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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.29 n.100 Ciudad de México Jan./Mar. 2024  Epub Apr 22, 2024

 

Aporte de discusión

La Revista Mexicana de Investigación Educativa. Una trayectoria de construcción de comunidades en la educación

Revista Mexicana de Investigación Educativa (Mexican Journal of Educational Research): A Career in Building Communities in Education

Eduardo Aguado-López* 
http://orcid.org/0000-0002-4322-9556

Arianna Becerril-García** 
http://orcid.org/0000-0003-0278-8295

Sheila Godínez-Larios*** 
http://orcid.org/0000-0002-8772-8883

*Profesor-investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Toluca, Estado de México, México. CE: eal123@gmail.com

**Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Toluca, Estado de México. CE: abecerrilg@uaemex.mx

***Investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México, Sistema de Información Científica Redalyc. Toluca, Estado de México, México. CE: spgodinezl@uaemex.mx


Introducción

La Revista Mexicana de Investigación Educativa (RMIE) es una publicación arbitrada que surge en 1996, fundada por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE). La RMIE es un foro de convergencia en torno a la disciplina de educación y la investigación educativa desde diversas perspectivas teóricas y empíricas, tanto en enfoques emergentes como de larga tradición investigativa (Consejo Mexicano de Investigación Educativa, 2018). Por su parte, el COMIE es una asociación de carácter civil fundada en 1993 con sede en México que agrupa a especialistas en el área provenientes de instituciones públicas y privadas con el objetivo de promover la investigación educativa a partir de estrategias como congresos (Congresos Nacionales de Investigación Educativa, los cuales se realizan cada dos años desde 1993, y el Encuentro Nacional de Estudiantes de Posgrado en Educación, desde 2011), reuniones periódicas (de miembros, las cuales se realizan bienalmente desde 2006), productos editoriales sobre temáticas específicas y una publicación periódica (la RMIE) (Consejo Mexicano de Investigación Educativa, 2014).

En 2023, la RMIE cumple 27 años de publicarse ininterrumpidamente, centrando sus esfuerzos en fomentar la investigación y debates críticos en el ámbito de la educación, con lo que ha llegado a 28 volúmenes y 99 números. Como lo refiere el director fundador de la RMIE, Mario Rueda Beltrán, el primer reto de la publicación fue constituirse en un “un foro académico plural del complejo espectro de trabajos de investigación educativa que se producen en nuestro país, sin descuidar el diálogo con la comunidad latinoamericana e internacional” (Rueda Beltrán, 1996).

En la búsqueda de difundir y profundizar la investigación educativa tanto en México como en diversos contextos del mundo, la RMIE ha convocado a diversos referentes del campo educativo y ha adaptado su dinámica de publicación para dar mayor dinamismo a los debates de su disciplina: hasta el año 2000 fue semestral; posteriormente, entre 2001 y 2003, tuvo una edición cuatrimestral y desde 2004 su publicación es trimestral (Ruiz-Cuéllar, 2020). Otra de las estrategias que ha realizado para el cumplimiento de su misión es que a partir del número 10 se implementaron números semitemáticos, en los cuales se dedica la mitad de los artículos a un tema específico (Villa Lever, 2011). Esta estrategia obedeció a la necesidad de abordar asuntos educativos de los que no existe suficiente investigación o en los que se puede profundizar.

Una perspectiva de la dimensión que ha cobrado la investigación y la comunicación científica en educación, específicamente en Latinoamérica y en México, la ofrece el volumen de revistas de la disciplina: a noviembre de 2023 se documentan 1,649 revistas vigentes en Latindex, de las cuales 149 son mexicanas y 32 de estas se encuentran en el Catálogo Latindex (Latindex, 2023). Por su parte, en el Directory of Open Access Journals (DOAJ) se identifican 444 latinoamericanas, de las cuales 23 se editan en México (DOAJ, 2023). A su vez, desde el Sistema de Información Científica Redalyc (Redalyc) se identifican 115 revistas de la región, 19 de ellas mexicanas (Sistema de Información Científica Redalyc, 2023).

Al mismo tiempo, la consolidación de la comunicación científica en educación se expresa en la conformación, en 2015, del Consorcio Mexicano de Revistas de Investigación Educativa, con la finalidad de fortalecer a las revistas que lo constituyen y buscar un mayor acercamiento con la comunidad académica de su ámbito. Las revistas que lo constituyen son Perfiles Educativos, la Revista de la Educación Superior, la Revista Iberoamericana de Educación Superior, la Revista Latinoamericana de Investigación en Matemática Educativa y la RMIE (Márquez, Ordorika, Díaz Barriga, Cantoral et al., 2016).

Quien fuera la directora de la RMIE entre 2007 y 2011 sostiene que “no fue la primera revista seriada en México dedicada a la difusión del conocimiento especializado acerca de la educación, pero sí la que cumplió con mayor prontitud las normas internacionales básicas de principios del siglo XXI para las publicaciones académicas de ‘primer nivel’” (Quintanilla, 2023). Este trabajo editorial se observa en distintas perspectivas, siendo una de estas el reconocimiento que la revista ha logrado en índices y colecciones: forma parte de DOAJ, SciELO, Latindex, IRESIE, Catmex, CLASE, Scopus, Redalyc, entre otros. Asimismo, desde 2001 forma parte del entonces denominado Índice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, hoy Sistema de Clasificación de Revistas Mexicanas de Ciencia y Tecnología (Rodríguez Gómez, 2017).

Se ha definido la RMIE como una revista científica, pero ¿qué es una revista científica? ¿Qué es en la actualidad, cuando ha pasado de ser un órgano de comunicación a un instrumento de evaluación?

Históricamente se definió a la revista como científica no porque escribieran personas especializadas en una disciplina, sino que la característica de cientificidad le fue atribuida por el proceso de revisión por pares (más allá de la modalidad que esta adquiriera). Fue de esta manera que se conceptualizó la que es considerada la primera revista científica, Philosophical Transactions, de la Royal Society, con origen en el siglo XVII (1665) y sostenida por la propia comunidad académica en ese contexto. En el caso de esta revista, solo podían escribir científicos que fueran invitados (es decir, reconocidos) por integrantes de la comunidad científica. La historia plantea que el propio Henry Oldenburg, su editor, utilizaba su criterio de inclusión sin recurrir a entidades externas. Sin embargo, en 1752 se estableció un comité de selección de artículos que revisaba los manuscritos y votaba de forma secreta y sin discusión (Moxham y Fyfe, 2018).

Una segunda característica de la revista científica es la que se asocia a la construcción de comunidad: conceptualizar a la revista como un órgano que concentra la discusión de una comunidad epistémica; en ese sentido, las y los integrantes de la comunidad la siguen para conocer los nuevos planteamientos; es decir, el avance de un programa de investigación. En esta perspectiva, el valor de una revista está significativamente asociado a dos aspectos: que la comunidad se construye en tanto se convoca a que sea ella quien acompañe y garantice mediante la revisión por pares la relevancia, la calidad y el aporte de las propuestas académicas. Asimismo, que la construcción de comunidad es la propia colaboración entre quienes integran las respectivas comunidades epistémicas para la generación de propuestas y contribuciones.

En contraste con esta perspectiva, hoy y desde hace unas décadas, al convertir a las revistas en instrumentos de evaluación, las características mencionadas han dejado de ser centrales y, en cambio, los elementos definitorios son otros. La relevancia local, el aporte epistémico y la calidad de la unidad básica ya no son determinantes; estos aspectos no se observan en el contenido, sino que se infieren o se deducen desde el continente: por el lugar de publicación, la revista. En este tránsito de las revistas, se les atribuye un valor no por la comunidad que construyen, sino por sus indexaciones y métricas derivadas de la citación en conjuntos de información específicos denominados de supuesta “corriente principal”.

Al ser definidas las revistas como instrumentos de evaluación y suspender su función como medios de comunicación, la aproximación (de forma secundaria, la medición) a la forma en que se ha contribuido a los campos disciplinares pasó a realizarse mediante las citas recibidas por la revista y no al artículo. Desde fines del siglo pasado, las citas y el factor de impacto se convirtieron en los indicadores centrales de evaluación de las y los profesores e investigadores. Al adoptarse dichas métricas o aproximaciones, no es atrevido decir que empezó a modificarse todo el sistema de ciencia y tecnología, las misiones de las universidades y de la investigación, lo cual derivó en una apropiación de lo público, distorsionando la comunicación de la ciencia y, en particular, la finalidad y el sentido de las revistas científicas.

Por ello, en el presente trabajo se propone regresar a las cuestiones fundamentales: ¿Qué es la investigación? ¿Qué es un artículo científico? ¿Qué es una revista y cuál es su finalidad? ¿Es posible, en el contexto actual de evaluación académica, valorarla desde otra perspectiva con la finalidad de promoverla y conducirla como foro de discusión? ¿Una nueva valoración de la revista y de la publicación podría permitir a las comunidades académicas retomar el control y la propiedad de la comunicación de la ciencia, de los sistemas de valoración del trabajo y de los aportes realizados en la articulación con la sociedad? Las preguntas exigen cambiar el eje de la narrativa y abordar los sistemas, declaraciones, estrategias y políticas que han buscado, en las últimas décadas, preservar a la revista y a la publicación como estructuras de comunicación y de conexión para construir comunidades.

Desde hace tres décadas en Latinoamérica -CLASE con origen en 1975, Periódica en 1978, Latindex en 1997, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en 1967, Redalyc en 2003; entre otros- y desde hace 20 años en Europa -con las declaraciones de Budapest (Budapest Open Access Initiative, 2002), Berlín (Max Planck Society, 2003), Bethesda (Declaración de Bethesda sobre Publicación de Acceso Abierto, 2003)- inició un proceso que buscó que el sector académico y universitario condujera la evaluación, tuviera la propiedad de la comunicación científica y regresara a la sociedad lo financiado con fondos públicos: la investigación. Esto tiene un matiz: mientras que para Latinoamérica se trató de una tradición de comunicación científica no comercial y sostenida principalmente con fondos públicos, en regiones como Europa se trataba de un esfuerzo de reivindicación, dado que la publicación en esa región se ha conducido sobre una base privada y comercial.

En este contexto, se definió un principio ético: la ciencia financiada con fondos públicos debe estar a disposición de la sociedad, dado que es un bien común y público y su apropiación impide el derecho humano de acceder al conocimiento y sus beneficios como lo indica la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 27 (Naciones Unidas, 1948).

De forma relativamente concomitante a este contexto surgió una nueva tecnología que ofrecería la posibilidad objetiva para preservar a la ciencia como un bien público desde sus características materiales. La tecnología era internet, la cual permitía generar las condiciones de un bien público: no exclusión y no rivalidad. Que no sea excluyente implica que no es posible impedir a alguien su utilización o disfrute. La no rivalidad implica que si alguien lo consume, ello no impide que otra persona pueda hacerlo también.

Pese al consenso sobre la necesidad primordial de abrir el conocimiento y preservarlo, y pese a la existencia de los medios técnicos para lograrlo electrónicamente, los objetivos iniciales de apertura se han visto, desde entonces, desviados por intereses comerciales (Manifiesto sobre la Ciencia como Bien Público Global: Acceso Abierto no Comercial, 2023). El problema sistémico, con probabilidad más agraviante para la democratización del conocimiento, ha sido la evaluación, articulada a la privatización y a la comercialización del conocimiento. Cada vez hay más consenso en torno a que el modelo actual y dominante de evaluación ha conducido a escenarios no deseados inicialmente.

Hay consenso en que este esquema de valoración del trabajo académico no puede seguir. En este contexto ha tenido lugar dora (Declaration on Research Assessment, 2012), a la cual se han adherido 24,197 personas y organizaciones de 164 países; coara (Agreement on Reforming Research Assessment, 2022), a cuyo acuerdo se han sumado 644 organizaciones; y el Foro Latinoamericano sobre Evaluación Científica (FOLEC), el cual emitió en 2022 la declaración “Una nueva evaluación académica y científica para una ciencia con relevancia social en América Latina y el Caribe” (CLACSO y FOLEC, 2022).

A estas tomas de posición se articulan iniciativas como el Manifiesto de Leiden para las métricas de investigación (Hicks, Wouters, Waltman, De Rijcke et al., 2015); la Declaración de la Red Europea para la Evaluación de la Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades sobre los desafíos de la evaluación de la investigación en estas áreas de conocimiento (European Network for Research Evaluation in the SSH [ ENRESSH], 2017); la Iniciativa Helsinki sobre Multilingüismo en la Comunicación Científica (Federation of Finnish Learned Societies, The Committee for Public Information, The Finnish Association for Scholarly Publishing, Universities Norway et al., 2019); los Principios de Hong Kong para evaluar a los investigadores y fomentar la integridad de la investigación (Moher, Bouter, Kleinert, Glasziou et al., 2020); y el programa del Reino Unido Future Research Assessment Programme con origen en 2021 (Department for the Economy, UK Research and Innovation [UKRI], Scottish Funding Council, Higher Education Funding Council for Wales [HEFCW], 2021), por mencionar los de mayor trascendencia (Becerril-García y Aguado-López, 2023).

Si extendemos la necesidad del cambio en la evaluación a la problemática específica de la publicación, deben mencionarse dos declaraciones de principios esenciales que abordan la compleja problemática de la comercialización y la privatización: la Recomendación de la Unesco sobre la Ciencia Abierta (Unesco, 2021) y las Recomendaciones de Budapest con motivo de su 20º aniversario (Budapest Open Access Initiative: recomendaciones en su 20 o aniversario, 2022). Ambas parten de la necesidad del cambio en la evaluación como eje central, pero enfatizan que debe impulsarse la publicación no comercial, denominada Diamante.

Teniendo lo anterior como preámbulo, identificar la forma en que una revista construye comunidad resulta determinante en la identificación y valoración de su contribución en la generación de conocimiento. Este es el objetivo del trabajo que se presenta sobre la RMIE.

Metodología

La identificación y caracterización de la forma en que una estructura de comunicación como una revista científica (RMIE) ha construido comunidad, requiere de una metodología específica de estudio que permita aprehender dicho constructo. El marco metodológico al que se recurre es la metodología para la evaluación de la ciencia en Acceso Abierto Digital Diamante (Aguado-López, Becerril-García, Macedo-García, GodínezLarios et al., 2023), dado que ofrece una aproximación a la trayectoria de la revista a partir de cinco ejes analíticos: revisión por pares, publicación, colaboración, bibliodiversidad y uso. En el marco metodológico recurrido:

[...] la deconstrucción tiene un papel central: des-sedimentar, re-significar y re-politizar el ‘dato’ (cargado de teoría) para traducirlo en tecnología (software) y estructuras de contención de la información (conjuntos y bases de datos). Asimismo, reorganizar lo semánticamente difuso (normalización), unir la información básica (metadato en lenguaje máquina) y potenciar su visualización (cartografías) para otorgarle un nuevo significado al trabajo académico en los sistemas de evaluación científica (Aguado-López et al., 2023).

De la metodología recurrida se retoma un conjunto de indicadores que permiten conocer aspectos específicos sobre la construcción de comunidad: las comunidades de México y externas que se han adherido a los debates que han tenido lugar a partir de la RMIE, las redes de colaboración que se han construido en torno a la publicación, el alcance e inclusión de tales redes, así como la apropiación social de la publicación realizada en la revista (consultas).

El universo de estudio lo constituye la producción científica publicada en la RMIE entre 2005 y 2022, cuyos metadatos fueron tomados de Redalyc.1 En el estudio realizado y los datos específicos que se retoman, no se analiza toda la historia de la RMIE, y si bien la revista ha dispuesto en Redalyc todo su acervo,2 únicamente están normalizados los fascículos de 2005 a 2022, que incluyen desde el número 24 al 95. De esta forma, la normalización de la información influyó en la acotación del periodo de estudio; la relevancia de este proceso es que permite una adecuada atribución de la producción científica a instituciones y países, así como contar con información estandarizada, lo que en conjunto ofrece certeza sobre las prácticas que se identificaron y la trayectoria de la RMIE. El universo de estudio son 802 artículos científicos3 publicados en la revista, generados por 1,616 formas de autor con adscripción a 323 instituciones de 13 países (Figura 1).

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 1 Universo de estudio: información de la RMIE integrada al Sistema de Información Científica Redalyc, 2005-2022 

Finalmente, una precisión es que del universo de estudio fueron excluidos 267 documentos publicados en la RMIE (reseñas, editoriales y otros tipos de documentos), con el objetivo de dar cuenta únicamente de contribuciones que contaran con revisión por pares. Pese a su exclusión del análisis empírico, los editoriales y demás documentos fueron centrales en la comprensión de las preocupaciones, prospectivas y retos enfrentados por la revista en el ámbito editorial, de la educación y de la comunicación científica; se reconoce que este tipo de documentos ha sido central en la reflexión nacional e internacional en la que se ha insertado la RMIE, una muestra de ello es que representan el 25% del total publicado en la revista entre 2005 y 2022. Si bien en su política editorial se plantea que las reseñas tienen revisión por pares, no es lo usual en dos sentidos: son muy pocas las reseñas “críticas” en las ciencias sociales y humanidades (CSyH) y mantienen formatos y una rigurosidad muy diversa, por ello no se tomaron en cuenta.

Resultados

La contribución de la RMIE al debate crítico en su disciplina ha descansado en los procesos de evaluación por pares. Como señala Rodríguez Gómez (2017:345), “en toda publicación arbitrada, desde luego es el caso de la RMIE, la calidad académica depende, antes que cualquier otro elemento, de su contenido”. La dictaminación o revisión por pares es el proceso mediante el cual las comunidades científicas contribuyen a incrementar la pertinencia y a fortalecer la calidad de las contribuciones que buscan ser publicadas en las revistas. De esta manera es que se conceptualiza este proceso desde la perspectiva metodológica a la que se recurre y es el aspecto central del eje analítico de calidad editorial y científica.

En este contexto es destacable que en el periodo 2005-2010, los artículos con datos sobre revisión por pares (recepción y aprobación) en la RMIE pasen de, prácticamente, el 60% a más del 90% (si bien con una caída en 2007), dado que esta tendencia muestra una consolidación en lo que se considera buenas prácticas editoriales. Este desempeño positivo supera incluso los parámetros de las revistas de México, de Latinoamérica e Iberoamérica de CSyH a partir de 2009 (Figura 2). Hacer visibles los datos que expresan que fue realizada la revisión por pares enfatiza el carácter científico de las contribuciones publicadas y, en el caso de la RMIE, la adopción de dicha práctica era, en 2005, entre 2 y 3 veces más positiva que en el conjunto de revistas mexicanas, latinoamericanas e iberoamericanas de CSyH. Efectivamente, todos los conjuntos de revistas hacia 2022 han adoptado la práctica de transparencia de revisión por pares casi en su totalidad y puede inferirse que las diferencias tan pequeñas obedecen más a los estilos de publicaciones aceptados que a la no implementación de la práctica.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 2 Fechas visibles de la revisión por pares en la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 (%) 

La duración de la revisión por pares es central, dado que refleja, de alguna manera, la pertinencia con que se comunican las contribuciones científicas y el dinamismo con que se lleva el debate en las disciplinas, en este caso, la educación. Como se representa en la Figura 3, la revisión por pares en la RMIE tiene una duración con una mediana de 138 días, lo que se encuentra en el parámetro de las revistas mexicanas, latinoamericanas e iberoamericanas de CSyH en su conjunto. La distinción de los artículos por cuartiles según la mediana del tiempo que toma la revisión por pares permite distinguir que, en el cuartil que agrupa al 25.0% de la producción donde toma menor tiempo, se tiene una mediana de 76 días, un parámetro superior del cuartil 1 en las revistas mexicanas, donde la mediana es de 55 días, y de 42 y 41 en las revistas de Latinoamérica y de Iberoamérica, respectivamente. Esto implica que en el cuartil donde la revisión por pares es más breve, la RMIE documenta tendencias más prolongadas, lo que no implica en sí mismo un obstáculo ni un comportamiento deseable, sino en función de la agenda y objetivos perseguidos por la revista y de los retos que enfrenta en la gestión de las dictaminaciones.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 3 Días de aceptación de la producción científica (mediana y distribución en cuartiles) de la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 

Ha sido documentado que en las CSyH latinoamericanas este tiempo se ha incrementado, y en la educación ha pasado de tomar un promedio de 112.1 días en 2005 a 185.5 días en 2018 (Aguado-López y Becerril-García, 2021). Esto pone de relieve las problemáticas generalizadas a las que se enfrenta la investigación científica, las cuales han derivado en un incremento de la producción científica que se ha traducido, a su vez, en una sobrecarga de trabajo editorial; aunado a que la educación es de las disciplinas que cuentan con mayor volumen de revistas y de contribuciones académicas desde distintos sistemas de información, lo que en conjunto ha configurado un contexto complejo para la revisión ágil y en tiempo de la revisión por pares, al cual la RMIE se articula.

La duración de la revisión por pares es un fenómeno complejo sobre el que se han encontrado distintos comportamientos según el país de procedencia de los artículos científicos, observándose parámetros como el de los artículos con participación de investigadoras e investigadores de Bélgica, donde esta revisión tiene una duración de 399 días (el caso de mayor duración, si bien se trata de 1 trabajo), y casos como el de los artículos con participación de Uruguay, donde la duración es de 75 días (el caso de menor duración, si bien se trata de 1 artículo) (Figura 4).4

*Los valores de cada país se muestran en el Anexo 1.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 4 Días de aceptación de la producción científica (mediana y distribución en cuartiles) de la producción científica publicada en la RMIE según procedencia por países, 2005-2022* 

Poco más de la mitad de los artículos publicados en 18 años en la RMIE proceden de México (56.4%), el 23.6% de otros países de América Latina y Caribe, y el 15.8% de España y Portugal; lo que refleja que la RMIE se ha posicionado principalmente entre las comunidades científicas de Iberoamérica, región que en conjunto ha aportado más del 95% de las contribuciones publicadas. Esta especificidad de construcción de comunidad regional obedece a una política editorial establecida desde el surgimiento de la revista consistente en aceptar únicamente artículos en idioma español, por lo que es lógico que la comunidad se restrinja a los países de habla hispana, siendo que solo ocho países no iberoamericanos han publicado en la RMIE (Figura 5).

*Los valores de cada país se muestran en el Anexo 2.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 5 Participación en la generación de conocimiento: peso relativo de países y de la producción científica que generan. Producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 

El elemento anterior debe estar presente y ser el punto de partida de cualquier consideración sobre la RMIE, ya que el dato solamente tiene sentido desde los objetivos de la revista y desde la perspectiva de cumplir la misión definida. En tal sentido, se pueden valorar las palabras de Mario Rueda enunciadas en la introducción del presente escrito: su consolidación como foro se refleja en que hasta 2005, cinco países se habían integrado al debate por medio de la publicación, siendo estos tres países latinoamericanos (México, Argentina y Brasil) y dos europeos (España y Francia). Hacia 2022, 23 países se habían integrado a la revista, incluyéndose más países de tales regiones y de Norteamérica (Figura 5).

Considerando lo anterior, resalta que en la RMIE, 4.1 artículos de cada 10 provengan del exterior, siendo que se define principalmente como un foro nacional y de habla hispana. Este aspecto se ha modificado con el tiempo: como se representa en la Figura 6, en 2005 apenas 3 de cada 6 artículos contaban con participación externa, mientras que en 2022 prácticamente 6 de cada 10 la tienen. Esto adquiere mayor relevancia si se observa que es un parámetro que supera al de las revistas de CSyH mexicanas, latinoamericanas e iberoamericanas, en las cuales la publicación externa tiene un peso proporcional en torno al 30%, respectivamente (Figura 6). El punto que busca destacarse es la capacidad de inclusión hacia el exterior que ha alcanzado la revista, pese a plantearse en su vocación un alcance principalmente nacional.

*En la Figura 5 se muestra que la producción científica proveniente de México representa el 56.4%, mientras que en la Figura 6 se muestra que es del 58.1%. Este parámetro se modifica de esta manera porque en el primer caso la producción científica fue desagregada por países, mientras que en el segundo se cuenta como producción científica neta.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 6 Peso relativo de publicación externa, nacional e institucional en la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 (%)* 

El análisis específico de la procedencia institucional de las contribuciones generadas en el exterior arroja que 211 instituciones extranjeras han publicado en la revista. En ello, 10 concentran poco más del 25% (Figura 7). Por su parte, el análisis de la procedencia de las contribuciones científicas generadas en México arroja que 112 instituciones del país han contribuido al debate que ha tenido la revista en torno a la educación. La concentración por algunas instituciones mexicanas es significativa, pero “natural” respecto del peso diferencial de las de educación superior en el país: 10 instituciones mexicanas concentran poco más de la mitad de la producción científica educativa que ha sido publicada en la RMIE, mientras que otras 102 han contribuido con poco menos de la mitad.

* Los valores de cada país por institución se muestran en el Anexo 3.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 7 Flujo de la producción científica externa e interna publicada en la RMIE, 2005-2022* 

Estos comportamientos muestran, desde la perspectiva de la diversidad y las densas redes de alcance nacional y externo, que pareciera alcanzada la misión esbozada por la RMIE en 1996.

Con respecto al esquema de trabajo recurrido en las publicaciones realizadas en la RMIE, resalta la tendencia hacia la disminución de la autoría individual y el incremento sostenido de la coautoría (Figura 8). Esto tiene correspondencia con la tendencia seguida a nivel global documentada en distintos sistemas de información, aunque con diferentes ritmos por área de conocimiento y disciplina (Archambault, Beauchesne, Côté y Roberge, 2011; Mosbah-Natanson y Gingras, 2014; Unesco, 2015; Aguado-López et al., 2023), así como con la tendencia que muestran las revistas mexicanas, latinoamericanas e iberoamericanas de ciencias sociales y humanidades, respectivamente.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 8 Peso relativo de producción en coautoría y de autoría individual en la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 (%) 

Si bien es lógico que dichos procesos obedezcan a la especificidad de las áreas y disciplinas, en nuestra opinión es un elemento que debe ser discutido. ¿Es posible hacer investigación de profundidad, de gran alcance en el tiempo y en el espacio de forma individual? ¿Es posible avanzar en un programa de investigación, por ejemplo, sobre la problemática educativa en términos de Lakatos? Estas preguntas solo pueden entenderse desde la propuesta metodológica que enmarca la narrativa propia de cada campo de conocimiento sin desconocer su especificidad. Pese a ello, es fundamental encontrar elementos que permitan cierto nivel de generalización para abordar dichas preguntas.

Por su parte, resulta lógico que los sistemas de evaluación basados en el(la) investigador(a) y en la posición que ocupa en la coautoría, y no así en los grupos de investigación (por ejemplo, los cuerpos académicos promovidos desde la Secretaría de Educación Pública en México), se trasladen a los sistemas de organización del trabajo, basándose en la competencia más que en la colaboración a partir del trabajo colegiado expresado en coautoría. Sobre ello, un aspecto que puede considerarse es si este esquema de trabajo puede mantenerse, si el eje de la evaluación se trasladara a la relevancia, al aporte, a la articulación y al análisis de la trayectoria y de fortaleza (tradición epistémica) de los programas de investigación, características que han sido asumidas, muchas veces, de manera acrítica por las y los editores y revistas.

De forma específica, el principal esquema de colaboración que se ha adoptado en las contribuciones publicadas en la RMIE es el de alcance institucional (que representa el 61.5% entre el total de artículos en coautoría), seguido del nacional (27.9%). Por su parte, la colaboración entre distintos países ha tenido una recurrencia menor; resalta que la que se da entre países de distintas regiones es más recurrida que aquella entre países de la misma región (Figura 9).

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 9 Peso relativo de colaboración exorregional, intrarregional, nacional e institucional en la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 (%) 

La configuración de las redes de colaboración en torno a las contribuciones publicadas en la RMIE muestra que la vinculación se ha dado entre comunidades de los mismos contextos primordialmente. Esto denota que las problemáticas abordadas en el ámbito de la educación tienen una correspondencia local y son compartidas por investigadoras e investigadores pertenecientes al mismo ámbito nacional e institucional. Si este comportamiento se articula a la inclusión de comunidades por parte de la RMIE (ver las Figuras 5, 6 y 7), se configura una cartografía donde la revista se ha constituido en un foro de debate y visibilidad de contribuciones tanto nacionales como regionales abordadas principalmente de forma colaborativa entre comunidades del mismo país y de la misma institución.

La identificación de las instituciones que han participado en las redes de colaboración permite conocer las comunidades específicas que han intervenido en la construcción de la narrativa en la disciplina de educación. En la Figura 10 se muestran las instituciones que han participado en redes institucionales, nacionales, intrarregionales (distintos países de la misma región) y exorregionales (distintos países de distintas regiones) de colaboración; se detalla también el peso relativo que ha tenido la producción científica resultante de cada tipo de coautoría.

*En el Anexo 4 se muestran las instituciones que participaron en las distintas redes de colaboración, señalando el peso relativo que tiene su producción en las redes entre distintas regiones, las mismas regiones, los mismos países y al interior de las instituciones.

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 10 Redes de colaboración exorregional, intrarregional, nacional e institucional en la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022* 

Esta aproximación detallada permite identificar, por ejemplo, que en las redes nacionales e institucionales, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha tenido un dinamismo significativo construyendo vínculos. Por su parte, en la colaboración entre distintas regiones, 4 instituciones documentan una capacidad de vinculación significativa: la Universidad de Barcelona, la Universidad Veracruzana, la UNAM y la Universidad Autónoma de Madrid. Mientras que en la colaboración al interior de su región, resaltan la Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul y la Universidad Nacional de La Plata como las más dinámicas.

Un último aspecto que abordar en la contribución de la RMIE al debate de la educación y en la comunidad que ha construido es la recepción que ha tenido entre las comunidades académicas y estudiantiles, así como entre la sociedad en general. La aproximación empírica a este punto se realiza a partir de las consultas que ha recibido su acervo. La producción científica publicada en la revista en el periodo 2005-2022 ha recibido 1,091,682 consultas entre 2020 y 2023, las cuales siguieron una tendencia estable en torno a las 320,000 consultas anuales (Figura 11). Un aspecto central de la apropiación social de la RMIE es que las consultas provienen principalmente de México (más de 900,000), España (más de 300,000), y Centroamérica y Sudamérica (más de 100,000) (Grediaga Kuri, 2023).

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Figura 11 Volumen de consultas realizadas entre 2020 y el 31 de junio de 2023 a la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 

Aunado a lo anterior, cabe resaltar que más del 80.0% de los documentos ha recibido al menos una consulta y que en promedio cada artículo publicado ha recibido 1,662. Este aspecto cobra relevancia si se considera, por ejemplo, que en el total de la producción científica publicado en las revistas latinoamericanas de CSyH, el promedio de descargas por artículo es de 990 (Aguado-López et al., 2023).

Discusión

Realizar este trabajo ha sido todo un reto, pese a que inicialmente no lo consideramos así cuando decidimos hacerlo, aunque disponíamos de poco tiempo. En la relativa dificultad enfrentada al realizar el análisis, un primer aspecto que percibimos es que los valores, principios y sentidos que compartimos con el COMIE y con la RMIE se han fortalecido con el tiempo. Las personas autoras conocemos y hemos trabajado conjuntamente con ambos desde hace años; la interacción, si bien no ha sido permanente, nunca ha dejado de existir. Asimismo, trabajamos y coordinamos diferentes aspectos de un sistema de indización y comunicación de la ciencia que ha buscado trazar una ruta distinta, la cual converge con múltiples horizontes, rutas y compromisos del COMIE y la RMIE.

En segundo lugar, si bien metodológica y epistémicamente buscamos rigurosidad, sentido y relevancia, también tratamos de mediar entre los análisis generales y la identificación de tendencias y patrones sobre la comunicación de la ciencia. Por ello, hemos deconstruido el dato y buscamos asignarle una politicidad y sentido diferente; desde hace años hemos trabajado para construir una gran base de datos sobre comunicación de la ciencia que nos permita identificar los cambios y los procesos de la comunicación, la publicación, la colaboración y la valoración del trabajo académico, entre otros aspectos de la actividad científica a partir de las revistas arbitradas.

Por lo anterior, en la presente sección no se realiza una interpelación de planteamientos teóricos y metodológicos generales, sino que se conduce hacia la interpelación, el diálogo y la búsqueda de sentidos y trazos comunes indirectos entre la RMIE y la concepción de la ciencia como bien público global y no comercial que postulan diversas infraestructuras latinoamericanas y globales, entre estas Redalyc y Amelica, desde dos niveles: a) conceptual y teleológicamente y b) instrumentalmente, sobre la revista digital (no abordaremos nada sobre la inteligencia artificial, aunque la usamos desde hace varios años) y la transición (no iniciada) en el ámbito editorial.

Los valores, la misión y el horizonte de sentido de una revista científica no solo se inserta en una discusión sobre cuál es el papel de la publicación y la comunicación de la ciencia, sino también en un debate sobre su operacionalización. El ejercicio mismo del proceso no puede estar desvinculado del “para qué”, “para quién” y “por qué”, dado que los elementos “técnicos” no están desvinculados de un paradigma teórico y de politicidad.

El “código” y la “tecnología” no son neutrales, sino que la comunicación de la ciencia se da entre los ámbitos de sentido y prácticos creando estructuras biaxiales como ciencia-técnica, teoría-praxis, investigación-intervención y teoría-aplicación. La desvinculación de procesos indisolublemente unidos es lo que ha llevado a ver las “aristas” como independientes, elevando la tensión y contradicción en la conceptualización y operacionalización editorial.

¿Qué es una revista? Con el presente escrito buscamos reivindicarla como un órgano que concentra la discusión de una comunidad epistémica y cuyo valor reside en propiciar la construcción de comunidades para fortalecer la pertinencia y rigurosidad de las contribuciones. Es decir, una estructura de comunicación de la ciencia. Este es un punto de partida totalmente distinto al que conceptualiza a la revista como serie de artículos identificados por el volumen o número y, claro, amparados por el nombre (marca); o bien, como una entidad que tiene como función recabar citas. Esto es lo que se considera en gran parte de las revistas científicas, las cuales, además, no han implementado ningún paradigma digital y se debaten en cumplir o lograr ser, al mismo tiempo, estructuras de comunicación y estructuras de evaluación. En función del paradigma editorial del que se parte, la comunicación y, en consecuencia la evaluación, se definirán de una u otra manera.

Se trata de dos elementos en tensión total, necesarios pero hoy subordinados a una forma de comunicación privatizada, comercial y en control de monopolios editoriales. Pareciera una “disonancia cognitiva” o “síndrome de Estocolmo” cuando el sistema editorial y las personas autoras se sienten reconocidos por los sistemas que han distorsionado la comunicación (la denominada ciencia de “corriente principal”), no pocas veces promovidos por los órganos nacionales de Ciencia y Tecnología (ONCyT). En el caso de México, resulta una contradicción que el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) decida cambiar los procesos de evaluación de la investigación y del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores para armonizarlos con las modificaciones al artículo 3º Constitucional, fracción 5ª y con la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, pero se mantenga el Sistema de Clasificación de Revistas Mexicanas de Ciencia y Tecnología, el cual está subordinado al Grupo Scimago; asimismo, que la clasificación de revistas mexicanas se defina a priori a partir de la mal llamada “corriente principal” mediante la clasificación en Scopus y Web of Science (Becerril-García y Aguado-López, 2023). No se entiende la razón de esta persistencia y tampoco es posible -sí deseable- asegurar su cambio en la administración actual.

Con frecuencia se desarrollan polémicas innecesarias, por ejemplo, la referente a si es más importante y adecuada la publicación digital que la publicación en papel (Aguado-López, 2018). Desde nuestra perspectiva, esto no debería ser una disyuntiva. Tomar la decisión depende mínimamente de identificar el tipo de narrativa y de textualidad desde las cuales la revista busca llevar a cabo la comunicación, específicamente hablando de textos científicos, y en particular, de las características que se buscan para el “artículo científico”.

Sin ahondar en discusión, puede cuestionarse particularmente si en las CSyH el artículo, aun en casos empíricos, debe ser el que siga la estructura IMRyD (introducción, metodología, resultados y discusión). Si ello se discute, entonces las CSyH podrán acceder a otras estructuras discursivas para articular la argumentación, resultados e interpretación. Al margen de esto, la narrativa académica implica referencias, datos e imágenes, entre otros elementos. No obstante, como sostiene Chartier:

[...] el libro es una arquitectura en la que cada elemento juega un papel en su lugar. Cada fragmento de esta arquitectura cobra sentido porque forma parte de una totalidad, es el fragmento de algo. La novedad radical es que, en la realidad digital, los discursos son piezas que se pueden componer, asociar, distribuir de manera separada por parte del lector-escritor (Chartier, 2022).

Ello es acorde con el ámbito científico y el artículo, por lo que el conocimiento puede ser separado y entendido en sus partes, mismas que están sostenidas en la arquitectura total. Esto es totalmente distinto de la arquitectura de un texto literario en general, donde la arquitectura y la estructura condicionan la ruta que la persona autora busca.

Aunado a ello, deben considerarse tres características centrales en el texto científico: a) generalmente es perecedero y, por tanto, actualizable; b) en su uso se realizan múltiples y diversas anotaciones en sus distintas partes; c) en el ámbito digital permite, al mismo tiempo, leer, escribir y conectar textos con sus orígenes (leyes, documentos históricos, obras artísticas, audio, etc.). La escritura digital ofrece la posibilidad de leer (comentarios, críticas, articulaciones, contradicciones, inconsistencias) paralelamente a conectar, asociar y dirigir al documento original o primario que se aborde. El acercamiento al texto científico puede ser fragmentario, por partes y, lo más importante, dichas partes pueden articularse con sus antecedentes u opuestos. Lo que busca destacarse son las múltiples posibilidades del ámbito digital. Aprovecharlas exige partir y pensar desde lo digital y, definitivamente, superar -dejar de pensar- el paradigma de Gutenberg y su homólogo electrónico. Esto, como propone Chartier, “constituye una práctica cultural nueva, estética” (Chartier, 2022).

Para lograr lo anterior debe hacerse uso de la forma de escritura propia de internet, la cual no es el archivo PDF ni el lenguaje HTML como lo interpretan con frecuencia las revistas científicas; ello en sí mismo no es digital. La escritura natural de la web es el hipertexto. Contextualizar la medida en que esto es aprovechado en la comunicación de la ciencia escapa al propósito del presente escrito, basta decir por ahora que son mínimas las revistas, y de forma muy limitada, las que utilizan el hipertexto. Cabría cuestionar si esto obedece a una razón técnica, comercial o de otra índole. El hecho es que aún no resulta de interés para las comunidades editoriales publicar las contribuciones científicas en una estructura de comunicación rizomática que permita explicar y transmitir las posibilidades narrativas de la digitalidad. Por otro lado, el ámbito digital tampoco forma parte del imaginario de comunicación científica de las comunidades autoras.

El conocimiento científico debe estar actualizado y la actualización se asume como un sistema autocorrectivo. ¿Por qué, paradójicamente, los trabajos académicos y científicos no se actualizan con adendas permanentes? ¿Qué condiciones se necesitan para implementar, por ejemplo, retractaciones sobre las afirmaciones realizadas con base en el telescopio espacial Hubble, una vez que el telescopio James Webb ha mostrado otras perspectivas? ¿Es posible hablar del universo, las galaxias y las estrellas con fotografías de 350k, y si lo es, qué realidades se configuran desde estas representaciones? El desafío que se plantea es pasar del texto plano al texto vivo con actualización permanente de adendas como plantea Chartier.

En esta dirección, los distintos formatos de lectura (HTML, ePUB, PDF, lectores inteligentes adaptativos) no son meramente opciones variadas de lectura, sino vías para cubrir requerimientos distintos en función del sistema editorial, de sus costumbres y de las necesidades de las comunidades lectoras. El aspecto fundamental de ello es cómo se llega a los formatos y en este contexto se articula el XML-JATS, el cual no es un formato de lectura, sino una estructura de “comunicación máquina” bajo un estándar determinado y consensuado.

En los últimos años el lenguaje XML-JATS se ha implementado con relativa fuerza entre las revistas científicas en Latinoamérica, lo cual ha obedecido a un requerimiento de los sistemas de indexación y no a una necesidad propia y aparente de las revistas, aunado a que los costos del marcaje en este lenguaje pueden ser significativos, ¿se trata de una subordinación a los sistemas de indexación? Estas decisiones muestran una distorsión de la comunicación científica en la actualidad y denotan una larga distancia entre las revistas y los sistemas de información o indexación. ¿Para qué solicitan las plataformas procesar los contenidos de las revistas en este lenguaje? Esto solo puede ser respondido en este escrito desde Redalyc: sobre los materiales de los equipos editoriales se realiza el marcaje en XML-JATS, de lo que se derivan “automáticamente” los diversos formatos de lectura (ePUB, Móvil, HTML, Visor) y el PDF con el estilo elegido por las revistas. Todo ello se obtiene a partir de tecnología y es un servicio gratuito para aquellas revistas integradas a Redalyc. Esto representa un proceso inverso respecto del que usualmente hacen uso las revistas en la publicación electrónica: en el proceso tradicional el material académico se “pasa” o se “convierte” a electrónico (el objetivo es llevarlo a un PDF), en cambio, en la digitalidad, el material “surge” ahí mismo.

Hay dos grandes ventajas en este proceso: la preservación digital y la interoperabilidad del conocimiento. Con el lenguaje XML-JATS se tiene la estructura “natural” de adecuación al siguiente nivel tecnológico del “artículo” (texto, imágenes, datos) para utilizarlo como “materia prima”, por ejemplo, para la web semántica. Respecto de la interoperabilidad, por ejemplo, una de las razones por las que son imperativos el título, el resumen y las palabras clave (el denominado “Front” en el proceso de marcaje) es la posibilidad de “conectar” e “interoperar”; además del “Front”, el proceso incluye “Body” (texto-imágenes-datos) y “Back” (referencias). En síntesis, la relevancia de ello es que el lenguaje XML-JATS tiene alrededor de 300 etiquetas conectoras e identificadoras, las cuales, por el estándar JATS, están consensuadas, homologadas, lo que implica que en un contexto semántico se cuenta con significados únicos en todas las contribuciones científicas.

Desde este paradigma, un artículo científico es un conjunto de entidades independientes de conocimiento: texto, fórmulas, gráficos, datos, audios, videos, etc. Por tanto, el trabajo editorial debe ofrecer las condiciones para generarlas de forma que tengan sus propias posibilidades de expresión, correspondientes a su estructura y con la posibilidad de articularlas al diálogo y la reutilización. Por ejemplo, una fórmula son signos y valores abstractos, pero esa expresión abstracta es una “receta”, una “macro”, un medio de representación que puede replicarse. En el paradigma de Gutenberg, esto es una imagen; en el XML es una instrucción que puede ser retomada, es un “ejecutable”. Utilizar estas posibilidades solamente es posible si se adopta como una exigencia editorial o, más aún, como una “competencia” editorial.

El trabajo editorial debe circunscribirse a certificar el conocimiento y determinar su relevancia, aporte y articulación con la sociedad. En dicha transformación, los elementos técnicos deben ser proporcionados por infraestructuras académicas abiertas, de forma gratuita, pero la sostenibilidad de dichas plataformas debe recaer en el compromiso de las mismas: la comunidad global. Otra vía para ello es tercerizar, es decir, contratar servicios editoriales comerciales, lo que representa una vía insostenible económica y éticamente inviable y que, en nuestra perspectiva, institucionalizaría la comercialización y la apropiación privada de los bienes públicos.

Conclusiones

Si la RMIE mantiene como objeto de estudio la desigualdad y la justicia como horizonte de sentido de su accionar; asimismo, si integra la inclusión como eje transversal y enfatiza la incorporación de las mujeres, una prioridad debe ser tener una política de género e indicadores que muestren cómo se comportan las brechas. Si la RMIE desea transitar a lo digital plenamente, una estrategia que pueden implementar es contar con asesores externos honoríficos que puedan apoyar a hacer posible que los fines, las voluntades y los compromisos del COMIE, la RMIE y toda la comunidad global educativa construyan, mediante co-creación, una revista digital referente en su ámbito disciplinar no solo por sus contribuciones de carácter científico, sino como referente de una estructura de comunicación digital acorde con valores y principios orientados a preservar el conocimiento como bien público global.

En los resultados se expusieron solamente indicadores que buscan identificar la manera en que una revista está construyendo comunidad. El análisis es descriptivo y el objetivo no fue pasar de ese nivel, dado que se considera que el dato, la deconstrucción de las miles de acciones recogidas en una cartografía, debe ser analizada únicamente a partir de los objetivos, misiones y valores de la RMIE, el COMIE, la disciplina de educación o el contexto académico de México o cualquier entidad de interés en este ámbito; solo a partir de esta perspectiva las cartografías adquieren sentido, lo que no elimina el ejercicio analítico de la comparabilidad propio de las CSyH. La construcción del dato tiene sentido a partir de lo que deseamos buscar, en este caso la revista para las personas autoras es una estructura de comunicación integrada al Acceso Abierto Digital Diamante y a la Ciencia Abierta no Comercial.

Modificar el sistema de comunicación “roto” es esencial, así como articular a diversas instancias no limitadas a los ONCyT, ni a las y los editores necesariamente. Le corresponde a la comunidad académica y a las distintas organizaciones con capacidad de contraer compromisos, redirigir voluntades e integrar recursos para afianzar la ciencia como bien público y como un derecho humano. Esto es un “megaproyecto” que podría impulsar el COMIE. No se trata de formar investigadoras(es) únicamente en capacidades, sino articular el análisis, la crítica y las herramientas para la construcción de una sociedad más equitativa y justa. La dimensión ética de la investigación e intervención debe ser retomada.

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1La información sobre la interoperabilidad y descarga de metadatos sobre la producción científica indizada por Redalyc se encuentra disponible a partir del siguiente enlace: https://www.redalyc.org/redalyc/acerca-de/open-data.html?id=oai

2El acervo de la RMIE desde Redalyc se encuentra disponible a partir del siguiente enlace: https://www.redalyc.org/revista.oa?id=140&tipo=coleccion

3La producción científica neta analizada son 802 artículos, los cuales, desagregados por país en casos de coautoría entre distintos países, suman 843, que son los que se muestran en la Figura 1.

4Los casos donde la revisión por pares arroja cero como mediana, suceden únicamente cuando el país participa en un único artículo y este no contiene las fechas de publicación y de recepción o una de ellas, lo que impide calcular la duración de la revisión por pares.

Anexos

Anexo 1 Días de aceptación de la producción científica (mediana y distribución en cuartiles) de la producción científica publicada en la RMIE según procedencia por países, 2005-2022 

País Mediana de cuartil 1 Mediana de cuartil 2 Mediana de cuartil 3 Mediana de cuartil 4 Mediana
México 75 111 158 229 131
España 79 132 192 285 161
Argentina 69 101 132 199 110
Chile 103 148 192 229 163
Colombia 81 150 204 316 157
Brasil 74 89 140 194 126
Estados Unidos 95 108 159 191 128
Francia 0 169 0 225 169
Portugal 0 84 0 99 84
Venezuela 0 148 0 187 148
Alemania 0 0 0 0 79
Canadá 0 0 0 210 137
Ecuador 0 259 0 260 259
Perú 0 0 0 367 227
Reino Unido 0 0 0 217 151
Bélgica 0 0 0 0 399
Bolivia 0 0 0 0 271
Costa Rica 0 0 0 0 154
Cuba 0 0 0 0 0
Dinamarca 0 0 0 0 0
Puerto Rico 0 0 0 0 195
Suiza 0 0 0 0 85
Uruguay 0 0 0 0 75

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Anexo 2

Participación en la generación de conocimiento: peso relativo de países y de la producción científica que generan. Producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 

2005
País Artículos # Artículos %
México 34 65.4
Argentina 9 17.3
España 6 11.5
Brasil 2 3.8
Francia 1 1.9
Total 52 100.0
2022
País Artículos # Artículos %
México 481 56.4
España 129 15.1
Argentina 82 9.6
Chile 58 6.8
Colombia 28 3.3
Brasil 26 3.0
Estados Unidos 12 1.4
Francia 8 0.9
Portugal 4 0.5
Venezuela 4 0.5
Alemania 3 0.4
Canadá 3 0.4
Ecuador 3 0.4
Perú 2 0.2
Reino Unido 2 0.2
Bélgica 1 0.1
Bolivia 1 0.1
Costa Rica 1 0.1
Cuba 1 0.1
Dinamarca 1 0.1
Puerto Rico 1 0.1
Suiza 1 0.1
Uruguay 1 0.1
Total 853 100.0

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Anexo 3

Flujo de la producción científica externa e interna publicada en la RMIE, 2005-2022 

Instituciones de procedencia externa % Instituciones de procedencia interna %
Argentina Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas 4.4 México U. Nacional Autónoma de México 19.5
Argentina U. de Buenos Aires 4.2 U. Pedagógica Nacional 7.1
España U.de Granada 3.5 U. Iberoamericana 5.0
España U. de Barcelona 3.3 Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN 4.1
España U. de Sevilla 2.9 U. Autónoma Metropolitana 4.1
Argentina Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales 2.2 U. de Guadalajara 4.0
España U. de Murcia 2.0 Instituto Politécnico Nacional 3.8
Chile U. Católica del Maule 1.8 U. Autónoma de Aguascalientes 2.8
Chile Pontificia U. Católica de Chile 1.8 U. Veracruzana 2.8
España U. de Córdoba 1.5 U. Autónoma de Baja California 2.4
Otros Otras (201) 72.5 Otras (102) 44.5
Total 211 instituciones 100.0 112 instituciones 100.0

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Anexo 4

Redes de colaboración exorregional, intrarregional, nacional e institucional en la producción científica publicada en la RMIE, 2005-2022 

Instituciones en redes de colaboración % Instituciones en redes de colaboración %
España U. de Barcelona 4.2 Brasil Pontifícia U. Católica do Rio Grande do Sul 10.0
México U. Veracruzana 4.2 Argentina U. Nacional de La Plata 10.0
México U. Nacional Autónoma de México 4.2 Argentina U. Nacional del Litoral 5.0
España U. Autónoma de Madrid 4.2 México U. Pedagógica Nacional 5.0
España U. de Granada 3.1 México U. Autónoma de Yucatán 5.0
España U. de Santiago de Compostela 3.1 Colombia Secretaría de Educación del Distrito Capital 5.0
España U. Autònoma de Barcelona 3.1 Argentina U. de Buenos Aires 5.0
España U. de Cádiz 2.1 Argentina U. Nacional de Tres de Febrero 5.0
Estados Unidos California State U.-Long Beach 2.1 Chile U. Academia de Humanismo Cristiano 5.0
Chile U. Bernardo O’Higgins 2.1 México Instituto Politécnico Nacional 5.0
Otros Otras (61) 67.7 Otros Otras (8) 40.0
Total 171 instituciones 100.0 Total 18 instituciones 100.0
Instituciones en redes de colaboración % Instituciones en redes de colaboración %
México U. Nacional Autónoma de México 9.3 México U. Nacional Autónoma de México 14.7
México U. Pedagógica Nacional 4.1 España U. de Sevilla 3.2
México U. Autónoma Metropolitana 3.4 México U. de Guadalajara 3.2
México U. Iberoamericana 2.1 México Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey 2.9
México Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN 2.1 México U. Veracruzana 2.9
España U. de Granada 1.7 España U. de Barcelona 2.9
México U. Autónoma de Baja California 1.7 México U. Pedagógica Nacional 2.9
México Instituto Politécnico Nacional 1.7 México Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN 2.5
Argentina Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas 1.4 España U. de Murcia 2.2
Argentina U. de Buenos Aires 1.0 España U. de Granada 2.2
Otros Otras (159) 71.5 Otros Otras (101) 60.4
Total 169 instituciones 100.0 Total 111 instituciones 100.0

Fuente: elaboración propia con base en información indizada por Redalyc.

Autor para correspondencia: Eduardo Aguado-López, email: eal123@gmail.com

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