distribución, formalmente podemos obtener a partir de la ecuación (4) el modelo lineal de probabilidad. Este modelo tiene la desventaja de que para ciertos valores de las características xi generará probabilidades negativas o mayores a la unidad; pero es de más fácil interpretación, sobre todo cuando se incluyen variables de interacción.4

El vector xi de variables que influyen sobre la decisión de un individuo entre leer o no hacerlo incluye tanto características personales (y familiares) como su lugar de residencia. Entre las primeras sobresalen su nivel de escolaridad y su nivel socioeconómico. Es posible que su educación influya no sólo sobre si sabe leer y qué tan bien lo pueda hacer, sino también sobre sus preferencias por hacerlo, y es posible que su nivel socioeconómico influya además sobre su capacidad para comprar libros (vía su restricción presupuestal). Adicionalmente, consideramos su edad, sexo, la educación de sus padres y si es un hablante de lengua indígena. Todas estas variables pueden en principio afectar tanto su facilidad de acceder a distintos tipos de libros, como su aptitud y preferencias por la lectura. Por otro lado, existen variables que también inciden en las utilidades Ui j de leer o no leer libros y que varían dependiendo del lugar en que reside el individuo, como la existencia y calidad de bibliotecas y librerías (o clubes de lectores), así como la facilidad y condiciones en que puede acceder a ellas, que se traducen en el tipo y variedad de libros a que puede acceder y las condiciones en que lo puede hacer -precio, títulos disponibles, tiempo de espera, entre otros.

 

Resultados

En esta sección presentamos los resultados de diversas regresiones que explican la probabilidad de que una persona lea libros empleando como variables explicativas tanto las características personales y familiares del individuo —género, edad, educación, nivel socioeconómico, escolaridad de la madre5 y condición de hablante de lengua indígena6— como su lugar de residencia. Respecto al lugar de residencia, se emplean dos formas alternativas de medición, la de municipio de residencia (es decir, se incluyen efectos fijos para el municipio) y la de zona metropolitana de residencia.

La diferencia entre ambas formulaciones proviene de que existen zonas metropolitanas que incluyen varios municipios. Entonces, cuando dos personas vivan en municipios distintos de una misma zona metropolitana, se considerará que viven en el mismo lugar si se usa el concepto de zona metropolitana; pero se entenderá que viven en un lugar distinto si se usa el concepto de municipio. La definición de zona metropolitana empleada es la proporcionada por Conapo, INEGI y Sedesol (2004).7

La forma convencional de tratar el caso de una variable dependiente dicótoma como la que nos ocupa es mediante regresiones probit y logit, diversas versiones de las cuales mostramos en el cuadro A.1 del apéndice. Sin embargo, debido a que estas regresiones incluyen efectos fijos (del lugar de residencia), su estimación puede resultar seriamente inconsistente.8 Por este motivo, estimamos también un modelo logit condicional (Chamberlain, 1980)9 y un modelo lineal de probabilidad (MLP), obteniendo los resultados mostrados en los cuadros 2 y 3, respectivamente. Ambos modelos arrojaron resultados similares —que resultaron ser semejantes también a los del cuadro A.1 en el apéndice—. Debido a que el MLP tiene una interpretación más sencilla —sobre todo cuando se incluyen efectos de interacción, como ocurre más adelante— será en el que concentremos nuestra atención.

Examinemos ahora el efecto de las distintas variables explicativas en las regresiones del cuadro 3. La columna I muestra los resultados de un MLP en que se usa el municipio de residencia del individuo como variable de control. La columna II difiere de la I en que se consideran solamente individuos de al menos 18 años de edad, es decir, se excluye a los individuos que tienen entre 12 y 17 años de edad. Esto tiene sentido hacerlo por la posibilidad de que los individuos de entre 12 y 17 años tengan un comportamiento completamente distinto a los individuos de edades mayores debido, sobre todo, a que refleje en buena medida decisiones de sus padres. La columna III es similar a la I, y la IV, similar a la II. La diferencia con las dos primeras columnas es que se usa como lugar de residencia la zona metropolitana (que llamamos "ciudad" en los cuadros por simplicidad) en lugar del municipio (para los individuos en que proceda tal distinción).

En general, el género no es relevante en las distintas especificaciones, tal como ocurría cuando se analizaba la relación entre lectura y género sin considerar a las demás variables.

La variable edad sí resulta estadísticamente significativa. El grupo de los adolescentes (individuos entre 12 y 17 años) es el que muestra una mayor tendencia hacia la lectura, seguido por el grupo de individuos entre 18 y 22 años, mostrando ambos grupos una diferencia significativa con el grupo de referencia (individuos entre 23 y 30 años). Cuando consideramos solamente individuos de al menos 18 años, nuevamente aparece como significativamente distinto del grupo de referencia el coeficiente del grupo entre 18 y 22 años.

La variable educación usa como grupo de referencia a las personas con educación primaria. Esta variable tiene el signo esperado y es en general significativa. Este resultado es además muy robusto, pues se cumple en todas las regresiones. La probabilidad de que una persona sin educación formal lea libros es significativamente menor que la de una persona con educación primaria. En contraste, la probabilidad de que una persona con estudios universitarios lea libros es significativamente mayor que la de una persona con educación primaria.

El nivel socioeconómico es también significativo, tiene el signo esperado y éste es un resultado robusto en las distintas especificaciones. Es más probable que un individuo de nivel socioeconómico bajo lea libros que otro de nivel socioeconómico muy bajo (la categoría de referencia) y esta probabilidad tiende a aumentar a medida que aumenta el nivel socioeconómico.

El nivel de educación de los padres lo capturamos con la variable escolaridad de la madre, siendo la categoría de referencia la de ningunos estudios. Los coeficientes son positivos y significativos, resultado que se observa en las distintas especificaciones. A medida que aumenta el nivel de educación de la madre tiende a aumentar también la probabilidad de que el individuo lea libros. Más adelante analizamos qué ocurre cuando se reemplaza la educación de la madre por la del padre, o cuando incluimos simultáneamente ambas variables.

Finalmente, la condición de hablante de lengua indígena en general no resulta significativa. Este resultado debe tomarse solamente como una primera aproximación, entre otros motivos porque en realidad existen hablantes de diferentes lenguas indígenas que aquí se aglutinan en un solo grupo.10

Interacciones

El cuadro 4 introduce la posibilidad de interacciones usando nuevamente el MLP. Esto significa que el efecto de una variable explicativa sobre la probabilidad de leer depende de los valores que tome otra variable explicativa. Encontramos evidencia de interacciones entre la escolaridad de la madre y el nivel socioeconómico y, en menor medida, entre la escolaridad de la persona y su nivel socioeconómico.

La primera columna añade a las variables explicativas anteriores, variables de interacción entre la escolaridad de la madre y el nivel socioeconómico. Dado que se usa como categoría base el nivel socioeconómico muy bajo, el efecto que recogen los coeficientes asociados a la escolaridad de la madre es precisamente el correspondiente al caso de una persona con nivel socioeconómico muy bajo. De acuerdo con la columna 1, una mayor escolaridad de la madre tiene un efecto positivo grande y significativo para individuos en este nivel socioeconómico. Los efectos de interacción los colapsamos en sólo dos posibilidades: un efecto diferenciado para el nivel socioeconómico (NSE) bajo y otro para el resto de los niveles socioeconómicos (medio-bajo, medio y medio-alto y alto, llamado NSE+ en el cuadro 4). La columna 1 nos muestra que el efecto positivo que tiene la escolaridad de la madre sobre la probabilidad de lectura en los individuos de nivel socioeconómico muy bajo se ve disminuido para el resto de los niveles socioeconómicos. El efecto para estos niveles socioeconómicos se obtiene agregando al coeficiente de la categoría base el coeficiente de interacción del nivel socioeconómico analizado. De hecho, al realizar pruebas de hipótesis de la suma de los dos coeficientes, encontramos que en muchos casos esta suma no es significativamente distinta de cero.

Por ejemplo, para los niveles socioeconómico más altos, al aumentar la escolaridad de la madre de la categoría de ninguna educación formal (categoría base) a primaria o secundaria, no se produce un aumento estadísticamente significativo en la probabilidad de lectura. En otros casos, sí se registra un incremento significativo, pero menor al observado para el nivel socioeconómico más bajo. También es importante señalar que al añadir estos efectos de interacción no se alteraron de manera importante los coeficientes de las otra variables explicativas.

La columna 2 realiza el mismo ejercicio que la columna 1, pero para el segmento de los mayores o iguales a 18 años, obteniendo resultados similares: el efecto de una mayor educación de la madre es menor para niveles socioeconómicos más altos que para el nivel socioeconómico más bajo, y en algunos casos no es estadísticamente distinto de cero.

La columna 3 añade efectos de interacción entre el nivel de escolaridad de una persona y su nivel socioeconómico. Estos efectos de interacción resultaron conjuntamente significativos a un nivel de 10 por ciento, pero no de cinco por ciento. Al añadir las variables de interacción, cambia el significado de los coeficientes de las variables de educación. Ahora se refieren al efecto que tiene la variable educación sobre la probabilidad de leer en personas del nivel socioeconómico muy bajo (grupo de referencia). Se observa una diferencia significativa entre la categoría de ninguna educación y la de primaria (categoría de referencia). En cambio, para los niveles socioeconómicos más elevados, la diferencia entre estas dos categorías desaparece: la suma del coeficiente asociado a ninguna educación para el nivel socioeconómico de referencia y el coeficiente de interacción no es significativamente distinto de cero. Estando todas las demás variables constantes, la probabilidad de que un individuo de un nivel socioeconómico medio o mayor lea no se altera al pasar de la categoría de ninguna educación formal a la de estudios de primaria. En cambio, sí aumenta significativamente al alcanzar estudios universitarios: es significativamente más probable que un individuo de nivel socioeconómico medio o mayor lea si tiene estudios universitarios que si solamente tiene estudios de primaria, secundaria o preparatoria.

La columna 4 muestra resultados similares a los de la columna 3 para el segmento de personas mayores o iguales a 18 años. Sin embargo, debe advertirse que las variables de interacción entre escolaridad y nivel socioeconómico no resultaron significativas conjuntamente, ni siquiera a un nivel de 10 por ciento, por lo que no haremos más referencias a ellas.

Reemplazando la escolaridad de la madre

En todo el análisis previo hemos usado la escolaridad de la madre como una de las variables explicativas. El cuadro 5 explora las consecuencias de utilizar la escolaridad paterna en lugar de la materna, o bien, de utilizar ambas variables. La columna 3 reproduce los resultados —con fines de comparación— de una regresión en que se utiliza la educación de la madre como variable explicativa y se incluyen efectos de interacción entre esta variable y el nivel socioeconómico. La columna 2 muestra los resultados que se obtienen cuando se reemplaza la educación de la madre por la del padre. Observamos que las estimaciones son muy similares. El efecto de las variables sexo, edad, educación y nivel socioeconómico es semejante cuando se utiliza la educación paterna en lugar de la materna. Por otra parte, tal como ocurría con la educación materna, una mayor escolaridad del padre influye positivamente sobre la probabilidad de lectura para el nivel socioeconómico de referencia (muy bajo). Los coeficientes son en general grandes y significativos. Además, los coeficientes de interacción nos indican, al igual que en el caso de la educación materna, que el efecto de una mayor educación paterna es menor en los niveles socioeconómicos más altos y que, en algunos casos, este efecto no es significativamente distinto de cero. Por ejemplo, al aumentar la escolaridad del padre de la categoría de referencia a la de primaria o secundaria, no se produce un aumento estadísticamente significativo en la probabilidad de lectura de las personas en estos niveles socioeconómicos.

La columna 1 del cuadro 5 explora qué ocurre cuando incluimos la escolaridad del padre y la de la madre simultáneamente como variables explicativas. Al comparar esta columna con las 2 y 3, vemos que la inclusión simultánea de las dos escolaridades no altera los coeficientes de las demás variables explicativas: el efecto de las variables sexo, edad, educación y nivel socioeconómico es similar al que se obtiene cuando se incluye la escolaridad de solamente uno de los dos padres. Por otra parte, si comparamos la columna 1 con la columna 2 vemos que, en términos generales, el efecto de la escolaridad del padre es menor cuando también se incluye la escolaridad de la madre que cuando no es así, y los errores estándar son mayores. Esto obedece a la alta correlación entre la escolaridad del padre y de la madre. Como consecuencia, algunos coeficientes dejan de ser significativos, por ejemplo, el que indica la diferencia en la probabilidad de leer cuando el padre no tiene ninguna educación formal (categoría de referencia) y cuando tiene estudios de primaria (para el nivel socioeconómico de referencia). En otros casos, simplemente se reduce el coeficiente y aumenta la desviación estándar pero no se pierde significancia estadística.

De manera análoga, cuando comparamos la columna 1 con la columna 3, observamos que el efecto de la escolaridad de la madre se reduce cuando también incluimos la escolaridad del padre como variable explicativa y, nuevamente, los errores estándar aumentan, reflejando que se pierde precisión en la estimación.

Entonces, la educación del padre tiene un efecto adicional al de la escolaridad de la madre, que de otra manera es atribuida a ésta. Sin embargo, dada la alta correlación entre ambas variables, la inclusión de las dos escolaridades ocasiona que se pierda precisión en la estimación y, en cambio, la alternativa de incluir sólo una de ellas no altera la estimación de los coeficientes de las demás variables explicativas.

La influencia de la lectura laboral

Es posible que el tipo de trabajo que desempeñe un individuo afecte sus habilidades y preferencias por la lectura. Para analizar esta posibilidad, introducimos como variables explicativas adicionales una dicótoma que indica si el individuo trabaja o no, y diferentes modalidades de una variable que nos indica con qué frecuencia tiene que leer el individuo como parte de su trabajo. Estas variables no las incluimos en el análisis anterior por posibles problemas de endogeneidad: es posible, en principio, que los individuos con el hábito de la lectura desarrollen habilidades que hagan más probable que desempeñen trabajos que requieran leer, por lo que los resultados de esta sección deben interpretarse con cautela.

Tanto la variable dicótoma como la que mide la intensidad de lectura en el trabajo toman el valor de cero si el individuo no trabaja. En caso de que el individuo trabaje, la variable dicótoma toma el valor de uno. La otra variable, 'lectura en el trabajo', tiene cuatro modalidades, que a continuación explicamos. Lectura en el trabajo-1 se refiere a la frecuencia con que el individuo, como parte de su trabajo, debe leer instrucciones para operar maquinaria. Las otras tres modalidades de lectura en el trabajo se definen de manera análoga: lectura en el trabajo-2 se refiere a folletos e instructivos; lectura en el trabajo-3, a informes, memorandos, oficios o cartas, y lectura en el trabajo-4, a información general. Cada una de estas cuatro variables puede tomar cuatro valores: cero, si nunca se realiza ese tipo de lectura; uno, si se realiza ocasionalmente; dos, si se realiza una o algunas veces al mes; tres, si se efectúa una vez a la semana, y cuatro, si se realiza a diario o varias veces a la semana.

La columna 1 del cuadro 6 nos muestra los resultados de una regresión en que se añade la variable dicótoma que indica si el individuo trabaja o no a las variables explicativas tradicionales incluyendo términos de interacción entre educación de la madre y nivel socioeconómico. Observamos que al añadir esta variable no se altera el efecto de las demás variables explicativas sobre la probabilidad de leer. Asimismo, se observa que no existe una diferencia significativa en la probabilidad de lectura de un individuo que trabaja y otro que no lo hace y es similar al primero en todos los aspectos medidos por las demás variables explicativas.

Las columnas 2 a 5 del cuadro 6 incluyen simultáneamente la variable dicótoma que indica si el individuo trabaja y alguna de las modalidades de la medida de la frecuencia con que se tiene que leer en el trabajo. En términos generales, se observa un impacto positivo y significativo de la frecuencia de distintos tipos de lectura en el trabajo sobre la probabilidad de lectura de libros.

Asimismo, la inclusión de la medida de la frecuencia de lectura en el trabajo altera, en ocasiones de manera importante, el coeficiente asociado a la variable dicótoma que indica si el individuo trabaja. Al considerar conjuntamente los coeficientes de estas dos variables, encontramos que un individuo que trabaja en una actividad que le exige leer diario o varias veces a la semana (la frecuencia de lectura más alta) cierto tipo material, tiene una probabilidad de leer libros significativamente mayor que un individuo que no trabaja. En cambio, en algunas especificaciones, por ejemplo, en la columna 5, se observa que un individuo que trabaja y nunca tiene que leer como parte de su trabajo, tiene de hecho una probabilidad de lectura de libros significativamente menor que un individuo que no trabaja (el coeficiente de la variable dicótoma "¿trabaja?" es negativo y significativo). También conviene subrayar que, en términos generales, la inclusión de estas dos variables adicionales en el análisis no altera el impacto de las demás variables explicativas sobre la probabilidad de lectura.

 

Conclusiones

En este trabajo hemos analizado cómo se relaciona la lectura de libros en México con diversas variables sociodemográficas relevantes haciendo uso de la ENL. En una primera aproximación hemos presentado estadísticas de qué porcentaje de personas reporta leer libros, tanto a nivel nacional como para varios segmentos de la población. 56. 4 por ciento de la población nacional reporta leer libros; pero este porcentaje es distinto en los diversos segmentos agrupados de acuerdo con ciertas características sociodemográficas. Por ejemplo, el porcentaje de lectores es mayor entre los segmentos con mayor escolaridad. De igual manera, es mayor entre la población joven, con mayor nivel socioeconómico y con padres y madres con mayor educación, y es menor entre la población que habla alguna lengua indígena. Este porcentaje prácticamente no difiere entre hombre y mujeres. Los datos presentados de esta forma nos permiten vislumbrar la relación entre el comportamiento lector y estas variables, pero adolecen de un problema: examinan esta relación con cada variable de manera separada, ignorando el efecto de las demás. Así, la observación de que el porcentaje de lectores es mayor entre los segmentos con mayor escolaridad debe acompañarse de la advertencia de que estos segmentos pueden diferir del resto de la población en otras características —como el nivel socioeconómico— que también afecten su propensión a ser lectores. Estas características adicionales deben controlarse de alguna forma para determinar la influencia de la escolaridad sobre la lectura. Por este motivo, realizamos también ejercicios de tipo multivariante. Estos ejercicios encuentran la relación entre el comportamiento lector y las distintas variables demográficas y socioeconómicas simultáneamente, por lo que permiten establecer la relación entre el comportamiento lector y cada una de las variables, manteniendo constantes los valores de las demás variables relevantes. Es importante señalar que, en particular, se mantiene constante el lugar de residencia. Los resultados de estos ejercicios de regresión multivariante confirman la influencia de la edad, la escolaridad, el nivel socioeconómico y la educación de la madre como importantes variables explicativas de la probabilidad de que un individuo lea libros. También arrojan evidencia de interacciones en los efectos de estas variables. Así, por ejemplo, la probabilidad de que un individuo del nivel socioeconómico muy bajo lea libros aumenta sustancialmente conforme aumenta la escolaridad materna. Sin embargo, para individuos pertenecientes a los niveles socioeconómicos más altos esta relación es mucho menor y, en algunos casos, la probabilidad de lectura de libros no aumenta significativamente al aumentar la educación materna. También se encuentra evidencia, aunque menos contundente, de interacciones entre la educación y el nivel socioeconómico.

Posteriormente, se consideran dos extensiones a los ejercicios previos: se examinan alternativas a la educación materna como variable explicativa, y se considera a la lectura requerida en el trabajo como una variable independiente adicional. Ninguna de estas modificaciones altera los resultados previos de manera importante.

Creemos que este análisis es una aportación al conocimiento de los hábitos de lectura en México a principios del siglo XXI, realizado a partir de uno de los múltiples enfoques que nos pueden ayudar a comprender mejor este importante fenómeno.

 

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Notas

1 Un trabajo de investigación cuantitativo sobre la lectura en México, previo a la ENL es Chávez Méndez (2005), y las referencias allí citadas, en particular Chávez Méndez (2002), donde se presentan los detalles de una encuesta de 1993 en que se apoyan sus análisis.

2 Algunos trabajos que analizan otros tipos de lectura utilizando enfoques distintos al empleado aquí son Escalante (2008), Kalman (2003), Peredo (2003), y las referencias allí citadas. Véase Vázquez (1988) para una historia de la lectura en México.

3 Por ejemplo: National Endowment for the Arts (2004).

4 En nuestro caso, los tres modelos arrojarán resultados similares.

5 Más adelante exploramos las consecuencias de incorporar la educación del padre como variable adicional o para reemplazar a la educación materna.

6 Tanto la variable explicada como las variables explicativas (excepto en el caso de la definición de zonas metropolitanas) están tomadas de la ENL. Véase Conaculta (2006) para mayores detalles.

7 Véase también Sobrino (2003) para un antecedente inmediato de ese trabajo.

8 Véase Andersen (1970) y Chamberlain (1980)

9 Chamberlain (1980) es la referencia estándar de este modelo. Greene (1993) provee una exposición detallada de este modelo, el Modelo Lineal de Probabilidad y variantes relacionadas.

10 Véase Sandoval Forero (2002), donde se presenta una exposición de los distintos grupos etnolingüisticos en México.

 

Información sobre el autor

Jorge FERNÁNDEZ-RUIZ Doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente es profesor investigador en el Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México. Tiene nivel tres en el SNI. Publicaciones recientes: 2006, "El premio nobel de economía y la teoría de juegos: un encuentro más", en Análisis Económico, vol. XXI, num. 48; 2005, "La debilidad financiera y el comportamiento depredador en la financiación de la deuda", en El Trimestre Económico, vol. 72 (3), núm. 287; 2004,"Predation due to adverse selection in financial markets", en International Journal of Industrial Organization, vol. 22. Correo electrónico: jfernan@colmex.mx

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