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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.13 n.51 Toluca Jan./Mar. 2007

 

Los problemas de comparabilidad de las ENIGH y su efecto en la medición de la pobreza

 

Comparability problems of ENIGH and their effects in the measurement of poverty

 

Araceli Damián

 

El Colegio de México

 

Resumen

La principal fuente para medir la pobreza en México es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). A pesar de su generalizado uso, la encuesta presenta serias deficiencias en materia de captación y comparabilidad de la información, lo que distorsiona los cálculos de pobreza. En la primera mitad de la presente década, la pobreza, medida con las ENIGH y el método de medición utilizado por el gobierno federal, disminuye a pesar de la contracción económica y la falta de empleo. En este trabajo se presentan y discuten los elementos que pueden estar detrás de la supuesta reducción de la pobreza (cambios en el marco muestral, en la definición de variables, en los cuestionarios, problemas de captación del ingreso, inconsistencias en la evolución de las fuentes de ingreso, tamaño de hogar, número de ocupados y en otras variables relacionadas con la habitabilidad). Lo que se persigue es explicitar cuáles son las limitaciones de la ENIGH como fuente de información para medir la pobreza.

Palabras clave: pobreza, medición de la pobreza, Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, México.

 

Abstract

The main source to measure poverty in Mexico is the Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de Hogares (ENIGH). Despite its generalized use, the survey presents some deficiencies regarding the gathering and comparison of information. In the first half of this decade, poverty, measured with the ENIGH and the measuring method used by the Federal Government, decreases in spite of the economic contraction and lack of employment. In this work we present and argue the elements that may be behind the presumed reduction of poverty (changes in the sampling framework, in the definition of variables, questionnaires, problems in the income reception, inconsistencies in the evolution of the income sources, the size of the household, number of members and other variables related to the dwelling). Here we are attempting to achieve is the explanation of which are the limitations of ENIGH as an information source to measure poverty.

Key words: poverty, poverty measurement, National Households' Income and Outcome Survey, Mexico.

 

La medición de la pobreza involucra siempre dos elementos: uno, la descripción de la situación observada de los hogares y personas, y otro, el establecimiento de las reglas mediante las cuales juzgamos quién es pobre y quién no lo es.1 Cuando se mide pobreza es necesario contar con fuentes de información confiables. La principal fuente de información para medir la pobreza en México es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Esta encuesta y otras similares que le antecedieron se han levantado desde mediados de la década de 1950, a intervalos irregulares de entre uno y siete años, a partir de 1992 cada dos años, y de manera consecutiva en 2004 y 2005.2 A pesar del generalizado uso de esta encuesta,3 existen serias dudas sobre si son un buen instrumento para evaluar la evolución de la pobreza. Si respondemos que no a esta pregunta estaríamos echando por la borda una larga tradición y experiencia en la producción de datos estadísticos. No obstante, verlas como el instrumento ideal, desconociendo sus debilidades, nos llevaría a conclusiones equivocadas y en algunas ocasiones sin sentido.

Es de particular importancia analizar los cambios metodológicos realizados a las ENIGH 2002 y 2004, ya que los resultados que se derivan de éstas han generado serias dudas sobre la confiabilidad y comparabilidad (véase, por ejemplo, Boltvinik, 2003a y 2003b; Damián, 2003a y 2003b; Cepal, 2003). Según cifras de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol),4 la pobreza de patrimonio se redujo de 53.7 en 2000, a 50.8 en 2002 y a 47 por ciento de la población en 2004, respectivamente. Sin embargo, dichos resultados van en contrasentido con la evolución de las variables que miden el desempeño económico. Por ejemplo, el producto interno bruto (PIB) per cápita se redujo en 1.4 por ciento anual entre 2000 y 2002 (tomando el valor del tercer trimestre de cada año debido a que es en éste en el que se levanta el mayor número de encuestas), y apenas creció en 1.1 por ciento anual para 2004. Por otra parte, según las Encuestas Nacionales de Empleo (ENE), el desempleo aumentó de 1.9, a 2.2 y a 2.9 por ciento de la PEA nacional entre el tercer trimestre de 2000 y los correspondientes de 2002 y 2004. Otro dato que muestra la incapacidad de la economía de generar empleos es la caída en el número de trabajadores inscritos en el IMSS entre 2000 y 2002 (que disminuyeron en cerca de 351 mil entre los meses de noviembre de estos dos años), y aunque los derechohabientes aumentan para 2004, sólo lo hacen en 148 mil empleos.5 Dada la reducción de la pobreza en condiciones económicas adversas, se vuelve fundamental evaluar en qué medida las ENIGH nos dan cuenta de la evolución de los niveles de bienestar de la población, o si los cambios en los niveles de pobreza resultan de problemas de comparabilidad entre éstas.

 

Los marcos muestrales y el tamaño de la muestra de las ENIGH

La pérdida de vigencia de los marcos muestrales conforme el año censal (o más recientemente de conteo) constituye uno de los problema más frecuentes en el diseño de las encuestas de hogares y no es privativo de las ENIGH. Por ejemplo, al desplazar los marcos muestrales de 1984 a 1989, o de 1992 a 1994, o de 2000 a 2004, etc., toda vez que éstos se vuelven obsoletos debido a los distintos fenómenos demográficos y espaciales (migración, desarrollo de nuevos barrios, etc.). Asociado a este problema aparece el de la confiabilidad de los censos de población y los conteos. Las críticas más fuertes se realizaron en torno al Censo General de Población y Vivienda de 1980, donde incluso la población total se sobreestimó en gran medida, en particular, en algunas localidades como la Ciudad de México (Camposortega, 1992: 3).6

Un problema adicional que dificulta la comparabilidad de las ENIGH se deriva del aumento del tamaño de la muestra, lo que reduce los errores de muestreo. Por ejemplo, en 1984 el número de hogares de la muestra fue de 542, mientras que en 1989 fue de 1 973, desde entonces, el tamaño de la muestra pasó a más de diez mil hogares desde 1992, teniendo ligeras fluctuaciones hasta 2000, aumentando a 19 856 en 2002 y a más de 25 mil en 2004.7

Si bien el INEGI cambia los ponderadores (factores de expansión) para asegurar que la representatividad de las unidades de muestreo sea correcta, existe evidencia en el sentido de que los cambios mejoran la calidad de la información.8 Este cambio puede traer consecuencias muy serias para el análisis de la evolución de la pobreza, dado que ésta puede reducirse debido a la mejor captación del ingreso de los hogares, más que a un mejoramiento en los niveles reales del mismo.

Así lo señala el propio CT en su tercer comunicado, afirmando que:

...la ENIGH 2002 tuvo un importante aumento del tamaño de la muestra de hogares respecto a la del año 2000, tanto por estratos de ingreso como por regiones. Por la ampliación en el número de observaciones, los errores muestrales de la ENIGH 2002 son menores a los de la ENIGH 2000, particularmente para los estratos de menores ingresos, lo que significa que las mediciones de pobreza actuales, desde el punto de vista estadístico, son más precisas que las del año 2000 (Comité Técnico, 2003).

La Cepal también puso en duda la comparabilidad de las ENIGH 2000-2002 y señala en el Panorama Social de América Latina, 2002-2003, que "probablemente las cifras correspondientes a 2002 no sean del todo comparables con las de 2000, en especial en las áreas rurales, debido a los cambios en el diseño muestral, relativos al tamaño y distribución de la muestra" (Cepal, 2003: 5 y 58). La Cepal extiende sus críticas en el recuadro 1.4 de dicha publicación, las cuales iremos retomando a lo largo de este artículo.

 

Cambios en las definiciones de lo urbano/rural (alta y baja densidad)

Otro de los problemas que se derivan de las alteraciones en el diseño de la muestra y que dificultan la comparación entre algunas ENIGH se deriva de los cambios en el umbral de tamaño para definir a las localidades rurales y urbanas. Por ejemplo, entre 1984 y 1989, las definiciones se realizaban de acuerdo con alta/baja densidad, considerando el umbral los 15 000 habitantes. Sin embargo, mientras en la ENIGH 1984 los criterios son claros, en la ENIGH de 1989 existe una contradicción en cuanto a la definición de baja densidad.9 Entre 1992 y 2004, la definición del umbral urbano/rural ha sido el de localidades mayores/ menores a 2 500 habitantes. En 2000 y 2002 la encuesta incluyó en su marco muestral a las áreas metropolitanas de la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU), no obstante, el documento metodológico de 2004 no aclara si éstas continúan considerándose.

La encuesta 2002 sufrió otro cambio en el marco muestral que intenta no sólo lograr la representatividad urbano/rural sino también por los estratos del índice de marginación del Consejo Nacional de Población del 2000 (véase cuadro 1 para las definiciones operativas de rural/urbano de las ENIGH). Por otra parte, en ese mismo año (como los dos siguientes) la Sedesol financió parcialmente el levantamiento de la ENIGH, solicitando lograr representatividad de los hogares beneficiados con el programa Oportunidades.

El cambio en la definición del tamaño de las localidades afecta tanto los resultados de la medición de la pobreza por ámbitos (urbano/rural) como los totales nacionales, sobre todo en aquellas investigaciones que utilizan umbrales de pobreza significativamente diferentes para la población rural y urbana (por ejemplo, como lo hace la Cepal (incluyendo el estudio INEGI/ Cepal, 1993); y el Comité Técnico (2002). Por ejemplo, la línea de pobreza (LP) rural que utiliza el gobierno federal, la de patrimonio representó 66.7, 70.6 y 67.2 por ciento de la urbana en 2000, 2002 y 2004, respectivamente.

El umbral de tamaño establecido por el CT para distinguir lo urbano de lo rural es de 15 000 habitantes. Sin embargo, esta delimitación no corresponde con el perfil e intensidad de las carencias en los distintos componentes del MMIP (ingreso, tiempo y necesidades básicas, incluyendo vivienda y sus servicios, educación, salud, bienes durables) por tamaño de localidad. Empíricamente se demuestra que la población residente en localidades menores a 2 500 habitantes tiene un nivel de satisfacción de las necesidades radicalmente menor que la que habita las localidades de mayor tamaño. Por tanto, para efectos de medición de pobreza, se recomienda utilizar este umbral de tamaño (véase Damián, 2006).

Sin embargo, el CT no evaluó la conveniencia de utilizar el umbral de tamaño de 2 500 habitantes (a pesar de que el programa Oportunidades se rige por éste) y comparó el ingreso de la población residente en localidades de entre 2 500 y 15 000 habitantes, que el INEGI clasifica como urbanas, con una línea de pobreza más baja (la rural), subestimando con ello la pobreza en éstas y en el total nacional. En estas localidades vivía 13.7 por ciento de la población nacional en 2000.

Los cambios en la definición de lo urbano y rural, en combinación con los del marco muestral, dan como resultado una evolución absurda de la población urbana y rural de México. Como se observa en el cuadro 2, no es coherente la evolución de la población urbano/rural durante 1984-1989, 1989-1992, 2000-2004. En 1984-1989 el aumento total de la población se clasifica como de baja densidad/rural. Esto se debe a que en 1989 no toda la población de los municipios que se definieron como de alta densidad se clasificó como tal (como fue el caso en 1984), sino sólo aquéllas que vivían en localidades con más de 2 500 habitantes. Esto lleva a una subestimación de la población de alta densidad.

La definición real de 1989, al estar muy lejana de la que se adoptó desde 1992, provocó un fuerte aumento de la población "urbana" (de 12.4 millones entre 1989 y 1992), mientras que la población rural disminuyó en más de siete millones. Entre 1992 y 1998 no se observan cambios importantes en la distribución de la población urbana y rural, como si hubiese habido un estancamiento, producto de la migración neta entre ambos tipos de localidad, lo que contradiría, una vez más, la tendencia a la urbanización progresiva del país. Al parecer, el INEGI corrigió el sesgo en 2000 (cuando la población rural baja a 25.4 por ciento del total, véase cuadro 2). Ello trajo consigo que entre 1998 y 2000 la población rural se redujera en términos absolutos en casi un millón de personas, mientras que la urbana crece en más de tres millones. A partir de 2000 se observa un avance constante de la proporción de la población urbana en el país. Sin embargo, la población absoluta rural, después de haberse contraído entre 1998 y 2000, aumenta en términos absolutos (aunque no en términos relativos). En consecuencia, dado que la práctica común en México y América Latina es utilizar umbrales de pobreza muy distintos para el ámbito urbano y rural, los problemas de distribución de la población en las ENIGH afectan sustancialmente la medición de la pobreza.10

 

Subestimación del ingreso de los hogares y ajuste a cuentas nacionales

La información de las ENIGH presenta otro problema, cuya naturaleza es independiente de los ya mencionados. El hecho es que el ingreso total de los hogares que reportan las encuestas parecería subestimar en gran medida su ingreso real.11 Esta subestimación se deriva, cuando menos, de tres fenómenos. En primer lugar está lo que se podría llamar subestimación demográfica. En la medida en que la ENIGH subestima el número total de hogares y, por consiguiente de la población total, el ingreso total de los hogares se subestima. En segundo lugar está el fenómeno del truncamiento, que se refiere a la exclusión de la población más rica en las ENIGH (véase Cortés, 1997: 133-142), debido a que las personas muy ricas tienden a rechazar cualquier tipo de encuestas, pero particularmente las que tienen que ver con sus ingresos.12

Por otra parte, existen elementos para determinar qué probabilidad de ser encuestados tienen los hogares de estratos más altos, dada la enorme variación en el rango de sus ingresos. El cuadro 3 contiene los valores mínimo, máximo, media y mediana del ingreso neto mensual por persona del centil y milil de hogares, en el ámbito urbano y rural, en 2000, 2002 y 2004. En primer lugar se observa que, si bien los valores mínimos de los centiles no presentan variaciones importantes (éstos tiende a la baja en el medio urbano, donde se presenta mayor resistencia a contestar las encuestas, y al alza en el rural), la variación de los valores máximos observados en la encuesta es muy amplia, lo que da cuenta de la heterogeneidad de los niveles de ingreso captados en la parte más alta, lo que denota un problema del diseño muestral.

Las fluctuaciones en la parte más alta de la pirámide de ingresos provocan fuertes cambios en la media del ingreso. Por ejemplo, el ingreso medio por persona al mes del milil urbano pasó de 36 mil cuatrocientos pesos, a 25 mil seiscientos pesos y a 43 mil seiscientos pesos en 2000, 2002 y 2004, respectivamente. Lo mismo sucede con el milil rural (cuadro 3). No obstante, las medianas permiten ver que los más ricos del país están subrepresentados. De esta forma, los hogares más "ricos" del país tienen una mediana de 27 mil cuatrocientos pesos por persona al mes en el medio urbano y de 8 800 pesos en el rural en 2004.13 Nótese, por otro lado, las enormes fluctuaciones de los valores máximos en la encuesta de un año a otro (cuadro 3). El ingreso más alto por persona en el medio urbano en 2000 fue de un poco más de 110 mil pesos, pero cae a 55 mil en 2002, y aumenta a casi un millón 200 mil pesos en 2004. La proporción de estas fluctuaciones también se presenta en el medio rural.

Los hogares que se seleccionan para las ENIGH se consideran representativos de otros hogares con características similares de ingresos/gastos. De esta manera, al extrapolar la muestra a la población total, cada hogar entrevistado se considera como cientos o miles de hogares. El problema con los hogares muy ricos es que ni representan a ningún otro, ni pueden ser representados por otro. Constituyen casos únicos. Por ello, idóneamente, los hogares más ricos deberían seleccionarse con probabilidad igual a uno. Dado que por problemas de presupuesto esto no puede ser así, se recomienda ampliar la muestra en la parte más alta de los estratos, ya que ello permitiría reducir los errores de captación. Un tercer problema de subestimación de las encuestas es que las personas entrevistadas tienden a subdeclarar sus ingresos y gastos. Esta subdeclaración suele ser especialmente aguda en un país como México, donde una proporción muy alta de la población evade el pago de impuestos y teme que la encuesta pueda tener alguna relación con las autoridades fiscales.

Para tratar de corregir parte de la subestimación del ingreso en las encuestas, en algunos estudios de pobreza, no sólo en México sino en todos los países de América Latina, comúnmente se concilian los datos de las encuestas de ingresos con las que se derivan de las cuentas nacionales (CN) para poder realizar comparaciones entre distintos años (por ejemplo, Hernández Laos, 1992; Boltvinik, 1999; INEGI/Cepal, 1993; World Bank, 1993; Lustig y Szekely, 1997; Damián, 2002).14

Naturalmente, la conciliación de las cifras sobre ingresos con las CN es un procedimiento que supone de manera implícita la confiabilidad de la información de las CN. Esto pasa por alto diversos problemas que presentan las CN, entre ellos el hecho bastante probable de que éstas tenderían a subestimar también el ingreso de los hogares, dado que no identifican ciertas actividades informales.

Otro problema para conciliar las cifras sobre ingresos con las de las CN tiene que ver con los coeficientes que se utilizan para fines de esta conciliación. Por ejemplo, dado que para conciliar el ingreso de los trabajadores por cuenta propia y de la renta empresarial con CN cuando se utiliza el mismo coeficiente se puede sobrestimar el ingreso de los empleados por cuenta propia y subestimarse el nivel de la pobreza. Este problema se ha superado parcialmente gracias a que en la actualidad las CN incluyen el desglose de las utilidades por tamaño de establecimiento.

La subestimación desigual del ingreso de los hogares dentro de las ENIGH explica por qué la evolución del ingreso de los hogares resulta diferente, dependiendo de si se concilian o no las cifras sobre ingresos con la información de las CN. Por ejemplo, mientras que en las CN el ingreso per cápita disminuye 5.4 por ciento entre 1984 y 1989, en las ENIGH aumenta 20 por ciento en el mismo periodo (Lustig y Székely, 1997: 47). Por tanto, la medición de la pobreza con los datos crudos originales de la ENIGH daría como resultado una disminución de la pobreza entre 1984 y 1989, propuesta que la mayoría de los investigadores y organismos internacionales generalmente no aceptan por tratarse de años de recesión económica en México. Una situación similar ocurrió entre 2000 y 2002, años de estancamiento económico, sin embargo, al calcular la pobreza, sin ajustar a CN, ésta se reduce. Lo anterior se ha vuelto particularmente controversial al haberse establecido un método oficial de pobreza que no ajusta a CN (véase Comité Técnico, 2002).15 No ajustar a CN dificulta el análisis de la evolución de la pobreza, sobre todo cuando se realizan cambios en las metodologías de captación de la información, ya que, como explicamos anteriormente, el ingreso puede aumentar en la medida en que mejore la calidad de la captación, más que ser un reflejo de la realidad.

 

Inconsistencias en la evolución de las variables de ingreso, 2000-2004

Entre los cambios realizados a las ENIGH destaca el aumento en el número de preguntas que captan el ingreso de los hogares de 36 en 2000 a 48 en 2002 y a 61 en 2004. Lo anterior puede provocar una mejor captación del ingreso (o bien, una duplicidad entre conceptos similares), sin que ello represente un aumento real del ingreso. Por ejemplo, en el 2000 había una sola pregunta que captaba el ingreso proveniente de becas y donativos de instituciones gubernamentales y no gubernamentales, incluyendo al Progresa-Oportunidades; en 2002, el número de preguntas en torno a este rubro de ingreso aumentó a tres (incluyendo una para identificar a los que reciben el Oportunidades), y en 2004, a cinco. Asimismo, el número de preguntas sobre el ingreso por remuneraciones al trabajo aumentó de 10 a 28 entre 2000 y 2004.

El reporte del Banco Mundial (2004) sobre la pobreza en México afirma que el aumento en tales preguntas entre 2000 y 2002 no afecta la evolución de la pobreza, dado que sólo representan 0.9 por ciento del ingreso total de los hogares. Sin embargo, tan sólo el rubro de becas y donativos, incluyendo Oportunidades, aumentó de ocho a 15 por ciento en los deciles más pobres rurales (véase del cuadro A.1 al A.9 (A.2, A.3, A.4, A.5, A.6, A.7, A.8).16 Por otra parte, el ingreso proveniente de Oportunidades aumentó en términos reales en la encuesta más de 100 por ciento entre 2000y 2002, mientras que los datos administrativos reportan un crecimiento en el presupuesto del programa de 59 por ciento en el mismo periodo (Fox, 2003, anexo).

También se detectaron inconsistencias entre la evolución en la encuesta de otras fuentes de ingreso, con los datos oficiales administrativos. Por ejemplo, en las ENIGH, los ingresos de Procampo aumentaron 123 por ciento entre 2000 y 2002, sin embargo, su presupuesto bajó en dos por ciento en términos reales en el mismo periodo (Fox, 2003, anexo). Este tipo de ejemplos son particularmente importantes, toda vez que no es posible deducir con la información de las ENIGH en qué medida los hogares más pobres efectivamente tienen un mejor nivel de ingreso, o si la ampliación en el número de preguntas (aunado al cambio en el marco muestral) permitieron una mejor captación del ingreso proveniente de las distintas fuentes de ingreso. La confiabilidad de la ENIGH también puede ser cuestionada si consideramos que los ingresos por remesas disminuyen 16 por ciento entre 2000 y 2002, y sólo crecen en 20 por ciento entre 2002 y 2004, cuando el Banco de México reportó un crecimiento de 50 por ciento (de 6 600 millones de dólares a 9 900) tan sólo en el primer bienio.

Entre 2000 y 2004, el ingreso corriente total por persona a nivel nacional aumenta en 2.1 por ciento; el monetario lo hace en 5.6 por ciento y el no monetario disminuye (cuadro 4). Dentro de cada uno de estos agregados, sin embargo, se encuentra una gran variabilidad que arroja serias dudas sobre la confiabilidad de las encuestas. De los rubros monetarios, los salarios aumentan en 9.7 por ciento; los ingresos por negocios propios bajan en 23.5 por ciento, los provenientes de renta de la propiedad aumentan en 202.4 por ciento y los de transferencias aumentan en 19.2 por ciento.

Peor es el panorama que se encuentra si analizamos los movimientos para cada decil. El ingreso corriente total aumenta en todos los deciles excepto en el decil I, donde disminuye en 17.6 por ciento, y en el decil X, que queda casi constante (aumenta sólo 0.5 por ciento). Algo parecido ocurre con el ingreso monetario, es decir, cae en el decil I, mientras que el de menor crecimiento es el X. En cambio, el crecimiento de los salarios se dispara en los deciles I a V (con aumentos entre 20 y 80 por ciento),17 mientras que en el X se mantienen casi estancados (con un crecimiento de 0.3 por ciento).18 Los ingresos por negocios caen en casi todos los deciles (excepto en el VII), pero de manera precipitada en el I y II. Pero donde se observa un caos mayúsculo es en los ingresos por transferencias (se les llama así a los ingresos no ganados por trabajo ni por la propiedad), donde el primer decil tiene un aumento de 72 por ciento, y el de los deciles II a IV fluctúa de 15 a 36 por ciento (cuadro 4).

En el ingreso no monetario el caos es similar o peor. Si bien éste sólo aumenta en los deciles I a III y disminuyen en todos los demás, se observa que la mayor caída la sufren los últimos tres. Esto se explica en gran medida por lo que ocurre con la renta imputada de la vivienda propia (que representa 63 por ciento de los ingresos no monetarios), y, en menor grado, por los regalos en especie. El ingreso por la renta imputada de la vivienda propia se incrementa en 260 millones de pesos en el decil II, por dar un ejemplo. Es poco explicable que este rubro aumente en todos los deciles, excepto en el IX y X (cuadro 4). Tendríamos que suponer que mientras se deprime el mercado de casas, departamentos y residencias, aumenta el de chozas, cuartos redondos y barracas. Más bien podemos suponer que si la ENIGH 2004 tiene una muestra que no logró encuestar a sectores de ingreso más alto (debido a su rechazo a ser encuestados, como se explicó antes), la caída del valor de renta imputada de la vivienda de los deciles IX y X se debe a ello. Por otra parte, llama la atención que otro ingreso virtual, el de los regalos en especie, crece desorbitadamente en el decil I, el más pobre (40.7 por ciento).

Para efectos de la medición de la pobreza, tanto el ingreso por la renta imputada como el de los regalos en especie deberían quedar al margen del ingreso de los hogares, pero el Comité Técnico para Calcular la Pobreza alimentaria o de capacidades indebidamente los suma.19 Esto se debe a que, por un lado, ambos tipos de ingreso son virtuales y se calculan de manera subjetiva,20 por otro lado, los hogares no pueden transformar la renta imputada de la vivienda en ingreso corriente para satisfacer otras necesidades (por ejemplo, no pueden vender ni comerse los ladrillos de su vivienda para satisfacer su necesidad de alimentación).

Asimismo, el aumento en el ingreso virtual de los hogares no necesariamente se relaciona con el éxito o el fracaso en la actividad económica, no obstante, al ser considerado como parte del ingreso corriente total de los hogares, da una idea falsa de la evolución real de éste. Se ha mostrado, por ejemplo, que la renta imputada de la vivienda favoreció la baja en tanto la pobreza alimentaria y de capacidades (Damián, 2003b).

No obstante, aun cuando las ENIGH sean poco confiables en cuanto a la captación del ingreso, resalta que éstas muestran una caída generalizada en los ingresos por negocios, lo que nos llevaría a concluir que las políticas económicas de esta administración han llevado a la bancarrota a la mayoría de los empresarios en nuestro país (grandes y pequeños). Por otra parte, a pesar de la baja en la pobreza, se observó un deterioro de las condiciones de vida de los más pobres del país (decil I, conformado por más de 10 millones de personas). El cuadro 4 muestra que esta población fue la que sufrió la mayor caída en el ingreso corriente total por persona al mes (17.6 por ciento) entre 2000 y 2004. Ello se dio a pesar del impresionante incremento en este decil del ingreso por remuneraciones al trabajo (casi 80 por ciento), que no compensó la caída en el ingreso por negocios propios. Si tomamos como válida esta conclusión, tenemos entonces que afirmar que la sobrevivencia de estos hogares (1.7 millones) pasó a depender cada día más de la venta de su fuerza de trabajo, mientras que los precarios negocios de los que dependían antes fueron destruidos. Asimismo, es notable que las transferencias monetarias recibidas por este decil, a través de los programas sociales como Oportunidades, no lograron contribuir a la superación de la pobreza de esos hogares, al ser insuficientes para compensar la caída en los ingresos provenientes por negocios.21

 

Incongruencias en el cambio de tamaño de hogar

Dado que la Sedesol mide la pobreza con el ingreso per cápita de los hogares, no sólo resulta crítico el ingreso por hogar, sino también el tamaño (número de personas) del hogar. Mientras más pequeño sea el número de personas en el hogar, mayor ingreso per cápita se puede lograr manteniendo constante el nivel de ingreso. Cepal (2003: 58) expresa sus dudas con respecto al tamaño del hogar que se deriva de la ENIGH 2002. De acuerdo con el organismo, la reducción esperada entre los hogares de menor ingreso, con respecto al tamaño observado en 2000, hubiese sido de dos décimas, no obstante, el tamaño del hogar se reduce en seis décimas (al pasar de 5.9 a 5.3 miembros por hogar).

En términos del tamaño del hogar, nos enfrentamos una vez más a fluctuaciones de magnitud considerable. Entre 2000 y 2002 se observa un elevadísimo crecimiento del número de hogares, sobre todo en el medio rural (ocho por ciento), muy por arriba del crecimiento de los hogares urbanos (cuatro por ciento), cuando la población rural crece menos de uno por ciento. En cambio, entre 2002 y 2004, el crecimiento del tamaño del hogar fue de 1.8 por ciento, aumento menor al urbano (de 5.8 por ciento, véase cuadro 5).

Desde las últimas ENIGH de los años noventa se había observado una rápida baja en el tamaño medio del hogar: desde 4.72 personas por hogar en 1992 hasta 4.12 en el 2002. Pero entre 2000 y 2002, aunque el tamaño promedio nacional no baja mucho (de 4.16 a 4.12), debido a que en el medio urbano aumenta (de 4.02 a 4.06), en el rural baja bruscamente (de 4.62 a 4.30). Con esto se habría cerrado mucho la brecha de tamaños entre ambas áreas desde 4.62 versus 4.02 hasta 4.30 versus 4.06. Es evidente el sesgo que lleva a una subestimación muy fuerte del tamaño medio del hogar en el medio rural.

Según las ENIGH, entre 1996 y 2002 hubo una disminución de 0.82 personas por hogar en el medio rural; mientras, según los censos respectivos, el descenso en cinco años (1995-2000) fue de sólo 0.42 personas. Es evidente la sobreestimación del descenso del tamaño medio del hogar rural en las ENIGH. Proyectando al 2002 la tendencia censal del tamaño del hogar se obtiene un tamaño medio de los hogares de 4.51 en el medio rural y de 4.09 en el urbano. La ENIGH 2002 subestima estos tamaños en 0.2 personas en el medio rural y 0.1 en el urbano. Una subestimación de 4.4 por ciento en el medio rural y de 2.4 por ciento en el urbano. Con ello se sobreestima el ingreso per cápita de los hogares en la misma proporción. No se necesitaba, por tanto, ningún crecimiento en el ingreso de los hogares para reducir la pobreza. Hubiese bastado esta subestimación del tamaño de los hogares para lograrlo.

Pero además, la reducción del tamaño de los hogares entre 2000 y 2004 (sobre todo entre el primer bienio), se produjo de manera desigual entre deciles de ingresos. Si bien en el medio rural bajó el tamaño del hogar en todos los deciles, la caída fue muy drástica (hasta en 24 por ciento) en los primeros cinco, donde se da la baja más importante de la pobreza según cifras oficiales, acentuando la conclusión de que los drásticos cambios demográficos que presentan las ENIGH explican en gran medida la baja en la pobreza (cuadro 6).

En 2004, el tamaño de hogar en el medio urbano, que había aumentado entre 2000 y 2002, se reduce entre 2002 y 2004. Al final del periodo (2004) nos encontramos con que el tamaño del hogar a nivel nacional se redujo, pero sobre todo debido a la disminución en el medio rural, donde la pobreza se baja en mayor proporción.

Esta conclusión concuerda con la de la Cepal (2003: 58) en lo que respecta a los cambios metodológicos en la ENIGH 2002:

...resulta evidente que los factores mencionados podrían tener un efecto importante en los resultados de pobreza y distribución del ingreso. A manera de ilustración, si el tamaño de los hogares de menores ingresos hubiera evolucionado conforme a lo previsto —por ejemplo, una disminución de dos décimas respecto del valor de 2000 (5.9 personas)—, la tasa de pobreza extrema se ubicaría alrededor de 18 por ciento, una cifra superior a las estimaciones derivadas de los datos de la ENIGH 2002.

De esta forma, la pobreza en nuestro país se hubiera ubicado en un nivel muy similar al observado en 1989 (18.7 por ciento). Sin embargo, la Cepal (2003), en su cuadro 1.4, presenta el nivel de pobreza que se deriva para México de la ENIGH, sin corregir los errores que el mismo organismo atribuye a la encuesta 2002.

 

Sobreestimación de ocupados y caída en dependientes por hogar

Otra de las incongruencias que presenta la ENIGH 2002 es el aumento desproporcionado en el número de ocupados con respecto a 2000. La Cepal señala que

...el promedio de ocupados se ha incrementado 6.3 por ciento y el de ocupados que percibieron ingresos casi tres por ciento; las variaciones más notables se concentran en las zonas rurales y, sobre todo, en los grupos de menores recursos, en la zona rural el promedio de ocupados en el segundo decil de ingreso per cápita (tramo correspondiente a la pobreza extrema) aumentó de 1.79 a 1.92, y el número de integrantes por familia se redujo de 5.9 a 5.3.

Estas dos fuerzas en sí mismas pueden explicar la baja de la pobreza, sobre todo en el medio rural, donde según cifras oficiales se registró el mayor descenso.

La ENIGH 2002 muestra un aumento anual de 1.4 millones de empleos con respecto a 2000, dato que contradice toda la evidencia que apunta a un crecimiento lento del empleo en nuestro país durante ese periodo. De acuerdo con las encuestas nacionales de empleo (ENE, cuyo tamaño de muestra es entre seis y siete veces mayor que el de la ENIGH), entre el tercer trimestre del 2000 al correspondiente en 2002 (trimestre en que se levantan las ENIGH) se registró un crecimiento anual de la ocupación de sólo 550 mil, menos de 40 por ciento de lo registrado por las ENIGH (cuadro 7). En cambio, entre 2002 y 2004, la ENIGH registra un aumento menor que la ENE, ya que en la primera el número de ocupados aumenta en un poco más de 400 mil, mientras que en la segunda lo hace en más de 880 mil empleos, lo que provoca que la brecha entre ambas encuestas se redujera, no obstante que el aumento a lo largo de los cuatro años fue mayor en la ENIGH.

Otro dato que llama la atención cuando se compara la evolución del empleo entre la ENE y la ENIGH es que, entre 2000 y 2002, mientras en la primera la tasa de participación (división de la población activa entre la de 12 años y más de edad) baja de 55.54 a 54.75 por ciento, en la ENIGH aumenta de 55.94 a 56.91 por ciento (cuadro 7).

Una de las consecuencias del crecimiento de los ocupados, al mismo tiempo que la caída en el número de personas por hogar, provocó sobre todo en el medio rural que el número de dependientes (miembros del hogar que no trabajan) por ocupado cayera drásticamente, lo que en sí mismo pudo provocar la baja en la pobreza (cuadro 8).

El cuadro 8 contiene, además del número de dependientes por ocupado en el hogar, el porcentaje de personas que padecían pobreza alimentaria en los deciles rurales en 2000 y 2004. En el cuadro se observa que la baja en esta última variable fue de magnitud considerable en los deciles donde el número de dependientes por ocupado cayó (III a VI). A pesar de que la caída en la pobreza en el decil III fue de sólo 8.5 por ciento, en los deciles IV a VI la baja fue muy elevada, por ejemplo, en el VI el porcentaje de personas viviendo en pobreza bajó de 88 a 8.3 por ciento, es decir, una baja de 90.6 por ciento en tan sólo cuatro años, una reducción poco confiable dado el nulo crecimiento económico del sector agrícola durante el mismo periodo.22

 

Súbito mejoramiento de la habitabilidad en el medio rural

Quiero finalizar este trabajo con un pequeño análisis de algunas variables que también mostraron una extraña evolución entre 2000 y 2004 en el medio rural. Como mencioné anteriormente, la encuesta 2004 sufrió nuevas modificaciones que ponen en duda, una vez más, su comparabilidad. Estos cambios parecen haber provocado un sensible mejoramiento en las condiciones de habitabilidad del medio rural. Por ejemplo, de 2000 a 2002 el porcentaje de personas que habitan viviendas con excusado con conexión de agua pasó de 15.2 a 16.4 por ciento y para 2004 el porcentaje llegó a 35.3 por ciento. Es decir, en el primer bienio el aumento del porcentaje fue de sólo 8.0 por ciento, y en el segundo, de 115 por ciento, algo que difícilmente puede suceder en tan poco tiempo. Este súbito mejoramiento también se observa en otros satisfactores como el refrigerador, lavadora, gas para cocinar, agua entubada dentro de la vivienda (cuadro 9). Este inopinado mejoramiento puede deberse, por otro lado, a una ponderación distinta de la población, a través de los factores de expansión, los cuales pudieron dar mayor peso a hogares con mejores condiciones de vida. Es evidente que la ENIGH 2004 presenta un mundo rural mágicamente distinto al observado en 2000 y 2002. Todas las inconsistencias de las ENIGH analizadas hasta ahora favorecen la expresión estadística de una reducción de la pobreza.

 

Reflexiones finales

Para producir un dato confiable de pobreza se requiere explicitar cuáles son las limitaciones de las fuentes de información utilizadas (independientemente de los parámetros para determinar los umbrales y métodos de pobreza). Con base en el análisis desarrollado, es importante enfatizar la necesidad de no subestimar el efecto de los cambios metodológicos de las encuestas en la medición de la pobreza (en cuestionario o en los procedimientos metodológicos para la selección de las muestras), ya que al modificar la calidad de captación de la información se limita el análisis de la evolución de la pobreza.

Como se mostró, existe una gran inconsistencia de la información recabada por las encuestas, con respecto a los cambios observados en otros indicadores económicos (como el PIB, gasto social, empleo, etc.). Uno de los principales problemas de comparabilidad de las ENIGH fue determinar en qué grado el cambio en el ingreso de los hogares fue resultado de los cambios metodológicos. Se detectó que en muchos casos la evolución de diversas fuentes sobre ingresos no corresponde con la información obtenida mediante otros registros administrativos. Por otra parte, el cambio de las variables demográficas (ocupación, tamaño de hogar, crecimiento poblacional, etc.), presentan serias inconsistencias con respecto a la evolución esperada (basada en las tendencias de las mismas encuestas, como de los censos y conteos de población).

Señalamos que, además del inesperado aumento de los ingreso por trabajo (sobre todo en los deciles de menor ingreso, dada la recesión económica sufrida entre 2000 y 2002, y el bajo crecimiento entre 2002 y 2004), los ingresos no derivados de la actividad productiva (transferencias) tampoco evolucionaron en concordancia con otras fuentes de información. Por lo tanto, se vuelve fundamental evidenciar estas discrepancias cuando se presentan los datos en pobreza, además de buscar formas alternativas para ajustarlos.

Para la producción de datos de pobreza, los aspectos que han sido señalados se vuelven fundamentales debido a que el método oficial de medición de la pobreza identifica a los hogares pobres con una sola variable: el ingreso por persona. En este método, los cambios observados en las variables de ingreso, ocupación y tamaño de hogar son cruciales para medir y determinar la evolución de la misma.

 

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Notas

1 Estas reglas expresan el piso mínimo debajo del cual consideramos que la vida humana pierde la dignidad, que la vida humana se degrada.

2 Al momento de entrega de este artículo (junio 2006) la ENIGH 2005 no había sido publicada por el INEGI.

3 Cepal, varios años; Cortés, 1997; Boltvinik, 1999, 2005; Damián, 2002, 2006; Damián y Boltvinik, 2003; Hernández-Laos, 1992; INEGI/CEPAL, 1993; Levy, 1994; Lustig y Székely, 1997; Lustig y Mitchell, 1994; Pánuco-Laguette y Székely, 1996; Comité Técnico, 2002.

4 En el 2002, la Sedesol convocó a un grupo de siete investigadores, agrupados en lo que se llamó el Comité Técnico (CT) para la Medición de la Pobreza, con objeto de que éste propusiera un método oficial para ese efecto. El CT propuso como método oficial el de "línea de pobreza" (LP), suponiendo con ello que el ingreso corriente de los hogares es la única variable explicativa de la pobreza (dejó de lado otras variables como las de educación, salud, vivienda, etc.). La variante del método de LP utilizada fue la de la Canasta Normativa Alimentaria (CNA). El CT retomó la metodología que sigue la Cepal desde hace más de dos décadas. Sin embargo, el CT calculó la pobreza realizando algunas modificaciones metodológicas al método original de la Cepal, lo que los llevó a subestimar las tres líneas de pobreza propuestas (para conocer a detalle el método del CT y una crítica a éste, véase Boltvinik y Damián, 2003).

El gobierno federal no respetó el cálculo de pobreza del CT, sino que estableció como medida oficial la línea intermedia del comité (la LP2). Por otra parte, la Sedesol denominó a ésta LP de "patrimonio"; y supuestamente cubre las necesidades de alimentación, salud, educación, transporte, vestido y calzado, y vivienda. Esta medida de pobreza deja fuera la satisfacción de un sinnúmero de necesidades, como contar con bienes durables, utensilios, productos de limpieza, etc. (para el detalle de las necesidades que cubre esta LP véase Boltvinik y Damián, 2003).

Por otra parte, el gobierno federal, siguiendo la metodología del CT, calculó una LP (no identificada por el CT) que denominó LP de "Capacidades", que cubre, supuestamente, las necesidades de alimentación (sólo alimentos crudos), educación (suponiendo asistencia a escuela pública) y salud. Esta LP fue establecida para identificar a la población objetivo del programa Oportunidades. A la LP1 del comité, la Sedesol denominó pobreza "alimentaria", y corresponde a la que comúnmente identifica a los pobres extremos.

5 Para ejemplificar el poco dinamismo del empleo tomé el mes de noviembre por ser el último en que se levantan las encuestas. Sin embargo, cabe resaltar que el mismo comportamiento se muestra en la evolución de los asegurados al IMSS en los meses de agosto-octubre.

6 Para un mayor detalle de este problema y cómo afecta los marcos muestrales, véase Damián, 2002.

7 Información proveniente de los documentos metodológicos de las ENIGH (INEGI).

8 Sin embargo, la calidad en la captación de la información en las encuestas recientes pudo haberse deteriorado debido al significativo aumento en el tamaño de la muestra, dado que tuvo que contratarse personal adicional, sin experiencia previa en esta encuesta, para levantarla en el mismo periodo que las anteriores ENIGH.

9 Por un lado, en la publicación donde aparecen los resultados (INEGI, 1992a), éstos se presentan según densidad alta y baja, que en el glosario de términos se definen como de manera casi idéntica que en la ENIGH de 1984. Sin embargo, se señala la excepción de que se clasificaron como localidades de baja densidad: "la porción rural de 19 municipios de alta densidad, pero que cumplen con los criterios de tener sólo localidades de menos de 2 500 habitantes y/o donde los terrenos se utilizan para fines agrícolas, o donde las áreas conservan sus formas naturales" (p. 287).

10 El estudio INEGI/Cepal (1993) realizó ajustes con el fin de hacer comparables las encuestas. Sin embargo, su corrección implicó que el porcentaje de población urbana en México disminuyera de 61.8 en 1989 a 59.2 por ciento en 1992, con lo cual se subestimó la pobreza. En este estudio se utilizaron umbrales de pobreza significativamente diferentes entre áreas (la LP rural representaba 74.3 por ciento de urbana en 1992). Lustig y Székely (1997) retoman la corrección del INEGI/Cepal, así como sus líneas de pobreza, por lo que cometen el mismo error.

11 Según Cortés (1997: cuadro 4.21: 135) esta subestimación fue de 46.7 por ciento en 1984, de 42.7 en 1989 y de 38.7 por ciento en 1992. En otras palabras, el ingreso total de los hogares según la ENIGH representó 53.3, 57.3 y 61.3 por ciento del ingreso total de los hogares estimado en las CN. Según el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza (2002: 45), el ingreso total de los hogares de la ENIGH representó 53.3 y 50.2 por ciento en 1996 y 1998, con lo que se puede decir que el subregistro aumentó con respecto a las encuestas anteriores.

12 Este fenómeno fue confirmado por Javier Gutiérrez, Director General de Estadística del INEGI, en una reunión celebrada en El Colegio de México el 16 de Agosto de 2004.

13 En el mes de enero de 2005, la revista Forbes incluyó en su lista de los 500 multimillonarios más ricos del mundo a once mexicanos. A todas luces estas personas no aparecen en las encuestas de la ENIGH. De acuerdo con la publicación, el ingreso de las once personas más ricas de nuestro país creció en 48 por ciento en dos años, lo que equivale a 11 mil 500 millones de dólares entre 2002 y 2004. Por lo tanto, grosso modo, estas personas obtuvieron un ingreso mensual de casi 460 millones de pesos al mes, compárese esta cifra con el ingreso medio o la mediana en los centiles y mililes de las ENIGH.

14 En México, las CN no estiman el ingreso de los hogares. Así, dentro de éstas, la variable más estrechamente relacionada con el ingreso es el consumo privado. Con objeto de estimar el ingreso de los hogares a partir del consumo privado debe restarse el consumo de las organizaciones no lucrativas (ya que se incluyen en las cifras de consumo privado), y posteriormente debe estimarse el ahorro de los hogares y sumarse al consumo privado.

15 Pánuco y Székely (1996: 192), por ejemplo, sostienen que las discrepancias principales entre la ENIGH y las CN aparecen en los ingresos empresariales y en las utilidades imputadas, que parecen haber aumentado desproporcionadamente según la ENIGH. Sin embargo, según estos autores "no es posible determinar si la discrepancia se debe a imprecisiones de las CN o en las ENIGH". La declaración anterior resulta en extremo dudosa. Si las discrepancias fueran pequeñas, sería factible dudar en dónde residen las imprecisiones; pero las ENIGH presentan una distribución funcional del ingreso totalmente inversa a la de las CN. Mientras que en las CN los sueldos y salarios representan menos de una tercera parte del ingreso corriente, en las ENIGH representan cerca de 60 por ciento. Por el contrario, las utilidades (que en la ENIGH se llaman utilidades empresariales) representan más de la mitad del ingreso corriente de los hogares en las CN y menos de una cuarta parte en las ENIGH. Pero por otra parte, según ambas fuentes, la estimación total de los sueldos y salarios resulta similar. De esta manera, si en las CN existieran imprecisiones con relación a las utilidades, esto implicaría que se sobrestiman tales utilidades, hecho que nadie hasta ahora ha cuestionado o comprobado. Así, la conclusión a que llega Cortés (1997: 139) es correcta: "las ENIGH evidentemente subestiman la participación relativa del ingreso que generan las actividades independientes, como empresarios o empleados por cuenta propia".

16 Los deciles que se presentan en los cuadros de este trabajo son de personas y no de hogares como los hace el INEGI. Una de las ventajas de utilizar los deciles de personas es que cada uno está constituido por 10 por ciento de la población, mientras que los deciles de hogares no representan una proporción homogénea de la población, ya que los hogares más pobres (que se concentran en los deciles más bajos) tienden a tener un mayor número de personas.

Por otra parte, los deciles que analizo están ordenados de acuerdo con el ingreso por adulto equivalente y no por el ingreso per cápita del hogar, como hace el extinto Comité Técnico para la Medición de la Pobreza. Lo anterior permite una mejor ordenación de los deciles de acuerdo con el nivel de vida de la población, ya que el ingreso por adulto equivalente se construye considerando los requerimientos de bienes (sobre todo alimentos), de acuerdo con la edad de cada miembro en el hogar. Por tanto, el costo de una canasta de satisfactores será menor para un hogar conformado por dos adultos y dos niños, que para otro de igual número de personas, pero conformado exclusivamente por adultos, mientras que en la ordenación de los deciles de acuerdo con el ingreso per cápita del hogar dicho costo se considera igual en ambos casos.

Se anexan cuadros con el desglose del ingreso mensual por persona per cápita en porcentajes. El análisis que aquí se presenta no es exhaustivo de los mismos. Los cuadros con los valores absolutos pueden ser solicitados en adamian@colmex.mx.

17 Sorprende el impresionante incremento en el ingreso proveniente de remuneraciones al trabajo en los deciles más bajos, debido a que durante los cuatro primeros años de esta década no hubo generación de empleo, y como veremos más adelante, el número de ocupados en la encuesta crece de manera desproporcionada al compararse con otras fuentes.

18 En este punto, la Cepal (2003: 58) también se sorprende al constatar que "el ingreso real de las familias rurales por concepto de remuneraciones se habría elevado 17.5 por ciento y las provenientes de transferencias del Programa de Apoyos Directos al Campo 34.6 por ciento, aun cuando en el presupuesto de ese programa no revela modificaciones apreciables en el bienio".

19 La LP alimentaria sólo incluye alimentos crudos, mientras que la de capacidades adiciona, supuestamente, el gasto en educación (suponiendo asistencia a escuelas públicas) y salud.

20 A propietarios de viviendas, así como a quienes reciben regalos en especie se les pregunta cuanto hubieran pagado por ese bien.

21 Debe añadirse que en 2004 sólo un poco más de la mitad de los hogares de este decil (54 por ciento) recibían los beneficios de Oportunidades, a pesar de ser los más pobres del país.

22 No obstante, puede notarse en el cuadro 8 que a pesar de la caída en el número de dependientes por ocupado en el hogar para el decil II, la pobreza alimentaria aumenta.

 

Información sobre la autora

Araceli Damián. Es profesora investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México desde 1990. Colaboradora semanal en la sección de economía del periódico El Financiero. Obtuvo su Doctorado en Investigación (con especialidad en economía de la urbanización) por la Universidad de Londres, Inglaterra. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y fue acreedora del Premio Nacional de Periodismo 'Antonio Sáenz de Miera", 2004, en la categoría de artículo de fondo. Ha estudiado la pobreza desde diversas perspectivas, como el impacto de las políticas económicas en los niveles de vida de la población, la crítica a los métodos de medición de la pobreza desde una perspectiva de derechos humanos, la evolución de ésta en México-y América Latina, y su relación con el género, el mercado laboral y el uso de tiempo. Entre sus publicaciones destacan los libros Adjustment, Poverty, and Labour Market in Mexico, Ashgate, Gran Bretaña, 2000 (publicado en México bajo el título Cargando el ajuste: los pobres y el mercado de trabajo en México, El Colegio de México, 2002); y Pobreza en México y el mundo. Realidades y desafíos (coordinado Julio Boltvinik), Siglo XXI editores, 2004. Correo electrónico: adamian@colmex.mx

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